Revista Corpus Litterarum

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EDITORIAL ¡Hola a todos! Bienvenidos a su revista. Sí, suya. Porque no es solo nuestra; es más bien nuestro regalo a todos esos poetas, narradores, ensayistas, artistas… que antes que nada son lectores incansables. Así como sentimos esa necesidad de tomar nuestra pluma y comenzar a crear, tarde o temprano nos asaltan los deseos de ser leídos. La fuerza que nos mueve a escribir, y la que luego nos mueve a publicar, es en realidad una misma fuerza. Cuando E. J. puso a Corpus Litterarum sobre la mesa por primera vez, hace poco más de un año, fue con un inocente: «Yo tengo esta idea… quiero hacer una revista literaria». Lo que en realidad él hizo fue verbalizar lo que ya todos teníamos en la punta de la lengua desde hace mucho tiempo. Ya sabíamos que la manera más fácil de abrirse camino y hacerse de un nombre dentro de la literatura actual era participando en certámenes, publicando en periódicos y revistas. También sabíamos que esto es más fácil decirlo que conseguirlo. Sabemos además del talento que se desborda entre los jóvenes. Solo faltaba que alguien hiciera la pregunta. ¿Qué tal si lo hacemos nosotros mismos? Claro. Abramos nosotros ese espacio que tanta falta hace. Creemos una revista literaria para que los universitarios y otras Nuevas Voces puedan publicar. De estas conversaciones surgió el subtítulo «La Revista de las Nuevas Voces». Nos pareció apropiado. Las ideas siguieron fluyendo luego de ese día: una sección para crítica literaria, una sección para lo nuevo en las librerías, una que otra entrevista y futuros planes para certámenes literarios y micrófonos abiertos. En fin, un organismo que respire, produzca y reparta literatura en todas direcciones. Luego de que el concepto estuviera trazado en nuestras libretas, no faltó gente comprometida con la causa de las letras que estuviera dispuesta a aportar de su talento. Nuestras preocupaciones de que nuestro presupuesto (de estudiantes del sistema universitario público) no alcanzara para contratar gente se esfumaron cuando las personas comenzaron a ofrecérnosla gratis, o como me gusta siempre llamarlo por amor al arte. Gracias E. J. Nieves por meterme en este embrollo y por regalarnos este espacio, a mí y a los autores puertorriqueños jóvenes que ya tienen una revista manejada por ellos, dirigida a ellos. Gracias mil a Julio García, que nos cayó del cielo en el más oportuno de los momentos y ha sido un miembro valiosísimo de la tripulación de Corpus Litterarum. Quiero también extender agradecimiento a Andrew Rosado, a quien conocimos durante una investigación que hicimos durante el verano, nuestro miembro más reciente, por su gran ayuda durante el proceso de edición. Gracias a David Caleb Acevedo por concedernos la entrevista, por compartir con nosotros su experiencia creadora. Gracias a todos los autores que nos enviaron sus textos. Nos honran con sus letras. Gracias por su fe en la revista y por sus buenos deseos. Y claro, gracias a ti que descargaste esta edición. Sobre todo si te detuviste a leer esta nota editorial (yo en lo personal me la he saltado muchas veces, así que gracias.) Así comenzamos este proyecto; un poco dirigidos por la intuición, un poco aprendiendo las reglas del juego sobre la marcha y otro poco encomendándonos a los dioses. Haber logrado lanzar esta primera edición es un orgullo para nosotros. Me siento honrada de ser parte de esta revista y de lo que pronto ella representará para las nuevas voces. Aquí les presentamos: Corpus Litterarum: la Revista de las Nuevas Voces, Primera Edición. Editora Sandra B. Valentín

Editores Editor Asistente y Diseñador Gráfico

E. J. NIEVES SANDRA B. MEDINA VALENTÍN JULIO A. GARCÍA ROSADO

Diseñador de Medios Web

E. J. NIEVES

Investigación

SANDRA B. MEDINA VALENTÍN

Corrector/Consultor

ANDREW A. ROSADO HATINE

es una revista que tiene como fin proveer un espacio de publicación para la producción literaria de las nuevas voces, tanto de estudiantes universitarios como también del público general que desean darse a conocer en el mundo literario. PUEDE ENVIARNOS SUS PREGUNTAS Y COMENTARIOS A: Email: revistacorpuslitterarum@gmail.com Blog: www.corpuslitterarum.weebly.com

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Los textos publicados en esta revista son de la autoría de cada autor/ra; por lo que los derechos de propiedad intelectual les pertenecen exclusivamente a esto/ as. Tales escritos son publicados aquí con la autorización correspondiente, y con el propósito de su exposición y lectura. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita del titular del Copyright, bajos las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante venta. Si usted está interesado en la publicación de alguno de los escritos, es necesaria la autorización expresa del/la autor/ra.


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30 18 NARRATIVA

POESÍA

Victoria 04 Carmelito Gretza M. Piñeiro Hernández con Renoir 06 Conversaciones Andrew Anderson Rosado Hatine sones de María Antonia 07 Los Benito Ponte hijo de nuestro siglo 08 El Federico Lotario al viento 11 Pasas H. Roberto Llanos 12 María Natalia Vázquez Torres oscuros 14 Cuartos Rebeca J. Agosto Rosa 16 Ruido José O. López Serra

cálidos 22 Bésos Raymond Meléndez Miranda Juan en el infierno 22 Don Federico Lotario momento 23 Ese Ruth A. Vélez Edible 23 Not Melly Ortiz Reyes sueño de olvido 24 Un Jeanette Rodríguez Colón Discharge 24 Agonizing Melissa Angus Baboun superficial 25 Profundamente Mara Pérez 25 Recuerdo Laura Isabel Martínez Ones Who Never Yawn Or Say 26 Te A Commonplace Thing Jesús M. Santiago Rosado

mi dolor tiene identidad 27 Hoy Jesús M. Santiago Rosado

ENTREVISTA

COLUMNA

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Una tarde con David Caleb E. J. Nieves

4 Consejitos de Redacción y Estilo Julio A. García Rosado


Carmelito Victoria Gretza M. Piñeiro Hernández

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u a n d o Carmelito miró el reloj, apenas habían transcurrido tres horas desde el último beso. Le dolía la cabeza y sentía que la piel de la espalda se le había adherido a las sábanas pringosas que sostuvieron su cuerpo bajo el peso y los movimientos de yegua despotricada de aquella imponente mujer. Cada vez que escuchaba el taconeo cadencioso acercándose a ese cuartucho que llamaba casa, sentía que se le ponía malo todo el cuerpo. Como si una fila de hormigas bravas le subiera por los pies. Y cuando se le empezaba a nublar la vista, ya ella había llegado a la puerta, la cual abría de una patada. Lo miraba fijo, prendía la radio; y mientras Aretha cantaba You Make Me Feel Like A Natural Woman, se le encaramaba encima sin mediar palabra. Sin quitarse la ropa se dedicaba a lo que había venido. Carmelito nunca había tenido una mujer de carne y hueso. Ahora se sentía en la Gloria, y parecía que ella también porque siempre le decía lo mismo: —Oh my God papi, this is Heaven! Ella se unía a la voz de Aretha para cantar el coro y, desafinando, gritaba hasta desgañitarse: you make me feel like a natural woman. Carmelito se sentía como el Fausto cuando se rindió ante Mefistófeles; un poco más de dicha y juraba que se moría. Aunque no moría, la poca eficiencia física le causaba desmayos. La mujer era demasiado grande, y tan grande como ella era su apetito carnal. La historia se repetía de manera impredecible para Carme4

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lito: ella llegaba cuando menos la esperaba él. Se iba de igual manera. En ocasiones, ni la veía irse, pues cuando despertaba de los desmayos, ya no estaba, solo quedaba la radio encendida mientras la música contrastaba con los desarreglos del cuartucho. Carmelito se llevó las manos a la cabeza y respiró profundamente. El olor a perfume barato que le dejó Jenny en las manos lo mareó por un segundo. Se reprochó en voz alta: —¡Qué clase de pendejo eres, Carmelo, siempre tan mustio! Carmelito odiaba su nombre; no entendía cómo su padre lo había nombrado de semejante manera. —Es que eras tan pequeño que Carmelo como que te quedaba grande; y como tu mamá murió al parirte, pues te tenía que poner su nombre. Coño, ¿qué más esperabas? Carmelito Victoria será tu nombre hasta que te mueras. Esa era la explicación siempre que preguntaba. Debía haber sido muy pequeño porque Carmelito apenas medía poco más de cinco pies. Utilizaba zapatos de tacón alto que él mismo confeccionaba escondido en su cuarto. Cada vez que compraba zapatos, adquiría dos pares iguales, entonces cortaba el tacón de un par y lo pagaba debajo del otro. Para hacer de su situación más patética, utilizaba los pantalones ex-


tremadamente largos con la esperanza de cubrir aquellos disparatados zapatos. Entre zapatos y pantalón era común que se callera en el medio de la calle si salía por las noches a beber anís. Para cubrir la vergüenza, fingía estar borracho. Como le daban deseos de llorar, reía a carcajadas para que los demás pensaran que lloraba de risa. Así fue como conoció a Jenny, una puta clásica con el chiclecito en la boca, de las que gustan hablar inglés: —Oh my God papi, are you ok? Mientras Jenny levantaba a Carmelito del suelo con una mano, este no dejaba de llorar y reír. Cuando sintió la mano de Jenny rozarle la entrepierna, Carmelito se olvidó de llorar; y por la sonrisa que ella esbozó, fue obvio para él que ella había descubierto otro de sus secretos. Carmelito era pequeño, de eso no cabía duda, pero estaba bien dotado, dotadísimo. Lo tenía más grande que el Coloso de Rodas. Jenny, que era una experta catadora a fuerza de oficio, quedó cautivada. —Oh my God papi, you are so drunk, let me take you to your crib. Carmelito fingió estar borracho. Jenny, sin perder oportunidad, lo ayudó a caminar palpando y repasando aquello que empezaba a crecer dentro del pantalón de Carmelito. El jueguito se extendió durante todo el camino. A pesar de que Carmelito estaba que se moría de gusto con lo que estaba sintiendo, no le dejaba de preocupar lo que ella pensaría cuando él se quitara los tacones. Su mente corría rápido a fuerza de improvisar; era diestro en cómo salir de situaciones embarazosas. Cuando llegaron a la puerta del cuartucho, Carmelito la abrió y fue corriendo al baño a fingir que vomitaba. Se quitó los tacones y los arrojó dentro de la bañera, haciendo tanto bullicio que Jenny pensó que se había matado: —Oh my God, papi, what’s going on? Y corrió al baño a recogerlo del suelo. Carmelito se dejó tomar en brazos como si fuera un muñeco; cualquier cosa era mejor que verlo de pie sin los tacones. Cargándolo, Jenny caminó hasta la radio, la prendió; buscó una emisora donde cantaran en inglés. Por primera vez se escuchó en el cuartucho algo que no era salsa gorda. Sin pensarlo dos veces lo tiró en la mugrosa cama, le arrancó la ropa y sin quitarse la suya, lo montó como si fuera a acabarse el mundo. La sonrisa de Carmelito era descomunal, gozaba pensando que Jenny ni siquiera sospechaba que acababa de engullir su virginidad. Ella gritaba de gozo y decía cosas en inglés que Carmelito no entendía. Carmelito la miraba brincando encima de él cuando empezó a ver borroso y ya no supo más de sí. Despertó al siguiente día con un dolor de espalda que atribuyó a la caída, y con el chicle de Jenny pegado en la pollina. Se bañó y se tiró nuevamente a la cama. En el momento en que se preguntaba si volvería a ver a Jenny, la puerta se abrió de golpe y se repitió la escena de la noche anterior. Así siguió ocurriendo por varios meses, pero de manera impredecible. Ella llegaba en cualquier momento por lo que Carmelo empezó a dormir con los tacones puestos. A Jenny no le importaba.

Todo transcurrió más o menos igual hasta aquella mañana. Carmelito despertó con dolor de cabeza y no tenía los tacones puestos. Los buscó en el baño, debajo de la cama y en el armario. Descubrió con terror que los tacones no estaban en ningún lado. No entendía qué había sucedido. Pensó que Jenny se los había robado, pero no entendía por qué. Nunca cerraba la puerta con llave; tal vez otra persona había entrado y le estaba haciendo una broma. Después de buscar y rebuscar por horas se sentó a esperar a que Jenny llegara. Jenny no vino ese día ni esa noche ni los dos días siguientes. Carmelito no salió del cuartucho; no podía permitir que lo vieran tal cual era. Llevaba un día y medio sin comer, se sentía mal y todo el cuerpo le temblaba. Sin los tacones todo le parecía grande. El techo del cuartucho se encontraba tan alto que apenas conseguía verlo. La escalera que utilizaba para alcanzar la alacena superior en la cocina, se le había hecho corta y no podía alcanzar los pocos alimentos que guardaba en ella. Intentó con una soga, pero fue en vano. Cada vez que se bajaba de la cama se le hacía más difícil subirse a la misma; sentía que se volvía pequeño. Carmelito pensaba que el mundo se había hecho muy alto y grande para él desde que perdió sus zapatos. Sentía que la muerte estaba cerca cuando a lo lejos le pareció escuchar los tacones de Jenny que se acercaban cadenciosos al cuartucho. Sonaban más cerca y fuertes; pero en lugar de sentir hormigas que le subían por los pies, Carmelito sintió que una corriente fría le recorría el cuerpo, pensó que tenía que comer. Jenny ya estaba cerca, esperaba que la puerta se abriera de una patada, como siempre pasaba. Esta vez no fue muy diferente. La puerta se abrió de una gran patada. Un golpe tan fuerte que arrancó la puerta de las bisagras con un gran estruendo. Carmelito miraba asustado desde la cama cómo Jenny, convertida en una gigante, luchaba por entrar por el hueco de la puerta, que se le hacía extremadamente pequeño. Jenny sonreía y Carmelito juraba que cada diente de los de Jenny era tan grande como su cabeza. Sin decir una palabra, Jenny encendió la radio y caminó hasta la cama de Carmelito quien miraba horrorizado aquella figura gigantesca que se le acercaba mirándolo de forma lasciva. Carmelito no podía gritar, el terror lo había paralizado. Jenny le arrancó la ropa de un tirón con un solo dedo. Carmelito sintió que el mundo se le venía encima, sabía que no podría resistir el peso de Jenny sin morir aplastado. Jenny se le encaramó encima como siempre lo había hecho y Carmelito empezó a verlo todo negro. Cuando los bomberos removieron los escombros, encontraron a Carmelito aplastado. Jenny lloraba desconsolada mientras contemplaba los zapatos que le había mandado hacer a Carmelito en la misma tienda de travestidos donde le hacían los suyos. La última noche que había estado con él, se llevó a hurtadillas los tacones para mostrarle al zapatero lo que quería. Nunca imaginó que Carmelito se fuera a colgar del envejecido techo de la cocina. Solo quedó en pie la escalera que utilizó para amarrar la soga. En la radio se escuchaba aquella canción You Make Me Feel Like A Natural Woman. Corpus Litterarum

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Conversaciones con Renoir Andrew Anderson Rosado Hatine

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’ai presque finis, Renoir, mon art va changer le monde. Ya casi termino, Renoir. Mi arte va a cambiar el mundo. Muchos me dijeron que nunca llegaría a nada ya que el «talent» no estaba, que no servía. Pero tengo la suficiente astucia para llevar esto a cabo. Regard-le, Renoir, c’est majestueux. Míralo, Renoir, es majestuoso. Pero solo le faltan los labios ideales. Que lástima. ¿Te acuerdas como obtuvimos el pecho? Ah, la vrai definition de la beauté, la verdadera definición de la belleza. Esas vacaciones en Niza fueron inolvidables. Cualquiera diría que fue amor a primera vista. Cada línea de su pecho tan simétrica y perfecta. La suavidad de su piel, la firmeza de su carne. Las gotas del sudor se le deslizaban por el costado. Su ombligo delicieux… Hmmm. ¿Cómo olvidar? ¡Imposible dejarlo ir! Dejar ir la pieza perfecta. Por eso lo invité a regresar a mi estudio aquí en Monmartre. Y sin pensarlo dos veces, después de una noche interminable y fatigante llegó el momento. «Alouette, gentil alouette, alouette je te plumerai, je

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te plumerai le cou… je te plumerai le cou…». Luego era solo cuestión de ponerlo en la escultura y continuar mi búsqueda… Míralo, Renoir, es una escultura extraordinaria; cada parte escogida especial para cumplir su propósito, exaltarnos a la fama, Renoir, yo sí tengo el talento… Pero solo le faltan los labios ideales. Que lástima… Renoir, dime, ¿quieres saber de dónde viene ese collar en tu cuello? Bueno, todo empezó con la creación de cette piece de perfection. En el tiempo cuando estudiaba arte en la escuela superior. Mi profesor siempre me decía que cada artiste tiene su propio llamado; y como ya sabes, mi llamado es «la sculpture» la escultura, mi inspiración el cuerpo humano. Et maintenant, Renoir, ¿cómo se conecta eso con tu collar? Bon, un día mientras daba un paseo por el pueblo, aquí en Montmartre, tropecé con una mademoiselle con el cuello más insólito du monde. Un cuello largo y firme que portaba un collar adiamantado. El cuello demandaba ser libre de todo tipo de atadura. La mademoiselle me había reconocido por una exposición del mes previo y le ofrecí una cita privada. Entrez, entrez mademoiselle, comment allez-vous? Pase por aquí, siéntese por aquí, cálmese y yo hago el resto. «Alouette, gentil alouette, alouette je te plumerai, je te plumerai le cou… je te plumerai le cou…». ¿Porque me miras así? ¡Renoir, yo no soy un monstro! Yo soy un artista. Y con esta, mi obra maestra, todos aquellos que hablaron contra mí se doblarán ante mí. Solo míralo, Renoir: las manos, los ojos, los dedos, las rodillas. Cada una puesta con calma y delicadez. Cada parte perfecta, que andaban perdidas y ahora puestas juntas, tal como deberían estar. ¡Juntas en un solo ser! ¡La verdadera definición de la perfección! Pero faltan los labios ideales. Unos labios finos y cortos que parezca que sonríen por sí solos. ¡Unos labios que besen el viento y lo llenen de lujuria, unos labios que den vida, unos labios que le darán vida al arte en todo el mundo! Unos labios como los suyos… —Bonsoir… Monsieur, euh… est-ce que quelqu’un vous avez déjà dit que vous avez des beaux lèvres?


Los sones de María Antonia Benito Ponte

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iempre pensé que mi abuela era «diferente». Ya había picado mi curiosidad el hecho de que mis abuelos durmieran en camas separadas. Jamás los había visto abrazarse y, menos, besarse. Lo constaté el día que Sarita Montiel irrumpió en nuestras vidas, por el año 1957. Fue la carátula de un LP lo que motivó el descubrimiento. Allí estaba Saritísima ofreciéndose al mundo desde El último cuplé… El escote maravilloso de aquel traje amarillo dejaba ver los espléndidos contornos del pecho que la harían ¡Reina de la taquilla! Ella llegó de la mano de mi tío, quien promulgaba a los cuatro vientos que sus cuplés habían llegado a Puerto Rico mientras agitaba nervioso el LP de marras. A las solicitudes de mi abuela, prometí llevarla al cine donde estrenaba dicha película. Llegó el día maravilloso. Esa mañana mi abuela abrió su maleta hospitalera. Lugar en el que guardaba todos los regalos que le hacíamos por si tenían que hospitalizarla y así poder ir «de nuevo». Escogió todo un ajuar rosado de piezas de ropa interior y se marchó a vestir al baño. De allí salió arropada en perfume Emeraude de Coty y sus mejores galas. Tremendo empaque. Y tomamos la guagua que nos conduciría al cine donde exhibían la película. Al entrar en aquel magno anfiteatro, con sus efluvios salados de pop-corn, orines y sobaco, nos sumamos a la multitud de personas que se congregaban para rendir sus respetos a la Diva de España. «¡Qué boca, qué dientes, qué ojos!», fueron sus comentarios, que me dejaron aturdido mientras Sara se pavoneaba carnosa y voluptuosa en las pantallas santurcinas. Cuando cantó su último cuplé, mi abuela era un mar de lágrimas. Me asustó el dolor y desgarramiento que ponía en sus palabras: «NO, NO… No puede ser», mientras que María Luján fallecía. Cuando tomamos la guagua de vuelta me dejó mareado con el vómito de adjetivos que azotaron mi turbación. «Es una mujer hermosa como pocas. Esos ojazos negros, esos labios hinchados de amor por su amante, el delirio de su voz aterciopelada y esos dientes perfectos, nacarados». Jamás había escuchado a mi abuela usar esas palabras que me sonaron a confesión íntima de oscuras querencias. Se abría otra de las múltiples maletas que mi

abuela guardaba debajo de su cama. Siempre que llegaba la Montiel a nuestras pantallas, éramos los primeros en las filas del cine. Lo más que me sorprendía era que su reacción a la magia de la Sara nunca mermaba en intensidad. Sus ojitos azules se llenaban de lágrimas de piedad y amor por aquella bella mujer víctima de sus hombres. Y así empezó un largo periplo que nos llevó, cual abanico de colores, desde Tánger a Buenos Aires, desde Río de Janeiro a Roma, desde Madrid a Barcelona siempre de la mano de la Montiel y sus sones.

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El hijo de nuestro siglo Federico Lotario

PRIMERA PARTE: Diario de un bueno para nada -1Yo no tengo nombre; solamente, soy uno más entre los hijos de la Generación Equis, otro entre tantos good boys que se la pasan ante el PlayStation cuando no están estudiando o jereteando por ahí (¡mentira!). Mi infancia son recuerdos de una chorrera en Encantada, un soleado balcón de madera, la palma plástica. ¿Mi juventud? Veintidós años en Parque Maravilla. ¿Mi historia? Todos los acasos que ponderar no quiero. Mi vida no me importa ni a mí mismo. Por más que algunos insisten en enterarse de cuanto pasa o deja de pasarme, otros porfían por no enterarse jamás, ¿verdad, Jorgito? -2Nací en el Ashford, si los récords del hospital no mienten. Dicen que a mamá le practicaron la cesárea aunque no hacía falta, y que mi padre no dejaba de cavilar en torno al meeting que tenía al día siguiente. Mis abuelos hicieron su jubileo, y el mundo como si nada. A propósito, mentí con lo de Encantada. Durante los primeros años de matrimonio, mis padres vivieron en un condominio llamado Flor de Nata I, el cual ya no existe. Cuando mamá quedó preñada de mí, papá empezó a buscar una casa y patio más grande para que los cagara un perro, porque mamá deseaba ir y venir sin que fuera menester aguardar por un ascensor o bajar doce pisos cuando estuviese averiado. Si papá se puso a buscar casa, lo hizo muy a su pesar. A él le encantaba la relativa privacidad ofrecida por Flor de Nata I, e incluso hoy no es amigo de detenerse a saludar o charlar mientras sale a buscar el periódico o el correo. ¿De qué otra forma podría acallar las fuentes de baba viva emanadas de su señora esposa sin buscarse un lío de Ley Cincuenta y Cuatro? Long story short… Consiguieron casa en otro lugar y mantuvieron la fachada hasta que se les jodió; yéndose Laurita y ellos cada uno por su lado, la gente cuyas huellas se borran entre los vientos de la arena. -3Coño, con la musa hemos topado. Por Dios, ¡que yo no tengo membrana de poeta! Son hebritas que se cuelan por el filtro, y no me entero sino cuando ya es demasiado tarde. Por cierto, hermanitos impertinentes, si escribo, no es para que me lean y menos para que me publiquen; lo hago porque estoy aburrido y nadie está dispuesto a filmar esta semana. Propiamente hablando, 8

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estoy garabateando, ya que papá llamó para decirme que no podría recogerme este viernes. ¡Cuán necios sois, gálatas imprudentes! Si se me antoja poner que un alienígena del planeta Flafluga me secuestró y filmó mientras tenía un threesome con E.T. y Yoda, dicen «Palabra de Dios» y se lo tragan así no más, pero si describo con todo lujo de detalles hasta el último parapeto y rosetón de la torre de la IUPI, dicen que les aburre, que este hombre no sabe escribir, que qué cursilería, ¡whatever! En verdad os digo: el más mierda de mis borrones pesa más que todo el pretensioso canon de la basura anglosajona y las selecciones preconizadas por la Puerto Rican snobbery… pero sé que no me leerán. Ustedes ni miran a quien no les enseñe alguna «lección» y no esté sus buenos siglos comiendo polvo en algún olvidado anaquel en el Archivo de Yndias (sí, sé que soy un incorregible comemierda: ¿qué otra cosa quieres que sea, Jorgito?). -4Acabo de decir otra asquerosa mentira. Si ustedes no tocan lo que me sale de los dedos, no es porque no tenga telarañas o porque no les repita una de tantas leçons que un nene de kinder cita y recita en un día normal; es porque les importa un carajo. No me vengas con lo de «no tengo tiempo», Jorgito. Si encuentras miríadas de oportunidades para virar huevo en el health club, fornicar un fin de semana en el Roxy o hablar intelectual baba con tus panitas socialistas de cafetería, puedes hacer tiempo para escudriñarme. Verbum Domini. A la salud del Gobe y del Señor Obispo, voy a hablar sobre todo y nada en absoluto. Están celebrando un poetry slam en La Tertulia, pero no me da la gana de ir; no tengo transportación. Y si quiero oír de roces, pingas y bugarronadas, para eso tengo mi pornoteca de Babilonia. Nunca he sido amigo de los porros, mas a la verdad que son lo que más se acerca a esa sexual freedom contra la cual se despotrica desde tantos púlpitos que no tienen nada mejor que hacer. A pesar de los Raschkes del momento, la vida sigue siendo una cosa fenomenal, sobre todo para quien la coge todita por atrás. Discursitos míos, mis padres, mis hermanos, mis semejantes. ¡Cómo adoro odiaros! -5Hoy día, se pueden curar muchísimas enfermedades, mas he aquí tres dolencias que incluso hoy no encuentran cura: el catarro, la muerte neuronal y la avidez del coño. He pasado las últimas horas riéndome de otro


discursito de quien quiere poner a la IUPI «a la altura de las mejores universidades gringas» (paráfrasis mía). Ah, lombricita, ¡cómo te encanta superarte a ti misma! Si permanecen fieles al libreto, ya me estaréis leyendo como un fugado de MEPSI, un energúmeno que no ha recibido suficientes dosis de baile, botella y baraja y al cual tampoco han hecho un favor. No os engañéis; solo yo puedo ver las insondables profundidades de esta mierdocracia que deviene más hedionda cuanto más intentan barnizarla. En serio, dinosaurio mío, ¿cuándo fue la última vez en que nación o persona alguna encarnó los high ideals de «nuestra» democracia? Sí, los mismos por los que llevamos décadas invadiendo otros países y llenando sus calles de cadáveres para desembarazarlos del crudelísimo peso del oro negro. ¿Quién dijo eso de que el poder es la única justicia? -6Lo de papá y mamá fue como lo del resto de la humanidad; se conocieron por casualidad a lo largo de par de años, se casaron y siguieron conociéndose, nos tuvieron a Laurita y a mí y se siguieron conociendo. Y cuando la cosa ya no les hizo gracia, se dejaron para conocer mejor a su Otro y Otra, if you know what I mean. No hace falta ir a Harvard para saber por qué tantos se esfuerzan por encausar la avidez del coño. ¿De dónde más saldrían los pendejitos que mandamos a Irak tras comerles el seso con castillos en el aire, ríos de leche y praderas de Nutella, y que si vuelven para pudrirse en Capestrano es algo por lo cual debemos estar agradecidos? No, Jorgito, ¡no te voy a aceptar ese argumento! Las masas no copulan porque aman mucho ni porque quieran construir un mundo mejor, sino porque no les queda más remedio. Dios, en Su providente meterse en lo que no Le importa, nos dio el don del libre albedrío atado a una excesiva inflación de deseos para que perdamos la vida persiguiéndolos y no Le jodamos la existencia. Encausemos nuestra libertad hacia el bien para construir otra puta Jerusalén que caiga más rápido que las Torres Gemelas, un futuro digno del Hombre. It just so happens que el más cruel y vehemente de estos deseos late en cada pinga y vagina; en otras palabras, llegamos a existir porque nuestros padres cometieron la imbecilidad de desear una y otra vez. Mírate en el espejo. ¡Hete ahí, homo by-product! -7Pape Giorgie, pape Giorgie aleppe! Que nadie les venda otro cuento, hermanitos. El ser humano es infinitamente estúpido, ingrato, imbécil, lo que queráis, pero más que todo eso, es algo que desea. El buen Diosito no le permite contentarse con un biftec y una hembra al día, por lo que le da una cabezota hueca para que la llene con cuánta patraña mejor le acucie mientras va en pos de ese objeto que promete aplacar la llama de amor viva encendida por el Todopoderoso Caballero Don Deseo. Señores curas, Dinosaurio e hipócritas otros, no os inquietéis; no estoy hablando de fraguarle becerros al Divino Sexo ni de coronarnos con florecitas para evocar a la nígrida Hécate. Jorgito y yo solo queremos recor-

darles que el Hombre, si en efecto existe tal cosa, es un animal que hace de su existir un correr tras fuegos fatuos, burda obsesión y noble afán que no logrará extinguir la fortuna de los Fonalledas, todas las noches furtivas con cuanto maricón o macharrán se pueda tropezar, ni siquiera con todos los Nirvanas habidos y por haber. En esto pensad: así haréis algo aparte de saludar al Capitán General de turno con su ¡Heil Hitler! de cada día. También lograréis ponerle enjundia a vuestros meetings y os dejaréis de zalamerías en honor a la great Puertorrican nation; este país de ley y orden que se deja moldear por cualquier pelmazo. ¡Ave, rex vermionus, ave! -8Pensándolo bien, ¿qué es una nación? En nuestro caso, ello implica seguir pegados a la teta de un jodío imperio que se sigue desmoronando por no haberse topado con su Augústulo. El Universo perece con dolores de parto, mas Dios prohíba que la gleba deje de comer, dormir y follar, ¡con aire acondisoplado, nada menos!, a expensas de la apática burguesía mientras los magnates de l’heure se hacen más ricos y los macacos de cuello blanco se sirven cada vez mejor de todo y todos. Sr. Dinosaurio, ¿en qué cabeza cabe que este gargajo oceánico sea algo porque hace cuchocientos años atrás un señor obispo regaló un anillo a un diputado que no llegó a hacer nada porque murió de tifo? Siempre me ha hecho reír esa mala costumbre de definirnos y contradefinirnos a partir de opiniones y parámetros sacados de un puto libro tras otro. Don Luis, ¡acabe de matar este aborto que ud. mismo engendró! Podría seguir despepitando mucho para decir nada, mas voy a decirlo todo con esto que escuché a cierto autor famoso: «Me cago en la puertorriqueñidad, ¡voten por mí!». -9Por favor, Jorgito, no me digas que todavía esperas algo de los rojos, los azules, los verdes, fresitas o del color que sea. Tampoco vengas con la vaina de que rezar y doblar rodilla son nuestra ancla de salvación. ¡Y malrayo te parta si te crees que recuperar nuestros valores es tarea de todos! ¡Cuántos han desperdiciado sus vidas orando, ayunando, aguantando ignominias y quemándose de deseo, todo por lo que dice un jodío canto de papel! El último cristiano murió en la cruz… ¿Y el Universo? ¡Bien, gracias! Me fastidia escuchar a tanto viejo insípido quejándose de que la juventud está perdida. Which begs the question: ¿quién la dejó perder? Ilustrísimo Sr. Vejete, si tanto le agobia nuestra malhadada época, constrúyase una máquina del tiempo y regrésese al Paleolítico. Mejor aún, dese una vueltita por el Medioevo para que Torquemada le dé media horita en la hoguera. ¿Cómo? ¿Que no puede hacerlo? ¡Pues váyase a fregar! -10Hace dos días, mientras hacía una de tantas filas (en eso consiste la vida, punto y se acabó), una doña hablaba Corpus Litterarum

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por el celular a toda boca. Eso de por sí no tiene nada de raro; lo notorio está en lo que dijo: «Mera, dile al nene que haga lo que le dé la gana y que se estudie lo del sujeto predicado». Como la muy parcelera tenía más tubos en la cabeza que Doña Florinda, apuesto a que no se percató de cuán sublime se había contradicho a sí misma. Es más, seguro que al segundo de haber colgado borró toda memoria de lo acontecido en su apolillada mentecita. Señores dinosaurios, ovejos o lo que queráis, a mí me importa un coño si ella supervisa o no al nene: lo que sí preferiría es que tuviese más claras sus intenciones. Nunca he sabido explicarme por qué los humanos tenemos la mala costumbre de hacer nuestra la vida del prójimo: queremos que tome sus propias decisiones, siempre y cuando sean las que nosotros mismos querríamos, pero que jamás de los jamases pondríamos en práctica si fuese nuestra sardina la que se está quemando. Ya imagino vuestras respuestas: Vosotros: Mi joven amigo, ¿cómo te atreves a despreciar mis consejos, y peor aún, a conducirte en esta vida como si faltasen Dios y el Hombre aunque de hecho faltan siempre? Yo: ¡Emulsión del Padre! ¿Quién te crees tú, que te paseas por ahí como si solo tú comieses del Árbol de la Vida? Si Dios hubiera querido que yo fuese como tú, antes me ataría un yunque al cuello y me lanzaría de cabeza a la laguna San José. -11«Cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba ahí…». El peluchito que me cosió Abuela hace años. La viejita murió hace décadas, pero su fantasma pervive en ese muñequito que no me persuado a desechar: yo también tengo par de esqueletos pudriéndose en mi clóset. Cuando era nene, me levantaba y me acostaba temprano, hacía las asignaciones temprano, iba a misa temprano, me duchaba, evacuaba y comía temprano, hablaba y callaba temprano, y al final salí con un Alto Honor en Cuarto Año y ser un mediocre corriente y moliente al terminar mis estudios generales. ¿En qué pararon los bofetones y vozarrones de mi señor padre? ¿Qué se hicieron las arengas y timeouts de mi buena madre? Me dan ganas de mandar la tesis al carajo y ponerme a compilar el libro negro de estas disquisiciones. -12¡Qué rico es ser al margen! Los pelmazos ni miran hacia ti, mas tú los ves cacarear como gallinas, tomar la decisión más estúpida posible y desplomarse a la buena de Dios. ¡Jorgito mío! Dime si es o no es muy entretenido. Ya me enteré del orangután ese que cogieron en cueros. Oiga, Sr. Pastor, ¿se rasga ud. los vestidos ante esta indiscreción, mas no lanza un buen «¡raza de vívoras!» a los demás ñames con corbata que se han elegido? Note to self: Ni mires hacia ese sepulcro blanqueado. No, Jorgito, no me enfada que se haya tomado las fotos o que las haya posteado, ni me va ni me viene si es o no es. Lo que me enferma son las reacciones tan pendejas de nuestros hermanos putorriqueños: ¿Cómo? ¿Que un imbécil se sacó unas fotos y las compartió? 10

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¡Anatema! ¿Cómo osa recordarnos que somos cuerpo, que somos cada uno nuestro deseo y el de los otros? Ranjo caro factus est pro nobis… In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti, entregamos los dichos chichos a Satanás para que los atormente día y noche, y el fuego de su suplicio nos obnubile más y mejor por todos los siglos de los siglos. Amén, Jesús, amén. -13He asistido a varios funerales. Si algo me ha fascinado desde siempre, es cuán estrechamente coexisten la verdad, la mentira, la simulación y el disimulo. El tipo o tipa pudieron haber sido más impíos que Voltaire y más sanguinarios que Drácula, mas siempre te toparás con alguien que lo alabe porque era tan bueno. ¿Qué nos dice esto?: que hasta el peor de los humanos tiene algo positivo, que todos tenemos la estupenda habilidad de engañarnos a nosotros mismos? Una anécdota al respecto: cuando estaba en la high, un compañero hizo correr un rumor de que había llevado a la cama a la más mojigata de las estofonas del salón… No, dinosaurio amado, tampoco me explico por qué a ella. Baste con decir que la reputación de la nerda se hizo añicos. Mas mirad qué rareza: aunque la directora sentenció al cabrón ese a dos meses de servicio comunitario, solo fue cuestión de días antes de que la otrora frígida cuatro ojos se dejase robar la cherry por nuestro distinguido Míster Diábolos… Aunque dicen que para entonces ya no había nada que robar. Divertido el cuentecito, ¿no, Sr. Dinosaurio? -14Siempre quedo con un mal sabor en la boca tras haber dicho una mentira, ¡detenme si yerro, Jorgito! El maldito dinosaurio me sigue mirando mal. «Mira, manganzón, déjate de jodiendas y búscate un part-time»; «Llama a tu madrina y dale las gracias por esa camiseta fea que te regaló»; «Trae flores al nicho de tu abuelita»; «Por lo menos finge que te importa». ¿Acaso es mejor portarse de manera verazmente hijoputesca, o bien hemos de hacer creer que somos nice aunque no nos quiera ni la madre que nos parió? Decidirme por lo uno o lo otro equivaldría a decir media verdad, así que... De todos modos, me acabo de terminar un volumen del ruso ese. El buen Sr. Cirílico dijo todo en muy demasiadas palabras. Estos garabatos no llegan ni al dedo chiquito de los suyos, mas no pediré disculpas, Jorgito. Si esto que ahora finaliza les ha desagradado, no tenían más que tirarlo al zafacón y volver al progresivo deshilvanamiento de toda existencia. ¡Leedme, leedme y pereced! Proseguid la prosodia de fornicios, partos, trabajo y muerte. Si el mundo tuviese salvación, habría dado con ella hace milenios, ¿no le parece, Sr. Dinosaurio? Aun así, insisto en engendrarle un hermanito a este papiro apestoso. Creo que lo llamaré «Elogio de la nieve amarilla», na más que por joder. Los plazos los establezco yo. [ El autor reside en el Hospital San Juan Capestrano, conforme a sus deseos, damos gracias especiales a Jorgito el Dinosaurio ].


Pasas al viento H. Roberto Llanos

R

enata Escobar estaba hastiada de su melena. De niña la educaron a mantener el pelo lacio a cualquier precio. Ella, junto a varias de sus primas, pasaron por la doctrina del alisado en manos de la abuela. Ella aplicaba con perfección la crema en su salón. Ninguna podía quejarse o poner mala cara frente a ella. La abuela les repetía: «Así verán que, aparte de mejorar la raza, lucirán más bonitas. A nadie le gusta ver a mujeres como el león de la MGM; digan no a las pasas en el pelo». Los rolos se convirtieron en grilletes semanales. Se perdió de muchas actividades playeras por evitar una tortura innecesaria. La esclavitud del pelo comenzó a ceder en la escuela superior. Los rizos se convirtieron en una opción a escondidas de la abuela. El aire de libertad la sedujo y, poco a poco, dejó de estirarse su melena. No era bien vista frente a la abuela y las primas. No soportaba que ella viviera con orgullo sus raíces. Sentirse ignorada por la familia y una beca estudiantil la hizo emigrar a Nueva York. Su concepto de negritud se amplió al conocer gente de Senegal, Nigeria y de las islas caribeñas. Su pelo fue trenzado en diversas formas, y le gustaba como

quedaba con los diversos estilos. Ser negra caribeña la llenaba de orgullo, y apreciar la diversidad hacía valorar sus raíces. Recibió una llamada de su padre notificándole la enfermedad terminal de la abuela. El vuelo de regreso se le hizo eterno. Al llegar, se percató del pelo maltratado por las trenzas. No estaba dispuesta a encolerizar a la abuela con la misma discusión, pero a la vez adoraba su pelo. Fue directo donde Ricardo, su amigo estilista. — ¿Tú estás bien segura del cambio? —Sí, te lo he dicho por enésima vez — ¿Pero por qué?, si estás tan linda. Cuando tu abuela te vea… —Por eso mismo lo hago. Cerró los ojos y escuchó la melodía de las tijeras. Al abrirlos, quedó perpleja. Pasó las manos por el recorte. Por primera vez sintió el pelo corto en las manos. Una sonrisa amplia le salió del rostro. Llegó a la casa de la abuela. Todos quedaron perplejos, en especial las primas. Su pelo logró ser libre comparado al de ellas.

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María

Natalia Vázquez Torres

C

uando por fin llegué, hice una súper celebración, aunque fue sola. Dejé atrás esa mierda de vida que tenía en Puerto Rico. Quería experimentar nuevas cosas, cambiar de ambiente, ser diferente. Estudiar, estudiar, estudiar... Ya eso me tenía cansá. En mi país, los muchachos casi ni me llamaban la atención; total, que igual siempre me veían como la «nerda» o la mejor amiga, y los geeks que me tiraban… Já, ahí sí que yo no metía mano, pa esos solo compañera de estudios. Pero ahora que me vine de intercambio, ahora es que es, yo no quiero que me vean como la come libros ni na de eso. Quiero hacer cosas diferentes. Quiero probar a ver hasta dónde llega mi sex appeal, y todo lo que termine en appeal. Los otros días iba caminando por la universidad, y vi unos flyers de esos de discotecas. Yo nunca he ido a una discoteca. Ni siquiera en mi país. Esto era totalmente nuevo para mí, pero total que ya dije que quería probar cosas nuevas. No hay break pa arrepentirse. Como dije que quería experimentar, me puse un traje tubo pegao; hoy estaba facilita. Tenía unas pelotas de tacas de esas que si se te vira el pie terminas con amputación. Me puse los lentes de contacto, qué cosa rara. Menos mal que mami me insistió que los comprara «por si acaso». Una vez salí del apartamento, me entró el yeyo, ¡qué clase de incomodidad la ropa esta que me dio con ponerme!. Tres pasitos y se me veía la punta de la nalga; estaba a jalón limpio. Pero na, entre jalón y jalón, llegué a la dichosa discoteca. Hacía un calor terrible, así que me fui pa la barra. Decidí pedir un… ay, yo no sé qué es lo que se bebe. Yo nunca en mi vida he janguiao. Pero bueno, le zumbé en mi inglés masticao al barténder que me diera una de esas «swee’ drin for girl», tú sabes, porque tenía que empezar con algo que me gustara. Yo no sé ni que me dio, pero era azul y sabía dulce dulce. Como hacía calor, me lo bebí a cool cool. Y mira que esa chola me ha empezado a dar vueltas. Y yo dije: «Si total ya me está dando vueltas, ¿por qué no me voy a bailar?». Yo estaba consciente de que mis pasos no cuadraban. Yo no soy de esas personas que coordinan de la cintura pa arriba con la cintura pa abajo; pero to el mundo me estaba mirando, y yo como la diosa del mundo. En eso vinieron dos tipos pa donde mí, y uno me empezó a hablar con un «anio seiyo» o yo no sé qué cosa. Yo le zumbé en español y después en francés, pero na de na; así que probé con el inglés. Maldita sea, el tipo tampoco hablaba inglés. Yo que me había querido ir de intercambio pa lejos, pero ahora las barreras lingüísticas me estaban jodiendo el break. Y el tipo, después de un rato, se cansó y se fue, y yo casi llorando. A mala hora 12

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me vine sin entender coreano. Y él que parecía Lucifer, bien tentador y sexi. Pero bueno, el otro tipo sí entendía algo de inglés; y entre chispa y chispa, entendimos algo. Total, que a ninguno nos interesaba entender. Dijo que se llamaba… algo ahí terminado en ion. Si total, todos allá se llamaban algo con ion. Pero yo feliz. Después de tres tragos azulitos de esos yo era capaz de cualquier cosa. Él me dijo algo de appartment o algo con men. En verdad que no sé, pero igual me fui con él. Yo dije: «Aquí es que es, ya no hay break, se acabó eso de ser virgen a los veintitrés». Después que nos montamos en el taxi, yo no sé ni cuántas vueltas dimos, si era lejos o si era cerca, pero ya no me podía echar pa atrás. Pensé que pudiera ser un violador de esos que matan después, pero estaba tan adormecida con los tragos que me daba lo mismo; se acabó lo de virgen. Llegamos al sitio y él me lo enseñó. Qué cosa rara esa de que casi no hay decoración y dormir en el piso. Tan duro que es el piso. Ay, pero si total, entretenía con algo duro iba a estar yo. Ya estaba yo más cuerda y él vino y sacó una botella y dijo algo de un soju o no sé qué, nos dimos par de shots, y yo quedé nueva. De la nada, el asiático ese alto, bello y de un cutis impecable se volteó hacia mí y empezó a besarme, y yo súper sorprendida. Desde que estaba en primer grado no me besaban, y cuando aquel nene se atrevió yo pasé días enteros llorando. Pero ahora, ahora sí que no había quien me pusiera a llorar. Respondí más o menos como me salió. No sé si lo hice bien o mal pero ni me importó, total que intercambio de saliva es lo mismo to. Él siguió bajando por mi cuello, con sus manos en mis costillas, y yo enchismá; qué costillas ni costillas, mis instintos me decían que él debía tenerlas puestas más pa dentro. De momento, agarró el frente de mi vestido con sus dos manos, me tiró una sonrisa de esas bien seductoras y maliciosas, y lo partió en dos. Ya yo estaba que ni vergüenza tenía; sentía un clase de charquero en el panty. Yo no sé si me había meado o qué, pero de que estaba mojá ahí no había duda alguna. El condenao coreano empezó con su maravillosa boca de nuevo, mordiéndome el cuello, pasándome la lengua por toda la clavícula, y yo con un cosquilleo entre las piernas malo, malo, malo. Y de momento, fuá, su boca en mi teta. Y me ha dado un clase de chupetón que me creí madre. Si con un bebé se sentía así, yo quería parir diez. Y él ahí entretenido y con su mano apretándome la otra teta. Ahí me tuve que sacar un gritito, y creo que eso lo emocionó. Después siguió bajando y bajando y bajando, y


se llevó mi panti enredao, y pensé: «¡Ay, Dios mío, si mami se llega a enterar que yo estoy aquí, me manda pa’l carajo, y con la cantaleta!». Pero el tipo seguía bajando con su boca y quedé blanquiá de mente. De momento, su boca estaba entre mis piernas, y yo dije: «¡Aquí fue, aquí fue!». Porque yo sería virgen todavía, pero yo sé lo que es sexo oral; todavía me acuerdo la vez que cogí a mi primo haciéndoselo a la novia. Yo los observé hasta que acabó; él nunca se enteró, pero fue con propósitos meramente educativos, claro está. La cosa es que el tipo seguía entretenido entre mis piernas y, de momento, hasta su mano metió. Y su lengua moviéndose por mi clítoris de maneras increíbles, dando chupetones a la vez que metía y sacaba dos dedos de mi roto. Por tres segundos me asusté, pensé que me iba a romper con los dedos. Pero no me dolió ni na, y yo relax. Ya había pasado todo y no era virgen. Qué clase tabú el de la gente, si eso no duele na; al revés, me tenía en éxtasis.

aprovechó pa quitarse el pantalón; y si duro estaba arriba, más duro estaba abajo. Yo no sabría muy bien, pero los instintos me llevaban, y la curiosidad también. Le agarré el bicho con la mano, y él hizo un gruñido. Yo lo solté; por mi madre que lo había lastimado. Pero en menos que el diablo se arranca un pelo, me tenía restrayá contra el colchoncito ese donde duermen. Se acomodó entre mis piernas, y yo relax. Hasta que me lo metió. Me dio un clase de dolor, que me aguanté el grito porque la pasmaera iba a ser peor. Sentía como si me desgarrara, obligao que me perforó hasta el estómago. Él me miró medio extraño; supongo que se habrá dado cuenta que era virgen, pero ni hice aguajes de preguntarle, porque, anyway, ya no lo era. Como me vio tranquila, siguió pa lante y pa tras, haciendo lo suyo. Mete y saca, mete y saca, y yo callaíta. Hasta que su mano terminó en mi clítoris. Ahí sí que se me olvi-

Cogí y, de un jalón de pelo, lo subí de nuevo; que me diera un beso en la boca, coño. Ahí aproveché y empecé a soltarle la camisa. Yo nunca había desvestido a nadie, y creo que le rompí como tres botones, pero qué importa, que se compre otra. En este punto no creo que le haya molestado. Mientras lo besaba, pasé mis manos por su abdomen. Wopa, stop. Santa madre. Tuve que echarme pa atrás y mirarlo. Caramba yo sabía que los asiáticos que se ejercitaban tenían buena figura, como cualquier otro tipo, pero esto estaba a otro nivel. Él

do to el dolor, además de que la sonrisa maliciosa que me tiró me tenía contentita de nuevo. Empecé a sentir como un montón de correntazos, bien ricos bien ricos, y no sé, pero como que mi vagina seguía contrayéndose cada vez más seguido. Ya yo estaba jadeando, y él seguía metiéndole velocidad, hasta que, de momento, ¡puff!, reventamos los dos. Terminamos los dos tendidos en el colchón. En verdad que yo no sé qué estaría pensando él, pero yo estaba que bailaba en tres piernas. La satisfacción lo vale todo. Corpus Litterarum

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Cuartos oscuros Rebeca J. Agosto Rosa

«T

odas las familias tienen cuartos oscuros», dijo mi madre aquel domingo en la mañana mientras recogía su cuarto. La Policía acababa de llevarse al vecino por violar la ley de protección de Ana. —¿Cuáles son los de la nuestra? Mi madre continuó doblando ropa como si no me hubiera escuchado. No me importó porque creí saber la respuesta. El aborto de mi tía, el primer matrimonio de mi madre, la adicción de mi primo… —La historia de Ilda era buena… —¿Qué dijiste? ¿La historia de Ilda? Ilda era la hermana mayor de mi abuela. Murió cuando yo tenía cuatro años, así que mis únicos recuerdos de ella son que me regaló una pera y, algo borroso, el funeral. Ilda García fue actriz y profesora de la Universidad de Puerto Rico. Escribió una que otra cosa. Murió de una embolia pulmonar; negligencia del hospital. Mi abuela y sus otros cinco hermanos ganaron la demanda. Fuera de eso, no sabía mucho más. —Olvídalo. —¡No! Dime ¿qué pasó con titi Ilda? —Nada, nada… Tendría como cuarenta y trés años cuando se retiró, no me acuerdo bien. Yo era bien pequeña en aquella época. —¿Pero qué hizo? —Le dio con meterse a un grupo espiritista… —¿Y…? —Y cuando la médium se fue para Estados Unidos, ella se le fue detrás y dejó de hablarle a toda la familia. —¿Por qué? —Ay, no sé. Esas cosas mejor pregúntaselas a tu abuela. Yo lo que sé es que después volvió con el rabo entre las patas. Cuarenta y siete minutos más tarde llegué a la casa de mi abuela. —Abuela, mami me contó que titi Ilda se había metido en un grupo espiritista y que se había ido en uno de esos cultos raros y que no les había hablado por un montón de años… —Oye, pero tu mamá siempre diciendo las cosas 14

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como no son… Se jodió mami… —No, si eso mismo me dijo, que mejor te preguntara a ti. —Mira, Ilda y yo pertenecíamos a un grupo como en el que estoy ahora, que se reunía en Santurce en la casa de una médium. Cuando doña Conchita dijo que se iba para Florida, las personas retiradas, viudas y solteras del grupo decidieron que se iban con ella... Ilda también se quiso ir. Nosotros no queríamos que se fuera, así que se molestó y nos dejó de hablar. —¿Por qué no querían que se fuera? ¿De qué era ese grupo? —Nena, nada, no te voy a hablar de lo que creía ese grupo. Son más o menos las mismas cosas que yo creo ahora… No era nada malo. Solo que Ilda tenía aquí a su familia, a mami, que todavía estaba viva. Los del grupo también me dejaron de hablar… Conmigo fue la más que se molestaron porque yo había formado parte de ellos… —¿Y qué hacían allá? —A Ilda le vendieron la idea de que allá podría conseguir un puesto de profesora en alguna universidad por todos sus méritos, pero no fue así. Creo que vendía productos Avon de casa en casa. Imagínate, acabar así después de todo lo que había logrado una mujer tan brillante. ¿Sabías que ella entró a la universidad a los catorce años y terminó el bachillerato en dos? —¿Pero qué hacían con doña Conchita? —Nada. Ellos vivían en una casa común. Al principio era chiquita, pero después se fueron a casa de la abogada Inés Villanueva, la hermana de Maribel, que se hizo millonaria con los casos de los cubanos en Florida. Tenía una casa bien grande, allí vivían. Yo fui una vez a Orlando, y estuve llamando a Inés para visitarlos, pero nadie me contestó el teléfono. Cuando tú ibas a nacer. ¿En qué año tú naciste? —En el ’92. —¡Mira para allá! Cuando tú ibas a nacer fue que Ilda me llamó, después de casi dieciocho años. Regresaba a Puerto Rico y necesitaba dónde quedarse. El grupo se había disque disuelto.


—¿Por qué lo dices así? —Bueno, porque Sandra, la amiga de Mabel, me había contado que Inés, finalmente, se había cansado de mantener a todas aquellas doñas, y que… Nada, por eso las había mandado a todas de vuelta a sus casas a pesar de tanto tiempo incomunicadas con las familias. Pero según Sandra, Inés se quedó con doña Conchita en la casa. Yo se lo dije a Ilda, por si era tan boba o no quería darse cuenta de que la habían botado porque ya no la necesitaban. Ella se quedó callada. Pero acuérdate, nene, los que te dan la mano al final, esos son tu verdadera familia. Antes de partir de la casa de la abuela (que se quedó dormida después de la merienda), eché un vistazo al clóset del cuarto de visitas. Ahí la abuela guardaba cajas y cajas llenas de polvo con las pertenencias de Ilda. Solo por curiosidad, decidí husmear en la caja del fondo. Contenía recortes de artículos donde aparecía Ilda en el Teatro, promociones de sus obras, reseñas, todo sobre los gloriosos años en la universidad, antes de la huelga. Solo una fecha y periódico discordaban con los demás. The Miami Herald 4 de marzo de 1992 Posible homicidio La policía de Tallahassee, capital de Florida, indicó que la desaparición de tres mujeres miembros de un

grupo espiritista tras el fallecimiento de su líder, Concha Hernández, podría tratarse de un homicidio y no de un suicidio colectivo, como se sospechaba originalmente. Tres mujeres cuya descripción encaja con la de las desaparecidas fueron vistas cerca de Pickett Bay, una zona pantanosa a unas cuarenta y cinco millas de Tallahassee, por un testigo cuya identidad no ha sido revelada por la Policía. El hombre las vio llegar pero no partir. El testigo también describió a una cuarta mujer, que conducía un vehículo Ford, abandonado en una zona poco visitada del pantano. «La situación es sospechosa», informó el comandante Paul Reed. «Es difícil saber si se trata de un homicidio o no porque todavía no se ha encontrado ningún cuerpo». Actualmente, las autoridades buscan el paradero de Ilda García, quien se presume podría tener información que ayude a esclarecer los hechos. Ada y Pedro García, en San Juan, Puerto Rico, indicaron que no han oído de su hermana en más de dieciocho años, luego de que ella se marchara a Florida y rompiera todo contacto con la familia. Si usted sabe información que pueda ayudar a esclarecer este caso, puede comunicarse con la comisaría de Tallahassee o a la línea anónima 1-800-anonimo. Corpus Litterarum

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Ruido

José O. López Serra

«S

igue así, que te vas a quedar sordo un día de’stos. Se levanta; el cuarto oscuro, el silencio cortado por su respirar. El gluglú ahogado de la greca colando café espeso y amargo, el vapor subiendo como encaje en el aire. El delicioso ronroneo y los maullidos sin sentido del gato pardo de la casa, que bien no sabe si él es el dueño o si el gato tiene el control. El chirriar del canto de los pájaros mientras unos cuantos rayos de luz penetran por la ventana entreabierta, dejando puntos en las paredes como linternas. Las puertas cerrando y abriendo, cerrando y abriendo, retumbando por las paredes los gritos y el movimiento vitalicio de los condóminos. La puerta de metal abre. Todos los bips y bups, los chillidos y silbidos, el comienzo y el final de toda la maquinaria anónima en las paredes y en cuartos metálicos que suben y bajan edificios. Sale y va caminando por la acera rota, víctimas de la homogeneidad motorizada de la sociedad viva o tal vez muerta que siempre se mueve, a una destinación progresiva nunca fija y siempre ambigua. Casi lo atropellan; los conductores rara vez se fijan en los pocos que se atreven a cruzar. Bajando por la estación, el error de la tarjeta y la frustración del paso impedido por falta de tarifa, el tren llegando y algunos se montan, muchos no se bajan. Siempre hacia adelante, la ciudad, anónima y nunca

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vista, se desliza por la ventana al frente de la silla concedida. El dubstep en el fondo retumba entre ochenta personas que no se conocen y cada una con un destino solitario. Nadie se mira a los ojos, muchos van tapados con gafas oscuras. Se detiene, sale y sube, la escalera mecánica lenta pero segura siempre subiendo hacia ese agujero brillante en lo alto. El toctoctoc incesante del reloj le recuerda, por más que a veces no quiera que el tiempo siga corriendo y el sigue existiendo y sigue tarde. El chasquido de un lighter y el cigarrillo encendido, un suspiro exhalado y una preocupación que se va con el humo. Ella lo espera enfrente de la estación como todos los días. Un avión, zumbido monótono sobrevolando la lleva a pensar en formas de escapar del círculo viciado de la vida cotidiana. Ve cuando sale de la estación siempre muy distintivo, y lo llama. No responde; parece perdido como si nunca viera donde está. Llama de nuevo y nada. Se molesta un poco, se acerca y lo saluda y le dice: «Sigue así, que te vas a quedar sordo un día de’stos». Al escuchar esto, rápido le llega a la conciencia todo tipo de sonido que ha apreciado esa mañana. Los débiles sonidos perdidos en un febril mundo que grita sin sentido y no dice ni escucha nada. Su día hecho mierda, no contesta y sigue adelante sin rumbo fijo, dejándose llevar por el sonido de su vida, el bastón blanco.



ENTREVISTA

UNA TARDE CON

DAVID CALEB ACEVED Por E.J. Nieves

P

ara esta primera edición de Corpus Litterarum tuvimos la oportunidad de entrevistar al escritor y poeta David Caleb Acevedo. Nacido en Río Piedras, Puerto Rico el 13 de julio de 1980. De madre puertorriqueña y padre mitad puertorriqueño y mitad británico. A los cuatro años de edad su familia decidió mudarse de la isla hacia Hartford, Connneticut, donde vivió hasta los quince años de edad. Luego regresa a Puerto Rico. Como su padre era profesor de universidad, Caleb inició su formación académica en el núcleo del hogar. Ya en la universidad, comenzó en la Escuela de Comunicación Pública de la UPR, Recinto de Río Piedras. Desilusionado de los cursos, empezó a tomar cursos de arte como oyente hasta que logró transferirse oficialmente. El mundo de las artes lo emocionó tanto que terminó graduándose del bachillerato de Artes Plásticas. Estudió además Lenguas Extranjeras y otros cursos. Tomó entonces Historia del Arte, Filosofía, Educación en inglés, Literatura Creativa, Literatura Comparada y Bibliotecología.

E.J. : ¿Cómo es tu proceso de escritor? ¿Es algo que planificas, que fluye por ti, o cuando te llega la inspiración? Caleb: Yo te diría que un combo de las tres. He tenido profesores que me matarían si yo dijera que espero por la inspiración. Yo no espero por ella, pero cuando viene es un boom, y la uso en un cien por cien cuando viene. Me mantengo mucho escribiendo ejercicios. Por ejemplo, mi propuesta literaria es una propuesta de traer y darle a Puerto Rico los movimientos temáticos que me definieron a mí cuando pequeño, entiéndase fantasía y ciencia ficción. Yo no espero a que me llegue la inspiración para escribir fantasía o ciencia ficción. Tengo unas antologías que se titulan Spectrum de arte plástico y fantástico y ciencia ficción. Lo que hago es que escojo una lámina de un libro y una lámina de otro y así jugar con las dos historias que se crean en el canvas. Entonces creo cuentos de eso. Esto es parte de un taller que me creó mi primera mentora, en Humacao, Elena Méndez Medina, escritora también. Una técnica que se llama 18 Corpus Litterarum

«Todo lo que hacemos es sexo. No hay nada más en esta vida que no sea sexo, si no ¿por qué estamos sobrepoblados?»

De la imagen a la escritura. Otro ejercicio que me gusta hacer mucho es montar historias con los significados de las cartas del Tarot. Yo tiro una lectura completa, lo que llaman la cruz celta, y de acuerdo a esa lectura formo una narrativa. Yo practico mucho taller; tengo demasiadas ideas como para que nunca sufra de writer’s block. E.J. : Referente a tu poemario «Empírea: Saga de la nueva ciudad» está lleno de alusiones mitológicas, en particular la japonesa. Del mismo modo podemos destacar referencias a videojuegos, y esto supone trabajar la intertextualidad en tu obra, y no me refiero solamente libros.

con literatura, literatura con filme, con videojuegos. Todo. Referente a los videojuegos, estos forman una parte integral en mi literatura porque yo, David Caleb, los reconozco Caleb: Imaginé que no te referías como nuevas narrativas. Estamos solamente a libros porque si vienes hablando de narrativas que intede Literatura Comparada te refie- ractúan con el lector. Y este lector res a todo; lo sé porque yo también tiene un control sobre la narrativa. estudié ahí. Mira, fue Malena mis- Estos elementos lúdicos interesanma la que me dijo esto. Cuando tes son los que yo traigo a mi literayo cogí la clase de Literatura Con- tura. En cuanto a literatura per se, temporánea con Malena ella nos ya no tanto los videojuegos, yo tendijo: «Aquí estamos en literatura go muchas influencias de escritores comparada y aquí comparamos que son jodidamente lúdicos. Uno todo con la literatura». Literatura de mis escritores favoritos es Neil


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Gaiman, inglés residente en E.E. U.U. Ursula K. Le Guin, Tolkien. Son escritores que han decidido empujar el género más allá. Empírea... nació con un sueño que yo tuve. Yo estaba jugando Okami, de Playstation 2, y me dije: «Caramba, ¿cómo sería si todos los dioses del mundo, de todos los panteones se unieran y crearan un nuevo mundo desde cero mientras este se jode?»; y Empírea… es eso, una aventura. Es un tripeo de esa magnitud. Nunca pretendió ser nada más allá de eso; y, sin embargo, terminó siéndolo.

E.J. : ¿Es «Empírea…» un juego en forma de poema? ¿Es un juego que obliga al lector a recorrer viejas ciudades ya destruidas para que de las ruinas reconstruyan una ciudad nueva?

el lector. Por eso, cuando Mayda Colón, clasificó ese texto, lo clasificó no como literatura postmoderna, no literatura de fantasía, sino algo que ella conoce y denominó como literatura mutante. Y es así porque tal como un personaje denCaleb: Sí. Y hay una razón para tro de un RPG tiene que subir de eso. Empírea… es un videojuego niveles y ganar nuevas destrezas, el porque nace de un videojuego. Es lector en Empírea… tiene que subir un videojuego en papel que el lec- niveles con la lectura para ir ententor está todo el tiempo decidiendo diéndola y dominarla por complesi lo lee de principio a fin o lo lee to. En cuanto a la segunda parte por ciclos. Estos ciclos también es- de la pregunta, si es un intento de tán divididos. Prácticamente todas reconstruir viejas ciudades o ciulas decisiones de ese texto las toma dades olvidadas, yo te diría que sí. Corpus Litterarum

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Caleb: Esa es una excelente pregunta... Yo no sé cómo contestar eso. Si es la ciudad hacia la que vamos encaminados… ¡Ojalá! Sería genial. Nos salvaría que fuera así. Lamentablemente, todo en literatura se ve mucho mejor de lo que se ve en la realidad, y pues este que está aquí es un poco pesimista en esos aspectos, aunque no me gusta infundirle mi pesimismo a nadie porque es mío. No lo comparto. Pero te repito, ojalá fuera así. E.J. : Háblame un poco sobre tu nuevo libro «Diario de una puta humilde». Esta es una historia llena de ansiedades, vacíos emocionales, rabia, creencias, desesperanzas y esperanzas. Todo esto girando entorno al sexo. ¿Dirías que todo lo que hacemos los seres humanos gira en torno al sexo? Caleb: Todo lo que hacemos es sexo. No hay nada más en esta vida que no sea sexo, si no ¿por qué estamos sobrepoblados? Tenemos casi cinco millones de personas viviendo en una isla de cien por treinta y cinco que casi ni puede sostenernos a todos. Las iglesias, ahora mismo, lo que exigen es que el matrimonio tiene que ser entre hombre y mujer y que el sexo es para procrear. Como consecuencia, tenemos una isla tan llena de gente, lo que significa que todo el mundo está chingando; se están reproduciendo. Tenemos ahora mismo una Fíjate que en mi primer libro Bes- de las tasas de infección de VIH astiario en nomenclatura binomial querosamente alta. O sea, alguien la propuesta era que la poesía puede en Puerto Rico se está infectando salvarnos del olvido. En Empírea… con VIH cada doce minutos. Aquí eso se lleva a la máxima expresión. todo el mundo está teniendo sexo Todo el mundo juega para lo que es porque somos sexo. Lo es todo. salvable se salve, lo que es reconsE.J. : La sexualidad en la novela truible se reconstruye. está planteada de un modo muy E.J. : «Empírea…» es tanto posi- honesto y como desahogo. Se ha ble como imposible; hay tecnolo- dicho de este libro que tiene mugía y mitología; es utópica aunque cho de biográfico. ¿Qué me puedes también es distópica, pero es más decir sobre el juego entre lo bioverdad que mentira. En ella hay gráfico y lo ficcional, y si siempre una búsqueda de cambio y resur- se nota la línea fronteriza entre gimiento. Entonces, pregunto: ¿Es ambos? «Empírea…» nuestra gran ciudad mundial, hacia la que vamos en- Caleb: Para hablarte del juego entre lo biográfico y lo ficcional no caminados? 20

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podría hablarte de este libro. Porque este libro no tiene nada de ficción. De hecho, no es una novela; es una memoria. Diario de una puta humilde son mis memorias de sexo. Comprende un periodo de mi vida en el que yo necesité, por terapia, comenzar a escribir este libro tan descarnado y tan honesto hasta otro punto en mi vida en que lo tuve que terminar. Si acaso, el único espacio ficticio que se puede encontrar ahí es el cambio de los nombres de las personas reales. Tengo otros libros en los que mezclo el elemento biográfico con la ficción. Hay una razón para ello; no podemos escribir de lo que no conocemos. Cuando empezamos a escribir siempre se nos hace más fácil hacerlo de las cosas que uno ha vivido. El reto, entonces, ya no es inventarte nuevas vidas, sino meterle a la honestidad. Cada estilo de escritura propone unas facilidades y propone unos retos que la hacen literarias. A mí no me gusta escribir literatura safe. Me gusta la literatura arriesgada, o como le dice la escritora Yolanda Arroyo Pizarro «literatura transgresora». Imagína-

te las posibilidades. E.J. : La estructura de este libro permite varias formas para leerlo, no necesariamente lineal. Las entradas se podrían considerar como cuentos. ¿Qué puedes mencionar sobre tus opciones a la hora de narrar?

Vázquez, escritor y poeta borincubano residente en Nueva York, y este servidor. Trata sobre las experiencias de diferentes personas dentro de la prostitución masculina, sobre lo que es el «ganseo» a la hora de sobrevivir. Va a estar disponible desde la semana que viene en adelante; así que estén pendientes. Puede que no esté disponible en Puerto Rico, pero se podrá conseguir en la Internet.

Caleb: A mí no me gustan las estructuras lineales. Me parecen ya, a estas alturas del juego, una falta de respeto al lector. Tú le puedes dar lo que sea al lector y este lo puede «Diario de una puta humilde» organizar en su mente. Prefiero ju- está disponible en las librerías gar con los espacios de tiempo. del país. La presentación oficial del libro se realizará el día 13 de E.J. : David Caleb, en nombre de marzo en lo que antes se llamaba la Revista Corpus Litterarum, te Taller Cé, que ahora se llama El agradecemos que hayas compar- Taller, localizado en Río Piedras tido estas palabras con nuestro a las 7:00 P.M. Así que están topúblico lector. Si tienes algún pro- dos invitados. yecto futuro del que nos quieras adelantar algo, adelante. Caleb: Gracias a ustedes por la invitación. En efecto, hay un nuevo libro que viene de camino; se titula Hustler Rave XXX, y consiste en una colaboración entre Charlie

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Besos cálidos

Don Juan en el infierno

Raymond Meléndez Miranda

Federico Lotario

En la intensidad de tus besos nunca entendí, el mal que jugueteaba con mis labios. Tantos detalles, nada planeado, inocente creí, ser amado. Tarde abrí mis ojos, caía, precipicio abajo. ¿Por qué no terminas conmigo? Soy sólo un negocio, un peso, un trabajo. Veinte oraciones de consuelo, ilusioné, que fuiste mi amigo Y en aquel frio del centro de la isla, fuiste un abrigo. Bajo la luna, mil noches nos besamos, prometí estar contigo. Lamentablemente triste, termina esta historia conmigo, Pues con este cáncer que llevo, no se. Ni como estoy vivo.

Yo di a todas la palabra de esposo: les sobé el deseo para desvaírlas con la máscara ajada que mide todo con una balanza trucada. Tomé el pelo a cuantas auguré glorias, las que me creyeron cuando juré que no les tocaría el contrapunto displicente. Yo di a todos la promesa del caballero: nunca me cansé de destaparles su falsía respecto a eso que llaman honor, uno más entre tantos juguetitos con los que no saben jugar en serio. No dejé de rebasar el lindero de los dados hasta que a las viejas se les acabó el hilo, hasta que burlé a los mismos que me aplaudían, hasta que enmujeré a tantos que ya no hizo gracia. Todos me aman, todos me odian según me hacen su propia reverberación: incluso ahora, lo único que lamento es no poder hacerlo todo otra vez.

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Ese momento

Not Edible

Ruth A. Vélez

Melly Ortiz Reyes

Ese dulce momento, No entre besos, Sino entre miradas. Entre silencios. El silencio habla, Destila placeres, Divinos recuerdos De momentos por ocurrir. Y en ese abismo nos encontramos En ese delirio entre lo real y lo inventado. El silencio calla, Huesos tensos Guardando no sólo secretos, Pero también deseos. Y es en ese amargo momento, Entre los gritos y el silencio, Entre besos y miradas, Entre deseos y placeres, Que el amor nace y muere.

Like a pear you’ve never tasted Or a guitar you’ve never played Three parenthesis form her body One small One smaller One biggest You stare at her Amazed by the cherry on top And you ask yourself: “Is she a firecrotch?” You look ar her again and ask her: “¿Eres colorá de verdad?” She walks away You grab her by her small parenthesis and say: “Toto rojo” her hands push you further than away And you satisfy yourself by blowing empty kisses at her She walks faster Only to be honked at her ears become deaf As they begin to yell: “¡Arroz que carne hay!” She finally gets to school And her face is already somber Yet she is happy Because she is treated like a person In this place

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Un sueño de olvido Jeanette Rodríguez Colón

«Yo bien sé que el olvido, como un agua maldita, nos da una sed más honda que la sed que nos quita, pero estoy tan seguro de poder olvidar» -José Ángel Buesa Me siento en un sueño de olvido. Cadenas de amor me oprimen, letras de historias perdidas me escuchan y me vuelven a levantar. Giran los pájaros alrededor de la brillante luna y los cisnes derraman sus últimas lágrimas en palabras. Me contemplo en las figuras de agua que me señalan el horizonte. Observo las finas estrellas adornadas con rosas, el lejano mar con sus alas de libertad. Despierto en la humedad, en el canto del ruiseñor. Dudo si cerca de mi corazón soy feliz, cerca de mis grandes ojos fijos, cerca de la boca de los versos que me acarician. A un minuto de rendirme, escucho la voz del olvido que me guía, me lleva.

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Agonizing Discharge Melissa Angus Baboun

Overwhelmed and surrounded by silent observers, a helpless eye witness to countless departures. Premature mourning adequate does seem, secretly stricken by this recurring scene: Cradled in a loved one’s arms she weeps, seeking contentment amidst the uncertainty. Comfortless tears: a bittersweet declaration, unspoken pledge of perpetual devotion. Tender words are now exchanged: their last goodbyes, passionate longing dwells in his moist eyes. Remorse he must feel as he carries out his choice this heavy burden he can never truly voice. Displayed emotions dissolve into darkness, I’m pleading ignorance to become my fortress. Knowledge, however, urges me to remember: much is bound to this infinite September. Ideals arranged in a single file line, in every truth deceits do intertwine. Sold by false promises a man blindly chose, sealed his fate to what he cannot oppose. To ease the anxiety comfort he sought, a release of tension his duty brought. He spoke his sorrows. I, carefully, did hear, acting strong. Once he was gone… I… shed a tear


Profundamente superficial Mara Pérez

Profundamente superficial, como profundo es un océano en la costa, como profunda es sin raíz la Ceiba; profundo… sin más; superficialidad que desborda el profundo pozo ahogado en rocas, la profunda sima hecha cima. Profundo, profundo… como cielo con techo, como vientre abierto por engendro sin vida, como lágrima de niña forzada y fingida, ¿por un caramelo? (o por más que eso…) Profundamente superficial el verbo al viento que vocifera el anhelo sin piernas, torso o sendero...

Recuerdo Laura Isabel Martínez

Para no olvidarte recojo las piedras que encuentro en el camino. Las guardo debajo de mi cama para un día hacer con ellas un muro, una casa, una cueva, un refugio de ti sin soltarte, sin mirarte, sin que me toques. Recojo piedras para olvidarme de ti, con su peso, su firmeza, sus texturas, y me escondo en ellas, y me escondo de mí, y me pierdo en la luz de otros ojos para luego encontrarme en tu pupila oscura.

Profundidad de vivencia sin recuerdo de experiencia sin suceso, de ciego sin nazareno, sin saliva, sin lodo, cual sátiro sin morbo. Profundos los raquíticos sueños con alas de hierro, cebados de profundidad totalmente superficial. Profundo… tan profundo como el mundo y los santos que le moran, tan profundo como horas huérfanas de segundos, como corazón de papel en caja de Pandora que se deshará al llover mientras pisotea su alfombra. Superficialmente… PROFUNDO. Corpus Litterarum

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The Ones Who Never Yawn Or Say A commonplace Thing Jean Burset

La cordura simétrica, de virtuosa costura, nada de valor crea, pues poco prestigio acampa en la composición del que tilda de sagrada la comisura. La lacerada, de apetito sin ranura, de magnífica médula sidérea, perpetuamente envidiable sea, pues siempre tendrá algo de magia en su caótica lisura. En la noche cada charco se adueña de destellos ajenos Si lanzas una mirada, cuidadosa y precisa notarás aletas en los charcos. Esta ciudad. La reverberación de una sonrisa. La brea acomplejada por ser lampiña. Se queja. Camino, mi suela y su oído escuchan. La comprenden. El cigarrillo se quema, y de nade le vale andar erguido. los semáforos combaten la neblina y varios mofles recitan los arpegios de la abulia.

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Los gammas fantasmagóricos de la madrugada atacan en jinetes invisibles con corazones agarrotados. 30 colores blanco y negro todo prisma supone un plegar de acordes y ecos. Lo que persigue, lo que acecha con constancia y pereza ilumina. La reverberación de una sonrisa de un parpadeo involuntario, malabarea, esteriliza. La andrómena, sus dimensiones empañan, asfixian. Me acuerdo y el impulso se desplaza. Empinadas las escaleras de cada instante. Suspendido en las muecas del espejo De nada ha valido, jamás sembrar los nudillos en los pómulos de su ceño fruncido. La ventana anuncia la depilación de la noche y afuera cantan tres pajarillos negros. Si romper un espejo es 7 años de mala suerte porque al mar nunca lo han condenado? El silencio y su garganta hablando eternamente de los carnavales del ánima.


Hoy mi dolor tiene identidad Jesús M. Santiago Rosado

Hoy mi dolor ha encontrado espacio en una geografía, una franja asediada que gime con los ojos humedecidos de ajenjo por justicia, por reconocimiento al derecho a ser, fundamental. Hoy mi dolor ha encontrado un sonido aterrador, el de la bala, el de la asesina bomba, el del llanto desconsolado de los desmembrados, de los sin familia, de los huérfanos de la guerra sin sentido. Hoy mi dolor ha encontrado un coraje que se comparte ante la indignación por lo irracional, por lo fanático, por lo injusto. Hoy mi dolor tiene un rostro el que comparte con la furia ante la injusticia, ante el egoísmo malsano, ante el insípido pensamiento a creerse unos superiores a otros. Hoy mi dolor ha encontrado una bandera, que he pintado de verde aun cuando no parezca haber motivos para abrigar la esperanza, de negro ante el hedor, no de los cadáveres, sino por la putrefacción de las mentes destructoras; de blanco, por las pérdidas de los familiares, de los amigos, del hálito de vida.

que emana de los canallas que se alían para borrar, para cercenar, para matar en nombre de la paz. Hoy mi dolor se derrama en las lágrimas de la niña mutilada, en los glóbulos rojos que se adhieren a la acera del padre que hizo escudo para salvar a uno de los suyos. Hoy mi dolor se desgarra, con miles que corren despavoridos, que buscan refugio, que aprenderán a vivir en otro entorno, sin su gente, sin encontrar una respuesta porque la única posible es demasiado vergonzosa para el mundo. Hoy mi dolor tiene pasaporte con apellido agudo de amargura, pero con inicial de solidaridad para hacerlo mi pariente. Hoy mi dolor tiene nombre… se llama Palestina.

También la he pintado de rojo en repudio al arma, al cañón y a la cobarde y cuestionable fuerza Corpus Litterarum

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COLUMNA

CONSEJITOS DE RE 4 Por Julio A. García Rosado

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e interesarse por leer esta revista, algún interés por la literatura tendrá el lector; sea este que le resulte placentera la poesía, el cuento, o ambos. En el mejor de los casos, habrá tenido la inquietud de practicar alguno. Pero antes de realizar semejante proyecto, se habrá preguntado por dónde empezar, con qué herramientas debe contar. Mucho se ha escrito para avivar estas inquietudes. Innumerables escritores de oficio han aconsejado a los posibles escritores futuros con buenos y detallados recursos. Horacio Quiroga, por ejemplo, nos advertía que el comienzo de un cuento no era tarea fácil, y nos recomendaba que en el noventa y nueve por ciento de los casos esa primera palabra que lo iniciaba debía estar escrita con miras al final de la historia. Y que en ese final, lo indispensable no era otra cosa que una frase breve capaz de provocar una emoción recóndita. Nietzsche nos sugería que cuanto más abstracta fuera la verdad que se pretendiera mostrar, más importante se volvía la necesidad de que convergieran en ella todos los sentidos del lector. Todo escrito tiene una base estructural. Dependiendo de quién ejecute la labor, el andamiaje puede resultar imperceptible o perceptible. Las historias narran sucesos sostenidos por un armazón que consiste de capítulos, subcapítulos, párrafos, oraciones. En resumen, palabras encadenadas que transmiten mensajes redactados con un orden particular. Redactar no es otra cosa que «poner orden», y nos abre una amplia gama de combinaciones. Podemos dividir la redacción en dos elementos básicos: «el fondo» y «la forma», lo que queremos decir y cómo lo decimos. Aquí les quiero compartir algunos consejitos de estilo de redacción que considero valiosos. Lo limitaré solo a cuatro aunque, ciertamente, son más.

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ORACIONES Una oración clara es fundamental. Procure la concordancia correcta, que los tiempos verbales se correlacionen y que el uso de las preposiciones sea el adecuado. La idea descrita en la oración debe llegar al lector. A menudo, queremos transmitir cierta ambigüedad porque la historia lo requiere, y entonces trastocamos la oración para que el mensaje así resulte. Considero que es la historia misma la que establece tal ambigüedad, no con alterar la claridad estructural de la oración. De alguna ocasión recuerdo que Vargas Llosa comentó que «la historia que cuenta una novela puede ser incoherente, pero el lenguaje que la plasma debe ser coherente para que aquella incoherencia finja exitosamente ser genuina y vivir». Existen escritos que tienen oraciones largas u oraciones cortas. El escritor puede ensamblarlas dependiendo del propósito que quiera alcanzar con ellas. Es común la recomendación de algunos por las cortas, ya que contribuyen a aligerar el ritmo. Mi recomendación es que, de construir oraciones largas, procure puntualizarlas correctamente de modo que la idea logre transmitirse. Harto sabemos que una coma mal colocada o la ausencia de la misma cambia el sentido de las ideas. Por tanto es esencial conocer bien las partes de la oración. Cierto es que no prevalece un orden único y específico al redactarlas, pero para un mejor estilo no debemos separar aquellos elementos que merecen estar unidos; por ejemplo, los adverbios 28

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son fieles acompañantes de los verbos. Mientras más alejamos semejante matrimonio, más afectamos el estilo de la oración.

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PALABRAS Son preferibles aquellas palabras concretas que designan objetos concretos. Las palabras abstractas no tienen ningún impacto, pasan inadvertidas, crean ideas vagas en la mente del lector. Sea tacaño pero bien tacaño a la hora de escribir palabras; no llene el escrito de palabras y palabras y palabras que ni falta le hacen. Debe bastar la cantidad necesaria con que logre transmitir su idea. Las palabras son como los bloques de una pared; dependen uno del otro, y un exceso innecesario de estos solo resultaría en una pared bastante fea. Más que pretender la economía, sírvase de la densidad; y la palabra que continúe después hágala depender de la anterior. Imagínese que la efectividad de un chiste depende de las palabras que escoge para contarlo, del tiempo preciso en que aparece una y otra. Todos hemos dañado uno de esos chistes alguna que otra vez porque se nos olvidó tal parte y añadimos unas cuantas palabras que ningún efecto conseguían. Hágase fan de las palabras; unas son más densas que otras, por tanto más jugosas. Saboréelas. Aumente su vocabulario. Escuche cómo hablan las personas que lo rodean. Si quiere inventar una, no hay problema; Borges y Cortázar también lo hicieron. Juegue con ellas; no las coloque arbitrariamente. Adquiera malicia, sea travieso y juguetón. Consiga que acaricien al lector.


EDACCIÓN Y ESTILO

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USOS Y ABUSOS Los dos tipos de palabra que yo recomiendo resaltar más en un texto creativo son el verbo y el sustantivo. Sin embargo, existen verbos que podríamos llamar «fáciles» y que abundan en mucho de lo que leemos por ahí. Verbos como: «hacer», «decir», «poner», por mencionar tres. Fulano hizo un poco de ejercicio, luego hizo la comida y después hizo que su hijo le contara un chiste; fulano dijo esto, dijo aquello y dijo lo otro; fulano puso un poco de música, luego puso el libro en la mesa y después se puso lo zapatos. Cansón ¿no creen? Entonces, la recomendación es, sin ser extremista, emplearlos con escasez. Del mismo modo, abundan ciertas muletillas también evitables como: «cosa», «algo», «especie», entre otras. Aquella cosa era muy grande, era algo que no había imaginado en su vida, una especie de sensación que no lo dejaba tranquilo. ¿Qué es lo que se describe aquí? Bueno, ni idea. De los adjetivos suele abusarse demasiado; sobre todo, de aquellos medio floridos: «magnífico», «espléndido». Tras leerlos, sigo sin captar la descripción que pretenden. Resultan más efectivos los adjetivos exactos, que sí describen al sustantivo. Y si hablamos de los adverbios, ni se diga… En especial los terminados en «mente». No debe abusarse de ellos como ocurre con frecuencia. Aparte, algunas locuciones adverbiales, por ejemplo «en realidad», «por otra parte», «en efecto» deberían limitarse cuanto más posible. Las peores son algunas conjunciones que tienden a entorpecer el ritmo: «que», «pero», «aunque» y otras más parasitarias. Sugiero buscar opciones, probar qué sucede. También se debe tomar en cuenta cómo se utiliza el posesivo «SU», que viene a resultar

el terrorista de la oración, por decirlo con dramatismo. Su esto y su aquello y su lo otro y su todo y sus tantos sus que enloquecen. Este sí que prolifera como un vicio en tantos escritos. Basta con solo establecerlo cuando es necesario y sin que provoque confusión. Por último quiero recalcar dos usos que merecen un especial y profundo estudio: el gerundio, tan mal empleado infinidad de veces. También recomiendo prestar atención al leísmo; busque información al respecto y dejémosle esta manía a los españoles. Evitémoslo y practiquemos nosotros el mejor uso.

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PERSUASIÓN Los seres humanos somos potencialmente persuasivos. Nos gusta convencer a aquellos a los que contamos algo, sea verdad o mentira. Hay una noción de placer en ello. Del mismo modo, el escritor debe persuadir al lector con la forma como narra la historia. Debe seducirlo como el amante seduce a la pareja, como el mago hechiza al público; tanto, que este no pueda retirar la atención. La persuasión depende de la técnica. No es otra cosa que un artificio invisible; no debe notarse su costura. Es la particularidad que caracteriza la aproximación al contar lo que se cuenta; las palabras que se escogen, cómo se construyen con ellas las oraciones y se organizan las ideas dentro de los párrafos. Es el límite que el autor se impone para resignarse a ocultar secretos. Es la receta personal que brinda el sabor especial en la comida; es el olor que flota en la cocina de la abuela. Pudiera ser más fácil convencer a un pana que, por conocernos se confía, pero con un lector entrenado hay que aguzar el ingenio para convencerlo de esa verdad latente dentro de la falsa realidad de las palabras. Corpus Litterarum

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jueves, 7 de marzo de 2013 • El mundo es menos cruel frente a la Vellonera Luis Negrón conversa con Ricardo Santana sobre su último libro Cuentos de vellonera 7:00 p.m., Librería Mágica

viernes, 8 de marzo de 2013 • Presentación del libro: Biografías del explorador del autor José Ovejero Presentador: Ángel Darío Carrero, poeta 7:00p.m., Salón de Espejos, Casa de España, viejo San Juan

miércoles, 13 de marzo de 2013

• Presentación de la novela: Diario de una puta humilde del autor David Caleb Acevedo Presentador: Yoryie 7:00p.m., El Taller, Calle 55, Río Piedras

sábado, 16 de marzo de 2013

• Presentación de la novela: (In)Somnio de la autora Ana María Fuster Lavín Presentadores: Alberto Martínez Márquez y David Caleb Acevedo 4:00p.m., Librería Mágica, Río Piedras

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