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DESPEGUE
La temporada de vuelo libre en Europa tuvo un inicio sin precedentes con competencias canceladas o pospuestas y muchas penden de un hilo. En algunos países, se le ha pedido a los pilotos no volar mientras que en otros se ha cerrado el espacio aéreo.
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En Francia, uno de los países más importantes del mundo del parapente y bastión de la libertad en cuanto hacer lo que se quiere en las montañas, la FFVL le pidió a los pilotos no volar. Se hizo con mucha tristeza, pero con el argumento de que cualquier accidente sería una carga adicional para el ya saturado sistema de emergencia y equipos médicos. Pareciera que el vuelo libre perdió su libertad.
O quizás no. La libertad para volar siempre ha venido con una condición, sin importar dónde ni qué volemos. Esta condición es la disciplina. Es algo que aprendemos desde el principio. Hay que ser disciplinados en tierra cuando nos preparamos para volar, en el despegue o en térmica cuando volamos con otros y con nosotros mismos para evaluar las condiciones o nuestras habilidades. Los pilotos indisciplinados duran poco.
La pista sería cómo describimos lo que hacemos: no practicamos un deporte, practicamos una disciplina. Solo con disciplina podemos volar lejos y lograr metas. “¡Disciplina, disciplina!” es el mantra preferido de muchos de los pilotos de alto nivel cuando aconsejan a los más nuevos. Por tanto, estamos acostumbrados a disciplinarnos en nuestras pasiones porque sabemos que es la disciplina la que nos lleva a tener éxito y a lograr esa sensación de libertad que tanto disfrutamos. No es un lujo aplicarnos al vuelo libre, es un privilegio. Y desde luego, ello requiere ser responsables, con nosotros mismos y con los demás.
Si puedes volar este mes donde te estés, vuela alto y lejos. Si no puedes, no te preocupes porque cuando vuelvas a despegar se sentirá mucho mejor. Disfruta este número y cuídate.
Ed Ewing, Editor