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A tientas, por Luis Bejarano
escribe: Luis Bejarano
La Antología de Poesía Homosexual de Fredo Arias (1997) presenta poetas de diversas nacionalidades. Así, en la sección destinada a Perú, comparte un texto del reconocido César Moro: «La leve pisada del demonio nocturno», perteneciente al poemario La tortuga ecuestre (1958). Para contribuir a la valoración del poema, se esbozan algunas impresiones surgidas a partir de la lectura de este.
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Cuando soñamos, ¿qué es posible o, mejor dicho, imposible? A veces, podemos volar, hablar en idiomas indescriptibles o atravesar el fuego sin ser heridos. Y, como sugiere el poeta e investigador Martín Zúñiga (2020), habitualmente queremos soñar sobre el papel.
A partir de este lugar, quizá es plausible disfrutar al poema de César Moro1. Confiemos en el mundo que su lenguaje edifica: a tientas, el poeta parece reconstruir al ser amado. Como señala el vate, él se levanta como un astro desconocido. Y, posiblemente por eso, verso tras verso, la misión del yo poético es armarte. Hacerte otra vez presente. Recuerda o une tu cabellera de estrellas, tu aliento de piedra, tu lengua de plantas, tus venas de metal, tus dientes de tigre… Ritual para adorarte: eres estatua de barro de mi sangre.
Sin embargo, el sujeto creado no oculta su amenaza. El demonio nocturno, una vez despierto, atraviesa el cosmos con violencia. Así, en palabras del poeta, pisoteas el mundo que ama sin saber tu nombre. Quizá se trate, incluso, del mundo que te ama a pesar de tu paso de tempestad, de catástrofe intangible2. Para finalizar el texto, el espectador poético nombra el alcance absoluto de esta omnipotencia. Es capaz de crear vida desde los desperdicios, como la boca de un tigre que escupe para hacer el día.
En resumen, La leve pisada del demonio nocturno parece mostrar la creación de un sujeto infinito. Se unen diversos elementos para descubrir a un dios, una criatura que poseerá la autonomía para destruir el orbe a su antojo. El yo poético reconoce y admira estos pasos. Así, el deseo luce concentrado, originario. Si el ser amado es el principio y el fin de la vida, el poema ubica a esta divinidad en el núcleo del universo. El origen que explota y, perversamente, arrasa y hace la existencia al mismo tiempo.
¿Podría ser este un sueño de César Moro? En el poema comentado, existe un tono de angustia, de placer y de grandeza. Y, de hecho, el autor posee un texto con similares características: «Antonio», publicado en Cartas (1939). En este, se ofrece el nombre del ser amado. Esto sugiere que el demonio nocturno pudo haber habitado en el mundo del poeta. / /
Referencias
Arias, F. (1997). Primera Antología de Poesía Homosexual. Los arquetipos de veneno, fango y punción, mutilación y devoración. Frente de Afirmación Hispanista.
Chiri Uchu TXT. (9 de noviembre de 2020). Soñar poemas sobre el papel (Con Martín Zúñiga). [Archivo de video]. YouTube. https://youtu.be/WpBD1G9g-8Y Echávarri, R. (2015). La tortuga ecuestre, ¿un libro olvidado? El Universal, https://confabulario.eluniversal.com.mx/ la-tortuga-ecuestre-un-libro-olvidado/ Moro, C. (1958). La tortuga ecuestre. Ediciones trigondine. Moro, C. (1980). Obra poética I. Instituto Nacional de Cultura.
Ramos, G. (2015). La articulación del lenguaje surrealista de César Moro, Lexis, 39 (1), 101-132. http://revistas.pucp.edu. pe/index.php/lexis/article/view/13433
1 Al respecto, Echávarri (2015) señala que La tortuga ecuestre se encuentra influenciado de manera profunda por las corrientes surrealistas de la época. 2 Esta presentación constante de poderes simula un collage, un conjuro verbal que facilitaría la aparición de sucesivas evidencias del dios (Ramos, 2015).
LA LEVE PISADA DEL DEMONIO NOCTURNO
En el gran contacto del olvido A ciencia cierta muerto Tratando de robarte a la realidad Al ensordecedor rumor de lo real Levanto una estatua de fango purísimo De barro de mi sangre De sombra lúcida de hambre intacto De jadear interminable Y te levantas como un astro desconocido Con tu cabellera de centellas negras Con tu cuerpo rabioso e indomable Con tu aliento de piedra húmeda Con tu cabeza de cristal Con tus orejas de adormidera Con tus labios de fanal Con tu lengua de helecho Con tu saliva de fluido magnético Con tus narices de ritmo Con tus pies de lengua de fuego Con tus piernas de millares de lágrimas petrificadas Con tus ojos de salto nocturno Con tus dientes de tigre Con tus venas de arco de violín Con tus dedos de orquesta Con tus uñas para abrir las entrañas del mundo Y vaticinar la pérdida del mundo En las entrañas del alba Con tus axilas de bosque tibio Bajo la lluvia de tu sangre Con tus labios elásticos de planta carnívora Con tu sombra que intercepta el ruido Demonio nocturno Así te levantas para siempre Pisoteando el mundo que te ignora Y que ama sin saber tu nombre Y que gime tras el olor de tu paso De fuego de azufre de aire de tempestad De catástrofe intangible y que merma cada día Esa porción en que se esconden los designios nefastos y la sospecha que tuerce la boca del tigre que en las mañanas escupe para hacer el día
De La tortuga ecuestre (1958)