nº16
mayo 2013
elmuro [3] andénuno [5]
El maestro, Oscar Wilde andéndos [6]
Esa araña en el techo, Sara Mesa andéntres [13]
Una guerra, Juan Carlos Fernández dindondin [16] decamino [17] brevemente [18]
Relatos en Cadena entrecocheyandén [20]
Historia de la mujer que se derrite en Sol, Rosa del Blanco metroligero [22] pormotivosajenos [23]
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Mara Torres
Audios de los relatos de andénuno + andéndos + andéntres + entrecocheyandén. Se desbloquean todos a la vez pulsando
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Edita: grupo andén comunicación C/ Feijoo, 6 - 4ºA - 28010 Madrid | edicion@cuentosparaelanden.com | www.grupoanden.com Consejo editorial: Alejandro Moreno, Víctor García Antón, Juan Carlos Márquez y Leticia Esteban Publicidad: publi@cuentosparaelanden.com | Diseño: www.jastenfrojen.com | Locución audios: Eva Llamazares Ilustración: Coordinación: tiagertrudis.wordpress.com | Ilustración de portada e interior: © Sara Fratini https://www.facebook.com/sarafra | www.sarafratini.tumblr.com | www.sarafratini.com
Con la colaboración de:
Más cuentos en:
elmuro
Tema: Sobre ruedas
Ganadora: Rueda1, Víctor Fernández-Peñaranda (Madrid)
Finalistas:
Speed - Enrique Pérez (Madrid) De vuelta - María Ferrer (Pontevedra) Sobre ruedas 2 - Jana Tziveleki (Atenas)
Concurso de fotografía Participa enviando tus fotos a lector@cuentosparaelanden.com Consulta las bases y mira las fotos en Facebook y grupoanden.com Tema del próximo mes: Fachadas
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tw grupo andén comunicación
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andénuno
El maestro Oscar Wilde
Cuando la oscuridad cubrió la tierra, José de Arimatea, prendiendo una antorcha de madera de pino, descendió la colina en dirección al valle. Pues había asuntos que atender en su propia casa. Y sobre la dura roca del Valle de la Desolación vio a un joven de rodillas que estaba desnudo y lloraba. Su cabello era del color de la miel, y su cuerpo una flor blanca, mas había martirizado su cuerpo con espinas y coronado de ceniza sus cabellos. Y aquél que era dueño de grandes posesiones, le dijo al hombre que se hallaba desnudo y lloraba: "No es maravilla que sea tan grande tu dolor, sin duda Él era un hombre justo". Y el joven respondió: "No es por Él por quien lloro, sino por mí mismo. También yo he convertido el agua en vino, he sanado al leproso y le he dado la vista al ciego. He caminado sobre las aguas, y he expulsado a los demonios que habitaban en los sepulcros. He alimentado al que pasaba hambre en el desierto donde no había qué comer y he alzado a los muertos de sus estrechas moradas, y a una orden mía, y ante una gran multitud, una higuera estéril se marchitó. Todo cuanto aquel hombre hiciera lo he hecho yo también. Y sin embargo, a mí no me han crucificado." tw Oscar Wilde (Dublin, 1854 - Paris, 1900) Traducción de Antonio Mengs. Antonio Mengs es poeta y fotógrafo, gestiona las webs lucernario.org y fotoam.lucernario.org. La traducción de los Poemas en prosa de Oscar Wilde apareció en la colección Pliegos, de la editorial Adamar, en 2005.
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andéndos
Esa araña en el techo Sara Mesa
Nothing is certain except change -Incluso en el sistema más simple pueden aparecer imprevisibles signos de cambio(Visto en un museo de ciencias naturales)
ME levanto cada mañana, dando tumbos, con los ojos legañosos y el pelo aplastado por los lados, con una oreja doblada y las piernas entumecidas. Me duele el corazón, la uña del dedo pequeño del pie izquierdo y un punto indeterminado entre la sien y el nacimiento del cabello. Por otra parte, nada nuevo. Apoyado en el quicio de la puerta, la observo en el cuarto de baño mientras recoge sus cosas. Las mete con meticulosidad dentro de una bolsa de aseo transparente: va recortando pedacitos de papel higiénico y frota con ellos los estuches de maquillaje, los botes, los pinceles, el peine, cada objeto por pequeño que sea, y después los coloca ordenadamente en la bolsa. Cualquiera diría que lo hace así, tan mansamente, solo para prologar mi agonía. Bostezo intentando mostrar indiferencia, pero se me ha formado un hueco inmenso entre el pecho y el estómago, en esa zona de angustia que tan bien conozco. Ella levanta la cabeza hacia el espejo y me sonríe. Vuelvo a la cama y me tapo con la manta hasta el cuello. Miro la araña de la esquina. Hace ya un par de semanas que la veo en su sitio, tejiendo su tela con parsimonia, pero siempre me faltan fuerzas
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andéndos
para sacarla de ahí. Luego ella viene -ella, no la araña-, me besa en la boca, me mordisquea una oreja distraídamente -puedo notar con claridad que está pensando en otros asuntos- y se marcha sin decir hasta cuándo. Sé que no hace falta asomarme al balconcillo. Consigo imaginarla perfectamente: puedo ver cómo teclea en su móvil, cómo cruza la calle, cómo echa a correr cuando se aproxima el autobús y cómo finalmente se aleja y se convierte en un punto distante que allá en el horizonte se difumina ante mis ojos -no los que mantengo cerrados, no, sino aquellos con los que puedo recrearla durante sus ausencias-. Otra vez se me ha ido la muy puta. Hoy no hace viento. Afortunadamente. Los días de viento tenemos portazos. Es así. El aire se cuela por el balconcillo -aunque esté cerrado siempre quedan rendijas incontrolables- y también entra por el ventanuco del cuarto, y cuando las dos corrientes chocan se forma un remolino invisible y es el caos -la araña se tambalea en su tela, pero resiste-. He observado una regla infalible que relaciona las corrientes de aire con sus ausencias: cuando hay viento y ella se va, retumba toda la casa; uno se siente morir en el epicentro de una explosión fatal. En cambio, si ella se marcha en un día calmado no hay problema alguno, todo es suave; siempre termina regresando y a veces me sorprende mientras duermo. Cuando vengo a enterarme de su vuelta ya respira acurrucada en mi costado, como un pedazo de musgo adherido a mi corteza enferma. Los días en que ella se lleva su bolsa de aseo cojo
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andéndos
el coche al atardecer y voy a mirar los aerogeneradores de la costa. Conozco el punto exacto desde donde puedo contemplarlos mejor. Los veo extenderse por el campo estéril y mudo. He contado 14 de los antiguos -de 55 metros de altura- y 32 de los nuevos -47 metros-; leí las medidas en algún sitio que ahora no recuerdo. Desconozco la longitud de las aspas, pero calculo que al menos deben de tener 20 metros cada una. Voltean y voltean y se cargan de energía. Me pregunto cuántos portazos puede generar cada uno de estos bichos. Me recuerdan a enormes mantis blancas, devoradoras inclementes de machos, santateresas temibles y temidas. El viento me revuelve el pelo, bate mis esperanzas y zarandea mi ánimo. Me gustan los aerogeneradores. De algún modo me dicen su opinión sobre las cosas. No entiendo por qué algunos se quejan de lo que denominan, con grandilocuencia, su impacto visual, o no sé qué desgaste paisajístico. Los aerogeneradores siempre me parecieron hermosos. La regla de las corrientes de aire se revela con claridad en el funcionamiento de las aspas: si los aerogeneradores giran a una velocidad constante sé que ella no volverá esta noche. En cambio, si giran de manera irregular, deteniéndose a ratos, como a trompicones, puedo tranquilizarme porque solo será cuestión de esperar. Ahora todo huele a brisa y a mar. Me paso los dedos por el pelo y sonrío. Cuatro molinos más se han detenido y cinco de ellos voltean sus palas muy perezosamente. El viento hace ondear la hierba seca.
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andéndos
Hoy sé que volverá. Regreso conduciendo lentamente. Sentado sobre la cama, mastico una tortilla de dos huevos. Después me duermo sabiendo que no podré oírla cuando llegue, porque no habrá portazos y ella es extremadamente cuidadosa. Puedo anticipar cómo entra sigilosa y cómo cierra la puerta muy despacio, puedo sentirla ya a mi lado, su olor profundo y húmedo, sus ojos de avellana que parpadean tras mi espalda. Pero despierto y solo veo una ausencia: su ausencia que me habla. No sopla el viento. Todo está aquietado. El aire de la habitación late despacio, con un pulso mórbido, afiebrado. La araña pende del techo sin que su hilo se balancee ni un solo milímetro. Tengo otra vez legañas en los ojos, el cuerpo agarrotado, el pelo sucio, la oreja -e ignoro por qué siempre es la misma- se me ha descolocado. Me duele ahí, en ese punto indeterminado entre la sien y el nacimiento del cabello. Me duele la uña del dedo pequeño del pie izquierdo. Me duele el corazón. La muy puta no ha vuelto. Y yo no sé, no puedo comprender ahora en qué carajo ha fallado mi teoría.
tw Del libro: No es fácil ser verde. Ed. Everest, 2009. Sara Mesa vive en Sevilla. Ha publicado las novelas Cuatro por cuatro (Anagrama, 2012), finalista del Premio Herralde de Novela, Un incendio invisible y El trepanador de cerebros, y los libros de relatos No es fácil ser verde y La sobriedad del galápago.
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andéntres
Una guerra
Juan Carlos Fernández
En la torre de la iglesia prerrománica de Campisábalos, una aldehuela de no más de treinta vecinos, que se aísla en la sierra norte de Guadalajara, todavía se aprecian algunos agujeros y cicatrices de impactos de bala de cuando la guerra. Los primeros rumores y señales de la existencia de la guerra no llegaron a Campisábalos hasta bien pasado el verano del año 36. ¿Pero una guerra de quién contra quién? Nadie sabía nada, salvo que los arrieros habían dejado de llegar al pueblo y toda comunicación se había cortado. ¿Sería una nueva contienda bélica contra los moros? ¿Había vuelto Almanzor con sus huestes y sus alfanjes? ¿O eran los franceses que regresaban invasores y ufanos con un nuevo Napoleón? Cada uno tenía su idea, pero nadie sabía qué hacer con ella, si es que había que hacer algo. Nadie, salvo el tío "Mascachinas", que sin abrir la boca ni matizar el gesto, dio la espalda a todos y se fue a su casa. En la alcoba, del fondo del armario, sacó la escopeta de caza y se la echó al hombro, junto con el morral, lleno con toda la munición que pudo arramblar. Pasó de vuelta por medio de la plaza, entre las gentes, sin pestañear un segundo ni titubear en los andares, y se dirigió hacia la salida del pueblo, monte y senda arriba.
andéntres
Al cabo de cinco minutos, se oyeron desde el Cruce los primeros tiros y los vecinos corrieron a refugiarse a sus casas. Durante media hora los tiros no cesaron, hubo luego un silencio medroso y volvieron a oírse de nuevo, ahora ya en el mismo pueblo. Estaba claro que los moros o los franceses habían entrado en Campisábalos. Parapetados tras las persianas de madera de sus casas, los aldeanos espiaban hacia fuera, despavoridos, pensando ver de un momento a otro a Almanzor o a Napoleón en persona. Pero la única figura que lograron al fin divisar fue la del tío "Mascachinas", escopeta en alto, disparando en todas direcciones y casi sin apuntar. Alguno de los tiros tomaba la dirección de la torre de la iglesia y daba en la campana, haciéndola sonar dong-dong, o hería la piedra labrada por mañosos canteros mil años antes. Nadie podía salir de sus casas, porque el tío "Mascachinas" no se andaba con vainas: puerta o ventana que se abría, escopetazo que largaba. Toda la tarde, hasta bien entrada la noche. Cuando por fin el tío "Mascachinas" se quedó sin cartuchos, se volvió a su casa, se metió en la cama y se acabó la guerra. En todo Campisábalos.
tw Relato inédito. Juan Carlos Fernández: Nací en Madrid, en el año mil y gallo. Aprendí a escribir lo poco que sé, años después de mi paso por la Facultad de Filología de la Complutense, gracias a las enseñanzas prácticas de Victoria, la señora de la limpieza. Normalmente, cito a Kafka, a Beckett y a Bernhard. Sobre todo, cuando se habla de fútbol.
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dindondin
Imagineindia International Film Festival Del 17 al 31 de mayo de 2013 www.imagineindia.net
Cotometraje "Los supervivientes" Rodaje en julio 2013 En cofinanciaci贸n
www.lanzanos.com/proyectos/los-supervivientes
15陋 Semana del cortometraje. Madrid Del 20 al 26 de mayo de 2013 www.madrid.org
Microteatro Mayo: Por los sentidos http://www.teatropordinero.com
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decamino
Ciclos Noviciado: ciclismo artesano www.ciclosnoviciado.com
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Ciclos Noviciado es un proyecto conjunto de cuatro personas que comparten una afición común por las bicicletas de piñón fijo, la construcción de cuadros, la mecánica y el ciclismo urbano en general. Contamos con tienda, taller mecánico y de soldadura, hacemos restauración de bicicletas antiguas, construcción nuestros propios cuadros y horquillas a medida desde cero, ruedas hechas a mano, adaptaciones para uso urbano, o te ayudamos a que montes o arregles tu propia bicicleta.
”
tw 11 avenidas 2013, la quinta edición (5 y 6 de Octubre) | Carreras | Criterium | Carreras de rodillos | Conciertos | Exposiciones | Conferencias y muchas cosas más relacionadas con la bici urbana.
brevemente
El mentalista Semana 22 de concurso: 4 de abril de 2013 Ganadora: Arantza Portabales Santomé
¿Que se arrime un poco más al borde de la cama significará algo? Quizás ya no soporta mi contacto. Hoy sólo me ha besado cuándo salió por la mañana. Un breve roce en la mejilla. Y ese beso no cuenta. Me lo da todos los días. La semana pasada olvidó mi santo, por primera vez en doce años. Esta semana sólo ha venido dos días a comer. El sábado no me acompañará a casa de mis padres. La semana que viene... -¡Julia! Para ya. Sólo tienes los pies fríos. -¡Y tú para de leerme la mente, maleducado!
Sweet home Metrópolis Semana 23 de concurso: 11 de abril de 2013 Ganador: Gustavo Carcelén González
-¡Y tú para de leerme la mente, maleducado! -Lo siento cariño, sabes que no lo puedo evitar. -No, si ya me lo dijo mi madre, con un médico, un abogado, incluso un granjero, ¡así seguro comerás!, pero con un superhéroe sin oficio ni beneficio no te cases. ¡Que razón llevaba! Salvas al mundo y ¿cómo te lo agradecen?, ¡no tienes nómina! A veces te hacen un homenaje o te reponen ese ridículo vestidito que te empeñas en llevar con la ropa interior por fuera. ¡Pervertido! -¡Kryptonita, por compasión! -¡Calla y arregla de una vez la cisterna del váter, que gotea!
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brevemente
Tirana blanca Semana 24 de concurso: 18 de abril de 2013 Ganador: Luis Serrano Lasa
-¡Calla y arregla de una vez la cisterna del váter, que gotea! - le grita a Sabio mientras fuma repantingada con los pies llenos de barro sobre la mesa. Mudito le recoge la ceniza sin atreverse a mirar su rostro pálido y Dormilón, entre cabezadas, friega el suelo de toda la cabaña. Gruñón está castigado en el sótano con los grilletes puestos por lo menos para una semana y solo Feliz se permite alguna sonrisa sibilina porque él sabe que, en algún momento de esa tarde, Mocoso va a aparecer disfrazado de vendedora de manzanas.
abril tw Relatos finalistas de abril del concurso Relatos en Cadena, organizado por la Cadena SER y Escuela de Escritores. Puedes saber quién ganó y consultar las bases en: www.escueladeescritores.com o www.cadenaser.com.
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entrecocheyandén
Historia de la mujer que se derrite en Sol Rosa del Blanco
Alumna de Fuentetaja, Talleres de Escritura Creativa
HE visto tu horror, solamente de soslayo, no pude parar. Ni si quiera te di una moneda, lo siento. Sólo traté de seguir caminando lo más rápido que podía para huir de ti, con los latidos congelados y el aire atascado en el pecho. Me recreé minuciosamente en la suciedad del andén, en cada papel en el suelo, cada chicle incrustado y pisoteado más de un millón de veces. Vi la línea amarilla tras la que se encuentra el peligro, el amenazante vacío de la vía y la irremediable oscuridad del final del túnel. Habría preferido mirar cualquier otra cosa con tal de no verte de nuevo. Incluso una rata o una cucaracha. Todo por no volver a verte, nunca más, fantasma, sin máscara y sin ópera. Ánima que vaga en el metro con un vaso de plástico en la mano, mendigando ayuda a unos vivos, que hacen todo lo posible por esquivarte. Anhelé el metro más que nunca. Miré el reloj, tres minutos. Treinta o cuarenta cómplices a mi alrededor intentando al unísono deshacer tu rostro de cera derretida de sus mentes, también la culpa. Todos allí, en el kilómetro cero, a 200 metros bajo tierra. Cada uno con su propio grillete, grillete que pesaba más antes de verte. Y tú ahí, detrás, esperándonos al final de las escaleras que desembocan en la línea uno. Te hemos visto, no hay vuelta
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entrecocheyandén
atrás, pero intentamos enterrarte tras nuestros pensamientos con la arena de nuestros trabajos de mierda, nuestros cuernos, los amantes, los exámenes no estudiados, los tíos que no llaman, los tesoreros que roban, la subida de la luz, las estrellas del ciclismo que se apagan, nuestros muertos, el paro, la puta huelga de metro, el dinero que te han dado tus tíos y que no quieres ahorrar, el michelín que te sobra... Cualquier cosa menos tú. Pero en todos has dejado una marca. Un tatuaje de ácido, como el que debieron derramar en tu cara. Una huella que nos va erosionando lentamente y nos deja un hueco, como el de la cuenca que un día habitó tu ojo y que hoy es sólo cicatriz rosa. No somos capaces de mirarte al ojo que aún ve, el que aún siente. Ese ojo que debe dolerte aún más que el otro. El tren llegó y todos huimos. Las puertas se cerraron y dejamos atrás Sol, tu estación. Al llegar a la siguiente me di cuenta de que tu historia me perseguía. tw Rosa del Blanco (@rdelblanco) Periodista y asesora de comunicación con corazón de escritora. Exploro con las palabras y las nuevas tecnologías en busca de nuevos territorios literarios. Así encontré la twitteratura. Busco convertirme en Juan José Millás y algún día venir aquí a hablar de mi libro. http://about.me/rosadelblanco
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metroligero - holakokoro
Š Jasten FrÜjen
tw Kokoro es un personaje singular, que se cuela en CpA, para contarte historias en pocas palabras.
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pormotivosajenos
Mara Torres
15/04/2013
Un truco infalible:
sentir que no hay truco
P- ¿En qué tren estás subida ahora? R- En el de las Ferias del Libro, de ciudad en ciudad encontrándome con los lectores (Córdoba, Barcelona, Sevilla, Valencia, Badajoz, Asturias, Tarragona…) P- ¿Cuál es el peor aprieto en el que te has encontrado? R- Si aprietan, me descalzo. P- ¿La obra con la que más te has divertido? R- Siempre me sonrío con las de Eduardo Mendoza. P- Completa la frase: Yo para ser feliz… R- Está completa con los puntos suspensivos. P- Los trenes que se pierden ¿vuelven a pasar? R- La vida es un viaje largo y apasionante, en continuo movimiento… con pérdidas, encuentros y reencuentros. P- Lo breve si bueno… R- Si es bueno que se alargue. P- ¿Qué libro te ha marcado? R- Muchos.
P- ¿Qué libro estás leyendo ahora? R- Vaclav y Lena, de Haley Tanner. Ed. Lumen. P- Cuéntanos un truco infalible. R- Sentir que no hay truco. P- ¿Cuál es la mejor forma de contar un cuento? R- Sobre la marcha. P- ¿Un medio de transporte que prefieras? R- Me gusta el coche, conduciendo o de copiloto, con música, en silencio o con una buena conversación. P- ¿Hacia dónde te orientas cuando buscas refugio? R- A los brazos… P- ¿Cuál es la ciudad donde te encuentras mejor? ¿Qué es lo que más te gusta de ella? R- Cualquier lugar del mundo, cualquier rincón del planeta, cualquier pueblo, aldea, ciudad, playa o montaña es fascinante en buena compañía.
tw Mara Torres ganó el Finalista del Planeta con su primera novela, La Vida Imaginaria. Actualmente en plena promoción por las Ferias del Libro. Además de en España, la novela ha salido publicada en Latinoamérica (Ecuador, Argentina, Brasil,…) y próximamente en Italia.
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