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Entrevista
from COSAS 376
Nemo N t e Ne N q uimo Y la selva que habita en nuestra mente
Por Paulina Terán. Fotos: Amazon Frontlines y Getty Images.
El grito de lucha de nuestros ancestros, personificado por la Líder waorani Nemonte Nenquimo, por fin es (aunque parcialmente) legitimado por el discurso conservacionista hegemónico global, representado por la revista Time. ¿Qué significa esta victoria simbólica? y ¿Cómo nos relacionamos “nosotros” con el territorio que esa victoria pretende cuidar?
C
uando “nosotros” (los mestizos ecuatorianos que crecimos en una cultura occidental) supimos que Nemonte Nenquimo había sido elegida como uno de los 100 personajes más influyentes del 2020 por la célebre revista Time, sentimos orgullo y alegría. No era solo una mujer waorani la que estaba incluida en la icónica lista; era un país y dentro de él, una cultura, (una herencia, una cosmovisión) que, sin embargo, en su propia tierra, continúa siendo invisibilizada.
De repente los posts, las historias, los hashtags y los shares de redes sociales como Instagram, Twitter y Facebook se inundaron con repeticiones de la bellísima imagen de la artista latina Marlene Solorio, quien había creado un afiche que simulaba una portada de la revista Time, con el rostro de Nemonte en primer plano y un titular. Aunque la portada de Marlene no era real, graficaba a la perfección el contexto y la importancia de este galardón y lo que sentimos la mayoría de ecuatorianos al verlo. Sin embargo, y a pesar de los shares y las historias, es mínimo, aún, el conocimiento ancestral amazónico al que podemos acceder quienes no vivimos en la selva:
Cuando estoy en la oficina, todo es internet, teléfono, todo es con dinero. Sin dinero no existes, no podrías vivir. Pero cuando yo ingreso en mi comunidad, estoy feliz. Porque no vives debajo de alguien para quien tienes que correr siempre como un loco. Yo cojo un taxi hasta donde termina la carretera; luego cojo un bote; llego a mi casa y tomo chukula y si hay carne o pescado en casa de mi madre, como y de ahí me voy a descansar. Al día siguiente, me levanto a las seis de la mañana; hablo de mis sueños y decido si voy a ir a ver la chakra o si voy a salir a pescar. Y si otro día tengo ganas de ir a la cascada, lo hago. Esa es mi terapia saludable, para que salgan mis malos pensamientos, mi enojo, todo. En la noche, me siento ante el fogón y le digo a mi padre: quiero que nos cuentes a mí y a mi hija cómo vivían nuestros abuelos; ¿qué cambios ves? ¿qué piensas que va a pasar? Entonces él empieza a contarle a mi hija la historia de mi nacimiento. Todos estamos en las hamacas, conversando y riendo. Aquí conoces la vida: cómo es; cómo nace; cómo crece. En la ciudad, ya estoy un poquito cansada. He estado en muchas entrevistas; son muchas preguntas. Mañana regreso a mi selva y desaparezco…
Sincera y libre, Nemonte trata de retratar su vida y de ayudarme a llegar a una com-
“Nemo”, como la llaman sus amigos, tene 35 años y es la madre de una inquieta niña que sueña con ser abogada y crear leyes para defender su territorio. “Creo que va a ser una mujer muy poderosa” dice.
prensión del contraste que experimenta al tener que pasar de la selva a la ciudad y viceversa, y en medio de ese trayecto, hacerle frente a una lucha que tiene millones de años. Sus palabras, su musicalidad y la frescura con la que las pronuncia hacen que por un momento desee estar en su lugar: vivir como ella, comer como ella, respirar como ella. Pero la vida no me ha colocado en su posición, seguramente porque mi espíritu no sería capaz de llevar esa carga. Son muy pocos los llamados a transitar mundos opuestos; sembrar esperanza en ese angosto camino y cosechar victorias que alimenten a pueblos enteros, a universos, quizás.
El año pasado, el pueblo Waorani obtuvo una victoria histórica sobre el Estado: el Tribunal con sede en el cantón de Pastaza falló a su favor en la Acción de Protección que presentaron contra el Ministerio de Energía y Recursos No Renovables, el Ministerio del Ambiente y la Procuraduría y reconoció la vulneración a sus derechos a la consulta previa, libre e informada y a la autodeterminación. Esta decisión histórica significó la protección de su territorio de la explotación petrolera. “Salimos gritando por toda la calle de Puyo. Estuvimos bailando y llegó una tormenta fuertísima, con viento y lluvia, pero no nos importaba nada, por la alegría. Dimos como cinco vueltas por todo el Puyo, cantando y bailando” recuerda Nemonte.
Para la líder waorani, la lucha de los pueblos indígenas es un legado inconmensurable que espera poder dejar a las próximas generaciones: “Yo sabía que cuando salimos con nuestra demanda y que estuvimos firmes y unidos, con nuestros abuelos, abuelitas y los jóvenes, sabíamos que queríamos llegar al mundo. Porque aquí en nuestro propio país es el mismo gobierno el que se quiere aprovechar de nuestros recursos. Con este reconocimiento queremos hacer respetar los derechos de los pueblos indígenas de todo el planeta, que también están tratando de hacerse escuchar, muchos de ellos están siendo asesinados y encarcelados” agrega. Eso, sin tomar en cuenta que la lucha de los
pueblos indígenas es la lucha por la supervivencia global, pues es la selva amazónica la que provee de aire limpio y agua pura a todo el planeta.
Nemonte es clara e incluso dura al hablar de los orígenes de nuestro nefasto presente: hambre, pobreza, contaminación: “Si nosotros no enseñamos a nuestros hijos a cambiar su forma de vida, yo no veo futuro para nadie. Yo veo eso, incluso desde lo espiritual, al tomar ayahuasca, veo esa afectación” asegura. “¿Qué cambió para nosotros? Que ahora tenemos más trabajo para que todas las nacionalidades indígenas nos unamos, para estar como una vocera, en reuniones representativas en CONFENIAE. No hay que
La líder Waorani, Nemonte Nenquimo, muestra evidencia de contaminación por petróleo en el norte de la selva amazónica del Ecuador. Foto Mitch Anderson / Amazon Frontlines
Miembros de la nacionalidad waorani, Pastaza, Amazonía ecuatoriana. Foto Jerónimo Zúñiga / Amazon Frontlines
El pueblo Waorani se moviliza y se une con otras nacionalidades indígenas, los Kichwa, Sapara, Andoa, Shiwiar, Achuar y Shuar, cuyas vidas y tierras también están amenazadas por la extracción de petróleo en la Amazonía ecuatoriana. Foto Mitch Anderson / Amazon Frontlines
esperar, sino hay que hacer una sola lucha, para poder enfrentarnos al extractivismo y al capitalismo, que es algo poderoso que viene contra nosotros”.
Al cierre de esta edición, Nemonte publicó una demoledora carta al mundo desde el portal www.amazonfrontlines.org, titulada “Una carta desde el Amazonas. Destruyes lo que no comprendes” Concluyo este texto con varios de sus pasajes:
Probablemente no estés acostumbrado a que una indígena te llame ignorante y, menos, en una plataforma como esta. Pero para los pueblos indígenas está claro: cuanto menos sabes sobre algo, menos valor tiene para ti y más fácil es destruirlo. Y por fácil,
Nemonte Nenquimo, líder Waorani de la Amazonía ecuatoriana. Foto Mitch Anderson / Amazon Frontlines
En el año 2007, Nemonte conoció personalmente a Leonardo Di Caprio cuando él vino a conocer de cerca la lucha de los pueblos indígenas en el Ecuador. “No importaba que él no hablara español, ni yo inglés. No fue impedimento. Él igual entiende nuestra lucha. Él iba a venir en 2019, pero yo no podía recibirlo porque tenía mucho trabajo”.
quiero decir: sin culpa, sin remordimientos, tontamente, incluso con justicia. […] Nos tomó miles de años conocer la selva amazónica. Para comprender sus costumbres, sus secretos, para aprender a sobrevivir y prosperar con ella. Y para mi gente, los Waorani, solo los conocemos desde hace 70 años (fuimos “contactados” en la década de 1950 por misioneros evangélicos estadounidenses), pero aprendemos rápido y ustedes no son tan complejos como la selva tropical. […] Es la madrugada en el Amazonas, justo antes del amanecer: un momento destinado a que compartamos nuestros sueños, nuestros pensamientos más potentes. Y por eso les digo a todos: la tierra no espera que la salven, espera que la respeten. Y nosotros, como pueblos indígenas, esperamos lo mismo.