Revista Corpus Litterarum

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Número 03

agosto 2013

La revista literaria de las Nuevas Voces

POESÍA • CUENTO • ENSAYO

entrevista

Crónica

CINDY JIMÉNEZ-VERA

En San Sebastián, su pueblo y el mío: Un proyecto de país desde la poesía

Consejitos

DE REDACCIÓN Y ESTILO

CARMEN R. MARÍN Libros

LO NUEVO EN VITRINAS AL I C PE A A S E D A N CA ESÍ IÓ I O IC EDA P ED D L


H

EDITORIAL

ola a todos de nuevo. Un poquito más tarde este mes, aquí les presentamos Corpus Litterarum: Edición Especial de Poesía. Cuando me senté al escritorio a teclear esta nota, solo podía pensar en: «Los poetas se respetan». ¡Y me refiero a todos los poetas! Se respeta al poeta que vive dentro de cada escritor, sin importar el género a que se dedique. También se respeta al poeta que vive dentro del médico, del cajero del colmado, del político, del policía… Todos por igual hemos sentido la inspiración alguna vez. Todos hemos presenciado algo muy hermoso o muy horrible, y sentido deseos de encontrar las palabras para describirlo. Escribimos poesía porque sentimos y las palabras no nos alcanzan. El lenguaje no es suficiente. Así que lo distorsionamos, los transgredimos, lo transformamos. Si Corpus Litterarum tiene un compromiso de profunda lealtad con la literatura, nos pareció prudente comenzar homenajeando al poeta. No porque merezca más respeto que un cuentista o un ensayista, sino porque, en muchos aspectos, la poesía se asemeja más a una chispa espontánea, atrevida, improvisada… Parece más un inicio, ¿no creen? Por cuanto, les presentamos esta edición con orgullo especial. No por ser nuestra idea de un pequeño homenaje, sino porque vemos que se refleja en ella el esfuerzo que nos tomó traerla a ustedes. Sin temor a equivocarme, hablo en nombre del equipo cuando digo que fue nuestro mayor reto. Lo bueno es que ninguno se había formado ilusiones de que iba a ser sencillo. Sabíamos que las complicaciones vendrían; y, tras salir airosos al vencerlas, hemos reafirmado el compromiso: la promesa que le hicimos a la causa cuando decidimos afilar los lápices y comenzar esta tarea. Espero que Corpus siga creciendo, y que este proyecto que comenzó en nuestro patio llegue a muchos más lugares. Hoy, comienzo agradeciendo a nuestros poetas, los poetas que escogieron Corpus Litterarum para compartir sus talentos. Ustedes nos engrandecen. Agradezco a los lectores por los buenos deseos, comentarios y críticas. Mantenemos como meta ser mejores, y la retroalimentación nos ayuda muchísimo. Gracias, como siempre digo y diré, a E.J. y al resto del equipo. Ya saben que si leyeron algún texto y la imagen de fondo los mantuvo en la página aun después de terminado, esas gracias son para Julio A. García, nuestro diseñador gráfico, que siempre anda la milla extra por que la revista llegue a ustedes peinada, maquillada y con los tacones perfectos. Gracias a Carmen R. Marín por la tarde estupenda y la conversación placentera. En esta edición, leerán cómo nos habló sobre su poemario nuevo Salvahuidas. Extiendo un agradecimiento especial a Luis E. Soto por ser nuestra cámara durante la entrevista. Gracias a Raymond P. Meléndez-Miranda, nuestro nuevo relacionista público. Con toda nuestra esperanza y, personalmente, toda mi confianza te decimos: «bienvenido abordo». Creo que ya dicho lo que restaba por decir, sin más preámbulos, aquí está la Edición Especial de Poesía de su revista Corpus Litterarum. Espero que la disfruten. Sandra B. Valentín Medina, Editora

Editores Editor Asistente y Diseñador Gráfico

E. J. NIEVES SANDRA B. VALENTÍN MEDINA JULIO A. GARCÍA ROSADO

Diseñador de Medios Web

E. J. NIEVES

Investigación

SANDRA B. VALENTÍN MEDINA

Relaciones Públicas

RAYMOND P. MELÉNDEZ-MIRANDA

es una revista que tiene como fin proveer un espacio de publicación para la producción literaria de las nuevas voces, tanto de estudiantes universitarios como también del público general que desean darse a conocer en el mundo literario. PUEDE ENVIARNOS SUS PREGUNTAS Y COMENTARIOS A: Email: revistacorpuslitterarum@gmail.com Blog: www.corpuslitterarum.weebly.com

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POESÍA el espejo 04 Tras Jennifer Meteliche cumbres y de goces 05 De Gustavo M. Galliano ceiba 06 La William Rosado Ocasio de las lámparas 07 Detrás Jeanette Rodríguez Colón #1 08 Queja Lyzbeeth M. Cruz Cara transmediada 09 Caricatura Anthony Hernández Rivera 10 Crónica Betzabeth Pagán del pecado 11 Palabras Hirám Sánchez en la misma esquina de tu ojo 16 Allí Alexandra Pagán Vélez 17 7LuisHaikus Cintrón

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It Takes Twins 2 Tango Gretza Piñeiro

Epitafio Lapidario

Edwin E. Figueroa Acevedo

24 Suma Karen Sevilla 26 Tinieblas Angela María Valentín del alma 27 Requiem Wanda Margarita Lluveras Gómez y humedad 28 Lluvia Francisco A. Torres Arroyo

CRÓNICA

San Sebastián, su pueblo 12 En y el mío: Un proyecto de país desde la poesía

Cindy Jiménez-Vera

ENTREVISTA

tarde con Carmen R. Marín 20 Una E.J. Nieves

COLUMNA de estilo 30 Consejitos Julio A. García Rosado

SECCIONES 32 33

Lo nuevo en vitrinas Próximas Actividades


Tras el espejo Jennifer Meletiche Y sueña ahí Frente al espejo de pared Se descubre el alma Se peina el cabello Y yo del otro lado Queriéndola con sus libras de más Con su pelo acabada de levantar Con sus complejos Yo vivo ahí. Envidiando el reflejo que la desviste todos los días Siendo su público mientras canta Dibujándole el mundo mientras llora Sé que vivo ahí. Tacones rojos Labios asesinos Con un peligro de pecho Ella, un cigarro con sabor. Amarga como el limón Es un sueño Siempre un sueño de mujer. 4

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De cumbres y de goces Gustavo M. Galliano Irrumpo en la cima turgente de tus pechos, y me deslizo bañándote de luna. Por la planicie marfil, donde tu vientre, desemboca afiebrado en plena tundra. Y a paso de machete, embisto enceguecido, contra la húmeda oscuridad del Gran Deseo. Y en el vórtice fugaz de lava y fuego, inundo de semillas tu caverna, con vértigo ciclópeo, jadeos Corpus Litterarum

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La ceiba William Rosado Ocasio Noche macabra entre huesos que tintinean en mi tumba cubierta de tierra bajo la ceiba que me desentierra a través de los siglos. Sobre la tierra sagrada se vislumbran los pórticos del tiempo inalcanzable; millones de historias no vividas, eternos lamentos irreprochables.

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Tintinean mis dientes en la calavera de la memoria de lo que fueron estaciones gélidas en primavera del frugal pasado de escases; sentimiento conectado de la colmena.

Crujen sobre mis brazos los pies del acelerado presente que revienta las pústulas dejando visibles marcas que consumen la carne hasta el cansancio dejando todo en su actual estado; etéreos monstruas de la vida fugaz, remedio lejano de la muerte que aguarda.

El eco retumba en los pórticos de la ceiba donde se postra el tiempo ante sus siglos, transmisión del alma impura de mis huesos, una voz que solo escuchan las verdes hojas que impulsan los vientos cargando un susurro: Soy lo que fue, y seré lo que perdure en el olvido...


Detrás de las lámparas Jeanette Rodríguez Colón Sin hablar, sin pensar, iré por los senderos: pero el amor sin límites me crecerá en el alma. Arthur Rimbaud Mientras transcurre todo, detrás de las lámparas el rostro es alegoría. Detrás de mí solo se ve el espejo, el cristal que rasga el firmamento donde se vacía una palabra, donde se deslizan nuestros cuerpos a media luz. Esta simple orilla es mi regazo, piel entre poemas cortados para rozar la mirada intermedia en el dolor de saberme involuntaria. Inmensa fascinación de reconocer que el amor también ha vivido en cuerpos, ha muerto escondido, impenetrable, como un rayo de naufragios despedidos. He presenciado el último paso en el que escribo, a filos de espadas, a miradas disfrazadas de memorias nocturnas y estoy tan segura de enterrar la región oculta donde solo aparezco en este fondo, inmóvil olvido de irrealidades.

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Queja #1 Lyzbêeth M. Cruz & Cara Me siento desgarrada de aquello que una vez fue origen… Entre ojos vacíos y lunas espesas, bailo un danzón del pasado que confunde los pasos y vuelve el baile en mueca. Enredada entre nombres familiares pero inertes, me envuelve un torbellino que no vive y que no muere. Quiero detenerme … poner alto al paso que me lleva y que me sostiene … fuerzas contradictorias de una marea confundida que se pierde en sí misma … sin recordar su historia, sin anticipar su muerte. ¡Deténte!

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Caricatura transmediada Anthony Hernández Rivera A veces pienso, siento, que soy casi el típico personaje de tu programa de tv favorito; a veces creo que, extenuado con la idea de posibles secuelas, me veo transmediado, intertextuado, en otras realidades y mundos virtuales, en los que siempre, al caer la tarde, termina apareciendo la pregunta usual sobre el motivo de la existencia en ese mundo en el que apenas me veo transmutado. Muchas veces soy figura, monocromática y caleidoscópica

caricatura, insertada en el mundo de “lo real”. Siempre un lente me encuentra, sentado en algún valle donde se ve caer el sol, donde me ven preguntarme el porqué de esta piel amarilla. Los créditos nunca caen y permanezco insertado, plasmado en cuatro bordesparedes que contienen esta epítome: yo, efigie de una tragicomedia en la que casi soy el chiste final.

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Crónica Betzabeth Pagán Me desprendo un poco, solo un poco, para observarme de lejos. Un poco más para observar lo que observan tus ojos. Apenas la superficie, apenas un ápice... Me acerco, respiro profundo y vuelvo a aquella; la interrogante, la callada, la plena. Me acerco, me hundo, me encierro. Círculo vicioso del que se intenta huir. Malditas incoherencias.

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Palabras del pecado Hirám Sánchez “4. escribo con todo el cuerpo/de hecho, si no tuviera manos/seguro tendría palabras naciéndome en la piel/florecidas como una enredadera/con tocarme podrías leer(me)/sería una mujer poesía/es ahora y tengo un poema escrito bajo las flores lilas de mis caderas” —Marlyn Cruz Centeno, Seis cortos tergi/versados sobre las manos y dios (fragmento)

me tientas con un matojo de grafemas y se abre la herida tentándo(me) a leer(te) desde allí desde el deseo vehemente donde te nacen las palabras debajo de las ganas de escribir(te) por dentro

me ofreces la fruta mordida que chorrea versos por tus muslos y cruzas las puertas del pecado con estrofas entre dedos con haikus entre los labios quiero morder(te) las letras

desde ahí donde el filamento húmedo se cristaliza con la anticipación del verbo

apetezco que me declames hasta que tus adjetivos satisfagan mis ansias de leer(te) con avidez

desde aquí desde el paraíso donde te florece la poesía melosa e incitadora

hasta que el Edén quede en la memoria

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CRÓNICA

En San Sebastián, su pu Un proyecto de país de Por Cindy Jiménez-Vera A Daniel Nina de El Post Antillano en Puerto Rico, que me pidió una crónica del Festival. Y a Otoniel Guevara de la Fundación Metáfora en El Salvador, que también.

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legué a San Salvador el domingo, 14 de julio a las 4:00 a.m., luego de un atraso de siete horas que incluyó el cambio de una llanta de uno de los aviones de conexión y la lectura de casi toda la poesía de Clemente Soto Vélez en dos aeropuertos distintos. Me recibió el poeta salvadoreño, Roberto Deras de Fundación Metáfora, entidad que me invitó al II Festival Hispanoamericano de poesía Claudia María Jovel en San Sebastián, Departamento de San Vicente en El Salvador. Fuimos directo al hostal donde pasaría las pocas horas de madrugada que me quedaban. —Mañana vengo a recogerlas a las 9:30 a.m. Iremos a un Parque arqueológico en Aguilares. —Gracias, Roberto. Me hace mucha ilusión esa visita. Con el uso del plural, supuse que mis compañeras poetas ya habían llegado al país. A pesar de mi cansancio por el viaje, luego de colocar la maleta con 20 libras de sobrepeso llena de libros que varios poetas y editores puertorriqueños tuvieron a bien obsequiarle a El Salvador, no me podía quedar dormida pensando en Aguilares, pueblo donde ministró el Reverendo Rutilio Grande, asesinado durante la guerra. El Padre Grande fue una gran influencia para el Monseñor Romero. También me conmovía haber llegado a la tierra de Roque Dalton. Igual, pude dormir un rato.

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Aguilares: variaciones sobre la piedra en el carro de Roberto

l domingo en la mañana compartí un suculento desayuno salvadoreño que incluía arroz con frijoles, plátano y huevos en el hospedaje junto a las poetas, Ingrid Ortez de Honduras y Sara Castro de Costa Rica, también invitadas al Festival. De camino al Parque Arqueológico Cihuatán con ellas y Roberto, noto que atravesamos dos hileras larguísimas de árboles geométricamente inclinados como un túnel orgánico. Le pregunto que cuáles árboles son esos. —No sé. Son así. Luego de estar un rato en el parque arqueológico bajo un sol poco piadoso, llegamos a la casa del alcalde de Aguilares. Recuerdo haber leído y visto documentales 12 Corpus Litterarum

sobre el impacto de la guerra en ese pueblo. Tenía muchas preguntas. Esta vez decidí sentarme en la parte trasera del carro de Roberto. No era justo que siempre estuviese al frente. En realidad quería mirar el mechón de pelo larguísimo que colgaba de la cabeza con pelo corto de Roberto. Al sentarme, noto una piedra cuadrada como un bloque entre mis pies. —Es para las cuestas empinadas. Aquella piedra era un poema. La tuve entre los pies, debajo de cada pie, al lado de los pies. Fui creando mis propias ecuaciones. Esa fue mi lección de arqueología de camino a la casa del alcalde. Para nuestra sorpresa el alcalde, Wilfredo Peña es poeta y nos esperaba con su hermosa familia, un lindo agasajo y otro compañero poeta, Javier Alas, quien había formado parte de un taller literario en la guerrilla. Obtuve muchas respuestas. Y más preguntas a la salida del pueblo. Recogimos nuestro equipaje en San Salvador y a la poeta nicaragüense, Marina Moncada. ¿Princesa, quiere que le ponga algo en su pupusita?

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sa noche llegamos a San Sebastián, Departamento de San Vicente. Allá visitamos a Eric Henríquez, de Fundación Metáfora, quien fuera el mejor amigo de la poeta Claudia María Jovel, desaparecida en la guerrilla. Luego, fuimos con Marisol Alfaro, sus hijos Mariana y Ariel Guevara y otros compañeros de Metáfora a comer pupusas revueltas con chocolate caliente. Las pupusas son tortillas de maíz algo gruesas que se rellenan ya sea con queso o frijoles o lo que llaman chicharrón, algo más suave y fibroso que el chicharrón boricua. Cuando una pupusa se rellena con esos tres ingredientes se le llama revuelta. Un manjar. Al caminar en dirección a nuestro hospedaje, Ariel de cuatro años, se voltea y me dice: —Pero vos no te apurás. Hice como que aligeré mis pasos. Pero no tenía prisa. Caminar entre las calles de San Sebastián era un destino. Nos acompañaba un hijo de Eric. Se acerca un grupo de jóvenes y saludan. —Buenas. —Buenas. Qué guapo el alto, dijo Marina, la poeta nicaragüense.


ueblo y el mío: esde la poesía Nosotros caminamos en dirección al hospedaje. Ellos siguen en dirección opuesta. —Son mareros. Las cuatro poetas internacionales nos acomodamos en la habitación del que sería nuestro hospedaje por una semana en casa de Don Fidel y Doña Raquel, su hija Olga, y su nieto, Carlos Fidel de siete años. El lunes en la mañana, luego del desayuno preparado y servido por Doña Raquel, fuimos a la inauguración del festival con Marisol Alfaro y Tony Peña de Fundación Metáfora. Leímos junto a la poeta mexicana y directora de la Editorial Literal, Jocelyn Pantoja y un poeta bataneco, gentilicio del pueblo de San Sebastián. A mi lado izquierdo estaba sentada una de las hermanas de Claudia María Jovel, poeta a quien se le dedicaba el festival, que, a su vez, forma parte de El Turno del ofendido, un festival de poesía que lleva ese nombre por un poema de Roque Dalton. En el mismo se llevan poetas internacionales y salvadoreños a pueblos de todo el país, no solamente a la capital. Uno de los fines de estos festivales es combatir la violencia a través de la poesía. La hermana de Jovel me prestó un libro pequeño con poemas de Claudia María. Al ser yo oriunda de San Sebastián del Pepino, pueblo puertorriqueño hamaquero y de mártires revolucionarios del 24 de septiembre, día después del Grito de Lares, pensé que tanta casualidad no podía desperdiciarse y seleccioné el siguiente poema para leerlo en voz alta: San Sebastián Este pueblo que ha visto crecer la noche como una inmensa flor marchita nos llena los labios de ternura acuden a nuestras manos pájaros presurosos mientras el viento hace sonar cascabeles sobre los pálidos tejados que duermen… Nosotros, sin embargo, no dormimos abandonando la complicidad de las puertas

FOTO:

Ingrid Ortéz

salimos a proletarizar la esperanza crecen ante nosotros los adoquines y las ventanas y mientras sembramos las paredes de poemas hermanados en la sangre que vigila los grillos nos dirigen su mitin. Luego de la inauguración del festival fuimos con los compañeros de la Fundación Metáfora a unos textiles de hamacas y manteles y pudimos apreciar la labor de los artesanos en su faena. Caminamos a un mercado en el que había todo tipo de objetos, frutas, verduras, carnes, pescados, y por supuesto, pupusas recién hechas. Al doblar una esquina, oí a una señora decir: —¿Princesa, quiere que le ponga algo en su pupusita? No pude evitar sonreír. En la tarde, leímos en el Centro Cultural de San Sebastián, dentro del marco de la inauguración de una exposición fotográfica de ciudadanos de la tercera edad. Al final, en la fila para los refrigerios una anciana se me acerca y me dice que ella lee poesía pero no la invitaron, que le ha gustado mucho lo que leí y que parezco salvadoreña. Nos abrazamos y compartimos la merienda. Esa noche mi maleta, que se había empezado a vaciar, se volvía a llenar con libros de la Editorial Literal de México, un proyecto editorial de altura que publica propuestas actuales de poesía latinoamericana. Entre los títulos que me llevé figuran: Las ondulaciones permanentes: última poesía cubana, editado por Javier Norambuena y Luis Yuseff, Chicle (ahora es cuando) de la poeta cubana Legna Rodríguez Iglesias, Transversa de la nicaragüense Gema Santamaría, Transterra del mexicano Gerardo Villanueva, Apresurada cicatriz: instantáneas de poesía centroamericana, antología editada por Jocelyn Pantoja, Lauri García Dueñas y Gema Santamaría.

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¿Qué sabes de Arquímides?

l martes nos toca leer en un Centro Escolar en un pueblo fuera de San Sebastián llamado San Esteban Catarina. Nos lleva el poeta salvadoreño, Tony Peña de Metáfora. De camino nos detenemos frente al Valle de Jiboa para ver los maizales y el volcán de Chinchontepec en San Vicente. Al llegar a Corpus Litterarum 13


la lectura nos recibe Douglas Martínez Cruz, hermano del poeta desaparecido en la guerra, Arquímides Cruz, por quien todavía preguntan muchos. Algunos jóvenes de escuela superior leyeron sus poemas en voz alta, otros los leyeron al oído de algunas de las poetas utilizando sus celulares. Era una audiencia enorme. Los más valientes nos hicieron preguntas de forma oral. Los tímidos las escribían en un cuaderno que aún conservo. En el fondo sigo buscando respuestas para ellos y para mí. Douglas y Tony nos llevaron a almorzar a un lindo restaurante. No dejaba de mirar el rostro de Douglas. Quería preguntarle yo también qué sabes de Arquímides? Al salir del almuerzo me sentía mareada y no pude aceptar la invitación de los compañeros a conocer lugares importantes relacionados a la guerrilla de los ochenta en San Vicente. Al llegar al hospedaje, noto que además del mareo tengo otros síntomas típicos del viajero. Don Fidel y su familia me colman de cuidos, sueros, medicinas, jugos de limón y sal y todo el amor que cualquier hija puede necesitar en ese momento. El mismo que me brindaron desde el primer día. En la noche y por la fiebre me asaltan unos escalofríos que despiertan a las otras poetas quienes me abrigan y me calman hasta que dormimos.

mos en unas hamacas en el patio interior del hospedaje. Tomamos agua de coco de las palmas de Don Fidel. Al dirigirme a la cocina para devolver el vaso y un plato de sopa que me prepararon, llega Otoniel Guevara, director de la Fundación Metáfora. Pregunta por mí y con un fuerte abrazo indaga sobre mi salud. —Yerba mala nunca muere. Reímos por mi respuesta. Nos fuimos Otoniel, David y yo a las hamacas sostenidas por árboles de carambolas. Allí Otoniel me cuenta de cuando Pedro Pietri estuvo en El Salvador. —Fuimos a una lectura de poesía a la cárcel. Los reclusos lo miran con sospecha y el director de la institución los llama a la oficina y les muestra las reglas de visita que estipulan que no puede ir nadie con bigote, pelo largo, sombrero o vestido de negro. La mayoría de la población de reclusos pertenece a las maras o pandillas. Algunos de ellos han sido deportados desde los Estados Unidos. Otoniel le pide al director que haga una excepción, que Pietri es un poeta que viene desde Nueva York. Al final accede y van los dos a leer poesía a los reclusos, quienes les miran mal y permanecen en silencio. Pietri les lee Puerto Rican Obituary en inglés y Otoniel lo lee traducido al español.

Puerto Rican Obituary debajo de las carambolas

Here lies Juan Here lies Miguel Here lies Milagros Here lies Olga Here lies Manuel who died yesterday today and will die again tomorrow Always broke Always owing Never knowing

—Cindy y las niñas, vengan a desayunar. Así fuimos las poetas para nuestra familia bataneca, sus niñas. Casi no pude probar bocado. Estaba muy enferma. Carlos Fidel, el nieto de siete años de los dueños de la casa me enseña un juguete confeccionado por él mismo y recita el poema Margarita, está linda la mar de Rubén Darío. Eso me anima a salir a las lecturas del día. Llegó David Juárez, poeta salvadoreño de Fundación Metáfora y nos llevó a la lectura en el Instituto Nacional de San Sebastián, donde Claudia María Jovel cursó sus estudios de escuela superior vocacional. Nos recibió su directora, quien fue maestra de Jovel de mecanografía y contaduría. Me contó que los de la guerrilla llegaron a llevarse a algunos estudiantes del Instituto para reclutarlos en algún momento. Luego los devolvió. Los desaparecidos durante la guerra, si embargo, siguen muy presentes entre los familiares. Algunas madres siguen preguntando por sus hijos. San Sebastián es una herida abierta. —Mira los balazos en esa ventana. Ahora vivimos otra guerra. Las maras. En la lectura no me sentía bien. La poeta hondureña Ingrid Ortez les leyó poemas de manera impecable mientras caminaba entre los pupitres. A mí todo me daba vueltas. El compañero David Juárez también le habló a los estudiantes. Les dijo que la poesía es tan natural como todas las cosas. —No nos debe ser extraño escribir poemas. La poesía es parte de la vida diaria. Yo necesitaba recostarme por mi salud física y por el dolor de esas madres, los familiares y amigos de tantos desaparecidos que los siguen buscando. Buscando sus cuerpos. Sus historias. Cerrar un círculo. En la tarde, las poetas internacionales son llevadas a una visita a una laguna. Esa excursión me entusiasmaba mucho, pero ya me sentía muy mal. David Juárez se quedó todo el tiempo conmigo. Nunca dejó de sonreír. Nos recosta14 Corpus Litterarum

that they are beautiful people Never knowing the geography of their complexion. Al terminar la lectura, levantan a Pietri y lo cargan. Lo hacen marero. Pietri sale muy feliz de la cárcel porque pertenece a una mara. Otoniel, David y yo reímos. Procuro que no noten que al final de la historia me bebo las lágrimas. Luego de una siesta en la hamaca se me han ido todos los síntomas y tengo apetito. Salimos hacia la casa de Eric Henríquez un rato y éste le pide a su hijo que traiga pupusas. Me comí dos con queso. Seguía con apetito. Así que Otoniel, David y yo fuimos a un puesto de Pollo Campero y pedimos una orden generosa de pollo frito para llevar al hospedaje. Al llegar de noche, las poetas habían regresado de la excursión a la laguna y comimos todos en la mesa. David nos leyó algunos de sus poemas a petición de la poeta nicaragüense, Marina Moncada. Dormí bien. Había superado la aflicción de salud. Un guardia con fusil en mano quiere uno de tus poemas

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n la mañana del jueves leímos en Cojutepeque. Los estudiantes celebraban la cultura por una semana con teatro, música y poesía. Había poe-


tas entre los jóvenes. Algunos nos enviaban papelitos con preguntas a los poetas. Al regresar en la tarde a San Sebastián se celebró la clausura del festival en la plaza pública, frente a la alcaldía. Fue una hermosa celebración de pueblo. Gente de todas las edades sentados y de pie fueron a escuchar poesía. Al lado de los poetas había un guardia con un fusil que se conmovió con uno de los poemas de la hondureña. Tal como dijo David, la poesía es parte de todo. Luego Otoniel se encargó de darle el poema de Ingrid Ortéz al guardia. Esa noche salimos en autobús bajo una lluvia inclemente hacia San Salvador.

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Se acabó la tregua entre las Maras

l viernes en la mañana el poeta salvadoreño de Fundación Metáfora, Vladimir Baiza me lleva al Colegio donde se me ha asignado leer junto a Claudia Meyer y Miroslava Rosales. Baiza había sido invitado al Festival Internacional de poesía de Puerto Rico, por lo que teníamos un vínculo y me alegré muchísimo de compartir con él en su tierra. Al salir de la lectura, almorzamos en el Colegio junto a Otoniel. Todos los chicos rodeaban a Otoniel para tomarse fotos con él. —Se acabó la tregua entre las maras. Hablan de un toque de queda. Mientras Otoniel pronunciaba esas palabras yo comía callada. En El Salvador hay dos maras (pandillas) principales la Mara salvatrucha o MS 13 y la Mara18. Son rivales. A tal grado, que las cárceles las tuvieron que reesctructurar por maras, porque se estaban matando los reclusos. Los mareros llegan a los establecimientos a cobrar la renta. Lo mismo pasa con el transporte colectivo. Pueden subirse a un autobús, detener labores y rutas y cobrar la renta entre los pasajeros. La renta es dinero que recogen para ellos y para poderle brindar una mejor calidad de vida a los mareros que están en la cárcel. Hasta hace poco hubo una tregua. Una pausa en la que dejaron de matarse unos a otros. Las noticias oficiales habían declarado a algunos pueblos como zonas libres de violencia. No obstante, en esos momentos se había roto la tregua y empezaron a ocurrir muertes. Esa tarde, poetas y miembros de Metáfora permanecimos en el hostal. En la noche fuimos a una lectura en la celebración de un aniversario de la asociación feminista Dignas. Creo que las aburrimos un poco. Por suerte, llegaron unas chicas con tambores y luces y llenaron de vida la fiesta. Eso también es poesía.

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El Monseñor es mi pastor

l sábado en la mañana salimos a un recorrido por algunos museos en San Salvador con David Juárez y Otoniel Guevara. Visitamos el Museo de Antropología, en el que aprendí sobre la cultura Nahua Pipil, los jaguares, la cosmogonía del pueblo salvadoreño y el sincretismo. En la librería del museo adquirí la narrativa completa de Salarrué, la poesía de Roque Dalton y unos libros de poesía infantil salvadoreña y uruguaya. San Salvador respira historia por todas partes, aún entre Starbucks, Wendy’s, Pizza Hut, Sears y otras invasiones. Le pedí a David que me llevara a la tumba del Monseñor Romero en la Catedral. Nos acompañó la poeta hondureña. Al llegar al mausoleo nos recibe un hombre sonriente y me enseña el libro de

visitas para que escribiera lo que sentía por el Monseñor. Me pareció prudente escribir algo importante, o al menos conmovedor dado que se está considerando canonizar a Romero. Pero al poner el bolígrafo sobre el papel comencé a temblar y solamente pude escribir mi nombre, mi país y una frase arrastrada que leía: El Monseñor es mi pastor.

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Hasta la poesía siempre

n la noche fuimos a una última lectura que fue en el Museo de Santa Tecla, antigua cárcel de torturas para prisioneros políticos durante la guerra. Llovió en la lectura, nos mojamos porque la dirección de la lluvia era de tal forma que entraba por las ventanas del Museo. Una cantora nos deleitó con cantos latinoamericanos. Y un sonriente guitarrista le cantaba los inicios de las canciones que en ocasiones olvidaba. Luego cenamos, recibimos libros de poesía. En ese momento y guiados por David Juárez y Tony Peña, descubrimos que todo en el restaurante era chino. Roberto me llevó al aeropuerto de San Salvador. Por el cansancio me dormí en el camino. Al llegar y bajarme para coger la maleta, me percaté que debido a la altura durante el viaje en carro tengo los oídos tapados y no alcanzo a escuchar lo que me dice Roberto. Me grita que se va a estacionar y que regresa. Hago la fila para registrar la maleta, que va más pesada que como llegó. Y frente a mí está un gringo con una salvadoreña. Señala mi camisa negra que asemeja el tablero del juego de mesa Ouija™ y dice: —It’s being a while since I played with a Ouija board. Su esposa muy seria le dice algo al oído y él contesta: —No, it’s not Satanic! Así me doy cuenta que se me han destapado los oídos. Ya es mi turno, registro la maleta y subo hacia la salida que me dirige al avión. Allá me espera Roberto a quien pude escuchar por última vez, pero no recuerdo lo que me dijo. Tampoco me fijé en su mechón. Lo abrazo agradecida. Y camino hasta la poesía siempre. Frase que tomo de Eric Henríquez.

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Coda: Hospitalidad centroamericana

n el avión de regreso a Puerto Rico, planifico dormir porque tengo hambre y es el segundo avión de la noche luego de una lectura de poesía y un día agotador. El dinero lo gasté con gusto pagando el sobrepeso de la maleta llena de libros de poesía. No logro dormir. A mi lado va sentado un hombre guapísimo de unos cuarenta y tantos años que desea conversar. Conversamos. Me dice que nunca había conocido a una poeta. «Googlea» mi nombre en su celular y marca la página de Erizo Editorial, a pesar de no leer en español. Es de Belize, pero vive en Puerto Rico. La línea aérea que no ofrece ni un vaso de agua, anuncia que ya pueden comprar algo de comer. Él ordena dos sopas. Y pienso que tiene un apetito voraz, porque las sopas que venden son enormes. Cuando llegan a servirle las dos sopas, él abre la mesita frente a mi asiento y me sirve una de las sopas. Se come la otra. En ese momento pensé que era la mejor sopa del mundo. No pude evitar sonreír por la hospitalidad centroamericana que acababa de experimentar, la misma que había vivido durante algo más de una semana gracias a la Fundación Metáfora y su proyecto de país desde la poesía. Corpus Litterarum 15


Allí en la misma esquina de tu ojo Alexandra Pagán Vélez

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Allí en la misma esquina de tu ojo reside, habita, coincide un gigante, un ente grotesco que te exprime las lágrimas y las consume se las traga como boa como cerdo, como sapo como… ¡hormiga! Colosal y mínimo reducido y compactado en la misma esquina una arenita que no ves pero que te exprime cada suspiro cada queja lenta y quieta, que se te agolpa ingrata, insípida ¡tonta! Un gigante tan reducido que cuando te mira ¡te compacta! Te alargas como médula como tripa regalona de gordo Burger King® te estiras, te tocas te miras, “Yo soy…” pero el gigante te detiene “tú eres” frente a un espejo frente a un televisor frente a posibilidades de ruleta rusa un proverbio Corpus Litterarum

un chasquido de dedos la tabla de multiplicar uno por uno por dos por cero en la esquina de cualquier ojo un gigante pesa el peso de un cable que acompañas con pop corn palomitas de asma asma, asma en la esquina del ojo habita un gigante que pesa que agota las lágrimas te turbas, te detienes ¿¡Qué era lo que quería… decirte!? ¡Palabras! El gigante no duerme se toca, te toca ¡a cualquiera le toca! una lotería de espejos una rifa de televisores el sorteo de una ruleta ¿rusa?... USA, ABUSA consume, te consume en las posibilidades de tener un gigante en la esquina del ojo que a veces parece un gordo Burger King®


7 Haikus Luis Cintrón 1. Llegué a besar el polvo. Tú música salvó mis labios.

2. Reencarnaste en este amor que el tiempo contempla.

3. Aquí de noche con tu olor a lluvia, tu cuerpo en gotas.

4. Resbalé sobre una cintura celeste en su ocaso.

5. Maldita ancla, me mantienes inmóvil ante mis sueños. 6. Después de irte noté tu rastro en mi boca sonriente. 7. Mi viñedo de humedad y calor, sabor de años.

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It Takes Twins 2 Tango Gretza Piñeiro When I met you everything around was red when the light was on, otherwise it was black. I touched you before there was light. Remember? It was a finger or a toe maybe it was (y)our heart. De sista a sista, nobody knows or understands lo que ha sido desde entonces. Ocho años bisiestos of these thirty years, like a pearl wedding. Many days... No one can count holas o adioses. I look at your face each morning at the botiquín mirror, say hello and you smile

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with that beautiful smile of yours that always make me feel envy... capital sin. When you were born, I was already dando cara! I think that is the reason why you have dado cara tantas veces. Our childhood, carabí hurí, carabí hurá. I look at our photos, when we were two innocent girls (si alguna vez lo fuimos) and ask myself, where have my dreams gone? Does sista have los suyos todavía? We were together each day, we are and we are going to... I can’t comply, in thirty years life has been not so rude. One gray hair, two wrinkles and a knee that hurts sometimes. My shadow has its own body.


Epitafio lapidario Edwin E. Figueroa Acevedo

Letras esculpidas en frío mármol bruñido. Honor a quien en vida fue miseria y escoria. Huesos añejados que supuran la hiel en tu pellejo. Escupo la tierra que te acobija entre sus entrañas. Quemo la tierra que te consume, para que tu carne podrida también pruebe la vehemencia que tu alma aviva en el infierno. Irónicamente, te custodian tres figurillas que te extienden sus brazos: un Cristo Redentor manchado un Divino Niño manco y una Virgen de la Misericordia acongojada.

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ENTREVISTA

EN LA ALMADÍA CON Por E.J. Nieves y Sandra B. Medina

P

ara esta Edición Especial, dedicada a la poesía, nos dimos la tarea de entrevistar, rodeados de libros y música de piano, a Carmen R. Marín, que, recientemente, publicó Salvahuidas, su primer poemario bajo el sello Editorial Erizo.

E.J.: Antes de comenzar con las preguntas, háblanos sobre quién es Carmen R. Marín. Carmen R.: Esa es una buena pregunta. Carmen R. Marín es el nombre que he utilizado para publicar Salvahuidas y el que usé anteriormente para publicar otras cositas. Mi nombre es Carmen Lydia. La R es de Rodríguez y Marín es el apellido de mamá, que es quien realmente ha estado conmigo desde que nací. Aparte de eso, Carmen es maestra de español, y usa mayúsculas en la vida real. Enseño español en una escuela privada secundaria en San Juan. Estudié Estudios Hispánicos en Mayagüez, en la UPR, y la maestría en Romance Languages en español, también en Nueva York. Luego estudié el doctorado en Stony Brook, Nueva York. Así que, Carmen R. Marín es una estofona que ahora es maestra. E.J.: Esta edición está dedicada a la poesía. Como eres poeta, puedes decirnos qué es la poesía para ti.

Carmen R.: El proceso de escritura de este libro fue como una terapia. Surge de varios talleres. Hago un paréntesis para enfatizar la importancia de los talleres que hacen escritores y escritoras maravillosos en este país, tan desprendidamente. Por un lado, Yolanda Arroyo Pizarro dio en el 2010 un taller que se llamó Taller para Sobrevivientes. Yo acababa de llegar a San Juan huyendo de una relación terrible que terminó en tribunales, espantosa. Así que dije: «Ese taller es para mí». Claro que uno siempre tiene unas inclinaciones, y desde pequeñita estaba por ahí escribiendo cosas. Que si el diario, que si los certámenes, pero fueron esos talleres, el de Yolanda y, por otro lado, el Taller de Literatura Confesional de Mairym Cruz Bernal. Ella lo da en su casa; nos abre las puertas de su casa por seis meses una vez a la semana, todas las semanas sin fallar. Y es realmente taller. Nos va ayudando a encontrar nuestra voz. Así fue el proceso. Ya luego de graduarme, como quien dice, de esos talleres; el proceso de escritura es lento en mi caso. Muy, muy lento. Si se me ocurre alguna idea, la apunto por ahí y la dejo botada. Sigue en la cabeza hasta que un día ya no puedo más y me siento. Tiene que ser con el teclado, ya no puedo escribir a mano. Pero, básicamente, es eso. Se me ocurre una idea, la anoto, la dejo descansar hasta que me parezca que haya sobrevivido el primer impulso y entonces le doy la vuelta, manejando el lenguaje a ver cómo lo voy a decir. Si va a ser paródico, si va a ser un vómito emocional, o si va a ser una imitación de algo que vi en cuanto a la estructura y al uso del lenguaje.

Carmen R.: ¡Wow! Cuando dicen eres poeta, yo me quedo… ¡Qué fuerte! Poesía… Creo que existe en todas partes. Aunque suene clichoso. En términos lingüísticos, se trata de un manejo particular de la lengua que busca eso que llaman el goce estético, bien sea por terrible o por maravilloso, y hay muchas maneras de lograrlo. No podría encajar poesía dentro de una definición particular. En ese caso tengo que imitar a Darío. A Rubén Darío cuando no quería ningún manifiesto y decía: «¿Cómo escribir un manifiesto si yo precisamente lo que quiero es la libertad en E.J.: ¿Por qué el título «Salvahuila escritura y la poesía?». Tampoco das»? ¿De dónde surgió? me atrevo a definir, aunque juego Carmen R.: El título Salvahuidas con las definiciones. surgió aquí mismo. Este lugar. LibreE.J.: A la hora de sentarte a escribir, ría AC se ha convertido en algo mágico. Estábamos sentados, Ángel Antonio ¿cómo es tu proceso de escritura?

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Carmen Marín

(el editor de Editorial Erizo) y yo en aquella mesa. Él con mis textos, que ya había tratado de organizar y quería consultarme a ver si estaba de acuerdo, y no teníamos título. Y allí —relajando, jugando, básicamente— lo que nos vino a la mente antes que el título fue la imagen de la portada. Un poco para simbolizar la idea completa del manuscrito en aquel momento. Primero vino a la mente la imagen de esta mujer que está un poco hundiéndose o saliendo a flote, porque no podemos definir qué está pasando ahí. Él ya tenía esa imagen en mente. Yo tenía en mente la de Virginia Woolf, el personaje entrando al río al final de la película The Hours. Se lo mencioné a Ángel Antonio y me


R.

es parte de la experiencia vivida, experimentada de quien lo escribe y están otros que piensan que todo está mediatizado por el manejo de la lengua, de la ficción, del arte. Así que da igual, enseña que lo que uno quiera enseñar. E.J.: «Salvahuidas» es un poemario escrito completamente en minúsculas. El lector no va a encontrar palabras mayúsculas aun cuando la palabra lo requiera. ¿Por qué? ¿Cuál era la intención? Carmen R.: Jugar, básicamente. Como les dije, soy maestra de español. Corrijo los puntos, las comas, las mayúsculas, los paréntesis, etc. Me parece que en la poesía, en el arte, hay que entrar a otros códigos distintos. El lenguaje —estrictamente como se interpreta su gramática y ortografía— es un código. Uno se viste con él para unas ocasiones y en otras ocasiones se viste con otro, con el del juego o con el de la creatividad. Realmente, cuando me sentaba a escribir las asignaciones en los talleres, me salía todo en minúsculas. Quizá, inconscientemente, se trata de romper reglas por las que lucho todos los días en mi aula. Es también una invitación a que la persona que vaya a leerlo lo entienda así, que tiene que traspasar un umbral. Tiene que salirse de su idea rígida del lenguaje, de lo que es corrección y exactitud. Si se anima a ese juego, entonces va a poder leerlo. Tenía compañeras en el taller que me decían: «Me encanta cuando lo escucho, pero al leerlo no puedo». Literalmente no podían leerlo porque estaba en minúsculas. Así que es también una provocación en ese sentido. Sandra B.: ¿Dirías que «Salvahuidas» trata sobre la violencia y el abuso (maltrato)?

dijo: «Exactamente, eso es». Comenzamos a jugar con las palabras: términos acuáticos, marinos, esto y lo otro a ver que salía. A él se le ocurrió Salvahuidas. Un poco recoge la idea de salvavidas. Salvahuidas, fonéticamente, suena como salvavidas. A mí me gusta también pensar que las huidas hay que salvarlas. Tiene que quedarse alguna en el bolsillo para cuando haga falta huir de nuevo.

ese procesador que es el manejo del lenguaje para convertirlo en poesía o en ficción, ya es otra cosa. Ya no eres tú. Tengo, por ejemplo, estudiantes que se han interesado por escribir, y que lo hacen muy bien. A veces, me dicen: «Entonces van a pensar que yo soy así o que yo me quiero suicidar, maestra, y eso no es lo que yo quiero». Pero así les salió el sentimiento o la idea en el poema. Yo digo: «Bueno, lo que pasa es que quieras o no, todo el munE.J.: ¿Cuánto consideras, en tu opi- do cuando te lea va a pensar que eres nión, que tenemos permitido reve- tú y que eso es lo que estabas sintiendo lar de nosotros mismos en un texto? en ese momento, aunque estés seguro de que es ficción». Así que, por un Carmen R.: ¡Todo! Porque pienso que lado está el lector que piensa que todo una vez está pasado por esa licuadora, lo que aparece en un texto publicado

Carmen R.: No. Creo que son temas importantes ahí y pesados. Creo que se trata más de enfrentar el dolor que provocan la violencia, el abuso y el maltrato, de poder darle palabra a ese dolor. No necesariamente esto implica que llevo un mensaje, o que quiero salvar a las mujeres que pasan por una situación similar; o a las niñas, ¡qué más quisiera yo que salvarlas! Pero con un libro no se hace. Sin embargo, me parece que, en la medida que la gente lee este tipo de sentimiento, este tipo de expresión artística de un dolor (muchos dolores), se puede sensibilizar, siendo optimista. Hace días, estaba en Facebook, y un amigo —escritor también— me habló por el chat. Me dijo que estaba leyendo el libro, que le encantó precisamente ego te absolvo (la confesión), y que va a escribir la suya. No en poesía, porque Corpus Litterarum

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lo que a él más le gusta es narrar. «Pero me has animado a escribirla», dijo. Nunca antes se había animado a escribir algo como una confesión sobre sus dolores, sus procesos, de cómo batallar contra esos temores. Así que, le digo: «Wow, me vas a hacer llorar». Porque yo no puedo decir que escribo para eso, decir eso sería falso. No creo en que un libro pueda salvarnos de nada; eso es lo que dicen las religiones y mira a donde hemos llegado. Pero en la medida en que uno lee, se trasporta, se hace más sensible. Un texto puede animar a otros a seguir escribiendo.

día traspasar esa barrera de que tenía que seguir todas las reglas de gramática. Por otra parte, habría que tratar de enseñar a leer; no necesariamente a niños, quizá al público general para dejarles saber que están entrando en otro código, otro traje, otro disfraz. Y dejarlos pasar y disfrutar de lo que les pueda traer esa lectura, bien sea un sentimiento de miedo, tristeza o de alegría profunda. Hay que enseñarles a atreverse a dejarse ir. Esto ya el arte gráfico lo ha logrado tantas veces en la historia; romper con lo que se consideraba belleza, que no queda descartado para nada. No digo que E.J.: Si fueras a escribir «diccioel que se siente a escribir un soneto nario de palabras inexorables III» perfecto hoy día está mal, ¡para nada! ¿Qué palabra escogerías? ¿Por qué? El mayor reto es que haya gente que Carmen R.: Tendría que ser «supervivencia». Creo que voy a tomarlo como tarea, y se los voy a enviar. Habría que definir la supervivencia porque, en el fondo, es el tema que quise que sobresaliera en el texto, a pesar de que, ciertamente, sobresalen los diferentes tipos de violencia y los diferentes tipos de dolor. Al final, hay una sobreviviente aquí; así que, ese sería el término por «definir». Lo de los diccionarios lo hice también con la misma intención de lo que hablábamos horita sobre las minúsculas. Una estofona —como les dije que soy— que ha venido leyendo diccionarios por placer, tratando de definir cosas, no por descubrir tal o cual cosa, sino porque apalabrarlo es lo que nos gusta. ¿Con qué palabra lo voy a decir? ¿De qué forma? Criada por tantos años en la academia, mucho tiempo desde que uno entra al bachillerato hasta los cursos de doctorado, todo lo que se lee es así muy rígido: la teoría, la crítica. A uno lo van formando para que utilice ese mismo lenguaje, esa misma forma. Así que el diccionario —y jugar con eso y dar unas definiciones un poco o bastante absurdas en el fondo— pues me parecía bien divertido. Sandra B.: La poesía tradicional con rimas consonantes, con versos cuadrados y alineados al lado izquierdo es cada vez más rara. En poesía, ahora vemos el uso creativo del espacio, los silencios o los formatos irregulares como el que vemos en «diccionario de palabras inexorables». ¿Cuáles piensas que son los mayores retos que presenta la innovación en las formas poéticas? Carmen R.: ¡Que no nos lean! Ese es el mayor reto. Como la compañera que les decía que escuchaba el texto y le parecía fantástico, pero que no po22 Corpus Litterarum

se niegue a leerlo solo por su apariencia; pero, por otro lado, las generaciones más jóvenes quizá disfrutan de decodificar. Disfrutan decir: «Mira, así mismo escribo yo a veces» o «No sabía exactamente lo que quería decir cuando escribió esa palabra así de corrido y en minúsculas, pero lo descifré». Eso es parte del goce cuando uno consume cualquier tipo de arte. Sandra B.: «Ego te absolvo» es una versión sin editar o, lo que podríamos llamar, un borrador de lo que es «estampillas (o la confesión)». Sin embargo, ambos están publicados en «Salvahuidas». Si un trabajo sin editar o, en cierta forma, inconcluso es publicable, ¿dirías que no existe tal cosa como un «texto


so que escribo para no matar». ¿Qué terapéutico. La escritura no tiene que serlo, ¡para nada! Pero lo puede ser. Carmen R.: No quiero decir que no tan veraces o acertadas son estas paexiste tal cosa como un texto termi- labras para Carmen R. Marín? E.J.: Después de «Salvahuidas», nado. No me gustan las cosas sin, Carmen R.: Cuando las escribí, ab- ¿cuáles son tus planes futuros? realmente, conclusión. Incluso, cuan- solutamente, ciertas. Así lo sentía. do veo una película, tiene que haber Luego de pasar el cedazo del lengua- Carmen R.: Si me atrevo, después de un closure, en buen español. Aunque je y de la poesía y del tiempo y más darme electroshock, me gustaría sose sugiera lo que pasó, me gusta que allá de la publicación, lo miro desde meter a Editorial Erizo unos textos concluya. No creo que sea preciso de- más distancia y es una dramatización que surgieron de otros talleres, pero cir que un texto no se termina nunca. eufórica, apoteósica, violenta de un más prosaicos, tipo microtexto. No Aunque, sí están quienes afirman que sentimiento que yo creo que está ahí digo que como Tegucigalpa, porque un texto se termina cuando alguien quizá en todo el mundo. Quizá yo es- es otra cosa, pero se gestaron juntos lo lee o que toma vida, pero sí tiene cribo para no matar, quizás aquel bai- también en talleres. Los temas van que haber textos terminados. Se pue- la para no matar, quizás aquel pinta a ser quizá parecidos a Salvahuidas. de revisar, y esa es la parte divertida. un mural maravilloso para no matar, Van a ser más en prosa. Yo —muy En esa dirección iba la decisión de para lidiar con el sentido de impoten- pocas veces— escribo en lo que llapublicar ambas versiones, la inicial cia ante las realidades duras y terribles mamos verso. Me siento a escribir y del taller confesional y la otra que so- que nos rodean, lo terrible dentro de salen párrafos. Hay un poema por metí al Certamen del Municipio de uno mismo. Así que, «escribo para no ahí que era originalmente párrafo y terminado»?

Caguas que, finalmente, gané. Creo que la intención mayor, al publicar ambas, tiene que ver con la idea de asomarse a las tripas de algo y de describir en el fondo que uno no sabe cuál es más ficcional que el otro. A pesar de que uno sea más retocado o más pulido. Si quieren, quizá el inicial era un poco más falso. En el sentido de querer crear alguna reacción más apoteósica, violenta. Es decir, me gusta la idea de que nos asomemos a ese supuesto proceso de producción, pero sabiendo que en el fondo todo es artificio. E.J.: En «ego te absolvo» hay palabras que se quedan en la mente del lector incluso luego de haber cerrado el libro. «Escribir me salva de odiar más y más seguido» y «confie-

matar» es absolutamente cierto. En cuanto a «escribir me salva de odiar más y más seguido» es más juguetón; incluso, suena a redundancia. Me gusta que suene a redundancia, como un error lingüístico o del discurso. «Más y más seguido» son distintos. La contestación va, más o menos, en la misma dirección que la otra que te dije anteriormente. La palabra odio es muy fuerte, pero, a veces, uno lo siente. No se puede descartar. Escribir me salva —por lo menos a mí— en la medida en que tengo que meterme en los zapatos de ese otro personaje que está en mi cabeza, en la medida que tengo que entrar en mi propio personaje. «Wow, ¿por qué tú estás odiando tanto a esa persona? ¿Cuál es el problema? ¿Es él? ¿Eres tú? ¿A dónde nos lleva esto?». Entonces, sí. Creo que es

después lo corté en líneas para que parecieran versos y, bueno, lo elaboré para que tuviera ritmo. Así que, si me animo, van a ser breves, juegos poéticos o poemas horizontales, como los han llamado a veces. E.J.: Bueno, Carmen, te agradecemos por brindarnos el tiempo para entrevistarte. Ha sido un placer. Carmen R.: Todo lo contrario. Gracias a ustedes por leer el texto y por darle el espacio en su revista, que es maravillosa, una gestión bellísima. Salvahuidas está disponible en las librerías. La presentación será el 29 de agosto en Casa de Cultura Ruth Hernández en Río Piedras a las 7:oo de la noche. Corpus Litterarum

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Suma Karen Sevilla Arrojada a una acera de Manhattan. Había nevado y yo estaba descalza, en un vestido de verano. La voz de uno de mis hermanos desde un altavoz advirtió que anduviera con prisa, que no llegara tarde. Entre los edificios inmensos y el sol cegador de la mañana vi mis años resumidos en una brevísima lluvia de granizo que me golpeó en la cara. El cielo de repente se peló como una naranja y nevó. Nadie preguntó si alguna vez fui feliz, si hice a alguien feliz, si la bondad del pan se traduce en quimera de callejuelas, sudores y finanzas, si la terquedad de la fe suele ser ajada por la envidia ajena. Cada vez que me miraba a mí misma tenía menos ropa, mas no frío. Mientras recorría las calles perdía peso pero ganaba estatura y calor. Todo estaba desolado, las luces de los semáforos permanecían rojas. Yo miraba hacia las ventanas de los edificios buscando alguna cara familiar o mano ondulante; sólo divisé cortinas y una bandera blanca. Al dejar de nevar el cielo era una pizarra que anunciaba la caída de la bolsa de valores. En un bote de basura está medio quemado mi abrigo favorito, aquel azul real con rabos de zorros grises en la capucha. Una mujer blanquísima le escupe y me sonríe. La voz de mi hermano advirtió que era tarde. Entonces estaba yo en la sala del apartamento de tía al sur del Bronx, dialogaba con su cáncer y éste recitaba poemas míos de memoria. Él sabía también que una vez cupe en el puño de mi padre y que desvanecí en aquel atiborrado autobús para enceguecer durante días, luego de haber visto tanto. Papeles en blanco y escritos a mano cubrían el piso de la sala adonde el cáncer arrojaba las páginas que arrancaba del cuaderno en el que ahora escribo. 24

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Dijo haber leído que me duelen las alturas y las cifras, que recién le abrí mi cuerpo a un extraño, que la piel perdida es irrecobrable, que jamás he observado mi reflejo realmente. El suelo arde en llamas a la vez que se inunda con el agua de la nieve derretida. Sus ojos azules persiguieron mi figura con el reproche del amor por la cocina del último apartamento que renté en Brooklyn. Preguntaba por qué no lo amé a él y a su apellido alemán y a todas las millas y los muertos y el semen y las guerras que pudo haber vertido en pos de mi costado. O a sus brazos holgados que recogían mi incertidumbre y cabello. O a su corazón de cocaína.


Pero corté el pan para otro hombre de olor a costa y salitre que yacía desnudo, duro en su tez oliva sobre el piso de la cocina. Un hombre de mi isla, de Caribe, de presente: entiendo mejor su pelo y ojos negros que su lengua. Nuestros apellidos dialogan. Su pecho fue la carretera desconocida que me llevó al recuerdo de la helada flaqueza de la piel, mas la sangre que a gotas nos cedimos.

En mi minúscula pieza, bajo la cama guardo la maleta en la que guardo la vida. El destino se predice con acciones y Wall Street nos aplasta. Fuera del edificio estoy en aquel distrito de Manhattan, rodeada por 8 bloques de firmas y bancas. Fui arrojada a una acera; había nevado y yo estaba descalza, con un vestido de verano. En un bote de basura está medio quemado mi abrigo favorito, aquel azul real con rabos de zorros grises en la capucha. Una mujer blanquísima le escupe y me sonríe. Corpus Litterarum

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Tinieblas Angela María Valentín Fui a que me leyeran la mano, encontraron muy corta mi línea de la vida. Vieron raras enfermedades, trágicos sucesos en el tiempo. Despavorido corrí a casa, tomé una navaja y extendí al infinito la maldita línea. “Quiromancia,” Jan Martínez pues, sepa usted que aquella tarde el doctor me dijo que tenía miopía y astigmatismo, y yo, que valga la pena aclarar, vengo de una familia que siempre ha sido veinte veinte, de ver bien, sin nada obstaculizador de por medio, corrí aterrorizada, dando tumbos entre aquellos bultos de colores, que creo eran gentes, vaya a saber usted… llegué a casa y me eché cuanta gota había para limpiármelos… la cosa es que me los saqué para revisarlos y entre tanto líquido y oscuridad ya no los encuentro…

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Requiem del alma Wanda Margarita Lluveras Gómez

Llamas mis huesos, mi ser entero como calamidad segura que marcha a su misión. Yo, prosigo mi andar obviando tu espectro; aún el horizonte es fragante y me aferro a él como se aferra el río a su cauce. Me llamas… recordándome que me esperas; yo, te veo sin mirarte, te pienso sin pensarte. Eres sol de luto destructor de ilusiones. Eres canción ahogada de toda alma. Cual cueva sin salida al andar, detienes el aliento. Lo llevas en tu barco al rumbo sin regreso, tomando el timón entre tu piel mortífera desecha, entre las lágrimas del réquiem, de un adiós de los que dejas. Corpus Litterarum

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Lluvia y humedad Francisco Á. Torres Arroyo Siempre estás en mi pensamiento. Pero cuando llueve, mi habitación se llena de ti. Siento que tu suave piel arropa las paredes de mi alcoba. El sonido de las gotas de lluvia, al caer, me da la sensación de tenerte en mis brazos, de que nuestros cuerpos están compenetrados en el dulce gozo de un coito apasionado y que, al mismo tiempo, nuestras almas están compartiendo la comunión más sagrada y sublime a través de un intenso beso, que, cual ostia bendita, nos purifica. El ambiente se impregna con el aroma de la humedad compartida, mientras nos fundimos en un abrazo. De repente el estruendoso sonido de un trueno me hace regresar a mi real y húmeda falta de ti.

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Escritor,

queremos que formes parte de la Revista de las Nuevas Voces. Contáctanos y podrías publicar en nuestra próxima edición. ¿Aficionado de la literatura? Aquí conocerás a los grandes escritores del mañana. Portal: www.corpuslitterarum.weebly.com Email: revistacorpuslitterarum@gmail.com Corpus Litterarum

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COLUMNA

CONSEJITOS DE REDACCIÓN Y ESTILO Por Julio A. García Rosado

A

l momento de escribir, el autor recurre a su herramienta primordial, el lenguaje. Con meticulosidad, selecciona los componentes y rasgos que le sirven para acometer lo que se ha propuesto y, con ello, transmitir las ideas. En el proceso, procura usar las palabras más representativas con la puntuación y ortografía correctas. Nunca olvida que una buena costumbre del estilo es decir mucho con pocas palabras. Para lograrlo, planifica con antelación lo que va a escribir. Así que, crea un esquema general que evitará los contrasentidos y las repeticiones. Brinda el debido protagonismo a los verbos de sus oraciones, verbos que utiliza y conjuga con destreza. Evita la adjetivación excesiva; supone que, de lo contrario, lo tildarían de inexperto y poseedor de un vocabulario pobre. Cuida además la sintaxis y la semántica de las oraciones. Entiende que la buena construcción de una oración ayuda a la coherencia del párrafo. En este caso, no basta con que estén colocadas las ideas, sino que le sean pertinentes a la historia y posean la jerarquía debida. No debe incluir demasiadas, ya que podrían trabar los hechos. Se esmera en este empeño porque entiende que cuando se escribe, se busca cierta ostentación; y, por supuesto, necesita expresarse con un toque personal que lo distinga de otros. Le interesa lucir único. Esto pudiera lucir técnico, o restarle diversión a la aventura de escribir, pero permite experimentar y expresar infinidad de sensaciones. Permite manipular la percepción del lector, alcanzar respuestas específicas. Contrario al lenguaje pragmático de los textos informativos o expositivos, para la narración existen recursos expresivos que la vuelven literaria. Si los informativos o expositivos permiten una única lectura, la finalidad del literario ofrece otras. Entre ellas: provocar una impresión en sí misma que perdure. Nadie duda que transmite una realidad alterna, sensorial. En esta ocasión explicaré los tiempos verbales. El 30

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más común en narrativa es el Pasado, incluidas sus variantes. Lo usamos en nuestro diario vivir cuando contamos algo: «Fui a la librería y me compré la última novela de Ruiz Zafón». No comprendemos a cabalidad el tiempo; solo sabemos medirlo. Dependemos de él. Tanto como para creer que todo lo que es capaz de ocurrirnos, ya sucedió. El Presente, por otra parte, nos resulta ínfimo; y el Futuro, distante. Como la acción pasada ya ocurrió (hace poco o mucho) resulta manejable. No genera trabas como el Presente y el Futuro. Son varias las formas de utilizar el Pasado, si con ello intentamos distanciar los hechos. Basta combinar otros verbos con función de auxiliares. A continuación vemos tres ejemplos en Pasado con matices diferentes que dependen de la intención. La forma simple es: «Juan vio aquella película». • Juan estaba viendo aquella película (el pasado es reciente/casi presente). • Juan había visto aquella película (el pasado se aleja en el tiempo). • Juan parecía haber visto aquella película (el pasado es una posibilidad) Los tiempos verbales deben mantener entre sí la concordancia para que no se rompa la credibilidad de lo narrado. Es importante no relacionar los tiempos verbales con la Cronología, que juega un valor distinto y alude a otra función. En literatura se toma en cuenta el Ritmo Narrativo. Nos referimos a él cuando hablamos de la rapidez o la


• Pretérito Imperfecto (amaba, amabas, amaba…) Describe una acción desarrollada en el pasado sin indicar que finalizó o no. Transporta al lector a un pasado medianamente lejano de los personajes. Denota acciones habituales que sirven para caracterizar a los personajes. Propone el tiempo psicológico de la acción, pero limita la densidad y peso psicológico total del texto. Imposibilita conocer el pasado más lejano de los personajes. Emplear continuamente este tiempo mengua el ritmo de la historia. • Presente (amo, amas, ama…) La historia se narra en el momento que sucede. Puede referirse a hechos que comprendemos como pasados (Presente Histórico): «Pedro Albizu Campos nace el 12 de septiembre de 1891 en Ponce, Puerto Rico»; expresiones con acción futura: «Mañana me voy de viaje»; también, expresiones con acción pasada: «Ayer estaba en el cine». Este tiempo produce cierto vértigo, cierta inestabilidad por la actualidad de los hechos que se narran. Es sumamente ágil, pero empobrece la profundidad sicológica de los personajes.

lentitud con que avanza la narración. No se nos ocurra creer que agilizamos una historia si le añadimos una gran cantidad de sucesos. Ritmo Narrativo no es más que el avance subjetivo que se logra con los diferentes tiempos verbales y sus conjugaciones. Podemos incluso adelantar la acción con los diálogos de los personajes, claro que sí. Esto se puede discutir en una futura ocasión. Nos conciernen ahora los tiempos verbales y los matices que poseen, que brindan profundidad sicológica, alejan o acercan el pasado de la historia, etc. Existen tres tiempos verbales básicos: Presente, Pretérito y Futuro. Dependiendo del punto de vista, varían los sentidos. No podemos utilizarlos de manera arbitraria; denotan una realidad concreta y obedecen a necesidades expresivas particulares. Puede que en algún momento un escritor se valga de una figura retórica de traslación, y trastoque un tiempo verbal por otro para resaltar su texto. Será mejor que no abuse y se le convierta en vicio; estaría mezclando formas verbales incompatibles. Recordemos que la conjugación adecuada de los verbos precisa acciones y enriquece con matices que evaden la monotonía. LOS TIEMPOS VERBALES Y SUS USOS: • Pretérito Perfecto Simple (amé, amaste, amó…) Describe una acción que ya finalizó en el pasado del narrador. Es única y no repetitiva. Le brinda al texto mucha agilidad.

• Pretéritos Perfecto Compuesto (he amado…); Pluscuamperfecto (había amado…); Anterior (hube amado…) El primero describe una acción comenzada en el pasado cuya consecuencia sigue presente en el momento de la enunciación. El segundo describe una acción anterior a otro hecho también pasado, impreciso en el tiempo. El tercero describe otra acción comenzada en el pasado que involucra tres momentos. Todos profundizan en el tiempo pasado, alejándose cada vez más. Son ideales para los flashbacks, y la indagación psicológica, pero no es bueno abusar de ellos, ya que inmovilizan por completo al texto. • Futuro (amaré, amarás, amará…); Futuro Perfecto (habré amado…); Condicional Perfecto (habría amado…) Describen una acción que sucederá posterior al tiempo en que el narrador habla. Pueden referirse a expresiones con acción presente: «¿Qué hora será?»; también, expresiones con citación indirecta: «Juan dice que vendrá la semana próxima». Son tiempos poco comunes para el narrador, aunque no están mal que un personaje los utilice. Detienen la narración y generan inestabilidad. Lo ideal, a la hora de escoger cuál usar, es pues todos, salvo que con juicio y equilibrio. Lo importante es comprender la temporalidad de los sucesos. Sobre este tema se puede abundar. El consejo que sugiero es indagar y conocer más acerca de los matices que proporcionan los tiempos verbales. Y llenará de vitalidad sus textos. Corpus Litterarum

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LO NUEVO EN VITRINAS

La caída de Alejandro Curtos Yolanda López López

Últimos poemas de la rosa Lilliana Ramos Collado

Canción nocturna de una soledad adúltera José Minaya Peña

Salvahuidas Carmen R. Marín

Antes y después de suspirar Yolanda Arroyo Pizarro 32

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jueves, 29 de agosto de 2013 Presentación de los libros: Salvahuidas de Carmen R. Marín Últimos poemas de la rosa: Ejercicios de amor y de crueldad de Lilliana Ramos Collado Casa de Cultura Ruth Fernández Río Piedras, 7:00 p.m. jueves, 29 de agosto de 2013 Presentación de: La anémona de Ana Marina Rúa Librería Libros AC 7:00 p.m.

PRÓXIMAS ACTIVIDADES

viernes, 16 de agosto de 2013 Presentación de: En la barca lusitana (Antología) Librería Libros AC 7:00 p.m.

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Foto contraportada


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