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El viaje de Orfeo

El argumento ontológico de la existencia de Dios.

Rodríguez García José Alfredo.

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an Anselmo, obispo de Canterbury, en su obra Proslogion1 , escrita en el siglo XI, nos presenta uno de los argumentos más célebres a favor de la existencia de Dios, éste es formulado con el objeto de convencer al ateo de que al afirmar “Dios no existe” se auto contradice.

1 San Anselmo, The Ontological Argument, MacMillan, London, 1968.

Podemos estar de acuerdo que el ateo aceptaría que el concepto de Dios puede quedar definido como ‘el ser mayor que el cual ningún otro puede ser concebido’2 . Según esto, Dios sería considerado el ser más perfecto y no sería posible pensar a otro al que se le puedan atribuir las mismas o mayores perfecciones. Bajo tal definición, Dios sería, en grado de perfección, la cúspide de la escala de todas las cosas que existen. Ahora bien, tal definición puede ser comprendida tanto por el ateo como por el creyente, y según san Anselmo, todo lo que es comprendido existe en el entendimiento3 . De ser así, cuando el ateo dice “Dios no existe”, él comprendería el concepto de Dios, por lo que éste existiría en su entendimiento. Ahora bien, dado el grado de perfección supremo atribuido a lo divino, Dios no podría existir solamente en el entendimiento, sino que, también, debería de existir fuera de él. Esto porque sería más perfecto aquello que existe fuera del entendimiento que aquello que existe sólo en él. Como afirma San Anselmo, si el concepto de Dios existe en el entendimiento, puede entonces concebirse que existe en la realidad, lo cual es más grande4 . Esto indicaría que cuando el ateo afirma “Dios no existe” se encuentra incurriendo en una contradicción ya que el mero empleo del término ‘Dios’ implicaría su existencia. Este argumento, llamado argumento ontológico de la existencia de Dios, nos lleva a la conclusión de que no sería posible negar la existencia de Dios. Dios, según concepto, siendo el ser más perfecto, necesariamente existiría ya que entre la suma de sus perfecciones se encontraría la existencia.

El argumento, a pesar de convincente, resulta débil cuando se pone en cuestión si “la existencia” puede ser considerada una perfección, sea en Dios o en cualquier otro ser. Es importante considerar que cuando atribuimos a un objeto cierta cualidad, a través de oraciones del modelo “A es B”, como el “cielo es azul” o “el camino es largo”, estamos designando un predicado a un sujeto gramatical. Con esto dotamos de información acerca de las características

de cierto sujeto, lo describimos. Ahora consideremos una oración en la que se afirma, solamente, que algo existe, es

2 Tomasini, Alejandro, Filosofía de la religión, Colofón, México, 1992, p 70. 3 San Anselmo, op. cit., p 4 4 Idem.

decir, oraciones del modelo “A existe” tales como “el cielo existe” o “el camino existe”. Con tales expresiones no se está refiriendo a ninguna cualidad, no se dota de información novedosa sobre el sujeto gramatical, no se efectúa ninguna descripción. De igual modo, al afirmar

sobre Dios. Siendo así, el verbo “existir” no podría ser considerado un predicado real, ya que no designa ninguna cualidad, y por lo tanto la existencia no podría ser considerada una perfección. La existencia, más bien, suele darse por supuesta desde antes de iniciar una descripción: cuando se afirma que A cuenta con la cualidad B se asume, desde el principio, qu+e hay algo sobre lo que se dice que es A y B5. El verbo ‘existir’ se usaría, entonces, para indicar la “Dios existe”, no se estaría diciendo nada posibilidad de atribuir cualidades, pero no como una cualidad. Si esta

contrargumentación al razonamiento de San Anselmo es correcta, debe concluirse que su planteamiento es inválido ya que, aunque por definición Dios sea considerado la suma perfección, entre sus perfecciones no podría encontrase la existencia, entonces, el ateo no incurriría

en una

5 En lógica de predicados, por ejemplo, para representar que cierto sujeto A cuenta con la cualidad B se escribe la fórmula (ⱻx) Ax ˄ Bx, que se lee: “Existe al menos un x tal que cuenta con los atributos A y B”. El signo ‘(ⱻx)’ se llama cuantificador existencial e indica que hay, por lo menos, una variable a la cual se le pueden asignar atributos.

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