Boletin de La conversación del miércoles - octubre 2012

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La conversación del miércoles De la cultura que tenemos a la cultura que queremos Ciclo 2012

EL ASUNTO DE LA LIBERTAD EN LOS VÍNCULOS AFECTIVOS Y EN LAS RELACIONES SOCIALES

Boletín octubre


La conversación del miércoles Ciclo 2012: De la cultura que tenemos a la cultura que queremos Grupo de estudio

Conferencia preliminar Miércoles 26 de septiembre de 2012 Auditorio CorpoZULETA

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a libertad, al igual que muchas de las cosas que acontecen con lo humano, no es una condición, ni siquiera una experiencia, que advenga de manera natural o esté garantizada en nuestro paso por el mundo.Como cualquier disposición que se concreta en el doble ámbito que conjuga cada uno de nosotros en sus periplos vitales, valga decir el individual y el social, la libertad, de un lado, puede multiplicarse y expandirse en libertades, es decir, cualquier libertad para que lo sea debe concretarse en individuos, y cada uno de ellos encarna una expresión singular de lo que aquí hemos nombrado de una manera un tanto abstracta como la libertad, y de otro, las sociedades articulan a los individuos en marcos de regulación o autorregulación de forma tal que les sea posible la realización de una vida en común, bien sea al nivel de los vínculos afectivos o de los lazos sociales. Dicho de otra forma, quizá la más clara que nos sea posible, los individuos no podemos asumir el estado actual de nuestras libertades como un escenario definitivo, porque él siempre hace parte de una trama dinámica, compleja e histórica que es a su vez resultado del acompasamiento o desacompasamiento de los sujetos, del compromiso o distanciamiento que se da entre ellos. Dicho lo anterior, urge la formulación de dos preguntas que son otra manera de introducir el problema intrincado en que nos hemos propuesto avanzar: ¿Podemos establecer compromisos, resultado de un actuar conjuntamente, que den a los asuntos humanos una durabilidad que de otro modo no tendrían, contando con la libertad propia y la del semejante? Y, entre lo nombrado genéricamente como asuntos humanos, ¿qué decir, hacer y pensar de ese asunto particular que a su vez es, la libertad en los vínculos afectivos y en las relaciones sociales? Tomando en consideración que la nuestras son sociedades de masas que no parecen terminar de decidirse entre vías autoritarias o democráticas en el tratamiento y direccionamiento de sus asuntos, que exigen a los individuos que prescindan o contengan todo accionar que impida el curso libre a direccionamientos que conducen a modos específicos de vivir juntos, algunas veces asumidos como los únicos posibles; sociedades en las que han sido

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esos mismos individuos que las componen, con sus silencios e inhibiciones, con sus actuaciones y decisiones, quienes han autorizado y legitimado a dirigentes que no han tenido ningún reato en reclamar únicamente para sí, el curso libre de las voluntades, e indefectiblemente con ello, las han conducido a promover la coacción y no sólo de las minorías; y finalmente, sociedades que en los últimos tiempos que corren, que son también

«La libertad no es una condición, ni siquiera una experiencia, que advenga de manera natural o esté garantizada en nuestro paso por el mundo.» nuestros tiempos, dudan de la necesidad de crear y adoptar medidas económicas que sean una alternativa a aquellas que están dirigidas a estrechar las condiciones materiales y espirituales en que se desenvuelve la existencia de amplios sectores de la población del planeta, incluso hasta alcanzar el límite en el que su actividad vital solo puede estar atada a la sobrevivencia. Quizás pueda comprenderse, porque planteamos como un apremio el estarnos preguntando si somos capaces aún de idear un vivir juntos, sin desmedro de la libertad. Partir de este reconocimiento no es, sin embargo, la declaración de un impedimento absoluto para su realización que nos sea constitutivo, o el anuncio de una irreversible declinación de sus posibilidades en el presente. Todo lo contrario. Es una invitación a que nos reconozcamos como seres que pueden realizar la experiencia de su humanidad, conjuntamente y optando por la libertad.

Isabel Salazar Miembro Fundador Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA


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Discusión

Miércoles 26 de septiembre de 2012 Auditorio CorpoZULETA

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e una conferencia preliminar que se constituyó en una aproximación privilegiada al pensamiento de tres complejas mujeres (tanto las dos filósofas de referencia como la expositora Isabel Salazar) nos aprestamos a entrar en discusión de sus proposiciones. Nuestro primer comentario se dirigió de esta manera: tanto Ágnes Heller como Hannah Arendt se vieron de cara a la vivencia de los totalitarismos del siglo XX. Esta particularidad no puede menos que repercutir en nuestra reflexión: una modernidad que ha conquistado la individualidad enfrenta la completa antítesis: los totalitarismos. Estos minan la posibilidad de que esa individuación se ponga en operación siendo consecuente con la “libertad”, con la posibilidad de cada individuo de ejercerla como herramienta concreta e imprescindible para la vida de cada uno. Sin duda, a lo largo de la historia, los proyectos totalizantes, en su versión militar o partidista, muestran que es más fácil hacer masa no-pensante cuando se depone la individualidad, pero aquí cada quien habrá de preguntarse si la vida se le representaría dichosa viviendo en tales condiciones. Acto seguido las intervenciones giraron en torno a la problemática de la libertad, como una circunstancia imprescindible en el ejercicio vital que todo ser humano hace: su propia vida. Pero son variopintas las concepciones que dicha palabra, tan pronunciada y al tiempo tan confusa,

es capaz de aflorar. Uno de nuestros asistentes dijo: “la libertad como la vida destinada a algo que uno elige…”. ¿Y cómo se elige? ¿Acaso no se necesita del otro para las decisiones que hacemos? Una concepción bastante común es la de la libertad como una posibilidad de hacer lo que sea pase por la sacrosanta voluntad del individuo y que supuestamente le evitaría la responsabilidad de atender las consecuencias de tales actos. ¿No debemos contar con la existencia de la Otredad para desplegar nuestras elecciones y posibilidades, incluso para considerarlo un Otro tan humano como cada uno de nosotros? Esto, que algunos precisaron como una escisión constitutiva del ser humano (la muy repetida pero no por ello menos importante tensión entre el individuo y la sociedad en que se desenvuelve), también implica conductas, actitudes y valoraciones en la que son tan interesantes como criticables; un ejemplo de esto, y que en la época contemporánea cobra cada vez más presencia es la manifestación de un amor hacia los animales que tiene lugar allende a la cantidad de seres humanos que mueren de hambre en el mundo. Es decir, aún no hemos dado en lo simbólico el estatuto de humanidad a todos los seres humanos. Se reproduce la escisión en este ser que parece acogerse sin ningún problema a la realidad que se le presenta; de hecho podemos notar que tendencialmente no puede escapar a reproducir jerarquías o valoraciones diferenciales frente a la diversidad de expresiones vitales del mundo. En este sentido, para trastocar la cultura que tenemos y construir una sociedad con la capacidad de preguntarse por el presente, por los valores que acoge y defiende o por la ideología sobre la cual desarrolla su existencia, el conocimiento se convierte en una herramienta capital de transformación —aunque es menester decir que aunque no transforma en sí mismo, abre las puertas a la posibilidad de un mundo diferente—; y de los conocimientos el político es el que impacta más directamente y con más fuerza en el destino colectivo de una sociedad, pero ¿qué pasa si a

«(...) aún no hemos dado en lo simbólico el estatuto de humanidad a todos los seres humanos.» 3


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La Humanidad - Cristina Alejos Cañada Imagen tomada de: http://www.pinturayartistas.com/la-humanidad/

este campo del saber también la constituye esa escisión? ¿Qué pasa si “un mejor mañana” viene acompañado con la frase “sólo para algunos cuantos”? Vale la pena entonces remitirnos a la reflexión del mes pasado: la importancia de establecer a qué llamamos humanidad. Ya entrando en el final de esta memoria que trató de recoger lo más importante de la discusión del grupo de estudio (tarea siempre difícil por la prolífica presencia de tan valiosos comentarios) es menester hacer hincapié en una consideración que hace Hannah Arendt justamente sobre el papel del conocimiento y el pensamiento en el ideal de transformación de una sociedad: es necesario someter a la crítica la frase “pensar nos hace libres”, tan popular. Solamente pensar no nos hace libres, y justamente allí es que radica un bastión fuerte de lucha: la libertad también se expresa en la experiencia concreta que una persona tiene, en la capacidad de poder decir “esto no me gusta”, “esto

está mal”, en la posibilidad de unión con sus pares para propugnar por un destino colectivo. Este comentario apunta precisamente a establecer una posición desde la cual uno pueda ser crítico de experiencias que han planteado el divino ideal del ser humano regocijándose en fraternidad e igualdad pero a su vez constituyen un camino de atrocidades e infamias. Como siempre, que estas ideas sean de la altura suficiente para el lector o lectora y que a su vez emerja una posición y un pensamiento propio. De mi parte, no es más.

Vincent Restrepo Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA

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La conversación del miércoles Ciclo 2012: De la cultura que tenemos a la cultura que queremos Conferencia central EL ASUNTO DE LA LIBERTAD EN LOS VÍNCULOS AFECTIVOS Y EN LAS RELACIONES SOCIALES Miércoles 3 de octubre de 2012 Auditorio Comfama San Ignacio

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ste escrito debería comenzar como lo hacen algunas emisiones televisivas cuando advierten que “el contenido de este programa puede afectar a personas sensibles”. Que pueda tener algún sesgo que lastime la sensibilidad de alguien no es un propósito caprichoso ni está promovido por un ánimo excéntrico, simplemente es lo que resulta de preguntarse el porqué de aquello que se da por cierto y normal, preguntar que no debe recular ante el dolor, la incomodidad y la angustia en que nos pueda sumir la incertidumbre que resulta de interrogar lo que dábamos por fijo y pétreo. Es avanzar hacia el corazón mismo de nuestra identidad para hurgar en ella, a la manera como nos lo enseña Tolstoi en “Ana Karenina” o “La sonata a Kreutzer” cuando, más allá de su profunda ideología religiosa, saca a relucir sus garras de artista y con la valentía de quien está concitado por la verdad, desentraña la inevitable y trágica contradicción entre la pasión amorosa y la institución matrimonial. Se trata de problematizar lo establecido, sin pretender trazarle un camino alternativo a los otros ni de indicarles cómo salir del impase, pues es sólo a cada quien y en gracia a las características de su subjetividad al que le compete precisar qué debe hacer. El objeto de la filosofía, es decir, del pensar, dice Isaiah Berlin es “ayudar a los hombres a comprenderse a sí mismos y, de tal modo, a actuar a plena luz, en vez de salvajemente en la oscuridad”. La humanidad a lo largo de su historia ha conjugado logros esplendorosos, que la potencian y la enriquecen, con su inclinación a sumergirse en las cloacas pestilentes, degradando así su propia condición. Pero ateniéndome por el momento sólo a lo primero, quiero resaltar cuatro grandes valores que la sociedad occidental ha ido tallando en el tiempo y que si bien aún distamos mucho de concretarlos plenamente, son ya referentes imprescindibles, puntos de “no retorno”, de nuestro humano destino: la igualdad, la justicia, la solidaridad y la libertad. De

este último valor, que es del que me quiero ocupar en esta ocasión, he de decir, por lo primero, que su materialización –o su negación- se lleva a cabo tanto en la vida social como en la vida afectiva. Todo ser humano es un ser con una vida propia que vivir, razón por la cual le está dado preguntarse: ¿cuál es la vida propia que deseo, puedo y he de vivir?, y, en función de esto, ¿de qué libertad dispongo y cuál he de conquistar para llevar a cabo este cometido? No está de más señalar que la pregunta por la libertad de la que efectivamente goza el individuo, tanto en su vida pública como en la personal, no es fácil de hacer, pues en este dominio entran en juego las mismas fuerzas reactivas que ya llevaban a Platón a señalar al ignorante como aquél que no quiere saber de su ignorancia y que, por el contrario, pretende saber lo que no sabe, pudiéndose decir en lo atinente a la libertad que también para con ella una gran dificultad

«(...) ¿cuál es la vida propia que deseo, puedo y he de vivir?» estriba en que hay muchos esclavos que se creen libres. El gran tema de la libertad reitera la necesidad en que estamos de pensar la vida que hacemos y la que podríamos y deberíamos hacer, sin arredrarse ante el peso de lo establecido, dispuestos a acatar el pedido de Schumpeter: “Darse cuenta de la validez relativa de las convicciones propias y, no obstante, defenderlas resueltamente, es lo que distingue a un hombre civilizado de un bárbaro”. Como cualquier otra expresión humana, también la libertad está signada en su conceptualización y en su práctica por la historia, de

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La conversación del miércoles Ciclo 2012: De la cultura que tenemos a la cultura que queremos tal manera que no es lo mismo la forma en que la asumían en la Antigüedad greco-latina, que la manera en que la ha ido plasmando la Modernidad. Teniendo presente esta indicación, en nuestra época, tal como lo dice Berlin, se puede reconocer una libertad negativa y una libertad positiva, advirtiendo que estas denominaciones no son valorativas sino meramente descriptivas. La libertad negativa, estandarte del pensamiento filosófico liberal, se define por la ausencia de obstáculos, por la reducción al mínimo de los impedimentos que se erigen ante el individuo para que éste despliegue su acción. La libertad positiva, la que reclama, por ejemplo, el marxismo, atañe al gobierno de sí mismo o de la sociedad, esto es, se concreta como formas propositivas de hacer la vida y de expandir sus posibilidades contando con el otro y los términos de su propia libertad. Un ejemplo sencillo sobre estas dos concepciones de la libertad: para el primer caso, soy libre cuando nada me impide la expresión de mi palabra; para el segundo, lo soy cuando la ejerzo efectivamente. La libertad la experimenta y la ejerce un individuo en relación a otros individuos, lo que se escenifica para él en dos dominios: el de su vida personal y el de su existencia social. En ambos casos la libertad no se puede confundir con ausencia de determinación ni con abrogación de la ley, pues ésta es condición insuperable del lazo social, lo que estipula que la libertad sólo se puede dar entre seres humanos y según el vínculo que éstos establezcan. En cualquier caso, el baremo de la libertad lo constituye el individuo concreto y lo define la vida real que éste puede realizar, con lo cual estoy afirmando que la libertad individual es un asunto tanto de posibilidades subjetivas como de condiciones propiciadas por la sociedad puntual en cuyo seno se despliega la existencia. La libertad no es un atributo innato del individuo ni es un don asocial de éste, es más bien la resultante de la articulación de un conjunto de fuerzas precisas y bien concretas: la económica que señala las condiciones materiales que sostienen la instauración del proyecto vital; la social que delimita la amplitud y flexibilidad de la red de intercambios del individuo; la política que estipula la estructura de poder que pesa sobre éste; la ideológica que resalta las concepciones, valores e ideales que rigen su existencia; y la subjetiva que atañe a la historia personal configuradora del psiquismo del sujeto y de sus relaciones inconscientes con el deseo y con el goce. Contando con lo anterior, la libertad se puede definir como el margen efectivo de soberanía del individuo para consumar su realización elegida. Aquí se puede evocar a Heidegger cuando refiere la libertad al 6

Conferencia central de La conversación del Miércoles. Expositor Carlos Mario González. Fotografía cortesía CorpoZuleta.


La conversación del miércoles Ciclo 2012: De la cultura que tenemos a la cultura que queremos “despliegue del ser en cuanto subjetividad” o cuando la plebe y sus decisiones la coacción restrictora por dice que “en la nueva libertad, la humanidad quiere parte de los detentadores del saber. En esto no hay estar segura del despliegue autónomo de todas sus que llamarse a equívocos, hay que ser categóricos al facultades (…)”; pero también se puede traer a decir que el conocimiento puede arraigar más colación al Sartre que concibe la libertad como “un firmemente la elección del individuo, pero esta hacer que realiza un ser”, entendiendo que “este elección no le puede ser denegada a nombre de la hacer para ser que es la libertad define el proceso eventual ignorancia que lo embargue, de tal forma hacia un ideal en el que el conocimiento propio y la que los “filósofos” no pueden arrogarse el timón de rectitud liberan las decisiones en una lucha constante la sociedad. El ideal es un individuo y un pueblo con los factores alienantes y represivos que afectan a cultos, dotados de suficientes elementos de juicio a la personalidad moral del individuo en la sociedad”. la hora de decidir, pero la carencia de esa cultura no Si la libertad atañe al margen real de puede acarrear la abrogación de su libertad. La soberanía del individuo para poder llevar a cabo la libertad atada a la ignorancia, sin duda, hace mucho realización de su propia elección, cae de suyo que más incierto y errático el destino del individuo y el paradojas tales como aquella que plantea quien dice de la sociedad, pero frente a esto lo que compete es “yo he decido en ejercicio de mi libertad ser un luchar por superar dicha ignorancia y no eliminar la esclavo”, nos sitúa ante alguien que de ahí en más ya libertad. La defensa incondicional de la libertad no es libre, pues no dependerá de él, de no mediar exige aceptar que ella es difícil y que no siempre una lucha para ello, retornar a las condiciones de su nos exime del disgusto proveniente de decisiones libertad personal. Esto lo que nos recuerda es que que no fueron ni las más atinadas ni las más lúcidas, riesgos éstos que hay que sólo se es libre cuando se correr a partir de ese puede decidir por fuera de precepto inviolable de la todo tipo de coacción, pero libertad que reza que nadie le también nos ratifica que la puede imponer su decisión a libertad en tanto no es un don otro a nombre de que éste no natural, es algo que se gana o sabe. no se gana, que después de Sólo el ser humano ganada perfectamente se puede ser libre o esclavo, puede perder o, incluso, que pues él es la única criatura es eso que el individuo puede que no tiene un destino rechazar, pues está en la naturalmente establecido. subjetividad humana la poPorque no está fijado a un sibilidad de querer tener amos sentido natural, el ser o de querer ser amo. Sí, vale la humano se tiene que hacer pena repetirlo, se es libre cargo de los rumbos por los cuando se puede decidir sin que encauza su existencia y estar bajo coacción, conviene de las consecuencias que precisar a este respecto que el derivan de las decisiones que conocimiento no funda la Carlos Mario González toma a este respecto. Esta es libertad, que él sólo puede Fotografía cortesía CorpoZuleta la condición de su carácter reforzarla, pues sí, como dice histórico pero también, en tanto la libertad es la Freud, en general el sujeto no sabe qué es lo que posibilidad de darle curso a lo inédito y a lo desea, o, como afirma Marx, el individuo no impredecible, es lo que sustenta que el devenir reconoce por principio cuáles son sus intereses, humano, sea el personal o sea el colectivo, no está entonces ese estado de “no saber” no puede ser marcado por ninguna teleología ni tiene garantía de suplido por el antidemocrático “gobierno de los final feliz. En este sentido cabe decir con Nietzsche filósofos” que invocaba Platón, pretendiendo que que “vivir es estar en riesgo”, lo que reclama una sólo los ilustrados podían dar cuenta de lo que mejor decidida responsabilidad ética y política a la hora de convenía, debiendo estar los demás sometidos a su acometer las decisiones que afectan nuestra tutela y conducción, con lo cual se configura sobre

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supuestas fallas psicológicas o en denunciables faltas morales de los partenaires, y que nos dispongamos, más bien, a darnos el derecho a hacerle algunas preguntas esenciales a esta institución que posa de natural, eterna e intransformable, pues si bien es cierto que en todo vínculo intersubjetivo tiene que haber un límite para cada agente, esto es, que no todo es posible y que es menester aceptar la restricción, el asunto es que hay que interrogar sobre qué opera este límite, hasta dónde va su fuero, por quién se instaura, por qué se formula y para qué se establece. Adelantar estas interrogaciones exige a su vez desnudar las falacias y recursos denegadores del cuestionamiento al modelo actual de pareja, falacias y recursos, de común invocación, tales como: 1. El de acusar a los críticos de la institución de ser promotores del caos y la anarquía; 2. El de tomarla como una forma ahistórica, incontrovertible e insuperable; 3. Amenazar con que sin esa disposición de la pareja no puede haber compromiso interpersonal ni historia compartida; 4. Advertir que por fuera de ese modelo de pareja no puede haber familia; 5. Dejar claro que si el modelo falla es por la incapacidad psicológica o por la insuficiencia moral de uno o de los dos miembros de la pareja; y 6. Que para consumar ese modelo se requiere “madurez”, de tal forma que quien no se resigna a él es porque carece de ésta. Pero si se sortean las falaces afirmaciones anteriores, se hace necesario abrir un campo de preguntas: ¿qué es una pareja hoy? ¿En qué se funda? ¿Cuál es su acto constituyente? ¿Qué se autoriza respecto del individuo? Arriesgando algunas respuestas rápidas puedo decir que la pareja en nuestros días es ese extraño acuerdo de delegación mutua de soberanías personales a la luz de un proyecto común que busca sostenerse en el tiempo; que ella se funda en el presupuesto de un deseo mutuo que concierne a los individuos en su amor y en su sexualidad; que ella se constituye a partir de la declaratoria, explícita o implícita, de

Imagen tomada de http://diariopregon.blogspot.com/2010/08/la-libertad-no-se-declama-ni-es-un.html

habida cuenta del olvido del deseo y de la abdicación de cualquier ideal elevado; 5. Establecimiento de ideales compensatorios tales como la sobrevaloración de los hijos, la apuesta por el ascenso social, etc.; y 6. Creciente disolución de las parejas y paulatina convicción acerca del carácter finito de todo lazo de esta índole. No cabe duda de que el modelo actual de pareja hace agua por todas partes, pero lo peculiar es que no se quiere pensar la institución, sino que se persiste en sicologizar y moralizar a sus integrantes, haciéndolos imputables del fracaso que se ha cernido sobre el vínculo. Fisurado en su centro y agobiante a más no poder, el modelo de pareja contemporáneo reclama que dejemos de buscar el cadáver río arriba, en

Esta publicación recibió apoyo parcial de la Alcaldía de Medellín a través del programa de Estímulos a las publicaciones periódicas artísticas y culturales de la ciudad, en la modalidad de PUBLICACIONES PERIÓDICAS CULTURALES EN INTERNET.

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aventura vital. Se requiere, en consecuencia, promover individuos apostados al autogobierno personal y al gobierno racional y sensato de la sociedad, es decir, se ha de propender por individualidades capaces de hacerse cargo de su libertad. Un individuo que asume su libertad en sentido positivo, es alguien que debe responder, por lo menos, a características como las siguientes: 1. Ama su condición de ser libre; 2. Quiere la libertad para hacer algo con ella; 3. Busca hacerse a elementos de juicio que clarifiquen y sustenten su decisión; 4.Se hace responsable de sus acciones; y 5. Puede explicar a los demás con razones y argumentos las posiciones que adopta. Sin embargo, debo repetirlo, la existencia de este tipo de individuo es algo deseable, lo que no puede, no obstante, confundirse con ser una condición infaltable para el ejercicio de la libertad, pues ésta, con todos sus riesgos incluidos, es más bien la condición de aquél. Así como no se puede forjar demócratas sino en la democracia, sólo en la libertad se configurarán individuos que se asuman como libres. Lo que sí se puede –y quizá se debe- es luchar por un ideal de la libertad que se exprese, de un lado, por el grado mínimo de ley necesario para garantizar la vida social y, de otro, por el grado mínimo de interferencia sobre el individuo que le permita a éste la amplitud máxima de las fronteras de ese fuero suyo que nadie puede violar ni invadir. En su dimensión social, la democracia es el mejor garante de la libertad del individuo, pero para que no se reduzca a ser una mera expresión formal y para que alcance un contenido real, el espacio de la democracia está definido por seis coordenadas: 1.Igualdad de todos ante la ley; 2. Posibilidad efectiva de participación, de tal manera que uno pueda obedecer siendo partícipe de la suerte de la ley que lo gobierna; 3. Respeto a la pluralidad de sentidos y de fines que materializa la humanidad, velando porque a cada ser humano le sea garantizado aquello que le es indispensable para vivir, pudiendo así concretarse la máxima de Kant: “Nadie puede obligarme a ser feliz a su manera”; 4. Valoración incondicional de toda vida humana, fuere la que fuere y sin subordinación ni sometimiento de ella a ningún ideal colectivo, de tal manera que nunca se le dé lugar a propósitos como el que llegó a enunciar, a nombre de la revolución bolchevique, Nikolai Bujarin cuando dijo: “La coacción proletaria, en todas sus formas, desde las ejecuciones a los trabajos

forzados es, por muy paradójico que suene, el método mediante el cual modelar la sociedad comunista a partir del material humano del período capitalista”; 5. Acatamiento de las mayorías, pero preservación de la existencia, la organización y la expresión de las minorías; y 6. Expansión de la democracia a todo los niveles de la sociedad: el económico, el político, el social y el cultural. Ahora, si hemos de seguir la pista de la libertad en las relaciones afectivas, indefectiblemente hay que comenzar por una interrogación en torno a la pareja, situando su condición de acuerdo y de pacto. El emparejamiento humano, asunto que no tiene nada de natural, puede cobrar formas totalitarias o democráticas, dependiendo de cuál es la soberanía y la suerte del individuo en este lazo social. Que la pareja no tiene nada de natural y que el modelo actual en que ella se concreta no parece favorecer la libertad del individuo, es algo que se puede visualizar sin gran dificultad a través de los

«Nadie puede obligarme a ser feliz a su manera» Immanuel Kant síntomas que no deja de manifestar y que gritan a los cuatro vientos si no el fracaso generalizado de esta experiencia, sí por lo menos su profunda crisis. Algunas manifestaciones de la impropiedad del modelo de vínculo afectivo que hoy prima, es decir, de su insuficiencia para satisfacer en gran medida la realización personal de sus integrantes, están al alcance de todos: 1. La finitud que le traza a la pasión, entendiendo por ésta el “incesante desear” y la disposición renovada de búsqueda y renovación del ser a partir del encuentro con el otro; 2. Imperio de la monotonía, valga decir, de hábitos carentes de interés por la ausencia de una re-creación significativa de los comprometidos; 3. Disposición a la irritación, en tanto el otro termina por considerarse un verdadero impedimento para la realización propia; 4. Entrega a la resignación,

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La conversación del miércoles Ciclo 2012: De la cultura que tenemos a la cultura que queremos que se puedan deparar y de las solidaridades que requieran para encarar los inevitables malestares de la vida; pareja fundada en una “camaradería existencial” que no se confunde con posesión del otro ni con derecho a hacerse cargo de la soberanía de éste; que no dispone de ningún acto especial de constitución, pues la relación es efecto del proceso y de la historia que tejen dos seres que no reclaman ningún principio trascendente para la vigencia de su vínculo, sabiéndose hacerse cargo con su proceder concreto de la calidad o de la defección del mismo; finalmente, que no se autoriza nada respecto del otro, fuera de un mínimo ético que respalda el dominio de lo común que han fundado, pero dominio que en ningún momento usurpa la libertad y la autonomía individual de cada uno de los miembros. Cuestionar el modelo actual de pareja y barruntar otras posibilidades de vínculo para ésta, es señalar a aquél como un dispositivo enajenador de la soberanía de los individuos y es indicar con éstas que no es imposible concebir lazos serios y comprometidos entre seres libres y autónomos. El avance de una individualidad solidaria, socializada y socializadora, debe conducir a reivindicar la libertad y la autonomía del individuo en el seno de esa forma de la vida cotidiana que es la pareja, superando los grilletes con los que el modelo imperante coarta la singularidad subjetiva de quienes abren su existencia a esta experiencia.

posesión mutua que hacen sus miembros; que se autoriza cada uno el monopolio sobre el otro, particularmente sobre el sentimiento amoroso y el cuerpo sexuado, además que se acreditan formas de control, vigilancia y sanción sobre variados dominios de la subjetividad del partenaire. Ese fuero que se arroga cada individuo de la pareja frente al otro, que ejerce las más de las veces en forma sutil y dando por sentado que es lo normal, cubre aspectos de la vida personal tales como los sentimientos, la sexualidad, la disposición de tiempos, el despliegue de espacios, la implementación de comunicaciones, el establecimiento de otras compañías, la intimidad de los pensamientos, la forjación de proyectos y fines, la toma de decisiones, el ejercicio de movimientos, la presencia de los silencios, el volcamiento a un dominio de privacidad, etc. Nada de esto es normal, natural o inevitable y hay que preguntarse, de un lado, por qué es así y no de otra forma, y de otro, si la pareja sólo puede darse aceptando el vasallaje recíproco que imponen estos fueros. Aunque tratar de encontrar otras formas de responder a las últimas preguntas y, por tanto, de darle curso a modelos distintos de pareja, que por lo menos abran el abanico de posibilidades en los vínculos afectivos, es tarea que se puede dejar para una próxima reflexión, por el momento se pueden esbozar a este respecto algunas proposiciones. Por ejemplo, se puede concebir la pareja como el encuentro renovable entre seres que se asignan especial valor y afecto, que forjan una compañía apostada a una labor común, proyectada hacia el horizonte de la realización personal, de las dichas

Carlos Mario González Miembro Fundador Corporación Cultural Estanislao Zuleta Profesor Universidad Nacional

Libertad guiando al pueblo [fragmento] - Eugène Delacroix Imagen tomada de http://lenguayliteratura4eso.blogspot.com/

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La conversación del miércoles Ciclo 2012: De la cultura que tenemos a la cultura que queremos Tertulia Miércoles 10 de octubre del 2012 Salón cuarto piso Comfama San Ignacio

Yo iba por el mundo así en una tranquilidad, hasta que empecé a venir a aquí…”. Esto que dijo una de las asistentes a la cita mensual de la tertulia que sigue a los ocho días de la conferencia, bien podría ser una expresión que rindiera alguna cuenta de lo que ha sido de los encuentros de los miércoles de este año, del primero que hoy se percibe distante cuando se trató de las seducciones y los desengaños de la vida moderna, a este del décimo día del mes de octubre, el último de la programación para el año en curso. Seguramente eso que dijo madame T. al terminar la sesión mientras empacaba su cuaderno de notas, era un pensamiento común a los asistentes porque no fueron pocas las sonrisas que se escucharon: probablemente éramos no pocos los que íbamos así en unas tranquilidades hasta que empezamos a participar de este proyecto, a tratar de escuchar y de decir algo, a intentar conversar pensando y pensar conversando, a procurar así algún entendimiento de lo humano, lo nuestro tan complejo que es y tan confuso que nos resulta. En los siguientes párrafos, una reseña de lo que fue el contenido que consiguió la tertulia. Ofrecida una síntesis de la conferencia que le diera un marco a las representaciones que la palabra realizaría, pronto fue el asunto de la pareja el dominante en las intervenciones, acaso por ser el asunto en el que más fácilmente se reconocían comunes los participantes, y porque fue ese el que más inquietudes levantó como ronchas en los ánimos la disertación escuchada en la conferencia. Según nos permitieron hacer las ideas escuchadas, nos preguntamos: ¿qué es una pareja, hoy en día? ¿Puede ser de otra forma? ¿Cómo se las ve la pareja con las subjetividades de sus implicados? ¿Cómo relacionarse en el encuentro amoroso? ¿Qué otros

modelos de relacionamiento posibles hay? ¿Está en crisis el vínculo afectivo o el modelo de pareja? ¿Se están dando cambios en las mentalidades? ¿Qué se hace con otro a quien no se valora más allá de la vivencia de una satisfacción placentera? ¿Está en crisis la pareja o la indisolubilidad del vínculo? ¿Más allá de la terminación de la pasión amorosa, puede darse una valoración trascendente del otro que no implique una ruptura absoluta del vínculo que se tenía? ¿Qué diferencia el sentimiento amoroso del de la amistad? ¿Cuáles son los compromisos vitales entre los integrantes de una pareja? ¿El sentimiento amoroso y la identidad, persisten tan ligados como en el modelo del amor romántico? ¿El amor y el tiempo, en una relación de amorosa, se exigen recíprocamente, cómo resolver esa exigencia? Monsieur Á., recordando un pasaje de la novela “El hombre sin atributos” del escritor Robert Musil, más o menos preguntó: ¿a quién debe pertenecer qué de Diotima? Ella, mujer casada que está enamorada de otro hombre, ¿qué debe hacer a esas horas de ese sentimiento suyo con su cuerpo y con su espíritu?, ¿conservarlos para su esposo al que no ama?, ¿entregarlos al que ama?, ¿repartirse?, ¿negarse al primero y al otro? Esta interrogación tan sugestiva, siempre y cuando se permita quien la escuche pensar que Diotima es yo, tú, él, ella y quien haga con otro una relación de pareja, sitúa por lo menos tres aspectos muy importantes de esa relación: el sentimiento de pertenencia al otro, lo que se puede comprometer en ella, la fidelidad. Hay un entendimiento y una vivencia especificas dominantes y cristalizadas de lo que es una pareja que hacen dos personas que dicen amarse. De eso el responsable de la conferencia dio muy buena cuenta: los comprometidos, explícita o implícitamente, delegan su soberanía, al constituirse en pareja afirman: mi intimidad, mi tiempo, mi silencio y más son tus dominios, y tú su único soberano. Bien, como sucede con otras vivencias de la vida de todos los días, ¡también naturalizamos la de la pareja! Por lo cual será todavía conveniente que resultemos expuestos a discursos que fisuren las cristalizaciones en que resolvemos la existencia y de las que nos valemos para juzgar a diestra y siniestra. Hay instituciones sociales que son escenarios donde realizamos la vida, como la de la pareja, y por ello toda vez que se pongan en interrogación habremos de vérnoslas con una dificultad que es tremenda, porque interrogarlas es poner en

Teresa Villa y Sandra Jaramillo, asistentes a la tertulia. Fotografía cortesía CorpoZuleta

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La conversación del miércoles Ciclo 2012: De la cultura que tenemos a la cultura que queremos

entredicho la identidad en que nos afirmamos. Para lidiar con tamaña dificultad contribuye y no poco el conocimiento de referentes que ilustran que la vida nuestra puede ser de otra forma, que por ejemplo la pareja puede ser otra de la que conocemos, referentes como los mencionados en la conferencia. Si los participantes de una relación de pareja, a nada se autorizan, ¿entonces qué relación es esa que tienen?, ¿puede darse una relación entre humanos eximida de toda autorización recíproca? A estas interrogaciones llegamos de llevar hasta sus implicaciones máximas la proposición que elaboró en su reflexión el disertante: que los animados entre sí por un sentimiento amoroso hagan una camaradería existencial. Por lo pronto hubo quienes se acogieron a la afirmación de que aquél ninguna

ella si consideramos las relaciones de las que hemos participado como integrantes de una relación de pareja? El amante genera demandas al objeto de su amor, ¿pero sobre qué se fundan esas demandas suyas, nuestras cuando amamos?, ¿qué exigir del otro y por qué y cómo?: ¿una ética para el amor y sus implicados? El pacto que se hace con el otro, si bien no es líquido, tampoco es inmodificable. ¿Aprender mucho de la amistad para la realización de los vínculos amorosos? Pero es que en la amistad también los protagonistas de ella se permiten intervenciones sobre la intimidad del otro y la propia y eso no se asume como un atentado contra la individualidad, ¿ocurre en la amistad un relajamiento que no ocurre en la pareja? Se acrecentaban las preguntas y esa tendencia se conservaría de seguir allí reunidos, con lo que la expresión de madame T. era pues un acierto al señalar también que la confusión crecería. Los asistentes estábamos seguros de esto: de que la proposición que se ofreció en la conferencia no se sostiene en un discurso ligero, de que la respuesta a la pregunta por la pareja no ha de ser un modelo que se establezca pues eso negaría la ocurrencia de la subjetividad, de que las sociedades pueden establecer formas de relacionamiento para los vínculos afectivos y las relaciones sociales muy atentatorias de la subjetividad, de que la historia social está muy desacompasada de la historia de las mentalidades, de que los contextos sociales posibilitan los procesos de individuación, de que las ideas que tenemos, conscientemente o no, determinan las elecciones que hacemos, la vida que vivimos. Se depone la realización de la vida propia a favor de la demanda que hace otro, sea el objeto de amor, una amistad o la sociedad, pero también a favor de sí mismo: es que la libertad y la individualidad angustian no poco, tener que decidir y hacerse cargo de lo que siga a la decisión tomada es un proceso muy exigente. Por eso es una suerte participar de una cita como la de los miércoles, encontrarse con otros para decir conjuntamente íbamos por el mundo así en unas tranquilidades, hasta que empezamos a constatar que todo cuanto tiene que ver con lo humano, con lo nuestro, tiene mucho de enredo y quién sabe qué mas.

«La pareja, territorio de la violación de la libertad individual.» propuesta ofreció para la pareja, y sí una para el fenómeno de la amistad. Insatisfechos con esa afirmación, dijeron otros que de la defensa de la subjetividad que se escuchó en la conferencia, se podía inferir una incitación a que eso, la pareja, fuera una construcción que realizaran los convocados por el sentimiento amoroso a establecer una relación, contando mutuamente con el otro y con el diálogo para llegar a algún acuerdo sobre lo que entenderían por pareja; y que si aquél hubiese planteado modelo alguno habría atentado contra esa defensa suya, incurriendo en una contradicción. El que diga de otro que es su pareja, está haciendo una distinción de ese a quien así llama, pero ¿lo privilegia entre otros? “La pareja, territorio de la violación de la libertad individual.”, es esa una afirmación muy fuerte que escuchamos en la conferencia, ¿qué tanto hay de cierto en

Santiago Gutiérrez Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA

Esta publicación ha sido posible gracias al apoyo del Ministerio de Cultura de Colombia, Plan Nacional de Lectura y Escritura - Leer es mi cuento, a través de la Convocatoria 2012.

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La conversación del miércoles Ciclo 2012: De la cultura que tenemos a la cultura que queremos Pensadores de referencia «El milagro de la libertad yace en este poder comenzar que a su vez estriba en el factum de que todo hombre, en cuanto que por nacimiento viene al mundo —que ya estaba antes y continuará después— es él mismo un nuevo comienzo» Hannah Arendt «No existe una conciencia colectiva. La elección es siempre individual. Y no hay elecciones colectivas, porque si son colectivas suponen que hay un consenso, cuando no lo hay. Ahora sabemos que no hay sujeto colectivo, que todo sujeto es individual, se trata de construir desde ahí.» Agnes Heller

Ágnes Heller (1929) [izquierda] Filósofa húngara. Destacada representante de la escuela de Budapest y discípula y ayudante de Lukács, fue expulsada con él de la universidad. Dejó su país (1978) y marchó a Australia y luego a EE UU. Dentro de sus obras más destacadas se encuentran Teoría de las necesidades en Marx (1974), Introducción a una antropología social marxista (1980), Teoría de la historia (1982), Políticos de la postmodernidad (1989) y Una revisión de la teoría de las necesidades (1996).

Hannah Arendt (1906 - 1975) [derecha] Filósofa alemana. De ascendencia judía. Con la subida de Hitler al poder, se exilió en París, de donde también tuvo que huir en 1940, estableciéndose en Nueva York. En 1951 se nacionalizó estadounidense. Otras obras suyas son La condición humana (1958), Eichmann en Jerusalén (1963), Hombres en tiempos sombríos (1968), Sobre la violencia (1970) y La crisis de la república (1972). Información y fotografías tomadas de: http://www.biografiasyvidas.com

Informes: Boletín de La conversación del miércoles Edición del 17 de Octubre del 2012 Revisión editorial y diagramación: Vincent Restrepo

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