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Maximiliano Bello, asesor ejecutivo de Mission Blue
from Revista AQUA 248
y adaptación al cambio climático”
mitigación
EN LA CARRERA POR MITIGAR LOS IMPACTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO, ESTE PROFESIONAL CHILENO VALORA LOS ESFUERZOS INTERNACIONALES QUE SE HAN REALIZADO EN MATERIA DE CONSERVACIÓN DE LOS MARES. ADEMÁS, DESTACA QUE NUESTRO PAÍS HA LIDERADO ESTA CRUZADA, PONIENDO A LOS OCÉANOS EN EL EJE CENTRAL DE LA DISCUSIÓN.
Si de conservación de los océanos se trata, Maximiliano Bello se ha convertido en un referente en la materia a nivel internacional. El chileno, que vive hace más de diez años en Estados Unidos, ha trabajado en diversas organizaciones promoviendo el cuidado del medio ambiente y los océanos, como The Pew Charitable Trusts y Oceana. Actualmente, se desempeña como asesor ejecutivo de Mission Blue, organismo fundado por la bióloga marina Sylvia Earle para relevar el conocimiento científico y la necesidad de cuidar y establecer una red de áreas marinas protegidas. También colabora con Island Conservation, organización que se dedica a la protección de especies en vías de extinción.
Pero no solo eso. El profesional también participa del “Champions Teams” de la Conferencia de las Partes (COP 26) que se realiza en el contexto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Además, integra el Comité en Chile de Cambio Climático, el directorio asesor de Amigos de los Parques y el directorio de Migramar, entre otras organizaciones.
En conversaciones con AQUA, el experto en políticas públicas oceánicas explicó la importancia que tiene el cuidado de los mares en el actual contexto del cambio climático, así como abordó el potencial de las áreas marinas protegidas y su visión –algo crítica– acerca de las actividades acuícolas.
Actualmente, usted figura como asesor y forma parte del directorio de Mission Blue en Estados Unidos. ¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con personas que han marcado la ciencia y la conservación marina y terrestre, como Sylvia Earle, pero también Douglas Tompkins o Adriana Hoffmann?
Sí, he trabajado con ellos y muchas otras personas también. He tenido la oportunidad de trabajar con gente increíble que lleva mucho tiempo haciendo cosas no solamente para entender mejor los ecosistemas, las especies y la naturaleza, sino que además muchos de ellos han estado trabajando en su protección, buscando cambiar algunas de las cuestiones que hoy están amenazando estos conceptos. Sylvia, particularmente, es una persona increíble, a quien
Fotografía: Maximiliano Bello.
estimo como persona y profesional. Tiene 85 años y ha invertido toda su vida en la protección de los océanos, en conocerlos y entenderlos.
Sabemos que una de las grandes motivaciones de su trabajo es combatir el cambio climático. En ese sentido, ¿qué rol cumple la protección de los océanos para ayudar a mitigar los efectos de este fenómeno?
El océano es el generador de la vida en el planeta y le debemos, en el fondo, nuestra propia existencia como humanidad. Además, el océano históricamente ha producido la mitad del oxígeno existente y, a la vez, tiene un montón de otros beneficios que reconocemos muy bien, como la alimentación. Igualmente, tiene un rol muy clave en el cambio climático, ya que actualmente sabemos que está absorbiendo más del 90% del aumento de la temperatura en la atmósfera. Además, según algunos estudios, es el secuestrador de más del 40% del carbono, siendo el ecosistema que más carbono secuestra en el planeta, lo cual está produciendo otros problemas en el océano mismo. Entonces, el océano tiene un rol clave en mantener el equilibrio y la vida en el planeta, pero, además, el océano es clave para la mitigación y adaptación al cambio climático mientras encontramos formas de extraer el carbono de una forma, tal vez, más tecnologizada.
En cuanto a la protección de los océanos, hoy existen diversas iniciativas mundiales tendientes a avanzar en la materia, como el Panel de Alto Nivel para una Economía Oceánica Sostenible, EngageWithOceans o Blue Nature Alliance. ¿Cree que estos esfuerzos globales son suficientes? ¿En qué aspectos habría que avanzar?
Efectivamente, en los últimos años se ha avanzado bastante en llamar la atención sobre los océanos. En Chile, que aún tiene la presidencia de la COP, se propuso hacer una COP Azul que tenga directa relación con traer los océanos al acuerdo. Ha habido otros grupos e iniciativas. Yo mismo he estado detrás de la creación de algunas, como Ocean Leaders, con el objetivo de atraer más atención a los océanos, lo cual ha sido importante y cada una de las iniciativas juega un rol especial y particular. Sin embargo, tenemos que seguir llamando la atención. Solo mirando el tema de inversión en océanos, el último reporte de la OCDE muestra que menos del 1% de los presupuestos de los países desarrollados hoy día se va a conservación marina.
Respecto de Chile, ¿cómo califica los esfuerzos que se han realizado en materia de conservación del océano? La creación de áreas marinas protegidas, ¿ayuda?
Creo que los esfuerzos de Chile han sido importantes y adelantados en muchos sentidos al ámbito global. Hoy día se está discutiendo en la Convención sobre Diversidad Biológica un nuevo objetivo para la protección de los océanos. Del 10% actual, los científicos plantean que para 2030 tiene que subir a un 30%. Chile ya ha superado con creces ese 30%, ya que hoy día ya tiene un 43% y, además, sigue avanzando en la creación de otras áreas marinas protegidas. Entonces, en temas de protección marina, somos líderes indiscutidos, aunque sí falta terminar el tema de la implementación de esas áreas marinas protegidas. También falta protección en zonas costeras continentales, que es en donde hay mayor presión y desarrollo de actividades, como la Patagonia. Allí hay un déficit tremendo de áreas marinas protegidas.
Otra cosa importante es el manejo correcto de los recursos y ahí a Chile le falta bastante más. Por ejemplo, necesitamos un buen manejo de especies vulnerables, como los tiburones, la pesca ilegal de la merluza o la extracción de algas. Hemos hecho mejoras en algunas especies comerciales como el jurel, pero falta todavía. No porque protejamos una cantidad importante de maritorio podemos relajarnos; no podemos esperar que todo el porcentaje restante de océano sea devastado.
En nuestro país hoy se discute bastante acerca de qué actividades pueden permitirse en las áreas
El profesional se desempeña como asesor ejecutivo de Mission Blue, organismo fundado por la destacada bióloga marina Sylvia Earle.
marinas protegidas. ¿Cuál es su visión al respecto? ¿Cree que aquí se pueden desarrollar actividades de pesca y/o acuicultura bajo condiciones que aseguren el resguardo de estos espacios?
Primero, hay que dejar claro que algunas de las categorías legales de áreas marinas protegidas sencillamente no permiten actividades y hay otras categorías que sí, pero que estén acordes con los objetivos de conservación. Los científicos son claros en decir que las áreas alta y totalmente protegidas son siempre mucho mejores, ya que la información científica muestra que algunas de estas áreas, de no tocar, pueden aumentar la biomasa en un área determinada hasta siete veces más, mientras que las áreas que tienen utilización y que mantienen extracción en el mejor de los casos pueden aumentar al doble.
Por lo tanto, si el objetivo es recuperar especies o ecosistemas, lo mejor es cuidarlos extrayendo todos los estresores posibles, porque hay algunos que no se pueden extraer, como el cambio climático. Entonces, al sacar el resto de las acciones que producen amenazas en un determinado sitio, tú le estás dando una posibilidad de resiliencia al lugar, es decir, ese ecosistema va a reaccionar mucho mejor a los embates que todavía no podemos solucionar. Desde el punto de vista científico, es mucho mejor un área de no tocar.
ACUICULTURA
¿Cuál es su visión, en general, de la acuicultura? Organismos internacionales han definido que este sector es relevante para asegurar al mundo alimentos producidos de forma sostenible. ¿Concuerda con ello? ¿Cree que existen desafíos para esta actividad?
Hay que hacer una diferencia importante, porque la acuicultura como la conocemos en Chile no es una herramienta para alimentar al mundo. Hay acuiculturas que efectivamente sí lo son, como en el Sudeste Asiático, que tienen un rol en la subsistencia y seguridad alimentaria. Sin embargo, la producción de salmones en Chile está dirigida a gente que puede pagar el acceso a esta fuente de proteínas, por lo tanto, no es un tema de seguridad alimentaria, sino que de lujo. Hoy sabemos que la acuicultura de peces carnívoros, como los salmones, no es eficiente, porque los salmones no son eficientes en transformar la comida en peso vivo, pero además porque el gran porcentaje de la producción acuícola se alimenta de otros peces, por lo tanto, pone presión sobre otros recursos, particularmente pelágicos. De esa forma, tiene un impacto mucho más grande.
Yo pensaba que podía ser factible que la industria opere en equilibrio con el medio ambiente de alguna forma, pero con el pasar de los años y viendo la inactividad del sector al no tratar de avanzar hacia una discusión efectivamente abierta con todos los chilenos, lo veo bastante difícil. Creo que aún hay espacio para la salmonicultura, pero una salmonicultura 2.0 que tenga como objetivo un producto que tal vez sea mucho más caro, pero que introduzca en su proceso de producción los costos que hoy están externalizados en el medio ambiente. Hay que ver cuáles son las empresas que están dispuestas a producir algo de calidad con muchísimo menor impacto, y que mantenga las fuentes de trabajo para la región. Aquí hay una cuestión importante; hay que plantearse cuál es el país y territorio que queremos y la industria salmonicultora está invitada a discutir también.
Por último, sabemos que para noviembre de este año está previsto que se realice la COP26, instancia a la cual fue invitado y donde estará a cargo de la agenda de océanos ¿Cuáles serán los principales temas que espera impulsar?
Una cosa es lo que yo hago, pero también lo que tiene que hacer Chile y el Reino Unido. Hay un interés particular con la nueva administración de Estados Unidos que llegó a darle un impulso fuerte a las negociaciones. También hay interés en que la COP de Glasgow sea nuevamente una COP Azul para poder seguir hablando sobre el océano y su importancia en el cambio climático. Por el lado de los Champions Teams, encabezados por Gonzalo Muñoz y Nigel Topping, la idea es que traigan el interés de la sociedad civil y se presenten cuestiones concretas del sector privado, por ejemplo, esfuerzos en transporte y energía para poder lograr asegurar la protección de los océanos y tratar de generar cambios para disminuir y mitigar los efectos del cambio climático.