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El día que lloró el cielo
Fue un miércoles de noviembre de 2020 cuando Kenia, una niña lenca de doce años que ha leído 550 libros en la biblioteca escolar Blue Lupin de su comunidad, se asomó a la ventana de su casita de adobe y techo de zinc para leer el cielo y descifrar cuándo se detendría la lluvia.
A veces las palabras se asoman como seres mágicos que nos revelan la belleza, aún en medio de las di�icultades, pero otras veces las palabras cuentan verdades dolorosas. «A pesar de todo lo que decía la radio, seguí creyendo que sólo era una tormenta más
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del invierno, sin embargo, a partir de las cinco de la tarde la lluvia fue tan fuerte que partió tres paredes de nuestra casa, vi cómo se caían a pedazos y nos tocó salir corriendo con las manos vacías junto con mi familia bajo la lluvia a buscar refugio».
Kenia asiste a la biblioteca Blue Lupin y a�irma que «las niñas y los niños hemos expresado que nuestro lugar favorito de la escuela es la biblioteca. Yo soy la niña que actualmente ha leído más libros de mi comunidad». Kenia cursa el séptimo grado, vive con su madre, su padre, cuatro hermanas y dos hermanos. Se describe a sí misma como «Una niña humilde que disfruta leer, escribir historias, dibujar, escuchar música y cantar».
Ella comenta que sus lecturas son diversas, aunque «Mis libros favoritos son la serie de historias de Claude, un perro muy chistoso y curioso que siempre se pierde y que disfruta platicar con su amigo Calcetín Pelusa. Mi materia favorita es español, ya que me gusta aprender sobre fábulas, leyendas, cuentos y mitos».
Esta lectora experta aconseja que a veces hay que dejar que la biblioteca nos sorprenda y no entrar con un plan sobre lo que se quiere leer, por eso en ocasiones ella solo pasea por la biblioteca y toma un libro según como se siente «Por ejemplo un día estaba viendo los libros en la biblioteca y encontré uno que se titulaba “Cómo corregir a una maestra malvada”, me llamó la atención porque yo tenía una maestra muy enojada y quería saber por qué siempre estaba de mal humor, entonces decidí leer ese libro. La historia era muy divertida pues la maestra no se reía con nadie
porque andaba con dolor de muelas y cuando se quitó las muelas se volvió muy alegre y cariñosa. Así que con este libro aprendí que muchas veces no pensamos en los problemas que cargan las demás personas y siempre las juzgamos».
A pesar de la pandemia la biblioteca Blue Lupin sigue prestando sus servicios, aunque Kenia dice que «Extraño jugar con mis dos amigas Sohanny y Estrella, pero aún no podemos asistir a clases. Cuando abren la biblioteca siempre voy y traigo libros a la casa en mi Bolsito Lector y aprovecho para leerle a mi hermanito».
En una colina se ve la pequeña casa de láminas herrumbradas de zinc y piso de cemento áspero, no tiene paredes, pero para evitar un poco el viento, la lluvia o el sol, los padres de Kenia han colocado unos pedazos de plástico que ya comienzan a romperse. Nadie imagina que ahí vive una de las niñas que más ha leído en Honduras y que en un rincón hay tres hojas de papel sueltas con una historia escrita por Kenia sobre esa noche fatídica en que estuvieron a punto de morir. Son palabras escritas con sus manitas y denotan dolor, pero no debilidad. Ella dice que en la biblioteca Blue Lupin sigue encontrando los libros que le ayudan a creer y a crecer, a ser fuerte: «Todo lo hemos perdido, menos la fuerza para continuar. A pesar del dolor, la tristeza y la desesperación nuestros sueños nunca desmayarán, seguimos adelante y sobrevivimos en la tempestad» dice un trozo de la historia que escribió Kenia.
El aire entra despavorido y sale por los agujeros de las paredes de plástico para irse lejos entre los campos solitarios.
Estoy venciendo mis miedos
«Mi nombre es Yaneth, tengo doce años y estoy en séptimo grado. Recuerdo que cuando entré la primera vez a la biblioteca, suspiré de emoción y pensé “me voy a leer todos estos libros”.
Después traje a mi mamá y a mi hermanita de seis años a la biblioteca, ese fue un día muy feliz. A los días vinieron mis otras hermanas de nueve y quince años y les encantó. Luego le conté a mi hermano William y vino a leer como veinte libros y dijo que le ayudaron porque quiere ser abogado.
Cuando mi hermano Josué vino desde San Pedro Sula también le conté de esta biblioteca. —“Es bonita y limpia, uno entra y puede leer cualquier libro”. —Le dije—. Un día mi hermano Josué y yo vinimos a la biblioteca. Él estaba muy alegre, entró y comenzó a ver los libros, se quedó leyendo, luego nos fuimos para la casa. Otro día Josué regresó a la biblioteca y yo vi que los libros que le llamaron la atención fueron los de recetas de cocina. Mi hermano Josué se fue de nuevo para San Pedro Sula; a los meses contó que estaba estudiando para cocinero. Él me dijo que los libros de esta biblioteca lo inspiraron. Se acaba de graduar de cocinero y la navidad pasada nos vino a visitar y nos preparó una comida muy deliciosa.
Me dieron el Premio Vuelo Colibrí Esmeralda porque soy una de las niñas que más libros han leído: tengo 84 libros anotados en mi Diario Lector. De los libros que he leído muchos son mis libros favoritos, pero el que me gusta más es El abrigo de Pupa que nos enseña a vencer los miedos porque solo así se puede volar. Yo estoy venciendo mis miedos, poco a poco, y la lectura me ayuda porque soy bastante tímida. Tengo miedo que me maltraten y de maltratar a otra niña, pienso que lo mejor es ayudarnos entre las niñas. Los libros enseñan consejos y sobre nuestros derechos.
Estos meses de pandemia han sido feos pues cerraron la escuela y la biblioteca abre poco tiempo y no pueden entrar muchos niños. Esta biblioteca es nuestra única alegría. A las niñas nos gusta venir aquí a leer y a platicar ya que es muy seguro y nadie nos molesta: siempre hablamos de nuestros libros y nos reímos mucho, nos sentimos muy bien aquí.
Muchos niños y niñas me visitan en mi casa para consultarme y para que les explique las tareas que envía la maestra. Aparte de leer, también me gusta escuchar música, pero no me gustan las canciones de reguetón ya que usan malas palabras y ofenden a las mujeres.
Mi madre me dice que no pierda la oportunidad de leer, yo le digo que nunca voy a dejar de leer porque la lectura me ayuda a cambiar. Aún no sé qué quiero ser cuando sea adulta, he pensado en ser profesora y en ser economista, aunque la verdad no me preocupa, lo que quiero es que no cierren la biblioteca para seguir leyendo y que se termine la pandemia».