Boletin de La conversación del miércoles - octubre 2011

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La conversación del miércoles Ciclo 2011: El mundo en que vivimos

Boletín octubre


¿Qué es La conversación del miércoles?

La conversación del miércoles es un espacio de formación ciudadana destinado al encuentro con el otro a partir de la palabra, que tiene como foco el desarrollo de un tema o problemática. Dicho espacio tiene cuatro momentos: el primero es el grupo de estudio que se realiza el último miércoles de cada mes en el que se lleva a cabo una conferencia preliminar acerca del tema que nos convoca teniendo como referencia un libro en particular del pensador de nuestro tiempo elegido para cada ocasión. Luego de ésta, se lleva a cabo una conversación en la que, teniendo como base un fragmento leído previamente, precisamos líneas de abordaje, de desarrollo o dificultades a la hora de pensar el tema que nos convoca. El segundo momento, una semana más tarde, se realiza la conferencia central de La conversación del miércoles, ofrecida por Carlos Mario González, quien, tomando insumos de lo dicho en el grupo de estudio, elabora una conferencia en la cual desarrolla unas hipótesis y tesis que permiten abrir el diálogo con los asistentes. Siendo fieles a la palabra conversación, el tercer momento corresponde a la tertulia que se lleva a cabo en el deck del Claustro de San Ignacio el segundo miércoles de cada mes; ésta abre un espacio de discusión para que las preguntas y planteamientos que surgieron a partir de lo dicho en la conferencia puedan tener un lugar en el cual pronunciarse. Por último con este boletín pretendemos construir una memoria escrita del trabajo realizado en los momentos anteriores, para que cada uno pueda recoger las preguntas y reflexiones que allí surgieron y construya así su propia posición.

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Grupo de estudio Miércoles 21 de septiembre de 2011 Auditorio CorpoZULETA

Conferencia preliminar

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ada sorprende más ni genera tantas preguntas a la biología o a la filosofía que un ser humano que naciendo con un sexo determinado se identifique con el contrario, o con ninguno, o con ambos; que hoy quiera ser un hombre y mañana una mujer; un ser ambiguo en su deseo y en su identidad. Cada saber quiere aproximarse a la verdad. Pero esta se esconde detrás de un velo. El arte tiene quizás la más discreta pero eficaz aproximación. Nos dice: míranos, estamos aquí, marcados por la biología, la psicología o la cultura; somos artificio o cuerpo; somos muchos o pocos, no importa, simplemente estamos aquí y desde siempre. Benjamín de la calle retrató en 1927 a Álvaro Echavarría “El excluido”. Famoso travesti de Cúcuta, es el primer registro de un personaje con estas características en Colombia, con zapatitos blancos de tacón, vestido a la usanza de la época y en esa actitud de una Mary Pickford en espera de su Douglas Fairbaks, o de otra Mary Pickford. Cero en conducta de Jean Vigo, de manera transgresora nos insinúa un amor homosexual en un colegio Francés a principio de los años 30. Un año con trece lunas, de Fassbinder, nos conmueve con Elvira, anteriormente llamado Erwin, un transexual casado y padre de una niña, enamorado de un hombre poderoso y por quien se hace cambiar de sexo, para acceder al amor de este. Querelle de Jean Genet y filmada por el propio Fassbinder nos muestra el doloroso amor de un hombre maduro, capitán de barco por el hermoso y terrible marino Querelle, un ángel del mal. Muerte en Venecia de Tomas Mann, filmada por Visconti, retrata a un hombre maduro en decadencia,

El excluido. Fotografía: Benjamín de la Calle

Asenbach, enamorado de la pura belleza de un adolescente. South Comfort, un documental norteamericano cuenta el drama de Robert Eads quien padece de un cáncer de ovario y a quien los médicos se niegan a atender, sólo porque Robert no se siente identificado con su cuerpo femenino. De la misma manera una lista interminable de cineastas, escritores, pintores, pensadores nos dan cuenta de el drama de seres excluidos, atormentados, que de otra manera estarían condenados al silencio. Esta doble posición estética y filosófica del arte abre las puertas a la reflexión. Para Foucault, la sociedad moderna 3

abandona una postura de silencio frente al sexo e inicia otra en la que se habla compulsivamente de él, pretendiendo legitimizar una verdad que no es independiente del discurso científico, ni de la institución, escuela, familia, iglesia, que la sostiene. La división género-sexo, es promovida por las esferas políticas y económicas. En estas relaciones de poder-saber, debemos tener una actitud de sospecha sobre las prácticas discursivas. La verdad está centrada en la forma del discurso científico y en las instituciones que lo producen, la esfera económica y


política incita constantemente su producción, se difunde y consume a través de una amplia red de aparatos circulatorios, las revistas médicas, los ensayos filosóficos y teológicos. Las verdades dichas en nuestras universidades sobre la sexualidad y abanderadas de la palabra ciencia, no son más que verdades disfrazadas por un sistema normalizador. La sexualidad es un dispositivo que involucra: discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, reglas leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas. Este dispositivo llamado sexualidad acaba generando en su interior una idea, un concepto nuevo llamado ''SEXO''. El SEXO agrupa artificiosamente elementos anatómicos, funciones biológicas, conductas, sensaciones placeres y ha permitido hacer esta unidad ficticia como principio causal. Se tiene sexualidad (“el dispositivo”) desde el siglo XVIII, sexo (“la idea artificiosa creada por el dispositivo”) desde el siglo XIX. Los cuerpos no son sexuados, sino que adquieren un sexo a partir de determinadas prácticas puestas en juego por el dispositivo llamado sexualidad, amparadas en un saber médico legal. El sexo no es un elemento con unas leyes propias a partir de las cuales se pueda definir lo masculino y femenino, no nos libera de la ley, sino que es uno más de sus efectos, con

el que más se especula en el dispositivo de la sexualidad. Es sobre el cuerpo y los placeres y sobre los procesos fisiológicos que se ha construido el dispositivo de la sexualidad, la posición hacia la libertad no va hacia la liberación del sexo rechazado, sino hacia una posición positiva del cuerpo y del placer. El camino a la libertad es el de la desexualización, liberación de estos dispositivos de poder, liberación del dualismo sexo-género, lo cual conduciría a perpetuar el modelo heterosexual para ambos, cerrando la separación masculino femenino y la posibilidad de otros géneros. En el ser humano las posibilidades frente a la sexualidad son múltiples tanto desde lo biológico como desde lo cultural; es anacrónico desconocer el papel que juega el cuerpo en la modulación de una conducta, es tan simple como negar la diferencia que existe entre un hombre y una mujer, lo cual no implica la pérdida de una singularidad especial para cada uno. Los múltiples casos de hermafroditismo o intersexualidad son una manifestación clara del papel de lo genético, en su mayoría se ha establecido que las causas son la intersexualidad XX o la XY, la intersexualidad gonadal verdadera etc; esto en relación a su conducta. La mayor diferencia no está en la anatomía superficial sino en la microscópica, en la disposición de neurotransmisores, cromosomas, genes aún desconocidos. La importancia no radica en si la biología tiene un papel en la modulación de la conducta, sino en pretender con esto seguir perpetuando un modelo binario de sexualidad. Una cosa es la biología, otra lo que se hace con ella; mientras más evolucionados, más diversos. El que un individuo tenga más inteligencia que otro tiene relación con un cuerpo, lo que se haga con esa inteligencia es otro asunto. Por eso creo que el arte es el que más se aproxima a la verdad, sin pretender dar explicaciones, muchas veces innecesarias sobre su origen, simplemente poniendo al ser humano tal como es, en escena con sus sufrimientos. Tanto las teorías de género como la teoría queer caen en la misma trampa, se oponen a un saber ortodoxo, pero en la pretensión contraria, se vuelven más esclavos de un sistema económico que los envuelve sin ofrecer resistencia, se enfrentan a las normas, pero también sólo buscan ser una operación más de otras; venden libros e información, reducen el género a algo más simple de lo que la biología hace. El ser humano es más diverso de lo que se cree. Aunque considero que hay un dispositivo montado en torno al cuerpo, a los placeres, cuyos responsables son tanto la medicina como el psicoanálisis, la naturaleza sigue estando allí, no inmutable, por el contrario, permeada por la vida, entendiéndose ésta como cultura, casualidad, destino. Oscar Restrepo Pelaez Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA

Venus del Milo

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Grupo de estudio Miércoles 21 de septiembre de 2011 Auditorio CorpoZULETA

Discusión

Salvador Dali, Visage du grand masturbateur

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ue esta nuestra última reunión como grupo de estudio de La conversación del miércoles en este ciclo que hemos dado en llamar “El mundo en que vivimos”. Luego de una inteligente e interesante exposición a propósito de un mundo de diversas sexualidades se armó el debate: ¿Qué pensar o cómo entender el determinismo biológico? —esta fue la primera pregunta lanzada por quien coordinó el grupo de estudio—. Ese poder que Foucault anunciaba tanto en son de alarma, el biopoder, que asegura una determinación de cualquier manifestación o despliegue humano desde su estructura natural —imprescindible, por supuesto—, ¿cómo puede ser pensado en función de la sexualidad? Es menester diferenciar las condiciones de las causas y establecer que nuestra composición biológica es una condición fundamental al punto que si morimos ya no hay sexualidad o pensamiento, pero esta composición es insuficiente para explicar las formas diversas en que el ser humano vive, así

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como cuando un hombre muere al lanzarse de un piso elevado de algún edificio: seguramente la ley de gravedad es una CONDICIÓN imprescindible, pero no puede ser castigada como la CAUSA de la muerte. Otra persona escuchando lo anterior se preguntó entonces por la razón, biológica o no, que permita entender por qué, por ejemplo, un ser le puede suscitar a uno el deseo y luego quizás no; o también por qué ese ser en particular y no otro de los miles que uno conoce. En un animal, para plantear este paralelo en el orden de lo natural, no hay ningún objeto de elección, no hay un toro que busque un rasgo en una vaca que la singularice discriminando a las otras vacas que no lo tienen. Tomando otro rumbo, un asistente quiso preguntar por ese misterioso suceso que nos depara nuestra identificación tanto de género como de objeto deseado, es decir, ¿en qué momento alguien dice “me identifico con este género y con este objeto de goce”? ¿Es acaso una elección consciente, conjunta o un constructo bajo ciertos factores azarosos? ¿Qué factores serían estos y de qué manera intervendrían? Una respuesta tentativa emergió instaurando en lo “biopsico-social” —ese entramado de escenarios en el que se construye lo humano— la respuesta a estas preguntas anteriores pues, por un lado no pasa de largo ante la identificación que tiene alguien, por ejemplo, con su cuerpo de macho, afirmando entonces que la condición biológica sí puede determinar algún aspecto de ese ser que se abre a la vida, mientras que por otro lado mantiene la importancia de lo social como terreno que condiciona y limita al sujeto. Encontrándose otros puntos de vista en nuestro auditorio, un desencuentro


hombre, pero es el azar de las formas que simbólicamente van a cruzar a ese machito lo que va a hacer de este proceso algo susceptible de fallo. Dice Zuleta que ante la posibilidad de debatir e intercambiar ideas es que algún rasgo de esa liebre inatrapable que es la verdad puede hacer asomo. Sin duda esto ocurrió en este grupo de estudio en donde, como ya lo podrá notar el atento lector o lectora de este boletín, fueron más las preguntas que las certezas, pero gracias a la palabra que suscita la palabra, son más las certezas que los equívocos… por lo menos esa es la esperanza que sostenemos.

fructífero por parte de otro asistente nos aportó lo siguiente: ¿en dónde radica la exactitud de las divisiones en lo “bio-psico-social”? ¿En qué influye lo biológico, en qué lo psicológico y en qué lo social en un mismo sujeto y cómo se articulan? Además, si la naturaleza —es decir lo biológico— sí determina la relación de un sujeto con su cuerpo entonces ¿cómo explicar que históricamente el discurso cristiano haya dado pautas casi incuestionables (y todavía sigue haciéndolo) para la sexualidad humana (heterosexual, monogámica, con fines procreativos y bajo la institución matrimonial) y en otras religiones o culturas haya expresiones diferentes que no son pétreas ante el paso del tiempo? Ya llegando al final de este encuentro una última intervención afirmó que el cuerpo (en función del órgano reproductor que ostente) tampoco determina el despliegue de la sexualidad de ese ser pues a un nacido machito puede hacérsele la investidura del

Vincent Restrepo Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA

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Conferencia Conferencia Miércoles 5 de octubre de 2011 Auditorio Comfama San Ignacio

DE UN MUNDO DE MÚLTIPLES SEXUALIDADES

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os posibles caminos son los que se abren al pretender abordar lo que el título de esta conferencia anuncia: el fenoménico, el cual nos conduciría a examinar, por ejemplo, lo que hoy son las sexualidades queer, su significado, su importancia y su proliferación desde Mayo del 68 a partir de la emergencia de movimientos de gays y lesbianas; el segundo camino nos llevaría a indagar por los fundamentos y la estructura de la sexualidad humana, de tal manera que se pudiera clarificar si ella está bajo el imperativo de ser una o si, por el contrario, puede manifestarse en múltiples formas. En esta ocasión opté por el segundo camino, en buena medida porque clarificar el tema de la estructuración de la sexualidad humana, tratar de dar cuenta de su “verdad”, no es sólo un asunto epistemológico, es también un asunto ideológico y político, pues de lo que se entiende por sexualidad derivan las formas de legitimación y legalidad con las que se acepta o se excluyen las relaciones del cuerpo con el deseo y el goce. No hay “verdad” inocente ni neutra, lo que con respecto al tema que nos ocupa nos permite decir que la sexualidad es un claro ejemplo de la necesaria “batalla pública de las ideas” que hay que librar en aras de una sociedad que propicie el despliegue democrático de la pluralidad de formas en que se concreta la vida humana. Asumiendo la intención de construir una definición de sexualidad, conviene dejar en claro que para el caso humano destaca el carácter no-natural de ella, al mismo tiempo que su condición de inconsciente para el propio sujeto, lo que quiere decir que éste ni decide ni modifica a voluntad la sexualidad que lo posee. Que no haya para nosotros instinto sexual, esto es, que nuestra sexualidad no opere según la condición estímulo-respuesta propia de los vínculos instintivos, implica asumir que nuestra sexualidad se desenvuelve bajo el primado del significante y según las derivas de éste, lo que se puede enunciar gráficamente diciendo que un ser deseado (¡y a lo largo de una vida son tan pocos los seres deseados!) es una metáfora o una metonimia, más o menos lograda, de un objeto primordial del cual fue irremisiblemente despojado el

sujeto. A diferencia del comportamiento reproductivo de los animales, comportamiento centrado y dirigido a la cópula genital, que pone en juego individuos de la especie indiferenciados y sustituibles, y caracterizado por procedimientos repetidos y carentes de originalidad, la estructura de nuestra sexualidad se configura según cuatro términos exclusivos de la condición humana:

Goce Sujeto

Objeto Deseo

El grafo de arriba nos indica que el sujeto se constituye como singular, es decir, como irreductible e irrepetible; que el objeto es diferenciable y que no cualquiera se instituye como objeto de deseo para el sujeto; que el deseo se presenta siempre como historizado, en tanto es el efecto de una historia intersubjetiva y de sus peripecias; en fin, que el goce debe inscribirse en la ley, lo que quiere decir que él es el fruto de un empuje al exceso, pero encauzado. Teniendo, pues, estos cuatro términos –repito ausentes por completo de las prácticas copulativas y reproductivas de la vida animal–, puedo animarme a proponer una definición de la sexualidad humana: es el monto de goce experimentado en el cuerpo –la carne– a partir del deseo localizado sobre un objeto diferenciable y elegido de forma inconsciente desde una posición subjetiva. Esta definición permite establecer la radical diferencia que hay entre la reproducción animal y la sexualidad humana, pues mientras la primera se erige sobre la primacía de los sentidos y de la pareja estímulo-respuesta, configurando un comportamiento universal y constante entre los individuos de la respectiva especie, la segunda se sitúa, como he dicho, bajo la primacía del significante y de las relaciones interhumanas,

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determinando un proceder singular e histórico. Lo que hay que destacar es el carácter polimorfo de la sexualidad humana, lo cual abre la vía para la pluralidad de sexualidades (LGBT, queers) que se manifiestan en la especie humana y que buscan la constitución de un mundo democrático en lo social, lo político y lo cultural que permita escapar de esos mundos autoritarios que trazan formas únicas e impositivas. Partiendo del hecho de que la sexualidad hetero es tan compleja y rara, pero tan válida y normal como las muchas otras que se dan cita en los cuerpos de los seres humanos, hemos de constatar que si en nuestro tiempo tratamos de pasar de modelos uniformantes de sociedad a modelos diversificantes de la misma, por ejemplo, en trajes, en estéticas corporales, en gustos culinarios, en opciones arquitectónicas y urbanísticas, en inclinaciones musicales, en ideas, etc., también en materia de sexualidad hemos de reconocer y aceptar que no hay una forma única, sino una pluralidad para ella. De lo anterior se puede colegir que quienes hoy acuden a un supuesto paradigma que la naturaleza

ofrecería, encubren bajo la falacia de un orden “natural”, orden imaginado como eterno e inmutable, su espíritu conservador y reaccionario que les impele a resistir y a no aceptar dicha pluralidad humana, en este caso en lo concerniente a la sexualidad, propugnando amenazadoramente porque todos seamos idénticos. Su conservadurismo que antes no vacilaban en empotrar en un imaginario mandato divino, ahora buscan radicarlo en la naturaleza, de tal forma que lo que ante sus ojos tiránicos aparece como anomalía ya no la califican como pecado contra Dios, sino como enfermedad contra-natura. El “pecado” de otrora y la “enfermedad” de hoy no son sino dos mecanismos de poder con los que buscan estatuir esa forma de dominación que es la normalidad, entendida ésta como el imperio de la norma definida a partir del proceder mayoritario y del comportamiento promedio. Cuando estos espíritus inmersos en las penumbras de las cavernas prenden alarmas amenazando con que la pluralidad de sexualidades que hoy se manifiestan equivale al derrumbe de la moral, hay que responderles serenamente que es la crisis de su moral, de esa moral que se pretende única, eterna e inamovible, ya que nada por principio niega el valor ético que pueden sustentar sexualidades muy diversas. Un mundo que acate el carácter polimorfo del ser humano respecto a su cuerpo, sus deseos y sus goces, es un mundo que asume que la sexualidad debe inscribirse en una moral, una ética y una política que le den lugar al otro y a sí mismo, según un tipo de vínculo que depare un trato con consideración (respeto, cortesía, deferencia, atención) y que reconoce a cada partenaire como persona investida de dignidad (ser de méritos y merecimientos); una sexualidad regida, entonces, por el reconocimiento de la singularidad y el valor del semejante y que asume, por tanto, que todo ser humano es un fin y no un medio ni un instrumento, planteando de esta manera que los cuerpos gozantes, sea cual sea las formas a las que se entreguen, establecen unas relaciones entre

Las señoritas de Avignon. Picasso

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seres y no simplemente entre órganos. No obstante su ferocidad, no deja de llamar la atención el extraño escozor que se apodera de algunos seres ante las sexualidades otras. ¿Qué es lo que tanto les perturba? ¿En qué los perjudica sexualidades distintas a la suya? ¿Qué fantasmas movilizan su fobia? Sí, es extraña, por decir lo menos, esta obsesión de cruzados y esta manía persecutoria que embarga a aquellos que se entregan a la causa de que todos seamos como ellos. Ahora, sin incurrir en llevar a cabo un psicoanálisis silvestre, ¿ellos si son tan ellos? ¿O será que los acucia la angustia de no sentirse tan ellos como les exige su despótico imperativo moral? No hay que ser muy sesudo para saber que ante nadie se es más feroz que ante aquel que devuelve la propia imagen cuando esta imagen está impugnada desde una moral culpabilizadora: nada detesta más un ladrón, que se siente culpable, que encontrarse frente a otro ladrón; nada detesta más quien desde su inconsciente se siente convocado por tendencias homosexuales o lésbicas, tendencias que su superyó fustiga, que encontrarse frente a sí con aquellos que la encarnan, sobre todo si las encarnan gozosos y dichosos. El caballito de batalla de declarar a toda sexualidad no hetero y no destinada a la reproducción como una sexualidad patológica, se puede rebatir fácilmente precisando los criterios que definen qué es eso de lo patológico en materia de sexualidad. Ya hace más de un siglo alguien nos aclaró que en lo relativo a lo psíquico (y la sexualidad es del dominio de lo psíquico) no es una norma externa la que dirime la condición enfermiza, sino dos criterios, uno respecto del propio sujeto, el segundo en relación con el semejante. Respecto del propio sujeto los “indicadores” de su anomalía son la inhibición, el síntoma o la angustia que lo someten con ocasión de una práctica específica; con relación al semejante el criterio es el de no violentarlo en su deseo, su decisión y su voluntad, es decir, el de no agredir su integridad física o moral. Esta otra manera de

rastrear el eventual carácter patológico de un comportamiento sexual nos sustrae del imperio de una norma derivada de conductas mayoritariamente asumidas, confirma la existencia válida de muy disímiles formas de experimentar la sexualidad y advierte que lo patológico puede estar tanto del lado homo como del lado hetero, pues no es consustancial al primero ni ajeno al segundo, como tal vez queda ejemplificado por aquellos que asumen rabiosamente

Alexandre Cabanel, Fedra

su condición heterosexual y aplican todas sus energías a la persecución, vituperación y sanción de quienes váyase a saber qué fantasmas les convocan. En conclusión, el carácter plástico, versátil y polimorfo de la sexualidad humana –carácter que, por lo demás, se da en todo lo humano–, reclama unas condiciones políticas democráticas que respeten y afiancen su pluralidad, de la misma manera que demanda unos marcos éticos que autoricen su diversidad. El discurso totalitario de algunos lo que quiere negar es que cada persona se concreta en múltiples formas de humanidad –lo que incluye su sexualidad–, sin que por principio ninguna pueda autoproclamarse superior a las demás. Carlos Mario González Profesor Universidad Nacional – sede Medellín Departamento de Estudios Filosóficos y Culturales Miembro Fundador Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA

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Tertulia Miércoles 12 de octubre del 2011 Deck del Claustro de San Ignacio

«La sexualidad es justamente el terreno, si puedo decirlo así, en que no se sabe con qué pie bailar a propósito de lo que es verdad. Y respecto de la relación sexual siempre se plantea la cuestión de lo que verdaderamente se hace (…) cuando se tiene con ese alguien un lazo sexual, cuando la cosa tiene una continuación» Jacques Lacan De nuevo, y por última vez en este año, nos reunimos para darle lugar a la tertulia de La Conversación del Miércoles, en esta ocasión, de manera muy especial, para darle curso a la palabra en torno a un tema del que no se conversa, sobre el cual aún pesan muchos mitos, uno que cuesta caro a padres y madres quienes no logran encontrar cómo hacer una transmisión respecto de él —dejándolo en manos de las escuelas y los medios de comunicación—, uno que nos obliga a disponernos para reflexionar sobre sus cómos y sus porqués: el importante asunto de la sexualidad humana. Como es habitual en nuestro encuentro, comenzamos partiendo de un recuento de lo ofrecido en la conferencia con el objetivo de tener unas bases comunes desde la cuales partir para la conversación, sin querer esto decir que no pueden derivarse otras ideas igualmente pertinentes. Cuatro aspectos fueron resaltados por el coordinador: 1. Sobre nuestra relación con el cuerpo: cómo es que se construye y los marcos éticos, ideológicos e individuales, que acompañan su configuración; una que parece ineludible; 2. Sobre las estructuras que operan en el sujeto al entrar en relación con su cuerpo y con el del otro, como lo son el lenguaje y el inconsciente; 3. Sobre dos parejas constitutivas de la sexualidad humana: sujeto/objeto y deseo/goce que nos permiten un avance en la comprensión de esta experiencia que, entonces, se reconoce como exclusiva del ser humano; y 4. Sobre las condiciones particulares que presentan las sociedades de hoy en comparación con las de hace no pocos años. Entonces, acogeré estos cuatro asuntos para reseñar el ir y venir de la palabra entre los casi veinte asistentes que nos dimos cita y que derivamos de ellos las siguientes reflexiones. A propósito de lo primero, comenzó la tertulia con tres grandes preguntas de una participante: ¿qué nos lleva a querer gozar del cuerpo del otro? ¿Qué hay en el ser humano que configura así su sexualidad, por qué no existimos simplemente a partir de la reproducción sin la complejidad que introduce la experiencia de la sexualidad? ¿Nos relacionamos,

mujeres y hombres, de igual manera con la sexualidad? Atender al carácter histórico de esta relación del ser humano con la sexualidad es una vía para reconocer cómo ella, en su expresión de la tendencia a gozar del cuerpo, y del cuerpo de otro, ha estado siempre presente en las diferentes épocas de la humanidad, con regulaciones particulares, con pautas modificables que se generan en unas ideologías que, a su vez, disciplinan el comportamiento humano (ello como requerimiento de ponerle límite al goce, a la pulsión, pero que, en el sentido de ser un deber-ser, debe interrogarse antes de ser acogido). Sin embargo, para tratar de explicarnos un porqué de esta, al parecer, inevitable tendencia, y de sus diversas expresiones, dijo una asistente, hay que entrar en el terreno del lenguaje y del inconsciente, del goce, y de allí derivar a las formas en que puede gozarse femenina o masculinamente de la sexualidad, lo cual nos lleva al segundo aspecto a referir. En este sentido y atendiendo a la pregunta por las estructuras que intervienen en el sujeto a la hora de configurar sus relaciones con el cuerpo, con lo erótico, con lo carnal de la sexualidad humana, deben hacerse dos reconocimientos, situó el coordinador: que es en el terreno del inconsciente donde ella habita y que el lenguaje, aquello de lo cual todas y todos somos sujetos, tiene implicaciones sobre lo orgánico del ser humano. Esto quiere decir, a grandes rasgos, que en el encuentro de los cuerpos tienen lugar los fantasmas que cada quien carga desde su singularidad (de donde deriva la diversidad posible en la elección de objetos de deseo para entrar en relación) y los significantes que se logren construir a partir de la experiencia sexual. Arriesgó alguien en decir que el goce femenino —aquel que se dispone en apertura, en expansión del ser, en creación de nuevas formas— quizás sea más proclive a construir significados en torno a la vivencia de la sexualidad, en contraste con el goce masculino —el de la afirmación de sí, de la ratificación del ser— y de esta manera se pronunció sobre ese decir que (identificando, como es

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tendencial pero no implicativo o absoluto, a la mujer con un goce femenino y al hombre con el goce masculino) afirma que es más común en las mujeres la búsqueda del establecimiento de relaciones amorosas cuando se le da cabida a la relación sexual con otro(a), como se lo preguntaba alguien al iniciar la conversación. Pasando al tercer aspecto, pero sosteniendo la pregunta del comienzo sobre la tendencia a gozar del cuerpo del otro, nos obligamos a detenernos en nuestra reflexión, de la mano de las parejas propuestas como constitutivas de la sexualidad humana, en aquello que nos diferencia, en este aspecto como en otros, de las especies animales. Y nos detuvimos gran parte de la tertulia en ello pues es bien común decir aún que hay naturalidad en la sexualidad humana por el hecho de que ésta se vivencie en el terreno de lo corporal, y a nombre de tan mentada “naturaleza humana” es que se ha partido para la discriminación, “anormalización”, penalización moral y enjuiciamiento de las diversas formas de configurarse nuestra sexualidad, estableciendo la heterosexual como la única, “normal” y posible vía de vivenciarla. Ahora bien, que el ser humano no busca relacionarse con cualquier objeto sino con aquel que concita su deseo (más aún tratándose de la sexualidad), que no es arbitraria esta elección de objeto sino que ella está ligada a las particularidades de cada sujeto, que éste, al reconocerse no-todo se encuentra en búsqueda de ese objeto que desea y que el goce que le depara el encuentro con dicho objeto es de las experiencias más dichosas que puede vivenciar el ser humano, son cuatro poderosas razones (construidas de la mano de las parejas mencionadas al comienzo) para desplazar a la genética y a la biología como explicaciones de nuestra sexualidad tal y como se insistió en la tertulia; de ejemplo en ejemplo se debatió largo rato sobre este asunto. Finalmente, y relacionado con el cuarto

asunto de la conferencia, se hizo mención en la tertulia de la importancia de construir un marco ético y jurídico que permita el reconocimiento de las diversas formas de configurarse la sexualidad humana —formas que emergen actualmente en “sociedades multiplicantes” de las posibilidades humanas— teniendo como bandera el respeto por el otro, por su dignidad y su integridad, pues, al ser con otro que se goza, como decía un participante, es que se hace necesaria una ética para esta vía del relacionamiento humano, una que, de todas formas, no deja de ser extraña, de generarnos preguntas por su origen, su causa, su sentido: esa vivencia tan humana en expresión tan diversa. Diana Marcela Suárez Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA

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Pensador de referencia «Jean Baudrillard, es quien mejor ha caracterizado esa mutación de los signos y códigos sexuales. Para este autor el cuerpo sexuado esta caracterizado por la artificiosidad, por una transmutación transexual de los signos, frente al goce de la diferencia sexual y su liberación la indiferencia y el artificio, así los valores son encaminados al simulacro. En el simulacro se genera, se gesta una subjetivación de la identidad de género.» «En el siglo XIX, se busco el sexo verdadero en la biología; a finales del XX los avances de la ingeniería genética, de la cirugía plástica, de las tecnologías reproductivas, son las que le dan a la ciencia el poder de corregir a la naturaleza en el logro de un sexo verdadero legitimado por la libre voluntad de la identidad psicológica» Michel Foucault y la genealogía de los sexos Rosa María Rodríguez Magda

Rosa María Rodríguez Magda (Valencia, España, 1957). Catedrática de Filosofía. Directora del Aula de Pensamiento de la Institució Alfons el Magnànim y de la revista Debats. Ha sido profesora invitada en l’Université de Paris VIII-Vincennes à Saint-Denis, Université Paris VII, Université de ParisDauphine, Universidad Autónoma de México, entre muchas otras. Fue directora de la Fundación Tercer Milenio-UNESCO. Especializada en pensamiento contemporáneo, es autora, entre otros libros, de La sonrisa de Saturno, El modelo Frankenstein, Transmodernidad, La España convertida al islam, Inexistente Al Ándalus. Ha publicado también en el terreno de la investigación feminista: Femenino fin de siglo. La seducción de la diferencia, Foucault y la genealogía de los sexos, etcétera. Ha coordinado diversas obras y realizado ediciones críticas, así como participado en múltiples libros colectivos. Textos suyos han sido traducidos al inglés, francés, italiano, estonio y checo.

Próxima evento: LO HUMANO A DEBATE. III VERSIÓN: ¿Sexualidad humana o sexualidades humanas? 2 y 3 de noviembre 6:30 p.m. Auditorio Alfonso Restrepo Moreno Comfama San Ignacio (cuarto piso) Boletín de La conversación del Miércoles Edición del 19 de octubre del 2011 Revisión editorial: Alejandro López Sandra Jaramillo Diana Suárez Vincent Restrepo Diagramación: Vincent Restrepo

Apoya:

Informes: Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA Web: www.corpozuleta.org e-mail: info@corpozuleta.org Tel: 234 36 41 Dirección: Cll 50 No. 78a - 89

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