Número 02
mayo 2013
La revista literaria de las Nuevas Voces
POESÍA • CUENTO • ENSAYO
Julio César Pol
Mardigras
CINDY JIMÉNEZ
entrevista
RESEÑA: Literatura redonda
Consejitos
DE REDACCIÓN Y ESTILO
Libros
LO NUEVO EN VITRINAS
EDITORIAL
U
na vida impulsada por la literatura… La literatura siempre ha estado en mi vida, y hoy aún más. Cuando por primera vez propuse a Corpus Litterarum sobre la mesa, no faltó el apoyo. Estaba consciente de que hacía falta un proyecto dispuesto a proveer el espacio para que las nuevas voces literarias pudieran darse a conocer. Ahora el espacio ya existe; es este. Lo que continúa, como labor nuestra, es seguir desarrollando el proyecto. En Corpus Litterarum nos sentimos contentos de poder presentar otra edición. A la primera no le faltó el respaldo, y eso se lo debemos a todos los lectores y escritores que colaboraron con el proyecto desde el inicio. Por eso, primero que todo, ¡gracias! En esta segunda edición procuramos mejorar la presentación de la revista. Queríamos que fuera más llamativa y los complaciera a ustedes como lectores. Nuestro deseo más preciado es que Corpus Litterarum se convierta en un espacio ameno para todos. A diferencia de la primera edición, en esta incluimos dos ensayos; entre ellos, uno fotográfico. Además, cuentos y poemas de autores jóvenes puertorriqueños. También entrevistamos a la poeta Cindy Jiménez-Vera, a quien agradecemos por concedernos su tiempo. Quedan entre nuestros planes muchos proyectos para el futuro. Uno de ellos es lograr una versión impresa de la revista. Les informamos que seguiremos trabajando para ello. Creemos que con los medios apropiados podemos llegar a otros, y de esa manera promover la literatura de nuestro país y hacer sentir más interés por lo que se está escribiendo. Gracias una vez más a todos. Esperamos encontrarnos en nuestra próxima edición de agosto. ¡Feliz lectura! E.J. Nieves Editor
Editores Editor Asistente y Diseñador Gráfico
E. J. NIEVES SANDRA B. VALENTÍN MEDINA JULIO A. GARCÍA ROSADO
Diseñador de Medios Web
E. J. NIEVES
Investigación
SANDRA B. VALENTÍN MEDINA
Corrector/Consultor
ANDREW A. ROSADO HATINE
es una revista que tiene como fin proveer un espacio de publicación para la producción literaria de las nuevas voces, tanto de estudiantes universitarios como también del público general que desean darse a conocer en el mundo literario. PUEDE ENVIARNOS SUS PREGUNTAS Y COMENTARIOS A: Email: revistacorpuslitterarum@gmail.com Blog: www.corpuslitterarum.weebly.com
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17 NARRATIVA
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fantasma 04 Ciudad Elizabeth Bru las seis de la mañana 06 AAlberto Maldonado 07 Energía Natalia Vázquez Torres vacía 08 Ventana Hiram Sánchez Barreto lipstick rosa 10 El Melanie Ortiz Reyes me enteré de mi muerte 12 Cuando Amaury «Amún Fig» Figueroa
RESEÑA
Una puerta para 14 Mardigras: la literatura redonda E. J. Nieves
ENSAYO
el pigmento el intelecto? 17 ¿Define Manuel Rodríguez Ortega la plaza del pueblo a la plaza en el mall 28 De Kenia M. Ortiz de Jesús
ENTREVISTA 18
Una tarde con Cindy Jiménez E. J. Nieves
POESÍA
necrófilo 22 Acto Anthony Hernández Rivera 22 Querencia Marisol Vélez son las diez 23 Ya Betzabeth W. Pagán 23 Reinita Hiram Sánchez Barreto dos 24 Entre Zoé Y. Robles erótica 24 Catarsis Samanthe Ordaz vacío 25 El Lizbeeth M. Cruz 26 Boracho Raymond Meléndez Miranda 27 Retahíla Federico Lotario
COLUMNA 28
Consejitos de estilo
Julio A. García Rosado
SECCIONES 30 Lo nuevo en vitrinas 31 Próximas Actividades
Ciudad fantasma Elizabeth Bru
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as estructuras, una vez consolidadas, comienzan a debilitarse, se agrietan como paredes viejas. Es decepcionante darse cuenta de que toda una ciudad ha sido construida sobre cimientos en tierras inestables, una inversi贸n destinada a la basura. Las calles permanecen desiertas, como si en el mundo no quedara
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nadie más que yo y un eco producido por el silencio. Todos escucharon el rumor de que sus hogares ya no eran seguros, que en cualquier momento todo lo que conocían podría derrumbarse ante sus ojos, por eso fueron a buscar otras ciudades. Cuando el primer edificio se derrumbó, la gente lloró, hombres corrieron a buscar entre los escombros. Sacaron cuerpos ensangrentados, removieron paredes, y había niños perturbados. Aún recuerdo el shock que provocó a las personas, un shock momentáneo que se convirtió en pánico cuando el noticiero reveló cuál había sido la causa de la tragedia, y el peligro que corría la población. Sufrí una apatía mortal después de la pésima noticia y el llanto de uno que otro vecino. Me encerré en mi cuarto dejándome vencer por un sopor inmenso. Al despertar, ya no había nadie. La desesperación me enloqueció; golpeé puertas esperando que alguien saliera. Grité por cada solitaria calle esperando que alguien contestara, pero solo mi eco volvía en ondas amplificadas. Constantemente, me pregunto si habrían estado tan alterados que no notaron mi ausencia; o si, al menos, alguien se habría preguntado por mí y, cegado por el optimismo, pensó que ya había salido de la decadente ciudad. Acepto que cualquiera de las dos posibilidades me decepciona. Llevo una semana sin contacto humano. Los edificios yacen entre escombros, las casas se llenan de
un decorado tipo telaraña, el sistema eléctrico falla y los televisores no transmiten ningún canal. Agradezco que hayan dejado latas de comida y garrafones de agua en sus casas. Si no fuera por la prisa, hasta eso se hubieran llevado. Lamentablemente, no olvidaron a alguien más, alguien con pensamientos y capaz de hablar, alguien para hacerme compañía y mitigar la soledad. Tuve miedo de dejarlos entrar. Delimité el espacio y fui indiferente. Tal vez por ello se olvidaron de mí, porque ofrecieron sus cuerdas y las mantuve a distancia. Me abandonaron porque me ofrecieron abrigo y yo los dejé en la calle. Sí, por eso lo hicieron, porque mis estructuras eran tan malas como las de esta ciudad. La pregunta ahora es ¿por qué motivo sigo aquí? Probablemente, porque aquí pertenezco. Aunque la sensación se asemeja más a la costumbre y la comodidad que implica lo conocido. ¿Dos semanas? ¿Tres? Esta mañana hubo un temblor. Ya no queda absolutamente nada. El aire se da el lujo de esquivarme; hay tanto polvo que no puedo respirar. Ahora mis pulmones yacen ansiosos. No sé hacia dónde debo avanzar, si es que las fuerzas no me fallan antes de intentar. Y pasa: rompo en llanto, uno que surge desde lo más hondo de mi ser, me debilita, me deja vulnerable. Se ha derrumbado todo lo que quedaba de ese lugar.
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A las seis de la mañana Alberto Maldonado
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l amanecer empieza mi día. Nada de las doce de la madrugada, sino las seis de la mañana es que empieza mi jornada; y junto a ella, mi
calvario. «Hola, buenos días». De nada sirve esa frase en mi casa. Todo el mundo haciendo lo suyo. Los que tenemos responsabilidades, nos preparamos para los quehaceres diarios. Mi padre no hace nada; observa el televisor todo el día sin moverse del sillón. Me dirige la palabra de vez en cuando para decirme que se lo arregle; él no es muy bueno con la tecnología, sin importar cuan análoga parezca esta para el resto de nosotros. Todos los días la misma rutina. A veces, varía con la inserción de insultos, burlas e incluso bofetadas, palizas. La lista es finita pero muy dolorosa para hablar de ella ahora. Me pide que le unte crema en la espalda, ya que no puede hacerlo él mismo. Si me negara, esto conllevaría otra paliza. Es increíble como una persona con tantos problemas de salud puede tratarnos de esa forma, tanto a mí como a mi madre. La pobre sufre de muchas condiciones médicas, entre ellas distrofia muscular y cáncer de mama. Espero el día de poder deshacerme de este hombre tan abusivo; sacarlo de nuestras vidas para siempre y encontrar la verdadera paz y felicidad para mí y mi madre, que tanto amo. «¡Maldito niño! ¿Te rehúsas a untarle la crema al que te dio la vida? Mereces la muerte, pequeño hijo de ramera. Hasta bastardo eres, quizás, porque esa madre tuya de santa no tiene un pelo. Puta era cuando la cogí de las calles. Es gracias a ti que ella sigue agraciada conmigo, sino ya los hubiese dejado a que se pudrieran en su propia suciedad», dice él luego de que le murmuro que estoy cansado y deseo dormir un poco más en mi cama. No había captado muy bien sus palabras, pero me activan la memoria; no es la primera vez que las pronuncia. Él toma el cinturón que siempre tiene convenientemente al lado, para azotarme llegado el momento que elija. Como continúo todavía en la cama, me da un azote seguido de múltiples insultos. Le pido que se detenga, «Papi, ¿qué pasa ahora? Por favor, para. Haré lo que me pidas». No me hace caso. Solo puedo detectar odio e ira en su cara. Tras el último azote, me caigo de la cama, llorando y sollozando, aturdido por todavía estar un poco dormido. Se da vuelta y me pide disculpas, dice que no quería llegar a tanto, que solo espera que, como el hombre de la casa, se le obedezca a perfección todos sus estatutos y mandatos. Se me acerca. Me besa la mejilla. «Perdóname, nene; pero si no lo hago, no aprendes. Lo hago porque te quiero». Me levanto y le digo: «Sí, lo sé», con una sonrisa forzada. Ya no sé qué creer. Es mi padre. No puedo de6
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cir que no lo quiero. No es fácil vivir con alguien que no controla las emociones de ira. Él padece de una condición mental llamada desorden bipolar de la personalidad. Además, padece de descontrol de ira. Estudié en la universidad que él no controla lo que siente, por eso no tomo represalias en su contra. Si al menos buscara ayuda médica mental, pero para él eso no es un problema real. Así ha sido toda su vida. Llego a la cocina y busco en la nevera su ungüento. El frío del frigorífico hace que mis moretones y heridas, tanto las de hoy como las pasadas, sientan un poco de alivio. Tomo un cuchillo de la mesa de la cocina para abrir el frasco que, por el frío, se me hace un tanto difícil. Voy a donde mi padre mientras intento abrir el frasco. Él me ve con el cuchillo en mano y se levanta alarmado. Ni siquiera nota el frasco que llevo en la mano. «¿Qué pretendes hacer con ese cuchillo, maldito ingrato? ¡Te voy a cruzar de un lado a otro el corazón por atrevido!». Jamás fue mi intención hacerle daño. El cuchillo era solo una herramienta para brindarle el alivio que tanto él requería. En ese momento, me llegó un pensamiento con sentimientos de rencor e ira: no podrás controlar lo que sientes, pero si lo que haces. Tomé el rumbo de mi vida y la felicidad de mi madre querida en mis manos. Antes de darme cuenta, los dos yacemos en el suelo. Yo con el cuchillo ensangrentado en la mano; el suyo, limpio y brillante en el piso, contra la luz del sol que entra por el balcón del apartamento. La sangre sobre mi ropa y puñal no me pertenecen. Ni siquiera miro el cuerpo sin vida que se encuentra a mi lado, solo lloro de regocijo mientras le susurro al viento: —¡Soy libre!
Energía Natalia Vázquez Torres
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e veo pasar. El leve cruce de nuestras miradas es suficiente para saber cuál será el desenlace. Hace mucho tiempo no me dirigías esa mirada. Claro, por esos tiempos te veías diferente. Azul y espumoso, compensabas la falta de miradas con saladas caricias a todo aquel que pasara por tu lado. Por aquellos tiempos, yo vigilaba desde lo alto de una palmera esperando incansablemente que mi nave cayera al suelo y rodara hasta ti. Pero tenía que venir ese extraño ser en dos piernas y recogerla antes de que llegara a su destino. Ahora que te vuelvo a encontrar, la misión que me ha sido encargada desde que el planeta tenía eco y las lunas tarareaban melodías de colores, finalmente, será completada. Este es mi momento. Nuestro momento. ¿Recuerdas aquella vez que, moviéndote a toda velocidad y con una fuerza increíble, te lanzaste del precipicio, en una avalancha rocosa, mientras yo nadaba hacia el lado seguro? Muchas otras veces, tus frutos me alimentaron. Me diste vida para continuar el viaje tan extenso que me esperaba. Se me hizo difícil el trayecto de buscarte, de galaxia en galaxia, mundo en mundo, colina en colina, intentando hallar el sendero correcto que me guiase hacia mi misión. Nuestra misión. Pero cada vez que te encontraba, mi forma no era la adecuada. Y tú, tan pacientemente, esperabas por mí en ese cuerpo cuadrúpedo y peludo, utilizando tu afinado hocico para seguir el rastro, en un intento de encontrar nuestro camino. Mi próxima forma pasó a ser aérea. Sentí la libertad que un cuerpo apretado no permitía. Te busqué. Pero al encontrarte vi que ya no eras igual; tanto esperarme
hizo que te aburrieras y, naturalmente, cambiaste toda esa textura peluda, el rabo largo, por algo más poderoso. Algo que se moviera donde tus patas no habían podido alcanzar. Batías las alas, posándote en altas cumbres de montañas, en árboles extremadamente altos. Yo me encargaba de acariciarte con total suavidad, soplando esas plumas majestuosas al compás de tus latidos. Mientras volabas de lugar en lugar, te sostuve en mis ráfagas y nunca te dejé caer. Comprendí que de esta manera nunca podría culminar nuestro trabajo. Busqué la manera hasta que me sentí flotar, expandirme y ocupar un espacio cerca de la atmósfera. Desde ahí vigilaba, buscaba. Tú habías cambiado de nuevo, y yo no conseguía encontrarte. Estaba toda inflada, negra e inmensa, cuando al pasar por un valle te vi. Tenías calor, y el nuevo rostro de ese cuerpo bípedo parecía derretirse. Tus piernas no resistían el ardiente desierto en que se encontraban. Tu piel morena brillaba, cubierta de sudor. Entonces me miraste con alivio por mi presencia. Comprendí que ya era el momento. No teníamos más que andar. Mi alegría fue tal, que comencé a derramar agua por todo mi cuerpo gaseoso, cada vez en mayor cantidad. Tú extendiste los brazos mientras me mirabas. Esa mirada pacífica y cautivante que tienes. Sin pensar más, me lancé hacia ti con truenos persiguiéndome. Nos unimos en una explosión de luz y colores, que iluminó todo a nuestro alrededor. ¡Lo logramos! Tú y yo, uno solo al fin. Corpus Litterarum
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Ventana vacía Hiram Sánchez Barreto
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omaba el café de todas las tardes. Llovía, así que me senté en el balcón a disfrutar el fresco que traía la lluvia. Nunca me había fijado en la cercanía de las ventanas vecinas. Fue así como tropecé con una imagen que no he podido borrar, y que ahora me obsesionaba. Husmeaba a través de las ventanas. Allí la encontré; semidesnuda, sobre su cama, peinándose la melena lacia mientras se miraba en el espejo del clóset. Se volteó, dejándome ver sus senos, gotiformes y dadivosos. Encontró mi mirada, pero no se inmutó. Sonrió con complicidad y devolví una sonrisa torpe de nerviosismo. Me sentí caliente, un calentón muy familiar y, luego, el apretón en mis cortos. Al día siguiente, encontré en mi carro una nota que tenía escrito: «10:30 p.m.». Al principio no entendí, así que la guardé en mi bolsillo y la olvidé. Regresé a casa cerca de las 8:30 p.m. Al quitarme los pantalones, la nota cayó al suelo y pude ver nuevamente la hora escrita en el pedazo de papel. Me di un baño, comí y me senté frente al televisor. En eso, comenzó a llover y minutos más tarde, como de costumbre en esta área de Santa Rita, se cortó la electricidad. Era temprano para dormir, estaba muy oscuro para leer dentro y, sin el abanico, el mismo Belcebú se marchitaría en la sala. Así que prendí una lámpara de gas y fui al balcón a leer. Miré las ventanas vecinas, en especial la ventana que ahora me obsesionaba. Estaba totalmente oscura. Leía un cuento de Millás cuando percibí una luz tenue que provenía de la ventana de la mujer del pelo lacio. Cerré el libro, me incorporé y me acerqué a la baranda prestando toda mi atención a la luz de velas proveniente de su cuarto. Poco a poco se fueron prendiendo más velas, hasta estar lo suficientemente iluminado como para distinguir su silueta vestida con un negligé transparente. Era una mujer esbelta, de cintura estrecha, pechos rebosantes y erguidos, unas caderas sinuosas como de pin-ups cincuentosos y unas nalgas que dejaban saber que estaba en sus veinte. Se acercó a la ventana. Me miró y quedé totalmente paralizado; esta vez, no por nerviosismo, sino por el porte de Helena. La miré y sonrió nuevamente mientras llevaba la mano a la espalda y agarraba una cinta que le colgaba. Deshizo el lazo halándolo lentamente, y vi cómo el negligé se abría despacio, rodándole por los hombros delgados, deslizándosele por el cuerpo hasta desaparecer de mi vista. Estaba en brasier, panti negro transparente y unas medias a medio muslo, de las que tienen la costura en la parte de atrás de la pierna, agarradas con liga a la cintura. En ese momento, yo tenía las manos dentro de mi pantalón y me tocaba sin darme cuenta, como náufrago entre sirenas. Ella continuó por desabrocharse el brasier, dándome la espalda para luego volverse y enseñarme, or8
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gullosa, los pechos. Sentada en la cama, se quitó las medias. Luego, se recostó mientras levantaba ambas piernas, cruzándolas, dejándome ver la redondez de sus nalgas, mientras se quitaba el panti con paciencia. De pronto, abrió las piernas y comenzó a tocarse mientras me miraba directamente (no entiendo cómo podía verla entre la lluvia y la luz de las velas, pero para mí era tan claro como el día). Me sentí como si estuviese con ella; y mientras la veía tocarse, podía sentir sus manos que me tocaban a mí también. Me encontré en otro lugar; podía ver sus ojos amarillos mirándome a centímetros de los míos. Ya no estaba tocándome, estaba sobre mí mientras yo yacía amarrado a los pilares de su cama. Podía sentirlo todo; me besaba los hombros, el pecho. Acariciaba mi duro y carnoso instrumento listo para entrar. Lo deslizó con un roce de clítoris, y penetré su vasta humedad. Ella apretaba su pubis contra el mío mientras subía y bajaba las caderas, que parecían ser independientes del torso. Paseaba sus gemelas sobre mi cara, y el movimiento rítmico me hacía querer más. Traté de soltar mis manos. Ella sonrió y me las apretó más. Se salió, y jeremiqueé como un niño, hasta que sentó su concha en mi cara con las piernas presionando mi cabeza, como queriendo que probara su perla. Su olor me calmó, y cuando sus labios carnosos tocaron mi pene, ya no estaba en una cama; se desmaterializó a mi espalda. Su sabor era embriagante, y yo quería estar dentro de nuevo, pero mamaba como una reina. Pude soltar una mano y logré introducir mis dedos en ella, mientras con la lengua le daba vueltas al clítoris. La sentí desquiciarse un poco por la respiración. Se levantó, se volteó y se sentó nuevamente en mi pene, esta vez con empeño. Agarró mi pelo y lo haló con fuerza, mientras me cabalgaba como si estuviera en una carrera monte abajo. Mordisqueaba mi cuello y ponía sus pezones en mi boca, dejándome saber que le gustaba que los apretara con mis labios. De pronto, sentí cómo su cuerpo se tensaba. Su respiración se hizo intermitente y soltó un grito desgarrador, de alivio profundo. Pensé que esto la haría detenerse, mas solo intensificó la cabalgata; ahora ñangotada, y con las rodillas en mi pecho. Un sube y baja más fuerte e intenso que antes. De momento, era yo el que sentía como sobrevenía una calentura irresistible, y me deshice dentro de ella. Ella continuó unos segundos más; y esta vez, al levantarse, salió un chorro transparente que corrió entre nuestras piernas y mi pecho. Se acostó, sobre mi pecho mojado y se durmió. Eché mi brazo desamarrado encima y dormí al poco tiempo.
Al despertar, ya era de día. Estaba tirado en el suelo del balcón y mi ropa por todas partes. Me incorporé y miré la ventana vecina. No pude ver nada hacia adentro. Me vestí y fui corriendo a su apartamento. Toqué y toqué, pero nadie me respondió, con excepción de una vieja que salió al escuchar los golpes en la puerta. Me preguntó: —Muchacho, ¿a quién llamas con tanta urgencia? —Pues, señora, a la chica que vive en este apartamento —contesté. —Pues llegas un poco tarde. Murió hace unas semanas. La encontraron sobre su cama, desnuda, encima de un jovencito. Sentí que todo se detenía a mi alrededor; luego se movía en cámara lenta. Por unos segundos, la verdad y la ficción se entrelazaron. Pude escuchar mi nombre a lo lejos, pero era solo mi mente, llamándome a regresar a la realidad. Regresé a mi casa y me bañé. Todavía aturdido, me vestí y caminé hasta mi carro. Allí encontré otra nota que decía: «¡Gracias, no puedo esperar a esta noche! Hoy volverá a llover. 10:30 p.m.».
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El lipstick rosa Melanie Ortiz Reyes
$
16.99… Sí, eso es lo que gasté en mi último lipstick. No… Añádele $10.97 de shipping. Eso fue lo que pagué y no me arrepiento. Me molesté mucho viendo cómo pasaban los días mientras me daba cuenta de que el express shipping no es tan express. Me emocioné cuando por fin llegó, pues no tenía que seguir atrasando mi cita con Roberto. Roberto era el hombre perfecto. Lo conocí en el Internet hace cuatro meses; una de esas páginas donde la gente busca bellaquear. Aunque, realmente, no era eso lo que buscábamos. Encontré su perfil entre ciento y pico que mostraban un bicho y no una cara en la foto principal. Fueron días que pasé cliqueando páginas hasta que encontré una cara. Leí su información, y vivía solo dos pueblos más al norte. Bebía y fumaba, no había preñao, y tenía un trabajo que lo obligaba a vestir con camisas de manga larga. Además, se describía como un hombre open minded. Sí, era perfecto. No tomó mucho llamar su atención; solo una de esas caritas felices. Luego de ese primer mensaje, estuvimos escribiéndonos por unas cuantas horas hasta que me pidió vernos. No me sentía preparada, pues no estaba feliz conmigo misma. Odiaba mi cuerpo, y ni sabía cómo peinarme o maquillarme. Me observaba en el espejo y mis ojos solo miraban mi pecho plano y cuerpo recto. Practicaba caminar sexy, obligándome a menear mi cuerpo exageradamente, para aparentar que tenía caderas. Siempre me inventaba una excusa: «Mi abuela murió.», «Tengo dengue», «Mi hermano se gradúa», «Mi 10 Corpus Litterarum
abuela murió», «Me chocaron el carro», «Mi abuela murió». No sé cómo no se dio cuenta de que le mentía, pues mi pobre abuela murió tres veces, y Dios solo me dio dos de ellas. Seguíamos hablando porque él no se rendía. Realmente, no sé por qué no me atrevía conocerlo en persona si él ya sabía todos mis secretos. Además, le había enviado fotos, así que sabía cuan desagradable era mi cuerpo. Pasaba el tiempo, pasaban las cirugías. Por fin conseguí un par de tetas y aprendí a peinarme y maquillarme gracias a YouTube. Las caderas aún aparecían solo cuando me meneaba patéticamente; pero al ver que ya habían pasado cuatro meses y saber que Roberto no iba a aguantar mucho más, decidí que era hora de verlo cara a cara. Sólo me faltaba algo. Un algo que me hiciera sentir cómoda. Miré mi clóset y decidí que un traje no era lo que hacía falta. Abrí la caja donde escondo mi colección de zapatos. Zapatos por los que me amanecía frente a la computadora en eBay para que una cabrona no me los llevara. No, zapatos no era tampoco. Con tanto estrés se me antojó un trago, pero ni loca salía sin maquillarme Corrector, base, blush, sombra gris, sombra violeta, sobra negra, lipstick… rosa. Rosa. Un lipstick rojo era lo que me hacía falta. Olvidé el whisky ginger y me puse a buscar en YouTube numerosas reseñas de lipsticks rojos. MAC, muy normal. Cover Girl, no dura. Revlon, lo tienen todas. Make Up Forever, muy brillosos. Cuando estaba a punto de rendirme, vi un anuncio en la esquina superior de la
página. Anunciaba cosméticos marca Lime Crime, marca que jamás había escuchado. Busqué reseñas de lipsticks de dicha marca y quedé maravillada. Eran cremosos, muchos de ellos completamente mate, y duraban hasta el día siguiente. Compré el más rojo que tenían. Estimaron que tardaría diez días en llegar. Le dije a Roberto que lo podía ver en once. Los días de espera siempre son los más largos. Me entretenía rastreando el paquete en la página del correo. Días luego, aparecieron las palabras que tanto quería leer: «Out for delivery». Se había atrasado un día, pero no me importó. A las cinco de la tarde, escuché al cartero estacionarse frente a mi casa. Rápidamente, salí y le arranqué la caja de las manos. Entré a la casa mientras la miraba detenidamente. Era violeta y tenía el logo de la compañía en el mismo medio, un unicornio. Abrí la caja cuidadosamente y leí una cita de la fundadora de la compañía: «La belleza no es lo natural, o lo que mejor se vea… Es lo que te haga sentir bien en el momento». Miré mis tetas. Definitivamente, la belleza no es lo natural. Miré mis porquerías de caderas. Tampoco es lo que mejor se vea. Mi lipstick estaba escondido en papel rosita. Busqué y busqué hasta que por fin lo sentí. Estaba en otra caja, una más pequeña. Con muchísima emoción la abrí y noté algo raro. Los lipsticks no vienen en frascos redondos. La compañía me había enviado una sombra. No sabía qué hacer, pues no podía matar a mi abuela nuevamente. Solo faltaban dos horas para encontrarme con
Roberto. Me bañé, me vestí, me acomodé las tetas, me peiné, me escondí lo necesario y me unté el jodio lipstick rosa. Quedamos en encontrarnos en una barra, y entré con mi meneo de quisiera tener caderas. Me sonrió mientras me pedía mi tradicional whisky ginger. Me lo bebí con el sorbeto, pues aprendí que Cover Girl no dura. Nos reímos mucho, recordando lo que nos habíamos escrito. Cuatro whiskys y cuatro sorbetos más tarde, hablábamos de cuánto nos queríamos tocar. Fui al baño a verificar mis labios; y aunque ya no veía bien, notaba algo rosa en mi cara. Todavía lo tenía puesto. Cuando fui a salir, él entró y cerró la puerta, violentamente. Se me acercó y me agarró una teta. Yo le enterré las uñas en la espalda al amarrar mis piernas a su cintra mientras él me sentaba en el inodoro. Me mordió el cuello y yo su oreja. Toqué su pecho y él mis muslos. Estábamos sudando y compartiendo el mismo aire. Lo miré fijamente a los ojos mientras le halaba el pelo. Le agarré el pene y él agarró el mío. Acercó sus labios a los míos y me alejé. Me preguntó si me pasaba algo y no supe qué decirle. Buscqué una excusa en mi cabeza y solo pensé en mi abuela muerta. Me quedé muda y se molestó tanto que me empujó y caí en el suelo. Lo miré con mucha pena antes de que saliera del baño. No miró hacia atrás. Me levanté con pocas fuerzas y me miré en el espejo con la cara llena de rímel; entendí lo que me pasaba. Una mujer sin lipstick no es una mujer. Corpus Litterarum 11
Cuando me enteré de mi muerte Amaury «Amún Fig» Figueroa
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e levanté a las siete de la mañana como de costumbre y seguí la rutina que, por más de diez años, había ejecutado. Me di una ducha, me lavé los dientes y me puse los lentes de contacto. Desayuné un waffle con fresas y leche de soya. Mientras desayunaba, leí las noticias en el Internet. La noticia del día tal parecía ser la de una madre que fue encarcelada porque, alegadamente, había sido negligente con su hija. Se describía que la pobre bebe había sufrido actos barbáricos que no me atrevería ni mencionar. Una vez leí todos los medios noticiosos, para empaparme de las cosas que pasaban a mi alrededor, ingresé a mi página en Facebook. Observé los comentarios que, a diario, mis fanáticos escribían sobre mis novelas, en es12
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pecial, sobre la más reciente. Muchos de los comentarios eran positivos. Otros criticaban el uso de un léxico cruel y vulgar. Se quejaban de mi prosa usando un vocabulario colmado de palabras soeces, de amenazas bárbaras, y el odio se palpaba desde la primera palabra en sus oraciones criminales. Algunos me cuestionaron sobre la osadía de haber escrito sobre lo divino y el mundo de las tinieblas. Cada mañana leía las buenas críticas y las no muy buenas; pero como ya estaba tan acostumbrado, solo respondí aquellas que me felicitaban. Cuando decidí escribir la novela «El infierno llamado Tierra», sabía que sería muy controversial, pero nunca pensé en las consecuencias. Jamás me pasó por
la mente que la gente fuese tan pasional sobre un tema que recoge un poco de verdad y mucha ficción. No había tenido miedo al presentar mis novelas. Aunque, debo aceptar que esta en particular era diferente. Y entre mi agente literario, los editores y la casa publicadora me advirtieron sobre las consecuencias de lo que este libro podría provocar. Por más que me advirtieron no les hice caso, porque yo soy un escritor terco y solo me importa compartir lo que pienso sin filtros que me prohíban expresar mis ideas. Pasaron cinco días del lanzamiento de la novela, y las ventas fueron exorbitantes. La controversia creada en los medios de comunicación fue de gran ayuda para promover el libro, al punto que personas que no frecuentaban
leer se sforzaron por conocer lo que escribí. El debate fue tema de discusión en los programas mañaneros, en los talk shows de las 4 de la tarde. En fin, se habló bien y mal de mí por todos lados. Ayer comenzaron las amenazas de muerte a través de las redes sociales, pero no me causó preocupación. Intenté salir del apartamento a comer sushi, pero en el momento en que cerraraba la puerta, el coronel de área de la policía se presentó en mi hogar para advertirme sobre la seriedad del caso. Me dijo que las amenazas habían sido registradas en programas radiales e inclusive habían llamado a los canales de televisión. Cuando culminó la conversación, no tuve otro remedio que ingresar nuevamente al apartamento. No pude salir. Tuve que pedir una pizza. Pasé la noche encerrado, encarcelado en mi propio mundo. Rodeado de mis libros favoritos y los cuadros que, a través de los años, he pintado bajo los efectos de Sauvignon Blanc. No pude ver televisión; solo se hablaba de mí. Unos me defendían, otros me criticaban. No puedo negar que al principio me agradó la atención, pero llegó el momento que me aborreció escuchar sobre el tema. No tenía nada que hacer; estaba aburrido. Ni siquiera pude usar el teléfono; lo habían descubierto y ya no era un número privado. Me vi obligado a apagar el celular y desconectar el teléfono del apartamento. Mi perfil de Facebook y Twitter era una batalla entre los que me defendían y los que me odiaban. Por un momento, pensé que era el fin de mi vida social. Me acosté a dormir pensando que viviría acuartelado por el resto de mi vida, pero pronto descubrí que ese no era mi destino. Al levantarme a las siete de la mañana como de costumbre, seguí la rutina que, por más de diez años, había seguido. Me di una ducha, me lavé los dientes y me puse los lentes de contacto. Desayuné un waffle con fresas y leche de soya. Mientras desayunaba leí las noticias en el Internet. La noticia del día tal parecía ser la muerte de un famoso escritor. Lo hallaron descuartizado en su apartamento, y dejaron una nota que leía: «El mundo no tiene espacio para demonios como tú. Este mundo exige paz y respeto por la vida». Al lado de la nota encontraron una pizza de pollo, brócoli y zetas. Una vez leí todos los medios noticiosos, para empaparme de las cosas que pasaban a mi alrededor, ingresé a mi página en Facebook. Observé los comentarios que mis fanáticos habían escrito despidiéndose de mí. Muchos de ellos eran tristes y pedían fortaleza para mi familia. Otros criticaban mi estilo de literatura, pero aun así expresaban sus condolencias con un léxico sublime y solemne. Leí las palabras de condolencias e intenté responder a cada una de ellas, pero cada vez que ingresaba mis comentarios el mensaje no llegaba. Supuse que Facebook estaba fallando. El problema técnico ha persistido aún por tres semanas.
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RESEÑA
mardigras
Una puerta para la literatura redonda Por E.J. Nieves
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ardigras, de Julio César Pol, es un poemario con una propuesta temática que, hasta este momento, no había visto en ningún libro de nuestra literatura. Los setenta poemas que componen este libro, dividido en seis partes, están entretejidos por la obesidad. César Pol trabaja este tema desde su propio cuerpo, su misma otredad. Un recurso que, como bien se menciona en la invitación al libro, se utiliza «desde la literatura griega hasta nuestros tiempos y lo que queda por vivir el mundo humano, el cuerpo es central y eje»(11). Nos vemos cara a cara con una escritura del cuerpo y la sexualidad del obeso. La literatura siempre responde a los problemas de la sociedad. Mardigras es la respuesta a la problemática de la obesidad que tanto se ha escuchado en los últimos años, y que nos aqueja tanto en nuestra isla como a nivel mundial. Estamos frente a una «pandemia de la obesidad», frente al nuevo monstruo de Frankenstein. Nos dice la voz poética: «Perseguido por los campesinos / y sus estridentes de paja / El gordo corre camino abajo» (43). Se añade el obeso al grupo de los marginados y prejuiciados en una sociedad capitalista y mediatizada, donde el gordo no solo es considerado feo sino que también es objeto de burlas. No nos encontramos a este personaje protagonizando un anuncio comercial. El obeso o gordo no es el que promociona la cerveza en la pantalla del televisor. De aparecer en algún comercial, lo vemos anunciando productos para adelgazar. Que J.C. Pol trabaje el tema de la
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obesidad y sea la voz representativa de ese grupo, es lo que me parece tan fascinante de Mardigras. Este libro puede ser quizás la puerta que dé paso a una nueva narrativa que trabaje la obesidad como tema central. De la misma forma que ya tenemos escritores que trabajan con la negritud, la mujer y lo queer en la literatura. Este libro crea un buen balance entre lo crítico, lo cómico y lo romántico. Aquí J.C. Pol trabaja lo redondo, la hermosura de la redondez y lo cilíndrico de la O. No es necesario conocer al autor para localizar los vestigios de experiencias personales. En el poema Juventud tenemos una voz poética que recuerda: «Fui el gordo marginado de la escuela / De los denuestos de los compañeros / me defendía a los puños». Poema muy contemporáneo que retrata la realidad del niño obeso en la escuela. A la vez, esta es una voz poética que está o, al menos parece estarlo, conforme con su propia obesidad. Es una voz que se ha aceptado así tal cual es. «Y Dios me hizo obeso / guardando un propósito divino», nos dice en otro poema. Mientras acepta las dificultades que la gordura conlleva: «Los gordos pasan trabajo en el amor / se esfuerzan en sus deseos». Pero no solo reconoce su obesidad sino que también admira la obesidad de la mujer: «Yo al contrario / delirio en cada uno de tus kilos / No cambio lo más por lo menos». No puedo más que coincidir con las palabras de Mairym Cruz-Bernal: «Mardigras es el carnaval, la celebración de una vida intensa».
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¿Define el pigmento el intelecto? Manuel Rodríguez Ortega
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areciera que el precepto bíblico «creced y multiplicaos» nació del origen de los homínidos, que evolucionaron en diversas especies a partir del Australopitecus hasta el Homo sapiens. Nuestros antepasados se reprodujeron en masa y se dispersaron por todo el planeta. Cruzaron ríos y mares, atravesaron selvas, montañas y desiertos, y hasta cruzaron puentes glaciales como el del estrecho de Bering. Cada una de las «manadas» que se establecieron en esa diversidad de ecosistemas, forjaron sus propias culturas y formas de vida. En el camino, su apariencia física se diversificó de acuerdo con el legado genético y el medioambiente que los rodeaba. Por eso se manifiesta en la humanidad una amplia gama de tonos de piel, tipos de cabello y rasgos faciales. Si sumáramos todas estas características y las pusiéramos en una licuadora, saldría como resultado una sola fórmula: la especie humana. Esa diversidad de elementos entre unos grupos y otros ha sido utilizada siempre como una excusa para establecer barreras entre los miembros de nuestra especie, que van mucho más allá del pigmento. Aunque a muchos les disguste, es bueno recordar que nuestros antepasados más primitivos eran de color oscuro —o negro, según lo prefiera—. En África, la cuna de la humanidad, lo más práctico para los primeros homínidos sería tener la piel negra. Ante el sol inclemente de la sabana africana, y sin pelo suficiente para proteger la piel, lo mejor era protegerla con mucha melanina. El Homo sapiens evolucionó en África, al separarse genéticamente de los demás simios. Por lo tanto, todas las variaciones étnicas que surgieron de la dispersión del ser humano por todo el planeta, descienden de la llamada raza negra. Por muchos siglos, coexistieron centenares de culturas a través del planeta, pero en un relativo aislamiento entre ellas. Una vez proliferan las exploraciones, el intercambio comercial y, lamentablemente, las guerras, comenzamos a «reencontrarnos». En el caso específico de los europeos, de piel clara y con una tecnología, relativamente, más desarrollada que en otras culturas, estos pretendieron apoderarse del resto del mundo. Al chocar con otras culturas que eran físicamente diferentes a ellos, impusieron el concepto «raza», que estableció clasificaciones entre los humanos. Con esta diferenciación se llegó al punto de teorizar cuál raza era superior o más avanzada en términos cognitivos o tecnológicos. Por supuesto, estas consideraciones provenían de personas de la raza «blanca», y justificaron con ello la explotación
económica y social de otros pueblos «no blancos». El concepto «etnia» ha probado ser más acertado y amplio a la hora de estudiar al ser humano, en lugar de limitarnos a la «raza». La etnia abarca, más allá de una semejanza en el tono de la piel, la cultura, los valores y creencias, el idioma y su relación con el entorno. El grado relativo de desarrollo tecnológico de un grupo étnico no obedece a superioridad o inferioridad racial, sino al modo en que una sociedad interactúa con el ambiente, y cómo aprovecha los recursos a su alrededor. En aquellos entornos donde hay más recursos naturales disponibles y el clima es estable no es necesario desarrollar tantas herramientas y artefactos complejos, como en aquellos otros donde hay escasez de recursos o las condiciones del clima ameritan crear soluciones más efectivas. Por eso es que un abrigo de piel de un esquimal no tendría utilidad alguna en la selva del Amazonas; del mismo modo, una canoa no serviría para navegar en el desierto de Gobi. Un viaje en camello es mucho más eficiente que cualquier vehículo 4 x 4 para adentrarse en el Sáhara. En el norte de Europa, por ejemplo, abunda la madera para construir casas, mientras en el Sahel africano fabrican las casas con barro e incluso con estiércol de vaca, porque es la única materia prima con que cuentan. La historia de la humanidad siempre se ha fundamentado en la imposición de unas culturas sobre otras, guerras por territorios y recursos naturales, matanzas, ultrajes y esclavitud. Por lo tanto, el desarrollo de Puerto Rico como nación no estuvo exento de esas tragedias humanas. En la escuela nos inculcan que somos una mezcla de taíno, español y africano. Lo que no nos dicen es cómo se produjo ese mestizaje, por medio de violaciones sexuales, exterminio de indios y tráfico de esclavos africanos. De este terrible proceso histórico surgió nuestra identidad nacional, mestiza y rica en cultura, la cual refleja la herencia de esas vertientes étnicas. Entre esas manos que trabajaron nos nació la Patria, como menciona el contundente poema —convertido en canción— Oubao moin de Juan Antonio Corretjer. Sin duda alguna, las aportaciones de nuestros ancestros han sido enormes en cuanto al desarrollo del conocimiento. Por lo tanto, el cúmulo de sabiduría en nuestra cultura es producto de todas las gotas de pigmento que brotaron del sudor, sangre y lágrimas de nuestros antepasados. ¿Acaso el pigmento define el intelecto? ¡Claro que sí, pues todos (blancos, negros, indios, etc.) inyectamos color a nuestras vidas! Corpus Litterarum
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ENTREVISTA
UNA TARDE CON Por E.J. Nieves
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ara la segunda edición de Corpus Litterarum contamos con la agradable compañía de la escritora y poeta puertorriqueña Cindy Jiménez. Rodeados por un ambiente lleno de libros, ella nos compartió sus intereses y experiencias literarias, en particular sobre su nuevo libro Tegucigalpa, publicado bajo el sello Editorial Erizo. Primero que escritora y lectora estamos ante una persona, un ser humano con un aura brillante, muy leal; «Amiga de mis amigos, como decía Pablo Neruda», según alude ella con una voz dulce, muy poética. También es hija, hermana, esposa. Le preocupa mucho su generación. Le preocupan los escombros que se intentan levantar hoy día que, de manera consciente o inconsciente, nos han dejado otras generaciones. Igual se solidariza y se siente muy amiga de esas generaciones anteriores. Es bibliotecaria y profesora universitaria, pero sobre todo es un ser humano que ve, que oye a su manera, y que trata de hacer muchas cosas.
Cindy Jiménez «Cita extraída de la entrevista»
E.J.: ¿En qué consiste tu proceso de escritura?
Cindy: Yo no creo en la intención del autor, aunque parezca raro. Eso yo creo que es parte de la teoría de Cindy: Para mí la escritura es un ofi- Siglo XX; y en el Siglo XXI, yo creo cio. Es algo que hago todo el tiempo. que estas propuestas están surgiendo No creo en la inspiración porque yo para que, en efecto, se desprenda tocreo que es importante mantener la talmente qué es la intención. Quizá mano en movimiento. Una vez yo yo propuse algo a través de la forma tomé unos talleres con Mayrim Cruz para, como tú dices, jugar con el lecBernal, y ella decía: «Vamos a calen- tor, pero en definitiva es el lector en tar la mano», y esa es una disciplina su contexto, quien va a interpretar que uno tiene que tener. No todo cada pieza de Tegucigalpa. lo que se escribe es publicable. No todo lo que se escribe uno va siquie- E.J.: ¿Es «Tegucigalpa» una alusión ra a mostrarlo a los amigos, pero sí a la Tegucigalpa real o es una Tegues un proceso que se tiene que llevar cigalpa imaginaria? a cabo a diario. Por tanto tenemos algo que decir todo el tiempo. Como Cindy: Excelente pregunta. Bueno, decía anteriormente, no creo en la en el texto, si nos vamos por una inspiración, pero sí hay momentos lectura literal, es una Tegucigalpa quizá más propicios que otros para ficticia, un personaje que está en el darle forma a eso que hemos estado texto. No tiene que ver con la Teguvislumbrando. Y cuando, de repente, cigalpa de Honduras, con la capital, tienes un proyecto en mente, cuando y quizá lo tiene que ver todo. Quizá tienes una idea de propuesta de libro, yo quise llamarle Tegucigalpa para, entonces ahí es que la disciplina se de alguna manera, tener un diálogo convierte en trabajo. con Centro América, uno de los países que casi no mencionamos y que E.J.: Toda interpretación de un ahora mismo está pasando por una texto es válida siempre y cuando situación muy difícil. Quizá quise se respalde con el mismo texto. En que Puerto Rico, además de Caribe, «Tegucigalpa» se recrea un juego en- fuera otra pieza en este rompecabetre el texto y el lector, lo que permi- zas que llamamos Latinoamérica. te que este último sea el que asigne Por otra parte, Tegucigalpa me paresu propia interpretación o la sig- ció un nombre muy de oído porque nificación del texto. ¿Temes que en tiene casi todas las vocales menos la algún momento esta multiplicidad «o». De una vez, no sé si conoces el interpretativa se aleje de lo que es cuento de Tommaso Landolfi, un la intención original de la voz poé- escritor italiano, que escribió un textica? to de metaliteratura. Él vivió obsesionado con Nikolai Gogol, el ruso,
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a quien traducía. Pues escribió un cuento titulado La mujer de Gogol. Este cuento tiene atisbos de ciencia ficción, de fantasía, de lo real maravilloso. En la vida real, Nikloai no se casó, nunca tuvo mujer. Era muy ermitaño, pero Tommaso Landolfi crea en la historia esta mujer inflable. Es una mujer que es un globo, pero vamos, con cuerpo. De vez en cuando le cambia el cabello a rubio, a marrón; a veces es delgada, otras gruesa, por el material inflable. ¿Y sabes cómo se llama la mujer del cuento? Pues Caracas, como la capital de Venezuela. En ese sentido, al yo estar utilizando esto de Tegicigalpa, estoy
no? Ese es el primer juego del libro, o la primera trampa; ahí lo tienes para que muerdas el queso. E.J.: «Tegucigalpa» es un libro transgresor o transgénico en cuanto a clasificación se trata. Mayda Colón lo considera literatura mutante. En los últimos años hemos visto libros parecidos como los de David Caleb que, igual que «Tegucigalpa», son transgresores. ¿Crees que nos dirigimos hacia una literatura inclasificable?
entablando un diálogo con esto y, a la misma vez, me estoy saliendo. La lectura que le hice al cuento de Tommaso Landolfi con relación a Gogol fue, de alguna manera, una lectura como la del mito de Pigmalión. En Pigmalión, de la mitología grecoromana. En la Metamorfosis de Ovidio, por ejemplo, dice que Pigmalión creó esta estatua en musa porque le hubiese gustado tener una mujer. Entonces, Afrodita, una de las diosas, me parece que se compadeció y le dio vida a esa mujer. Y hemos visto el mito de Pigmalión en Pretty Woman, en Breakfast at Tiffany’s, en muchas películas, en muchas obras
literarias, incluyendo el cuento de Landolfi con relación a la mujer de Gogol. Entonces se me ocurrió pensar ¿y si fuera el escritor creador el inflable, ¿no?, ¿por qué no viramos los roles del género? Esa es una posible lectura. Otra posible lectura que le hago yo al texto, fuera de que lo escribí, es que todo escritor, de alguna manera, teme que su obra se caiga, que no se sostenga sola y se desinfle como le pasa a Tommaso Landolfi, que el final no está claro en el texto, si en efecto él se quitó la vida o si fue Tegucigalpa la que lo desinfló, no sabemos; no me compete a mí decirlo. Tegucigalpa me pareció: ¿por qué
Cindy: Bueno, me parece una pregunta fascinante. A mí me encantaría pensar que sí. ¿Sabes por qué? Al principio, me preguntaste quién es Cindy, te dije que uno de mis roles es el de bibliotecaria. Un bibliotecario clasifica todo; no puede pasar una pieza sin clasificar. Entonces, de repente sale esto, que no es nada nuevo bajo el sol; quizá aquí en Puerto Rico quién sabe. Pero Raymond Queneau tiene este libro que se titula Ejercicios de estilo. Él iba en la guagua un día y, de repente, ve a este hombre peleando con este señor que luego le saca un cuchillo y sale huyendo. Tuvo una epifanía. Lo escribió como crónica, lo escribió como cuento, lo escribió como poema, lo escribió como soneto, lo escribió como limerick, y al final tenemos un chorrete de ejercicios contando la misma historia, el mismo suceso. Yo quedé fascinada con eso. Guillermo Cabrera Infante, muchos años después, leyó obviamente al francés Queneau y de esa experiencia salió Exorcismos de estilo. Claro, lo caribeñiza, lo cubaniza; y tiene todos estos ejercicios de poesía conceptual como, no sé si te acuerdas que en Tegicigalpa hay uno con el lenguaje de señas, tiene caligramas como Guillaume Apollinaire. O sea, estamos hablando de que Tegucigalpa se nutre de estilos y formas que ya conocemos en la literatura universal. Quizá aquí lo llaman transgresor porque no se ha fomentado tanto, pero en ese sentido quizá no es algo «nuevo nuevo», pero yo quise trabajarlo, quise que la propuesta saliera así. El libro surgió inicialmente en un taller de microtextos con el escritor cubano José Carlos Sánchez Lara. El taller duró cerca de dos meses, pero claro, luego de ese tiempo, Tegucigalpa tomó vida propia; decidió mutar y ser esto que puede considerarse inclasificaCorpus Litterarum
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ble. A mí me gusta pensar que no es un poemario, pero sí es un libro de poesía; Tegucigalpa sí tiene poesía en todas las oraciones construidas de manera horizontal y aún en prosa. En el mismo epígrafe de nomograma, que es un nomograma fragmentado, ahí hay poesía. Yo no le puedo llamar poemario, y me gusta que no sea eso. Hay poesía. Hay narrativa, hay microtextos, hay influencia de grafitis, de publicidad. Entonces, si en la definición de lo que sería el microtexto podemos encajar a Tegucigalpa, estamos así en una literatura inclasificable, porque el microtexto se nos abre totalmente a tantas posibilidades. Igual, en la última parte de Tegucigalpa, El Infierno, el texto no es tan micro. De todas maneras, lo que quise hacer entre oración y oración, los intersticios que a propósito tengo abiertos, ahí estamos viendo otra cosa inclasificable. En esa técnica traté de utilizar, por influencia, el cómic. En un cómic, según sabes, entre panel y panel hay un espacio que el lector tiene que rellenar. Algo pasa de un lado a otro. Algo parecido
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traté en este libro; por eso vas a ver que entre una oración y otra hay que rellenar un espacio. Igual sucede con lo que no se dice.
Cindy: El proceso artesanal creo que ha sido lo mejor que me ha pasado como escritora. Escribir un libro es una cosa, pero hacer un libro es otra diferente. De alguna manera, la actividad parece como hacer poesía con las manos. Es un libro acariciado, es un libro con que, al coserlo podías cortarte con la aguja. ¡Ay, la sangrecita! O el sudor, ¿no? Cada página fue tocada por el escritor. Se piensa mucho el andamiaje. Lo hice a mano porque había tomado un taller con Nicole Cecilia Delgado y otros compañeros escritores; y como teníamos planificado este viaje Nicole Cecilia, Xavier Valcárcel y esta servidora hacia la República Dominicana, para una serie de lecturas y presentaciones, hicimos treinta ejemplares.
me cuenta que le gustó mucho el libro. ¡Imagínate tú! Me impresionó mucho. No había vislumbrado que pasara por una editorial. Cuando Ángel Antonio me muestra la portada, tardé como cuarenta y cinco minutos en responderle por la emoción; porque yo creo que la lectura que hizo del libro me facilitó ver que el libro estaba diciendo cosas. El proceso artesanal me gusta tanto que ya tengo tres manuscritos y saldrán primero como libros artesanales. Así que veremos qué pasa. Es un proceso que se lo recomiendo a todo escritor.
Luego de eso, siguieron creciendo, y al final llegaron a casi cien. Después de eso fui a México y llevé. Además de actividades aquí en Puerto Rico. También por Facebook la gente me pedía el libro, porque ni siquiera pude llevarlo a las librerías; todo se hacía mediante mi gestión. Hubo mucho interés. En el Festival de la palabra gente me compraba ejemplares porque siempre ando con mi mochila, y como ya se E.J.: «Tegucigalpa» fue un libro ar- había regado la voz de que yo tenía el tesanal antes de ser la edición que libro, siempre me preguntaban. Justo es ahora, publicado por la editorial. cuando voy saliendo para la Repúbli¿Cómo fue ese proceso? ca Dominicana ocurre el contacto con Ángel Antonio, de Editorial Erizo, que
Cindy: Primero que nada, les agradezco a ustedes en Corpus Litterarum por el esfuerzo que hacen. En lo que pueda yo colaborar, cuenten conmigo. Ahora estoy trabajando con Cuatrocientos nuevos soles, que es un libro que va ya por un año que estoy trabajando. Tengo otros libros que los manuscritos están bastante formados, pero mi energía, por ahora, esta con el título que te mencioné primero. Quizá salga para el próximo año. Mientras, pues estamos con Tegucigalpa, o «Tegu», como de cariño lo hemos apodado. Así le dicen los hondureños a su capital. Muchas gracias.
E.J.: ¿En «Tegucigalpa» hay crítica social? Cindy: Yo entiendo que sí, como debería haber en cualquier obra de arte, pero no me circunscribo a un panfleto. Si hay algunas lecturas de izquierda, puede haber lecturas de derecha y de centro, puede haber lecturas queer. El libro, cuando estaba con la edición artesanal, me gustaba pensarlo como un libro queer, por ser un libro raro, porque la palabra queer siempre me ha gustado. Porque Oscar Wilde y
esa generación de escritores escribían poemas en prosa, o sea horizontales, como me gusta llamarlos. Ellos eran rechazados por la élite porque esos eran los poemas de los homosexuales. ¡Hermoso! Entonces mi libro es queer porque la poesía es horizontal en su mayoría. De modo que hasta una lectura de ese tipo puede tener Tegucigalpa.
E.J.: Cindy, gracias por concedernos esta entrevista. ¿Tienes planes futuros que quieras comentarnos?
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Acto necrófilo
Querencia
Anthony Hernández Rivera
Marisol Vélez
Regreso al momento, observo mi vida. Vuelvo a mi sueño, la noche no termina. Eventos muertos me llaman y seducen, me atrae el pasado y me hala. Me aferro a un sentimiento vano, y a memorias en mi mente malsana. La cama gira, el alma rápido no olvida. En el pasado me quedo, Recuerdo, perfecto acto de necrofilia.
apetencia de tu aroma dulce tortura capricho audaz y fino muerte reducida a besos delincuentes que traspasan mi boca emocionan a los muertos vicio y desmande que no sabes controlar querencia de mi carne mortal asalta el deseo de llorar ese presentimiento de vivir muy poco y yo la llama de la que quisieras desaparecerte clavas en mi sin miedo tu endiablada espuela vuelcas tus mieles y al instante huyes y yo me doy en la forma de la altura tal cual pagana que no dejo caer todos los velos stroyteller mi tormento alguna vez invitación amable perverso suavizas mi cabello roce de carne perfecta esta noche con piedad infinita te amé más que un cuarto de ala boca que quema ojos que enfrían vagabundo que huye como un niño que se le ha extraviado la ruta acurrucándose en su aire sombrío te mezquinas oficio de amador suspiro sin perder elegancia rondo y juego en ti y yo comparto tus antojos tú mis hechizos empuje aberrado altares y dioses que no bajan a cegarlos
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Ya son las diez
Reinita
Betzabeth W. Pagán
Hiram Sánchez Barreto te veo miras mi pecho casa amplia donde te escondes de todas tus pesadillas diurnas mis hombros anchos te dan refugio hacen de tu cuerpo una frágil figurita de porcelana te arropas bajo mis largos brazos soñando de nuevo con amor te anidas en mi centro pensándo te reinita aterrizas en las ramas de mis piernas a tierra, ¡zas!
Mi piel ha sido poblada, lo mismo por primaveras que por inviernos. Ya son las diez; poblada estoy ahora de tus mil imágenes aferrándose a mis párpados, apenas cansados, apenas atentos. Me estremece el gesto de tu mano desnuda acariciando mi rostro, cuando en las horas negras me arremolino en tu pecho; cuando me abro, como hoja al viento. Ya son las diez... y se me llega al beso, desde la sien desnuda, la noche.
de rama en rama derrama y ama derrama y ama me derr(ama) me viérte me di vierte me con vierte me en ti enramada de ti erra amada de tierra arada en donde viertes mi raíz en donde he de crecer vertido de verdor de verdad di verti do en tu surco en tu circo entre malabares de mal hablares de mal humores de mal de amores y vuelves a revolotear, reinita vuelves a volver a volar a violar me quieres una vez más reinita
(a dejar de doler)
mi reinita Corpus Litterarum
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Entre dos Zoé Y. Robles Desde su cicatriz dibujo mundos mudos Desde sus manos se me ofrece el reposo Absurdo trueque a unos Para ella revelador
Catarsis erótica Samantha Ordaz
…y mientras tanto, en nuestro lecho, bailan sombras realengas. Fieles esclavas de la oscuridad, amantes enloquecidas de la luna. Tenues se buscan, pero no hallan más que siluetas perdidas. Estallan gemidos, y acaban con el silencio de eternas noches sombrías; sus ecos, arrullos. En lo opaco de párpados reverberan colores y se trazan cuerpos desnudos. Espectro vagabundo, finaliza su odisea en aquel pozo; fluyen sus aguas, hasta humedecer por completo toda guarida. Alcoholizadas con impudicia y lujuria, las sombras conquistan cuerpos inertes …tu y yo recobramos vida.
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El vacío Lyzbeeth M. Cruz No entiendes quizá porque te amo, No entiendes quizá porque me alejo… Quizá solo veas en mi cuerpo atado al tuyo el rojo de mi pasión, en mis manos que te acarician desesperadamente, la ternura de mi corazón, en mis ojos que buscan tu alma, los mil y un momentos vividos en aquella antesala de vidas pasadas. Y ante tu mirada conocida y ajena… te digo con pétalos de irises en un silencio con palabras, que me alejo, porque no resisto, el perforar de la espina, …constante, la ausencia del naranja de tu carne, el vacío de tu cuerpo en mis cobijas. Porque el diario venir… y no venir, hablar… y no hablar, amar… y no amar… van deshaciendo lo sagrado y lo divino. Pasándome una aguja por el pecho… sin poder ver lo que han zurcido. Dejando mi amor tornarse… morado, gris, negro… Y evaporarse en la NADA.
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Boracho * Raymond Meléndez Miranda Déjame enamorarte. Bebe. Quiero embriagarme de ti y del mar Envuelto en una ola de besos y licor Sentir que el alba nunca llega Como el sol ya no me quema Todo lo que nunca había redundado en descubrir Hace noches que estoy así Y no quiero salir de ti, anhelo sentir Perdona, todo lo que hice al asesinar al amor en vano Y ahora pronto, sentiré tu dolor Rasga mi piel, has de mí un nuevo ser Llena estos vacíos que dejó el amanecer Aduéñate de mis brazos Ya no más temor a expresarme, ni rechazo Aquí pretendo estar en un profundo descanso En tu complexión mi cuerpo se desploma Es el anatema sujeto a mi corona
* «BORACHO» con una sola R, según petición del autor.
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Retaíla Federico Lotario Morderte, sí, con mis dientes morderte quiero, con mis dedos desmenuzarte cual la rosa que su orgásmico danzar profiere en cada atardecer, el otorgado ocaso de cada despertar. Ansío descorrerte la desenvuelta sed ansiosa por degustar otro transgredir, el contrapaso que la ley trueca en instrumento de aquello que pretende erradicar. Cauteriza, sí, cauteriza mis marañas, el cantar que del mundo hace contrapuntos y con folías señala su ambivalencia, la mojigata peste que de su apetito no quiere abjurarse. Prohibir multiplica los errados pasos que dejan hambreado al abrasado joven, llevando su disecada carne a aquella raflesia cuyos pistilos reverberan las ondas de su adiós.
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ENSAYO FOTOGRÁFICO:
De la plaza de pueblo a la plaza en el mall Análisis Sobre la Cultura de Consumo en Puerto Rico Kenia M. Ortiz de Jesús
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INTRODUCCIÓN
n Puerto Rico la cultura de consumo se ha instituido como si fuese una característica natural o normal de la sociedad puertorriqueña. Muchos hemos escuchado personas decir: «a los puertorriqueños, culturalmente, les encanta comprar», o leído expresiones como: «We (puertorricans)… have a culture that loves to consume». (Chacón, 2001). En mi opinión, si me preguntasen sobre esa aseveración contestaría sí y no. Sí les gusta comprar pues las tiendas encuentran muchos consumidores en la isla, pero a su vez, hay que recalcar que esa conducta de compradores es una construcción social. No es que les gusta comprar porque viene en la sangre de las personas puertorriqueñas. No es un dato oculto que en Puerto Rico el mercado tiene excelente recepción del pueblo, como por ejemplo, en Plaza Las Américas se encuentra la mega tienda JC Penny, que goza de altas ventas con más volumen en el mercado de los Estados Unidos. ¿Cómo logra la isla dirigir esa enorme cantidad numérica de dinero en consumo siendo uno de los territorios más pobres y dependientes de los Estados Unidos? De esta pregunta surge mi inquietud sobre el análisis construccionista de la cultura de consumo. Existen diversas definiciones y visiones sobre el término cultura, pero en este ensayo será definida desde la perspectiva social construccionista. Puntualizo la cultura no como una institución natural e inmutable de la sociedad sino como una que fue creada y cultivada en la mente humana a través de las relaciones sociales de generación en generación, mediante el proceso de socialización, desarrollo de la identidad y las influencias del entorno político y económico (Williams, 1994). Las altas cifras de consumo no son parte de la naturaleza de las personas puertorriqueñas, sino que al ser parte de la cultura se analiza cómo proceso de fijación social mutable que se transforma por cambios crasos en las relaciones sociales, sistémicas, políticas y económicas que ocurren en la sociedad. Sintetizando, tras la inquietud sobre la cultura de consumo en la isla deseo desarrollar este análisis incorporando la relación de la cultura con los cambios en la sociedad que transfiguran las relaciones sociales y culturales. Las formas de vida de una sociedad donde domina la cultura de consumo tiende a transformarse, este cambio se puede observar en la utilización de las plazas. 28
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Para Alejandro Grimson (2001), la utilización de los espacios es reflejo de la predilección cultural de la mayoría en determinada sociedad. Utiliza el término proxémico para referirse al estudio donde se toma en consideración la cantidad de uso de determinado lugar para analizar cómo se refleja la cultura de forma no verbal. Utilizando a Williams y Grimson en el marco teórico, me propongo en este ensayo fotográfico observar y analizar sobre los espacios recreacionales de Puerto Rico mientras les presento imágenes como parte del desarrollo escrito. Al ser las plazas un lugar de encuentro donde se llevan a cabo las relaciones sociales, pretendo presentar la cultura de consumo a través de la utilización del espacio recreacional más recurrido por los puertorriqueños en la actualidad. Para esta comparación seleccioné la primera plaza del pueblo construida en Puerto Rico bajo el colonialismo español, la Plaza de la Catedral o Plaza Felisa Rincón de Gautier ubicada en el casco de San Juan vi-a-vis la primera plaza del mall construida en la isla y la más grande del Caribe, Las Américas en Hato Rey. Las Américas, cotidianamente, se conoce como «Plaza Las Américas”; sin embargo, en este ensayo diferencio en llamar a lo observado «la plaza de Las Américas» refiriéndome a dónde está ubicada la primera fuente construida en el centro comercial. Visité ambas plazas a la misma hora, dos ocasiones viernes a las 11:00am y dos sucesiones sábado a las 5pm durante el mes de noviembre de 2012. Analicé cómo los espacios se prefieren y utilizan (proxémico) de acuerdo a las predilecciones de la cultura hegemónica. La plaza de mayor uso podría representar la valoración cultural de la sociedad. Deseo contrastar si se observa un aumento en la visita a la plaza del mall y una baja en la plaza de pueblo, su relación con el aumento en la práctica del consumo en Puerto Rico. Analizar la cultura de consumo en la isla y ver si hay un reflejo de cambio social en la utilización de los espacios sociales comunales. Antes, durante los siglos en que la isla se encontraba bajo el dominio español, las plazas más recurridas eran estas plazas de pueblo. ¿Y en la actualidad? ¿Ha transformado el consumo la cultura de utilización de los espacios predilectos? ¿Cómo ha influido el cambio político y económico a la cultura reflejado en la utilización de las plazas? Observé y fotografié las plazas utilizando técnicas de sociología y antropología para contrastar cuál es el punto de encuentro recreacional más concurrido y en qué forma esto es parte del cambio cultural.
CAMBIOS POLÍTICOS, ECONÓMICOS Y CULTURALES San Juan- In a city famous for its colonial-era castles, old covents, and stone walls, Plaza Las Américas is a modern day fortress. (Chacón, 2001)
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l idioma, igual que el consumo, son parte de la cultura aunque son popularmente considerados como hecho natural e inmutable, como dice el dicho: «Desde que el mundo es mundo, hablamos español». Sin embargo, desde la lectura realizada a Albert Memmi (1990) sobre coloniaje e idioma, podemos concluir que en Puerto Rico se habla español producto de su antigua relación colonial con la metrópolis española, que perduró alrededor de 405 años. Esto transformó las relaciones políticas, económicas, sociales y culturales en la joven isla donde habitaban los indígenas. Antiguamente, durante el siglo XV y finales del siglo XVIII, cuando la isla estaba bajo el dominio del imperio español, las plazas de pueblo fueron construidas con el propósito de ser el lugar donde se empleara el tiempo de ocio, encuentro y reuniones sociales. En ellas se encontraba la catedral, la alcaldía, conventos y comercios principales. Poseían gran importancia social por lo cual se construían estratégicamente en una posición céntrica que servía como punto de encuentro para las personas de distintas comunidades que componían los pueblos. Eran símbolo religioso para las personas españolas católicas debido a que se construían cerca de la capilla principal del pueblo a la que acudían cientos de personas. Iban a las plazas a compartir, participar en mítines políticos, asistir a la iglesia y a los mercados cercanos. «Early in this artistic development, he found in Catholic iconography a powerful tool to comment on this. Consumerism and religion, he says, share a symbiotic relationship». (Rivera, 2009). La cultura política y económica también tenía relación con las plazas pues era en ellas donde las personas se enteraban de notificaciones por parte de los políticos e iban hacer sus compras.
CULTURA DE CONSUMO EN PUERTO RICO
Consumerism is cultural pattern that leads people to find meaning… Consumerism leads people everywhere to associate high consumption levels with well-being and success. (Hanley, 2010)
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n el 1898, tras la invasión americana en Puerto Rico, la sociedad pasó por un proceso de cambios en la economía (devaluación de la moneda, desnacionalización, descapitalización), política (gobierno militar, Ley Orgánica Foraker, Ley Jones) y en la cultura de la isla (Rodríguez, 2009). Puerto Rico se convirtió en uno de los países más importantes para el comercio y la acumulación originaria norteamericana, los dueños ausentistas trasformaron el comercio de Puerto Rico de acuerdo a sus intereses. En 1930 las compañías norteamericanas poseían una quinta parte de la riqueza computada de Puerto Rico. (Rodríguez, 2009) En el 1900, la Ley Foraker permitió el libre mercado entre Puerto Rico y los Estados Unidos lo que fortaleció y estableció el mercado de la metrópolis en su colonia. Estos beneficios incentivaron a las grandes compañías a establecer sus negocios en la isla hasta en la contemporaneidad. Luego de que Puerto Rico fuese considerado Estado Libre Asociado, se aceleró el proceso de modernización, especialmente, durante la década del 1950 y 1960. El consumo desmedido está intrínsecamente relacionado a este proceso de cambios sociales como el proceso de modernización, cambios sociopolíticos que, mientras transforman la sociedad, evolucionaron la cultura reinterpretándola y adaptándola al contexto. «Disoriented, dispossessed and stripped of identity, the victims of modernization find compensation in material gods; the one thing capitalism has to offer to our disenchanted world». (Hanley, 2010) En el 1968, durante el proceso de modernización abre las puertas el primer centro comercial de la isla considerado el más grande del Caribe, siendo número 15 de los mega mall en Estados Unidos, «el centro de todo», Las Américas. Inauguró el 12 de septiembre de
Foto 1 y 2: A la izquierda, la catedral de la Plaza Felisa Rincón de Gautier en San Juan. Su construcción inició en el año 1512, tras el decreto de erección de la catedral, y del cabildeo eclesiástico. A la derecha, vemos la plaza localizada frente. Corpus Litterarum
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1968 con 79 puntos de venta. Se estableció como nuevo centro de interacción social y «progreso» en la cultura de la isla. Este mega centro comercial, ubicado en la ciudad de San Juan, Las Américas recibe acerca de un 80% de los residentes de San Juan. Ya sea para consumir o visitar este mall es una gran cantidad de personas, transforma la vida cotidiana de los y las sanjuaneras, que prefieren emplear allí su tiempo de ocio forjando bases a la cultura de consumo a la que se sumergen las personas visitantes.
CONTRASTE EN LA UTILIZACIÓN DE LAS PLAZAS COMO ESPACIOS SOCIALES
Foto 4: Turista tomando fotos
Foto 3: La construcción de Las Américas. Este mega centro comercial que hoy día tiene tres pisos, antes tenía uno solo. Un informante que es parte de los señores que se sientan rutinariamente en la plaza de este centro comercial me dijo: «Antes, las tiendas eran puertorriqueñas, yo me acuerdo al comienzo era solo un piso y estaba González Padín que también estaba en San Juan. ¡Yo me compré unos zapatos allí! Era lo mismo que Río Piedras, pero con aire acondicionado. Estaban las tiendas en línea y la plaza central con la fuente, como en San Juan. ¡Lo único que era mejor por el aire acondicionado! Ahora esto es diferente; casi todas tienen un nombre raro en inglés». (Foto suministrada por la biblioteca digital de la Universidad de Puerto Rico)
La mayoría de las tiendas que se encuentran en Las Américas son de origen estadounidense que, igual que los dueños ausentistas de las plantaciones de caña de azúcar durante las décadas del 1920-1940, se llevan las ganancias al exterior, y Puerto Rico no recibe capital a través de la reinversión de estas compañías. A pesar de la crisis económica que azota a la isla: La tienda Radio Shack, de Plaza las Américas, es la de mayores ventas a nivel mundial. Tiene la tienda JC Penney más grande del mundo. Posee la primera tienda Macy’s fuera de los Estados Unidos continentales. (Chacón, 2001) Recientemente, el 17 de Septiembre de 2011 inauguraron Victoria Secret en Las Américas, en un día sobrepasó las expectativas en ventas de los directores y gerentes de la tienda para esa semana completa. ¿Cómo son estas ventas posibles en una isla donde el desempleo alcanza el 16%? La acumulación de capital de tiendas foráneas son acuestas de la descapitalización de la isla y la institucionalización de la cultura de consumo. 30
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Foto 5: Fotos masivas de puertorriqueños
Foto 6: El mercado utiliza estos simbolismos sociales para llamar la atención de las personas como consumidores (Pabón, 2001). Los y las turistas, los puertorriqueños y puertorriqueñas recurren a esta plaza, «El centro de todo». Un día en la plaza Felisa, en San Juan, observé una guagua de turistas que, luego de ir al El Morro, pararía en Las Américas. Las personas van a la plaza de mall para ver las decoraciones de navidad mientras hacen compras. En la foto podemos observar la dinámica de la plaza como muestra de niños impresionados, familias, bolsas de compra, multitud. «Es como vivir en un anuncio, dice un visitante cuando hacemos el recorrido de las instalaciones y no exagera». (Kleim, 2002)
CONCLUSIÓN But this sprawling concrete-and-glass structure in the heart of a city founded by Christopher Columbus is not a relic of some past glory. Instead, Las Americas as it known locally, has become a present day symbol of something more typically North American: economic prosperity, lost of shopping, and debt. (Chacón, 2001)
Foto 7: Expresión artística con guitarra. Foto 8: Venta de obras artísticas en la plaza.
La plaza de San Juan es, mayormente, visitada por turistas, niños en excursiones escolares y personas que vienen de los cuatro puntos cardinales de la isla cuando hay actividades como fiestas patronales y artesanías. La dinámica aquí es distinta que en Las Américas; la gente viene a sentarse, y no observé a muchos con bolsas de consumo en sus manos. La dinámica social fue menos individualizada. En la plaza de San Juan, algunas de las personas, al pasar las horas, se dieron cuenta de que observaba la plaza de forma distinta y se acercaban a preguntarme si era yo periodista. Mientras que en la plaza de Las Américas había tantas personas tirando fotos y paradas con tratos relacionales impersonales, nadie me preguntó ni sentí que se percataran de que estaba tomando notas de lo que allí pasaba. En la plaza Felisa Rincón de Gautier se vende la tradicional piragua, se toca música por propinas y los pintores van a vender sus pinturas sin ningún costo de alquiler. En fechas específicas al año se realizan ferias de artesanías y música. En la plaza de las Américas se observa en mayor cantidad a personas puertorriqueñas, turistas, estudiantes, trabajadores, personas de todos los pueblos de la isla, familias estadounidenses, entre otros sectores, vienen a observar el árbol, sus luces y el show navideño. La cultura de consumo ha sido construida dentro de un contexto de cambios en las relaciones sociales y económicas. La plaza del mall llama la atención de los consumidores con festivales con artistas, mimos, poetas, nieve simulada durante el periodo navideño, artesanos entre muchos otros son invitados al espacio del mall para entretener a los allí presentes. Actividades que se celebraban antes con mayor regularidad en la plaza pública del pueblo, no dentro de un centro comercial. Durante siglos pasados, la plaza de pueblo era el centro de información y escenario de mítines políticos. En la sociedad puertorriqueña contemporánea los políticos al saber que la mayoría de las personas visitan el mal, durante sus campañas políticas deciden incorporar en su agenda visitar y convocar para la plaza de Las Américas por ser el más concurrido espacio de encuentro. Eso fue el caso este 2012 con las campañas políticas o «visitas» de políticos a la plaza de Las Américas, (foto 10, adquirida en Primera Hora) alguno de estos son Ricky Rosselló, Santini, Luis Fortuño, el Movimiento de Unión Soberanista, Carmen Yulín y Alejandro Gracia Padilla, entre otros.
La cultura de consumo se forma en una sociedad que ha pasado por cambios drásticos en su sociedad lo cual redefinen su cultura. Esa transformación cultural la vemos reflejada en los espacios que las personas desean visitar. La plaza, con su catedral católica en San Juan, son símbolos religiosos que nos recuerdan el periodo de colonialismo español. Las multitudes en la plaza en el mall son el simbolismo actual del consumerismo incrustado en la cultura. Tras los cambios políticos y económicos, la plaza de pueblo dejó de ser bastión de encuentros sociales. En Puerto Rico, pude observar la merma en las visitas a las plazas de pueblo como acontece en la plaza principal de San Juan Felisa Rincón de Guatier. Antes, era símbolo y espacio de socialización, y hoy es más un símbolo histórico al ser, mayormente, visitada por turistas. Por otra parte, en la plaza de Las Américas, en su gran fuente e inmenso árbol en navidad, se observó mayor cantidad de flujo de personas puertorriqueñas. Antes, las personas preferían pasar un tiempo relax tomando aire fresco en la plaza del pueblo, ahora el 80% visita la plaza en el mall. Esto significa que muchos emplean horas de ocio en este espacio dirigido al consumo transformando la utilidad de la plaza principal de San Juan como espacio turístico. Se pudo reflejar cómo la cultura es construida, socialmente, a través del cambio, y cómo la cultura de consumo influye en el cambio en la predilección de la utilización de las plazas. BIBLIOGRAFÍA Ariño, A. (1997) Sociología de la Cultura. La constitución simbólica de la sociedad. Barcelona. Ariel. Berger, P. & Luckmann, T. (2001) La construcción social de la realidad. Buenos Aires. Amorrortu. Bednarz, J. & Baecker, D. (1996). Social Systems. Nueva York. Writing Science. Chacon, R. (2001) Purchasing in Puerto Rico Big, Booming San Juan Mall Becomes Potent Symbol. Boston Globe. Recuperado de: http://search.proquest.com/docview/405378629?accountid=44825 Evans –Pritchard E. (1977) Los Nuer. Barcelona. Anagrama. Friedman, A. (1993) Santa Iglesia. Catedral Metropolitana. Basílica Menor. Milán, Italia. Pro-Pix.Grimson, A. (2001) Interculturalidad y Comunicación. Colombia. Grupo Editorial Norma. Galtung, J. (2004) Violencia cultural. País Vasco: Gernika Gogoratuz, Documento 14. Hanley, P. (2010, Jan 12). Consumer culture has replaced religion. Star - Phoenix. Recuerado de: http:// search.proquest.com/docview/349057367?accountid=44825 Hernández, L. (1993) “El Trabajo Femenino a Domicilio y la Industria de la Aguja 1914-1940.” En Baergas M., Género y Trabajo: La Industria de la Aguja En Puerto Rico y El Caribe Hispánico. (p. 83-101) Rio Piedras. Editorial de la Universidad de Puerto Rico. Jiménez, R. (2005) El ensayo fotográfico como Diseño de Información. El Uso de la Fotografía en la Investigación Exploratoria de un Fenómeno Social. (Tesis de licenciatura publicada) Universidad de Las Américas. Recuperada de http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/ldf/jimenez_r_mc/indice.html. Kleim, N. (2002) No Logos. Barcelona. Ediciones Paidós Ibérica S.A. Memmi, A. (1990). Retrato del colonizado. Séptima edición. Buenos Aires. Ediciones La Flor. Muñiz A. (2012) Santini llega con Pleneros a Plaza Las Américas. Recuperado de: http://www.primerahora. com/santinillegaconplenerosaplazalasamericas-715347.html Pabón, C. (2001) Nación Postmortem. Ensayos Para Tiempos de Insoportable Ambigüedad. San Juan, Puerto Rico. Ediciones Callejón. Rivera-lyles, J. (2009, Jan 18). Consumerism, contradictions and our icons. Orlando Sentinel. Recuperado de: http://search.proquest.com/docview/284220992?accountid=44825 Rodríguez, E. (2008) Libro II: El desarrollo del capitalismo en Puerto Rico durante las primeras décadas del siglo XX. Historia y nuevo enfoque teórico: Sociedad Política: La “Coerción” durante las primeras cuatro décadas de dominación norteamericana. San Juan, Puerto Rico. APETN. Taylor S. (1987) Introducción a los métodos cualitativos de investigación. Barcelona: Paidós. Vries, J. D. (2002). Consumerism in world history. The global transformation of desire. The Journal of Economic History, 62(2), 638-639. Recuperado de: http://search.proquest.com/docview/216449098?accountid=44825 Williams, R. (1994) Sociología de la Cultura. Barcelona. Ediciones Paidós. Recuperado de: http://www. scribd.com/doc/29680560/Sociologia-de-la-Cultura-Raymond-William
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COLUMNA
CONSEJITOS DE REDACCIÓN Y ESTILO Por Julio A. García Rosado
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os compete el mundo de las palabras; con ellas contamos historias. Las palabras causan sensaciones en los lectores, crean expectativas, aunque primero las produce en quien las escribe. Dentro de la ficción, las palabras les pertenecen a las voces narrativas, y estas pueden abarcar infinidad de tonos; pueden transitar de la rabia a la risa y de esta a la melancolía. Pueden viajar, por supuesto, más allá. Las palabras son nuestras herramientas; con ellas representamos ideas. Nos debe preocupar si, tras escribir, se les escapan a los lectores. No hay duda de que lo que escribimos se comprende de modo diferente de lo que hablamos, y lo que escuchamos, igualmente, diferente de lo que leemos. Ante el menor desliz, arriesgamos perder el interés en nuestro escrito. Lo importante es que agucemos el ojo en el juego de la comunicación para que el mensaje que queremos transmitir no se pierda. Los textos deben tener vida; y si nuestra vida está llena de movimiento, la ficción necesita estarlo. Si nos hablan demasiado, atestando de rodeos lo que nos dicen, nos aburrimos. Sucede igual cuando leemos. Así que, no olvidemos que la cualidad de lo bien escrito es la precisión.
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LA VOZ
a voz gramatical es la categoría de la gramática asociada al verbo que indica la relación semántica que existe entre el sujeto, el verbo y el objeto, y que permite decidir si el sujeto es un agente o un paciente, es decir, su papel temático dentro de la oración. En un cuento o en una novela es preferible utilizar la voz activa. Con ella se enfocan las acciones de los verbos y le damos más importancia a lo que está sucediendo y quien lo está realizando de un modo directo. Al emplear la voz pasiva, que en español se forma con el verbo ser en el tiempo de la activa más el participio del verbo de la activa, estamos consiguiendo lo opuesto. Al escribir: «Juan come sopa», con la voz activa, el sujeto realiza la acción directamente. Al escribir: «La sopa es comida por Juan», con la voz pasiva, nos enfocamos en el objeto, y la acción del sujeto es indirecta. Esta construcción supone problemas respecto de la forma y el fondo: el sujeto luce despersonalizado; parece un adorno. Se nota la ruptura en el equilibrio estético del estilo. En el peor de los 32
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casos, crea repeticiones del verbo que vuelven lenta la lectura. Se producen un sonsonete de participios (comida/bebida/tendido/acercado) poco agradables. En nuestra lengua, las construcciones en voz pasiva no resultan naturales. Proliferan por la influencia del inglés. Y aunque en ocasiones tenga ciertas ventajas, en un cuento o novela solo causaría que la expresión del texto luzca tímida y sin la viveza que necesita toda narración.
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LAS EMOCIONES
escribir con palabras las emociones de los personajes, en determinados momentos, no es tarea fácil. Establecer que un personaje está «feliz» o está «triste» u «optimista», con estas palabras exactas, no es la solución óptima. Sería escoger la solución más fácil. Ahora bien, ¿cómo expresar tales sentimientos de un modo verdadero? Estas emociones, igual que otras, surgen del subconsciente y producen reacciones físicas. Obviemos las palabras abstractas, no adjetivemos con, por ejemplo, «equili-
brado», «confundido». En estos casos podemos describir acciones y gestos que denoten tales emociones. Aquí entra el ingenio creativo de tratar de conseguir, sin explicar los sentimientos, lo que los personajes experimentan. Por tanto, hay que observar las reacciones físicas de las personas cuando dejan salir las emociones. De este modo, el lector puede identificar tales reacciones con los sentimientos. Dos ejemplos: Alegría: «Me puse a dar pasos de ballet por todo el salón». Ansiedad: «Recorrí a toda prisa las calles de la ciudad fumando un cigarrillo tras otro con los dientes apretados».
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LOS DIÁLOGOS
os diálogos realzan la historia, la hacen brillar, nos acercan más a los personajes. Por supuesto que hay textos que casi no tienen diálogos, pero uno bueno lo que pretende, en principio, es adelantar la acción. Nos ayuda además a caracterizar a los personajes con sus modos particulares de expresar-
se. Estos deben ser fluidos y naturales. En caso de que contengan demasiadas acotaciones, pueden interferir con el ritmo. Seamos suficientemente juiciosos con las aclaraciones o descripciones para que no interrumpan o compliquen la fluidez de los pensamientos o ideas que se expresan. Lo ideal es que el diálogo, en sí, refleje el estado mental de los personajes. A veces, el abuso de acotaciones luce como que el autor está explicando lo que él quiere explicar de la historia, y no es recomendable que los personajes estén realizando la tarea de explicar sus reacciones. El autor, si esa es su intención, debe llevar a cabo esto fuera de los diálogos. Otro aspecto importante es saber cuando el diálogo debe llevar un «dijo» y, sobre todo, variarlos, dosificarlos porque pueden ser cansones. Las personas se expresan de maneras muy distintas, y siempre en ello existen múltiples estados emocionales. Como mencionaba antes, a estos estados les podemos encontrar alguna palabra que se ajuste (ella contestó, él explicó, ella susurró, él masculló, ella afirmó, repuso él, admitió ella, prosiguió él, remató ella, respondió él, sugirió ella, aclaró él, aseguró ella, concluyó él, etc.). Corpus Litterarum
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LO NUEVO EN VITRINAS
Prosac Mayda Colón
Garúa Emilio del Carril
Bufé Ivonne Denis-Rosario
Mardigras Julio César Pol
Soy el Leife El pájaro malo Nelson Ricart Guerrero
Cielo pájaro nuestro Mairym Cruz-Bernal 34
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martes, 7 de mayo de 2013 Micrófono abierto II (lectura de poesía) Restaurante Casa Emilio, Ave. Domenech 307 7:30 p.m.
sábado, 11 de mayo de 2013 Presentación de: Cuarentena y otras pejigueras menstruales de Dinorah Cortés Vélez Librería AC, Santurce 3:00 p.m. jueves, 23 de mayo de 2013 Conversatorio sobre: Restos de lumbre y despedida de Xavier Valcárcel Libros AC, Santurce 7:00 p.m.
PRÓXIMAS ACTIVIDADES
jueves, 9 de mayo de 2013 Presentación de: Soy el Leife, el Pájaro malo de Nelson Ricart-Guerrero Librería AC, Santurce 7:00 p.m.
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Foto contraportada