RETO SEMANAL C C C SUEÑOS

Page 1

Núm. 3 12/11/2016


CUENTO CUENTOS CONTIGO

Reto semanal microrrelatos temáticos

 No hay premio, ni ganador ni perdedor solo el placer de escribir y ser leído por un semejante.  Se trata de escribir un micro semanalmente de no más de 200 palabras sobre un tema que se propondrá los lunes.  Durante la semana y hasta el sábado por la noche (24:00 h) se podrán colgar los relatos que habéis escrito.  En el encabezamiento del mensaje tendréis que poner el tema de la semana y el número del reto que se trata.  El domingo lo reservamos para comentarios, chascarrillos, besazos y abrazos virtuales y dar sin complejos a “me gusta”.  El que más “me gusta” o emoticono haya recibido el domingo antes de las diez de la noche, pone tema el lunes y lo hará acompañándolo de su relato; ese será el pistoletazo de salida. En caso de empate, los empatados deberán ponerse de acuerdo vía interna con la mayor diligencia posible.

¿Os apetece jugar?


SEMANA 3 07/12 nov 2016

RETADOR: Laly DBT

TEMA:

SUEÑOS Os propongo coger un sueño, una fantasía, y hacerlo realidad. Ahí os dejo mi delirio. Que las letras repartan suerte.


Autora: Laly DBT Título: Encaje crudo y tinta azul. (Relato fuera de concurso)

Con la frente apoyada en el cristal que la separa del mundo, espera la llegada del cartero. Solo los días que para en su buzón, computan en su vida. Ese día tiene algo que hacer. Abre la cancela y va al rescate del sobre: Destinatario desconocido. Una vez más… Un suspiro resignado y tres calas del jardín, que recoge casi al vuelo, en su regreso al interior. Ya en su cuarto, pone las medias de cristal con liga azul, se coloca las perlas y el vestido de encaje crudo con el que una vez… casi se casa. Acaricia el piano y sus pies siguen el ritmo del vals imaginario que aún ensaya. Baila el encaje crudo a ritmo de otro tiempo, mientras tararea un Sí, quiero, con el ramo de calas en la mano. Después, sentada ante el escritorio, papel, pluma y tinta azul. Abre el cajón de los sueños, saca la lista de invitados, amarillenta por los años, ajada de tanto doblarse y desdoblarse. Tacha el último destinatario desconocido.


“Alguno quedará vivo” piensa, mientras escribe el nombre del siguiente, con caligrafía perfecta, a pesar de las ocho décadas de sus manos:

Me complace invitarle al enlace…


Autor: Cris Flantains

Suena mi móvil y oigo su voz como encerrada en un armario, preguntándome dónde estoy; contesto: Norte, veintisiete grados, ocho minutos, diez segundos con veintiún centésimas, Oeste. Le veo sonreír por al agujerito de voz del teléfono mientras leo en sus labios húmedos cómo me pregunta si voy a tardar mucho —si yo fuera un pájaro me dolerían las alas cada vez que me pregunta eso—. La camarera rubia barre, de la orilla de la barra, servilletas grasientas, palillos, colillas, trozos de cristal y otras inmundicias con un cepillo asqueroso. Aprovecho su proximidad para olisquearla un poco… Si yo fuera un perro —bueno, en mi caso una perra— olfatearía rastros sin dificultad y los perseguiría, si me viniese en gana, hasta el mismísimo infierno.


Autor: María José Montero Núñez

Tenía en el desván un baúl muy antiguo del que nadie supo jamás su procedencia. Pero ella la descifró una noche de invierno, sentada frente a la chimenea, acabó por quedarse dormida. El sueño la invitó a entrar en el desván de los sueños y allí estaba aquella pareja sentada en el andén, con aquel baúl como único equipaje. Los miró fijamente a los ojos y continuó observándolos, de arriba abajo, como si les estuviera haciendo una radiografía. Ellos no parecían inmutarse. Los fantasmas de los sueños son como las fantasías del viento, vidas de antaño tocando el acordeón en la acera de enfrente, baúles que guardan los recuerdos del ayer envueltos en el celofán del arco iris. Despiertas y el baúl se evapora.


Autor: Julia Álvarez

Aquel sueño se estaba repitiendo con mucha frecuencia las últimas noches, aunque curiosamente no siempre le producía las mismas sensaciones: desde la angustia con la que se despertó hace cuatro amaneceres envuelta en sudores fríos y con ambas manos cerradas en un gesto de tensión que incluso bordeaba el dolor, hasta el placer más sensual del que cruelmente le había sustraído el maldito despertador esa misma mañana. Todo comienza con un coche rojo (sí, soñaba en colores) que de pronto se cruza en mi camino cortándome el paso, la puerta del copitolo se abre sin más y una voz grave me dice SUBE. Como un autómata ocupo el asiento sin mirar quien conduce y el coche se mueve. De pronto me asalta un miedo tan intenso que mi corazón palpita como un loco y quiero gritar, al tiempo que una mano me acaricia con delicadeza el pelo y el cuello y mi cuerpo se excita. Quizá en los sueños subyacen y se entremezclan peligrosamente los más íntimos deseos y los miedos, haciéndonos vivir experiencias que en la vida real no seriamos capaces de llevar a cabo por vergüenza o por educación. Los sueños, sueños son. Una pena.


Autor: Tomás Ángel

Aunque ayer trabajó hasta tarde, Ana despierta de madrugada. Su ansiedad infantil la saca de la cama. Arrastra las puntas del raído edredón que le acompaña con susurros al exterior de la casa. Su despeinado pelo rojo es el mejor gorro en este amanecer de otoño. Parapetada bajo su cobertor hace frente al frío como un polluelo con las plumas ahuecadas. Imaginar futuros donde cambia su papel de Cenicienta apuntala su maltrecha infancia. Hoy sueña que es una profesora exigente pero cordial que saca de cada pupilo lo mejor, como un escultor revelando la belleza que aloja cada piedra. No se deja enredar en ensoñaciones pues ante sus ojos se levanta un espectáculo. El hayedo vecino, vestido con colores de fuego, fabrica nubes que lentamente despegan para aliviar la sed de tierras lejanas. La luz violeta del amanecer peina la humedad que exhala el bosque. Y toda esta puesta en escena es sólo para sus ojos. Ni una princesa disfrutaría de semejante privilegio.


La pecosa cara de Ana sonrĂ­e y es como un puzle en el que encaja la Ăşltima pieza. No hay nadie con mejores cualidades para apreciar tanta belleza. Pero el cansancio la vence, sus ojos se cierran.


Autor: Fernando Sánchez Esteban Título: El mago.

Mago, brujo o sabio, no había planta ni hierba que no conociera. Arreglaba torceduras y enfermedades, en aquellos tiempos sin electricidad ni agua corriente ni médicos. Una tarde de otoño, lluviosa y gélida, le visitó un hombre, quien quería morir. No era el primero que tal cosa demandaba al hechicero. El mago le tomó de las manos, le miró a los ojos, sintió lo que el otro sufría. Alcanzó un pequeño pomo de alabastro y se lo entregó al tan cuitado, indicándole que lo tomara cuando estuviera ya en la cama. El que no quería vivir, bebió la pócima y se durmió, iniciando una existencia onírica, ingrávida, amable. Nadie le podía despertar, pues vivía solo, su cuerpo dejó de funcionar, sin más. Cuando tiempo después un vecino entró a su cabaña, forzando la puerta, encontró una momia seca, risueña.


Nadie sabe que el hombre aquel sigue en el país del sueño, hablando con música, volando sin alas, relacionándose con bebés y niños que duermen, haciéndoles sonreír. Tiene compañía, uno de su misma aldea y seis más de los alrededores. Son amigos para la eternidad. El mago reservó una ampolla para él. La usó, uniéndose con sus pacientes, que le recibieron agradecidos. Dicen que entre las ruinas de la pequeña aldea medieval, hoy ocultas por un bosque de robles, quedan doce dosis del remedio, bien conservadas, selladas sus bocas con pura cera de abejas.


Autor: Macamen de Vega Título: Paseo en bici por las nubes (texto perteneciente a la exposición artística “Desmelenadas”)

Me gusta ir a andar en bici por las nubes. Además de verlo todo diferente desde arriba, no se necesita llevar casco porque aunque te caigas no te haces ningún daño con la nube. Y siempre sopla viento suave, un viento de aire limpio. Cuando me canso de pedalear me bajo de la bici y camino descalza (tampoco hace falta llevar zapatos). La nube acaricia los dedos de mis pies y me hace cosquillas. Lo que no puedo hacer es correr o saltar, porque al pisar fuerte puedes hacer que llueva, y si eso ocurre y la nube se deshace... estarías en un grave problema. Todo hay que hacerlo con suavidad en la nube. Para subir o bajar es sencillo, solo hay que pedírselo (a la nube) y ella te ayuda. Mi perro es el único que se atreve a venir conmigo cuando voy a pasear por las nubes. En realidad él me sigue siempre a todas partes. Es un tipo genial mi perro.


Autor: Flor Méndez

Aquella mujer miraba insistentemente a la pareja del baúl que estaba sentada en el andén. Abandoné la estación inventando mil historias para aquella mirada, pero el frenazo brusco de un coche rojo a la altura del templete me saco de mis ensoñaciones; el coche paró delante de una joven y él conductor solo dijo –sube. Les vi alejarse acariciando su pelo y supe que sería un bonito sueño. Llegué a la plaza de los poetas, donde versos tranquilos con chocolate se vieron sorprendidos por las voces de un hombre delgaducho y con cara de loco que gritaba ¡pardiez, ¿también las zagalas?! al tiempo que huía espantado, pensando que era cosa de encantamientos. Abandoné el lugar por la zona del Bernesga y saludé a la niña que todas las noches se escondía bajo el cobertor para refugiarse en la belleza, ajena a la fiesta eterna que siete momias celebraban en la cabaña del fondo. Allí a Norte, veintisiete grados, ocho minutos, diez segundos con veintiún centésimas, justo debajo de la tercera nube a la derecha esperé como todas las noches a que apareciera con su bicicleta y su perro, y fue esa noche cuando la dije que no


quería seguir buceando entre otros sueños para encontrarla, que quería quedarme y vivir descalzos nuestro cuento hasta el colorín colorado. Desde entonces ya no hubo sitio en la tercera nube para mas sueños.


Autor: Marcelo Óscar Barrientos Tettamanti

Es imposible me decía al atravesar el camino de rocas, pero una fuerza me obligaba a subir. En la primera repisa de la montaña hice noche, acurrucado junto a un fuego que variaba de colores, entre rojos, azules y amarillos. Es curioso, cuanto más esfuerzo en llegar a la cima más me cuestiono si merece la pena, tan solo encuentro alivio en pensar que podría ser peor bajar sin esa sensación de coronar. Cada metro que gano, la montaña parece más blanda y yo más duro, aunque en un segundo aquella sensación puede ser exactamente al revés. Por momentos no distingo el día de la noche, el aire me marea. Me tomo el descanso final antes de proseguir, paladeo un logro aún no conseguido consciente de que todo puede acabar con un mal paso. “Vamos allá” me digo en un grito mudo que me sacude cada músculo. Cuando voy a asegurar la última estaca todo yo comienzo a temblar, el viento trae una voz lejana


Despierta vamos. Abro los ojos y veo a mi madre con una sonrisa que es un buenos días mezclado a partes iguales con un te quiero. ¿estabas soñando? Me pregunta Sí, soñaba que estaba tratando de alcanzar un sueño.


Autor: Marisol Valladares Blanco

Fuera de contexto.

Dulcinea estaba tumbada en mi sofá mirando con arrobo a Don Juan que le cantaba las coplas a la muerte de su padre, y por si fuera poco Doña Inés estaba atada al palo mayor de un velero con diez cañones por banda que capitaneaba un depresivo Segismundo. Cuando mi giré pisé La Ilíada y caí al suelo, donde Rocinante y Bucéfalo me atropellaron sin piedad corriendo al grito de “quiero ser yo” y ambos entraron en el índice de Platero, mientras un espantado Sancho corría en pos de su señor que, despojándose de todos sus atavíos con la lanza como guitarra cantaba a ritmo de rock un cansino “ser o no ser, esa es la cuestión”. Julieta sonreía sobre la tumba de Romeo y escribía en una lápida “serán cenizas, y sin ningún sentido, serás polvo pero un polvo olvidado”. Mariana Pineda recorría los Campos de Castilla a lomos de un corcel blanco, atravesando el túnel del camino, que la llevaba hacia el extranjero, buscando el árbol de la ciencia.


Pascual Duarte decidió pasar sus últimas tardes con Teresa. Por favor, por favor volved todos a vuestro título y retomad vuestro texto. ¡¡Al final voy a suspender.!!! Uffff menos mal, después soñé que soñaba...


Autor: Juan Carlos García Crespo

Anoche soñé contigo, Soñé con tu sonrisa al bailar el pequeño vals. Te soñé cantando en mi oído Bellas canciones de amor y de odio. Soñé naranjas chinas Y soñé un futuro mejor. Soñé que te ibas, Y soñé que acabo el amor. Soñé que con tu muerte Una parte de mi vida moría contigo. Soñé que mis ojos volvían a ser tristes, que las sombras cercaban Berlín Y que en mi vida secreta Yo soy tu hombre. Desperté esperando un milagro y entonces te fuiste nena, Esa no es manera de decir adiós. Me curaste el amor a la hora de cerrar, Pero todo el mundo sabe Que a mi manera he intentado ser libre.

Gracias Cohen, te echaré de menos el resto de mi vida, Nadie jamás sabrá lo que has hecho por mí.


y, por último,…

EL RELATO GANADOR DE LA SEMANA Autor: Gelines de Blanco Tejerina Título: De cómo el hidalgo don Quijote vivió experiencia sin igual en tierras de León.

Reflejábase la luna en el yelmo cuando entraron en la villa de León. Atravesando calles empedradas se toparon con la venta de S. Marcos. Se acomodó Sancho con los jumentos mientras el hidalgo era recibido como merece gente principal. Tras dar cuenta de viandas y vinos leoneses retiróse a descansar. Sintió gran alboroto. Un lugareño recitaba, otros aplaudían. Escuchó el hidalgo asombrado aquella plática y se propuso armarle caballero en cuanto se terciara. Después recitaron zagalas y otras menos mozas y aquello perturbó su ánimo. ¡Doncellas recitando estrofas cual si de hombres se tratara! Saltó del camastro y corrió presto a pedir cuentas del suceso. “¿Qué es ésto mesonero”? “Se trata del ágora literaria su merced, de gran renombre en León”. “Mucho tengo yo leído pero jamás entendí que hembras y papeles se entendieran, pues es sabido que letras y muje-


res no casan bien. Por mi orden de caballería juraría que estos haceres son poco cristianos y hasta cosa de excomunión, diría yo”. Se durmió el Hidalgo cavilando si lo acontecido sería fruto de algún encantamiento. En sueños, Dulcinea rodeada de libros, plumas y legajos le declaraba su amor en prosa y verso. “Levante vuestra merced, el gallo ya cantó”. “Callad Sancho, permitidme seguir soñando…”.


FIN

Editado por Puri Sรกnchez para

cuento cuentos contigo


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.