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ALMA GALLEGA EN PARÍS
from PARÍS
Mar, otra vez te voy a recordar.
Intentaré escribir algo de ti, algo digno de contar, del color de tu agua, de tu profundidad.
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De esto y de otras cosas, de ti, en resumen, quiero hablar.
De tus costas rocosas, de los barcos que te surcan sin cesar.
De ti, en resumen, quiero hablar.
De los hombres que trabajan día y noche en tus aguas, lejos de su hogar.
De las vidas que tú tomas como tributo a tu bondad, de las gentes que han sufrido al perder algún ser querido, cuando tu furia has querido demostrar
De esto y de muchas cosas
Queda mucho de qué hablar.
Eduardo Paz
AH, PARÍS
Era mi sueño la libertad con veinte años y con veintitrés fue mi exilio de todas las represiones. Mi refugio en el Barrio Latino, entre las lejanías de nieblas del Pont-Neuf y la bruma de castaños del Luxemburgo. En Saint-Germain-des-Prés quedaban los flecos del existencialismo, pero en Saint-Michel se anunciaban ya los gases lacrimógenos del 68.
Todas las miradas del mundo pasaban por las galerías de la Rive Gauche y en las librerías estaban todos los libros prohibidos y malditos.
Los refugiados más antiguos de Mabillon y el Relais seguían con la querella de la Varsoviana y la Internacional, pero yo estaba ya en otra onda en la Petite Source con la guapa Paulette, estudiante des Beaux-Arts y très française.
Ella recogió mi orfandad y me abrió a los vernissages, a las charlas de sobremesa de café en café y a las madrugadas de música y suspiros. A la bohemia ilustrada del Tournon y a las mañanas de nieve desde la cama. Ah, París.
Ya no existe aquel de hace sesenta años, pero sus días y sus noches vendrán conmigo siempre.
Carlos Abadía
Par S 2023
«Dessiner l´écoulement du temps»
Henri Michaux
¡ Ay, ¿a qué vengo a París hoy?!
¿Cómo podría reposar aquí en el incierto futuro?
Vengo a dejarte, corazón sigue gustando el rumor silencioso Del pasar del agua del Sena que se va, Resistiendo como siempre el azar, Por la necesidad y la razón de los cuerpos amigos
Que aún se aman.
En la Isla de los libros primeros que iluminan todavía
Los misterios muertos del dulce vivir, Y de la dulce muerte también,
En la carne soleada de soledad y nocturno esfuerzo.
Aquí resultó un día imposible consumar la revolución
Con el amor de cada cual. A celebrar vengo
A este espacio habitado, de avenidas, jardines, galerías, Y raíces, venidas y arrancadas de tantos lugares de provincia;
Pues hace siglo y medio los sentidos todos se unieron
En el símbolo de dentro imaginado
Para contar –¡ay! que vinieron, venimos y vengo–
El leve y devorador, vacío e incierto, paso del Tiempo.
Ramón Rodríguez Aguilera
Quisiera Ser Par S
A rdo de envidia por mi mano derecha
Cuando escribe tu nombre Sin sufrir el duelo que lo acompaña.
Tengo envidia de mi mano derecha
Porque crea lo que me destruye
Sin consecuencias.
Por eso, vuelvo a donde surgió el poeta
A los pies de la Victoria Alada, Que sin manos soporta la carga De un nombre vacío.
Déjame ser como tú, Prefiero ser de mármol,
Que tener el corazón de piedra, Que tener una piel que me oculte, Que tener manos que me traicionen.
Victoria, tengo envidia de París
Por guardar el amor del hombre
Si voy, ¿crees que me daría un poco?
Quisiera ser París, Para quitarte las palabras de la boca.
María González
SEVILLA Y PARÍS (canción)
Sevilla abre tus alas, la luz inunda tus cielos… igual París sus encantos, el sueño de un sueño.
En esas noches de luna, bailan hasta los luceros.
Hay besos que van al aire, vuelan por tiempo en el tiempo.
Sevilla guarda la historia, por tierra, por cielos.
Y tiene París mil razones, para vivir como un sueño.
Abre tus alas Sevilla, que París te está sintiendo.
Entre la noche y el día, estrellas y sentimientos.
Letra y música
Paco Gallardo
Par S De Vida Y Muerte
Era la ciudad una fiesta, dicen que llena de impostores, farsantes, delatores.
Todos danzaban alrededor de un aquelarre asesino.
La ciudad era también una celada de muerte, y una oportunidad deshonesta.
Cinco años de desventura la contemplan.
¿Escucháis ahora el metal sobre el asfalto? Veréis recuerdos de Combeferre y muchos jóvenes Enjolras, difuntos hijos de las barricadas, enfilar su camino a través de los Pirineos.
¡Reunios todos, venid hasta aquí!
Un Amado os lidera. Pensad ahora en un número, será el Nueve, será el triunfo de la vida montada sobre un caballo de acero.
Desde el interior del elefante, un Gavroche despabilado distingue entre la neblina la ciudad liberada.
Sara Madrigal