Núm. 9 26/12/2016
CUENTO CUENTOS CONTIGO
Reto semanal microrrelatos temáticos
BASES (salvo excepciones): No hay premio, ni ganador ni perdedor solo el placer de escribir y ser leído por un semejante. Se trata de escribir un microrrelato semanalmente de no más de 200 palabras sobre un tema que se propondrá los lunes. Durante la semana y hasta el sábado por la noche (24:00 h) se podrán colgar los relatos que habéis escrito. En el encabezamiento del mensaje tendréis que poner el tema de la semana y el número del reto que se trata. El domingo lo reservamos para comentarios, chascarrillos, besazos y abrazos virtuales y dar sin complejos a “me gusta”. El que más “me gusta” o emoticono haya recibido el domingo antes de las diez de la noche, pone tema el lunes y lo hará acompañándolo de su relato; ese será el pistoletazo de salida. En caso de empate, los empatados deberán ponerse de acuerdo vía interna con la mayor diligencia posible.
¿Os apetece jugar?
RETADORES Eduardo Torres y ร scar Bรกzquez
SULTÁN Eduardo Torres y Óscar Blázquez (Fuera de concurso)
Era realmente adorable. La verdad es que todas las crías lo son. Cuando decidí hacerme cargo de el no imaginaba las cosas que me vería obligado a hacer para saciar su apetito. Hoy es miércoles 25, hace exactamente 6 meses que salí por última vez a buscar su comida. Hoy tengo que repetir el espantoso ritual al que ya, más o menos, me he acostumbrado. Voy al céntrico y bullicioso parque que hay muy cerca de mi casa. Hago como que paso la tarde leyendo un libro y espero que poco a poco se vaya vaciando. En cuanto tengo una oportunidad, me escondo en un frondoso matorral y me dispongo a esperar a la presa perfecta. A lo lejos la veo venir. Con sus andares lentos y confiados se acerca a mi posición. Calculo que debe pesar unos 70 kilos. Se detiene y bebe agua, se la nota cansada. Sin duda se retira a su refugio a descansar. Es el momento perfecto. Me abalanzo sobre ella, en la trifulca pierde las gafas y el reloj. Una carga menos para la seguridad social, pienso para aliviar mi conciencia mientras cargo el cuerpo de la anciana en el maletero del coche. Ya me lo decía mi padre: "puedes llegar a casa borracho y oliendo al perfume de otra mujer que él siempre, siempre, siempre se alegrará de verte". Sobre todo si le llevo su plato preferido.
María José Montero Núñez
Me la regalaron por el cumpleaños, a Pinti, mi tortuga. Nos hicimos buenas amigas enseguida. Hablábamos de todo lo que me venía a la mente. Sé que me entendía. Lo sé porque respondía con un sonido peculiar, una especie de soniquete agudo bien diferente al de su saludo. Cada vez que entraba en la cocina, ella subía a la piedra de la isleta, erguida la cabeza, el cuello estirado y la mirada siguiendo mis pasos. Si no la saludaba, lo hacía ella, con un gruñido grave. - Hola, Pinti. Perdona que no te haya saludado. Ando con prisa y no me di cuenta. Se zambulle y vuelve a salir. Está alegre y canta, lo hace en su idioma, pero canta hasta que consigue que yo me ponga a cantar también. ¡ Somos un dúo de lo más sugerente! Un día de verano la asesiné. Sé que fue un accidente, lo sé. La teoría la conozco de memoria. La aseé, como cada día, y la dejé al sol, debajo del acebo, al menos eso creí. Cuando regresé de trabajar, vi el recipiente sobre el banco, a pleno sol. Tuve un mal presentimiento, un agudo dolor en el pecho me paralizó. Cuando reaccioné, comprobé que mis temores eran fundados. Pinti estaba en posición decúbito supina, literalmente cocida. Y lloré. Lloré por mi torpeza y la maldita prisa. Lloré por mi amiga. Y, ante su cuerpo inerte, le prometí que ella sería siempre mi única mascota.
Juan Carlos Garcia Crespo
Papá y mamá son un poco especiales. En el pueblo siempre les han tachado de raros, quizás por eso vivimos a las afueras. Cuando mi hermano Cristof y yo les pedimos una mascota no pierden tiempo en conseguirnos una. Creo que las roban por qué las primeras semanas gimotean dia y noche, hasta que papá a base de palos las consigue amansar y los pobres animales no tienen más remedio que comportarse como tal. Comen nuestras sobras, si es que sobra, y beben el agua de los charcos de la lluvia que cae sobré ellos mismos. Pasaban mucho frío y papá construyó una caseta para perros muy chula, les atamos una correa y no vuelven a intentar escapar. Algunas mascotas solo nos duran unos días, otras uno o dos meses y rara vez uno o dos años. Me encanta hacerles rabiar con mi navaja y a mi hermano Cristof le gusta arrancales las orejas cuándo jugamos, sin querer. A mamá no le gusta nada que nos pasemos horas y horas haciendo rabiar a los bichos, les coge mucho cariño, y nosotros siempre llegamos con los pantalones llenos de excrementos de los animales, les limpiamos una vez a la semana, papá ayuda escopeta en mano, por si se rebelan. Hace unos días la ultima alimaña murió, era poco mas que un cachorro y apenas duró un par de semanas, intentó morderme y papá no dudó en coger la escopeta y disparar. Les hemos vuelto a pedir otra mascota, esta vez pedimos una hembra, hemos crecido y hay ciertas necesidades que los chicos de nuestra edad tenemos.
- Creo que ahí están,-dijo Cristof con los ojos desorbitados, sonriendo cómo un sadico-, ya oigo la furgoneta y los chillidos de la chica, seguro que también la han robado o secuestrado.
Raúl Cisneros
Vera es perra galana y elegante sin raza, pedigrí ni documento como chucho la llamo y al momento se me sube a la tripa por delante No hay cosa que a mi perra más le espante y que le haga pasar mayor tormento que vayamos saliendo del convento sin ser ella la que sale por delante Esas cosas las perdona en el momento No ve falta ni rencores ni defecto No se enfada, no hay llanto ni lamento Y con este terceto desconecto Que el chucho está esperando el alimento Y además he terminado este soneto
LaAlex Domina Daemoni
El Élite caminaba impasible hacia la zona de carga de las naves nodriza. Su cuerpo biomecánico se movía con elegancia, el firme brazo sujetando la correa de cuero. “Parece que el Lord tiene una nueva mascota” “¡Qué poco le duran últimamente!” “Ninguna es tan resistente como ese mestizo.” Los ojos del Élite arden ante los cuchicheos pero las data-glasses que los cubren impiden ver su furibunda mirada. R1-K1…, el Élite borró el número del registro 5 años atrás, tras la explosión que se llevó a su único amor. Él lo recogió de los suburbios y trató de domesticarlo. Pensó, tras 3 años de humillaciones y castigos, que lo había logrado, pero tarde o temprano, tuvo que reconocer que el domesticado había sido él. Había caído ante la rabiosa rebeldía de su mirada. Tras su muerte, descubrió sorprendido que ese fuego existía en la mirada de otras mascotas también. Desde entonces lo único que le empujaba a continuar era el encontrarlas y liberarlas de su dorada jaula... Al llegar a la zona de carga, desenganchó la correa y tendió un paquete a su nueva mascota. — Vístete. ¿Cuál es tu nombre? — F1-D0, Mi Lord… — La voz del muchacho semidesnudo sonaba acobardada. — Desde hoy te llamarás Fido Lurz. Ciudadano del Área 7, técnico UMIG — Sentenció el Élite mientras introducía información en el dataslate. — Esta nave parte con destino a Keres en 10 minutos. Cuando aterricéis, eres libre para ir donde quieras.
El muchacho lo miró con júbilo pero el Élite tan solo se dio la vuelta y salió del hangar. El muchacho, sin embargo, necesitaba saber… — ¿Por qué? — Gritó a su espalda. El Élite no se dignó a contestar pero en su mente, su voz interior susurraba: “Por él… Riki lo habría querido así…”.
Puri Sánchez
Regresó a su casa cuando el sol comenzaba a rayar el horizonte, deseoso de descansar junto a su perro un día más. Hace tiempo había descubierto que su mascota era su único amigo y sólo en él podía confiar. En el mundo no existían ya lealtad y amor verdaderos. Cascabel le aportaba eso y era, sobre todo, el bálsamo para su soledad. Metió el coche en el garaje y abrió la puerta que comunicaba con la casa. Cascabel le esperaba tras ella. Al verle, comenzó a mover la cola con agitación. Su pelo blanco parecía erizarse de alegría al ver a su amo. La devoción era mutua entre ellos. Se puso de pie sobre sus piernas y lamió sus manos. Estaba expectante. Bajaron al sótano juntos. James depositó al bebé sobre el comedero de su mascota. La sangre aún latía fresca en su pecho. Cascabel lo devoró en apenas diez minutos y, después, lamió de nuevo las manos de su amo en señal de agradecimiento. Le adoraba. Desde que hiciera aquel pacto demoníaco que les confirió su estado de inmortalidad hacía tres siglos, jamás le había faltado sangre fresca entre sus dientes.
Macamen de Vega
Desde niña había querido tener una mascota, pero su alergia al pelo de perros y gatos se lo había impedido y nunca se había planteado que otro tipo de especie animal pudiera ocupar el lugar de acompañante no humano. Por eso, cuando su marido apareció con la cacatúa en su segundo aniversario de boda, no le pareció muy buena idea. Sin embargo se sorprendió queriéndola con locura durante los meses siguientes en los que el pájaro aprendió a esperarla a la puerta a la vuelta del trabajo, a caminar con ella a todas partes apoyada en su hombro picoteándole la cabeza suavemente y a repetir decenas y decenas de palabras en el momento apropiado. Llegó a quererla muchísimo, por eso no podía ni imaginar que ahora, pocas semanas después del terrible divorcio, cuando la cacatúa le preguntaba por las mañanas nada más entrar en la cocina "¿Amor mío, me desayunas?" con la voz clavadita a la de su "ex", le entrarían esas terribles ganas de retorcerle el pescuezo...
Buenaventura-José Diez Aláez
Dicen que es tortuga macho. No sé yo. Del precario ejercicio retumban posibilidades que dan lugar a dudar. Oye hervir nubes, late al sol como un perro mudo; estornuda del pie desnudo. No sé yo, si de verdad será tortugo. Obedece su inocencia a las flores tiernas del sol, profundiza su embele so en la obscenidad del hongo que la viste. Aunque nada esconde nada enseña, de inocente que es. No arriesga en los extrarradios. Ventanera, da palmadas contra el muro; respira flojo, camina erguida sonrojando al aire con el contoneo. Cómo así va a ser tortugo; si en la concha lleva escrito que es tortuga. Si por fortuna nos contara cual es su condición, grandes fueran los comentos de esa soledad que llaman mundo; grande la espléndida gala, grande en púrpura cortesana; grande el festín en tal fecha. De recordar la ocasión a riesgo de quedar yo mudo.
Ana Santamaría
Miró por penúltima vez aquellas paredes blancas y ya agrietadas. Creyó ver en la esquina del techo con la pared a la araña sonreír. Nunca se atrevió a quitar la telaraña, se decía así mismo que era su mascota. Otros vecinos tenían un perro o algún canario, pero él sólo se podía permitir una araña, eso sí pequeña. La hizo señas para que bajase, pero esta no le hizo caso alguno. Entonces le contó la decisión que había tomado de irse y su deseo de llevarla con él. Ésta se revolvió un poco en su tela, pero no hizo ningún movimiento más. Bueno, no hay muchas más opciones. Cuando amanezca cogeré la maleta que me has visto preparar y me iré de aquí. Sabes mejor que nadie como están las cosas. Amanece un nuevo día y las paredes del dormitorio parecen más ajadas que de costumbre. Se despereza y contempla el techo. Ella no está ahí. Ni rastro. Parece que también decidió irse. Toma entre sus manos la correa de la bolsa de viaje. Cierra las puertas y baja al entresuelo. Se despide de la portera . Mete la mano en el bolsillo en busca de la dirección a la que llevar su vida. Desdobla el papel . Sonríe. Ahí está ella. Nunca se separarán. Nadie abandona a sus seres queridos.
MI MASCOTA Yolanda Nava
Es dócil e independiente, con carácter pero muy cariñosa, virtudes muy valiosas en un animal de compañía. El destino la puso en mi camino una noche de perros que vagaba -como yo- sin rumbo. Bastó un cruce de miradas. Me siguió y no me atreví a darle esquinazo. Ya no podría estar sin ella. Como agradecimiento le ofrezco mis juguetes favoritos: la pelota de trapo, el hueso de goma… pero los ignora y se pasa las horas frente a esos objetos extraños que toma de la librería y que, a juzgar por la expresión de su cara, parecen hacerla feliz; solo aparta los ojos de ellos para beber ese líquido negruzco que humea en su taza.
MASCOTAS Dolo Espinosa
Acabado el trabajo, contempló su obra con satisfacción y más que un punto de orgullo. Se paseó por los alrededores, muy ufano, recreándose en el magnífico resultado de su creatividad y su esfuerzo. Lo revisó todos unas mil veces. A la vez mil y una, bostezó y dijo a nadie: -Me aburro. Sentado bajo un árbol, meditó largo tiempo sobre cómo hacer más llevaderos los largos días de tedio que le esperaban ahora que había concluido su proyecto. Por fin, mientras observaba a los pequeños animales que por allí retozaban se le ocurrió: -¡Necesito una mascota que me haga compañía! Y Dios creó al hombre.
AGALLAS, EL PERRO VALIENTE Cristina Flantains
- No ha probado un bocado desde que le trajeron. De las heridas va mejor pero como no empiece a comer no sé si lo conseguirá. Ron bajó los ojos hasta la punta de sus zapatos, sabe que si ha decidido morir no hay nada que lo pare: morirá. Daría su vida por saber lo que había pasado aquella tarde. De los tres vehículos que formaban el convoy el único superviviente era este valiente perro. ¿ Supervivientes? Ni siquiera eso saben, porque del resto no había ni señales, ni vivos ni muertos, y del cargamento tampoco. Solo él con signos de haberse defendido a muerte, de algo. - Señor, pronto llegará la vacuna para que se la inyecte y podamos entender su lenguaje de perro. Es usted tan valiente como Agallas Señor. - ¡A cenarrrrrrrrrr! Ron y Margaret corren hasta la cocina - ¿ya os habeis lavado? ¿dónde está Agallas? - Ha sido un valiente mama, se está recuperando del ataque alienígena Carol mira a sus pequeños con el gesto de amorosa regañina. Vamos Ron, vete a por él, también tiene derecho a cenar, aunque sea un super perro. Al fin Agallas entra en la cocina detrás de Ron, envuelto en varios metros de vendas manchadas de pintura roja. Y con esa vieja mirada de perro sabio le toma la medida a Carol que le sonríe con su plato alzado:- Es la mujer más preciosa que he visto nunca- se dice con su voz perruna en off - y estos dos
cachorritos llegaran lejos, ยกvaya si llegaran!- . Carol posa su plato en el suelo, en su rincรณn.Agallas, el perro valiente, cena envuelto en varios metros de vendas machadas de rojo.
Ramรณn Vidal Gonzรกlez
Marisol Valladares Blanco
Xena llegó a su vida cuando menos falta hacía y allí se quedó. Era un pequeño ser pastor alemán, y luego un gran ser. Xena era perfecta, humana, entendía lo que le decían. Xena te cuidaba, te acompañaba, te seguía, te esperaba...., Xena era Xena, y un domingo , 15 años después, dejó de ser Xena y fue una dolorosa despedida. Estará jugando, ladrando y cuidando allí a Lara, Bruxly, Yaky, Nuca, Cirila, Topy y Sombra. Pero ahora Chasky te mira con esos ojitos....
HUMANO ESPECIAL Mario del Castillo
A veces ocurre. No sabes por qué, pero te vuelves así para alguno de ellos. Ser el “humano especial” de un animal (y no se trata del tuyo propio, con él ya tienes una relación muy especial) es un cargo que se lleva con orgullo. Suele ser de un familiar, un amigo, o simplemente de algún vecino con el que coincides en el parque. Ni sus humanos comprenden esa reacción. A veces se ve flotar algo de pelusa en el ambiente. No recuerdas haber hecho nada especial, pero algo ocurrió esa primera vez. Un flechazo instantáneo que ya nada pudo parar. Desde entonces, cada vez que el destino os cruza… salen burbujitas. Él se muere por lamerte, por subirse. Y se mea de la emoción. Tú te meas de la risa y tratas de estar a la altura de la fiesta. Acabas babeado, lleno de tatuajes de barro, despeinado y con la más sincera de las sonrisas. Y sin que nadie se entere te sientes íntimamente bien. Te sientes especial. Ser especial para alguien siempre te hace sentir mejor de lo que realmente crees que eres. Y lo mejor de todo es que a veces acaba consiguiendo que lo seas…
Texto y foto: Mario del Castillo © 2016 Perros, gatos y retratos Modelo: Nela
Julia Álvarez
No podría ser de otra manera, este el mejor momento para hacerte un homenaje, Isidro, nuestro perro labrador... Nos dedicaste casi 16 años y nos dejaste el pasado mes de noviembre. Eras la mejor mascota, aunque yo diría mejor que eras un miembro más de la familia, a pesar de tu origen francés, te hiciste muy nuestro. Revolucionaste de cachorro la casa de tu dueña, mi sobrina, vaciando un armario y comiéndote sus jerséis. Saltaste por la ventanilla de un coche ante el ansia de darte un baño en las caudalosas aguas del río Saona. Te comiste una barra de pan mientras tu segundo dueño, mi cuñado, hablaba con un amigo. Cuantas anécdotas: el cesto en tu boca para recoger tomates en el huerto, caminar detrás de tu dueña el día de su boda sin pisar su maravilloso vestido. Permitir que los pequeñajos de la casa te cogieran las orejas y el rabo. Sacarnos a caminar y hacer ejercicio, cuidarme mi casa cuando venías unos días a León. Te echamos mucho de menos, querido Isidro. Regálanos un ladrido de vez en cuando desde donde estés.
María José Montero Núñez
Se llama Lusi y es la perra más inteligente que he conocido en toda mi vida. Ella llegó a la casa siendo una hermosa jovencita y, desde el primer momento, se hizo con todos. Lusi es mucho más que una mascota, mucho más que un animal, mucho más que el juguete preferido de cualquier niño. Si digo que rebosa inteligencia y bondad, me estoy quedando corta. Si afirmo que solo le falta hablar, me sigo quedando corta. Porque, Lusi es todo eso y mucho más : Ella son los ojos de su dueño. Nunca nadie tuvo unos ojos tan observadores , nunca nadie veló con tanto tesón por su dueño, nunca nadie mostró tanta alegría cuando oye y ve llegar a los amigos de la persona que tiene que mostrarle los vericuetos del camino. Nunca nadie ha dado y recibido tanto como nuestra Lusi. Porque, Lusi es de todos la que la conocemos y queremos.
Marcelo Óscar Barrientos Tettamanti
Qué harto estaba de la pregunta: “¿ De verdad no prefieres un perro?” Noooo, soy un enamorado del mundo acuático y mi mascota ideal es pez, no uno cualquiera si no mi gordito pez rojo de doble cola. Me acostaba mirándole, cada dos días puntualmente cambiaba el agua de su pecera, era nuestro momento de contacto, metía mis manos en el agua y le tocaba con absoluta devoción, a veces con tanta que no nadaba bien por unos días, exceso de cariño decía mi madre. Algunas veces me despertaba por la mañana y mamá había puesto a mi pez al oscuro en un armario para que se curase, nunca me dejaba verlo, pero no importaba porque a la vuelta del colegio mi pez estaba en mi habitación otra vez, eso sí, siempre mutaba un poco, nunca era igual después de pasar por el armario. Muchas veces era más grande, otras más pequeño, incluso sus manchas eran diferentes. Tarde mucho en darme cuenta lo que ocurría en realidad, unas 25 “mutaciones”. Hoy acaricio a mi perro Tango, en la pecera he construido un pequeño jardín de cactus, un pequeño cementerio para mis pobres peces rojos.
Ana Wiya Kasha
Llegué de vacaciones y te me estabas muriendo, aterrizaba apenas y te me morías. No, me negué y luchamos tú y yo, codo a codo, durante todo un mes. Nadie daba un duro por ti, una garrapata horrible se llevaba tu vida, el noventa por ciento de los perros morían, y tú, tu no tenías fuerzas ni para hacer pis. Tus cuatro patas se abrían y caías encima. Te daba de comer puré con una jeringuilla y con mi dedo metía para dentro de tu boca el alimento, apenas un poquito cada vez. Diez días en el veterinario con el peor pronóstico, tenerte que ayudar a morir. Un ataque epiléptico y quedaste muerto en mis brazos. Mi hija me miró a los ojos y me preguntó si era el final. No, no podía ser. Seguí luchando, decidí que si llegaba el momento lo haría, te pondría la inyección y estaría a tu lado. Lloré tanto, te quise tanto … Hace un año de aquella historia con final feliz. ¡Te salvaste! Cada vez que te veo correr a mi lado recuerdo lo que pasamos y la emoción y el cariño me recorren por dentro.
Flor Méndez Villagrá
Supe al primer golpe de vista que no me iba a caer bien. Ese maullar lánguido, ese refregar zalamero contra las piernas de todo el que se movía, ese acurrucarse al lado de Inés, eran estrategias para un fin: ganarse la confianza de todos ellos. Nadie parecía darse cuenta, ¿Cómo avisarles? ¿Cómo prevenirles? ¿Cómo decirles que me aterraba su compañía? ¿Qué el peligro se hacía real cuando sus ojos brillaban en la oscuridad de la noche acercándose sigilosamente hasta casi sentir su aliento? Medité durante tiempo que tendría que hacer al respecto y la decisión fue clara: HUIR. Si claro, allí lo tenía todo, pero los refranes son sabios y en el mundo de los jilgueros tenemos uno que dice: “mas vale pájaro volando que ciento en la mano”.
"La grandeza de una naciรณn y su progreso moral puede ser juzgado por la forma en que sus animales son tratados." Gandhi
Editado por Puri Sรกnchez para