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Dra Doris Soto, investigadora principal del INCAR

Queremos incorporar la acuicultura“ al funcionamiento de los

ecosistemas

UNO DE LOS GRANDES FOCOS PARA EL PRESENTE AÑO DE LA INDUSTRIA ACUÍCOLA, TANTO NACIONAL COMO GLOBAL SERÁ, SIN DUDA, LA INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO. ASÍ AL MENOS LO CREE LA INVESTIGADORA PRINCIPAL DEL PROGRAMA INTEGRATIVO DEL CENTRO INTERDISCIPLINARIO PARA LA INVESTIGACIÓN ACUÍCOLA

(INCAR), DRA. DORIS SOTO, QUIEN EN ENTREVISTA CON AQUA SE REFIERE A LOS PRINCIPALES AVANCES EN INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA EN EL RUBRO Y EN LOS DESAFÍOS QUE SE DEBEN

ABORDAR.

La experta, quien recientemente fue convocada por la FAO para producir una nueva versión de Directrices Globales para una Acuicultura Sustentable, de cara a la agenda ONU 2030, ahonda sobre su participación en esta consulta y sus labores en el Incar, además de dar directrices sobre el presente y futuro de la acuicultura en nuestro país y en el mundo.

Doris Soto, en ese sentido, hace un llamado a las autoridades a darle un enfoque más específico a una industria que “aún la tienen bastante relegada dentro de la pesca o de la agricultura”. Asimismo, si bien destaca los avances en materia de sostenibilidad en este rubro, señala que “la acuicultura aún requiere entender que la producción individual o colectiva no puede superar la capacidad del ecosistema receptor para procesar los productos no deseados”.

La investigadora, por otro lado, enfatiza en los beneficios para el medio que tiene la acuicultura en comparación otras industrias de alimentos terrestres, pero advierte que “mejorar el desempeño ambiental es prioritario”.

Usted lleva varios años ligada al Incar, ¿cuáles cree que han sido los principales aportes de este centro para la acuicultura nacional?

Incar es un centro de investigación en áreas prioritarias para Chile y, como tal, desde su inicio ha contribuido con investigación de gran relevancia para el desarrollo sustentable de la acuicultura local y global. Algunos aportes fundamentales incluyen avances en el conocimiento del parasitismo por Cáligus y cómo reacciona el cuerpo del hospedador, incluso descifrando el genoma del Cáligus y, con ello, contribuyendo al desarrollo de tratamientos amigables con el ambiente. Hemos aportado con grandes avances para abordar enfermedades infecciosas en salmonicultura, como Piscirickettsiosis y Tenacibaculosis, y con avances en bioseguridad incluyendo también las fases de agua dulce.

El centro no solo ha desarrollado ciencia relevante, sino que

Dra. Doris Soto, investigadora principal de Incar.

también ha apoyado directamente al Estado con información para la formulación de políticas como es el caso de uso de antimicrobianos. Hemos generado también investigación de punta para abordar temas ambientales diversos de la salmonicultura y, más recientemente, estamos incursionando en mitilicultura. Nuestros aportes en relación con los riesgos del cambio climático para la acuicultura que se han plasmado en la plataforma Atlas de Riesgos Climáticos (Arclim) están contribuyendo a una mejor planificación espacial y gestión del sector y a la estrategia climática nacional de largo plazo.

Nuestras propuestas de análisis y gestión con enfoque ecosistémico han sido también innovadoras y están presionando al sector público y privado hacia un cambio de foco. El centro también ha generado grandes aportes al conocimiento de aspectos económicos y sociales clave de la acuicultura chilena, incluyendo temas de mercado y empleo.

¿Cuáles han sido las principales investigaciones, relacionadas con la acuicultura, en las cuales usted ha participado el último tiempo?

Desde mi trabajo con FAO vengo desarrollando dos temáticas. La primera es la implementación del enfoque ecosistémico a la acuicultura y la segunda se relaciona con la evaluación de los impactos del cambio climático sobre la acuicultura, cómo

“El centro no solo ha desarrollado ciencia relevante, sino que también ha apoyado directamente al Estado con información para la formulación de políticas como es el caso de uso de antimicrobianos”.

abordarlos y también cómo mitigar la contribución del sector a los gases de efecto invernadero.

En Incar he seguido con ambos temas, generando e integrando información, incluyendo análisis integrados, modelos, etc. Hemos trabajado con evaluaciones, matrices y mapas de riesgo, haciendo propuestas que permitan incorporar la acuicultura al funcionamiento de los ecosistemas sin producir perturbaciones o con impactos mínimos y a la vez construyendo una acuicultura más resiliente.

También he estado trabajando en algunos modelos simples para entender cómo la acuicultura contribuye al logro de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) en América Latina y en un esfuerzo global conjunto con investigadores de varios países. Dentro del Incar también tengo como tarea propiciar la generación de policy briefs, que son resúmenes en español de publicaciones o resultados de nuestra investigación que pueden tener impacto directo sobre políticas públicas.

Sabemos que usted fue elegida como una de las expertas convocadas por la FAO para para producir una nueva versión de Directrices Globales para una Acuicultura Sustentable. ¿Cómo recibe esta distinción? ¿Qué trabajo le tocará desarrollar en este ámbito?

Obviamente me sentí muy honrada con esta invitación. La mayor parte del trabajo ya se realizó en 2021 y fue una oportunidad muy interesante de co-construcción con expertos de diversos países. En particular me tocó liderar el capítulo sobre la resiliencia de la acuicultura frente al cambio climático y otras amenazas, y además me tocó contribuir con otros dos autores, al capítulo sobre gobernanza de la acuicultura.

También participamos de una consulta técnica de la FAO que se llevó a cabo por una semana en octubre. Allí revisamos los diferentes capítulos de la nueva propuesta de Directrices Globales. El documento final será revisado por el Subcomité de Acuicultura de COFI (Comité de Pesca) en su reunión de países miembros, en mayo de este año, y posiblemente las nuevas directrices estén disponibles en septiembre.

A su juicio, ¿cómo ha evolucionado la acuicultura en el mundo los últimos años? ¿Cree que los organismos internacionales y los propios gobiernos le están dando a esta actividad la importancia que se merece?

Claramente la acuicultura se ha ido posicionando como un sector productor de alimento de calidad, con una huella ambiental comparativamente más baja que varios sectores alimentarios terrestres. El sector tiene una gran oportunidad en el futuro global, pero requiere enfrentar aún muchos desafíos y, en ese sentido, mejorar su desempeño ambiental es prioritario. Pienso que los organismos internacionales le han ido dado más relevancia pero los gobiernos a nivel nacional aún la tienen

“Nuestras propuestas de análisis y gestión con enfoque ecosistémico han sido también innovadoras y están presionando al sector público y privado hacia un cambio de foco”.

La científica es una de las expertas convocadas por la FAO.

Fotografía: Doris Soto bastante relegada dentro de la pesca o de la agricultura. Sin embargo, la acuicultura requiere un foco más específico.

En la misma línea, ¿cuáles cree que siguen siendo los principales desafíos de la acuicultura a nivel mundial y nacional?

Creo que la acuicultura aún requiere entender que la producción individual o colectiva no puede superar la capacidad del ecosistema receptor para procesar los productos no deseados como nutrientes, fecas, pseudofecas, etc. La industria de los alimentos para peces, por ejemplo, ha hecho grandes avances para mejorar los factores de conversión del alimento. Sin embargo, aún no se ha enfrentado el destino de los nutrientes no utilizados y que se pierden en el ecosistema.

Se sabe que por cada tonelada de salmón cosechado aún se quedan 50 kg de nitrógeno en el ecosistema. Puede que este nutriente se regenere en nueva biomasa en el ambiente acuático, pero también es posible que contribuya principalmente a procesos bacterianos, generando anoxia; o que sea utilizado en la produccion masiva de microalgas que puedan generar florecimientos nocivos.

Por esto, uno de los desafíos es desarrollar algún tipo de marcador o indicador del destino de los nutrientes que deja la acuicultura, ello permitiría un ordenamiento espacial más optimizado para facilitar reutilización e integración multitrófica. Además, nos entregaría información esencial para determinar cuándo estamos cerca de la capacidad máxima de carga de los ecosistemas.

Usted ha sido una fuerte impulsora de la implementación de un enfoque ecosistémico en la acuicultura, ¿cree que existen condiciones para implementar este enfoque en la acuicultura nacional? ¿Existe voluntad para avanzar en aquello?

Creo que no ha existido suficiente voluntad política y especialmente no existe la institucionalidad adecuada, pues la institución que debe determinar una norma secundaria necesaria para establecer límites máximos a la producción y para desarrollar planes de manejo integrando la acuicultura con otros sectores, tendría que ser algún organismo que sume las acciones del Ministerio de Medio Ambiente con Subpesca y con las autoridades marítimas e instituciones del borde costero. Si es el MMA quien lo debe hacer, aún no se ha visto que tenga las competencias y capacidad para ello. Obviamente eso podría cambiar en el futuro.

En Chile hay algunos proyectos tendientes a probar la acuicultura multitrófica integrada (AMUI). ¿Qué opina de aquello? ¿Cree que este tipo de iniciativas podrían tener éxito y expandirse aún más?

La AMUI es posible, sin duda, pero para implementarla se requiere ir más allá de los centros de cultivo individuales, hacia una integración a nivel de paisaje o ecosistemas. La cantidad de algas que tendría que producir un centro para absorber todos los nutrientes generados por un ciclo productivo es enorme, por lo cual se requeriría un gran espacio alrededor de la concesión y tiempo suficiente para producir y cosechar. Entonces sería más práctico ordenar espacialmente, por ejemplo, la produccion de salmones y algas aprovechando también los periodos de descanso de barrios completos u otros arreglos. Ello requiere un conocimiento adecuado de las condiciones oceanográficas de los ecosistemas e integración de sistemas productivos que son muy diferentes.

Definitivamente se requiere un plan de manejo con enfoque ecosistémico para cuerpos de agua específicos donde se pueda distribuir la producción de algas, mejillones y salmones, por ejemplo, de forma de optimizar el aprovechamiento de nutrientes. Hemos hecho ya una investigación y publicación que ofrece un modelo de balance teórico entre salmones y mejillones (Camelo et al, 2021), pero las normativas actuales no lo permiten. El otro tema fundamental es la valoración del servicio ecosistémico prestado por las algas o por los mejillones y que va mucho más allá de su valor comercial actual. ¿Cuánto cuesta limpiar de nutrientes, incluyendo carbono, nitrógeno, fósforo? Son factores que hay que tener en consideración

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