Cuéntame un cuento

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CUÉNTAME UN CUENTO LA TRÁGICA HISTORIA DE MI PRIMO JOAQUÍN (Basado en un hecho real) Capítulo I: Mi primo Joaquín. Todos pensamos que las Navidades son unos días de fiesta para estar con la familia. Pero este año ha habido fallos para la familia Canela. Una familia en la que todos nos queremos desde que nacemos. Tengo un primo llamado Joaquín, de unos 40 años y con unos hijos preciosos, es el hermano mediano de tres, y vive en Sevilla. Joaquín era alto como una jirafa y fuerte como un elefante. Tenía un pelo corto y rubio, y era superdeportista, como Cristiano Ronaldo. Él, era simpático, y aprovechaba los momentos más especiales para estar con su familia. Él, se quedaba satisfecho con cualquier cosa y no se quejaba de nada que no le gustase. Era un hombre al que nunca le entraría una enfermedad ni nada de eso. Pero le entró un tumor cerebral y le tuvieron que hacer dos operaciones muy peligrosas. Al principio, iban a hacerle una, pero encontraron un segundo tumor. 1


Capítulo II: La tragedia. Os lo contaré desde el principio. Mi primo llevaba varios días que le dolía mucho la cabeza y no se le pasaba. Cuando ya no aguantaba más, fue a ver al médico a ver que le decían. - Doctor, me duele mucho y ya no sé qué hacer – dijo mi primo al médico. - Me temo que tienes un tumor cerebral, y al menos habrá que hacer una operación – contestó el médico a mi primo. Joaquín, se quedó varios días ingresado. Le hicieron la primera operación y todo parecía que iba a salir bien, pero los médicos le detectaron un segundo tumor, situado en una zona del cerebro que era imposible operar. Toda la familia intentábamos animarle de cualquier forma. Pero a las pocas semanas iba detectando que se sentía peor. Poco a poco iba notando que perdía la movilidad, no podía andar bien, iba perdiendo la vista,… Y al sentirse tan mal, no tenía ganas de salir a la calle. Bajaba pocas veces a su urbanización y se sentaba en un banquito con las manos encogidas y con la cabeza cubierta por un gorro de lana para que no se le viese la venda que cubría su cabeza.

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Iban a ponerle un tratamiento cuando pasara la Navidad, pero no dio tiempo. Tuvieron que ingresarlo rápidamente en el hospital. Pasamos dos días y una noche rezando para que no le pasase nada. Pero cuando mi abuela, mis titos y mi madre iban a hacerle una visita, le dieron la noticia de que había fallecido. Todos nos pusimos tristes. Cuando ya se nos pasó la tristeza, intentamos animar a su mujer.

Capítulo III: Mi familia. Joaquín murió teniendo dos hijos pequeños. Su hija Andrea, de unos siete años, y su hijo Joaquín, de unos cuatro años. Yo, Sofía, no pude ir al entierro y me tuve que quedar con mi padre. Pero mi abuela hizo una misa aquí, en Herrera, en honor a él. Hemos creado un grupo de whatsapp. Yo todos los días antes de dormir, le rezo varias oraciones. Pero no le rezo solamente a él, también le rezo a mi abuelo Julián, que fue director de mi colegio, y a mi abuelo Paco, que me quería mucho.

Sofía Hidalgo Canela (5ºA)

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CAMINANDO ENTRE DINOSAURIOS Capítulo 1: El inicio de una aventura. Hace mucho tiempo, en el Mesozoico, nació un dinosaurio llamado Pach. Era un dinosaurio juguetón y descubría cosas continuamente. Su primera aventura comenzó días después de nacer, cuando sus hermanos no dejaban que éste comiera. Para él, la solución fue subirse al borde del nido, pero al llegar, apareció un dinosaurio de otra especie que le mordió por la corona ósea dejándole un agujero. Pach rápidamente se sacudió y logró soltarse para salir de allí. - ¡Papá, papá! - gritaba desesperadamente Pach. - ¡Ya voy, hijo!, ¡un momento! - exhaló su padre. - ¡Corre o de lo contrario me comerá! El otro dinosaurio, al ver venir al padre, tiró al pequeño por los aires y salió huyendo rápidamente. Pach aterrizó en un arbusto y revotó en él, saltó y se encontró frente a frente con un mamífero. El pequeño dinosaurio le preguntó al animal si quería ser su 4


amigo, pero éste salió huyendo sin más. Un rato más tarde, la madre de Pach pasó por su lado. - Vamos Pach, al nido, ¿no has tenido suficiente? ¡Me parece que ya has experimentado bastante por hoy! ¡Venga, vámonos ahora! - Sí, mamá, voy para allá, pero antes quiero ir a beber agua. Pero cuando se giró, se encontró a una de su misma especie. - ¿Cómo te llamas? - preguntó el pequeño. - Lo siento mucho, pero no puedo hablar con desconocidos, por reglas tontas que nos hacen estar más seguros. - Ah, ¿pero vendrás mañana? - No lo sé, tengo que irme, mi madre me llama. Adiós. - ¡Espera, todavía no has contestado a mi pregunta! El pobre, siguió yendo a ese lugar todos los días, con la esperanza de que ella volviera.

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Capítulo 2: El bosque ardiente.

Pasaron años, y llegó la época de migración. Para todos fue un cambio especial, porque crecieron poco a poco. Por el camino, los dinosaurios divisaron peligro, ¡eran feroces depredadores! Empezaron todos a correr hacia el bosque, cuando de pronto, un rayo cayó sobre un árbol. - ¿Qué es eso? - ¡Es fuego! - ¿Fuego? ¿Qué es eso? ¿Es amigo o enemigo? ¿Qué come? -¡Come de todo! ¡Corre Pach! El fuego se extendió por todo el bosque, ¡estaban rodeados! - ¡Papáááááááá! - gritó el pequeño. -Tranquilo, Pach, papá nunca nos dejaría. - ¡Ya voy, esperad! Pero esta vez no pudo ser, apareció un gigantesco dinosaurio que se los quería comer. Su padre se enfrentó al depredador para defenderlos. Iba a darle una cornada, cuando apareció otro que le mordió en la cola y lo empujó hacia atrás, dejándole desprotegido delante del grandísimo depredador. 6


El herbívoro fue vencido por los depredadores. La desventaja de la superioridad numérica ganó esta batalla. Cuando salieron del bosque, vieron que era otro el que daba las órdenes a la manada, había un nuevo líder, el viaje debía continuar. Pero llegó el día en que Maljesto, el hermano mayor de Pach, se volvió grande y fuerte. Ahora, habría una lucha por conseguir el control de la manada. Maljesto retó a luchar al jefe de la manada, fue una lucha muy dura y agotadora, pero por suerte, lo consiguió.

Capítulo 3: El final de la aventura.

Pach intentó derrotar a su hermano, pero no tenía la fuerza suficiente, por eso, durante la pelea salió rodando y acabó debajo de un árbol pesado. Al cabo de varios intentos, se dio por vencido. - ¡Estoy acabado! No tengo fuerzas para volver a intentarlo. - ¡Vamos, Pach! ¡Sí puedes! ¡Debes ser el líder, como tu padre! - ¡Sí, tienes razón, dejadme pasar! 7


- ¡Así se hace, amigo! Salió corriendo y se encontró con la manada. Retó a Maljesto, con la condición de que el grupo sería suyo. - ¡Acepto la condición! - respondió furioso Maljesto. Empezaron a pelearse, ¡y por fin Pach ganó! ¡Ahora él era el jefe de la manada! Pero, justo entonces, aparecieron los depredadores. - ¡A luchar! Combatieron ferozmente, pero los herbívoros ganaron. - ¡Iros villanos! - ¡Esto no quedará así! - ¡Ya lo veremos, malvados! Y siguieron su migración de norte a sur, pero no sé por qué no se movían de este a oeste, para darle interés. FIN

Autor: Adrián Rojas Moreno (5ºA)

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EL PREMIO DE LA INDIFERENCIA Ésta es la historia de Prudencio, un niño de 11 años alto y delgado, de pelo rubio, cara alargada, dos enormes orejas y mucha imaginación. A Prudencio le encantaba contar historias magníficas. Solo tenía un amigo, su perro Pulgoso, porque los demás niños eran muy crueles con él y lo llamaban "Cuatro ojos", ya que llevaba unas grandes gafas de pasta que le hacían unos ojos muy pequeños. Prudencio, en lugar de enfadarse con ellos o ponerse triste, cogía su diario y se inventaba una historia distinta en la que las cosas eran mucho más bonitas. Y así por ejemplo, imaginaba que vive en una ciudad estupenda, rodeado de muchos amigos que juegan con él, que le invitan a merendar, que comparte juguetes o que echan partidas a la Play Station 3 juntos. Otro día imaginaba que en el día de su cumpleaños, su madre le prepara una fiesta sorpresa y se encuentra a todos sus amigos esperándole con muchos regalos. Así lo hacía un día detrás de otro, hasta que una vez su maestro Don Eustaquio descubrió su magnífica imaginación y le propuso participar en un concurso de relatos fantásticos para la 9


escuela. Prudencio se alegró mucho porque le había prometido ayudarle en la tarea, así que pensó que tenía un nuevo amigo. El maestro le aportó una gran idea. - Puedes aprovechar todas las historias que narras en tu diario para escribir el relato más bonito que nadie pueda imaginar – le sugirió Don Eustaquio. A Prudencio le pareció una idea estupenda y se puso manos a la obra. Pasó unos días inolvidables en los que descubrió cómo él solo había sido capaz de ignorar los comentarios malvados de sus compañeros y hacer un mundo mejor en su relato. Llegó el día de la entrega de los premios del concurso. El ganador fue... "¡El premio de la indiferencia!", el relato de Prudencio. Entonces, Prudencio lloró de alegría, sobre todo cuando supo que ese premio consistía en lo que siempre había soñado... ¡Un viaje a Disneyland, París! Y así, gracias a la indiferencia y a su imaginación, Prudencio consiguió hacer realidad su sueño. Eduardo Carmona Moreno (5º B)

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LO IMPOSIBLE Hace mucho tiempo, bajo el mar, vivía una sirena llamada Rosa, de pelo castaño, ojos pardos y nariz y boca pequeña. Llevaba puesto un bikini en la parte de arriba con conchas moradas, y en la de abajo, tenía una cola de pez con escamas verdes y brillantes. Rosa era buena y simpática, pero a veces podía llegar a ser un poco traviesa. Le gustaba nadar bajo el mar, coger flores y también pasar el tiempo con su padre, Zeus. Fuera del mar vivía un hombre hada, llamado Diego, quien tenía el pelo y los ojos negros, y una magnífica sonrisa. Sus alas eran de color azul cielo. Diego era simpático y alegre como los pajarillos que cantan en primavera y le gustaba mucho volar por el aire y también estar con sus amigos y amigas. Los dos se conocieron un día que Rosa estaba sentada en una roca contemplando el paisaje y Diego pasó por allí. Desde ese momento, se volvieron inseparables y permanecían mucho tiempo juntos. Se divertían y lo pasaban muy bien, tanto que un día se enamoraron. Pero su amor era imposible, porque la Ley decía que 11


un chico hada y una sirena mujer, o al revés, no se podían enamorar. Así que los dos se veían a escondidas procurando pasar desapercibidos. Sin embargo, un día los descubrieron unos guardias que circulaban por allí, quienes fueron corriendo a comunicárselo a Zeus. Éste se enfadó mucho y encerró a Diego en un remolino. Cuando Rosa se enteró de que Diego había sido encerrado en un remolino por Zeus, se puso muy triste y echaba mucho de menos a Diego. Por lo cual, decidió ir con un delfín amigo suyo a salvarle. Al llegar allí, de repente, Rosa fue absorbida por el remolino. Y los dos estuvieron atrapados hasta que se besaron, pues el remolino, como no podía con la fuerza del amor, se rompió en un montón de corazones pequeños de color rojo y rosa. Rosa y Diego entonces regresaron montados en el delfín, y por el camino, se encontraron a sus amigos y amigas que se hallaban buscándolos, muy preocupados por ellos. Después de los abrazos y la alegría de ver que estaban vivos, les preguntaron por cómo estaban y ellos les respondieron que se sentían preocupados porque Zeus, el padre de Rosa, no aceptaba su amor. De modo, que sus amigos y amigas decidieron ayudarles porque se habían 12


dado cuenta de que su amor era verdadero, y cuando el amor es así puede derrotar todos los obstáculos. Así pues, sus amigos y amigas junto a Rosa y Diego decidieron ir ante Zeus. Una vez allí, todos le recordaron que estaban enamorados. Entonces, Zeus se quedó inmóvil, pues no sabía qué decir al haberse visto descubierto. Todos siguieron insistiendo hasta que Zeus se dio cuenta de que no podía mandar encerrarles a todos. También se dio cuenta de que era un amor tan verdadero que no podía ser derrotado, así que decidió cambiar la Ley. Por lo que, a partir de entonces, todos fueron libres para amar a aquel o aquella del que se enamorasen. Y Rosa y Diego se casaron, tuvieron hijos y fueron muy felices. Y nunca más tuvieron que volver a verse a escondidas. Moraleja: La amistad es un tesoro muy valioso. El amor también es muy valioso, así que debemos conservarlo. El amor verdadero no tiene fronteras y rompe todos los muros que se encuentra en su camino. Lo importante es que seamos felices y luchemos por lo que queremos y por las personas que queremos. Natalia Molinero Ramos (5º B)

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LOS DOS AMIGOS En un pequeño pueblo vivía una niña que era muy generosa, siempre dispuesta a ayudar a las personas necesitadas. Su nombre era Carmen, vivía en una casa humilde que siempre estaba bastante desordenada y abandonada porque se había quedado huérfana cuando era pequeña y nadie le había enseñado cómo se limpian y se organizan todas las cosas de una casa. Poco a poco, con el paso de los años iba aprendiendo a realizar mejor las tareas de la casa. En la casa del vecino de enfrente no habitaba nadie, la niña estaba siempre muy sola y triste porque no tenía vecinos con los que jugar en su calle. Un día por la tarde, Carmen escuchó hablar a unas personas. Se trataba de una familia que estaba mudándose a la casa vacía de enfrente. Carmen se puso muy feliz porque ya no estaría tan sola, así que salió rápidamente de su casa para ayudarles a descargar las maletas y se encontró con un niño que tenía cara de empollón, detrás de una gafas redondas se podían ver unos ojos

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verdes muy bonitos, la nariz pequeña y su pelo castaño, que le hacían un chico guapo a primera vista. Carmen era una niña muy atractiva, sus ojos negros tan grandes y su larga melena de color castaño le daban cierto aire de chica buena de cualquier película infantil. Los dos niños vestían ropas diferentes, mientras que Carmen tenía una falda azul como el cielo y un jersey de manga larga de color morado, bastante usado, el chico llevaba unos pantalones modernos nuevos y una camiseta de marca de color verde como la hierba. - Hola, ¿cómo te llamas? - preguntó Carmen. - Me llamo Jesús - contestó el chico. - Yo me llamo Carmen y me alegro mucho de conocerte. Vamos a ser vecinos y podremos ser buenos amigos. Cuando el chico se bajó del coche, tuvieron que ayudarle sus padres porque no podía caminar. - ¿Qué te ocurre?- preguntó Carmen. - No te preocupes, no es importante - dijo Jesús. Entonces, Jesús le contó que cuando era pequeño lo había atropellado una moto y había perdido su pierna derecha. Por lo cual, desde entonces se desplaza en silla de ruedas. 15


- Lo siento - respondió Carmen apenada. - Bueno, ¡tengo que dejarte y ordenar mi habitación! exclamó Jesús. Al día siguiente, Carmen fue a la casa de su nuevo amigo y estuvieron jugando durante mucho tiempo a juegos de mesa como el parchís, la oca o el ajedrez. Cuando terminaron de jugar, fueron a la plaza del pueblo a comprarse un helado porque hacía mucho calor. Después, Jesús, que era bastante inteligente, ayudó a su amiga con la tarea de mates. Pasó un mes, y cuando Carmen llamó a la puerta de la casa de Jesús, no podía creer lo que estaba viendo. El chico le abrió la puerta y estaba frente a ella de pie... ¡Le habían puesto una pierna ortopédica y podía caminar sin problema! - Jesús, ¡qué bien! ¡No sabes cuánto me alegro! - exclamó Carmen. - No te había dicho nada, pues quería que fuera una sorpresa - respondió el joven. Y a partir de ese día, pudieron jugar a otros juegos como el escondite, ladrones y policías, y cada vez eran más amigos y ya no podían pasar el uno sin el otro.

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Los padres de Jesús pensaron que sería una buena idea adoptar a Carmen para que no estuviese sola en la vida. La chica aceptó y fue muy feliz junto a su nueva familia.

Carmen Jurado Roldán (5º B)

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DE LA MISERIA A LA FAMA Un día de primavera los pájaros trinaban y los niños iban al colegio. Ese día llegó una nueva niña llamada Andrea que venía de Rumanía. Era una niña alta y gordita, que tenía el pelo castaño y los ojos pardos como la corteza de un árbol, la boca pequeña y los pies grandes. Vestía con una ropa un tanto desgastada, una camiseta rosa claro, una falda azul marino y unos zapatos marrones. De apariencia, se la veía tímida, aunque era muy amable en cuanto cogía confianza con la gente. A Andrea le encantaba jugar con otros niños y niñas, pero se sentía muy sola porque los demás niños no se querían sentar con ella, la ofendían e incluso le insultaban. La pobre niña un día ya no pudo más, así que se echó a llorar. Y fue justo en ese momento cuando una mano le tocó el hombro. Andrea se giró y vio a una niña llamada Sara. -No llores, pues yo creo que eres una buena persona. Andrea se secó las lágrimas. - ¿Tú quieres ser mi amiga? - ¡Pues claro que sí! - exclamó Sara.

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Andrea se fue a casa de Sara y estuvieron jugando, merendando,... Pronto, Sara se dio cuenta de que algunas de las costumbres de su amiga nueva eran muy parecidas a las suyas. Sara era una jovencita alta, delgada, con el pelo rubio, los ojos azules, los labios finos y las manos pequeñas. Solía llevar puestos unos pantalones vaqueros, una camiseta blanca y unas botas marrones oscuras. Era muy bondadosa y le encantaban los animales. En días sucesivos, en el colegio, Andrea iba con Sara y se hizo muy popular porque su nueva amiga era la más conocida. Pronto, Andrea empezó a ser apreciada y escuchada por los demás, y llegó a ser muy querida por sus compañeros, cuando todos se dieron cuenta de que aunque fuera de otro país tenía sentimientos igual que ellos. También, al tratarla más a fondo, conocieron sus costumbres, algunas parecidas a las nuestras y otras diferentes y llamativas. Porque

fue

entonces,

cuando

descubrieron

costumbres

diferentes, por ejemplo: las botellas de cristal que les sirven de maceta para las plantas. En cambio, otras son parecidas, por ejemplo, hacen desfiles de disfraces y se visten como pastoras 19


(llevan un vestido blanco como la leche, un delantal en la cintura a rayas rojas y negras y también rebecas de lana al igual que unos patucos blancos). Por otro lado, bailan danzas típicas; los hombres hacen matanzas para conseguir la carne del cerdo y las niñas se divierten con juegos de manos. Como veis, la mayoría de sus costumbres son muy parecidas a las nuestras. Fue pasando el tiempo y Sara y Andrea crecieron. Entonces cada una siguió su camino; Sara cumplió su sueño de ser veterinaria y le iba muy bien, y Andrea, esa niña a la que nadie quería, se convirtió en una persona muy famosa porque... se había convertido en una afamada cantante y… ¡estaba arrasando en el escenario! Un día, en un concierto en Madrid, Andrea estaba presentando su nuevo disco cuando conoció a un muchacho robusto y fuerte, de pelo castaño, ojos verdes como esmeraldas, manos y pies grandes. Iba vestido con unos pantalones vaqueros, una camisa naranja y unos zapatos negros. Era simpático y gracioso y le gustaba la música y tocaba la guitarra. Andrea y Luis, que así se llamaba el muchacho, se enamoraron. Y como el joven tocaba la guitarra acompañaba a su novia en todos los conciertos.

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Un día, Andrea estaba hablando con Sara por el ordenador, pero cuando pasaron unas cinco horas, Sara quiso sorprender a su amiga, así que se presentó en su casa y volvieron a estar tan unidas como si no hubiera habido distancia de por medio. Pasaron dos años y los jóvenes se casaron. A los diez meses, Andrea dio a luz a un niño, que era tan dulce y tan tierno como todos los bebés. Tenía el pelo rubio, los ojos claros, las manos pequeñas y los pies también. Vestía con un pijama celeste como el cielo en verano y unos calcetines verdes claros. Solía estar muy alegre y le gustaba jugar y que lo mimaran. Espero que esta historia te sirva de lección en la vida real, pues nadie es más que nadie. Todos nos debemos respetar, porque así será más fácil convivir. No importa raza o color, sino el interior.

Mª Cruz Díaz Álvarez (5º B)

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“UN VIAJE AFORTUNADO” En Sevilla, en el dos mil catorce, unos padres tenían tres hijos, todos tenían más de veinte años; el mayor, veintiocho años, el mediano, veintiséis años y el menor, veintitrés años, y sus padres tenían alrededor de cincuenta y nueve años. Esa familia llevaba una vida tranquila. Todos los hijos y los padres trabajaban, hasta que un día el hermano pequeño, Antonio, vino a su casa muy triste porque le habían despedido del trabajo. Toda su familia le consoló. Al principio, él se sentía a gusto sin trabajar, pero se aburría en la casa y decidió buscar trabajo por todos sitios, hasta le pidió a sus hermanos mayores que si podían hablar con su jefe para que le diera trabajo, pero no se pudo. - ¡Qué mala suerte tengo, me han despedido y no encuentro trabajo! - pensaba Antonio entristecido. Tras muchos días pensándolo, Antonio decidió irse a otro país a buscar trabajo. Toda su familia le insistió que no se fuera, sobre todo sus padres. Al mes siguiente, Antonio se fue a Canadá, un país frío y muy extraño para él. Las primeras semanas

se compró varios

diccionarios de español a inglés para aprender a hablar inglés. Cuando ya aprendió, empezó como un loco a buscar trabajo y al 22


mes de vivir en Canadá encontró trabajo. Él se sentía muy feliz, pero con el paso de los días, Antonio iba echando de menos a su gran familia, la que siempre le ayudó. Cada día les echaba mucho más de menos. - ¿Qué puedo hacer para estar en Canadá pero no echar en falta a mi familia? – pensaba una y otra vez Antonio. Su familia también le echaba mucho de menos. Cada día que pasaba era más duro para ellos. Antonio solo llamaba una vez al mes, porque allí las llamadas eran muy caras y él no se lo podía permitir. Entonces llamó una vez y él y su familia se pusieron de acuerdo para comprar un ordenador y así poder verse por video-llamadas, aunque se cortara muchas veces. - Je, je,… todo me ha salido muy bien, solo había que pensar un poco - pensó Antonio muy alegre. Al final todo salió muy bien. Antonio se casó a los veintinueve años. Tuvo cuatro hijos; una niña que hoy tiene diez años, otra con nueve años, un niño con siete y otro niño, que es el mayor, con trece años. Tiene cuatro niños, y si por si eso no era bastante, su mujer trae otro niño y está de dieciocho semanas. - ¡Cuántos niños! - dijo Antonio con una gran sonrisa. Manuel Campos González (5º C) 23


Todos reímos en el mismo idioma Me llamo Ángela. Acabo de cumplir once años. Soy pequeña, pelirroja y tengo la cara llena de pecas. Y soy un poco… bueno muy, muy tímida. No me gusta conocer gente nueva porque no sé qué voy a decirles, ni cómo comportarme; así que sólo tengo una amiga: María. Juntas hacemos muchas cosas y nos divertimos bastante durante el curso, pero en verano ella se va con sus abuelos y yo no tengo con quien jugar. Un día, cuando faltaba poco para que acabaran las clases, mis padres me dijeron que tenían una gran sorpresa para mí. Yo creía que por fin me habían comprado un perro, porque hacía mucho tiempo que quería uno, pero no se trataba de eso. La sorpresa era que pasaría parte de mis vacaciones de verano en un campamento con niños de diferentes países. Pero… ¿por qué?, pregunté a mi madre, a punto de llorar. Ella me explicó que sería divertido y que era conveniente que tuviera otros amigos. Pensé que quizás mi madre tuviera razón y que no estaría tan mal. Llegó el día en que empezaba el campamento y estaba muy

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nerviosa. Llevaba una gran mochila con todo lo necesario: saco de dormir, gorra, botas, impermeable, bañador,… Mis padres me llevaron en coche y cuando llegamos me dieron un gran beso, me dijeron que me divirtiera y se despidieron. Y allí estaba yo, dispuesta a hacer nuevos amigos, pero con unas ganas terribles de salir corriendo. Un monitor muy simpático salió a mi encuentro y me acompañó a la cabaña que compartiría con otras tres niñas. En la puerta había un cartel en el que se podía leer: ‘’Todos reímos en el mismo idioma’’. Me presentó a mis nuevas compañeras que parecían igual de nerviosas que yo, pero pronto nos hicimos grandes amigas y compartíamos juegos y tareas a pesar de que hablábamos distintos idiomas. Mi juego favorito era el de ‘’Hombre lobo, zombis, humanos y vampiros’’ porque teníamos que perseguirnos y nos reíamos mucho. Fueron pasando los días y cada vez conocía más cosas de mis compañeros, de sus países, de sus familias, de sus costumbres, de sus colegios,…

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Y me di cuenta de que da igual el lugar del mundo donde vivamos, porque a todos nos gustan y nos entristecen las mismas cosas, porque hay más cosas que nos unen que nos separan y porque es cierto que al fin y al cabo ‘’todos reímos en el mismo idioma’’.

Carmen Moreno Lamadrid (5ºC)

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ALBERTO Este hecho, es un caso peculiar, ya que es muy conocido, y tiene un bonito final. Bueno, el asunto es que una vez, en un colegio de tantos, en Madrid, llegó un chico nuevo, Alberto. Alberto era un chico alto y delgado, de piel tostada, ojos enormes, casi como dos pelotas de ping-pong, y pelo casi tan oscuro como la pez. Pero Alberto, en clase no hablaba, y los primeros en darse cuenta fueron Carlos, Luisa y Alba, tres chicos que eran muy buenos amigos. Los demás de la clase empezaron a notarlo casi una semana después, porque Alberto no salía al recreo y se quedaba en clase con el profesor. Un día, estos tres buenos amigos, decidieron acercarse al aula a hablar con él. Claro está, que como Alberto no hablaba, se lo explicó el profesor. - Chicos, Alberto no hablaba antes porque es un niño mudo, todo lo que quiere decirme, lo escribe en esa libreta que podéis observar en su mano derecha - se excusó el profesor

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por Alberto - Él no quería comentar nada por miedo a que lo discriminasen como ocurrió en su antiguo colegio. Alberto se sorprendió muchísimo al ver que sus compañeros, a la vez que ponían cara de tristeza, ponían cara de generosidad, como queriendo decirle a Alberto que ellos les ayudarían, y éste no se equivocó. Los chicos primero se hicieron sus amigos y poco a poco fueron conociéndose. Los cuatro nuevos amigos hicieron un juego de preguntas propuestas por el profesor. - Pues las preguntas podrían ser: “¿Cuál es tu nombre completo?” “¿Cuál es tu color favorito?” “¿Qué deporte os gusta más?” “¿Y qué asignatura?”- propuso el profe. A los alumnos les pareció bien, en realidad, todo lo que propone, les parece bien. Y habló Carlos, empezando la ronda. - Mi nombre completo es Carlos Muriel Jiménez, mi color preferido es el naranja, me encanta en baloncesto y soy buenísimo en lengua - dijo. - Ahora tú, Luisa, - escribió Alberto en el cuaderno - Por cierto, me encanta tu nombre.

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- ¡Muchas gracias! – exclamó ella muy contenta - Bueno, pues me llamo Luisa Montaño Morilla. Me gusta todo lo que lleve amarillo, me fascina el baile y mi asignatura favorita es música. Llegó el turno de Alba. - Yo me llamo Ana Alba Oviedo Fernández, me encanta el lila… - ¡Qué ojos tan bonitos tienes! - interrumpió Alberto levantando la libreta con fuerza. - ¡Este Alberto es todo en ligón! - exclamó el profesor. - Gracias. Sigo,- dijo Alba- mi deporte favorito es el patinaje, y me gusta comerme la cabeza en matemáticas. - Alberto, te toca. - Mi nombre completo es Alberto Díaz Muñoz, el verde me gusta mucho, practico hockey y me gusta oír a las personas hablar en inglés. - Creo que deberíais contar lo que os pasó - sugirió el maestro. - A mí me llamaban niña por mi pelo y mis pestañas, que son más largas - dijo Carlos. - Yo era “la momia” por mi piel pálida - le siguió Luisa. - Mi apodo era “el donut”, porque estoy un poco más gorditadijo Alba un poco más animada que los demás - a todos nos han dejado de lado por alguna razón. 29


- ¡PERO SABEMOS QUIENES SOMOS Y LO QUE VALEMOS!dijeron los tres al unísono. Alberto casi se emociona al ver que sus compañeros lo entienden y lo ayudan. - ¿Sabéis qué? A veces me canso de escribir - les puso Alberto en su libreta. Y los chicos decidieron hacer algo al respecto, ya que el nuevo compañero les cayó muy bien. Estuvieron merendando juntos toda la tarde y pensando en que hacer. A Carlos, que era muy inteligente, se le ocurrió que podían inventar un lenguaje con signos. Luisa propuso que los signos fueran con las manos y sencillos. Estuvieron otra tarde más, decidiendo lo que debían hacer para cada palabra o letra. Al día siguiente, todos los chicos se preguntaban qué era eso que hacían con las manos, tan raro. Los chicos se lo enseñaron a los demás y así sucesivamente. Así se creó el idioma de signos para los sordos mudos. Después

de

que

todos

colaboraran,

Alberto

terminó

emocionándose al ver el trabajo que habían conseguido con un poco de ayuda. Charo Sebastianes Fernández (6ºA) 30


SAKURA, LA MEJOR MÉDICA DE MÉXICO En 1910, en México, había una niña que se llamaba Sakura. Tenía once años. Era guapa, inteligente y trabajadora. Sus padres no le dejaban ir al colegio, porque querían que se quedara trabajando en la casa. Su hermano gemelo se llamaba Spencer. También tenía once años. Era alto, fuerte, engreído y torpe, pero sobre todo era poco trabajador. A él sí le dejaban ir al colegio, aunque si seguía así no iba a llegar a terminar el instituto. Sakura quería ir a la escuela. Lo decía todos los días, pero sus padres no le hacían caso; por eso, Sakura se ponía muy triste. Spencer era uno de los peores niños del colegio en estudios y en comportamiento. La jefa de estudios fue a hablar con los padres de Sakura y Spencer. Les explicó que Spencer hacía muchas travesuras y no se esforzaba en las tareas. Entonces, vio a Sakura trabajando en la casa, y se dio cuenta de que la niña era muy responsable y trabajadora. La jefa de estudios pidió a los padres de Sakura que dejaran a la niña ir al colegio. Éstos le hicieron caso. Con el paso del tiempo, Sakura terminó la carrera de Medicina y se hizo médica en México. 31


Spencer no logró acabar el instituto y se tuvo que dedicar a la construcción, aunque casi siempre estaba en el paro. Sakura daba parte del dinero que ganaba a sus padres. También le daba a su hermano, que era el que más lo necesitaba. Lo que no sabía Sakura era que Spencer se gastaba el dinero en drogas. Al final, Sakura se enteró. Sometió a su hermano a muchos tratamientos médicos y logró curarlo. Spencer se olvidó por completo de la droga. Al conseguirlo, los habitantes de México la nombraron mejor médica mexicana. Sakura se lo agradeció mucho a todas las personas. Le dieron un diploma muy grande y bonito, que ella colgó en la pared de su despacho entre los otros títulos que tenía. Cada vez que algún niño iba a su consulta, miraba aquel diploma tan grande y le preguntaba que cómo lo había conseguido. Entonces, Sakura le contaba que al principio no le dejaban ir al colegio por el hecho de ser niña, pero que con trabajo y esfuerzo logró conseguir el título de Medicina y ser una persona reconocida en su país.

Víctor Manuel López Olivares (6º A)

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LAS VERDADERAS AMIGAS SIEMPRE DEBEN DE SERLO Había una vez unas chicas que vivían en la bonita capital de los Estados Unidos, en Nueva York. Valentina era una chica buena, amable y muy simpática. Sin duda, era una chica guapa, alta y delgada. Su pelo era largo y castaño al igual que sus ojos. Su amiga Beatriz era una chica amable, alta y delgada, de ojos azules y pelo rubio y reluciente como el sol brillante y como las estrellas. Cierto día, Valentina y su amiga Beatriz empezaron a discutir porque se consideraban una mejor que la otra. Estuvieron muy enfadadas y sin mirarse a la cara, hasta decidir que ya no querían ser una amiga de la otra, ni volver a hablarse más. Aunque estaban muy molestas, a la vez se sentían muy tristes, porque en realidad eran muy buenas amigas desde siempre, desde que eran pequeñitas. Unas amigas de estas chicas, llamadas María y Elisa, al ver la situación, les animaron a que volvieran a ser amigas de nuevo, pero se negaban. Sus amigas callaron y decidieron darle una bonita sorpresa el precioso y espléndido día de la PAZ. 33


Este día, Valentina y Beatriz leyeron unas pequeñas frases que trataban sobre la paz y las verdaderas amigas que nunca deben pelearse. En ese momento, se conmovieron y las dos se abrazaron y empezaron a llorar. Se perdonaron mientras que unas palomas blancas como el algodón volaban por el bonito cielo azul que había. Ese día, en Valentina y Beatriz se veía mucha paz, que es lo importante. Marina Marchán (6ºB)

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