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«No quiero ser así». Reseña del cortometraje Señorita (2021), por Natalia M. Villanueva Fernández.
«No quiero ser así»
Reseña del cortometraje Señorita (2021)
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escribe: Natalia M. Villanueva Fernández
La adolescencia es una etapa de autodescubrimiento y exploración que con el tiempo va a formar una identidad en cada individuo que se basará, justamente, en las distintas experiencias que irá adquiriendo en su crecimiento personal, sin importar el género o condición social. Por lo que los jóvenes se enfrentan no solo a sus pensamientos, sino que también a la sociedad en la que viven e influencia en su desarrollo; lo cual, muchas veces, puede generar conflicto, vergüenza o miedo, al no encontrar un espacio en el que sientan que encajen con los estereotipos sociales impuestos, en base al género, que es visto como un encasillamiento entre hombres y mujeres.
Una vista al cuadro de lo que venimos hablando, se encuentra en el cortometraje peruano Señorita (2021) de la directora y guionista chinchana Vitalia Saravia Prado, ganadora del Premio del público en el Outfest Perú 2022 y seleccionada para el 14° Filmo Corto del 26 Festival de Cine de Lima, Perú. Es una producción que tiene como actrices principales a Fabiana Valcárcel y Zoe Arévalo, quienes interpretan respectivamente a Romina y su mejor amiga Carolina. Ambas chicas vienen a ser púberes que comparten una fuerte amistad de colegio, por lo que tienen distintos gustos en común. La historia empieza en base a su charla sobre los premios VMA’s 2003 que lamentan perdérselo en vivo por un evento. A la noche siguiente, se presenta la polémica noticia del beso de Madonna, Britney Spears y Christina Aguilera, la cual va a repercutir de una manera reflexiva en Romina sobre sus emociones y cómo se siente consigo misma, puesto que ve tal acción como algo sorprendente y le da curiosidad saber por qué son señaladas estas mujeres como lesbianas. A partir de ello, el relato se desarrolla en base al conflicto provocado en Romina, involucrándonos en sus pensamientos.
En primera instancia nos sumergimos en una historia que se encuentra instalada en un ambiente que nos recuerda a la inocencia de la niñez junto con los avances de la tecnología, allá por los inicios del 2000, y las noticias mundiales se daban mayormente por televisión. Las niñas de este tiempo eran constantemente corregidas en su comportamiento, dándonos a entender cómo deben ser unas señoritas, ofreciéndole un sopor al cortometraje en escenas cotidianas entre madres e hijas; un vínculo importante que se desarrolla naturalmente para guiar.
A partir de ello se crea una división en la perspectiva de la feminidad para Romina, observando a la mujer delicada y a la mujer machona, señalándose así a la segunda por tener características socialmente vistas como masculinas que impone el patriarcado. Por lo que, se ve la influencia de la madre, al querer un mundo de rosa y muñecas en las niñas, y sus constantes llamadas de atención en las escenas donde predomina el peso de sus opiniones; generándose así la visión de un encasillamiento en el estereotipo femenino que plantea una postura conservadora sobre el comportamiento y el cuerpo. Entonces la historia nos va a mostrar el conflicto de Romina sobre aquellas impresiones mencionadas, pero toma fuerza y relevancia al presenciar el polémico beso de las tres cantantes que nos sitúa en los VMA’s del 2003, pues fue un impacto mundial que generó todo tipo de comentarios, entre ellos, homofóbicos y sexistas.
Justamente, aquello podría considerarse dirigido a la comunidad de los 90, e incluso a los que todavía no sabían que encontrarían su lugar en ella. Pues Romina nos introduce en las impresiones generadas por el asombro y la curiosidad, parte desde las dudas inocentes de una púber en crecimiento, al reflexionar sobre su identidad sexual sin tocar de manera innecesaria temas eróticos en el proceso de reconocerse y aceptarse. Puesto que nos comparte el terror de ser diferentes al decir Romina «No quiero ser así» y ser sometidos a una violencia y presión silenciosa pero fuerte que advierte constantemente la sociedad. Además, el hecho de lo complicado que puede ser conocer este mundo por falta de información y prejuicios hacía la experiencia más incierta. Romina nos concientiza de lo difícil y aterrador que puede llegar a ser la adolescencia para algunos.
Entonces, nos damos cuenta de que prácticamente, en esta etapa de la vida, nos limitamos inconscientemente de desarrollarnos por el encasillamiento en base a lo que se piensa, en este caso, sobre una señorita; y el miedo que genera el conflicto en aceptarse e identificarse en un inicio. El cortometraje Señorita nos abrió una ventana necesaria para una reflexión social y psicológica sobre aquella etapa tan confusa que vivimos para aceptarla con amor y comprensión, e incluso perdón, para crear una conciencia de libertad para quienes están creciendo y no solo en identidad sexual, sino que incluso la personalidad o estilo de cada individuo que tiene miedo a expresarse. Los estereotipos de apariencia y comportamiento no deberían imponerse en el cuerpo. / /