Revista Porro y Folclor No. 16

Page 10

RESCATANDO LA CULTURA Y EL FOLCLOR DE COLOMBIA

RESCATANDO LA CULTURA Y EL FOLCLOR DE COLOMBIA

16 EDICIÓN - JUNIO 2015 - ISSN 2248 - 4647

16 EDICIÓN - JUNIO 2015 - ISSN 2248 - 4647

José Barros

Este medio es apoyado parcialmente con dineros públicos priorizados por habitantes de la Comuna 13 (San Javier) en el Programa de Planeación Local y Presupuesto Participativo de la Alcaldía de Medellín.

9 7 7 2 2 4 8 4 6
0 0 5
4

Medellín, Junio de 2015

Edición No. 16

Director

Jóse Alonso Franco L.

Comité de Redacción

Marcos Vega Seña

Fernando Avendaño

Mauricio A. Beltrán G.

Paula A. Gáfaro G.

Jóse Alonso Franco L. Colaboradores

Marcos Vega Seña

Alberto Londoño

Rubén D. Pérez

José Alonso Franco L.

Fotografías

Corporación Recreando

Revista Porro y Folclor

Guillermo Montes Ramos José Alonso Franco Londoño

Portada

Maestro José Barros radio.uis.edu.co

OFICINA EN MEDELLÍN

Calle 41 No. 101A - 35

Teléfono: 252 1967

Cualquier comentario o inquietud lo puede hacer a las siguientes direcciones de internet: http://revistaporroyfolcl.wix.com/revistaporroyfolclor crecreando@gmail.com www.porroyfolcloronline.blogspot.com

Impresión

Mauricio Alberto Beltrán G.

Diseño Revista

Paula Andrea Gáfaro G.

Contenido Pag. EDITORIAL EL LEGADO MUSICAL DE PRIMO PATERNINA LA PRIMERA FUERZA MUSICAL DE SAHAGÚN EL LLANTO DEL CACIQUE LA PIRAGUA DE JOSE BARRIOS EL CURRULAO TOTÓ LA MOMPOSINA TOCA ENSEÑAR A BAILAR PORRO 2 3 8 11 16 20 25
Teatro, Música, Teatro Callejero y Comparsa Calle 41 No. 101A - 35 Teléfono: 252 1967 Celular: 321 741 4006

La candonga del Patrimonio Cultural

Desde hace algunos años, el concepto de cultura, como todo lo relacionado con las dinámicas sociales, ha sido el centro de refle xiones y apuestas por parte de organismos nacionales e internacionales. Voces que se hacen escuchar para clamar por la salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial.

Pare la UNESCO, “el patrimonio cultural no se limita a monumentos y colecciones de objetos, sino que comprende también tradiciones o expresiones vivas heredadas de nuestros antepasados y transmitidas a nuestros descendientes, como tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y el universo, y saberes y técnicas vinculados a la artesanía tradicional”

En Colombia el debate es reciente, cuando en algunos casos el daño al patrimonio cultu ral inmaterial, es irreversible. Nos percatamos de la necesidad de defender nuestra manera de ser a partir de ciertas normas como la Ley de la Cultura y las reglamentaciones que viene haciendo el Ministerio de Cultura, también muy joven en el panorama de la sociedad colombiana. El Ministerio en mención, considera que “el patrimonio cultural de la nación está constituido por todos los bienes materiales, las manifestaciones inmateriales, los productos y las representaciones de la cultura, que son expresión de la nacionalidad colombiana, tales como la tradición, las costumbres y los hábitos, así como los bienes ma-

teriales de naturaleza mueble e inmueble, a los que se les atribuye, entre otros, interés histórico, artístico, estético, plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, paisajístico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, científico, testimonial, documental, lite rario, bibliográfico, museológico o antropológico (Ley 397 de 1997, artículo 4º)

Este concepto parece un poco más amplio, pero lo que sucede en la realidad es a todas luces paradójico. Una ciudad como Medellín le ha apostado a venderse como turística y privilegia el espectáculo al proceso. Aten diendo a eso, la Revista PORRO Y FOLCLOR, presenta una serie de artículos que apuntan a preservar ese bien intangible que es la cultura. El deterioro de la escultura del Cacique Nutibara; el currulao como expresión autóctona; la propuesta de Fuerza Uno, como una actualización y defensa de la música vernácula; las obras de Primo Paternina; las composiciones de José Barros y el trabajo denodado, riguroso y único de Totó la Momposina, constituyen un mosaico inigua lable en la divulgación de nuestros ancestros. El único problema de este asunto, es que el Estado, y los medios de información, encargados de crear opinión, se han hecho los de la vista gorda con este asunto, vital para las comunidades. Los medios “nacionales” hacen negocios con la miseria humana. ¿Hasta cuándo este sufrido pueblo soportará estoicamente y con mansedumbre la imposición de “nuestra tele, más cerca de ti” y su reguero de miseria televisiva?

Editorial
2

El musicallegadode Primo Paternina

Hablar de la vida y obra del maestro Primo Alberto Paternina Olivero, es hablar de toda una vida dedicada a la composición, arreglo y difusión de la música de banda por las regiones de Córdoba, Sucre y Bolívar, departamentos del Caribe colombiano.

Para empezar, es preciso mencionar que, según testimonio de aquellos músicos que lo acompañaban y lo conocieron, el maestro Primo Paternina, es el autor de una buena lista de porros y fandangos como María Varilla, Soy Pelayero, La Mona Carolina, El Binde, Mocarí, El Pilón, Vámonos Caminando, entre otros. Estos porros, fueron compuestos, arreglados y difundidos en la primera mitad del siglo XX. En aquel entonces, la formación musical de los músicos de banda era precaria y escasa, tanto así que fue necesario que el papá del Primo y gaitero, Leonidas Paternina Martínez y demás músicos incipientes de San Pelayo, contrataran profesores de música foráneos que, con sus conocimientos, contribuyeron a la formación, capacitación y adiestramiento de los músicos de la banda de porros de aquel entonces (La Ribana) y, de paso, contribuyeron al nacimiento de un género que lleva más de cien años difundiéndose y cultivándose en las sabanas de Córdoba, Sucre, Bolívar y norte de Antioquia.

Hoy día, después de varios estudios, análisis morfológicos y estructurales rítmicos, melódicos y armónicos, practicadas a las obras del

maestro Primo Paternina, éstos dieron como resultado, un estilo musical propio, sui géneris, que el Primo le imprimió a su obra o legado musical, es decir, su impronta.

En la mayoría de sus composiciones, por no decir en todas, los instrumentos suenan una octava arriba (1/8), haciendo uso de los sonidos agudos de estos (Si bemol Mayor, Fa Mayor, Mi Mayor, La Mayor); la escritura musical con que se simbolizan los valores y sonidos del porro, está caracterizada por compases binarios en compás partido, es decir, según los elementos de agógica binaria (2/2; 2/4; 4/4).

Coplas y seguidillas

El maestro en sus composiciones, utilizó algo que en la música se conoce como las coplas y las seguidillas. ¿Qué son las coplas? Son aquellas, en las cuales un instrumento entona una melodía y los demás responden con otra parecida.

Qué son las seguidillas? Son aquellas cuando del compás ni la

Mural en homenaje al Festival Nacional del Porro en San Pelayo Córdoba.
3

tonalidad y, los demás instrumentos le siguen entonando otra melodía parecida, unos instrumentos preguntan y otros responden, apareciendo así, las frases de preguntas y respuestas en todas las obras musicales.

¿Cuál es la diferencia? Estriba en que, las coplas son frases limitadas, mientras que las seguidillas no; es decir, no tienen límites sino, que se extienden hasta que el compositor diga. El compositor rara vez repite tonalidad en cada obra musical sino, que utiliza una tonalidad diferente y, por último, se destaca en la mayoría de las obras musicales, el liderazgo de la trompeta, en sus inicios el cornetín, a la hora de entonar las coplas y las melodías propuestas. Veamos algunas piezas musicales con sus análisis:

María Varilla. Es un porro arreglado en la tonalidad de Si bemol mayor. La temática de este tipo de arreglo, consiste en unas coplas entonadas por la trompeta y que son contestadas, de manera coral, por los otros instrumentos de viento; este tipo de ejecución musical también se ve en otros géneros musicales del tipo.

Acto seguido los clarinetes (o el clarinete), inician un diálogo melódico; aquí el bombo deja de sonar, dando paso al momento cumbre de la obra; de igual manera, surge la presencia rítmica de unos golpes que el ejecutante del bombo da con la punta de mazo de madera con que aporrea al bombo, sobre el aro de éste, o en una tablilla colocada a manera de cencerro, que marca el pulso del compás y brinda al igual que el redoblante, un concierto rítmico denominado “paliteo”, iniciándose así, la “gustadera” del porro o la “bozá”; mientras que los bombardinos y trombones acompañan melódica y armónicamente el momento y es allí, donde el redoblante procede a hacer alarde del paliteo del porro y los platillos con su brillante voz, complementan el estado de éxtasis de la obra musical. La percusión ejecuta el ritmo del porro durante todo su desarrollo.

La Mona Carolina. Está arreglado en la tonalidad de Si bemol Mayor en compás partido. Contiene varios temas, 9 en total, que se repiten más adelante en el desarrollo de la obra. Por la forma en que están organizados los temas, hace recordar las seguidillas, es decir, una melodía planteada por un instrumento (trompeta), mientras los otros instrumentos les responden o siguen. Todo esto organizado sobre las bases armónicas de tres acordes, como lo son: Mi Mayor, Si y La Mayor.

Soy Pelayero. Es un porro compuesto en Si bemol Mayor, en compás partido. Este es otro porro en el cual su introducción no es de 8 compases de danza de habanera . (Género musical originado en Cuba en la primera mitad del siglo XIX; de ritmo lento con compás binario. Puede ser instrumental o cantado.) En esta composición, nuevamente, se hace uso de la forma musical de coplas y seguidillas.

Mural en homenaje al Festival Nacional del Porro en San Pelayo Córdoba.
4
Foto: Revista

Este porro, al igual que María Varilla, inicia con la trompeta marcando el inicio de un juego de coplas y seguidillas . Del compás 1 al 29, la trompeta hace la propuesta melódica, mientras los demás instrumentos, responden a ésta. Tal juego de coplas y seguidillas, es continuado a partir del compás 30 con clarinetes arreglados a dos voces. Ese juego de coplas y seguidillas, lo ejecutan los clarinetes hasta el compás 53; a partir del compás 54, la trompeta vuelve a retomar el trabajo de proponer las melodías y, de este juego de coplas, hace una segunda ronda en esta pieza. Es a partir del compás 30, en donde la percusión hace los golpes característicos del porro Pelayero o Sinuano. Hasta el compás 53, este porro, al igual que María Varilla y La Mona Carolina, no termina en danza de habanera. Una vez, más la genialidad del maestro Paternina se ve, al hacer de éste porro, una de sus obras más representativas de vibrante alegría.

Porro Viejo Pelayero. Es un porro compuesto en la tonalidad de Si bemol Mayor, en compás par tido. Esta obra consta de siete partes, cada una con un tema melódico diferente del otro. A partir del compás 35, empieza el paloteo sobre el aro del bombo, con un diseño rítmico carac terístico del porro Pelayero. En los primeros catorce compases, el compositor desarrolla una melodía introductoria con una estructura rítmica ejecutada por la percusión propia de la haba nera. Esto hace suponer que, existió la influencia de este tipo de música en el porro colombiano.

Aracataca. Está compuesto en la tonalidad de Si bemol Mayor en compás partido. En la introduc ción de este porro que comprende los primeros 8 compases apreciamos una vez más, la per-

cusión, ejecutando un esquema rítmico conocido como habanera. La estructura rítmica del porro, se inicia a partir del compás 9 donde el compositor propone varias líneas melódicas a dos clarinetes y a dos trompetas que van del compás 9 al 60. El final de la obra termina con la estructura rítmica de habanera.

El Binde. Es un porro arreglado en Si bemol Mayor, en compas partido. En esta obra musical, en la parte de introducción, inicia con una línea melódica a dos barítonos y, con el bombardino, participando en la armonía en los primeros 7 compases; a partir del compás 8, inicia con una lista de diseños melódicos, ejecutados primeramente por la trompeta y posteriormente, por 2 clarinetes a manera de coplas y seguidillas; después, los otros instrumentos responden con otra armonía armonizada; una vez más, el autor finaliza con la estructura rítmica de la habanera.

Se menciona el término habanera y las frases “esquema rítmico de la habanera” y danza de habanera o danzón. La habanera es un género musical originado en Cuba en la primera mitad del siglo XIX. De ritmo lento – a 60 pulsaciones por minuto-, con compás binario: una danza a tiempo lento cantada, con ritmo muy preciso formado en una parte, por corchea con puntillo y semicorchea, o con semicorchea, corchea, semicorchea y, en la otra, con dos corcheas. Puede ser puramente instrumental, aunque lo habitual es que sea cantada. Es un género adaptado y usado por diferentes formaciones musicales como bandas de música o de músicos, grupos corales, tunas, rondallas, etc.; este es el esquema rítmico. El danzón, término que es muy común en el gremio de los músicos de banda que ejecutan porros, para referirse a la parte introductoria de muchos de ellos, es un subgénero del ritmo de habanera. Entonces, observando la morfología musical de los porros clásicos pelayeros, vemos la influencia de estos ritmos del caribe, de Cuba y Puerto Rico, que llegaron por estas tierras del caribe colombiano, de manos de grandes músicos y maestros venidos de esa región a finales del siglo XIX y principios del XX

1
5
Banda de música. Frestival Nacional del Porro San Pelayo Córdoba 2012. Foto. Revista

El Estanquillo. Es un porro arreglado en Si bemol Mayor en compás partido. En los primeros 8 compases, está incluida la estructura rítmica de la habanera cubana. En este porro, a partir del compás 9 al 33, encontramos varios diseños melódicos por la trompeta, ejecutados a manera de coplas, mientras que, el barítono y el bombardino, a dos voces, responden a estas coplas y seguidillas. A partir del compás 34, el clarinete hace su intervención mientras la percusión, hace la estructura rítmica característica del porro pelayero. Esta obra culmina con la estructura rítmica de la habanera, a partir del compás 85.

El Pilón. Este porro está arreglado en Si bemol Mayor, en compás partido. En los primeros 7 compases de esta obra, vemos una vez más, la estructura rítmica de la habanera cubana. A partir del compás 8 la trompeta y el clarinete hacen su intervención, iniciando primero la trompeta para dar paso después, al clarinete, mientras los demás instrumentos, hacen el acompañamiento de fondo. A partir del compás 25, mientras los clarinetes hacen su intervención al unísono, la percusión hacen la estructura rítmica característica del porro Pelayero; a partir del compás 68 la banda concluye este porro, con la estructura rítmica de la habanera.

El Ratón. Es un porro arreglado en Si bemol Mayor y en compás partido. En esta obra, la banda no inicia con la estructura rítmica de la habanera. A partir del compás 9, se da la intervención de dos trompetas, ejecutando una melodía a manera de coplas y seguidillas, mien-

tras el barítono responde a la melodía planteada por las trompetas. En este caso, los trombones y los bombardinos, hacen de instrumentos acompañantes. A partir del compás 36, los clarinetes y el barítono hacen una melodía casi que al unísono, mientras acompañan los golpes de percusión, característicos del porro Pelayero.

El Tortugo. Porro compuesto en Fa Mayor en compás partido. En esta obra se escuchan las trompetas y un barítono, haciendo su intervención sobre la estructura rítmica de la habanera en los primeros 7 compases. A partir del 8 compás, apreciamos cómo la banda hace uso de la forma musical de las seguidillas y coplas, ejecutada por la trompeta, mientras los trombones y los barítonos, responden a cada melodía propuesta; tal diálogo instrumental se interrumpe en el compás 33 cuando los clarinetes hacen su melodía a 2 voces. En el compás 4x1, vuelve y continúa el diálogo entre las trompetas, trombones y barítonos. El bombardino a lo largo de la obra, hace de instrumento acompañante; la banda una vez más, culmina esta obra, con una melodía armonizada sobre la estructura rítmica de habanera.

Vámonos Caminando. Es un fandango arreglado en Si bemol Mayor en compás de 6/8. Esta obra contiene cantidades de tresillos, figuras del pentagrama. A lo largo de esta obra, desde el inicio hasta el final, un solo instrumento, en este caso la trompeta, hace la melodía propuesta, mientras los demás instrumentos responden a varias voces, armando así, dos acordes, Mi bemol Mayor y Si bemol Mayor; una vez más, se

6
Mural en homenaje al Festival Nacional del Porro en San Pelayo Córdoba. Foto: Revista

aprecia aquí el uso de coplas y seguidillas.

Fandango Viejo Pelayero. El análisis morfológico musical de este fandango, dejó como resultado, al igual que el fandango “Vámonos caminando”, que ambos tienen la misma estructura rítmica en la parte de la percusión, es decir, en los golpes de los platillos, bombo y redoblante. El compás en el que se arregló y se transcribió, fue el de 6/8 y se utilizó la tonalidad de Sib Mayor. En el fandango “Vámonos Caminando”, los instrumentos acompañantes inician en la parte introductoria, mientras que, en el “Fandango Viejo Pelayero”, la trompeta inicia en la parte introductoria y los demás instrumentos le siguen cada vez que éste instrumento propone un tema melódico.

En el fandango “Vámonos Caminando”, sólo cuatro instrumentos hicieron su parte en el trabajo de improvisación: la trompeta, el clarinete, el barítono y el trombón o marcante, como se le conoce en algunos medios del arte musical; en el “Fandango Viejo Pelayero”, el bombardino se sumó al trabajo de improvisar.

De acuerdo con expertos en la materia, en algunos fandangos, el redoblante improvisa seguido de los demás instrumentos de percusión, tal idea hasta hoy, es objeto de debate.

El Sapo Viejo. Este porro está compuesto y arreglado en Sí bemol Mayor, en compás binario. En él se observa una introducción de ocho compases (8) en ritmo de danzón. Después se inicia con dos instrumentos haciendo líneas melódicas, mientras los trombones y el bombardino, hacen el trabajo de acompañamiento sobre los acordes de Sib mayor y La Mayor, del compás 9 hasta el 21; a partir del compás 22, los clarinetes hacen su línea melódica para dar paso en el compás 30, a la trompeta y al barítono, retomando así, la trompeta, el papel de instrumento melódico en el tema. La percusión del compás 22 hasta el 30, ejecuta el paliteo característico del porro pelayero o Sinuano.

Este análisis hecho así, a la morfología estructural de los porros clásicos y fandangos, se observa la sincronía musical mientras se ejecuta la melodía. Es algo en donde las tonadas o compases que tienen las piezas musicales, compuesta por una misma persona, se parecen entre sí, es decir, lo que se llama el estilo o la impronta del compositor, en este caso del Primo Paternina y la banda “Ribana” en donde se dio un hecho sinérgico por parte de los miembros de la Banda y su director.

Rubén Darío Pérez autor de este artículo es Músico, Docente y Licenciado en Pedagogía Musical. Primitivo Paternina. Foto: Jesús Paternina
7
Banda Pelayera. Festivfal Nacional del Porro San Pelayo Córdoba. Foto Revista

La primera fuerza musical de Sahagún

Sobre este lugar elegido por los judíos todos arrojan piedras sobre mi silencio me castigan más allá de la muerte no hay reposo en mi alma… (Fragmento del poema Absalón, de Gustavo Tatis Guerra, destacado escritor sahagunense)

Entre lo apolíneo y lo dionisiaco

Sahagún, pueblo de contrastes, de abundante riqueza en sus fértiles tierras, pero de absoluta pobreza en su dimensión social; paso obligado en la vía hacia al mar Caribe, por su Troncal, que conduce a los grandes puertos de Colombia, cumple 239 años.

Escenario de las gestas teatro y danza, cuna de la cultura regional y universal, Sahagún hoy disfruta del desvelo que sufriera el inolvidable Lorenzo Quiroz Medina, quien en su humildad y sencillez, preparó al pueblo para el destino ineludible del gusto por el teatro, la buena música y la reflexión literaria. Nunca tendremos con qué pagar ni olvidar su legado. Su alma debe gravitar en el espacio glorioso de la memoria de cada sahagunense hoy y por siempre hasta la última generación de los Buendía, en esa segunda oportunidad que se merece este villorrio.

Sus áridas y polvorientas calles han sido testigo del surgimiento de grandes talentos artísticos en las letras, el periodismo, el teatro, la música, las

plásticas, la cuentería. Grupos emblemáticos como Los Originales, aquel histórico conjunto de música vallenata, que hizo soñar a este pueblo con tener, en la década del 70, al primer Rey Vallenato, en las manos prodigiosas y en las notas sublimes del acordeón de Daniel Vergara Méndez, hacen parte de una historia contada parcialmente. La muerte, solaz y descarada, nos lo arrebató en septiembre de 1976, en un hecho que todavía se nos vuelve inexplicable y paradójico, como todo lo de la parca.

Ese sueño solo se materializaría en 1995, cuando Freddy Sierra, se coronara rey de la contienda en Valledupar. Eligio Vega, Ismael Zuleta, Humberto Sinning, Álvaro Prieto, Luis Hernández Uparela y el luchador de los luchadores, Pedro Elías Peña, complementan un cuadro inolvidable de artistas, a los que el pueblo está en mora de hacerles la galería del recuerdo.

8
Orquesta Fuerza Uno. Foto. Guillermo Montes Ramos

La dinastía de los García, que ha dado tanto de que hablar, pues en mis recuerdos pernoctan las notas de ese porro sabrosón, inolvidable y pegajoso que se llama Mi Sahagún, de la autoría del Maestro Eliseo García, es la encargada de regar una estirpe musical que ha participado en varios proyectos artísticos de relevancia nacional.

Son Barají, representa hoy por hoy la decantación sublime de la música ancestral de gaitas y tambores, cuyos antecedentes se remontan a Son Kalamarí, de la dinastía de los Brúm, Eder y Jaime, que se pasearon por la región Caribe y el país, a punta de gaita hembra, gaita macho y alegrando el mundo con la bulla de sus tambores. Andrés David Uparela y sus muchachos, cada uno con su virtuosismo, escenifican la magia del mito hereditario entre Apolo, Dionisos, la princesa Barají y todos los caciques, desde Sajú hasta los sempiternos y gloriosos guerreros aborígenes que han hecho la historia no escrita de Colombia.

Fuerza Uno, músicos y ritmos.

De esa escuela bebió Guillermo Montes Ramos. Pero será mejor que Rafael Vergara Álvarez,

conspicuo poeta de Sahagún, comente la importancia de esta propuesta musical:

“El amor, la fe y la perseverancia, son fuerzas inagotables que abren caminos, superan obstáculos, nos llevan lejos y consagran en el tiempo. Hoy a los 18 años de haber nacido FUERZA UNO, es una orquesta decantada con estilo inconfundible y con sus raíces folclóricas cimentadas en los aluviones musicales más vernáculos del folclor colombiano. El Guillo Montes, con la humildad que no le cabe en el cuerpo (fundador de Fuerza Uno), siempre se ha rodeado de músicos experimentados a los cuales sus sabias enseñanzas. Su mejor escuela ha sido la memoria musical de los grandes, como: Elíseo García, Ricardo Hernández, Julio Castillo y Fabio Santos.

Para el 2015, FUERZA UNO, es una organización musical orgullo de Sahagún y de Caribe colombiano, porque con su pentagrama tejido de porros, merengues, salsas, soccas, fandangos y boleros, han recorrido exigentes escenarios, contribuyendo a hacer trascendente el acervo folclórico y musical de nuestra patria, Colombia”.

Los recuerdos que tengo de Guillermo Montes Ramos se remontan los años 90, cuando al lado de Jaime Brún y Luis Eduardo Hernández Uparela, llegaron a Medellín a presentar su propuesta de gaitas Son Kalamarí. Su proverbial silencio, producto de su natural timidez, se traducía en el escenario, en el sonido volcánico y trasgresor de la percusión, pues los tambores han sido su pasión musical.

Dice una nota de Sahagún Noticias que Son Kalamary es (era) un grupo de gaita que nace

9
Integrantes Orquesta Fuerza Uno. Foto. Guillermo Montes Ramos

en la década de los ochenta precisamente para unos carnavales que se realizaron en la ciudad cultural. En estos días, después de muchos años, el señor Jaime Brum se encuentra con el docente Luis Hernández Uparela y acordaron n grabar dos canciones para estas mismas festividades que se realizarán del 8 al 12 de febrero del presente año (1987). Este grupo siempre ha estado (estuvo) encabezado por Eden Brum, Jaime Brum, Guillermo Montes, Juancho Nieves y Luis Hernández Uparela”

En 2013, según nota del consagrado periodista sahagunense Julio Flórez Pacheco, en el diario Universal de Cartagena, Montes Ramos fue objeto de homenaje por parte de la Alcaldía de Sahagún, en el marco del Festival de Acor deones, Princesa Barají, que se realiza en el pueblo cordobés.

Del Kalamary a la fuerza

A raíz de ese homenaje, el portal Sahagún Noticias, en mayo 24 de 2013, publicó una reseña, escrita por Anderson Velásquez, donde afirma que Guillermo Antonio Montes Ramos, nació el 3 de febrero de 1963, en Sahagún.

“Terminó sus estudios secundarios en el Instituto Invasa de Sahagún; es egresado de la Escuela de Bellas Artes como Técnico en Artes Musicales y docente de la misma. Incursionó en el mundo artístico a los 18 años al lado de grupos musicales como Fredy Sierra y Pedro Mendoza; luego pasó a hacer parte de la agrupación Los Papaupas del maestro Calixto Ochoa, quien lo llevó a Los Corraleros de Majagual, donde trabajó con ellos durante un año.

Ha hecho parte de grandes agrupaciones de la Costa, entre ellas están: Casino Tropical, Hermanos Naranjo, Fredy Sierra y Eduardo Cardeña, Orquesta Son de Mar de Magangué.

Ha fundado grupos como: Juventud Caribe, Rebelión Orquesta y actualmente fundador y director de Fuerza Uno Orquesta.

Su primera canción fue grabada en el año 1989, por la agrupación musical de Álvaro Aldana y Albeiro Ramírez, titulada Aquí Estoy Yo. De allí en adelante comenzó a ser reconocido como compositor, porque ya era catalogado como un gran guacharaquero y estuvo en más de una ocasión en el Festival de La Leyenda Vallenata, acompañando a Fredy Sierra.

En el año 1992, ingresó como socio a la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia (Sayco) y actualmente tiene más de 30 canciones grabadas. Es, además, autor de la letra del Himno del municipio de Sahagún. Ha tenido reconocimientos por parte de la Gobernación de Córdoba y la Institución Educativa San José debido al aporte al desarrollo musical en Córdoba.

Fue Rey de la Canción Inédita en Chinú Córdoba en el año 1991; tercer puesto en el Festival de la Canción Inédita De Chinú, en el año 1993, tercer puesto en el Festival de la Canción Inédita en la Apartada (Ayapel), Córdoba en el año 1996; segundo puesto en el Festival de la Canción Inédita De Chinú en el año 2002 y primer puesto en el Festival de la Canción Inédita de Sahagún, en el año 2005”

De manera que FUERZA UNO, desde 1997, se convierte en el epítome de las bandas pelayeras y los conjuntos de gaitas ancestrales, pero también del recorrido musical de este consagrado artista sahaginense.

Fuerza Uno representa a las nuevas generaciones musicales que hacen posible que el ancestro y la música vernácula pervivan per sécula seculurum.

Marcos Vega Seña
10
Docente investigador. Ha publicado varios artículos relacionados con la cultura popular colombiana

La Piragua de José Barros

SIMBOLO DE LA CULTURA COLOMBIANA (1915 – 2015)

Por: Jose Alonso Franco

José Benito Barros, símbolo de la versatilidad y de la expresión cultural del caribe colombiano, cumple 100 años de su nacimiento. En este lapso dejó más 800 composiciones, donde muestra la realidad de Colombia con una calidad literaria inigualable.

La cuna del compositor.

José Barros nace el 21 de marzo de 1915 en el Banco Magdalena, un pueblo pequeño, donde solo se entraba a través del rio Magdalena; sus habitantes se dedicaban a los oficios de la pesca, la agricultura y al turismo en las pequeñas barcas que viajaban a Barranca bermeja, Mompox, Barranquilla o Bolívar.

Desde muy pequeño, se dedicó a la creación musical, arte que realizaba en conjunto con las labores de embolador y agricultor, pues su padre, João María Barro Traveceido, portugués, y su madre Eustasia Palomino, murieron durante su niñez, lo que le implicó trabajar para el mantenimiento de él y sus cinco hermanos. “… Creció cantando en la plaza del pueblo donde recaudaba algunos fondos y antes de cumplir los 17 José ya sabía tocar algunos instrumentos musicales como la guitarra. Por esa misma época, el joven Barros inquieto quería conocer otras ciudades y poder enseñar su talento en otras plazas, sin embargo, por cuestiones de milicia obligatoria tuvo que postergar este sueño. Luego de cumplir con su deber patrio, arribó a Barrancabermeja, en donde conoció músicos en circunstan-

cias parecidas; allí formó parte de grupos y comenzó a tocar en bares de la región; después de un año decidió probar suerte en Medellín, en donde ganó un concurso de canción inédita con una composición llamada “El Minero” .

Barros tuvo que abandonar la escuela, pues solo hizo hasta 4º. de básica primaria. Sin embargo, su amor por la música lo impulsó a crear letras, acompañadas con su guitarra e interpretadas en fiestas y serenatas; así se ganaba algunas monedas.

La Piragua de Guillermo Cubillos:

La iniciativa creativa de José Barros lo llevó a que, desde joven, abandonara a su pueblo natal, El Banco. Recorrió varias ciudades: Barrancabermeja, Cartagena, Barranquilla, Cali y Medellín, entre otras. “…el maestro se fue de casa a los 16 años a recorrer pueblos, ciudades

1
en
Biografías. Extraído en 30 de abril de 2015, desde http://www.colombia.com/biografias/musica/sdi/106876/jose-barros. 1 11
Jóse Barros Palomino. Foto.luiskramirez.wordpress.com Tomado de José Barros,
Colombia.com.

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.