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Editorial
from Revista AQUA 250
REVISTA AQUA L a industria chilena del salmón viene trabajando con fuerza, los últimos años, en diversos temas relacionados con la necesaria sostenibilidad bajo la cual requiere operar el sector. Aquí, uno de los principales focos de interés tiene que ver con el relacionamiento comunitario, asunto que ha sido un constante desafío para esta actividad que ya tiene más de 35 años desde que se comenzó a gestar en las regiones del sur del país, principalmente, desde La Araucanía al sur. Los logros han sido importantes. La industria ha conseguido entablar diálogo y un mayor acercamiento con importantes grupos de interés, como la pesca artesanal y los pueblos originarios, con quienes comparte el borde costero. También se ha dado una mayor cercanía con las autoridades presentes en los territorios, a quienes se les ha ofrecido toda la ayuda necesaria para abordar las distintas problemáticas que se presentan en las zonas de operación, así como ha mejorado notablemente la relación con los trabajadores del sector. De igual forma, gran parte de las empresas salmonicultoras ha contratado profesionales encargados de las relaciones comunitarias, creando departamentos, sub gerencias o derechamente gerencias encargadas de velar por la vinculación de las organizaciones con sus distintos públicos de interés. Es
más, son muchas las compañías que anualmente informan – generalmente en sus reportes de sostenibilidad– la cantidad de “acciones” de índole comunitario que han ejecutado y el impacto de estas mismas. ¿Qué hace falta para avanzar aún más? Sin duda, el relacionamiento comunitario será un tema que, de forma permanente, las empresas del salmón tendrán que continuar abordando. No obstante, lo que hay que tener claro –y así lo han manifestado varios expertos– es que no basta con crear departamentos especializados en el tema ni con contratar a una serie de profesionales muy capacitados para que sean los exclusivos embajadores de estas materias. Tampoco basta con informar decenas de “acciones” de índole comunitario que calzan perfecto con sofisticadas estrategias de sostenibilidad. Lo que se requiere es que las organizaciones en su máxima expresión –considerando a todos quienes la componen– comprendan la necesidad de un buen diálogo, la necesidad de mostrar respeto y empatía frente a quienes se relacionan debido a diversas circunstancias y, sobre en los tiempos actuales, la necesidad de saber leer los cambios que se están dando en la sociedad y que seguramente impondrán nuevos desafíos al sector empresarial. En ese sentido, el “nuevo Chile” no debe ser ignorado, sino que habrá que subirse al carro y ser abierto y propositivo para no quedarse atrás. Considerando estos aspectos, es posible que sea más fácil entablar diálogo con quienes por cientos de años han habitado las regiones del sur y captar la confianza de quienes reconocen la importancia económica y social de esta industria, pero que exigen que su desempeño sea sustentable y en armonía con el medio ambiente.