Paula 1 de septiembre de 2019

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AMOR

conversaciones con mi ex








EQUIPO

El sketch de la semana

Por Catalina Bu

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Director de La Tercera José Luis Santa María Directora de revistas Andrea Eluchans Editora general Sofía Aldea Subeditora Manuela Jobet Editora Paula Cocina Ariel Richards Periodistas Constanza Espinoza, Andrea Hartung, Consuelo Lomas, Victoria Misito, Patricia Morales, Emiliana Pariente, Francisca Urroz, Alejandra Villalobos Dirección de arte Silvia Caracuel Editora general de diseño Fernanda Dagorret Diseño Sibila Pollmann, Sofía Valenzuela Producción Magdalena Chahín, Magdalena Mendía, Dominga Sivori Fotógrafos Nicolás Abalo, Rodrigo Cisterna, Alejandra González, Jaime Palma, Juan Pablo Sierra Corrector de textos Gabriel Reyes Gerenta de ventas red femenina Ximena Borrowman Ejecutivas de ventas Constanza Plá, Andrea Sanhueza Gerente general y representante legal Andrés Benítez Pereira Impresión A Impresores S.A., que actúa solo como impresor

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1 de septiembre 2019

Revista Paula. Fundada en 1967. Editada por Copesa S.A., perteneciente a Grupo Copesa. La declaración de intereses se encuentra en www.grupocopesa.cl/declaracion. Domicilio: Apoquindo 4660, piso 8, Las Condes, Santiago, Chile. Fono: 22550 7000. Correo electrónico: hola@paula.cl. Derechos reservados ©Copyright Paula. Las opiniones vertidas por diferentes autores en esta revista, como asimismo el contenido y forma de los avisos publicitarios, son de exclusiva responsabilidad de quienes los emiten o pagan por su inclusión, no teniendo PAULA, por tanto, ninguna responsabilidad al respecto. Corresponde en forma exclusiva a PAULA la decisión de aceptar o rechazar avisaje publicitario. Prohibida toda reproducción, total o parcial, del material de esta revista. Impresión: A Impresores S.A.


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BREVES

La semana

Estos son los contenidos de Paula.cl que seleccionamos para pensar, conversar y reflexionar durante la semana.

Lo que tienes que ver #COCINA Comer flores: mucho se habla de las flores comestibles, pero lo cierto es que poco sabemos de ellas. Si tenemos suerte podemos encontrarlas en las ensaladas de algún restaurante vegano, pero en general no abundan las recetas para prepararlas. La información que suele circular se reduce solo a una lista de flores por país, y por eso quisimos indagar más. Descubre sus secretos en boca de expertos, cultivadores y chefs en Paula.cl

_ Lo más comentado

¡Escriban! No queremos ser un monólogo sino que un diálogo Lo que les gusta Lo que no les gusta Lo que está de más Lo que está de menos Pregunten Sugieran Critiquen Cuenten Nos interesa y lo necesitamos

#PaulaHablemosDeAmor Quererse después de los treinta

#PaulaTestimonio Aprendí que puedo aprender #PaulaHablemosDeMaternidad Criar a una hija diferente

_Lo estamos trabajando Estamos preparando un reportaje sobre quienes deciden no ser parte del sistema educativo convencional y optan por educar a sus hijos de manera alternativa. Cualquier sugerencia escríbenos a

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BELLEZA

Lo que tienes que probar

UN COLOR AUDAZ

“Los labiales en tonos violeta transmiten seguridad”, afirma el maquillador Juan José Sandoval. Él los recomienda en looks nocturnos. Labial mate de larga duración, $10.490, Urban Decay.

CABELLOS BRILLANTES

La ‘dulce’ violeta

Los champús y acondicionadores violeta se usan para matizar cabellos rubios y canosos, ya que en la escala cromática es el contrario al amarillo. Acondicionador sólido Sugar Daddy’o, $8.500, Lush.

Por Constanza Espinoza Ilustración Paula Blanche

Es quizás por el tono de sus pétalos –mezcla de azul y rojo– que han sido asociadas al amor. Incluso en la Antigua Grecia con sus pétalos se hacían filtros para atraer a la persona amada. Pero más allá de su color, las violetas tienen beneficios específicos para la salud. Originaria de Europa, es una flor comestible que tiene más vitamina C que una naranja, más vitamina A que la espinaca, y de la que hay muchas especies, cada una con un uso en el ámbito culinario, siendo la Viola odorata –o violeta dulce– la más utilizada en repostería. En aromaterapia se usa también por sus efectos calmantes, disminuir el estrés y el insomnio. “Para obtener su olor se deben poner las violetas en una bolsita de gasa”, recomienda la naturópata y experta en plantas medicinales Denisse Ortiz.

TOQUE DE DULZURA

Una de las peculiaridades de las violetas es el aroma de sus flores con un toque nostálgico que nos puede hacer recordar olores de la infancia. Parisienne Eau de Toilette 50 ml, $49.990, Yves Saint Laurent en Falabella.

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MODA

Los elegidos

Por Dominga Sivori

Foto Alejandra González

Beatle, $39.990, Benetton.

Suéter, $45.000, María Prints (@mariaprints).

Pantalón, $39.990, Benetton.

Botines, $49.990, Mango en Falabella.

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Por Dominga Sivori

Foto Alejandra González

Cartera color mostaza, $69.990, Prüne. Cartera color camel, $79.990, Prüne.

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TIEMPO LIBRE

Qué - Cómo - Cuándo

Para ver Para criar se necesita una tribu. La serie canadiense Workin’ moms muestra la vida de cuatro mujeres que vuelven después de su posnatal, enfrentándose a los problemas propios de sus oficios, hijos y familias. Son todas muy distintas –una exitosísima publicista que debe retomar su lugar en su empresa; una psicóloga que tiene que lidiar con su hija preadolescente; una corredora de propiedades con depresión posparto, y una oficinista que quiere que la dejen de ver solo como mamá–, pero todas deben asumir que la maternidad llegó para cambiar sus vidas y que recuperar a las mujeres que fueron antes va a significar un largo proceso. Es tan fácil relacionarse con las situaciones plasmadas en la serie, creada y protagonizada por Catherine Reitman, que cada capítulo asegura al menos una carcajada. Y quizás también un lagrimón. Las primeras tres temporadas ya están en Netflix. Workin’ moms (2017), Netflix.

Para oír

En las próximas semanas en Polvo Bar de Vinos cambiarán la carta, pero dejarán una de las preparaciones estrella: las álbondigas de cordero y limón, garbanzos y tapenade de alga ($11.800), que sí o sí hay que probar. Su creador es el chef argentino Federico Ziegler, quien a la vista del público prepara los platos o corta la charcutería que elabora en el local y que son ideales para abrir el apetito. Ojo con el jamón de pato, que no está en la carta. Además de sus 120 etiquetas de vinos chilenos naturales, acaban de lanzar su propia mistela, el tradicional licor que resulta de la mezcla de mosto de uva y algún alcohol. Perfecto para el postre.

Este año el músico británico Labrinth ha tenido dos lanzamientos importantes. Primero fue la canción que escribió para Beyoncé en la nueva versión de El rey león –que según algunos especialistas le valdría a la cantante su primera nominación al Oscar– y luego musicalizó la controversial serie de HBO Euphoria. De esa banda sonora recomendamos escuchar All for us, una canción potente y melancólica en la que Labrinth colabora con la actriz Zendaya y que musicaliza uno de los finales coreográficos más dramáticos del último tiempo. Disponible en

Constitución 187, Providencia @polvo_bardevinos

Spotify.

Albóndigas de cordero y limón Polvo Bar de Vinos

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Para seguir

Para mirar Helen Wilde es una artista inglesa que crea verdaderos jardines botánicos bordados. Su cuenta de Instagram @ovobloom es inspiradora, un placer para la vista. Allí va subiendo sus colecciones de manera pulcra, cuidando cada detalle para que en su conjunto sea una obra de arte. En su última propuesta predominan los bordados escultóricos utilizando hilos teñidos a mano, porcelanas, seda y organza. Esta serie está influenciada por un reciente viaje a Sri Lanka y su modernismo tropical, paisajes costeros y botánicos. También se puede comprar su trabajo en etsy.com.

Desde su lanzamiento en 2012, The Gourmand –publicación impresa y bianual– ha sido un homenaje a la comida, el arte y los rituales que se generan en torno a la mesa. Originarios de Londres, los fundadores David Lane y Marina Tweed –ambos del mundo del diseño– quisieron hacer una revista en la que la comida fuese solo un pretexto y un medio para abordar temas más profundos de la cultura contemporánea. Desde el estatus social de algo tan cotidiano como el kétchup, hasta el amor por las calabazas de la artista Yayoi Kusama, The Gourmand ha introducido un imaginario en el que confluyen fotografías, diseño e ilustración junto a temáticas sugerentes, atemporales y que incitan a la reflexión. Su instagram @thegourmand es un fiel reflejo de este mundo y da cuenta de que además de lo visual se preocupan del contenido. “La comida es el tópico universal, pero es la excusa para tocar temas sociales desde otra mirada”, explican.


GUÍA

Aprender para no depender

Moverse

de manera sostenible Por Alejandra Villalobos

Ilustración Sofía Valenzuela

Durante la segunda mitad del siglo XX el automóvil pasó a ser el modelo de transporte urbano por excelencia. Aunque fue una revolución que trajo muchos beneficios, los inconvenientes urbanos y medioambientales comenzaron a afectar las ciudades cuando se fue generalizando y masificando su uso. La contaminación que producen, el consumo excesivo de energía, la saturación de las vías de circulación y los efectos sobre la salud de la población han llevado a buscar alternativas e idear un modelo de ciudad eficiente y sostenible en donde es clave impulsar todas las alternativas de transporte limpio.

36% del consumo de energía es utilizado por el sector transporte. De esta energía, el 99% proviene de fuentes fósiles y el 82% la utiliza el transporte terrestre.

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PIRÁMIDE DE LA MOVILIDAD SOSTENIBLE

1. Caminar

ocupas menos espacio, tienes movilidad activa que es beneficiosa para la salud, y no contamina. Emisiones por viajes: 0 kg de CO2.

2.Bicicleta cumple los mismos principios, pero no es adecuada para todos los grupos de la población, por eso va en segundo lugar. Emisiones por viaje: 0 kg de CO2.

3. Transporte público es capaz de mover a muchas personas, y aunque contamina tiene la capacidad de optimizar los espacios y trasladar a un grupo grande. Emisiones por viaje: metro: 0.24 kg de CO2 / bus: 0,5 kg de CO2.

4. Autos particulares ocupan mucho espacio, generalmente viaja una sola persona, por lo tanto no se optimiza su capacidad total, y contaminan. Emisiones por viaje: eléctrico: 1 kg de CO2 / híbrido: 2,7 kg de CO2 / moto: 3,13 kg de CO2 / sedán gasolina: 6 kg de CO2 / 4x4 gasolina: 9 kg de CO2.


34% de la población utiliza el auto como medio de transporte principal. El 30% micro/bus, el 10% colectivo o metro-metrotren, el 8% camina, el 7% utiliza bicicleta y un 1% usa taxi u otro medio de transporte. según la última encuesta nacional de medio ambiente (2018)

MOVILIZACIÓN SOSTENIBLE Se entiende por actuaciones de movilidad sostenible aquellas que ayudan a reducir los efectos negativos de la movilización, priorizando modelos más amigables y responsables con el medioambiente y nosotros mismos. También se asocia a las nuevas tecnologías desarrolladas para tener más transportes limpios.

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ELECTROMOVILIDAD “Una de las primeras razones de por qué el mercado automotor debiese avanzar hacia la electromovilidad es porque la gasolina es limitada. No existe una reserva que permita sostenerla por los próximos 100 años. Lo segundo tiene que ver con la sustentabilidad; dados los altos niveles de contaminación, lo que necesitamos justamente son transportes más limpios. Para eso es fundamental potenciar micromovilidades como bicicletas, caminatas o scooters que son cero emisiones, y transportes públicos y privados de calidad sin emisiones”, dice Tamara Berríos, country manager de BYD en Chile, empresa que hoy tiene una flota de 285 buses eléctricos funcionando en el transporte público en Santiago.

488 autos híbridos y 154 autos eléctricos se han vendido en Chile en lo que va del año, según un informe de la Asociación Nacional Automotriz de Chile. La meta del Ministerio de Energía al 2022 es aumentar en al menos 10 veces el número de vehículos eléctricos.

SCOOTERS PARA COMPARTIR Este año fue el boom de los monopatines eléctricos en nuestro país. Ya son cuatro empresas las que ofrecen este servicio en Santiago: Lime, Scoot, Grin y Hop (emprendimiento chileno). Las cuatro empresas funcionan con una aplicación móvil, al igual que las bicicletas compartidas.

“Estamos frente a una verdadera revolución en la manera en que entendemos nuestra relación con la ciudad y el medioambiente en materia de transporte. La movilidad eléctrica es sinónimo de ciudades con aire más limpio y más silenciosas”. dice el ministro de energía, juan carlos jobet.

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RECOMENDACIÓN Carolina Rojas, investigadora del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS) y especialista en acceso y movilidad, recomienda el libro Muerte y vida de las grandes ciudades. “El concepto de movilidad sostenible toma fuerza cuando las grandes urbes y ciudades comienzan a paralizarse por la congestión y contaminación de los autos y empezamos a perder la humanidad de las ciudades, llenándolas de autopistas y fragmentando los espacios. Este libro retrata muy bien este fenómeno. La autora, Jane Jacobs, lo publicó en 1961, justo en la época en que el auto empezó a emerger como el modo más fácil para desplazarse”.

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ha aumentado la utilización de las bicicletas como medio de transporte en los últimos dos años en Chile, posicionándose como uno de los crecimientos más fuertes del mundo.

los resultados fueron calculados con el total de viajes contabilizados por eco-counter.

CARPOOLING Es una tendencia internacional que ayuda a reducir el tráfico vehicular y a cuidar el medioambiente. ¿Cómo? A través de una plataforma digital, conductores y pasajeros se ponen de acuerdo para compartir el viaje. La idea es optimizar el uso del auto al maximizar la cantidad de asientos usados. La regla: no se lucra, solo se pueden compartir los gastos. En Chile existe Nosfuimos.cl, que contacta a conductores y peatones para compartir el auto hacia un destino en común. La web funciona mediante un registro por Facebook o mail y con un formulario de inscripción.

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ESPECIALES PAULA.CL

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Corazones rotos


Revisa nuestro especial Corazones Rotos en Paula.cl

Conversaciones con mi ex Por Juan José Richards

Fotos Alejandra González

Producción Magdalena Mendía y Dominga Sivori

A principios del 2016, una tarde de enero, dos amigos cercanos celebraron su unión civil en la terraza de un restaurante del centro de Santiago. Era la primera vez que yo asistía a una ceremonia así, y estaba emocionado por ellos y también expectante de cómo iba a ser lo que ocurriría. Entre la multitud de los que llegamos como invitados vi a Nicolás. Nos habíamos conocido años atrás justo después de que yo había recibido mi carta de aceptación a un programa de posgrado en el extranjero, y había empezado mi cuenta regresiva para irme a estudiar fuera. Lo nuestro empezó apenas nos vimos en el departamento de una amiga. Y terminó abruptamente la noche antes de que yo partí a Nueva York, cuando él no llegó a mi despedida y me cortó el teléfono diciéndome que no quería verme. Desde que me había ido a vivir y estudiar literatura a Nueva York habían pasado siete años. Había completado mi magíster, vuelto a vivir a Santiago, publicado un poe-

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mario y estaba por publicar mi primera novela. Sentía que había cumplido las metas que me había propuesto antes de partir: tenía un trabajo en un medio de comunicación en el que podía escribir y había empezado una carrera literaria. Pero tenía un asunto pendiente con ese muchacho que estaba al otro lado de la terraza.

mos dándole la espalda al Parque Forestal. Al principio estábamos nerviosos, pero él se encargó de disolver esa tensión. Es rara la distancia que uno tiene que mantener en el presente con una persona con la que estuvo involucrada en el pasado, parecido a estar ante un abismo conocido, un vértigo que ya se ha experimentado.

Hay una teoría antroposófica que dice que cada siete años el cuerpo humano renueva sus células. Eso permite que, de alguna manera, cada siete años tengamos la oportunidad de ‘ser otros’. Pero esa tarde de verano, entre los demás invitados a la ceremonia, vi a Nicolás vestido de traje y, aunque estaba más viejo, seguía siendo el chico raro y hermoso con el que me había involucrado años atrás. Mientras la magistrada celebraba la unión civil de nuestros amigos, alcanzó a decir: “Los declaro casados… Es decir, convivientes civiles”. Ese pequeño desliz de lenguaje nos dio a risa a todos. Recuerdo haber visto a lo lejos a Nicolás reírse, y después darse un beso con el hombre que lo abrazaba por la espalda.

Comenzó contándome que él, como nuestros amigos de esa noche, iba a celebrar su unión civil en algunos meses más. Me explicó que desde que nos habíamos dejado de ver había ido a terapia y había conocido a un arquitecto con el que ya llevaban varios años juntos. Lo felicité y le pregunté por qué lo hacía. Una de las cosas que más me gustaban de nuestra relación era que nunca éramos condescendientes con el otro. Podíamos discutir por horas y solo interrumpirnos para agarrar de lo calientes que quedábamos. Estar con él era un desafío constante. Nicolás era rápido, ingenioso, divertido. Brillante. Sin duda el hombre más inteligente con el que he estado. Pero a diferencia del pasado, en que también podía ser cruel, manipulador y a veces violento, ahora parecía centrado, amoroso, flexible. Sus respuestas eran sencillas y hacían sentido. Se casaba porque estaba enamorado.

Yo también me reí, pero después me incomodé e hice lo que mejor sabía hacer hasta entonces: darme vuelta y evitar sentir lo que estaba sintiendo. La fiesta se trasladó al primer piso del lugar, donde había una pista de baile y barra abierta. Comí, bailé, me reí y tomé. Con Nicolás nos habíamos conocido así, en fiestas, en las que principalmente jugábamos a evitarnos, pero de las que solíamos irnos juntos y escondidos. Nuestro espacio fue siempre el de la noche, escabulléndonos de los amigos o metiéndonos escondidos a su casa. Nos gustaba estar juntos y conversar. Pero sobre todo pelear y darnos besos. Esa noche en que se casaron nuestros amigos hacía calor. Recuerdo que salí a tomar aire a la escalera y él se acercó. Me preguntó si podíamos conversar. Le dije de inmediato que sí, sin pensar en lo que podría venir después. Ahora me doy cuenta de que esa dinámica era muy propia de nuestra relación en el pasado: él ponía las reglas y yo las seguía. Subimos en silencio las escaleras que llevaban a la terraza. Había oscurecido y elegimos dos sillones que estaban junto a la baranda y nos senta-

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Conversamos sobre nuestra historia. Me sorprendió que él guardara un recuerdo romántico de los pocos meses en que nos vimos. En mi memoria y en mi corazón la nuestra había sido una relación clandestina, oscura, de la que yo había salido muy herido por su culpa. Pero él la veía desde otro lugar. Encontraba tiernos los episodios que habíamos vivido juntos y valoraba nuestras conversaciones. Eso me desconcertó. Al principio creí que Nicolás estaba manipulando el pasado para entrar sin culpa a su nueva etapa de hombre casado, pero luego me di cuenta de que esa no era su intención. Lo que estaba haciendo era reconocer delante mío que lo nuestro había sido importante. Y ese gesto podía ser una invitación a dejar atrás el pasado y seguir adelante, cosa que yo no había hecho. Le agradecí por decirme eso, pero la verdad es que me costaba creer todo lo que había cambiado. Como una suerte


Siete años después de que terminamos con mi ex, nos juntamos para enfrentar las versiones que teníamos de nuestra historia. Para mí fue inesperado; habíamos vivido el quiebre de forma distinta y conversarlo me hizo entender que muchas veces elegimos interpretar el pasado a nuestro favor. A pesar de lo que había querido creer, yo no era la víctima. 25


de broma, le dije que felicitara a su sicóloga de mi parte. Él se rió y dijo que podía darme su teléfono. Yo me reí, pero lo cierto es que me mantuve intransigente, incrédulo y cerrado a lo que me decía. Me di cuenta de que seguía herido. Y tenía miedo de que pudiera herirme otra vez. Nos despedimos en buena onda y él bajó al primer piso del local a abrazar a su pololo. Yo quedé desconcertado y removido. Traté de volver a bailar con mis amigos, pero no pude. Al día siguiente almorcé con una amiga. Me había quedado hasta tarde en la fiesta, había tomado y estaba agotado emocionalmente. Se dice que cuando estamos cansados nuestras emociones aprovechan para encontrar un camino a la superficie. En ese almuerzo terminé llorando, preguntándome si no había estado equivocado estos siete años. Quizás Nicolás no era el villano de la historia, sino que todo el sufrimiento me lo había provocado yo mismo. Ese mismo verano le escribí a su sicóloga y en marzo empecé con ella una terapia. Creo que lo que más me costó de ese proceso fue asumir lo cómodo que estaba en mi rol de víctima: a mí me habían dejado la noche antes de partir, a mí me habían traicionado, a mí me habían hecho sufrir. Abandonar ese lugar fue doloroso, porque tuve que aceptar que durante años no quise avanzar, ni cambiar, ni perdonar ni hacerme responsable. Semanalmente, me senté en la consulta de mi sicóloga a trabajar en mi intransigencia. Me enojé, me frustré, me dio pena y me cansé. Pero aprendí a ceder. En la etapa final de mi terapia pasaron tres cosas que me llevaron a tener una segunda conversación con Nicolás: la primera es que empecé a escribir una novela que pasaba en un bosque del sur de Chile donde los viajeros se encontraban con los fantasmas de sus antiguos amantes para reparar sus historias pasadas. La

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segunda es que empecé a ver The Affair, una serie con capítulos que duran una hora y que están divididos en dos partes: durante la primera media hora vemos la versión de Noah y durante la segunda la versión, de Allison, los dos amantes de la historia, y las diferencias entre los relatos de ambos son abismales. Lo tercero fue que me enteré que después de casarse, Nicolás y su marido se irían a vivir fuera de Chile. Creí que sería buena idea invitarlo a narrar nuestro pasado a dos voces para que pudiéramos contraponer nuestras versiones antes de que él partiera. Una noche me lo encontré en una fiesta, le conté que estaba escribiendo esta novela que se llamaría Un proyecto fantasma, y le pregunté si quería ser uno de los fantasmas con los que mi protagonista se encontraba en el bosque. Él aceptó. Y pocos días antes de su partida nos juntamos en un café cerca del estudio donde él trabajaba. Esta iba a ser la primera vez en mucho tiempo que nos veríamos de día, sobrios y no en una fiesta. Él apareció caminando detrás del ventanal, tenía puesto un abrigo largo. Era otoño, y decidimos hacer una de las cosas que hacíamos bien juntos: caminar. Así nos fuimos andando con nuestros cafés por la misma avenida por la que habíamos caminado a su casa una noche de invierno, años atrás. Nicolás estaba relajado y divertido. Respondió todas mis preguntas, me hizo algunas, se rió y se emocionó. Yo no podía creer que tuviéramos una conversación civilizada sin herirnos. Contrapusimos nuestras versiones. Ninguno de los dos recordaba exactamente cuántas veces nos habíamos visto ni dónde, pero compartíamos el vértigo de un pasado intenso. Aunque en general recordábamos los mismos hechos, la forma en que los experimentamos fue distinta. Y no


solo había sido distinta para mí y para él en el pasado. Su forma de pensar y de sentir ahora también había cambiado. Él se había transformado en un hombre emocionalmente sofisticado. Con emociones profundas y diversas que había aprendido a identificar y abordar, mientras yo seguía siendo un niño con pataleta al que habían abandonado. En un momento de la caminata le pregunté por qué no había querido despedirse de mí cuando me fui a Nueva York. Él me explicó lo que le pasó esa noche. Lo escuché y le creí, pero tuve la impresión de que, en el fondo, los dos habíamos elegido no seguir juntos. Cuando él no llegó a mi despedida, siete años atrás, yo lo interpreté como que no quería verme más. Me fui a Nueva York con el corazón roto, y nunca más respondí los correos que me mandó. Hay un término en inglés para denominar eso, se llama ‘ghosting’, y consiste en desaparecer ante otro sin dar explicación. Fantasmear. Y para él, eso era lo que le había hecho yo, dejándolo desconcertado y dolorido. Nicolás no quería despedirse porque creía que lo nuestro podía seguir a distancia, mientras yo había hecho un corte abrupto a esa posibilidad. Pero esa tarde, caminando uno al lado del otro, no estábamos preguntándonos “qué hubiera pasado si”. Más bien, juntos observamos con distancia y cariño a los que éramos en el pasado. Se dice que los fantasmas aparecen solo en el lugar en el que murieron y, si lo hacen, es para aclarar algo que dejaron pendiente en vida. Se habla de ellos como formas imprecisas de sombra, destellos de luz, ráfagas de viento. Pero durante lo que duró esa caminata yo vi desaparecer el fantasma que me había inventado de Nicolás para ver aparecer al tipo resuelto que era ahora. Caminamos por tres horas hasta que lo fui a dejar al departamento que compartía con su marido. Ya estaban embalando sus cosas y esa noche lo esperaba con una comida casera y una copa de vino. Miré con asombro esa vida que habían construido, los planes que tenían y el hombre que Nicolás era ahora. Creo que jamás habría podido ofrecerle eso. Esa seguridad. Esa

vida. Nos despedimos y quedé de mandarle la novela cuando estuviera terminada. Con el tiempo la idea de mi novela se fue diluyendo. Traté de trasladar nuestra caminata con Nicolás a un bosque del Sur, pero la operación nunca terminó de funcionar. Ninguna ficción superaba la experiencia que habíamos tenido. El protagonista de mi novela era un ilustrador botánico, y como parte de la investigación me empecé a internar en el mundo del dibujo científico. Entrevisté a ilustradores, tomé cursos, viajé para aprender las técnicas. Y eso llevó a que lentamente, y quizás sin buscarlo, terminé especializándome. Ahora es lo que más me gusta hacer: dibujar plantas. Hay algo reflexivo, silencioso y misterioso en la práctica de la ilustración botánica que me interesa y me desafía. Cuando años atrás me fui a Nueva York a estudiar, quería convertirme en un escritor, tener una carrera literaria, publicar en el extranjero. Pero ya no estoy tan seguro de querer nada de eso. Esta columna es lo que queda de mi novela, y me gusta que sea así: las ruinas de un proyecto fantasma. Hace poco, en alguna red social, vi una foto de Nicolás y su marido, apoyados uno en el hombro del otro, en la estación de trenes de una ciudad europea, sonriéndole a la cámara, tranquilos y felices como nosotros nunca pudimos estar. No sé si hoy pienso que perdí la oportunidad de mi vida al dejar ir a alguien increíble como él. Más bien valoro la historia de fantasmas que tuvimos juntos. Sé que nos quisimos. Aunque cuando nos conocimos no éramos capaces de expresar verbalmente lo que sentíamos por el otro, ese cariño encontró su forma de manifestarse. De sortear su camino a la superficie. Más allá de la atracción, de la fascinación, de las ganas de estar con él, me sentí querido por él. Me sentí querido cuando estuvimos juntos y me sentí querido cuando, años después, se acercó y me preguntó si podíamos conversar honestamente desde el corazón. Quizás la única forma de atreverse a cambiar.

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BIENESTAR

¿Te hacen falta vitaminas? Texto Constanza Espinoza y Andrea Hartung

Producción Magdalena Mendía

La pregunta “¿son necesarios los suplementos vitamínicos?” tiene una respuesta clara: solo si hay alguna deficiencia arrojada por un examen clínico. Los especialistas son enfáticos en recalcar que una persona con una dieta equilibrada no los necesita. “Se entiende por equilibrada que la dieta cubra los requerimientos de macro y micronutrientes, incluyendo todo tipo de alimentos, carnes o proteínas de origen vegetal, lácteos o sustitutos, frutas y verduras frescas y grasas saludables”, explica la nutricionista de Clínica Indisa Dana Bortnick. Esto lo comparte Vivian Rybertt, nutrióloga infantil de Clínica Alemana: “No es necesario que un niño o una niña con una dieta equilibrada consuma suplementos vitamínicos. Todas las vitaminas vienen en los alimentos y además algunos como los cereales y lácteos están fortificados”. Una deficiencia vitamínica puede detectarse a través de un examen de sangre, estudio que a nivel mundial ha mostrado que una de las vitaminas que presentan mayor déficit es la D. Y Chile no es la excepción. La última Encuesta Nacional de Salud reveló que un 84% de las chilenas entre los 15 y 49 años presenta un déficit de esta vitamina, la que se sintetiza con la luz solar en nuestra piel y que se encuentra naturalmente en pescados grasos como el salmón, el atún, la caballa y el aceite de bacalao, así como en el hígado de res, los quesos, los hongos y la yema de huevo. Los suplementos de esta vitamina están disponibles en formatos de cápsulas o tabletas, polvos y gotas.

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Fotos Rodrigo Cisterna

En 2010 un estudio de Euromonitor determinó que Chile, Argentina, Brasil y Colombia eran los países latinoamericanos más consumidores de este tipo de suplementos. En Estados Unidos se estimó que el 52% de la población los toma a diario (incluso más de una vez) u ocasionalmente.


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Según el Ministerio de Salud, “los suplementos alimentarios son productos destinados a complementar la dieta con fines saludables y contribuir a mantener o proteger estados fisiológicos característicos, y que su composición podrá corresponder a un nutriente o mezcla de nutrientes, entre los cuales se cuentan las vitaminas y minerales”.

De acuerdo con Dana Bortnick, nutricionista de Clínica Indisa, hay ciertos grupos de personas que necesariamente tienen que incluir suplementos vitamínicos a su dieta. Este es el caso de EMBARAZADAS

Deben complementar su dieta con calcio, vitamina D, hierro, ácido fólico y omega 3, porque en esta etapa se convierten en nutrientes críticos. ADULTOS MAYORES

Debiesen evaluarse los estados de vitamina D, B12, A, C y ácido fólico, ya que en ellos disminuyen la absorción de nutrientes, el apetito, el gusto y la tolerancia a ciertos alimentos. VEGETARIANOS Y VEGANOS

Para realizar un cambio de dieta a vegetariana o vegana es fundamental tener el apoyo de un nutricionista que entregue las herramientas adecuadas para el reemplazo de alimentos y los nutrientes que estos aportan. En ambos casos es necesario evaluar el estado de proteína, ácidos grasos omega 3, hierro, zinc, yodo, vitamina D y vitamina B12 y calcio.

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A los deportistas se les aconseja complementar su dieta con suplementos específicos. “Los deportistas tienen requerimientos energéticos y de macronutrientes más altos que la población normal, sobre todo de carbohidratos”, explica el nutricionista deportivo de Clínica Alemana Felipe Muñoz. “Se trata de quienes entrenan al 100% y que en muchos casos lo hacen seis días a la semana, e incluso dos veces al día. Por eso el desgaste fisiológico de ese organismo es mucho mayor”. Todos los deportes de alta intensidad demandan una mayor cantidad e ingesta de hidratos de carbono en la dieta, y para ello existen geles. En algunos casos también pueden demandar suplementos ganadores de peso y otros que contengan cafeína para lograr una mayor activación. “Están en un contexto totalmente distinto a un usuario de gimnasio que busca perder peso o grasa corporal. A un deportista de alto rendimiento se le asocia un mayor desgaste muscular, por ende, la suplementación con proteínas también es recomendada”.


Las vitaminas no solo son fundamentales para nuestra alimentación, sino que también son un aporte en el cuidado de la piel y el pelo. Muchas de estas son parte esencial de las fórmulas de variados productos cosméticos disponibles en el mercado o se encuentran en cápsulas para ingerir. La cosmetóloga y directora de Medsthetik, Mónica Böhmer, resume tres vitaminas clave: Vitamina C: Tiene un papel importante en la síntesis de colágeno, molécula proteica que otorga elasticidad y firmeza a la piel. Es también un potente antioxidante que protege a la vitamina A de la oxidación. Aunque es la vitamina por excelencia de los cítricos, está también en verduras como la lechuga, espárragos y el brócoli.

Vitamina E: se caracteriza por su gran poder antioxidante y también por sus propiedades rejuvenecedoras y cicatrizantes. Ayuda a combatir el daño provocado por la exposición a los rayos UV (manchas) y posee propiedades antiinflamatorias que ayudan a aliviar la dermatitis y el acné.

Vitamina B: entre las vitaminas del complejo B destaca la B3 (niacinamida) en el área de la belleza. Sus principales características son sus propiedades antiiflamatorias y antiedad. Uno de los síntomas principales de su déficit extremo, llamado pelagra, es la dermatitis.

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TRABAJO

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Aquí cocino yo


Volver al origen Texto Consuelo Lomas

Fotos Constanza Miranda

Alrededor de la isla cubierta de mármol que está en el centro de la cocina de Tesi Ross, se pueden sentar cómodamente diez personas. Aquí todas las superficies están libres de objetos, excepto por un hervidor de agua y un set de tres pequeños maceteros con las hierbas frescas que usa en sus preparaciones. Pero este espacio no fue siempre así. Hace cinco años transformó la cocina de su casa en un lugar moderno, decorado en colores neutros y que se integra al comedor y a la terraza, una remodelación a la que le puso el alma. “La convertí en una cocina más informal. Hasta aquí pueden llegar mis nietas o mis alumnas y se sientan sin que nadie esté a la cabecera”, dice. Al igual que en su cocina, hace cinco años Tesi hizo una transformación en su vida cuando decidió dejar su trabajo como ingeniera comercial para dedicarse de lleno a la gastronomía. “Soy ingeniera y por años dirigí mi propia consultora. Le hice asesorías estratégicas a empresas grandes y hacía clases en la Universidad Católica. Llegó un momento en el que quise dedicarme a mi segunda pasión, que había quedado postergada desde mi infancia: la cocina”. Resuelta a dejar el mundo corporativo para dedicarse al de la cocina desde su casa, reconoce que cuando partió no tenía un plan claro, pero que aplicando la misma metodología que enseñó por años a jóvenes que querían aprender

sobre cómo levantar un emprendimiento, sacó adelante el suyo. “Iba a la Vega o a Lo Valledor a comprar y comparar, hice estudios de mercado, analicé quiénes serían mis clientes”, explica. “Me gusta mucho ir a ferias y probar de todo. Me encanta incorporar en mis recetas ingredientes que son nuevos para mí, como una forma de transmitir alternativas”. El día de Tesi transcurre casi por completo en la cocina y dice que nunca se aburre: “Cocino mucho. Es mi pasión y me relaja. Estoy siempre probando recetas o preparando platos para eventos. Este es mi espacio de trabajo y me gusta todo lo que pasa aquí, escuchar música mientras preparo algo, estar acompañada por mis alumnas o mi familia”. Para Tesi hay claves de la cocina que siempre busca transmitirles a sus alumnas: “Una de las cosas más importantes que me gusta explicarles son los cómo y los porqué de la cocina. La principal razón por la que las recetas fallan es porque no entendemos realmente por qué pasan ciertas cosas. Cuando un queque no crece parejo en el horno es porque no cerniste bien la harina con los polvos de hornear y quedaron concentrados en una parte de la mezcla. Por eso es importante cernir y combinar bien, pero muchas veces nos saltamos pasos sin saber que tienen un rol clave. Todo en la cocina tiene una razón de ser”, dice.

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“Soy ingeniera y dirigí mi propia consultora. Llegó un momento en el que quise dedicarme a lo que había postergado desde niña: la cocina”.

Su amor por la cocina partió cuando era una niña. Cuenta que su mamá era una excelente cocinera y que de chica era tan fanática de la gastronomía, que a los 12 años le regalaron su primera cocina de dos platos con un balón de gas. “Eso se ha mantenido; cuando hago una receta, antes de partir, me imagino el sabor en la mente. Tengo una enciclopedia de sabores y siempre que salgo a comer tomo notas de las cosas nuevas que pruebo. A partir de esas experiencias es que se me ocurren nuevas ideas. Para mí la cocina es un proceso de ensayo y error”. Su principal desafío en la cocina es la creatividad. “La parte que más me atrae es la de lograr que algo resulte, algo que no has probado. Cuando doy clases le explico a mis alumnas que una misma receta puede servir para muchas cosas. Si estamos haciendo una crema de lentejas, la misma salsa puede usarse para acompañar pastas si paras antes de agregar las lentejas. Lo que más me gusta de la cocina es eso, poder ser versátil y creativa”. La cocina es el centro de reuniones en la casa de Tesi. Sus cinco nietas la visitan con frecuencia y es en este espacio donde pasan la mayor parte del tiempo. “Cuando vienen les tengo las masas de galletas listas en el congelador, las sacamos y cortamos, horneamos y decoramos juntas. Hacemos chocolates o brigadeiros”, cuenta. Para ella poder compartir su pasión por la gastronomía con la familia es clave, y por eso cuando se planteó el proyecto de crear una cocina integrada al comedor para poder impartir clases también incluyó una pequeña casa de muñecas dentro del mismo espacio para sus nietas. “A mi cocina le puse el alma. Todas mis nietas son chiquititas pero muy cocineras y cuando vienen podemos estar todos aquí compartiendo. La cocina es una actividad familiar y una oportunidad para estar juntos”.

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COCINA

Dos recetas peruanas dulces en @RevistaPaulaCocina

Perú en colores Textos Francisca Urroz Producción Paula Cocina Recetas Pilar Maldonado Agradecimiento Duomo Store

En 1999 Emilio Pesqueira y Gastón Acurio abrían los primeros restaurantes peruanos en Santiago: El Otro Sitio y Astrid & Gastón. Ese fue el punto de partida de la irrupción de la comida peruana en Chile. Actualmente comer un cebiche, tomar Inka Cola o usar rocoto en alguna preparación ya son parte de nuestra cultura culinaria. Con la llegada de inmigrantes peruanos en los últimos 30 años esta cocina se popularizó: de los más de 1,2 millones de extranjeros que hay en Chile, los peruanos son la segunda mayoría, con un 18%, según los datos entregados por Departamento de Extranjería y Migraciones y el Instituto Nacional de Estadísticas. Otra de las razones es su transversalidad es que hay opciones para todos los bolsillos. Desde picadas donde se puede comer un menú por $3.000, hasta elegantes restaurantes de mantel largo, fenómeno que se expande por todo Chile. La Vega también es ejemplo de esta alza. En 2011 Norma Mallma inauguró la primera pastelería peruana del lugar. Le fue tan bien con sus suspiros limeños y cremas volteadas que ya tiene dos locales. “La pastelería peruana es tan popular que el menú en una casa chilena puede ser empanadas de pino con una típica torta peruana de tres leches de maracuyá como postre”, dice Norma. Aquí, un homenaje a Perú y su gastronomía.

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2° lugar

En Chile hay 223.923 peruanos, el número de extranjeros solo es superado por Venezuela, según datos del Departamento de Extranjería y Migraciones y el INE.

Más de 400 Es el número de restaurantes peruanos que había en Santiago al 2018, según los últimos datos de la Oficina Comercial de Perú en Chile.

30 años En 1999, el chef Emilio Pesqueira y Gastón Acurio abrían los primeros restaurantes peruanos en Santiago.



Causa limeña (Para 4 personas) Tiempo de preparación: 15 min. Tiempo de cocción: 10 min.

Lomo saltado (Para 6 personas) Tiempo de preparación: 30 min. Tiempo de cocción: 15 min. H kilo de lomo de res, en trozos de 4 centímetros. 2 cebollas picadas en juliana 1 diente de ajo 2 ajís amarillos picados en julianas 4 papas grandes Hojas de cilantro 4 cucharadas de salsa de soja 4 cucharadas de vinagre Arroz blanco ya preparado para acompañar Sal y pimienta 1. Pelar y picar las papas en bastones y freírlas. Reservarlas. 2. En el mismo wok de las papas saltear la carne con aceite de oliva y reservar. Agregar las cebollas, el ají, el tomate y una pizca de sal. Saltear por 2 minutos más. 3. Luego agregar el ajo picado, la salsa de soya, el vinagre y volver a incorporar la carne, revolver bien y rectificar la sal. Agregar el cilantro picado y servir bien caliente junto a las papas fritas y arroz blanco.

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5 papas 1 pechuga de pollo mediana 4 ajís amarillos 1 cebolla morada 1 palta Jugo de un limón 3 cucharadas de mayonesa Aceite de oliva 1 tomate mediano Sal y pimienta 1. Picar la cebolla, el tomate y la mitad de los ajís en cubos pequeños. Cortar la palta en cubos medianos y reservar. 2. Hacer la pasta de ají: retirar las semillas y venas del ají. Dejar en agua caliente con sal por 3 minutos y cambiar el agua (repetir el proceso tres veces). 3. Cocinar las papas y reservar. 4. Mezclar el tomate, la cebolla, ají en cubitos, el pollo deshuesado y la mayonesa. 5. Hacer un puré aplastando las papas con un tenedor o con un pisapapas. Incorporar aceite de oliva y jugo de limón. Agregar la pasta de ají hasta obtener un puré. 6. En un molde individual o en una fuente poner 2 centímetros del puré de papas, luego agregar el relleno de pollo y la palta. Poner una nueva capa de puré de papas.


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Cebiche de tollo (Para 6 personas) Tiempo de preparación: 20 minutos. 1 kilo de tollo 1 diente de ajo 1 cebolla cortada en juliana 3 unidades de ají limo 2 cucharadas de cilantro Choclo peruano 2 camotes 1 vaso de jugo de limón Pimienta Sal 1. Cocer el camote y el choclo (o descongelarlo). Cortar en cuadraditos pequeños el ají y el cilantro. 2. Cortar el pescado en pequeños cubos (2 centímetros aprox.) Dejar reposar el pescado en el jugo de limón por 10 minutos. 3. Pasar por agua fría las cebollas ya cortadas, escurrir y agregar al pescado junto al resto de los ingredientes. 4. Servir acompañado de camote cocido, choclo peruano y maíz tostado.

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Ají de berenjenas vegano (Para 4 personas) Tiempo de preparación: 15 min. Tiempo de cocción: 35 min. 3 berenjenas grandes 4 ajís amarillos 1 cebolla picada en cuadraditos 1 diente de ajo H taza de leche de coco H taza de nueces 4 rebanadas de pan sin borde vegano (o H paquete de galletas de soda grande) Sal y pimienta 1. Poner al horno las berenjenas hasta que estén tiernas (aprox. 30 minutos). 2. Retirar las semillas y venas del ají. Dejar en agua caliente con sal por 3 minutos y cambiar el agua (repetir el proceso tres veces). En la licuadora mezclar el ají y la leche de coco hasta que tenga una textura cremosa. Reservar. 3. Moler las nueces en un mortero, picar con las manos el pan y agregar a la licuadora. Mezclar con la pasta de ají. 4. En una sartén sofreír la cebolla y el ajo hasta que la cebolla esté transparente y agregar a la sartén el licuado de ajís, salpimentar y agregar las berenjenas.

Frejolada de pato, cau cau o rocotos rellenos son algunos de los platos tradicionales peruanos que se pueden comer en la galería comercial Bandera Centro Catedral Nº 1083, Santiago

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LECTORAS

Hablemos de maternidad

Mi hijo nació con fisura labiopalatina Por Patricia Morales

e enteré de que estaba embarazada a mediados de mayo de 2012. Mentiría si digo que recuerdo exacto lo que sentí cuando vi el test positivo. En ese entonces tenía tan naturalizado el tradicional esquema de pololear, casarse y tener hijos, que era lo que me tocaba. Obviamente me emocioné y me sentí feliz, pero no es una sensación que vuelva cada cierto tiempo, como sí lo es el momento de la primera ecografía. Estaba ahí en la camilla, de la mano con mi marido, intentando reconocer algo de lo que veíamos en la pantalla, porque recién tenía 12 semanas de embarazo. Cuando el doctor nos dice: “Ya, estamos listos. Está todo bien. Lo único que veo es un leve estancamiento en el crecimiento de la mandíbula superior, pero no es nada grave”. Me quedé unos segundos en blanco. La naturalidad con que lo decía me hacía pensar que en verdad no era nada grave, pero no tenía idea qué implicaría. Después de los segundos en blanco, con un poco de miedo, pregunté. La respuesta fue como un balde de agua fría. Ahí entendí ese dicho; es esa sensación cuando se te enfría el cuerpo, de arriba hacia abajo, lentamente, justamente como si el agua fría de un balde estuviera recorriendo tu espalda. “Lo más probable es que tenga una fisura labiopalatina, o lo que comúnmente se conoce como labio leporino. Pero no puedo confirmarlo aún, es muy pronto. Y si fuera, quédense tranquilos que es algo que tiene solución”, dijo. Terminada esa frase, dejé de escuchar. Mi marido recibió la carpeta y me imagino que las instrucciones que el doctor dio en ese momento. Yo estaba paralizada. Para mí, tan obvio como que tenía que ser madre era que mi hijo iba a ser un niño normal. Nunca, pero nunca, en ningún espacio de mi cabeza estuvo la posibilidad de que algo podría salir mal en esa primera ecografía. De hecho, con el tiempo he reflexionado bastante sobre esa seguridad. Cuando escucho a mamás que van por primera

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vez nerviosas a ese examen decir “lo único que espero es que venga sanito”, me cuestiono no haber sentido eso. No es que esté asociando ambas cosas, no es que me culpe porque mi hijo nació ‘con algo’. Es solo que seis años después, me sorprende que me haya dolido tanto esa noticia. ¿Por qué a mí?, pensaba, y ahora digo ¿y por qué no? Solemos creer que las cosas malas les pasan a otros. Es curioso. Pero bueno, ahí estaba yo, en la sala de espera deshecha en lágrimas. Lo primero que pensé fue –y advierto, va a sonar mal– “va a ser feo y le van a hacer bullying”. Ahora que escribo esto suena duro, pero no quiero disfrazar esa sensación porque las mamás sí pensamos estas cosas. Y no se trata de ser frívola, de querer una guagua ‘perfecta’, para nada. En mi caso, al menos, está lejos de eso. Se trata del terror que sentimos solo al pensar que nuestros hijos pueden sufrir. Soy de una generación donde el acoso escolar era heavy. Sé que ahora también, pero en ese tiempo no era tan difundido el mensaje del respeto por las diferencias. Los avances médicos tampoco eran los de ahora; entonces, sentada en esa sala, me fue imposible no pensar en ese compañero de colegio, que todos tuvimos, que tenía la cara rara, que hablaba extraño, como gangoso, y al que trataban como si fuera un ser de otro planeta. Nos fuimos en silencio a la casa. Yo trataba de encontrar ese maldito estancamiento de la mandíbula en las imágenes de la ecografía. Pero era imposible. Solo reconocía su cabeza y su nariz, que para mí eran perfectas. Fueron días duros. Teníamos que esperar ocho semanas para confirmar el diagnóstico. En esos dos meses las sensaciones fueron distintas. Había días en que despertaba pensando que obviamente el doctor se había equivocado y que mi hijo venía totalmente sano. Otros, tenía la certeza de que la fisura estaba y que no me quedaba más opción que acos-


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tumbrarme a esa idea. Tomé Ravotril, porque algunas mañanas la angustia me la ganaba; consulté tres doctores más, pero no quedaba más que esperar. Le conté a muy pocas personas. Primero, porque no estaba confirmado, pero además –y esto hoy me hace sentir muy ridícula– porque me daba vergüenza. Es extraña esa sensación. También es algo que con el paso de los años he reflexionado. Como no se trataba de una enfermedad grave, que pusiera en riesgo su vida, sino que más bien de un tema estético, sentía vergüenza de contarlo. Pensaba cómo lo sacaría a pasear a la plaza, que todo el mundo lo miraría. La mañana de la ecografía de las veinte semanas me desperté a las 5 a.m. No pude seguir durmiendo. Fui a trabajar y a la hora de almuerzo partí a la clínica. Nos juntaríamos ahí con mi marido. Apenas el doctor apoyó la máquina en ese gel frío que te ponen en la guata, en la pantalla apareció mi guagua en todo su esplendor. Desde el comienzo se mostró entero. A él su fisura no le avergonzaba para nada, hasta nos hacía gestos como si quisiera saludarnos. Un zoom a su cara nos confirmó algo que yo, apenas puse un pie en esa sala, ya sabía. Quizás es esa intuición que dicen que tenemos las madres, o quizás es que ya le había dado tantas vueltas en esos dos meses, que estaba resignada. Al labio superior y a uno de sus orificios nasales los cruzaba una fisura de 10 mm de ancho. Esta vez salí mucho más tranquila. Dos días después con mi marido nos fuimos al que sería nuestro último viaje solos. Eso me ayudó mucho. También me ayudó que por esos días iba en el auto y en la radio comentaron sobre una película de Joaquin Phoenix (ese actor guapo que también tuvo una fisura). La conductora decía: “Es guapísimo, y pareciera que esa cicatriz que tiene en el labio lo hace ver más interesante”. Me reí sola. Pensé que era de esas coincidencias que la vida te regala para hacerte un poco más feliz. No sé cuándo mi actitud cambió completamente, a la vuelta del viaje seguro, pero ya no había tiempo para lamentos. Averigüé todo: el mejor doctor, los parches y la placa que había que ponerle desde el día uno, hasta encargué a Estados Unidos una mamadera especial que necesitaría

para no tener que usar una sonda para alimentarse. Ahí me enteré de que nunca podría amamantarlo. Viví ese duelo también. El día del parto yo tenía un ejército de personas que sabían qué hacer en cada momento desde que naciera hasta su primera cirugía. Fue parto normal, la anestesia no me alcanzó a hacer efecto, así que sentí cada una de las contracciones y fue el momento más maravilloso de mi vida. Venía con los ojos abiertos, como dos grandes aceitunas, y su fisura tal cual la vimos en la eco. Hoy mi hijo tiene seis años. Lo han operado dos veces y tuvimos controles semanales con la ortodontista hasta los ocho meses, cuando fue su primera cirugía. Todavía le quedan un par, y un largo tratamiento con odontólogos y fonoaudiólogos. No niego que lloré del cansancio. Es difícil la primera guagua, mucho más con esta pega extra de ponerle una placa cada vez que tenía que comer. Para qué hablar de las horas en pabellón, que suman casi diez pero que he sentido como miles. Tener a un hijo en una situación de riesgo debe ser de las peores sensaciones, pero lo recuerdo casi como una anécdota. Es interesante cómo olvidamos esos momentos; pienso que es parte de la naturaleza, para prepararnos nuevamente para ser madres. Manuel es encantador, y no lo digo solo yo. Tiene algo especial. Quizás haber tenido que enfrentarse de tan chico a procedimientos dolorosos y molestos lo hizo forjar una personalidad singular. Es valiente y reflexivo. Físicamente la cicatriz de la fisura casi no se nota y habla perfecto. Era verdad lo que me había dicho el doctor en esa primera ecografía: esto tenía una solución. Pienso que los dolores, emociones y sufrimientos no son comparables. Sé que hay mujeres valientes que paren hijos con enfermedades terribles, y me saco el sombrero frente a ellas. Pero para mí esto, aunque fuera solo estético, fue tremendo. Fue el miedo más grande que he sentido. No agradezco que me haya tocado, obviamente hubiese preferido que no, pero siento que soy otra persona. Valoro lo realmente importante y, al menos a mí, me hizo conocer otra parte de mi personalidad, una que está dispuesta a todo porque mi hijo sea feliz.

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LECTORAS

Hablemos de amor

Cambiamos de vida y nos volvimos a encontrar Por Patricia Bravo en conversación con Victoria Misito

on Gabriel llevamos 35 años juntos. Él es médico con especialización en radiología y yo, psicóloga de terapias familiares. Ambos tenemos 62 y hasta hace unos meses cargábamos más de cuarenta años de trabajo sin parar. Nuestra rutina solía ser muy agotadora y exigente. Entrábamos todos los días a las ocho de la mañana y salíamos 12 horas después. Pero lo hacíamos felices. Sabíamos que así era la vida en Santiago y que, para poder disfrutarla, debíamos esforzarnos.

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Teníamos una casa que nos encantaba, pero que casi nunca tuvimos el tiempo de disfrutar. Como solíamos estar agotados, nos costaba un montón armarnos de ánimo para atender invitados, así que tratábamos de hacer todo puertas afuera. Salíamos harto y asumíamos compromisos encantados; sin embargo, nunca nos dimos espacio para el descanso. Siempre tratábamos de buscar instancias en las que nos pudiésemos relajar, pero todo era dentro del mismo ritmo, de estar corriendo constantemente. Así era nuestra cotidianidad y sabíamos que solo algo muy grave nos iba a obligar a poner una pausa. Hasta que pasó. Hace dos años, justo después de Navidad, a Gabriel se le hinchó una pierna. Él pensó que se podía tratar de una alergia y no le prestó mucha atención. Sin embargo, fue creciendo cada vez más y nos asustamos. A los cinco días partimos a Urgencias para saber de qué se trataba. Mientras le hacían exámenes pensando que podía ser algo vascular, él mismo le pidió al doctor que lo dieran vuelta y lo revisaran por el otro lado de la pierna, y ahí se dieron cuenta de que tenía un tumor en la ingle. Después de dos días hospitalizado

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nos dijeron que tenía un linfoma no Hodgkin, es decir, un cáncer del tejido linfático. Afortunadamente era grado 2 y aún estábamos a tiempo para tratarlo. Se nos vino el mundo encima, pero teníamos que pelearla. Sentimos culpa, muchísima culpa. No es que pensáramos que Gabriel se había enfermado por el ritmo de vida agitado, pero sí creíamos que no escuchó su cuerpo a causa de eso. Después de saber los resultados fuimos conscientes de la cantidad de veces en las que él le bajó el perfil o camufló sus malestares. Sabíamos que teníamos que actuar rápido, ya que con el cáncer nunca se sabe, pero también estábamos seguros de que la solución no estaba en Santiago. Yo quería que hiciera una pausa, que empezáramos de cero en otro lado, sin la presencia del caos. En un comienzo pensamos en irnos a Isla Negra, pero luego de darle unas vueltas llegamos a la conclusión de instalarnos en Chiloé. Renuncié a mi trabajo y él pidió que lo transfirieran de hospital. Lo que comenzó como una idea solo para que Gabriel hiciera su tratamiento en paz, terminó por convertirse en el mejor reencuentro de pareja que pudimos tener. No es que antes hubiésemos estado mal, pero el Sur te entrega algo diferente. Me acuerdo que al principio me llamó mucho la atención cómo todos se saludaban de beso, se preguntaban cómo estaban. En la farmacia, por ejemplo, cada atención es mucho más larga. A los clientes se les consulta por el tratamiento, sobre cómo reaccionaron a los fármacos que están usando. Obviamente a mí, acostumbrada a hacer todo rápido, me ponía un poco histérica la espera, pero después me di cuenta de que eso es el reflejo de una vida saludable. Que la gente se conozca, se mire y se interese por el otro.


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Esa conexión nos pasó con Gabriel. Ahora que tenemos mucho más tiempo compartimos el doble. Además, como puede llover semanas sin parar, la vida es adentro de la casa. Y eso nos encanta. Vemos películas y comemos cositas ricas, salimos a caminar de la mano, tomamos desayunos mucho más largos. Fue como reconocernos en nuestra esencia más pura, sin tantas distracciones. Los dos tenemos nuestros trabajos, pero nos prometimos bajar el ritmo. Es que sentimos que la vida nos pasó un poco por delante y se nos olvidó disfrutarla. De hecho, cuando nos cambiamos me di cuenta de que en nuestra casa teníamos 120 copas, 120 copas que jamás usamos.

Este ambiente nos ha brindado un espacio para la reflexión, para volver a mirarnos. Y me encanta la nueva faceta que conocí de Gabriel, una persona mucho más conectada y sensible. También tengo que reconocer que hemos peleado mucho más, pero de una manera supersana y solo porque ahora nos damos el tiempo para debatir. De todas formas, yo no quiero decir que la vida en Santiago sea mala, pero creo que no nos hace bien en este momento de nuestras vidas. Gracias a este viaje me he dado cuenta de lo necesario que es hacer una pausa para conectarse con uno mismo y con la persona que está al lado”. Patricia Bravo tiene 62 años y es psicóloga.


SOCIALES

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Salud por la amistad

En Chandon están convencidos de que cuanto más celebramos, mejor vivimos, y cuando mejor se vive más razones hay para celebrar. Por eso invitaron a embajadores y amigos de la marca a brindar por la amistad junto a sus conocidos en un exclusivo encuentro en el hotel The Hip. 1. Andrea Hoffmann 2. Rafael Araneda y Marcela Vacarezza 3. Fred Redondo 4. Valeria Ortega 5. Nadia Cabezas 6. Eduardo de la Iglesia y Pamela Ibarra 7. Gabriela Zambrano y César Campos 8. Ignacio Luna

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VITRINA

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ORÁCULO

Cuando hablo por mí, hablo por todas Texto Ariel Richards

Ilustración Gertrudis Shaw

Esta semana los astros han elegido a una mujer temeraria y poderosa, fuerte y generosa: la capitana del equipo femenino de fútbol de Estados Unidos. En pocos años, Megan Rapinoe se ha transformado en una estrella internacional gracias a su talento, pero también a sus declaraciones. Y es justamente este valor el que el Oráculo nos llama a trabajar. Sugerencia: Escucha más y habla menos. Valores: Coraje, confianza y perseverancia. Color: Lila, como su pelo. Número: 42, el porcentaje de intención de voto que tiene la futbolista en una encuesta que preguntó qué pasaría si se presentara a elecciones contra Trump. Canción: Hussle & motivate, de Nipsey Hussle, canción que Megan citó en su cuenta de Instagram cuando subió una foto con la Copa del Mundo en sus manos.

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No es casual que Marte y Venus, la acción y el deseo, se hayan unido para apuntar a una mujer que desde que adquirió notoriedad pública ha ocupado cada entrevista para darles voz a minorías sociales, raciales y sexuales. Megan es abiertamente contraria a las políticas de Trump y ha hablado a favor de la igualdad de pago y en contra de la discriminación en todas sus formas. Darles voz a otros no es una forma de desaparecer, todo lo contrario; es ocupar nuestra convicción para hacer más fuerte causas que consideramos justas. Y ese es el llamado de los astros. Si aprendemos a ser como Megan, nunca vamos a estar solas. Y es que en general ella tiende a hablar en plural y no en singular. A sumar para fortalecerse. No por nada cuando con su equipo celebraron el triunfo de la Copa del Mundo en las calles de Nueva York, 300.000 personas corearon su nombre. “Amemos más y odiemos menos”, dijo esa vez.




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