Núm. 8 18/12/2016
CUENTO CUENTOS CONTIGO
Reto semanal microrrelatos temáticos
BASES (salvo excepciones): No hay premio, ni ganador ni perdedor solo el placer de escribir y ser leído por un semejante. Se trata de escribir un microrrelato semanalmente de no más de 200 palabras sobre un tema que se propondrá los lunes. Durante la semana y hasta el sábado por la noche (24:00 h) se podrán colgar los relatos que habéis escrito. En el encabezamiento del mensaje tendréis que poner el tema de la semana y el número del reto que se trata. El domingo lo reservamos para comentarios, chascarrillos, besazos y abrazos virtuales y dar sin complejos a “me gusta”. El que más “me gusta” o emoticono haya recibido el domingo antes de las diez de la noche, pone tema el lunes y lo hará acompañándolo de su relato; ese será el pistoletazo de salida. En caso de empate, los empatados deberán ponerse de acuerdo vía interna con la mayor diligencia posible.
¿Os apetece jugar?
SEMANA 8 12/17 dic 2016
RETADOR: Cristina Flantains
TEMA:
APOCALIPSIS Dad rienda suelta a vuestra imaginaciรณn.
APOCALIPSIS Cristina Flantains (Fuera de concurso)
—Antes del último segundo, de que todo estalle, habrá silencio total. Ana se quito la braga. —¿Te imaginas un silencio así? Le sacó la camiseta y lentamente de los pantalones. Su pene inflamado, libre del ropaje, se irguió como un mástil sin bandera. —Ya no importa nada: ni lo que hemos sido, ni lo que somos... Lo metió en su boca y lo lamió con voracidad. —¿te imaginabas así un instante sin futuro? —gimió. La separó la cabeza y la invitó a tenderse a su lado. —Vamos a follar en ese bendito minuto, no hay mejor manera de acabar con esta farsa. Ana a horcajadas sobre él, bombeaba con fruición. En los ojos febriles todo el deseo hecho voluntad se vertía sobre los de su amante. Afuera el mundo explosionaba en el último tramo del último día.
LA PAZ DEL FIN DEL MUNDO Marcelo Óscar Barrientos Tettamanti
Primero lo anunciaron; después, por las noches podías ver una especie de cometa en el cielo, una estrella muy, muy brillante. Poco a poco, podía verse incluso de día. Qué estupidez el fin; seguimos aferrados a nuestras pequeñas cosas como si fuésemos a llevarnos algo con nosotros, seguíamos la vida, llorando en los rincones a solas; cada gesto era una despedida. La televisión y la radio dejarán de trasmitir en dos días, se despedirán con la esperanza de que alguno sobreviva. Con mi mujer y mis hijos pasamos el día juntos, ya no vamos a trabajar ni los niños al colegio; la espera es dolorosa, pero lo hacemos bien. Esta última noche hemos dejadas sembradas unas semillas que no veremos brotar. No hemos discutido ni una sola vez desde la noticia, todos son abrazos y besos. Tomamos algo para poder dormirnos y no sufrir. Risas y gritos nos despiertan, salimos a la calle; mi vecino me coge por los hombros: —¡¡¡Se ha desviado, la luna se ha desviado!!! ¡Nos hemos salvado!. Lloramos de alegría; mi hija se va a ver a su novio. La paz del fin del mundo acabo allí.
EL DÍA QUE YO MUERA Ana Santamaría
Científicos de todo el mundo lo habían advertido. En poco menos de dieciocho horas el mundo llegaría a su fin. Nadie creyó en sus avisos y pruebas documentadas. No era la primera vez que se anunciaba dicho fin. Cada cual siguió con su vida. Cierto es que el fin del mundo aconteció. Para aquella mujer octogenaria que nunca despertó de su sueño. Para el borracho que cruzó la carretera con el semáforo en rojo. Para el matrimonio que mitigaba su frío al amor de aquella estufa traidora. Para el hombre que no fue un ángel y se lanzó desde lo alto de la azotea por sus problemas económicos. Para el yonqui, que se había propuesto dejarlo para siempre y que al fin lo conseguía... Y seguiría siendo el fin del mundo hasta el último día.
SOLO Macamen de Vega
Aunque siempre había vivido su vida en soledad, tres meses atrás la decisión voluntaria de no regresar a casa había sido muy dura. Él había sido el encargado de avisar cuándo ocurriría el desastre. El encargado de medir la trayectoria de aquella inmensa bola de basura espacial, minuto a minuto, durante los últimos tres meses en los que la vida de toda la humanidad había cambiado por completo. La gente se comportaba tan diferente que el desastre había llegado a muchos hogares mucho antes de la colisión aniquiladora. Trabajos abandonados, enfermos desatendidos, comercios cerrados, animales dejados a su suerte... La mayoría de las personas habían decidido esperar el fin totalmente atemorizados. El miedo había expuesto todo el egoísmo y las miserias del ser humano haciendo que la vida se volviera completamente insoportable. Así que ahora, rodeado del silencio absoluto, el desenlace le parecía un final merecido. Y en medio de ese silencio, por fin, su soledad dejaba de pesar y se llenaba de sentido contemplando la colisión a miles de kilómetros de distancia a través del cristal de su nave. Ahora si estaba solo. Completamente solo...
Flor Méndez Villagrá
Y el primer día, Dios creó la tierra, pero viendo que no estaba completa decidió crear la luz y separarla de las tinieblas y vio que esto era bueno, así que el tercer día decidió embellecerla y creó el cielo y el firmamento; al cuarto día la tierra le pareció monótona y creó un continente por aquí y otro por allá y puso plantas en cada uno de ellos y le pareció hermoso; al quinto, hizo aparecer los animales en mares y cielo, y solo al sexto completó su creación con animales terrestres, entre ellos uno al que dotó de facultades superiores y al que denominó hombre. Considerando suficientes los elementos incorporados y sintiéndose satisfecho decidió tomarse un descanso. Unos días después, al encender el ordenador, Dios se dio cuenta que había perdido casi todos los trabajos realizados; puesto a investigar, descubrió que el último elemento incorporado en su juego “La Creación” era un virus altamente destructivo que había afectado a muchos elementos de su sistema, se había apoderado del firmamento, aniquilado muchas especies de animales y destruido el hábitat natural de estos. Solicitó consejo a otros jugadores-dioses y la decisión fue unánime: Debería formatear el ordenador y empezar de nuevo.
Tomás Ángel
Sólo pretendía dejar de ser invisible, aunque fuera durante 24 horas. Esa estúpida manera de trascender que caracteriza el siglo XXI, la fama efímera. En su monitor desfilaban las imágenes del caos, el sistema social colapsado como un castillo de naipes. Escenas cruentas y abominables. Ahora no parecía una idea tan buena hacerse pasar por astrónomo y soltar la bomba en las redes sociales. No había tenido en cuenta que ya nadie confirma la veracidad de los bulos que ruedan por La Red. Lo peor de todo era que la reacción de pánico no le había sacado de las sombras, era más invisible que antes si cabe. No, lo peor no era eso. Lo peor era que su mentira se estaba haciendo realidad ante sus ojos: el Apocalipsis.
LAS MARGARITAS Margaret Lasso
Nació de la tierra, tímida, a oscuras, entre la nada; y la nada veía. Apenas al principio respiraba, se sentía ahogada y tenia mucha sed. Tenía un calor algo extraño, así como si la estuvieran cocinando en un horno como un pastel de chocolate a 200º C por lo menos. Y cuando pensaba que su vida ya se acababa, le llegaba de lugares y en formas desconocidas ráfagas de aire y gotas de agua en forma de lluvia. Al cabo de unos días, quizá fueron meses o quizá fueron años, una extraña luz cegadora se abrió ante sus ojos —esos que no tenía— y entonces, se dio cuenta: no estaba sola. Cuando pudo, cuando comenzó a estirar sus brazos, sus piernas y sus grandes y maravillosos cabellos largos. Tan solo tras su primer día y su tan entrañable alegría, el golpe sonoro y la risa de unos niños se oyó en la habitación donde estaban. De aquellas margaritas, tan hermosas que apenas comenzaban, apenas quedó nada... El chasquido del barro con la lluvia de agua y el sonido de algunos tiestos que aun caían rotos desde las estanterías al suelo, ¡nada ya quedaba!
FINALES Yolanda Nava
En casa lo tenemos todo preparado para el inminente fin del mundo que ha vaticinado la tía Celeste. Mamá, antes de partir, le ha confesado a papá que ya no le quiere. Le ha roto el corazón y, en su lugar, le hemos colocado el despertador de la mesilla de noche. Mi hermana, desoyendo el acelerado tic-tac del nuevo corazón de nuestro padre, planea huir con el golfo de su novio. Yo me he encerrado en la cocina —como la última vez— a preparar un refrigerio para cuando regresen. La decepción y el cansancio les abre el apetito.
María José Montero Núñez
No llegó a ver a la ramera ni a la famosa zarza ardiendo de la leyenda histórica. Sólo un ruido atronador, unos terribles movimientos que le hicieron perder el equilibrio. Destrucción por los cuatro puntos cardinales, una pareja de gorriones que hacían el amor en la rama más gruesa de la hierba Luisa yacían espanzurrados a sus pies, ni siquiera tuvieron tiempo de disfrutar del coito. La noche con su beso de azabache en pleno día. Y, enseguida, se hizo el silencio: Un silencio mortal e infinito. Polvo, no más, en el núcleo del cosmos.
Julia Álvarez
¿Era aquello el final? ¿Había llegado el punto sin retorno donde la existencia bordeaba el límite? Es posible que hubiera alcanzado su apocalipsis particular y todo estallaba ya ante sus ojos sin poder hacer nada. Contemplaba la escena con el estupor y la impotencia de esos momentos que se escapan de las manos, tenía la sensación de mirar una película a cámara lenta como mero espectador sin capacidad de decisión ni reacción. No podía ser otro día más que aquel, un martes y 13: el microondas había explotado llenando toda la cocina de cristales, piezas destrozadas, restos de comida. Efectivamente, aquello era el fin.
ANTES DEL SILENCIO Puri Sánchez
Volvió a la habitación para recoger la bufanda. Los niños esperaban en la puerta con sus mochilas cargadas a la espalda. Sonó fuera un estruendo y oyó a sus hijos gritar.
Buenaventura-José Diez Aláez
Dos mozos tiernos en el jardín central del campus, dialogando de cosas de ellos: —Dijo mi abuela que hoy se acaba el mundo. —¿Se fumó mala yerba? —Que lo estaba difundiendo su emisora de radio. —No hay motivo. Mi hermano se compró un perfilador de dibujos para neumáticos en Amazon y lo recibirá mañana. Se lo aseguraron. — Y, ¿qué? —Sabrá más un periodista que los que manejan una multinacional. —Puede, no sé; quizá.... En ese "quizá" se quedó sin pantalla. Todo se fue a negro. Tocó botones. Descubrió tarjetas. Recolocó. NEGRO. TODO NEGRO. —¿Tenías batería? —le preguntó su amigo. —Tres ra... No terminó la respuesta. —¡¡AH!! ¿QUÉ PASA? Negra. Tremendamente negra la pantalla del amigo. Y la suya. Y, por las reacciones de todos los demás habitantes del campus, las de cada quién, las de cada cuál. En el mismo instante. Lloros, pataletas, gritos, carreras desenfrenadas en busca de refugio. Socorros. Esparavanes. Cadáveres. Pasó mucho rato. Los dos se miraron sin saber qué decirse. Falta de costumbre el hablar sin wifi de por medio. La abuela tenía razón: EL APOCALIPSIS.
Marisol Buscalioni Sánchez
Siempre he dicho que si supiese cuándo me iba a morir, me comería un gran bocadillo de chorizo porque es lo que más me gusta. Esta mañana al mirar por la ventana estaba todo oscuro como si el cielo hubiese desaparecido. Al salir de casa, he comprobado que la gente se comportaba de una manera extraña, regañaban entre ellos como si la oscuridad se adueñara de su voluntad. Hace días venían anunciando una gran tormenta. Siempre exageran las cosas y dicen que no nos asustemos, pero esta vez parece que va en serio. De repente el cielo se ha iluminado con espectaculares relámpagos que chocan entre sí. Corro hacia mi casa para encontrar a mi familia, abro la puerta y los veo. Mi mirada de terror y de ternura intenta tranquilizarlos. ¡Esto se pone serio! Empiezan a caer bolas de fuego del cielo, el calor es sofocante y lo que antes era oscuridad ahora es un resplandor de llamas. Creo que ha llegado ese momento. ¡Es hora de comerse el gran bocadillo de chorizo!
LO OSCURO GOBERNÓ LA TIERRA Rubén Martín
No había nadie sin una sonrisa en la boca. Todos estaban tranquilos con la conciencia limpia como el alma de un niño chico. Abrazos, mimos, besos y puro amor se expandía a la vez que la gravedad lo atraía. ¿Qué provocó todo ese entusiasmo? ¿Qué hizo que fueran mejores? ¿Por qué fluyo el amor de esa manera? Fue todo sencillo, sencillo como nunca antes fuera interpretado; bastó solo una palabra que se expandió por la circunstancia: PERDÓN. Todos se perdonaron y en ese mismo instante… LO OSCURO GOBERNÓ LA TIERRA.
Juan Carlos García Crespo
El hombre delgado, largo y serio cogió el teléfono, metió el dedo en la ruleta de números y marcó sin apenas inmutarse: —¿Es el cielo? Quería hablar con dios, que se ponga. —¿Que no está?, Dios esta en todas partes. Que se ponga, que es urgente. … —Hola, Dios, ¿cómo le va? He visto por la tele que el sábado por la mañana llega el apocalipsis. Digo yo si por favor puede dejarlo para otro día, que el sábado se juega la final de copa y no quiero perdérmela, que hace tiempo que no ganamos nada. Bueno, si ve usted que el Barça nos golea, entonces le permito hacer su voluntad.
El 18 tampoco puede ser, que he quedado con una amiga. Si no le importa retrasarlo; porque, claro, yo a esa no me la voy a pinchar nunca más, pero usted lo del apocalipsis lo puede poner cualquier día. Que por mí podría hacer explotar el mundo ya, pero me da pena que quede todo patas arriba y sucio ahora que vienen las fiestas y, claro, a ver los que quedamos, que pasa la cabalgata y apenas hay gente por la calle y está lleno de escombros y destrucción y queda la cosa un poco ridícula con los Reyes tirando caramelos sobre los cadáveres despedazados. Ya puestos, mejor lo hace por la noche, mientras dormimos; así no nos enteramos y sufrimos menos, que bastante tenemos ya, que nos has dejado aquí y no te has vuelto a preocupar de nosotros. Que si tienes mucho interés puedes ir haciendo el apocalipsis por zonas. En casa de mi jefe el miércoles, que ya está bien de esclavitud y así aprovecho y cojo unos días de vacaciones; el jueves, si te apetece, sueltas los cuatro caballos en China, que nos queda muy lejos de Españistán y no nos toca nada y como hay tantos chinos, mientras van entrando al cielo, ustedes se entretienen y pasan el rato. El viernes, ¿qué tal si le hace una visita a mi suegra y la asusta con un par de rayos? El séptimo día lo deja para descansar y así puede pasar usted un feliz mARTEs.
¿MADRE TIERRA? Eduardo Torres
El ambiente comenzó a enrarecerse hacía ya unos de meses, cada vez más. Era como una pátina polvorienta que lo cubría todo. Comenzó como algo ligero, sutil pero día a día, casi imperceptiblemente aumentaba haciéndose más densa y tiñéndolo todo creando un aurea gris y macilenta que no presagiaba nada bueno. El clima no acompañaba. Que a estas alturas del año las montañas continuaran nevadas y las gentes abrigadas como en pleno invierno no ayudaba a calmar la terrible tensión de la certeza de que algo horrible iba a suceder en cualquier momento, sin previo aviso. Y sucedió. Todas las luces se apagaron y los puentes volaron por los aires arrancados de sus pilares. Las viviendas se elevaron y desaparecieron en las alturas levantando ingentes cantidades de polvo y restos desprendidos. Las gentes del lugar, el ganado de los prados, incluso el rio de plata de tranquilo cauce, todo voló dejando un reguero de piedras desarraigadas. Árboles, troncos, ramas, el lavadero municipal. De la preciosa villa no quedaba absolutamente nada cuando se escuchó una voz profunda, grave, como de una diosa, decir:
"¡Ya era hora de que quitarais el belén, coño, que estamos en agosto!".
Óscar Blázquez
Un rayo de sol que se posa en mi cara marca el principio de un nuevo día. Me levanto de la cama y me acerco al enorme ventanal del lujoso ático en el que he dormido hoy. Las vistas son impresionantes y hace una mañana estupenda que invita a salir de casa. Me dispongo a ejecutar mi rutina diaria. Desayuno, elijo la ropa adecuada para la jornada de hoy, conecto la radio por si hay nuevas noticias interesantes, bajo al garaje y me subo al coche que toca hoy. Tras un breve recorrido, echo gasolina y decido dónde voy a ir. Desde que Próxima Centauri explotó a sólo 4 años luz de La Tierra y arrasó toda la vida humana, no he vuelto a ver a nadie. No sé que pudo pasar exactamente, ni por qué aún sigo aquí, pero llevo 1000 años buscando a alguien más y aún no he encontrado a otro ser humano. El mundo es muy grande y, por lo que parece, voy a tener tiempo de sobra para seguir buscando. Esto de la inmortalidad no está mal, pero sería más llevadero con alguien con quien hablar.
Aquello que para la oruga es el fin del mundo, para el resto del mundo se llama mariposa. Lao Tse
Editado por Puri Sรกnchez para