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MIMETISMO

Diana Yael Montero Jiménez

Afuera llovía, atravesaba el segundo mes más lluvioso del año, y desde la última semana el agua caía a cántaros desde la madrugada hasta el mediodía, Marcela despertó, era un día importante para ella, aunque tenía poco tiempo para arreglarse meditó unos segundos sobre todo lo que tendría que hacer, el solo hecho de pensar la situación hizo que se le erizara la piel, sentía como una descarga eléctrica le recorría el cuerpo, empezando en la nuca, pasando a sus brazos, generando opresión en su pecho y terminando en la punta de los pies, por primera vez esa sensación le producía placer, hoy ascendería a un cargo importante en el laboratorio donde llevaba trabajando desde hacía 3 años, hoy por fin vería una recompensa por su arduo esfuerzo.

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Tomó una ducha rápida tratando de no mojarse el cabello, decidió que sería una buena oportunidad para usar el traje sastre azul con líneas blancas punteadas que le regaló su madre por su cumpleaños número 35, y que había estado postergando porque no encontraba la ocasión adecuada para usarlo, después de haberse vestido, decidió usar un maquillaje neutro, eligió sombras marrones que acentuaban sus ojos aceitunados, colocó su labial favorito el cual resaltaba su mirada, recogió su cabello y decidió usar tacones altos de aguja que estilizaban su figura, preparó su café sin azúcar, dio 2 sorbos y se apresuró a salir de casa, recorrió aproximadamente 20 minutos de casa al trabajo, al llegar fue directamente a la sala de juntas donde ya la esperaban, la mesa directiva estaba conformada por 8 personas y ahora serían 9, siendo ella la segunda mujer en tener un puesto alto, en la puerta de entrada al tomar la perilla se detuvo, tomó una bocanada de aire y entró, después de unos breves saludos y de ponerse al corriente de la situación familiar de cada integrante.Tomaron asiento, todos le brindaron elogios por su dedicación y constancia, mencionaron sus valiosas cualidades así como la disposición de tiempo que tenía con la empresa, después de todo un director general debía tener mucho tiempo para atender las necesidades de ese lugar, Marcela se sintió confundida, estaba feliz de escuchar cosas agradables de ella pero se percató que su vida se reducía a ese sitio, que más allá de su lugar de trabajo no tenía una pareja, amigos, y que no tenía planes a futuro de tener una mascota y mucho menos un hijo, como casi siempre evitó seguir pensando en ello y se dedicó a sentirse feliz por su logro, al término del día todo el laboratorio de genética sabía que ella era la nueva directora general.

Dieron las 10 de la noche y ella aun no comía, su último alimento había sido el poco café que ingirió por la mañana, sentada en el escritorio se hizo consciente que tenía hambre, los pies empezaban no solo a molestarle sino que sentía dolor en ellos, miró el reloj y vio la hora, ya todos se habían ido a casa desde hacía 4 horas, era tiempo de tomar sus cosas e irse, mañana sería nuevamente un día ocupado, agarró su bolsa, se quitó los tacones y decidió recorrer los largos pasillos descalza, de todas maneras ya no había nadie en el lugar, antes de salir alcanzó a ver luz en uno de los laboratorios de pruebas, tenía que ir a ver pero, realmente estaba cansada, por lo que pensó que tal vez alguien había olvidado apagar la luz, entonces decidió seguir su camino, salió del lugar, bajó por una escalera de peldaños largos y llegó a su auto, pensó en regresar pero el hambre, el dolor de los pies y el sueño la hicieron continuar el rumbo a casa, al llegar a su residencia se dio un baño caliente, se puso las pantuflas moradas y cenó un sándwich de mermelada de fresa con mantequilla de maní, se quedó dormida prácticamente en cuanto tocó la cama, esa noche durmió plácidamente, tan profundo que a la mañana siguiente se despertó con la tercer alarma, realizó la misma rutina que el día anterior, con la diferencia de que ese día decidió usar ropa y zapatos más casuales, se vistió con un pantalón de vestir gris Oxford, una camisa blanca y zapatillas de tacón cuadrado, su día fue similar al anterior, ocupado, tenía que revisar cuentas, permisos, papelería de 1 año atrás y ponerla al corriente, hizo una sola comida consistente en pollo con ensalada y agua simple, estaba tan absorta en sus deberes que no se percató cuando todos los demás trabajadores empezaron a abandonar el lugar, cuando levantó la vista y vio el reloj eran las 10:35 de la noche, nuevamente había perdido la noción del tiempo, entonces suspiró y se dijo a sí misma que era el precio por ser una mujer exitosa, tomó su bolso de mano, se quitó los tacones, los tomó con la mano derecha y se dispuso a caminar hacia la puerta de su oficina, al llegar dio la vuelta para observar el espacio donde ahora trabajaba, observó lo amplio que era, el color crema invadía las paredes, pensó en los múltiples cuadros que podrían adornarlas, suspiró y apagó la luz, caminó por el pasillo rumbo a la salida, una tenue luz invadía el lugar,

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casi al llegar a la puerta final se percató que nuevamente la luz del laboratorio de pruebas estaba encendida, pensó en la posibilidad de que alguien estuviera trabajando, pero eso no tenía sentido, los protocolos dictaban que la hora de término de las actividades en los laboratorios era a las 6 de la tarde, también pensó en la posibilidad de que alguien hubiese olvidado apagarla, y se preguntó dónde estaría el guardia de seguridad, después de unos segundos sin moverse decidió ir a apagar la luz.

Al llegar a la puerta observó el laboratorio, ese había sido el lugar donde había iniciado sus prácticas cuando era estudiante de posgrado, aunque ahora lucía diferente, había más equipo y mejor infraestructura, el equipo estaba encendido y se escuchaba al fondo la centrifugadora, alcanzó a escuchar otros sonidos pero no los logró distinguir, se acercó de manera sigilosa al punto en que su caminar y su respiración se volvieron casi imperceptibles, escuchó voces y logró distinguir 3 en total, eran 2 hombres y 1 mujer, hablaban acerca de experimentos no probados, cuando llegó a donde ellos estaban, lo que vio la dejó helada, había múltiples animales sufriendo, agonizaban y se encontraban encadenados, con tubos conectados a las extremidades, algunos sedados y otros sin vida, el escenario era macabro, tétrico.

Marcela no pudo evitar soltar un pequeño grito, intentó frenarse pero no pudo, las 3 personas voltearon de manera inmediata, escuchó sus voces subidas de tono y alcanzó a escuchar un —Podemos explicarlo— seguido de voces guturales incomprensibles para ella, intentaba entender que estaba pasando, pero no encontró ninguna razón que justificara lo que acababa de ver, tenía que salir de ahí, quería explicaciones, pero necesitaba procesar el acto tan cruel que se estaba llevando bajo su mando, corrió a toda velocidad hacia su auto, escuchando los pasos de las otras 3 personas tras de ella, cruzó el pasillo y salió del edificio pero al llegar a las escaleras tropezó, traía ambas manos ocupadas con la bolsa y con sus zapatos que no pudo evitar el golpe contuso sobre su cabeza, golpeó su frente y su sien derecha, y al instante sintió un dolor espantoso, tan agudo que no le permitía abrir los ojos, sintió que el momento duró una eternidad, pero pronto escuchó los pasos cada vez más cerca, se levantó de manera abrupta y con la vista borrosa corrió hasta llegar a su auto.

Después de 40 minutos manejando a velocidad baja y con un dolor insoportable de cabeza, llegó a su casa, buscó un par de analgésicos en el cajón del baño y se los bebió con un vaso completo de agua, no supo si fue el dolor, la impresión o el miedo, pero vomitó todo de manera instantánea, trató de respirar profundamente, y volvió a tomar otro par de analgésicos, para después irse directamente a la cama y llorar, sentía como las lágrimas brotaban de manera abundante, lloró de manera desesperada alrededor de 2 horas, «¿Cómo algo tan grave pasaba bajo sus narices sin que ella lo notara en 3 años? ¿Cómo podía dirigir un lugar que atentaba contra la vida de manera tan siniestra? ¿Acaso la habían puesto en ese lugar por ingenua y no por méritos propios?» Después de no lograr contestar a ninguna de sus preguntas y cuando sus ojos estaban tan hinchados de tanto llorar se quedó dormida, durmió de manera intermitente, y en el último lapso de la noche tuvo un sueño, en él, estaba aprisionada, amarrada a una cama, sentía como conectaban tubos de diferente calibre a su cuerpo, quería gritar por ayuda, pero su laringe estaba conectada a un tubo más grueso aún, un hombre de edad mayor se acercó a ella y con voz aguardientosa le dijo: — No temas, esto es pro de la ciencia— Marcela gritó: —¡No, basta! — Abrió los ojos y volvió en sí, había sido sólo una pesadilla, entonces deseó fervientemente que lo que había visto por la noche también lo fuera, pero el dolor de cabeza y la tumefacción sobre su frente la regresaron a la cruel realidad.

Ese día decidió no ir a trabajar, no quería seguir en un lugar que iba totalmente en contra de sus valores, tenía que pensar muy bien la situación, decidir si denunciaría o si se quedaría callada, alrededor de las 11 de la mañana, la lluvia habitual empezó a cesar, no quiso pararse ni siquiera al baño, decidió permanecer todo el día en cama, no importaba que continuara con la ropa del día anterior, cuando se disponía nuevamente a dormir escuchó el sonido del timbre de su casa, entonces sintió angustia y temor, volvió a sentir como una corriente eléctrica atravesaba su cuerpo, pero esta vez empezaba en su frente y ya no generaba placer, esta vez generaba miedo, se levantó lentamente y sintió el frío del piso en sus pies, caminó lentamente hasta su puerta y preguntó: —¿Quién es?— Una voz masculina de mediana edad contestó: —Disculpe las molestias, soy nuevo en el fraccionamiento y soy fontanero, vine a dejarle mi tarjeta, por si en algún momento necesita alguna compostura puede llamarme—, ella se sintió aliviada, abrió la puerta y tomó la tarjeta. —Gracias, lo tomaré en cuenta— El hombre la miró con asombro y le dijo: —¿Todo bien anoche? — Marcela levantó la vista estupefacta, lo miró fijamente y no le dio la impresión de que fuera un simple fontanero, sintió miedo nuevamente y se preguntó «¿Cómo sabe lo de anoche? ¿Acaso alguien de la empresa lo mandó?» Intentó mantener la calma, respiró profundamente y dijo: —¿De qué habla? —

El hombre la miró desconcertado, era una linda mujer pero su cara tenía un moretón grande en la frente, los ojos hinchados y el maquillaje totalmente corrido, se limitó a decir —Es que tiene un golpe en la frente—, a lo que ella le respondió: —Tropecé al llegar y me pegué, pero estoy bien, gracias—, tomó la tarjeta de manera apresurada y cerró la puerta, el corazón le latía muy rápido y sentía una 31

desconfianza muy grande, nunca antes alguien había ido a tocar su puerta para ofrecer servicios, la idea de que la empresa hubiese mandado a una persona a vigilarla no se le hacía descabellada, miró la tarjeta, parecía hecha en imprenta, aparentemente sin nada extraño, era la tarjeta de un fontanero y electricista, pero dentro de ella sabía que era falsa, aunque pensó en llamar al número, pronto descartó la idea, decidió asomarse por la ventana para ver si ya se había ido, se acercó cuidadosamente al borde de la ventana, movió lentamente la cortina y se quedó petrificada.

Frente a su casa aquel hombre seguía parado mirando fijamente la puerta, pronto sus gestos se hicieron borrosos, la piel de su cara comenzó a agrietarse, sus ojos perdieron brillo y el cabello de sus cejas y barba encaneció, su ropa ya no era casual, lentamente se transformó en un traje sastre.

Era él, su maestro, el hombre que la había nombrado directora, dio 3 pasos hacia atrás, llevando ambas manos hacia su boca para ahogar el grito, «¿Cómo era esto posible? ¿Quién o qué era lo que estaba frente a su puerta?» Retrocedió más aún, hasta que su espalda topó con la pared blanca de su sala, quiso llorar, pero las lágrimas no brotaron, quiso gritar, pero sintió que se ahogaba, quiso correr, pero las piernas no le respondieron, en su mente se repetía aquella escena una y otra vez, no supo cuánto tiempo estuvo parada sin moverse, ya que el tiempo se le hizo eterno.

Su vecino, aunque intrigado por la actitud con la que había sido recibido decidió marcharse, en el patio saludó a un hombre de edad mayor que venía llegando, le entregó una tarjeta, la cual el anciano tomó y metió a su bolsa con celeridad, apresuró el paso y al llegar a la puerta tocó el timbre

Con los ojos llorosos, y el cuerpo débil Marcela se acercó lentamente a la puerta, a cada paso que daba sentía que las piernas se le hundían en el piso, caminó hasta llegar a la ventana, y se asomó a través de la cortina, seguía siendo su jefe, se encontraba tras la puerta a escasos 2 metros de distancia, su cara reflejaba impaciencia, el hombre miró su reloj de pulsera y volvió a tocar el timbre, ella sintió un hueco en el pecho. Tenía mucho miedo, ese ser masculino al cual conocía desde hacía 3 años no era quien ella creía, se preguntó para sus adentros si sería un experimento más, tal vez habían brincado la fase de experimentación ahora en humanos, después de pensarlo un poco, con todo el temor nunca antes experimentado, se acercó a la puerta y lentamente la abrió, lo miró con temor y alcanzó a decir: —Dígame—

El hombre la miró consternado, no era su brillante estudiante, no era la mujer poderosa que el conocía, se veía triste, atemorizada, la comparó incluso con un perrito desamparado, y como un padre amoroso le dijo: —Estoy preocupado por ti, me contaron lo de anoche y vengo a darte una explicación, Marce necesito que me escuches un momento—, ella lo miró y lo invitó a pasar. El hombre miró la casa, nunca había conocido el espacio donde su brillante alumna habitaba, miró las blancas paredes, colgaban cuadros de paisajes y flores, tenía una sala pequeña pero refinada, con una mesa de centro redonda de cristal, la cual tenía encima su bolsa y sus zapatos, fuera de eso, era una casa limpia y ordenada, pasó y se sentó en el sillón principal, ella decidió tomar asiento en el sillón contiguo, lo miró con los ojos llorosos, con desconfianza pero tratando de mantenerse serena, finalmente le dijo: — Lo escucho— El sujeto la miró preocupado, intentó tocarle la mano, pero ella la retiró de manera inmediata, bajó la vista y finalmente habló —Marce, anoche me llamaron después de que te fuiste, necesito contarte esa situación, nosotros hace unos meses empezamos a hacer algunos experimentos en animales, sé lo que piensas, sé que está mal, pero necesitábamos hacer investigación acerca de nuevos tratamientos, debí decirte eso, lo sé, pero estamos ya haciendo los trámites para regular esa situación— Ella lo miró y dijo en voz baja —Pero había animales muertos, ¿Cuántos están utilizando para sus experimentos? — —Solo es un grupo pequeño, juro que iba a decirte— Ella desconcertada preguntó: —¿Solo son experimentos acerca de tratamientos médicos?—él se limitó a asentir con la cabeza, la mujer en estado taciturno bajó la mirada, dentro de ella sabía que no era cierto, ella lo había visto cambiar de forma, vio claramente como su rostro se deformó, ese ser que estaba a lado de ella tratando de convencerla, no era más que un experimento diseñado en ese laboratorio de horror, cuando ella estaba a punto de decirle que se fuera, lo escuchó decir —Hija, no te ves bien, sabes que te aprecio, tienes un moretón en la frente y necesitas que te revise un médico, vamos, te llevo al hospital— por lo que solo acertó a decir —No, estoy bien, solo necesito un tiempo sola—

El hombre se levantó del sillón, volteo a verla y caminó hacia la puerta, al llegar a ella se giró solo para decirle que estaría al pendiente y que iría nuevamente a verla, salió y cerró la puerta.

Despertó, no sabía cuánto tiempo había pasado pero estaba segura que había dormido más de 12 horas, vio el sol entrar por las ranuras que dejaba su cortina y sintió un hueco en el estómago, recordó que llevaba 2 días sin probar alimento, por lo que se dirigió al refrigerador, abrió un yogurt de fresa y lo bebió inmediatamente, sintió como el frío líquido caía en su estómago, después de beberlo completamente, caminó hacia su recamara, se miró en el espejo y se desconoció, su piel tenía manchas de rímel, sombras y labial, y en su frente una mancha color morado abarcaba casi la mitad de

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la superficie, se quitó la ropa frente al espejo y se observó detenidamente, buscó algún indicio de picadura, antes de ese día jamás había dormido más de 8 horas, tal vez su jefe le había inyectado algo y no lo recordaba, después de examinarse completamente y no encontrar indicios de alguna inyección, tomó su toalla y se metió a bañar, salió y se puso unos jeans cómodos, una playera guinda que tenía impreso un dibujo acerca de la refracción de la luz y unos tenis negros, se ató el cabello en una coleta de caballo, se colocó sus gafas de sol y su gorra negra, tomó su celular y una cartera pequeña en la cual cargaba las tarjetas y su dinero y salió rápido de la casa, se subió a su coche y manejó por 20 minutos, hasta que llegó al parque más grande de la ciudad, era un parque amplio el cual tenía un león dorado en cada esquina, con muchos árboles, con corredores largos y 3 fuentes, se estacionó cerca de la fuente principal, respiró hondo en 3 ocasiones y se bajó, se acercó a una de las bancas blancas cercanas a la fuente y tomó asiento, miró fijamente como el agua se elevaba un metro por encima de la fuente y caía estrepitosamente a su alrededor, entonces se sintió identificada con el agua, ella había ascendido a tan alto y así mismo había caído, sintió como una pequeña lágrima rodó por su mejilla, pero la dejó correr hasta que cayó por el borde de su cara, cuando volvió a enfocar la mirada pudo verlo, frente a ella a 15 metros de distancia estaba él, pero lucía diferente esta vez, ya no tenía la máscara del plomero, ahora era la de un vendedor de helados que caminaba lentamente hacia ella, vio como su cara empezaba a tornarse borrosa y una vez más comenzaba a encanecer, su corazón se aceleró de nuevo, sintió como su pecho se encogía, por lo que tomó con fuerza la banca donde estaba sentada con ambas manos, de pronto tuvo la sensación de que su vida terminaría pronto, cerró los ojos y apretó los dientes, la cabeza volvió a dolerle de manera intensa, pero no era momento para quedarse inmóvil otra vez, así que abrió los ojos súbitamente, soltó la banca y se paró de inmediato, empezó a caminar lentamente, pero el hombre venía tras de ella así que aceleró el paso para finalmente echarse a correr, se subió a su carro sin voltear siquiera hacia dónde venía el vendedor, encendió el auto y arrancó rápido, escuchó que alguien tocaba el claxon y le decía palabras altisonantes, pero hizo caso omiso, lo único que deseaba en ese momento era salir huyendo de ahí, «¿En ningún lugar estaba segura? ¿Qué querían de ella? ¿O es acaso que tenían que eliminarla para callarla?»

Después de manejar en círculos alrededor de una hora y con la angustia de no saber hacia donde tenía que ir, decidió acudir a la policía, llegó en 15 minutos y aparcó el carro cerca de la entrada, jamás había estado en ese lugar, siempre lo consideró peligroso, pero curiosamente, ahora lo sentía como el lugar más seguro de la tierra, se bajó del carro y subió las escaleras del edificio, se registró en la entrada y preguntó al policía de la puerta donde podía poner una denuncia, el gendarme le pidió que se registrara y la condujo hacia la sala de espera.

—Marcela Márquez— —Soy yo— —Pase por aquí por favor—

La mujer tomó asiento y miró fijamente al perito, él le preguntó el motivo de su denuncia y ella comenzó a relatar la historia, notó que el hombre con traje que se encontraba frente a ella la escuchaba detenidamente y tomaba apuntes, sintió un alivio de poder decir lo que estaba pasando, siguió con el relato hasta que el hombre cambió su mirada, se notaba desconcertado y le dijo: —Espere, ¿Me está diciendo que su jefe puede cambiar de forma?—, ella solo asintió con la cabeza, el perito frente a ella sonrió y le dijo: —Señorita, eso es imposible—.

«¿Cómo rayos había llegado ahí?, ¿Cómo fue que la encontró?» El hombre frente a ella comenzó a envejecer lentamente, y sus ojos volvieron a perder el brillo, estaba aterrorizada, tenía que salir de ahí, empezó a llorar de desesperación, no podía aguantar tanto tormento, alzó la voz y terminó gritándole —¡Déjame en paz de una maldita vez! ¿Que no te basta con arrastrarme al infierno de saber lo que haces? ¡No!, además de eso quieres torturarme hasta volverme loca o matarme—.

El hombre frente a ella se quedó mudo, mirándola fijamente de manera atónita mientras que ella salía corriendo, la mujer muerta de miedo se dio a la fuga, se metió a su coche y manejó nuevamente hasta su casa, ningún lugar era ahora seguro para ella, él la seguiría todo el tiempo hasta a donde ella fuese, llegó a casa, estacionó el auto en su patio frente a su puerta y se metió a prisa, cerró la puerta con seguro, aseguró las ventanas y corrió las cortinas, de alguna forma él sabía todos sus movimientos, así que no le quedaba de otra más que deshacerse de su celular y su laptop, las azotó tantas veces hasta que estuvo segura que estaban totalmente destruidos, tomó un vaso grande de agua y se fue a su cuarto, se encerró con seguro y atrancó la puerta con la cómoda donde tenía su ropa, cubrió su espejo con una sábana, se metió a la cama y se tapó con las cobijas, no supo cuánto tiempo pasó ahí pero lo que si sabía es que no quería volver a salir, solo ahí sentía un poco de tranquilidad y paz.

Un ruido fuerte la despertó, escuchó pasos en su casa y pronto escuchó como empujaban su puerta con fuerza, el miedo paralizó cada músculo de su cuerpo, bajo la cobija no pudo moverse, pero pudo gritar, gritaba tan fuerte para que alguien la oyera y la ayudara, aunque sabía que probablemente nadie iría a su rescate, tal vez algún curioso se asomaría y al menos sabría lo que pasó, gritó tanto que la voz se le desgarró en pocos segundos y cuando logró fijar la mirada finalmente lo vio, ahora estaba frente a ella con un grupo de personas, finalmente él la había atrapado.MULTI FACÉ TICA

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Una camilla entró al cuarto junto con 3 paramédicos y 1 doctor, la sujetaron y le aplicaron un medicamento, su jefe estaba a su lado y su mirada reflejaba un dolor profundo, no podía creer el estado deplorable en el que ella se encontraba, parecía haber perdido alrededor de 10 kilos y estaba en los huesos, había estado encerrada alrededor de 7 a 10 días, en los cuales no comió ni bebió líquidos, el olor penetrante a orina, sudor y excremento se mezclaban hasta volver el ambiente totalmente pútrido, lentamente Marcela se quedó dormida, dejó de sentir dolor, y cuando su cuerpo se relajó fue llevada inmediatamente al hospital más cercano, al llegar la pasaron inmediatamente a estudios, la asearon y fue valorada por múltiples médicos quienes le instauraron medicamentos por vía intravenosa.

—Es un síndrome muy extraño Don Gabriel, solo se han reportado alrededor de unos 40 casos en el mundo, la tomografía que se le realizó demuestra la lesión en el área frontotemporal derecha, necesitará cirugía y tratamiento farmacológico—.

—Haga lo que sea necesario, después de todo yo tengo la culpa de lo que le pasó, si yo hubiese sido honesto con ella, nunca hubiese tenido este accidente, no soporto verla así, por favor doctor haga todo lo humanamente posible—.

36 horas después Marcela abrió los ojos, sentía un hueco en el estómago, y sentía una presión ligera en la cabeza, observó sus delgadas manos con catéteres, se tocó el pecho y bajó lentamente el tacto hacia su estómago, sentía cada una de sus costillas, jamás había estado tan delgada, posteriormente se llevó ambas manos a la cabeza y noto el vendaje alrededor de ella, su jefe, Don Gabriel estaba a su lado y la miraba con los ojos llorosos, en esta ocasión no sintió el mismo nivel de miedo que había sentido en días previos, y le preguntó: —¿Qué fue lo que me pasó? — El hombre respiró profundamente aliviado y le dijo: —Tuviste un accidente, te golpeaste muy fuerte la cabeza y tuvieron que operarte, pero el doctor dice que tal vez pronto vuelvas a ser la misma de antes, no tienes idea del temor que sentí de perderte—, ella no le contestó, solo lo miró y asintió con la cabeza y volvió a dormir.

Después de estar unos días en el hospital, fue dada de alta, Don Gabriel, había mandado a limpiar su casa y adornarla con flores, ella era como una hija para él y merecía lo mejor de este mundo, se encargó de comprarle ropa cómoda y la llevó a su casa, durante el camino ella solo hizo una pregunta —¿Qué pasará conmigo en la empresa? — Él sin apartar la vista del camino ni las manos del volante le dijo: —Cuando te hayas recuperado, volverás nuevamente a tu trabajo, el lugar es tuyo y nadie te remplazará—

No hubo más palabras durante el trayecto, llegaron a la casa y el la instaló, ahí una enfermera ya la esperaba, estaría a su cuidado hasta que el neurocirujano, el neurólogo y el psiquiatra la dieran de alta, los días transcurrieron de manera normal hasta que la bella dama había recuperado su peso habitual, ya no tenía puntadas y el cabello empezaba a crecerle para tapar la cicatriz, así mismo tomaba sus medicamentos con regularidad, recordaba poco de lo que había pasado, en algunas noches llegaban ciertos flashbacks sobre el incidente pero ahora lo sentía como un sueño, una pesadilla que por momentos se había sentido real.

Acudió a sus citas de manera regular y al cabo de 6 meses volvía a ser ella misma, fue dada de alta y regresó al trabajo, poco a poco se integró hasta que volvió a ocuparse de todas sus actividades, los doctores disminuyeron las dosis de sus medicamentos, ahora empezaba la época de frío y acudía a trabajar en zapatos de tacón bajo con abrigos casuales, a veces miraba a través de la ventana y cuando se veía en el reflejo del cristal sentía que su mirada había cambiado.

Sus horarios se habían modificado, entraba más tarde y debía irse obligatoriamente más temprano, esa tarde fría después de haber tomado un té en su oficina, recogió sus cosas y se dispuso a ir a casa, ya podía manejar su coche, solo debía ir a velocidad baja, llegó a casa y se dispuso a cenar, después de una cena ligera consistente en té y pan tostado, se lavó los dientes y fue a la cama, al acostarse pensó en como su vida había cambiado radicalmente en los últimos 7 meses, en la penumbra de la oscuridad recordó a sus padres, tenía tiempo de no verlos y cuando se enteraron de su cirugía no pudieron viajar para verla, ella les hablaba regularmente cada 2 o 3 días desde la cirugía solo para decirles que se encontraba bien, a veces sentía que existía una brecha grande con sus padres y a pesar de quererlos tanto no podía expresarse de la forma en que ella quería, pero los extrañaba y mucho, de igual forma pensó en sus amigos de la universidad, tenía mucho tiempo que no sabía nada de ellos, extrañaba las tardes en que salían a tomar algunas cervezas y cuando estudiaban para los exámenes, se preguntó que estarían haciendo ellos ahora y porqué dejaron de reunirse, respiró profundo y lentamente entre los pensamientos se entregó al sueño, así pasó una semana completa, donde cada noche recordaba momentos divertidos y personas de su pasado, recordó a su ultimo novio, al cual terminó por que pensó que habría algo mejor que el, y después de mucho pensar en aquel individuo alto, de cara afilada y cabello lacio, se dio cuenta que desde que terminaron no había encontrado a otra persona que llegara a importarle tanto como el, sintió tristeza pero después de todo por algo pasaban las cosas.

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Al día siguiente por la mañana siguió su rutina normal, pero al preparar café sintió un hormigueo en los brazos, era extraño, no era una sensación como las anteriores, además sentía que su piel se comenzaba a engrosar, pronto la mano le empezó a doler, sintió como quemaba intensamente, no se había percatado que había tomado la taza con el café caliente, por lo que tuvo que soltarlo inmediatamente, al caer la taza la piso y ver como se dividía en múltiples pedazos, observó como el café había pintado las paredes, el color había arruinado el blanco perfecto de los muros y entonces algo se removió en su interior, no supo que fue, pero se apresuró a limpiar y se fue al trabajo, la mayor parte del día se sintió intranquila y realizó todas sus actividades de manera distraída y apática.

Al llegar la tarde se fue a casa como todos los días, pero no se sentía ella en su totalidad, había algo extraño que se anidaba en su pecho, aun con la intranquilidad decidió tomar un baño y mientras se enjabonaba notó que la piel de su cuerpo se tornaba gruesa y flácida, no sabía que era, pero estaba segura que algo grave pasaba, cuando terminó el baño, se colocó la toalla y se fue directamente a su tocador, al sentarse se miró fijamente y su reflejo la dejó boquiabierta.

Su cara se empezaba a tornar borrosa y se formaron grietas en ella, en ese instante pudo recordarlo todo, cada suceso, sensación y pensamiento, todo llegó de golpe que sintió un dolor punzante en la frente, por lo que tuvo que apoyar la cabeza entre las manos, cuando el dolor cesó, bajó ambas manos y levantó la mirada hacia el espejo, lo tuvo muy claro, ahora ya pertenecía a ese mundo del que tanto había huido, se miró fijamente y se concentró en su apariencia, miró su piel marchita y observó cómo se tornaba lisa nuevamente, sus ojos apagados tomaron brillo de nuevo, y sus labios volvían a tornarse carnosos, después de unos segundos volvió a ser ella, y entonces sonrió ampliamente, mostrando sus dientes superiores y parte de los inferiores, se quedó inmóvil, manteniendo esa sonrisa amplia, aceptó que ya pertenecía a ese mundo, y al ser así ya nada podían hacerle, respiró profundamente y se sintió orgullosa del poder que había adquirido, no podía apartar la vista de su reflejo y se quedó ahí sentada sonriendo de manera fija, en la profundidad de sus pupilas y de sus pensamientos.

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