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elmuro [3] andénuno [5]
En la Galería, Franz Kafka andéndos [9]
Cuna, Isabel González andéntres [12]
Un dios cruel, Óscar Esquivias dindondin [16] decamino [17] brevemente [18]
Aforismos, Fernando Savater entrecocheyandén [20]
La cadena, Ximens metroligero [22] pormotivosajenos [23]
próxima estación...
Javier Mora
andénuno Kate Chopin
entrecocheyandén Clara Obligado
brevemente Relatos en Cadena
metroligero Miguel Ángel Moreno
Edita: grupo andén comunicación C/ Feijoo, 6 - 4ºA - 28010 Madrid edicion@cuentosparaelanden.com www.grupoanden.com
Con la colaboración de:
Más cuentos en:
Diseño: www.jastenfrojen.com Publicidad: publi@cuentosparaelanden.com Impresión: Eurocolor Consejo editorial: Alejandro Moreno, Víctor García Antón, Juan Carlos Márquez y Leticia Esteban Ilustración de portada e interior: © tiagertrudis | tiagertrudis.wordpress.com | info@tiagertrudis.com D.L.: M-42629-2011 El papel utilizado para imprimir esta revista procede de bosques gestionados de manera responsable.
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elmuro
Tema: Agua y ciudad
Ganador: Perfil de la ciudad a través de una botella de agua mineral, Cristina Domercq. Madrid
Finalistas: Agua y ciudad 1, Lucila Galbusera. Madrid Sin título, Leyre Alcalde. Madrid Esculturas de agua, Alfonso Gamo. Madrid
Concurso de fotografía Participa en nuestro concurso enviando tus fotos a lector@cuentosparaelanden.com. Consulta las bases y mira las fotos en Facebook, [Cuentos para el andén] en la pestaña “Notas”, también las tienes en www.grupoanden.com
Tema del próximo mes: Energía urbana.
Te escuchamos: Cuentos para el andén @cuentosanden lector@cuentosparaelanden.com www.grupoanden.com
Ahora hay nuevos lugares donde podrás encontrar Cuentos para el andén DENTRO del metro de Madrid: ya puedes recoger tu ejemplar en los Centros de Atención al Viajero de las estaciones de Sol, Nuevos Ministerios, Aeropuerto T1-T2-T3 y Aeropuerto T4, además de en los 12 módulos de Bibliometro, a lo largo de todo el mes. No te quitamos más tiempo, esperamos que lo disfrutes. tw grupo andén comunicación
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En la Galería Franz Kafka
SI alguna débil y tísica amazona circense fuera obligada por un director despiadado a dar vueltas a la pista sin interrupción durante meses, a golpe de fusta, sobre un ondulante caballo, ante un público incansable; a pasar como una exhalación, lanzando besos, saludando y flexionando la cintura, y si esa representación se prolonga indefinidamente, bajo el incesante estrépito de la orquesta y de los ventiladores, acompañada por fluctuantes olas de aplausos, entonces, tal vez algún joven espectador de la galería bajaría rápidamente las largas escalinatas, cruzaría los estrados, irrumpiría en la pista y gritaría: "¡basta!", en medio del estrépito de la siempre oportuna orquesta. Pero no es así; una hermosa joven, blanca y sonrosada, sale de detrás de los cortinajes que los criados abren ante ella; el director, buscando con deferencia su mirada, se acerca como un animal sumiso; con cuidado, la ayuda a subir al caballo; como si fuera su nieta predilecta a punto de iniciar
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un viaje peligroso; no se decide a dar el latigazo de partida; finalmente, como obligándose a sí mismo, lo da, restallante; corre junto al caballo, con la boca abierta; sigue con mirada atenta los saltos de la amazona, como si no pudiera dar crédito a tanta destreza; trata de aconsejarla con gritos en inglés; furioso, exhorta a los empleados que sostienen los arcos para que tengan más cuidado; antes del gran salto mortal, pide silencio a la orquesta con los brazos en alto; finalmente, ayuda a la muchacha a desmontar del tembloroso corcel, la besa en ambas mejillas y todos los aplausos le parecen insuficientes; mientras ella, sostenida por él, erguida sobre la punta de los pies, rodeada de polvo, con los brazos extendidos y la cabecita echada hacia atrás, desea compartir su felicidad con el circo entero. Como esto es lo que ocurre, el espectador de la galería apoya el rostro sobre la baranda y, hundiéndose en la marcha final como en una honda pesadilla, llora sin darse cuenta.
tw Franz Kafka (Praga, 1883 - Kierling, 1924)
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andéndos
Cuna Isabel González
COMPRÉ todo lo necesario para amarte. Una pelota hinchable y siete alcayatas. "Hoy no es mi cumpleaños", me dijiste. "Da igual. Ábrelo", insistí. Rompiste el papel de mala gana y apareció la pelota desinflada. En otro paquete diminuto estaban las alcayatas. Hasta aquella mañana, yo ni siquiera sabía que se llamaban alcayatas. Por eso me gusta entrar a la ferretería. Echar un ojo por ahí y, cuando me decido, pedirle al encargado que me ponga siete de eso. "¿Siete alcayatas?". "Exacto. Siete alcayatas", pronuncio por primera vez y una bandada de gorriones remonta el vuelo desde mi estómago. Los nombres suelen ser más bellos que las cosas. Me gustan especialmente Bernardo y tachuelas. Pero no puedes llamar a nadie Bernardo Tachuelas. He aquí la esclavitud de las palabras. Estuve a punto de conocer a un Bernardo y conocí unas tachuelas, que son como las chinchetas aunque no es necesario que su cabeza sea circular y chata. Algo sin complicaciones. Lo que puedo ofrecerte. También una pelota de playa. "¡Vamos, hínchala!", te animé. Y empezaste a soplar. Supongo que los dermatólogos ya han estudiado este fenómeno. La tersura que gana terreno a las arrugas. La posibilidad de rejuvenecer un rostro soplando por sus narices. Tú, sin embargo, no parecías contento. Tenías miedo. Miedo de que explotara. Esta vez no lo hizo y vimos que el balón traía dibujado un perro con un cubo entre los dientes, un perro con un cubo entre los dientes, un perro con un cubo entre los dientes. Un motivo que se repetía en el ecuador del balón. "¡Abre el otro, venga!", te apremié. Suspiraste resignado y tus dedos se hicieron torpes con el minúsculo envoltorio. Al final, arrancaste el celo con los dientes y te pinchaste. "¡Mierda!", dijiste. Tu boca empezó a sangrar y yo te traje alcohol y agua del grifo. Estabas tan apurado que untaste el algodón en el vaso y bebiste del bote. "¡Mierda!", escupías. La situación no dejaba de ser graciosa y yo lamenté la falta de consistencia de tus encías de pladur. "Si la alcayata se hubiera sostenido en tus premolares habríamos podido colgar un cuadro", bromeé. "¡Has vuelto a beber!", me soltaste. "¡Mira quién habla! El señor que acaba de echarse un trago de alcohol desinfec-
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tante", respondí. Luego me puse a llorar. Porque hago todo lo que puedo. Te lo juro. Porque esto es todo lo que puedo ofrecerte: un balón de plástico y siete alcayatas de acero o de latón, de rosca o de clavar, grandes o pequeñas. Me llevé las estándar porque, según el ferretero, valían para cualquier cosa. También para demostrarte mi amor. Qué otra cosa propones con el dinero que me dejas. Bloqueaste mi cuenta por lo de mi afición al vino, por lo de mi afición a las tragaperras del Roxi Palace, por lo de olvidar dinero en los sombreros de los mendigos. El otro día, el día más frío de este invierno, crucé los porches donde duermen y uno de ellos, agarrado a un cartón de vino, gritó: "Si sigue nevando así, me voy a misa de una a dar pena". Te he regalado tantas veces la misma cosa... La misma pluma envuelta en Navidad y vuelta a envolver la Navidad siguiente; el mismo disco de Eric Clapton remasterizado por otra compañía; un beso igual a otro beso y, en tu sexo, siempre los mismos labios. Seamos honestos. No estoy borracha por haber bebido. Bebo porque estoy borracha. Borracha, ebria, embriagada de las flores del cementerio y de esas otras. Las que tú me regalas por mi cumpleaños. Cada doce de junio, esa docena de rosas que son como una afrenta. Como si me dijeras: "Esto sí que es un regalo. Aprende". Y tú tienes que conformarte con siete alcayatas y un balón. Papel de lija a fin de mes, cuando sólo me quedan sesenta céntimos. "Para regalo, por favor", le digo al ferretero. A base de ponerte algodón entre el labio y la encía, dejaste de sangrar. A base de concentrarme en tu herida, dejé de llorar. Entonces me sorprendiste. "Toma", me entregaste otro sobrecito. Siete hembrillas de hierro cincado. Siete hembrillas estándar para mis siete alcayatas estándar. Las clavamos en la pared del pasillo. ¿Qué prenderemos de ellas? ¿Láminas de jazz? ¿Acuarelas? ¿Aprovechará una araña la infraestructura para tejer su red? De una patada, enviaste el balón al cuarto del fondo. Giraba en una esquina y al girar daba la impresión de que el perro con el cubo entre los dientes se ponía a correr. Nada más que una ilusión. La cuna vacía. Alisé un pliegue de la colcha y tú pusiste una mano en mi vientre. "Sólo te necesito a ti", me besaste. Y yo qué sé. Yo qué sé. Si ahora nevara, si no dejara de nevar hasta el mediodía, iría a misa de una. A dar pena. tw Del Libro: Casi tan salvaje. Ed. Páginas de Espuma, 2012.
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Isabel González González (Ejea, Zaragoza, 1972). Licenciada en Periodismo, infografista y profesora de microrrelatos. Ha publicado en las antologías Por favor sea breve 2 (Páginas de Espuma, 2010), Relatos en cadena (Alfaguara, 2008, 2009 y 2010) y Parafilias ilustradas (Traspiés, 2010).
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andéntres
Un dios cruel Óscar Esquivias Credo in un Dio crudel che m'ha creato simile a sè e che nell'ira io nomo. G. Verdi y A. Boito, Otello, Acto II
-¿Y si el mar fuera Dios, dime, qué pasaría si el mar fuera Dios? -Yo qué sé. Qué preguntas me haces, pareces un crío. -Si el mar fuera Dios, todo tendría sentido. -Si el mar fuera Dios, Dios estaría lleno de mierda. Y nada tendría sentido. No me escuchaba. No sé siquiera por qué intentaba responder a sus pedanterías, como si no tuviera la certeza de que Carlos improvisaba cada una de sus palabras. Pero ese era mi principal defecto, según él: tomármelo todo en serio. Le gustaba provocarme. Decía que yo no tenía imaginación ni sentido del humor. Que era incapaz de captar una broma. Que sería la última persona a la que invitaría a una fiesta. Pero que mi amistad era de una fidelidad perruna. Tenía razón en todo. -Tú me querías, te gustaba. -Sí. -¿Y por qué no me lo dijiste? -No me atrevía. -Qué bobo eres, qué cobarde. Jamás me había imaginado que eras marica. ¿Te has acostado con alguien? -No. -Vaya panorama. Pero qué bobo eres. En el fondo le daba igual todo, hasta ese secreto que me quemaba en la garganta y que le confié hace unos días. Salíamos todas las mañanas a pasear por la playa. Carlos iba en busca del sol con sus pasos enfermos, con la toalla bajo el brazo, las gafas oscuras sobre la frente, las
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ropas de colores alegres, chillones, que contrastaban con su delgadez extrema. Recorríamos la Playa de los Peligros varias veces, de punta a punta, mojándonos los pies. Tomábamos un rato el sol, sin desnudarnos. Hacía meses que Carlos evitaba ponerse el bañador, se avergonzaba de su cuerpo esquilmado. Cada vez tenía peor humor, le escocía una rabia interna que escupía a los pocos que le seguíamos frecuentando. Daba vueltas a sus obsesiones, a cuando quedara inútil, a cuando no aguantara más el dolor, la humillación. Llamaba humillación a cualquier cosa que no pudiera hacer por sí mismo: subirse a una banqueta para arreglar la persiana, cargar con las bombonas de butano, correr detrás del autobús, aguantar sin toser las tres horas de una función de ópera. Últimamente se obsesionaba con la idea de Dios. Que era tanto como pensar en la muerte. En nuestros paseos nos cruzábamos con enfermos del hospital de Valdecilla que también bajaban a la playa a pasear su enfermedad con disimulo y decoro. Carlos les llamaba los zombis. Les despreciaba porque en cada uno de ellos veía un reflejo de su propia decadencia, aunque fueran males distintos los que les devoraban, los unos con sus cánceres y él, él con lo suyo, lo innombrable, como si tuviera una enfermedad exclusiva y denigrante, hecha a medida de sus miedos. Los enfermos evitaban reconocerse en la playa, mirarse siquiera, les asqueaba su mutua presencia herida, ajena a aquella explosión de cuerpos igualmente jóvenes, pero plenos, que iban ocupando la arena según avanzaba la mañana, llenándola de gritos, de juegos, de lecturas efímeras antes del sopor o el baño, de sexos mal disimulados que herían a Carlos, le hurgaban en la imaginación. -Santander está llena de muertos. Escupía, tosía. Se abrazaba, con los antebrazos manchados de arena. -Dios es el mar. Aquí nació la vida, ¿no crees? Vivir es poder bajar a la playa y bañarse, poder jugar y reír y nada más, eso es todo, ¿no? -Sí, supongo.
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andéntres
-Yo estoy muerto. Soy mierda -decía con voz cavernosa, mientras amasaba la arena. -¿Qué? -Nada. No entiendes nada. Y tiró un puñado de arena hacia el agua, con rabia. Y con la arena arrojaba su propia vida contra ese mar lleno de risas, de alegría. De salud. *
*
*
Nuestros paseos cada vez se hicieron más cortos. Al final ni siquiera bajábamos a la playa, nos quedábamos en el puerto o en el Paseo Pereda y nos despedíamos a media mañana. Le acompañaba hasta su portal. -¿Qué tal estás? -Mal. -Hasta mañana. -Piénsalo: Dios es el mar. A ver si te enteras. Yo no tengo Dios, no tengo ninguna convicción. O sólo una. Que Carlos se ha convertido en mi enfermedad. Otra, que él lo sabe y me desprecia. Otra más (y ya son tres): que tiene razón y vivir no es mucho más que correr detrás de una pelota de colores. Sólo puedo ser, entonces, espectador: me falta la despreocupación y la alegría, el poder mirar otros ojos sin sentirme delatado, saber perder el tiempo y no llenarlo de amargura, ver en el mar sólo mar y nada más que mar y no una frontera oscura donde las olas se agitan al ritmo de mi corazón domado y lamen los pies que yo no puedo besar. Esta forma de permanecer en un margen de la vida se llama desesperación: el único vínculo que me une con Carlos.
tw Del Libro: La marca de Creta, premio Setenil 2008. Óscar Esquivias (Burgos, 1972) ha publicado los libros de cuentos La marca de Creta y Pampanitos verdes y las novelas Huye de mí, rubio, Mi hermano Étienne, Étienne el Traidor, El suelo bendito, Jerjes conquista el mar, Inquietud en el Paraíso, La ciudad del Gran Rey y Viene la noche.
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dindondin
VI edición del Concurso de Microrrelatos de la Cadena Ser y la Escuela de Escritores de Madrid www.escueladeescritores.com
IV Edición del concurso de cuentos "LOS HERMANOS" Organiza: Aldeas infantiles SOS Hasta el 30 de septiembre www.aldeasinfantiles.es
VI Japan Weekend Madrid 2.0 Pabellón de la Pipa (Casa de Campo) 22 y 23 de septiembre http://www.japanweekend.net/madrid/
III certamen de Arte Ambulante Hasta el 30 de septiembre Organiza: http://elblogdearteambulante.blogspot.com.es/
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decamino
Música creativa Metro: L1 y L10 Tribunal - L2 Noviciado C/ La Palma, 35 - Tel: (+34) 91 521 1156
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Música Creativa es un proyecto de enseñanza y creación musical pionero en ofrecer una formación estructurada en torno a la música moderna. Desde 1985, ha cubierto un vacío en la educación musical en nuestro país: la formación de profesionales de música moderna. Con sede en Malasaña, su oferta integra diversos estilos: desde el clásico y el contemporáneo, hasta el flamenco, el pop y el rock, erigiéndose en un referente alternativo a los Conservatorios de Música.
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tw http://www.musicacreativa.com Durante el curso se realizan las siguientes actividades abiertas al público: Jam Session Creativa: cada lunes a las 22,30 h. en la Sala Bar&Co (C/ del Barco, 32). Cualquier persona puede participar, tenga el nivel que tenga de improvisación. Espacio Abierto: cada martes a las 20,00 h. en el Auditorio Música Creativa (C/ Dos de mayo, 3-5). Espacio semanal dedicado a actuaciones y presentaciones de alumnos. Festivales de Invierno y Primavera: Los músicos que se forman en la asignatura de "Combo" se suben al escenario de la Sala Bar&Co dos veces al año para hacer estos "exámenes sobre el escenario" y mostrar los distintos temas preparados, en estilos como jazz, pop, rock, blues, funky, flamenco, etc.
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Aforismos Fernando Savater
Miento mal a los demás, pero mejoro cuando lo hago para mí mismo. *** El arte no es útil sino imprescindible. *** Si la muerte es no ser, ya la hemos vencido una vez: el día que nacimos. *** La estupidez es la condición de imbécil sumada a la pasión por la actividad. *** Resulta por lo menos chocante que se considere como prototipo de materialista a alguien capaz de sacrificarlo todo (ocio, sueño, sexo, comida y bebida, diversiones) con tal de conseguir más dinero. *** El progreso ya no es lo que era.
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brevemente
Las argumentaciones especulativas son sutiles y complejas, pero un buen relato jamás se olvida. *** Quien no cita no hace más que repetir, pero sin saberlo y sin elegirlo. *** La cuestión no era que el rey fuera bueno, sino que si fuera malo también sería rey. *** Quien sabe lo que quiere, rara vez quiere nada interesante.
tw Del Libro: Tirar de la cuerda. Ed. Cuadernos del vigía, 2012. Fernando Fernández-Savater Martín (San Sebastián, 1947). Filósofo, activista y prolífico escritor español. Novelista y autor dramático, destaca en el campo del ensayo y el artículo periodístico. En 2008 fue galardonado con el Premio Planeta por su novela La hermandad de la buena suerte.
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entrecocheyandén
La cadena Ximens Alumno de Fuentetaja Talleres de Escritura Creativa
ESTA mañana, al levantarme, no me he visto en la cama y me ha extrañado. He ido al cuarto de baño, suponiendo encontrarme allí, pero tampoco estaba. Asustado he despertado a mi mujer y se lo he dicho: -Cariño, que me he levantado y no me encuentro. -Eres tonto, para esa idiotez me despiertas... Me he vestido rápidamente, y sin afeitarme, pues nunca supe hacerlo sin verme, bajé al garaje. Faltaba el coche rojo de mi mujer, por lo que supuse que me lo habría llevado yo. Cogí el mío azul y me fui a trabajar. Al llegar a la empresa vi que mi plaza de garaje estaba vacía, y me sorprendió que yo no hubiera llegado aún. Subí a mi despacho, esperando encontrarme allí, pero no estaba. Cuando vino mi secretaria le pregunté: -Nuria, por favor, ¿me has visto llegar esta mañana? -No... Vengo de por un café. -Bueno, pues si me ves dímelo, y hazte a la idea de que no he venido hasta entonces -y me encerré en el despacho, preocupado por lo que me hubiera pasado. Despaché los asuntos más urgentes, no quería que cuando llegara tuviera el trabajo retrasado. Siempre me ocurre lo mismo, y es que cuando me concentro me olvido de lo demás, y así llegó la hora de comer. Me pasó a buscar el jefe y me dijo: -No te he visto esta mañana desayunando... -Ni yo mismo me he encontrado, ni desayunando ni en ningún otro sitio, tengo un lío impresionante... Así que he aprovechado mi ausencia para poner todo al día. No tenía yo el cuerpo para comer, de modo que me disculpé y le pregunté a Nuria si había tenido llamadas. -Sí, pero... me has dicho que como si no hubieras venido... Ten, estos son los avisos.
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entrecocheyandén
Revisé rápidamente las notas, que si se aplazaba la reunión del lunes, que si habían traído el coche de mi mujer del taller, que si los componentes estarían para mañana y demás. Pero el aviso que buscaba no estaba y me sorprendió, porque siempre que voy a llegar tarde llamo por teléfono. Me empecé a preocupar por lo que me hubiera podido pasar, pero seguro que me encontraba, pues no soy de los que se pierden por ahí. Bajé al garaje, y me alegré de ver el coche rojo de mi mujer, señal de que andaba por allí. Subí rápidamente a la oficina y por más que me busqué no me encontré. Me fui a casa preocupado, pero pensando que como siempre había en la fábrica algo urgente de solucionar, pues que en ello andaba. Al llegar al hogar me sorprendí de que no hubiera vuelto. Pregunté a mi mujer: -Hola cariño, ¿me has visto? -Ni te quiero ver -me contestó-. Mira que despertarme esta mañana en lo mejor del sueño para una patochada. Miré por toda la casa y no me encontré hasta que abrí el cuarto de baño de los niños, y me dio una gran alegría verme sentado en la taza leyendo mi novela favorita. -¡Pero soy tonto! -me insulté-. Todo el día buscándome y me encuentro aquí sentado... ¿Se puede saber qué hago ahí? ¿No he pensado en ir a trabajar o qué? ¿Y no he pensado en mí? ¿Me puedo imaginar lo mal que lo he pasado? Vamos que me eché una bronca de muy señor mío, mientras me observaba allí sentado. -Verás -me respondí desde la taza-. Recuerdo que mamá dijo que no me levantara sin tirar antes de la cadena, y aquí estoy sentado desde anoche que me fui a acostar sin hacerlo. Y el que tenía que estar enfadado soy yo, que llevó veinte horas esperándome. -No si al final voy a tener yo la culpa -me dije.
tw Javier Jiménez (Ximens) ximens-montesdetoledo.blogspot.com Como siempre quise tener un hijo escritor, y maldito el caso que me hacen, tuve que intentarlo yo por ellos.
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© Miguel Ángel Moreno 2012
metroligero - Miguel Ángel Moreno
Septiembre: comiendo estaciones tw www.sintinta-miguel.blogspot.com
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pormotivosajenos Javier Mora
Un truco infalible:
ir con la verdad por delante
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P- ¿En qué tren estás subido ahora? R- En un ave llamado Fenómenos, con destino antena 3, llegada, septiembre. P- ¿Cuál es el peor aprieto en el que te has encontrado? R- Curiosamente en un tren, viajando de Madrid a Sevilla, vino el revisor a pedir el billete, no lo encontraba y me amenazaron con bajarme en Córdoba. P- ¿El rodaje o la obra de teatro en el que más te has divertido? R- El rodaje de la película Al final del camino la rodamos en pleno Camino de Santiago. La serie: Fenómenos con mi personaje de Adolfo Serna y porque mis compañeros son maravillosos y en teatro, haciendo El Burlador de Sevilla con la compañía de Teatro Nacional Clásico, una compañía inovidable. P- Completa la frase: Yo para ser feliz… R- …quiero equilibrio, salud, trabajo y amor. P- Los trenes que se pierden ¿vuelven a pasar? R- El que se pierde no, pero pasan otros con destinos muy bonitos. No hay que echar de menos al que se fue. P- Lo breve si bueno… R- …que sea más largo. P- ¿Qué libro te ha marcado? R- San Manuel Bueno, mártir de Miguel de Unamuno. P- ¿Qué libro estás leyendo ahora? R- Biografia de Paul Newman. P- Cuéntanos un truco infalible. R- Ir con la verdad por delante. P- ¿Cuál es la mejor forma de contar un cuento? R- En voz baja y creyéndotelo. P- ¿Un medio de transporte que prefieras? R- El tren. P- ¿Hacia dónde te orientas cuando buscas refugio? R- Hacia el sur, a la playa, en concreto el Rompido (Huelva). P- ¿Qué es lo que te gusta de Madrid? R- La libertad en la calle y la oferta cultural.
tw Javier Mora se encuentra actualmente grabando la nueva serie de Antena3 Fenómenos que se estrena en septiembre. Anteriormente le hemos visto en series como Los Protegidos, Caso Malaya, Mi Gitana, Dias sin Luz, Síndrome de Ulises. En Cine le vimos en No lo llames amor, llámalo X, Fuga de Cerebros, La Voz Dormida.
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