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Cambios con las bibliotecas Blue Lupin

«Mi nombre es Lixy, tengo 14 años. Soy una niña de la primera generación de bibliotecas Blue Lupin. Recuerdo la felicidad cuando formamos nuestro primer grupo de teatro, cuando leímos los primeros libros y cuando las niñas y los niños le dieron vida a esta comunidad. A diferencia de otras alegrías, esta lleva años…

Leer es maravilloso, pero lo más interesante es lo que cambias, lo que conoces y cómo te relacionas con otras niñas y niños que también están leyendo. Yo era una niña tímida y llena de miedo, pero la lectura y el teatro me sacaron de ahí, y me permitieron tener conocimientos, relacionarme con otras niñas y niños, apoyarnos, cuidarnos, conocer a personas de varias partes del mundo como los escritores del Festival de Los Con�ines que me escucharon, me regalaron libros, me animaron, leyeron mis poemas, me sentí respetada cuando les leí mis poemas y pude sentir que mis palabras son importantes porque pueden contar una historia que llama la atención.

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La lectura me ayudó a valorarme a mí misma y a los demás, a expresarme, a empoderarme de lo que sé, porque no se trata solo de saber, sino de estar atenta para qué nos sirve leer, por ejemplo, cuando encontramos un libro que nos apasiona por lo

que aprendimos, muchas veces no nos sirve inmediatamente, a veces pasan meses o años y de repente uno se encuentra ante alguna situación donde aquel conocimiento nos ayuda a resolver un problema o a saber cómo actuar.

La biblioteca Blue Lupin me enseñó a no sentir que leer es una obligación, sino que es felicidad en nuestra vida, a hablar, a saber, que soy una niña que, aunque vivo en el campo y su familia no tiene dinero, no soy pobre y que puedo relacionarme y expresarme sin sentirme inferior. Se me borró el miedo de dar a conocer mi poesía. Mucha gente me dijo que yo era muy inteligente, pero también hubo gente que yo quería mucho que me desanimó, y hoy, cuando la televisión nacional dice que soy una niña escritora de Honduras han tenido que tragarse esas palabras.

La lectura me ayudó a saber que tengo una oportunidad de triunfar, aunque también sé que no será fácil, aprendí a respetar la vida y la naturaleza y lo más importante a luchar por mis sueños. Ya terminé mis estudios en este centro educativo, ese día debió ser de felicidad, pero yo lloraba de tristeza porque tenía que dejar mi biblioteca, sé que puedo regresar cuando quiera, pero comienza una etapa nueva en mi vida y es un tiempo muy di�ícil por la pandemia, y tengo que buscar una oportunidad. En la biblioteca hay una foto donde estoy junto a Jim Martin el señor que dona las bibliotecas, yo estaba tan pequeñita. Jim Martin no sabe lo felices que fuimos cuando nos visitó, estábamos emocionados porque queríamos que él se diera cuenta de nuestros logros, que él supiera que la gente nos admiraba, que nunca habíamos

recibido tantos aplausos y tantas visitas de personas importantes a nuestra comunidad para conocer la biblioteca y escuchar a las niñas y niños lectores. Este señor Jim Martin debería ser condecorado por esto que hizo, es el único proyecto que ha dado frutos en esta comunidad y cuando más pasa el tiempo surgen más sorpresas. Antes veía lejanas las palabras liderar, expresar y empoderar, ahora con la biblioteca Blue Lupin sé por qué existen esas palabras: yo lidero, yo me expreso, yo soy la prueba del poder de la lectura. Me preocupa esta pandemia es cierto, pero yo sé qué quiero en mi futuro y soy fuerte para lograrlo.

Mis amigas y compañeras también se empoderaron, se motivaron para seguir estudiando y para valorarse como niñas, para ser guerreras que tienen derechos y que deben ser respetados. Mis compañeras son líderes que yo admiro, se expresan sin miedo y enfrentan la humillación y el irrespeto, nos toca enfrentar el machismo y el maltrato, sabemos cómo denunciar o a quien decirlo. Otra cosa es que las niñas saben que tienen vocaciones de estudio, ellas, con la lectura analizan bien sus decisiones.

Antes los niños eran muy groseros con nosotras, pero con el proyecto cambiaron, aprendieron a convivir con las niñas, a no herirlas, a no lastimarlas, ni maltratarlas. Se formaron en arte y bajó su nivel de machismo, se expresan sin pena y timidez, de�ienden a las niñas; aprendieron a trabajar no solamente de campesinos sino a ser actores, artistas y muchos de ellos tienen grandes metas, a muchos se les quitó la gana de retirarse de la escuela después de sexto grado para ganar dinero o irse de ilegales,

muchos hablaron con sus padres para que les dieran más tiempo para estudiar, unos eran malcriados pero la lectura y el arte los cambió y los hizo respetuosos.

Los profesores leen más. Antes daban clases aburridas, hoy están alegres, conversan con nosotros, hablan de libros, comenzaron a leer lo que escribíamos las niñas y niños. Creo que desempeñan mejor su trabajo y algo muy importante es que han desarrollado sus talentos artísticos, están motivados con las Mochilas Viajeras y los festivales, manejan la biblioteca; yo los siento enamorados de su profesión y cuando se jubilan o los trasladan lloran por la biblioteca.

Los padres siento que se han vuelto más responsables, participan más en la escuela, aprendieron a dar oportunidad de estudio después de sexto grado; siento que se esfuerzan para ayudar a sus hijos, valoran más las decisiones de sus hijos, comparten la lectura en casa, visitan la biblioteca, prestan libros, algunas madres leen en grupo y enseñan a cuidar los libros.

Antes nadie esperaba nada de esta comunidad, ahora sí, pues la biblioteca le dio vida, la gente está motivada por las buenas noticias de las niñas, hay un orgullo por los niños y niñas lectores y artistas; los adultos lo dicen en las reuniones y en la iglesia. Muchas familias, aunque no tengan niños y niñas en la escuela están apoyando la biblioteca, el patronato de la comunidad se ha integrado a la biblioteca y forman parte de las actividades o apoyan si se debe mejorar algo.

Si, hemos cambiado. Yo comencé a leer aquí hace seis años. Un día nos visitaron unas personas que eran autoridades de educación y cuando nos escuchaban hablar de libros y de arte preguntaron cómo logramos ser de este modo: hablar bien, sentirnos seguros, sin miedo y leer tanto. Contestamos que también nosotros nos hacemos esa pregunta ¿cómo cambiamos tanto? Yo digo que es porque cada uno siente que es dueño de la biblioteca y que hicimos las cosas a nuestro modo. Yo le pregunté a Salvador Madrid de dónde sacaban todas estas buenas ideas y él me dijo que cerrara los ojos y que cada cosa bonita que habíamos logrado siempre estuvo aquí, adentro de nosotros, que solo estaba adormecida y que había que despertarla. Otro día le pregunté a mis amigas qué haríamos con todo esto que sabemos viviendo aquí donde no hay oportunidades y una de ellas dijo algo que me motivó: “lo que sabemos vale más que el dinero, lo mejor es que no se gasta, no se pierde, está con nosotros para siempre”, yo creo que es verdad, mientras viva tendré recuerdos bonitos de cuando fui feliz en una biblioteca y siempre estaré lista para luchar y avanzar en mi camino. Si, la biblioteca Blue Lupin, nos cambió la vida y eso siempre lo voy a decir en cualquier lugar donde vaya.»

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