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Javier Álvarez es un ingeniero santafesino que dirige la empresa Integra Aura, que trabaja junto a la China State Construction Engineering Corp. en sus inversiones en el país. Pero lo que aquí importa es que es un coleccionista indómito, y que cuando vivió en Londres para hacer un posgrado universitario se enamoró de la porcelana china. La capital británica, junto con Hong Kong, Nueva York, París y más recientemente Beijing, son la meca de ese viejo arte oriental que conmovió a la Europa de sus siglos expansivos cuando aventureros, mercaderes y conquistadores traían del Lejano Oriente piezas que ellos jamás habían visto en tanta calidad. El secreto, cuenta Álvarez, era el kaolín, un componente de la arcilla china que no se encontraba en la europea, y que por tanto permitía la confección de una porcelana única.

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Si bien la porcelana o variedades de cerámicas han sido producidas en China con evidencias que llevan a más del 20 mil años, los períodos dinásticos Tang y Han, y los posteriores Yuan, Ming y Qing, son quizás los que generaron algunas de las piezas que han inspirado a la creación de grandes colecciones y miles de aficionados y autodidactas alrededor del mundo.

Los Emperadores y su interés por las artes y las porcelanas impulsaron la creación de increíbles piezas de arte. Entre ellos Álvarez menciona que nunca se deja de sorprender al estar frente a una porcelana creada durante los períodos de tres emperadores: Kangxi, su hijo Yongzheng y su nieto Qianlong.

“Su alto componente de polvo de piedra, el kaolín –cuenta Álvarez- permite que cuando la pieza se cuece a temperaturas mayores a 1000 grados se vitrifica y logra un estado casi sin poros, imposible de conseguir con otros materiales. Europa sólo tenía una cerámica más rústica e incapaz de lograr un esmalte traslúcido. Luego está el trabajo de los artistas chinos que en diversos períodos crearon una comunidad única para combinar tradición y conocimientos traducidos en formas esmaltes y de colores maravillosos”.

China tuvo, con mecenazgo imperial, hornos reales que produjeron una cantidad notable de porcelana, palabra que en Occidente derivaría del italiano porchetta, un caracol marino pequeño de concha nacarada. Esa porcelana empezó a llegar a Europa, sin contar lo que cuenta la leyenda de Marco Polo unos siglos antes, en especial

El coleccionista de porcelana

"Somos custodios de piezas de cientos de años que nos eligieron para cuidarlas", dice Javier Álvarez.

a partir del siglo XVIII, primero cargadas por portugueses, holandeses e ingleses. De allí, a todo Occidente, también a Argentina.

Aquí arribaron piezas muy interesantes como, entre otras, algunas en la época temprana colonial; en ciudades como la antigua Santa Fe la Vieja se hallaron platos de la dinastía Ming. Más tarde, por ejemplo las que engordaron la colección del ex presidente Urquiza. O una fuente, acaso para afeitarse, que perteneció a Rivadavia y forma parte del Museo de la Casa Rosada, para no hablar de coleccionistas privados y sus tazas, utensilios o vasijas, algunos donados al Museo de Arte Oriental—cuyos tesoros guarda el de Arte Decorativo pues no tiene sede propia— por familias pudientes que imitaron la pasión victoriana por el Orientalismo.

“Pero en mercados de calle, o en subastas en Londres, a veces se encuentran cosas sorprendentes”, dice Álvarez, siempre atento a oportunidades, allá o en los anticuarios y remates de Buenos Aires.

El coleccionista, señala, aprende en la

práctica, tocando y conociendo piezas en colecciones y museos de todo el mundo. Sólo 10% de las piezas que hay tiene marca (el sello imperial de la dinastía, o de un artista, como pasó sobre todo en la República de China de 1912/49), pero el resto puede ser igual de valioso y excelente, dice.

Con la porcelana sucede lo que con otras artes. Una conjunción irrepetible de factores culturales, históricos, sociales, geográficos y de concepción del mundo lleva a concretar en una pieza sublime y singular. Más de 25 millones de piezas viajaron a Europa y sus colonias en los siglos XVIII y XIX. Hoy los mayores coleccionistas son los propios chinos, proceso que acompaña la re-emergencia china como potencia. Ellos pagan fortunas por una obra de los años Ming o Qing.

“Tener una de ellas es algo ritual que aún vibra por el espíritu de sus creadores. Nos hace recordar —piensa Alvarez— que sólo somos custodios durante nuestro paso por la tierra de estas piezas de cientos de años que nos eligieron para cuidarlas”. ■

a mi interlocutor y él me conectó con un agente a quien conocía en Shanghai. Un par de meses después vinieron los chinos a conocer las plantas aquí y a los dos meses teníamos nuestra primera obra: un hospital de 25.000 metros cuadrados. Nunca habíamos hecho una obra así en la Argentina.

Así, decidimos participar en la feria china más importante del sector. El tema era cómo generar una marca del país, pues Argentina —salvo en tecnología por el Invap— no es reconocida a nivel industrial. Necesitábamos llamar la atención con algo fácilmente identificable, así que llevamos una pareja de bailarines de tango que hacía su show cada hora en la feria y fue un éxito.

Posteriormente instalamos una oficina de representación en Beijing, desde la cual se armó una red de agentes en toda China, e hicimos la página web en mandarín. A partir de allí, pudimos empezar a crecer.

Recuerdo que el primer hospital chino

que nos pidió suelos de goma demandó 25.000 metros cuadrados. Nunca habíamos hecho un pedido así todo junto. Pero pudimos, y hoy ya equipamos a 35 hospitales chinos, incluso uno de ellos con 65.000 metros cuadrados, lo cual al ritmo productivo actual de nuestra pyme supone más de 10% de su producción.

Este año tenemos tres hospitales de enorme dimensión que hacen que los números sean sustanciosos.

Hicimos también siete plantas de energía. Hemos crecido, tenemos tres nuevas líneas de producción. Por ejemplo ahora debemos agrandar la planta de Pilar. Hoy China representa 54% de nuestras exportaciones, apuntando a cerrar el año con 60% de nuestras ventas externas.

Asimismo estamos implementando la ampliación de un aeropuerto, con un producto más caro porque es un piso que debe resistir 150.000 personas/día.

En la relación con los chinos hay que ser pacientes; ellos se toman su tiempo. Y hay que discutir mucho. Uno necesita establecer una relación de confianza. Amistosa, podría decir. También es importante la capacidad de adaptarnos a sus gustos. Nosotros cambiamos algunos productos de acuerdo el color, por ejemplo. Y otra cosa importante: hay que estar disponibles las 24 horas.

Hicimos muchos viajes por año y dedicamos muchísimas horas a tratar con nuestros clientes. Es decir, nos dedicamos mucho a ese mercado. Pero la suma de todo ello valió la pena: una década después, contamos con un mercado desarrollado y potente para nuestra firma.

Una clave del éxito es la diferenciación. Cualquier empresa argentina que produzca cualquier bien tiene espacio en China. Pero deber ser algo que logre diferenciarse, algo específico. La puerta está abierta. ■

ESCRITURA DE LA HIERBA

La escritura cursiva de la caligrafía china es considerada el estilo más pintoresco y artístico.

• Producción general Asociación Cultural Chino Argentina y Feiyin Chen

Producción caligráfica profesor Chen Chien Hung sobre un poema de Wang Xizhi

CALIGRAFÍA

El estilo cǎoshū es la escritura cursiva de la caligrafía china, es considerado el estilo más pintoresco y artístico. Su signifi cado literal es “escritura de hierba”. Su nombre se puede entender de varias formas: por un lado como una escritura agitada como la hierba en el viento, por otro lado puede ser entendida como un borrador (otro de los posibles sentidos de �). Se caracteriza por ser más rápido de escribir, se escribe sin levantar el pincel del papel por lo que sus trazos son unidos, es muy libre (casi excediendo el cuadrado imaginario)

, y apenas legible. Estos trazos resultan fuertemente deformados y sin constricciones aparentes. La lectura y la escritura de este estilo son reservadas a los calígrafos y a los especialistas eruditos. Existen cuatro tipos de cursivas: � � zh�ngc�o, "cursiva de los sellos", � � j�nc�o, "cursiva nueva", ���xíngc�o "cursiva andante" y ��� kuángc�o "cursiva salvaje". Wáng Xiànzh� y Wáng X�zh� de los Jin Orientales (dinastía que reinó entre los años 265 y 420), son los mayores exponentes y los maestros en la materia. ■

Wang Xizhi

Vivió en 303-361, dinastía Jin, pero fue más reconocido durante la era Tang, cuando influyó como un maestro de todas las formas practicadas entonces en la caligrafía china. Lo admiró mucho el emperador Taizong (549-649), quien al morir habría mandado a que junto con él enterraran el Prefacio original a los Poemas del Pabellón de las Orquídeas.

ART E

Títeres heroicos

El actor y director Ignacio Huang presentó en Buenos Aires una de las historias del Rey Mono, héroe máximo entre estas queribles y antiguas maravillas chinas.

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