RETO SEMANAL CCC TIEMPO

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Núm. 11 16/01/2017



CUENTO CUENTOS CONTIGO

RETADOR Sergio Véliz del Carpio


U

n grano, otro grano, otro más…

Temo. Temo que el reloj de arena que tengo junto a mí se atasque. No hablo de que la arena quede suspendida y deje de caer. La gravedad, como el tiempo, es inexorable. Lo que realmente temo es que en algún momento, un granito de arena más grueso que el anterior impida el paso al resto, taponando la unión entre ambos bulbos. Alguien dijo una vez que el hombre vive condenado a ser libre. Alguien sabía, por ello, cuál sería la tortura perfecta: la que el condenado eligiera. Y yo, pese a saberlo… temo, mas temer es mi único vínculo con la realidad. Sólo temo. Ya he perdido la cuenta del tiempo. Tan sólo soy consciente del número de veces que he dado la vuelta al reloj de arena desde el inicio de mi encierro en esta celda.


Sin saber a cuánto equivale cada vuelta; sin que nadie me pidiera que las contase. De esta forma, me encuentro doblemente condenado: mi cuerpo está preso entre cuatro paredes; y yo –siendo libre para no hacerlo- me condeno en vida, calculando un tiempo que no me pertenece, que desconozco, un tiempo que no vivo, que mata y que pasa, y –al que sobre todo- temo.

Sergio Véliz del Carpio (relato fuera de concurso)


H

e dejado de usar el reloj, ya no lo necesito para nada desde que abandoné el mundo de las normas que me impuso el sistema, por cojones. Demasiado tiempo viendo sin vivir, siempre sujeta a un horario que nada tenía que ver con mi reloj biológico. A carreras un día sí y el otro también. Las prisas como únicas compañeras de viaje. La hipoteca desangrándome, la incertidumbre de conservar el trabajo, el pánico a no llegar a fin de mes. La despensa y la nevera se mi vacías. El corazón a punto de explotar, el cerebro como una telaraña, los ataques de ansiedad, la familia y los amigos a los que nunca podía ver. ¡ Se acabó! Hui del sistema antes de que me devorase. Ahora vivo. Ahora soy la única que decide


cómo invertir mi tiempo y estoy feliz, aunque sea por un instante, mientras dure este sueño.

María José Montero Núñez


EL MAPA DEL TIEMPO

- ¿Y

ésta qué es abuelo? Dice la niña deslizando su dedo suavemente por encima de una de las líneas de la frente del anciano. - ¡Puf!- contesta el hombre sacudiendo la mano arriba y abajo- esa es terrible, encierra los enfados de cincuenta años al menos. - ¿Como las dos que están debajo de ella? - Nooo, esas son setenta años de asombro, mira cómo se marcan si pongo cara de sorpresa. - ¡Hala, es verdad!- dice la niña a la vez que suelta una carcajada al ver a su abuelo con la boca tan abierta y las cejas tan levantadas ¿Y ésta abuelo?, dime de qué es esta- Y apoya su dedito entre las cejas esta vez, justo donde empieza su nariz.


- Ahí hay, por lo menos, 35 años de preocupaciones por tu madre y sus hermanos. - ¿Y éstas de al lado de la boca, tan pequeñitas y tan juntas? - Esas son de mis preferidas, setenta años de sonrisas. - Me encanta tu cara, abuelo, aunque me gustaría salir en ella. - ¡Y sales!- dice el hombre con entusiasmo. - ¿Dónde, dónde?- pregunta la niña con prisa. - ¿Ves estas arrugas al lado de mis ojos?- la pequeña asiente espectante- son los diez años de pena desde que me falta tu abuela. - Pero no son mías entonces- protesta ella. - Fíjate bien - dice él poniéndola el dedo encima- y te darás cuenta de que están medio borradas por los siete años de felicidad que me has dado desde que naciste.


La niĂąa lo abraza y le dice: -te quiero abuelo, la profe dice que el tiempo no se puede ver pero tu cara es un mapa del tiempo.

Macamen de Vega


RELOJES

E

l tiempo vive encerrado en la esfera de mi reloj de Harry Potter y no encuentro la manera de hacerlo avanzar y ser por fin mayor, como mi hermano. Sin embargo, en el de mamá va muy rápido, ella se queja de no tener ni un minuto libre para pasear o tomarse un café. El más exacto es el de papá que siempre llega puntual y relajado. El abuelo no tiene, pero cada vez que el cuco marca las horas en el del salón, él hace un paréntesis en su dormitar y parece complacido de seguir ahí, en su mecedora.

Yolanda Nava


P

ienso, que en ocasiones, la medida del tiempo no nos la da un reloj, existen momentos que te marcan la vida, y en los que te das cuenta de que nada volverá a ser igual, y cuentas el tiempo a partir de ahí, antes y después de aquello. A veces presientes que se acerca ese momento, esa es la prueba, al menos eso pienso, yo creo que es en esos momentos cuando la gente fuerte sigue adelante como sea, a pesar de lo que encuentre.

José Luis De León García


S

us palabras salen de unos labios con prisa por iluminar. Cosen un discurso que se chiva de que el tiempo es relativo. Acusan de sorprendernos con su paso, de esperanzarnos con su inmortalidad. Traducen deseos de volver a lecciones de colegio que se hacían eternas; porque allí sabías que mañana sería idéntico. Montas en una noria que gira, acompañado de la misma música y el chirriar de sus engranajes. En esta parte se exalta, firme creyente de poseer una verdad absoluta, y se atreve a afirmar que la vida no pasa, que pasamos nosotros. Hacemos cola, montamos, damos una vuelta insulsa y descendemos. Algunos dicen que al infierno, otros prefieren considerarse merecedores de un cielo indoloro. Me convence de lo absurdo de tener un ticket para tan extraña atracción. Si no te mata la nicotina, te mata la polución y, si no, las personas con esa manía de querer. Continúa hilando su idea, exclama: “¿tan ignorantes somos que nos sorprende que el tiempo pase como un suspiro? Es lo que tiene limitar-


nos a hablar�. Entonces, le miro y calla. Giramos la cara y observamos el amanecer desde lo mås alto de una noria. Es tarde para bajar. Prefiero terminar el viaje en silencio.

Marina Selma


AContraTiempo

E

lla, mi abuela, apenas tuvo tiempo, tiempo para aprender, menos aún para enseñarme, pero la imagino hablándome de eso mismo, del tiempo, de ese tiempo que todo lo cura, incluso cuando uno deambula en otoño con temor de que la primavera no vuelva a ser. Me gustaría haber sido fuerte como ella para no dejar sino un tímido rastro, perceptible solo para quien sabe de ese dolor que corroe por dentro y tumba las higueras más hermosas, solo para quien sabe ladear la cabeza lo suficiente y, de soslayo, lo descubre y te descubre, así, a tiempo. Ella, que tejía concienzudamente vestidos para mis muñecas como una liturgia, me habría dado una bofetada de afecto ¡tan sonora! que, sí, me habría hecho llorar:


“Llora pero sigue, aunque sea lento y a rastras. Sigue. No voy a consolarte. No voy a repetirte lo que ya sabes. Tiempo al tiempo mi niña, date tiempo” Ella, luz de gris alivio, no tuvo horas muertas para enseñarme a hacer ganchillo, pero me enseña, no sé cómo, a tender vainicas desde tu boca a la mía, a tejer calendarios de domingo sin reloj, en tu ombligo, a contratiempo.

Isamil9


TIEMPO

L

o buscaba, y cuanto más lo buscaba, más lo perdía.

Puri Carmens


A

buelo, ese reloj de arena del que me hablabas es cierto que parece un caballo desbocado. Fijate en mi, abuelo, ya estoy donde tu estabas.

María José Montero Núñez


EL TIEMPO ME DA ALAS

E

l tiempo vuela y me lleva lejos como ave de paso. ¡Vaya con las putas arrugas y las canas y los kilitos de más! Que si se tratara solamente de pasar y volar sin dejar huellas... Pero no. Reuma, artrosis, presbicia, palpitaciones, sofocos puntales de acción menopáusica... ¡Y vaya con la pobre memoria que se escapa como agua en una canasta! No he aprendido a detener el reloj. He probado a quitarle las pilas para que no funcione o a encerrarlo en el armario para sentirme más a gusto. Pero, al final, tengo que vivir con él. Los horarios me obligan. Y si un buen día renunciara a los horarios, quedaría entonces el ciclo de soles y lunas para decirme que el tiempo sigue volando a pesar de mí. ¡Vaya mierda de cronología! Intentando no ver los astros, me caigo de mi propia ventana hacia un jardín árido y sombrío, donde busco la


fuente de la eterna juventud y encuentro solamente una palangana con agua sucia. Trato de detener la rueca donde hilan las Moiras y éstas, por supuesto, no me lo permiten. Y me resigno. No quiero continuar a ofrecerle resistencia. Porque, a pesar de todo, sin el tiempo no tendría las alas para poder volar hacia la eternidad.

Rincón de Astarté


M

e arrodillé sobre la arena de la playa, cogí un puñado, toda la que pude con las pocas fuerzas que me quedaban, la observé y comenzó poco a poco a resbalar entre mis dedos. Mientras caían los granitos no pude evitar la similitud con un reloj de arena. Se me ocurrió entonces que aquellos granitos no eran más que mis días vívidos. Así se me había escapado a mí la vida, despacito pero tan rápido que no me di cuenta de disfrutarla. Enseguida llegué a la mitad del puñado, a la mitad de mi vida, apreté fuerte la mano para que no se me escapara más el tiempo pero ya no pude parar el alud de años que se escurría entre mis dedos. Invertí la mano casi vacía y me di cuenta que no servía de nada, no podría volver a cronometrar este reloj de arena. Apenas me quedaban unos granos en el puño, apenas me quedaban unos días de vida, apenas me quedaba tiempo. Juan Carlos García Crespo


Q

uise atrapar el tiempo en mi hoja blanca y él me esquivó deslizándose por la tinta del bolígrafo. Solo mi hoja retuvo para siempre ese breve momento en que perdió su virginidad.

Flor Mendez Villagra


EMOTIJURADO ha decidido que el ganador de esta semana sea el relato de

Léelo a continuación…


C

ogía las cosas por los pelos, pues eran muchas a su alcance o que le ponían o se las pedían. Un frenesí, iba a uña de caballo, lo que le hacía gastar más de 2.500 calorías al día sin necesidad de ir al gimnasio, con sólo moverse de aquí para allá y de allá para aquí. Yo sólo le veía pasar. Cuántas veces se golpeaba con los objetos que según él le salían al paso. No me atrevía a dirigirle la palabra, pues al mirarle, sus ojos parecían concentrados en su trajín. Siempre iba cargado de una falta de tiempo.

Manuel Sáenz de Miera


ÂżAmas la vida? Pues si amas la vida no malgastes el tiempo, por que el tiempo es el bien del que estĂĄ hecha la vida. Benjamin Franklin


Editado por Puri Sรกnchez para


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