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AL DESNUDO - ROBIN FRIESS
Siempre supe que quería volar. Mis padres son pilotos de ala delta y parapente. Vivíamos en Frankfurt, Alemania y todos nuestros viajes eran para volar. Volé por primera vez cuando tenía seis años pero mi madre no quería que volara. Me dijo que si quería volar tendría que ganar dinero, así que empecé a repartir diarios. Cuando tenía trece años hice el curso en Wildschönau en Austria.
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Nos mudamos cerca de los Alpes, a Rosenheim en Baviera, y empecé a volar en la escuela de vuelo de Chiemsee. Pasaba mi tiempo libre ahí. Al poco tiempo empecé a reparar velas. Cuando cumplí 18 años me hice instructor, el más joven de esa época.
El dueño de la escuela murió en un accidente de vuelo en 2008. La escuela debía continuar y acepté a seguir con otros miembros del equipo y dos amigos que sirvieron de mentores. En 2011 me convertí en copropietario de la escuela de Chiemsee con 23 años. Dejé mis estudios de economía - que terminé en 2018 - y aprendí cómo llevar el llevar un negocio con la práctica.
Es difícil explicar por qué vuelo. Está dentro de mí, no hay duda de que quiero volar. Cuando era joven, me gustaba competir y hacer maniobras extremas. Ahora vuelo para escaparme de las tensiones del día a día, para relajarme y estar al aire libre. Tengo dos hijos y a veces volar es secundario. Pero sí me gusta hacer dinámica relajado en Brannenburg, mi zona de vuelo.
El mejor vuelo que he hecho fue un biplaza en Kirguizistán con mi primo y mejor amigo Björn. No fue ningún récord, simplemente volamos sobre el valle de Suusamyr. Kirguizistán tiene los paisajes más hermosos del mundo.
También me gusta volar porque el parapente abre puertas. Me apasiona descubrir lugares diferentes en parapente. El mejor país para ello es Irán. Es una comunidad fascinante, la gente es simpática y abierta. Eres parte de la comunidad.
Casi tengo un accidente grave cuando estaba joven. Pensaba que era invencible y volé con demasiado viento y sin paracaídas. Me estrellé y tuve la suerte de no romperme nada. Fue una estupidez. Fue una advertencia. Cambié mi forma de volar para hacerlo más seguro. Dejé de volar en condiciones críticas. A veces vuelo todo tipo de alas pero solo en condiciones apropiadas. Creo que puedo decir que soy un piloto profesional experimentado, pero a veces no vuelo si no es divertido.
Me nombraron director de la DHV en marzo de 2017. Buscaban un director nuevo y me postulé. Tenía relación con la DHV no solo por haber tenido una escuela de vuelo durante seis años sino como miembro del equipo pedagógico de la DHV y supervisor de instructores.
Debemos recordar que volamos por diversión. Mi meta es que no haya accidentes mortales. Estoy trabajando duro para lograrlo.
Por ahora no se puede volar en Alemania. Queríamos continuar, pero cuando se declaró la emergencia oficialmente y se impusieron restricciones de salida, decidimos cerrar todas las zonas de vuelo. En Alemania, cada zona de vuelo se encuentra aprobada y supervisada por la DHV. La federación actúa en nombre del Ministerio Federal de Transporte, por lo que tenemos la autoridad para cerrar despegues. Tomamos las decisiones junto con la junta directiva y abogados de la asociación y seguiremos haciéndolo.
Hemos intentado ayudar a los emprendedores: escuelas, instructores, pilotos biplaza, etc. Les informamos de las ayudas gubernamentales y extendimos la vigencia de las licencias hasta finales de 2020. Ninguna licencia se vencerá. También aprobamos cursos en línea para las escuelas de vuelo. Esto fue en marzo - después la lista será más larga.
Nuestro deporte “es la trivialidad más hermosa del mundo” (proverbio alemán) que se ha convertido en un tema trivial a nivel mundial. Cuidemos a nuestros seres queridos y ayudemos a los que estén particularmente afectados. Llama a la escuela de vuelo: quizás puedas reservar tu próximo viaje, compra un vale o haz que revisen tu equipo. Estoy convencido que el parapente y el ala delta se recuperarán después de la pandemia.
Entrevista de Bastienne Wentzel