¿Cual es tu mayor miedo? Hace tiempo se realizó una encuesta a miles de personas para entender cuáles son los miedos más presentes en nuestras vidas. ¿Saben cuál era el miedo que apareció en cuarto lugar? El miedo a la muerte. ¿Y cuál fue el miedo número 1, el más común de todos? Hablar en público. Tiene sentido entonces decir que hay gente que preferiría morir antes que hablar en público. Este temor irracional a exponernos nace de nuestro miedo al rechazo, a no ser aceptados socialmente. Procuramos evitar las experiencias dolorosas, así que nos escondemos en lugar de correr riesgos. El miedo al rechazo es el temor que alguien experimenta cuando se siente evaluado o juzgado por los demás. Este miedo provoca dos tipos de respuesta: Que sacrifiquemos nuestras necesidades y deseos con tal de ser aceptados. O que evitemos exponernos a situaciones en las que sintamos que nos pueden evaluar.
Pero, ¿Qué es el miedo? Para conocer el origen del miedo, y por qué se hace presente en nuestra vida, debemos saber que el miedo es una emoción, la cual se ve transformada en el momento en el que la racionalizamos, ahí se convierte en un sentimiento. Llamamos miedo a un sistema de alarma de nuestro cerebro que se activa cuando detecta una posible amenaza real o supuesta, presente, futura o incluso del pasado. Se trata de una respuesta útil y adaptativa que conlleva cambios en el funcionamiento de nuestros comportamientos, pensamientos y cuerpo. El miedo es un esquema cerebral de adaptación al entorno y constituye un mecanismo de supervivencia y de defensa, el cual le permite a la persona responder ante situaciones adversas con rapidez. En ese sentido, es normal y beneficioso para todos los seres vivos tener miedo.
Pero… ¿De dónde nace el miedo al rechazo? La explicación psicológica se basa en todas aquellas experiencias que han dejado huella en nuestro carácter y personalidad a lo largo de nuestra vida, como por ejemplo que la primera persona a la que le pediste salir te rechazara de forma cruel. Es por este motivo que la reacción de pánico al rechazo se puede entender como un condicionamiento negativo: con tal de evitar un estímulo desfavorable como una mala cara, una negativa o desprecio, evitas repetir situaciones en las que has sido rechazado en el pasado. Tener miedo al rechazo no es malo per se. Los miedos tienen una función. Son un instinto humano diseñado para mantenerte despierto y a salvo; lo importante acá es la actitud con la que afrontamos este temor.
¿Por qué a veces tenemos demasiado miedo? Ocurre porque confundimos los temores reales con los imaginarios e interpretamos creaciones mentales como amenazas físicas. Entonces respondemos como si fueran riesgos vitales poniendo en marcha mecanismos de supervivencia. ¿Qué riesgo real existía en que yo me acercara a charlar con una chica desconocida en una fiesta? … Conducir es un millón de veces más peligroso (hay alrededor de un 0,1% de probabilidades de morir) y no me ponía nervioso. Mi mente estaba confundiendo los miedos ficticios con los reales. Fíjate en las cosas buenas o interesantes de la vida, como un trabajo nuevo, una primera cita, el nacimiento de un hijo o la creación de tu primera empresa. Todas estas situaciones van acompañadas de miedo, porque existe la posibilidad de fracasar, y el cuerpo usa tu miedo para darte la energía necesaria para prevenir esos fracasos. Con el miedo tu cuerpo te está dando el combustible para que pases a la acción, huyas o te paralices. Tú decides. La realidad es que tú no puedes decidir si tienes miedo o no, es irracional, pero en cambio sí que puedes decidir cómo usas la energía que te proporciona: si para quedarte paralizado, huir, o superar esa situación. “El miedo al fracaso y al rechazo es lo que da a la gente la motivación necesaria para prevenirlos”.
En la mayoría de ocasiones tampoco te rechazan a ti. Imagínate que alguien descubre un diamante de 300 kilates, único en la tierra. Sin embargo, debido a su ignorancia, cree que es un simple trozo de cristal y lo tira. ¿Eso a quién pone en evidencia? ¿Al diamante o a la persona? Por el mismo motivo, cuando alguien rechaza a otra persona se pone mucho más en evidencia a él mismo que el rechazado. Porque la realidad es que en esa situación tan solo existe una opinión, a menudo limitada, de una persona sobre otra.
Si J.K. Rowling se hubiera rendido después de haber sido rechazada durante años por multitud de editoriales (12 en total), Harry Potter no existiría.
Si Walt Disney hubiera abandonado su idea de un lugar de atracciones recreativas para la familia después de que más de 300 inversores lo rechazaran, no existirían los parques Disney World.
Si Michael Jordan hubiera dejado de lanzar a canasta en el último segundo por haber fallado multitud de veces, no habría ganado 6 anillos de campeón de la NBA.
Imagínate que alguien descubre un diamante de 300 kilates, único en la tierra. Sin embargo, debido a su ignorancia, cree que es un simple trozo de cristal y lo tira. ¿Eso a quién pone en evidencia? ¿Al diamante o a la persona? Por el mismo motivo, cuando alguien rechaza a otra persona se pone mucho más en evidencia a él mismo que el rechazado. Porque la realidad es que en esa situación tan solo existe una opinión, a menudo limitada, de una persona sobre otra.
Cuando alguien a quien no conoces te rechaza, ¿a quién rechaza realmente? La respuesta es que a ti no. Quizás esté rechazando la frase que has dicho, la situación en que se lo has dicho, o la idea que tiene esa persona de lo que significa que le digas eso. El problema es que creemos que nos rechazan no sólo por lo que estamos haciendo en ese momento, sino sobre TODO lo que somos. ¿Pero esa persona te conoce en realidad? No. No tiene más información de ti, ni de tus virtudes ni de lo que le puedes ofrecer. En realidad la gente no rechaza personas: rechaza ideas. La idea que cree que representas.
Cómo superar el miedo al rechazo El error más grande que puede cometer alguien que esté intentando superar sus miedos paralizantes es evitar las situaciones que precisamente se los provocan. De esta forma no se soluciona el problema sino que se agrava porque, como todos los miedos irracionales, ese temor crece a medida que la persona los intenta evitar. Cuando alguien teme a la oscuridad incrementa su pánico mientras evite enfrentarse a ella. Pero a medida que se expone a sus miedos descubrirá que en realidad se basaba en falsas creencias y empezarán a disminuir. Una vez has entendido que es normal tener miedo al rechazo y que es normal que te rechacen, vamos a ver cómo mitigar el miedo.
El miedo nunca desaparece Jamás esperes que el miedo desaparezca para actuar. No lo hará. Pero a medida que te enfrentes a situaciones que te causen esta sensación, este irá disminuyendo. Piensa que es como conducir: al principio te asusta hasta que se convierte en un hábito. “Es actuando cómo el miedo desvanece”.
Cómo superar el miedo al rechazo Tu comportamiento frente el miedo es algo que has aprendido al hacer lo mismo durante muchos años de tu vida. Si tu reacción te paraliza y te impide conocer gente, entonces es hora de que aprendas a reaccionar de otra manera. Debes desarrollar nuevos hábitos, más constructivos en lo que respecta a lo que piensas de la gente y de ti mismo. A medida que vayas incorporando dichos hábitos, tu reacción negativa al miedo irá desapareciendo. Las personas más seguras de sí mismas se dan cuenta de que el rechazo simplemente forma parte de la vida y que, con el objetivo de desarrollarnos como personas, todos debemos tomar riesgos en algún momento y salir de nuestra zona de confort. Pero sobretodo, no se toman el rechazo de forma personal y lo ven más bien como un error de los demás en darse cuenta de cómo son realmente. Ésa es la forma de reaccionar frente el rechazo que han aprendido. En el fondo, si pudiéramos perder todo el miedo al rechazo seríamos muy poco afortunados porque dejaríamos de experimentar esos nervios que, en otras situaciones, nos dan la energía suficiente para superar adversidades. Cuando sentimos miedo creemos que tenemos una baja capacidad de control y de predicción. No obstante, consideramos que necesitamos hacerle frente de manera inminente y para ello, movilizamos toda una serie de comportamientos. Siempre evitamos y/o escapamos de aquello que nos produce ese temor.
Expresión corporal ante el miedo Cuando sentimos miedo nuestra cara se caracteriza principalmente por: Contracción de las cejas. Separación de los labios. Elevación de la parte inferior de las cejas. Contracción y descenso de las cejas. Alargamiento de la comisura de los labios. Más del 50% de las personas que experimenta temor presentan silencios y en la mayoría de los casos se produce un aumento del tono de voz.
Cosas que nos provocan miedo (fobias) Existen varios aspectos de la vida (situaciones, ideas, objetos...) que generan miedo a muchas personas. Esta es una lista con distintas fobias, entre otras: Agorafobia (ansiedad anticipatoria) Amaxofobia (pánico a conducir automóviles) Anuptofobia (miedo a permanecer soltero) Coulrofobia (miedo a los payasos) Eritrofobia (pánico a ruborizarse) Filofobia (miedo a enamorarse) Gerascofobia (miedo a envejecer) Hematofobia (pánico a la sangre) Así pues que si te identificas con alguna de las mencionadas, no te preocupes, mejor toma acción sobre tu vida y empieza a enfrentar esos miedos.