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EL CASO EXCEPCIONAL DEL GUARANÍ PARAGUAYO

Por: Joseph R. Weyers, profesor. College of Charleston, Carolina del Sur, EE.UU. weyersj@cofc.edu

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Cuando de lenguas indígenas hablamos, Paraguay ocupa un lugar privilegiado en la conversación. El guaraní y el español son las dos lenguas oficiales del país, haciendo de Paraguay un caso excepcional: es el único país americano cuya lengua indígena es oficial a nivel nacional.

En este Año Internacional de las Lenguas Indígenas, el guaraní de Paraguay se merece una consideración especial. Desde la promulgación de la constitución actual (1992), el gobierno paraguayo ha tomado medidas importantes para respetar el guaraní: a través de la Secretaría de Políticas Lingüísticas (http:// www.spl.gov.py/), los ministerios gubernamentales en Asunción son identificados en guaraní y español; el guaraní recientemente se enseña en las escuelas; y para 2021 todo documento oficial del Estado se publicará en guaraní. El esfuerzo es impresionante. Pero, ¿quién leerá esos documentos si el guaraní escrito apenas se enseña? Eso nos hace preguntarnos si el guaraní, lengua oficial, es tan prestigioso como el español porque, tristemente, las lenguas indígenas suelen carecer de influencia o prestigio.

En la nomenclatura, ‘guaraní’ parece omnipresente en Paraguay. Es una lengua. También es el nombre del grupo étnico que habla guaraní. El guaraní es la moneda de Paraguay. El gran Hotel Guaraní es reconocido en Asunción. El Club Guaraní es prestigioso en el mundo del fútbol. La presencia de la palabra ilustra su valor social e histórico en Paraguay. (De hecho, me recuerda el uso de ‘Bolívar’ en Colombia.)

El guaraní se escucha en las calles de Asunción, eso sí, pero no parece universal. Según mis observaciones, el guaraní es conversacional e interpersonal mientras que el español se usa para tratar temas formales. Observé a unos señores mayores en un parque, descansando y conversando en guaraní. Lo escuché en varios cafés

locales, pero no en los restaurantes de categoría, ni en los centros comerciales. Comenté mi admiración e hice preguntas cuando podía: ¿aprendieron el guaraní en la escuela? No, fue en casa, me contestaron. ¿Leen y escriben guaraní? Tampoco (es algo nuevo). Según me contaron, el guaraní es más ‘colorido’ que el español. ‘Uf,’ me dijeron, ‘no quieres que te critiquen en guaraní ¡porque te hieren las palabras!’

Estudio y publico sobre el paisaje lingüístico –es decir, la lengua escrita que nos rodea—desde hace años. Por costumbre y como metodología, me fijé en el uso del guaraní escrito en Asunción. Los Ministerios lo utilizan. Aparte de esos usos oficiales, el guaraní escrito existe, pero al nivel de palabra o de frases sencillas: comidas típicas en Ña Eustaquia (una cadena local); textiles históricos en el Museo de Barro; nombres de tiendas de artesanía (Jopoi, por ejemplo); ‘quiero a Paraguay’ en camisetas en un mercado. Interesantemente, la terminal de autobuses de Asunción te desea un ‘buen viaje’ en español y guaraní, pero la bienvenida solo se da en español. El guaraní no se observa formalmente en el aeropuerto internacional, a menos que aparezca en alguna artesanía.

Entre las dos lenguas de Paraguay, ¿una goza de más prestigio que la otra? Si tomamos ‘prestigio’ como sinónimo de ‘influyente’ (y no de ‘poderoso’), diría que el caso paraguayo nos enseña que tanto el guaraní como el español son importantes (es decir, prestigiosos) por razones diferentes. El guaraní nace del corazón; el español representa el mundo formal. El español conecta a Paraguay con el resto del mundo; el guaraní identifica al paraguayo como producto de su historia. El perfil lingüístico de Paraguay refleja su historia de convivencia y nos ilustra un caso excepcional en el que lo indígena vale mucho. ¡Celebremos el reconocimiento de las dos culturas importantes de Paraguay!

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