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Diego Orge

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S/T

IG: @d.orge www.vervecg.com

Cada uno pone donde quiere el umbral de lo limpio y lo ordenado cuando se refiere a su casa. El problema llega cuando se comparte. Especialmente cuando esos criterios nos hacen acercarnos objetiva y peligrosamente a los límites de la inhabitabilidad. Como suele pasar en estos casos, nadie dice tener la culpa. Todos sabemos que la tenemos, y según se vuelve más complicado negar la mayor, más concienciados decimos estar. Y es probable que sea cierto, pero resulta poco útil cuando esa concienciación deambula gritando sus consignas mientras choca sistemáticamente contra los muros de la inoperancia. Vivimos en la edad dorada de la opinión, en la que todas deben ser escuchadas, respetadas, y por alguna razón, compartidas pese a que nadie las haya solicitado. Y vivimos en un tiempo complicado para los hechos, que se ven obligados a competir con las opiniones como si perteneciesen al mismo deporte. No creo que el arte pueda —ni deba pretender— cambiar nuestra manera de limpiar la casa, pero tal vez sí pueda funcionar como una suerte de altavoz para gritar esas consignas que, poco a poco, podrían cambiar las opiniones por las acciones y los hechos.

susana roman

S/T

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Dipesh Chakrabarty, historiador bengalí, se refiere al antropoceno como el «final sublime [...] la naturaleza humanizada acabará con la vida en el planeta» (Manuel Arias Maldonado, Antropoceno. La política en la era humana, pág. 19). Alude en esta definición a la desaparición de la naturaleza salvaje y el aumento de ecosistemas en diferentes estados de interacción humana.

¿Supone entonces esta nueva época un colapso ecológico que implique el retorno a un mundo natural?

Desde esta perspectiva la humanidad se enfrenta a la melancólica idea de que el planeta, después de haber sido transformado en profundidad por el ser humano, seguirá pese a todo, adelante sin nosotros. Uno de los grandes deseos de la humanidad a lo largo de la historia ha sido imprimir su sello sobre el mundo. Según Javier Maldonado, los residuos constituyen la forma más conveniente y universal de lograrlo… La desertización, la devastación de los arrecifes de coral, la hibridación de especies, las mega urbes, la red mundial de carreteras, las minas, las líneas de metro, los grandes monumentos… Qué quedará cuando el ser humano pierda la capacidad de escribir su propia historia.

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