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TIENDITA DE VALLESECO

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AGENDA CULTURAL

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UNA TIENDA CON UNA HEROÍNA TRAS EL MOSTRADOR VÍVERES ELISABETH

Elisabeth Arencibia Lantigua es de esas mujeres heroínas del entorno rural de Gran Canaria. Compagina la gerencia de su tienda en el municipio de Valleseco con el cuidado de su madre, hacer la comida y las tareas de la casa, atender a la familia, proveedores y también a su clientela detrás del mostrador de la venta que lleva su nombre. Localizada en la carretera principal de Valleseco a su paso por el barrio de Lanzarote, Víveres Elisabeth abrió en el siglo XX, en la década de los 30, y sus puertas llevan abiertas cerca de cien años. Ella cogió el testigo de su padre, Manuel Arencibia, que regentó la tienda durante 40 años, que a su vez hizo lo propio con su abuelo Paco Lantigua. Elisabeth lleva al frente de ella 17 años.

La tiendita ofrece a la clientela fija o eventual todo lo necesario para el día a día o salir de un apuro a las personas

que recorren la zona de cumbre de la Isla. El mostrador de hierro y cristal que nos recibe le da esa personalidad que tienen estos espacios que a muchas personas los transporta a otros tiempos en el que la palabra dada entre personas tenía tanto valor o más que el dinero. Laterío, quesos, embutidos, pan de la zona, paquetes de pasta, algunas golosinas, fruta y verdura, algunas de la zona se ofrecen desde sus estanterías de hierro.

Destaca Elisabeth que va “escapando” porque su ubicación la convierte casi en la última tienda antes de llegar a Artenara o Tejeda, además de contar con una clientela fija. Ella reconoce que aún fía, aunque el incumplimiento de varios haya hecho que la confianza vaya mermando. “Cuando vas a un centro comercial no te puede faltar ni un céntimo, y aquí por un céntimo no vas a dejar de llevarte la compra,

LOCALIZADA EN LA CARRETERA PRINCIPAL DE VALLESECO A SU PASO POR EL BARIO DE LANZAROTE, CUENTA CON CERCA DE UN SIGLO ABIERTA AL PÚBLICO

pero pido el mismo respeto”, afirma. Nació y se crió en la tienda. Asegura que quizás es tarde para dedicarse a otra cosa. “Hay que dedicarle muchas horas, de lunes a lunes y de la mañana a la noche. Sí echo de menos haber tenido un trabajo con un horario que permitiera tener más tiempo para mí y los míos”. Reconoce que está cansada pero eso no le impide cumplir a diario con su deber de abrir todos los días, como durante casi un siglo lo hicieron sus antepasados para echar adelante a sus familias. Y que lo consiguieron con esfuerzo y muchos sacrificios. Conservar la tienda durante todo este tiempo ha llevado a Víveres Elisabeth a figurar en la Carta Etnográfica de la Fundación para el Estudio y Desarrollo de la Artesanía Canaria (FEDAC), y la dedicación de su dueña a formar parte de la exposición ‘Cien de diez empresarias del norte’, que comparte con otras 99 mujeres que regentan negocios en diez municipios de la comarca. Ambos reconocimientos bien merecidos.

A las personas que en sus salidas por la Isla buscan esas tiendas que popularmente denominamos ‘de aceite y vinagre’ tienen en esta venta una parada obligada. No tiene pérdida. Es una casa blanca en la carretera principal que hace esquina, con puertas verdes y un letrero en la pared que bien puede servir de homenaje a su dueña..  José A. Neketan Mónica Trejo

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