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MERCADO DEL PUERTO
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Mercado del Puerto 110 años de historia
EL MERCADO DEL PUERTO, A LO LARGO DE SUS 110 AÑOS DE EXISTENCIA, SE HA CONSOLIDADO NO SÓLO COMO UNO DE LOS PUNTOS URBANOS MÁS CARACTERÍSTICOS DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, Y EN ESPECIAL DEL PUERTO DE LA LUZ, SINO QUE SU CARACTERÍSTICA ESTRUCTURA SE HA INSTITUIDO COMO UNO DE LOS EMBLEMAS REPRESENTATIVOS DE LA CIUDAD EN EL SIGLO XX.
Cuando a finales del siglo XIX se iniciaba el poblamiento de las zonas aledañas al nuevo gran puerto de refugio, que se construía en la Bahía de Las Isletas, especialmente el entorno del primitivo núcleo entorno a la ermita de Ntra. Sra. de La Luz y de la Fortaleza de Las Isletas –en la actualidad conocida como “Castillo de La Luz”-, y en el que destacaba la casa del Sargento del Puerto –no olvidándose nunca al insigne Sargento Llagas- y el Mesón de Seña Rosarito, con sus afamados “caldos de pescado”, junto con algunas casas que ya se señalan en algunos de los primeros planos de la zona, como los de Próspero Casola (1599), De Bry (1599) o Pedro Agustín del Castillo (1686), nació casi espontáneamente un mercado al aire libre, en un amplio espacio de terreno, junto al istmo que unía la isla con Las Isletas –y que desaparecía con la mareas altas, lo que hacía necesaria la presencia de un barquero para cruzar en esas horas-, donde se ofrecían muy diversos géneros a los habitantes de la incipiente barriada portuaria, así como a marinos y pasajeros que por allí deambulaban.
Sin embargo, la idea y naturaleza de este mercado, de este servicio de abasto público no era nueva, pues ya a comienzos del siglo XVI, cuando la Bahía de Las Isletas y sus playas se convirtieron en punto de refugio y desembarco seguro para la mayoría de los veleros que arribaban a Gran Canaria, se concibió la necesidad de que en aquel entorno se pasarían allí pescadores e personas que viven por la mar y que el dicho puerto se acompañaría y estaría más segura la fortaleza que la dicha isla tiene en el dicho puerto…”
No se cumplieron del todo las expectativas, pues durante los siglos siguientes el núcleo fue mínimo, casi inexistente hasta finales del siglo XVIII, aunque si ficio, levantado sobre un solar de 1.70 metros cuadrados, llamó mucho la atención desde su misma construcción en 1891. Una época en la que se introdujo el hierro como material constructivo novedoso, como se puede apreciar también en las columnas de patios en casas como la del Doctor Chil y Naranjo (en la actualidad sede del Museo Canario) empleo del vidrio en huecos y cubierta como elementos ornamentales…”
El palenque original se cerró con tiendas abiertas al exterior, que durante décadas ofrecieron no sólo los más exóticos y variados productos, tanto de las islas como de importación, mientras su interior se organizaba en puestos de productos de alimentación. En la actua-
pudiera abastecer a barcos, pasajeros y a los habitantes que pudieran poblar poco a poco aquel entorno desértico hasta ese momento. Esto se puede observar en la “Licencia para que se pueda poblar el puerto de las Isletas” que otorgan la reina Juana de Castilla y su hijo Carlos I en documento firmado y fechado en Granada el 19 de octubre de 1526, por la que se promueve y se permite una actividad económica que suscite y permita el poblamiento de aquel “…puerto principal, surgidero de donde se sirve y provee toda la isla…”. Así, se faculta para “…que cualquier persona que quisiese vivir en el dicho puerto pudiese vender todos los mantenimientos que quisiesen a los extranjeros y a todas las personas que se los comprasen…, pues “…el provecho de esto resultaría que en el dicho puerto se haría pueblo de algunos vecinos, que en él querrían tener casas de tracto (comercio) y se se diera una incipiente y esporádica actividad comercial y de abasto a buques, que se puede considerar hoy como hecho primigenio de lo que sería a partir de la segunda mitad del siglo XIX y ya tras la inauguración del Puerto de La Luz en el año 1900. Sin embargo, si hay que destacar como, en las décadas anteriores a 1891, en el mismo solar que se escogió para levantar el Mercado del Puerto, ya existían puestos de compra-venta, tanto de productos alimenticios, como de otro tipo de géneros, por lo que inicialmente, en el orbe de la primera urbanización de la zona proyectada por el arquitecto municipal Laureano Arroyo Velazco, la idea inicial fue la de levantar sencillamente un gran palenque, que diera cobijo a toda aquella actividad de mercado público, a la vez que permitiera afrontar una primera mínima regulación de la misma. La arquitectura singular de este edio del Palacio Militar en el Barrio de Triana. Su evolución en el tiempo es muy significativa de la historia de la ciudad y su puerto en el siglo XX, ligada al desarrollo portuario, a la llegada del turismo en diferentes épocas, y en especial a los grandes buques de pasajeros. Enclavado entre las calles poeta Rafael Bento Travieso, López Socas y Albareda, este edificio, tal como lo describe el Decreto 56/2005, de 12 de abril, que lo declara Bien de Interés Cultural, con categoría de Monumento, “…constituye un inmueble de planta central, libre, con cobertizo plano. Dos “bóvedas”, coincidentes con los cuatro accesos, que en la fachada se formalizan con remate en frontón, se cruzan en una cúpula octogonal. Los perfiles de fundición llegan a convertirse en elementos con un elevado valor decorativo, calificados por algunos autores como ejemplos de art noveau, destacando igualmente el lidad se ha reconvertido exitosamente, siendo pionero en ello en Canarias, en un mercado de abastos que añade la gastronomía a su oferta, convirtiéndose así en el primer gastro-mercado de las islas, donde se puede encontrar los productos más frescos de la isla, junto con muy distintos servicios, a la vez que la más variada oferta gastronómica, complementado todo ello con una amplia oferta de actividades culturales: música en directo, DJ de vinilos, mercadillos, festivales..., y todo en un marco singular y sugerente, muy cerca de la Playa de las Canteras, en un edificio que es un verdadero patrimonio histórico – artístico, muestra de la mejor arquitectura modernista en hierro forjado de esta capital.
J.J. Laforet Ilustración: J. CHECA TATO GONÇALVES | FEDAC
TRADICIÓN HECHA REALIDAD
TATO GONÇALVES
Este atractivo enclave se ubica en pleno corazón del Puerto de La Luz, en la céntrica calle de Albareda, junto a los mejores hoteles en Las Palmas de Gran Canaria. Una joya decimonónica que merece la pena descubrirse, tanto por los propios vecinos de la ciudad, o los grancanarios en general, como por quienes deseen acudir a la capital grancanaria, para alojarse en cualquiera de los mejores hoteles en Las Palmas de Gran Canaria, vecinos del Mercado del Puerto, en el
El Mercado del Puerto, una singular y atractiva estructura de hierro, levantada por técnicos de la compañía francesa Eiffel, fue ensamblado e inaugurado en 1891, remodelado parcialmente en 1946, y reformado en 1994, es una de las escasas muestras de arquitectura industrial cerrada en ese metal de la capital grancanaria, y en la actualidad el primer mercado de abastos de Canarias en añadir la gastronomía a su oferta, convirtiéndose así en el primer gastromercado de las islas.
Un Mercado tradicional, pero muy actual, donde se pueden encontrar los productos más frescos de la ciudad y diversidad de servicios, conjuntamente con la más variada oferta gastronómica aderezada con un sinfín de actividades culturales: música en directo, DJ de vinilos, mercadillos, festivales..., y todo en un marco incomparable, a un paso de la Playa de las Canteras y en un edificio Bien de Interés Cultural como ejemplo de arquitectura modernista en hierro forjado. que, por demás, podrá encontrar los mejores productos de la tierra, los que hacen diferente cualquier mesa entre plato y plato. Fruterías de primera calidad, carnicerías y charcutería con una exquisita selección de productos, puesto de especias, condimentos e infusiones de todas partes del mundo, o de café y frutos secos, y floristerías que constituyen una verdadera tradición en este Mercado, junto a puestos con los más diversos y servicios, todos ellos de enorme utilidad en la vida cotidiana actual, como costura y reparación de zapatos, productos rusos y de bazar, ya muy enraizados en este Mercado, nutrición deportiva, que cuenta con una amplísima clientela de conocidos deportistas isleños, moda y calzados, o servicio de peluquería.
Cuenta en la actualidad con catorce atractivos Puestos de Gastronomía, donde aparecen desde las aceitunas y encurtidos, junto con el jamón y los embutidos ibéricos, a la gastronomía más variada como la italiana, la brasileña, la gallega, o los productos escandinavos, de la Ribera del Ebro, la American Cuisine, o una sugestiva oferta como “de la huerta al plato”, de mariscos frescos, o, entre piscos y buches, una gastronomía isleña de primera calidad. Todo ello sin olvidar un suculento desayuno, o una deliciosa merienda, en La Niña.
Siendo un patrimonio urbano de visita ineludible, es también un Mercado con una historia que hoy cobra una gran proyección de futuro.