DangDai 17: Malvinas, el apoyo de China

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封面 故事

N O TA D E TA PA

• Néstor Restivo y Mónica Cofré ILUSTRACIONES MARCELO CARPITA

A

unque Argentina tiene lazos diplomáticos con China desde 1945, fue recién en febrero de 1972 cuando se establecieron relaciones formales con la República Popular China, fundada en 1949 tras la guerra civil que llevó al poder al Partido Comunista y a Taiwán al ejército derrotado. Se cumplen entonces, este verano, 45 años de un hecho que, por los avatares de la Guerra Fría, se plasmó en la lejana Bucarest, cuando sellaron el acuerdo los emisarios José María Ruda y Zhang Hai Feng. Y en estas cuatro décadas y media se afirmó un vínculo que en lo político y diplomático tiene un hito en el apoyo chino al reclamo argentino de soberanía sobre islas Malvinas, Georgias, Sandwich del Sur y sus espacios marítimos, vulnerados por el colonialismo y el pillaje británicos. Interesa identificar en este artículo, en celebración del 45 aniversario, tres momentos que destacan y marcan distintas posturas chinas frente a ese tema.

"Ping pong" y después

En 1972, cuando Occidente comenzó a alinearse al arreglo de EE.UU. y China y a la consecuente decisión de Naciones Unidas de reconocer a Beijing y ya no a Taipei como asiento del gobierno legal chino (tema cuyo análisis trasciende el objetivo de esta nota), los embajadores Ruda y Zhang acordaron en la capital de Rumania, el 19 de febrero, que el gobierno chino reafirmaba a Taiwán como parte inalienable de la RPCh -de lo cual Argentina tomaba nota- y reconocía los derechos de jurisdicción argentinos sobre la zona marítima adyacente a sus costas dentro de las 200 millas náuticas. Al incluir la agenda el tema Taiwán, Argentina pudo “sumar un potencial aliado ante su reclamo” por las islas del Sur, afirma Manuel Alfredo Paz en su libro De Malvinas a Hong Kong. El conflicto del Atlántico Sur y el fin de los Tratados Desiguales. Si bien no detallado explícitamente, este punto del acuerdo esperanzaba a la Argentina, en especial por el asiento permanente de la RPCh en el Consejo de Seguridad de la ONU. Con todo, como dice Eduardo Oviedo en su Historia de las Relaciones Internacionales entre

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Argentina y China, 1945-2010, para 1972 primaba más bien un espíritu de no intervención. Recién a partir de 2002, “en el gobierno (provisional del senador Eduardo) Duhalde, seguido por (Néstor) Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner” se reconoció “expresamente ‘una sola China’”, por lo cual -como en la ONU- se rechazaba el reconocimiento a Taiwán. Curiosamente el mismo diplomático Ruda, como ya lo había hecho el canciller Juan A. Bramuglia en 1948 frente a los países de América, había pronunciado en septiembre de 1964 “un vibrante alegato ante el Comité Especial de Descolonización de la ONU en el que expuso los hechos históricos y jurídicos que daban razón al reclamo argentino. Sus argumentos

probaron al mundo que la posición británica constituye un anacronismo propio de los grandes imperios coloniales, que se afirma solamente en la fuerza”, recordó en una nota Daniel Filmus, ex secretario de Asuntos Relativos a las islas Malvinas. La dictadura militar argentina de 1972, encabezada por Agustín Lanusse, se acercó al gobierno comunista chino tras los pactos entre Richard Nixon y Mao Zedong y la llamada “diplomacia del ping pong”, creyendo en la importancia del mutuo apoyo en los conflictos territoriales de índole insular que preocupaban a ambos países. “La taiwanización de la cuestión Malvinas se presentaba en 1972 como una oportunidad estrategia latente”, afirma Paz, para quien el hecho de que la administración


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