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Religión Omoto .............................................................................. 39/44

A la edad de quince años, entró en la universidad. Recordemos que las grandes escuelas de la época no eran accesibles sino a las clases burguesas, y a los pobres o descendientes de las clases obreras les estaba prohibido el acceso. Fue en Nara, que en aquella época era la capital del Japón, donde Kukai abrazó la profesión de oficial, profesión impuesta por su familia y que entonces era considerada como una señal de la más alta nobleza.

Además, representaba para el joven un porvenir asegurado. Sin embargo, él decidió otra cosa, aprovechando su período de oficial para profundizar en los conocimientos místicos. Fue así cómo Kukai estudió los Do-Kyo, que al parecer dirigieron su espíritu hacia el buddhismo, tal como era concebido y practicado en aquella época.

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A los dieciocho años el destino le permitió un extraño encuentro con un hombre, el mismo que iba a darle el primer gran impulso y prepararle minuciosamente para las etapas superiores que debía franquear después. Este hombre, del que se conoce muy poco, poseía un gran dominio de ciertos artes llamados ocultos; su misión era seleccionar neófitos y prepararlos para estudios superiores de los grandes misterios, siguiendo la vía del Mikkyo o estudio secreto. Este maestro poseía una experta visión y percibió inmediatamente el gran valor de Kukai. Decidió entonces prepararlo personalmente en una de las numerosas técnicas del Mikkyo, en las cuales él mismo había llegado a ser maestro. La técnica escogida por Kukai consistió en desarrollar muy particularmente las facultades mentales del intelecto y de la memoria. Esta técnica es, por otra parte, corrientemente practicada por los altos lamas tibetanos. El Dalai Lama mismo practicaba esta ciencia particular que permite la reminiscencia de vidas anteriores y da el poder de asimilar eficaz y rápidamente todo el complejo conocimiento del Mikkyo y del Kenkyo, así como los millares de sutras y mantras que es indispensable conocer de forma completa. Esta técnica es llamada ascesis del Gumonji-Ho.

Muchos tenían el deseo de ser iniciados, pero muy pocos eran admitidos, y más raros eran todavía aquellos que llegaban a acceder a las etapas superiores. Kukai no obstante fue mucho más allá, y acabó por sobrepasar a su maestro. Fue durante este período cuando, habiendo tomado conciencia de toda la miseria que le rodeaba, decidió abandonar su carrera de oficial para consagrarse al servicio de sus hermanos necesitados. La preparación y el entrenamiento seguidos, confirmaron a su guía que Kukai era más que un simple monje de alto grado; era un maestro investido de una gran misión y destinado a realizar una obra grandiosa. Estaba preparado para recibir las grandes revelaciones que debían conducirle a la cumbre de su maestría. Poseía para ello el elemento principal: una maravillosa e intuitiva comprensión de la verdad y de la vida, así como una percepción espiritual muy avanzada que de forma natural le precipitaba hacia ideas de unidad y de síntesis.

Al terminar una de sus largas y severas ascesis de asceta en la montaña y habiendo llegado al final de una dura prueba espiritual, le pareció que el silencio se

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