VIDA SANA
Por quĂŠ nos mentimos
EQUIPO
| El sketch de la semana
Por Catalina Bu
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Director de La Tercera José Luis Santa María Directora de revistas Andrea Eluchans Editora general Sofía Aldea Subeditora Manuela Jobet Editora Paula Cocina Ariel Richards Periodistas Constanza Espinoza, Andrea Hartung, Consuelo Lomas, Victoria Misito, Patricia Morales, Emiliana Pariente, Francisca Urroz, Alejandra Villalobos Dirección de arte Silvia Caracuel Editora general de diseño Fernanda Dagorret Diseño Violeta Cereceda, Sibila Pollmann, Sofía Valenzuela Producción Magdalena Chahín, Magdalena Mendía, Dominga Sivori Fotógrafos Nicolás Abalo, Rodrigo Cisterna, Alejandra González, Jaime Palma, Juan Pablo Sierra Corrector de textos Gabriel Reyes Gerenta de ventas red femenina Ximena Borrowman Ejecutivas de ventas Constanza Plá, Andrea Sanhueza Gerente general y representante legal Andrés Benítez Pereira Impresión A Impresores S.A., que actúa solo como impresor
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29 de septiembre 2019
Revista Paula. Fundada en 1967. Editada por Copesa S.A., perteneciente a Grupo Copesa. La declaración de intereses se encuentra en www.grupocopesa.cl/declaracion. Domicilio: Apoquindo 4660, piso 8, Las Condes, Santiago, Chile. Fono: 22550 7000. Correo electrónico: hola@paula.cl. Derechos reservados ©Copyright Paula. Las opiniones vertidas por diferentes autores en esta revista, como asimismo el contenido y forma de los avisos publicitarios, son de exclusiva responsabilidad de quienes los emiten o pagan por su inclusión, no teniendo PAULA, por tanto, ninguna responsabilidad al respecto. Corresponde en forma exclusiva a PAULA la decisión de aceptar o rechazar avisaje publicitario. Prohibida toda reproducción, total o parcial, del material de esta revista. Impresión: A Impresores S.A.
BREVES
La semana Estos son los contenidos de Paula.cl que seleccionamos para pensar, conversar y reflexionar durante la semana.
Lo que tienes que ver #PAULAREPORTAJE ESCUELAS LIBRES Y FELICES
En Chile hay cerca de 60 escuelitas libres y felices en las que los conceptos no se repiten mirando una pizarra, se aprenden en base a la experiencia y en lugar de notas, hay abrazos. Se trata del modelo Lefebre Lever creado y desarrollado hace siete años en Villa Alemana por la profesora chilena Verónica Rodríguez.
_ Lo más comentado
¡Escriban! No queremos ser un monólogo sino que un diálogo Lo que les gusta Lo que no les gusta Lo que está de más Lo que está de menos Pregunten Sugieran Critiquen Cuenten Nos interesa y lo necesitamos
#PaulaMásLento Ese sueño de primavera #PaulaNostalgia E.T de regreso a casa
#PaulaHablemosDeAmor Sigo enamorada de mi ex
_Lo estamos trabajando Para nuestra edición aniversario queremos conocer más a la nueva generación de mujeres. Si tienes preguntas o inquietudes sobre niñas de entre nueve y doce años escríbenos a
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MODA
| Los elegidos
Por Dominga Sivori • Foto Alejandra González
Camisa, Privilege $54.990
Pantalón, Pas Denom $59.000
Botines, Bestias $69.990
Antonia Baeza, 25 años, maquilladora
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Cartera, De la Mafia $62.990 Bototos, Bestias $84.990 Anteojos, Izipizi en Preppy Beach $35.000
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BELLEZA
| Lo que tienes que probar
MASCARILLA CASERA EXFOLIANTE
Limpieza facial Por Constanza Espinoza
En el invierno la piel sufre distintas alteraciones: se irrita y deshidrata por los constantes cambios de temperatura, tiende a verse menos luminosa, puede experimentar sensibilidad y sus poros obstruirse por los altos niveles de contaminación. Es por esto que la llegada de la primavera supone un cambio y se convierte en la temporada perfecta para una buena limpieza facial que ayude a preparar y nutrir la piel para el verano. Además de la limpieza diaria que debería estar incluida en nuestra rutina de belleza matutina y nocturna, la cosmetóloga esteticista Karen Espinoza, directora del centro de estética Zapatitos Rojos, aconseja una limpieza facial más profunda cada tres meses para liberar la piel de contaminantes e impurezas. Y aunque acudir a una especialista es el ideal, también hay recetas caseras que se pueden usar una vez al mes para exfoliar e hidratar.
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Ingredientes: • 2 cucharadas de avena • 2 cucharadas de aceite de oliva Preparación: Moler la avena en una licuadora e incorporarla en un recipiente. Mezclar con el aceite y aplicar sobre la piel del rostro y cuello con movimientos circulares ascendentes durante 1 o 2 minutos para exfoliar.
PARA UNA HIDRATACIÓN NATURAL
Karen Espinoza recomienda usar aloe vera natural. “Se debe cortar la hoja de manera horizontal para que la pulpa quede expuesta. Aplicar directo en la piel y dejar actuar por 20 a 30 minutos. Como generalmente el aloe vera se absorve rápido, se puede ir reaplicando. Para retirarlo, enjuagar con abundante agua”.
TIEMPO LIBRE
Qué - Cómo - Cuándo
Para ver El género de terror -tanto en las series como en el cinetiene mala fama por culpa de producciones basadas en el efecto “¡bu!”, sin buenas historias ni personajes. Pero hay excepciones y una de ellas es Marianne, serie francesa estrenada este mes en Netflix, que además de buenos sustos entrega una historia entretenida que dan ganas de seguir. Emma es una escritora que basa su éxito en novelas sobre una bruja llamada Marianne, que en realidad es una aparición que viene asechando sus sueños desde la adolescencia. Cuando quiere dar por terminada la saga que la hizo famosa, la bruja se asegurará que no pueda ponerle punto final a sus periplos, obligándola a volver a la ciudad donde creció y a enfrentar las relaciones que dejó congeladas. Marianne (2019), Netflix.
Para leer
Pequeña adicción Las tortas que la argentina Alicia Raffo hace en su casa son una verdera adicción cuyo sello distintivo es el dulce de leche que importa directamente de Argentina. Hace unas semanas decidió hacer preparaciones en formato pequeño de ocho porciones. La estrella es la torta de bizcocho de vainilla con dulce de leche y almendras tostadas cubierta con ganache de chocolate y decorada con hojas de chocolate, glitter y pinceladas doradas. Desde $15.000. Pedidos con cuatro días de anticipación. Instagram: @dedora_cocina
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La serie Inconcebible (Netflix) cuenta la historia de una joven que se ve obligada a retractarse de una acusación de violación, y de detectives tras los pasos de un violador serial que darán con una verdad que nadie imagina. Basada en An unbelievable story of rape, publicado en ProPublica.org: este artículo es una lectura ideal para quienes les gustó la serie, especialmente si quieren conocer más detalles de lo que realmente pasó. propublica.org
Para escuchar
Para conocer Para los que andan en busca de panoramas primaverales, esta reserva ecológica ubicada en la comuna de Santo Domingo, en la región de Valparaíso, es una excelente alternativa. Con un entorno privilegiado, este parque ofrece numerosas actividades recreativas, deportivas y culturales. Tiene senderos para hacer trekking, pistas de cross country para andar en bicicleta y una laguna en la que se puede pasear en kayak o en balsa. También un humedal inspirado en los jardines que retrató Claude Monet en Giverny y un anfiteatro al aire libre donde se realizan distintas actividades, como conciertos. Su aviario, el más grande de Sudamérica, merece una mención aparte. Son cerca de dos hectáreas en las que más de 700 aves vuelan libres; loros arcoíris, turcaos y patos mandarínes son algunas de las especies que se pueden ver desde los senderos, estanques y puentes colgantes. Los tickets se compran por internet. www.tricao.cl
¿Por qué se ha puesto tan de moda el concepto poliamor? ¿Por qué nos interpela tanto la idea de tejer otro tipo de vínculos? Una buena forma de entenderlo, más allá de la academia, es con historias reales. Eso es lo que hizo Anfibia, que transformó una serie de relatos originales de su libro Amor en podcast. Son episodios de entre cinco y quince minutos contados en primera persona. En ellos, sin hacer un juicio de valor, se narran aventuras de personas que han experimentado esta forma de amar que tanto se comenta en sobremesas, chats y charlas de pareja. Son 7 capítulos y se pueden escuchar en Spotify.
GUÍA
| Aprender para no depender
Hacer tribu para emprender Por Francisca Urroz Ilustración Sofía Valenzuela
DOS MAMÁS QUE SE UNIERON DOS REDES DE APOYO
Cuando al hijo de Chris Gamboa (40) le diagnosticaron trastorno de espectro autista, ella tuvo que dejar su trabajo. Lo mismo le pasó a Pía Quiroz (37). Ambas se dedicaron al cuidado de sus hijos, y cuando los niños entraron al colegio vivieron en carne propia lo difícil que es insertar a un niño con necesidades educativas especiales. Pero se conocieron y unieron fuerzas. Así nació PictoChile, un emprendimiento en el que diseñan productos de apoyo visual como tarjetas con las emociones para disminuir las barreras comunicativas de estudiantes con dificultades en el sistema educativo. “Esta es nuestra tribu. Trabajamos mientras ellos van al colegio y si tenemos pega en la tarde, los traemos. Sin ellos esto no existiría”, cuentan. pictochile@gmail.com
32,9%
1. Una comunidad: Mujeres exitosas que ayudan a tener impacto con sus negocios a otras que están partiendo. Así funciona WoomUp, una comunidad de networking femenina. El programa dura seis meses e incluye tres sesiones con la mentora principal (hay 150), dos con una experta en temas como marketing o contabilidad, seis encuentros con otra emprendedora con la cual hacer ‘match’ y tres workshops. Cuesta $400.000 y las postulaciones son hasta fines de octubre. woomup.cl
2. Un co-work familiar: En Muhu las mamás trabajan en el segundo piso mientras los niños juegan en una guardería en la planta baja a cargo de una parvularia (una cada cuatro niños). Tienen planes mensuales o diarios, e incluyen acceso a impresora y café de grano. Desde $7.500 por hora. Se debe agendar previamente. muhu.cl
de las mujeres inicia su emprendimiento por necesidad mujeres y actividad emprendedora en chile 2017
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REPORTAJE
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¿Por qué nos mentimos? Por Consuelo Lomas • Ilustraciones Violeta Cereceda
Los seres humanos aprendemos a mentir entre los dos y los cinco años. A medida que crecemos, somos capaces de inventar escenarios falsos cada vez más intrincados y complejos, lo que nos convierte en mentirosos más efectivos. Los mentirosos se hacen, no se nacen. Es por eso que la mentira, desde una perspectiva psicológica, es una habilidad aprendida. Para la neurociencia se trata de una cualidad que adquirimos a través de la evolución y que responde a una necesidad de interactuar con un entorno complejo. A lo largo de nuestras vidas estamos rodeados de mentiras. Algunas inofensivas, otras no tanto. La filósofa sueca Sissela Bok ha estudiado las mentiras y su connotación moral desde finales de la década de los setenta. En sus publicaciones ha definido la mentira como un mensaje engañoso que se manifiesta a través de una declaración falsa. Pero no todas las mentiras son iguales. Existen grados de mentiras y
mentirosos: es distinto inventar que exagerar una realidad. Es distinto omitir partes de una historia que inventarla por completo. La directora del Colegio de Psicólogos de Chile, Isabel Puga, explica que la mentira es nociva cuando merma la confianza y afecta las relaciones con nuestro núcleo cercano. Pero aclara que también existen mentiras –mucho más frecuentes– que son aceptadas por el entorno. “Hay una cuestión social en relación a la mentira. Si nos preguntan en la mañana cómo estamos y respondemos ‘bien, gracias’ aún cuando eso no sea cierto, esa falta a la verdad obedece a patrones culturales y no es necesariamente una mentira dañina”. Si bien existe un consenso en torno a que la mentira impide que las personas podamos vincularnos de manera sana en la sociedad, vivimos en un mundo en el cual las falsedades abundan. Según estudios realizados por el psicólogo Robert Feldman, las personas mentimos en
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“El autoengaño puede convertirse en un círculo vicioso: tendemos a quedarnos en la mentira porque enfrentarnos a ella es algo muy amenazante. Encontrarse con uno mismo no es un ejercicio fácil, y puede ser complejo y doloroso. No todos tenemos recursos para resolver los temas que nos llevan a mentirnos, pero no por eso debemos estancarnos en esa situación incómoda que nos hace sentirnos aún peor”. isabel puga.
promedio 3 veces en 10 minutos de conversación. Puga explica que esto es especialmente aplicable cuando estamos tratando de generar una imagen de nosotros frente a otros. “Tendemos a retratarnos de una manera determinada frente a los demás, y eso muchas veces implica mentir. Es común mostrarnos exitosos y felices, cuando la realidad es que ninguna vida es perfecta”, señala la especialista. Pero además de mentirle a los demás, a lo largo de nuestras vidas las personas adquirimos la capacidad de mentirnos a nosotras mismas. Y el mecanismo que permite atraparnos en nuestros propios engaños es la disonancia cognitiva. Este concepto es un término que acuñó el psicólogo estadounidense Leon Festinger en la década de los 50, y se puede definir como el malestar que se genera en nuestro organismo cuando adquirimos creencias o pensamientos que son contradictorios entre sí. Esta reacción a nivel cerebral nos permite identificar cuando estamos siendo inconsistentes con nuestros propios paradigmas o cuando intentamos engañarnos a nosotros mismos. Ejemplos de disonancias abundan en la vida cotidiana, pero algunos de los más comunes tienen que ver con hábitos que ya hemos adquirido y que no se ajustan completamente a nuevos valores o creencias: muchas personas nos impactamos con las imágenes de los efectos de la contaminación por el plástico en el mar, pero no hemos sido capaces de dejar de comprar agua o café en envases plásticos desechables. Vania Figueroa, académica especialista en neurociencia y miembro de la Red de Investigadoras, explica que se ha logrado determinar que la disonancia cognitiva es un proceso complejo, en el que participan varias de las estructuras del cerebro, pero que afecta a las personas en distintos grados de intensidad. Gracias al uso de la resonancia magnética funcional se ha podido constatar que varias zonas de la corteza cerebral se activan cuando mentimos y cuando nos autoengañamos. Figueroa aclara que la disonancia cognitiva es una especie de contradicción vital, y por eso lo que se genera a partir
de ella es un malestar a nivel físico y emocional, que nos alerta de que estamos mintiendo. “Para resolver el malestar necesitas desencadenar mecanismos que a su vez generen reacciones”, añade. La psicóloga clínica Adriana Medina explica que cuando se produce una disonancia tenemos cuatro posibles caminos para resolverla. El primero es ignorar el problema, hacernos creer que el comportamiento inconsistente con la creencia no es tal y que la contradicción realmente no existe. Otra de las formas de abordarlo es trivializar la disonancia, modificando de forma muy superficial alguna de las creencias contrapuestas para que el choque entre ellas sea menor. La tercera opción es buscar una justificación para ese comportamiento disonante y tratar de convencerse a uno mismo de que existe una razón de peso que valida la inconsistencia. La última estrategia, la más difícil de lograr, es generar un cambio real en la conducta que permita erradicar el malestar porque efectivamente se está atacando su causa: el autoengaño. De todas las fórmulas que podemos emplear para resolver una disonancia cognitiva, según la especialista las tres primeras son las más comunes. Y las tres implican algún nivel de autoengaño. La última respuesta, que sería la única que no lo hace, es cambiar la conducta disonante. Medina explica que las personas tendemos a optar por la negación porque modificar conductas requiere de un esfuerzo mayor y generalmente se trabaja a nivel terapéutico. El ejemplo de la contaminación es muy ilustrativo, porque si bien existe suficiente malestar como para modificar ciertas conductas, no a todos nos genera suficiente disonancia para hacer el esfuerzo que requiere un cambio más profundo. “Para nuestro cerebro es más fácil aceptar una mentira como verdad que modificar un comportamiento. El cambio es un proceso de mucho gasto y que además genera altos niveles de malestar”, dice Medina. Es por esta razón que finalmente optamos por cualquier alternativa que nos ahorre la incomodidad, incluso si esto conlleva mentirnos a nosotros mismos.
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Si bien ante una contradicción vital el autoengaño es la opción favorita –salirse de la dieta y hacer como que en realidad no cuenta porque ‘fue solo una vez’ o comprar esa botella de agua porque ‘un desecho plástico más no cambia las cosas’– esta alternativa no es inocua. Una de las estrategias para resolver la disonancia es engañarnos para justificarla y poder convivir con ella, pero mentirnos a nosotros mismos tiene consecuencias más allá de la incomodidad momentánea que nos genera. “Cuando uno miente repetidamente, la respuesta de la amígdala va disminuyendo. El efecto concreto es que dejas de sentirte mal y vas generando una especie de tolerancia en la que el engaño ya no te genera una reacción fisiológica de incomodidad o malestar”, explica Figueroa. Mientras más mentimos, más tolerantes a la mentira nos volvemos, porque ya no hay respuestas que nos indiquen que lo que estamos haciendo está mal. El mecanismo que nos alerta de nuestra inconsistencia o contradicción vital y que nos protege del autoengaño se debilita y hace que mentirnos a nosotros mismos se vuelva el pan de cada día. Y como mentirnos no elimina la inconsistencia, la imagen social que tenemos se ve afectada. Porque nadie confía en un mentiroso. Los seres humanos tendemos a buscar la consistencia en todos los ámbitos y por eso enfrentar una disonancia cognitiva no es una experiencia agradable. Lejos de serlo, Isabel Puga afirma que se trata más bien de una situación dolorosa “porque implica ver realidades que hemos tratado de ignorar y que luego debemos integrar. Y eso no es fácil”. A pesar de lo complejo que pueda ser confrontarlo, cuando nos autoengañamos y no le hacemos caso a esa ‘voz’ interior estamos perdiendo una valiosa oportunidad. Al no prestarle atención a ese malestar que se genera a raíz de la disonancia, dejamos pasar una instancia para evaluar nuestras propias creencias y pensamientos y decidir si efectivamente se ajustan con quienes queremos ser. Muchas veces acarreamos ideas que hemos aprendido, discursos ajenos que hemos hecho propios y que, en el transcurso de la vida, se ven amenazados cuando nos
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Una de las estrategias para resolver la disonancia es engañarnos para justificarla y poder convivir con ella, pero mentirnos a nosotros mismos tiene consecuencias más allá de la incomodidad momentánea que nos genera.
enfrentamos a nuevas experiencias o realidades que desconocíamos. En esos casos la disonancia cognitiva es un llamado de alerta que debiésemos escuchar. Adriana Medina explica que no enfrentarnos a nuestras propias mentiras no solo implica que perdemos una posibilidad de crecimiento, sino que incluso puede ponernos en peligro. “Si no haces un buen proceso de análisis sobre ti mismo y, por el contrario, refuerzas las disonancias, lo único que logras es establecer filtros distorsionados para percibir el mundo impidiéndote ver el panorama completo”.
REPORTAJE
| Especial sexualidad
Revisa nuestro especial Sexualidad en Paula.cl
La sexualidad después de una violación Por Greta Di Girolamo • Collage Sofía Valenzuela
Francisca (25) no entendió bien lo que había pasado hasta la mañana siguiente, cuando se despertó con mucho dolor en la zona genital. Tenía 15 años y la noche anterior se había quedado a dormir por primera vez en la casa de su pololo de 24 años. En el mes que llevaban juntos, él le había insistido en varias ocasiones que tuvieran sexo, pero ella era virgen y no se sentía preparada. Esa noche, sin embargo, no tuvo la capacidad de negarse. Después de llegar borracha a las 4 de la mañana y vomitar en el baño, se recostó en la cama y, apenas consciente, fue penetrada por él en más de una ocasión. “Estaba muerta en la cama y empezó a tocarme. Ahí pensé ‘obvio que tengo que dejarlo, si es mi pololo, es parte del contrato’. El recuerdo es borroso, pero en un momento lo tenía arriba mío y empecé a sentir mucho dolor. No entendía qué estaba pasando”, cuenta. Según el Código penal, una violación ocurre cuando se “accede carnalmente, por vía vaginal, anal o bucal” a una persona, ya sea con intimidación o violencia, cuando la víctima está privada de sentido o cuando se abusa de su trastorno mental. La diferencia con el abuso sexual es que en este no existe penetración. Tanto en el caso de la violación como en el del abuso, si la víctima es menor de 14 años no es necesario que exista ninguno de los requisitos de aprovechamiento mencionadas para acreditar el delito. A pesar de que el relato de Francisca coincide con una violación, en ese momento ella no lo consideró así. Incluso después, se sintió en la obligación de acceder cada vez que
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su pololo quería tener relaciones. “Ya había pasado una vez, entonces sentía que no podía negarme. Nunca disfruté de una relación sexual. Para mí el sexo era que él se fuera lo más rápido posible. Me pasó también que muchas veces quería tener sexo anal, y yo no sabía cómo decirle que no. Puse el cuerpo mucho tiempo”, dice. Hasta el día de hoy, el sexo anal es un tabú para ella. Al año y medio de relación terminó con esa pareja y al tiempo tuvo un encuentro sexual con un conocido. “Ahí descubrí que el sexo podía ser placentero”, recuerda. Comenzó a tener relaciones sexuales esporádicas y más adelante volvió a tener una pareja estable. Aunque lograba disfrutar el sexo, seguía teniendo problemas para decir que no cuando no tenía ganas. “Esa primera vez marcó una pauta para mí. Daba lo mismo si yo quería o no quería, lo naturalicé”, explica. Dejó de naturalizarlo en la universidad, cuando leyó en un panfleto que podía haber violación dentro de la pareja y cuando empezó a leer y a conversar sobre violencia sexual hacia las mujeres en el marco de su militancia en una organización política feminista. “Antes de eso nadie me había hablado de consentimiento. Me hablaron de VIH, del condón, del embarazo, pero no que la sexualidad tenía una dimensión de voluntad y de goce”, alega Francisca. A pesar de manejar nueva información, hace poco volvió a sostener relaciones sexuales sin querer hacerlo. “Fue terri-
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La psicoterapia es ampliamente recomendada para mujeres que han sufrido violencia sexual y en Chile existen diferentes instituciones públicas que brindan este servicio.
ble. Se supone que yo ya había aprendido esto, y me dio rabia conmigo misma. Me volví a sentir esa niña chica con susto, incapaz de poner límites y decir lo que quiere. Me di cuenta de que es algo demasiado encarnado en mi cuerpo, en mi inconsciente, que me sigue pasando”, explica. Alarmada, decidió, frente a un posible encuentro sexual, tomarse el tiempo necesario para pensar mucho qué quiere o no quiere hacer. Y, como precaución, solamente se relaciona con hombres de un círculo cercano que ella crea que van a respetar esa voluntad. “Evito espacios como Tinder, y si conozco a un hombre en un carrete me dan ganas de hacerle un test sicológico antes de salir”, dice. Consciente de que el episodio que vivió a los 15 años no está superado y sigue teniendo consecuencias en su sexualidad, hace dos semanas comenzó una terapia sicológica. Mariposas La psicoterapia es ampliamente recomendada para mujeres que han sufrido violencia sexual. En Chile, existen instituciones públicas que brindan este servicio: Centros de Atención Integral a Víctimas (CAVI), del ministerio de Justicia; Centros de Apoyo a Víctimas de Delitos (CAVD), de la Subsecretaría de prevención del delito; los Centros de atención y reparación para mujeres víctimas/sobrevivientes de violencia sexual (CVS), del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género; y el Centro de Atención a Víctimas de Atentados Sexuales (Cavas), de la PDI. Angélica González, encargada de la unidad de reparación de adultos del Cavas, asegura que todas las mujeres víctimas de violencia sexual que han pasado por ahí tienen un factor común: la perturbación del vínculo con ellas mismas y con el resto. “Esto afecta la sexualidad de la mujer desde un
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punto de vista amplio, no solo reducido al acto sexual. Altera la percepción de sí misma y de cómo se relaciona con el mundo. Puede haber un rechazo hacia lo masculino y hacia su propio cuerpo. Hay mujeres que tienden a aislarse, a retraerse, y en algunos casos es el otro extremo: viven una sexualidad indiscriminada. Puede haber una dificultad para poner límites con el otro y para leer claves del contexto que le permitan estar cómoda, satisfecha y moverse con libertad”, explica la asistente social. El Cavas es la institución pionera en Chile en cuanto a reparación a mujeres que han sufrido violencia sexual. Entrega psicoterapia gratuita hasta por cinco años a víctimas de todas las edades y sectores socioeconómicos que llegan derivadas por Tribunales de Familia, centros de salud o demanda espontánea. El viernes 16 de noviembre, celebró su aniversario 31 con autoridades de la PDI, el Sename y el Ministerio de la Mujer y la equidad de género, organismo con el que trabaja en conjunto desde que firmaron un convenio en 2006. Entre todos, estaba Paola Sepúlveda (47), que esa tarde dio su testimonio a todos los asistentes. Paola pisó el Cavas por primera vez en mayo del 2000. Tenía 28 años y recién una semana antes le había contado por primera vez en su vida a otra persona que la habían violado cuando tenía 8 años. En esa época, vivía en la casa del matrimonio para el que trabajaba su mamá como empleada doméstica. Un verano, llegó a vivir con ellos el sobrino de 30 años de la pareja y, sin que nadie se diera cuenta, violó a Paola. Ella guardó el secreto por 20 años, hasta que un día no dio más con la carga y le contó a la esposa de su jefe. La mujer, luego de escuchar el relato, le dijo que necesitaba ayuda profesional y le agendó una hora en el Cavas. “Cuando niña sentía vergüenza, pensaba que
si alguien se enteraba me iba a pasar algo malo. De adolescente, mis amigas se empezaron a maquillar y yo no lo hice por miedo de lo que podía suceder. Quería ser invisible. Sentía un rechazo hacia mi cuerpo”, cuenta Paola. Pasó por dos procesos de terapia de casi dos años cada uno y asistió al taller “Sexualidad femenina y ser mujer”. Ahí, conversaba con otras mujeres abusadas, hacía manualidades y ejercicios de respiración y relajación. Después de eso, Paola tuvo un cambio radical. Un ejemplo visible y concreto: antes andaba encorvada, con el pelo en la cara, vestida con ropa negra y holgada. Ahora, sentada en una habitación del Cavas, lleva tacos, una blusa calipso, aros, collares y pulseras, labial, máscara de pestañas y las uñas pintadas. “La sexualidad no es solamente tener sexo. Involucra el cuerpo, la imagen, cómo te sientes. Yo me sentía sucia. La terapia me permitió aceptar mi cuerpo y trabajar mi seguridad. Pude empezar a usar ropa de color, más ajustada, sentirme linda y feliz. Es un cambio hermoso, aprendes a disfrutar de tu sexualidad. Es la metamorfosis de la mariposa”, dice. En su mano izquierda lleva una, que se tatuó cuando terminó el taller del Cavas, que continúa impartiéndose con un nuevo nombre: “La metamorfosis femenina”. Daniela (41) tuvo un cambio parecido. “Para mí, el mayor daño en términos de sexualidad no tuvo que ver con encamarme, sino con desaparecer y que ojalá nadie me mirara. Yo era una persona de piel, pero eso me lo arrebató el huevón que me violó. Dejé de tocar, dejé de mostrarme, engordé, me invisibilicé para el mundo. Quise afearme como mecanismo de defensa. Recién después de 10 años volví a estar más en calma con mi cuerpo, a conectarme, a usar escote, aros vistosos. Me demoré mucho tiempo en volver a ser audaz, a sentirme sensual”, dice. Cuando tenía 21 años iba manejando sola a la universidad cuando en un semáforo, un hombre de unos 50 años, se metió a su auto. La apuntó con una pistola, le desencajó la mandíbula de un golpe y la hizo manejar kilómetros hasta una cabaña donde los esperaba otro hombre, que hizo de observador. Ahí, tirada en el piso, le pegó, le bajó la falda, la violó anal y vaginalmente, metió la pistola en su vagina y
la roció con yogurt. Luego de casi una hora, la obligó a manejar con él en el asiento del copiloto hasta el centro de Santiago. Antes de bajarse, el hombre le robó un cassette y le dijo: “Lo voy a escuchar para acordarme de ti, porque eres muy bien portada”. Después de una larga depresión, de estar internada en una clínica psiquiátrica, subir 20 kilos, sufrir bulimia y tener pesadillas recurrentes, Daniela asegura que al fin recuperó todo lo que había perdido. Algo que, explica, no hubiera logrado sin el apoyo de su entorno más cercano y años a terapia. “Me negué a perder algo que era mi sello, que era mi capacidad de vincularme. Me demoré 20 años, pero lo logré”, dice. Miedo en el cuerpo Cecilia (56) nunca ha permitido que un hombre toque su vagina. Ni siquiera su marido, con quien lleva casi 30 años de matrimonio. Su explicación siempre fue que simplemente no le gustaba, no le daba placer, pero hace nueve años encontró una respuesta más contundente. Un día de 2009 estaba viendo la teleserie El señor de la querencia cuando en una escena un padre violaba a su hija. En ese momento, algo ocurrió en su mente. Y comenzaron a acecharla una serie de imágenes fragmentadas que al cabo de una semana se habían convertido en un recuerdo vívido. Ella no tenía más de siete años, estaba de visita en la casa donde vivían sus abuelos. Su abuela y su mamá estaban en la cocina, y su abuelo, agachado para estar a la altura de Cecilia, con una mano hacía un gesto de silencio mientras introducía la otra en el calzón de su nieta. Recuerda haber sido abusada por él de la misma forma en al menos tres ocasiones. El recuerdo la quebró. Ese mismo año murió su padre y hace un tiempo le habían diagnosticado cáncer a una de sus hijas y tuberculosis a la otra. Cecilia entró en una depresión profunda y comenzó una terapia, pero atribuyó su malestar a los problemas familiares y nunca se atrevió a mencionar el episodio de abuso sexual. “No he indagado más”, dice.
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“Lo corporal tiene que reeducarse en el placer. Hay que refamiliarizarse con el cuerpo, conocerlo. Hay un estigma muy grande con las mujeres que han sido abusadas. Como ya fueron objeto de una violencia sexual, se quedan con ese rótulo de víctimas y se piensa que no van a volver a tener una vida sexual sana. No se vuelve a posicionar en el marco de una mujer con derechos sexuales, cuando eso es fundamental”, dice Oyarzún.
Aunque no ha buscado ayuda profesional que confirme el impacto del trauma, lo cierto es que no disfruta con plenitud de su vida sexual. “No acepto que mi marido toque mi zona. Podemos tener relaciones, pero su mano siempre la he rechazado. No me produce el placer que debería producirme, lo que me produce son imágenes que me dan asco y repulsión. Veo la cara de placer de mi abuelo, sus dedos en mi vagina”, cuenta. Tampoco le gusta que la gente se le acerque demasiado, ni que la toquen. Y si ve que algún hombre se fija en ella, se paraliza. No soporta que la miren con deseo. Con respecto a la actividad sexual, asegura que tiene dificultades para excitarse, lubricarse, ser penetrada y alcanzar orgasmos. “Tenemos poca actividad sexual, porque me duele demasiado. Intento tener iniciativa, pero por más que quiera no puedo, llego a un límite y no avanzo más”, explica Cecilia. A la corporación Aprofa llegan muchas mujeres que pasan por una situación similar. El 70% de las pacientes que asisten a un tratamiento por alguna dificultad para mantener relaciones sexuales ha sufrido algún tipo de violencia sexual. “Muchas conciben el acto sexual como algo violento, no placentero, entonces los cambios biológicos previos a la penetración tienden a no darse”, explica María José Oyarzún, matrona de Aprofa. Como ella, todo el equipo profesional se ha especializado en terapia sexual. Si bien trabajan con derivación a psicólogos, Aprofa tiene un foco en la terapia sexual corporal, un servicio que el sistema público no ofrece a las mujeres víctimas de violencia sexual.
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En lo que a derechos respecta, la especialista afirma que la educación sexual integral es clave. “Si a una persona se le educa con que debe ejercer autocuidado, con que es dueña de su cuerpo y lo que eso conlleva, es mucho más difícil que alguien pueda meterse en esa complicidad. Tiene que ver con empoderarse para poder actuar sobre otro cuando se siente que la relación o conducta está siendo inapropiada”, explica la matrona. La kinesióloga Odette Freundlich, directora del centro Mi Intimidad, sigue la misma línea de trabajo, enfocada en lo corporal. “Como son mujeres con miedo, aprietan involuntariamente los músculos del periné, abdomen, glúteos, aductores y no saben cómo relajarlos. Hay que enseñarles, y para eso no basta solamente hacer una reparación psicológica”, explica. Para ayudarlas, les muestra cómo identificar sus zonas más tensas y les enseña una serie de ejercicios en la zona genital que permite relajarlas. Aislamiento o desinhibición Camila (24) es de las que se aisló. En abril de este año amaneció completamente desnuda en una cama desconocida junto a Claudio, un hombre diez años mayor que ella, y un condón usado. La escena la dejó paralizada. La noche anterior habían ido en grupo a un recital y su último recuerdo era estar viendo al telonero. Conocí a Claudio algunos meses antes y desde ese día él no paraba de enviarle mensajes y de invitarla a salir. Hasta que esa noche, casi por casualidad, terminaron yendo juntos al recital. Camila recuerda haberse tomado dos cervezas y haber recibido un vaso de piscola de las manos de un amigo
de Claudio. Después, un borrón hasta el otro día. “Cuando me desperté, sentí mucho asco”, cuenta. Se hizo la dormida hasta que él salió de su casa y entonces le escribió a una amiga para contarle lo que había pasado. “Yo ya le estaba bajando el perfil, pero ella me dijo que era grave. Ahí me puse a pensar que en realidad era muy extraño haber quedado inconsciente después de dos cervezas”, dice. Luego de esa conversación, Camila fue a poner una denuncia en Carabineros y se hizo un chequeo general en el Servicio Médico Legal, donde le tomaron una muestra de sangre para saber si la habían drogado. También le dieron la pastilla del día después y le inyectaron una serie de remedios contra enfermedades venéreas. Estuvo un mes en cama y los dos siguientes se marginó completamente del mundo. Y su deseo, en el sentido más amplio de la palabra, se suprimió. “No tenía ganas de hacer nada. No quería ni comer. No hablaba, estaba parca y me daba mucho miedo salir y vincularme con la gente. No confiaba en nadie. Era como un teléfono en espera”, cuenta. De a poco su pololo la llevó a dar vueltas a la manzana y después consiguió un trabajo que la sacó del encierro. Aunque está mejorando, todavía siente que no recupera del todo su forma de ser. “Siempre he sido muy sensorial, de tocar, de vincularme con la gente, de ir a fiestas, pero ahora no las disfruto, estoy demasiado ermitaña. Todo lo que tiene que ver con los sentidos cambió mucho, hubo un bloqueo. Me siento un ente”, dice Camila, que desde la violación se siente “horrible”, cuando antes no tenía ningún tipo de complejo con su cuerpo. Actualmente, asiste a una psiquiatra que le recetó antidepresivos y a un psicólogo. “El tratamiento ha sido fundamental para reconstruirme. Creo que es indispensable para cualquier persona que haya pasado por algo así. Me he ido fortaleciendo”, asegura. En cuanto a las relaciones sexuales, aunque ya no son con la misma frecuencia, sí siente deseo y placer cuando tiene encuentros con su pareja. Eso sí, ni quiere imaginar cómo sería un
encuentro con otro hombre: “No tengo ganas de sentirme rica y agarrar de caliente. Me da miedo sentirme utilizada, que me deseen por mi cuerpo y no por lo que soy. Eso nunca me había pasado”. Para Javiera (25) ha sido al revés. Después de la violación, su vida social y sexual aumentó. “Por suerte nunca me pasó que no me pude meter de nuevo con un hombre. Como me sentí tan instrumentalizada, quizás de forma inconsciente yo también quise instrumentalizar mis relaciones sexuales. De chica tenía un pensamiento muy conservador, pero cuando pasó esto ya me sentía empoderada con mi sexualidad y no dejé de sentirme así. Este año incluso he tenido más deseo sexual que otras veces”, dice. Hace unos meses, su jefe en el bar donde trabajaba como garzona la invitó a su celebración de cumpleaños en el mismo bar. Asistió con el resto de sus compañeros de trabajo. La fiesta era con barra abierta y en un par de horas Javiera estaba completamente borracha. Tiene lagunas mentales, pero esto es lo que recuerda con claridad: bailó con su jefe un rato y de pronto estaban conversando en la cocina, él vestido y ella sin ropa, apenas manteniéndose de pie. “Me empezó a penetrar. Yo estaba raja. En un momento en que tuve un poco de conciencia le dije que saliera. Yo estaba sangrando, él miró con asco y se fue. Me caí inconsciente al suelo sin nada de ropa y llena de sangre”, relata. Dice que 45 minutos más tarde, la encontró una amiga que la vistió y la llevó a su casa. “Como al mes me di cuenta de que era una violación, asumirlo es muy fuerte. Me sentía asquerosa, culpable. Un día tuve una crisis en la que lloré mucho y estuve muy mal, pero salí rápido. Era un periodo de mucha movilización feminista y me empoderé más después de la violación. Esto me ha movilizado para seguir luchando”. * A pedido de las entrevistadas, sus apellidos fueron cambiados.
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COCINA
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La recera de una rica torta casera en @RevistaPaulaCocina
Celebrar a los niños Textos Francisca Urroz à Producción Paula Cocina Recetas Pilar e Isidora Kraemer, socias de Clementina
Los cumpleaños infantiles pueden ser un verdadero dolor de cabeza para mamás y papás. Y aunque hay más consciencia sobre qué se les ofrece a los niños, sigue siendo un tema. Lorena Rodríguez, pediatra y magíster en Nutrición y Salud, explica que la relación de los niños con la comida está determinada por dos factores: el entorno que los rodea y la oferta de alimentos que tienen en la casa y jardín o colegio. Por lo mismo, para la doctora el foco no debe estar en los cumpleaños, sino en el día a día. “Si comemos sano podemos disfrutar con ganas la torta”, dice. “Esta es una oportunidad para celebrar, pero debe ser un desorden controlado”, agrega la nutricionista Nicole Figari. Ambas coinciden en que más allá del azúcar o de las calorías, hay que optar por productos caseros como queques o sándwiches y evitar los procesados o llenos de colorantes artificiales. “El mejor regalo es heredarles buenos hábitos”, agrega Rodríguez.
51% de los niños chilenos de prekinder sufren de obesidad o sobrepeso, según el último Mapa Nutricional de la JUNAEB. 39
Montoncitos de granola
Paletas heladas
(Para 24 unidades) Tiempo de preparación: 30 min Tiempo de cocción: 20 min
(Para 3 unidades) Tiempo de preparación: 20 min Tiempo de congelación: 8 horas
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120 g de avena 50 g de maní tostado sin sal 2 cucharadas de aceite de coco (25 g) 50 g de miel de abejas 200 g de chocolate 70%
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1. En un bol poner la avena, maní, miel (se puede ablandar con calor antes para que sea más fácil) y el aceite de coco. Mezclar bien con las manos para que quede homogéneo. 2. Poner en una bandeja de horno sobre una lámina de silicona y llevar a horno precalentado a 170°. Se debe revolver cada cierto tiempo para evitar que se quemen los bordes y al centro quede sin dorar. Cuando esté dorada y crocante sacar y enfriar bien. 3. Aparte, derretir el chocolate a baño maría o microondas y agregar a la granola. Revolver y luego hacer montoncitos sobre la lámina de silicona o papel mantequilla. Dejar enfriar hasta que endurezca.
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200 g de frutillas o frambuesas (frescas, congeladas o ambas) 100 g. de yogurt natural, yogurt de leche de cabra o leche vegetal 30 g de miel de abejas, de palma o ágave Jugo de limón
1. En un bol o jarro, poner la fruta, miel y leche o yogurt. Batir con la pimer, hasta que quede una mezcla homogénea. 2. Repartir en los moldes de helado y congelar por 8 horas aprox. antes de servir.
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Buenos hábitos para la casa: ir con los niños a la feria, pedirles que pongan la mesa y nos ayuden a prepara la comida. No es solo sentarse a comer.
Paletas de merengue (Para 10 unidades) Tiempo de preparación: 25 min Tiempo de horneado: 45 min • • • • •
3 claras 150 g de azúcar granulada 50 g de azúcar flor Mostacillas de colores 10 palos de helado
1. En un bol poner las claras y el azúcar granulada. Llevar sobre una olla a baño maría, batiendo hasta que se disuelvan los cristales, sacar del fuego y terminar de batir con batidora eléctrica hasta que el merengue esté bien firme y fría la mezcla (se puede hacer a mano, pero es harto trabajo). 2. Poner en una manga pastelera y formar las paletas sobre una lámina de silicona para hornear o papel mantequilla. Insertar los palitos y espolvorear las mostacillas. 3. Hornear a 125 C° (máximo de temperatura) por 45 minutos o hasta que estén duros por fuera. Si sube mucho la temperatura del horno, se puede mantener la puerta abierta unos minutos. 4. Sacar y enfriar bien. Duran 3 a 4 días sin refrigerar. Idealmente envueltas.
Tres tips
1.
2. 3.
Hay niños que nunca han tomado bebida y hay que respetarlo. Siempre tener jugos naturales e idealmente agua. Un dispensador a la altura de los niños no falla.
Alguno de los invitados puede ser alérgico a algún fruto seco, por lo que es mejor no incluirlos. Además, los niños pequeños se pueden ahogar.
En piñatas y sorpresas evitar poner solo dulces e incluir juguetes, stickers o lápices. Buenas aliadas son las paletas de fruta deshidrata que venden en Natural Candy.
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Bollitos de pizza (Para 24 unidades pequeñas) Tiempo de preparación: 3o minutos Tiempo de reposo: 3 horas Tiempo de cocción: 20 min.
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Para la masa 400 g. de harina blanca o harina de espelta o harina sin gluten (una mezcla ya preparada) 4 g. de levadura seca Agua en cantidad necesaria: si es harina blanca 270 cc aprox, si es de espelta 350 cc, si es sin gluten 300 a 350. 6 g. de sal
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Para rellenar: Salsa de tomate Queso mantecoso Jamón, jamón de pavo, salame Aceitunas
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1. Para la masa, en un bol poner la harina, levadura y agregar el agua e ir amasando. Es probable que no sea necesaria toda el agua, por eso es importante agregarla de a poco. Una vez que esté blanda y elástica, agregar la sal y volver a amasar. 2. Reposar 2 horas en un lugar tibio y amasar nuevamente. Estirar la masa formando un rectángulo. Rellenar con salsa de tomates, jamón y queso o los ingredientes que se quiera. Enrollar y cortar de aprox 2 cm de altura. 3. Poner en molde de mini muffins aceitados o sobre una lámina de silicona y dejar reposar entre 30 minutos y 1 hora más. 4. Hornear en horno precalentado a 200 C° por 20 minutos o hasta que estén bien dorados. Servir tibios o fríos. *Se pueden hacer los rollos el día anterior y refrigerar toda la noche antes de hornear al día siguiente.
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COLUMNA
| Crianza
Plásticos de un uso en celebraciones
¿Tienes una historia de amor que contar? Escríbenos a hola@paula.cl
Por María José Buttazzoni • Collage Sofía Valenzuela
Sigo hilando fino porque hay temas que simplemente no me dejan dormir, uno de esos es la cantidad de plásticos de un solo uso que usamos en cada celebración infantil. Pensemos en el cumpleaños de un niño o niña con 20 invitados. Para facilitarnos la vida y la tarea de limpiar, usamos alrededor de 20 platos, 5 fuentes, 20 vasos, 3 manteles, botellas, bolsas, etc. Todo de plástico. Y a esto sumémosle al menos 50 globos. El cumpleaños duró aproximadamente tres horas. Los niños se fueron felices, cansados y ahora nos toca deshacernos de lo que queda. Para eso, inevitablemente llenaremos varias bolsas de basura que contendrán 120 productos plásticos de un solo uso, ¡uno solo! Multipliquemos esto por cantidad de niños del curso de nuestros hijos, o por la cantidad de niños en etapa escolar. Luego, al vuelo, multipliquemos por la cantidad de colegios que conocemos en nuestra área, municipio, ciudad. Multipliquemos por país, continente. Si hacemos el cálculo con solo 500 niños que celebren su cumpleaños un sábado cualquiera en Chile, concluiremos que logramos botar 64.000 productos plásticos de un uso en un solo día. Terror es poco. Me propuse empezar una campaña contra los globos que se van a la basura, porque al igual que los de helio que se van al cielo, estos también terminan en el mar, en la garganta de una tortuga, en el estómago de peces, ballenas y aves. ¿Son realmente necesarios?, ¿mejoran la celebración? Creo que hay que repensarlo y buscar opciones de decoración reutilizable y no plástica que se convierte en toneladas de basura. Una buena idea puede ser crear una caja llena de decoración reusable: banderines de género o papel, guirnaldas hechas con retazos, platos y vasos de melanina, manteles lavables. Incluso crear decoración en conjunto con los hijos puede hacerles mucho más sentido que 100 globos. Los invito a auto desafiarse a este cambio, a proponerlo en sus chats de curso y familiares. A “viralizar” el celebrar sin globos. Y desde nuestra vereda, hacer este aporte que de seguro tiene algún impacto en el cambio global que debemos hacer como ciudadanos del mundo.
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NOSTALGIA
| Los personajes de mi vida
Mis tardes sumergida en Laguna Por Constanza Espinoza • Ilustración Holley Jolley
No me da vergüenza confesar mi adicción a la televisión durante mis años teen. Hasta hace no mucho tiempo pensaba que en esa época había sido mi mejor compañera porque, además de vivir en una ciudad chica y fome como Curicó, mi alma de adolescente ermitaña creía que era un panorama más entretenido pasar mis tardes viendo realities de MTV que haciendo planes con mis amigas del colegio a las que ya veía toda la semana. Ahora creo que la razón fue que en esos años –y por varios más– no tuve un grupo de amigas tan afiatado, querido y sincero como el que tengo en este minuto de mi vida. Recuerdo que a mis 14 años me encantaba y me llamaba mucho la atención ver las amistades, enemistades, amores y desamores de las protagonistas de Laguna Beach. Dejando de lado lo ultra maqueteado que pudiese llegar a ser el programa, una parte de mí se imaginaba viviendo alguna de esas historias en el futuro. Porque esos dramas entre amigas y amigos, que se conversaban por horas sentados en un restorán o simplemente en el living de la casa de alguno de ellos, son en realidad transversales a cualquier amistad, en cualquier lugar del mundo y a cualquier edad.
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LECTORAS
| Hablemos de amor
¿Tienes una historia de amor que contar? Escríbenos a hola@paula.cl
Amor de biblioteca Por Constanza Barra en conversación con Victoria Misito
iempre he sido una fanática de los libros. Me encanta sumergirme en cada uno de ellos y olvidar, aunque sea por unos minutos, lo que está pasando a mi alrededor. Se podría decir que soy la típica ‘ñoña’ que prefiere pasar su tiempo libre leyendo más que sociabilizando. De hecho, para esto último no soy muy buena y, por consecuencia, tampoco era buena para tener pareja. Me describo como una mujer súper tímida, que le cuesta bastante abrirse al resto. Sin embargo, hace un año que el amor tocó a mi puerta. Aunque más que a la mía, a la de la biblioteca pública a la que asisto. Fue gracias a ese lugar que conocí al hombre que logró despegar mi mirada de los libros.
yo así que jamás pensé que podía fijarse en mí. Aunque intentaba no ser descarada, reconozco que me costaba concentrarme en mis libros. Tendía a alzar la mirada todo el tiempo para saber en qué estaba y cuál era la lectura que lo tenía atrapado esa semana. Y muchas veces esas miradas coincidían con las de él, acto que me ponía bastante nerviosa. Una de las cosas que más me atraía era su fascinación por las historias de guerra, ya que esa es mi temática favorita. Recuerdo que el año 2008 leí mi primer libro sobre eso, llamado ‘El niño con el pijama de rayas’, y no me detuve más. Con Sebastián no calzábamos en todos los horarios, pero cuando aparecía, sabía que mi tarde iba a ser más entretenida.
Mi abuela es la gran responsable de mi pasión por las letras. Ella es analfabeta y apenas aprendí a leer, agarré el diario y comencé a compartirle cada una de las noticias que aparecían impresas. En vez de llegar a mi casa después del colegio a ver televisión, me instalaba su lado y le leía durante horas para que se entretuviera. Esas lecturas terminaron por convertirse en cuentos y novelas. Algunos que contaba en voz alta y otros que prefería guardar solo para mí, los que me ayudaban a construir una realidad paralela y refugiarme en ella.
Cada uno se sentaba en diferentes extremos, sin embargo, él de a poco fue a acercándose más. Ese gesto lo agradezco, porque mi timidez jamás me hubiese permitido dar algún paso. Eso me hizo sospechar sobre su interés. ¿Acaso la atracción era recíproca? Como sabía que ahora podía observarme de cerca, empecé a arreglarme mucho más. Siempre me he preocupado de mi presentación, pero era entretenido forzarlo.
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Cuando entré a la universidad, hace cuatro años, me inscribí en una biblioteca pública para estudiar y leer en mi tiempo libre. Me encantaba estar en ese lugar porque sentía que era uno de los pocos donde no iban a juzgarme. Estaba yo, pero también otra decena de personas que compartían mi mismo hobby. A ese grupo, llegó Sebastián, un hombre delgado, de estatura mediana, moreno y con anteojos. Me pareció interesante apenas lo vi, sin embargo, era mucho mayor que
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Una tarde, mientras leía la biografía de Anna Frank, Sebastián se acercó para pedirme prestado el diario que estaba sobre mi mesa. Sin querer interactuar tanto se lo entregué, él dio media vuelta y cuando estaba listo para volver a su puesto se detuvo, volvió hacia mí, y me preguntó si quería salir a tomarme un café con él. Aunque por dentro me estaba muriendo, acepté y nos fuimos juntos. Ha pasado casi un año desde ese día y no nos hemos vuelto a separar. Con Sebastián nos dimos cuenta que,
además de los libros, teníamos muchas otras cosas en común: gustos musicales, fútbol y nuestra forma de ver la vida. Sin embargo, la pasión por la lectura es lo que más nos hizo congeniar, lo que hizo que dos personas que cargaban historias totalmente diferentes coincidieran en un mismo espacio. Todavía sigo siendo una amante de los libros y pienso que siempre lo seré. Y aunque ahora quiera compartir mi tiempo, los dos sabemos respetar ese espacio que tanto necesitamos. Es que creo que para que
las cosas resulten, uno jamás debe renunciar a lo que lo hace feliz. Y para nuestra buena suerte, nos tocó compartir el mismo hobby. Uno que podemos hacer estando juntos físicamente, pero que también nos permite perdernos en nuestro propio mundo interior. Ahora seguimos asistiendo a la misma biblioteca, llegamos por separado, pero siempre terminamos sentados al lado. Constanza Barra tiene 24 años y está estudiando administración de empresas.
LECTORAS
| Hablemos de maternidad
¿Tienes una historia de maternidad que contar? Escríbenos a hola@paula.cl
Tener trillizos Por Francisca González en conversación con Manuela Jobet
iempre fui rebelde. Crecí en Rancagua y me fui a estudiar a Valparaíso. Quería conocer gente, pasarlo bien y concretar lo que había soñado desde chica: viajar y ser una curadora de arte exitosa. Pololeé con puros pasteles hasta que conocí a Javier, que es todo lo contrario a mi: ordenado, estructurado, responsable. Nos acercamos por el amor a las buenas conversaciones, a la naturaleza, al buen vino. Yo tenía 26 y él 25. A los cuatro años de pololeo, nos casamos. En la primera etapa lo pasamos increíble. Fue como seguir pololeando. Él es un gran hombre, mi cable a tierra.
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Estuvimos buscando a nuestro primer hijo por un año y dos meses. Desde el día que dejé de tomar pastillas me puse muy nerviosa. Y, cada mes, lloraba de frustración cuando me daba cuenta de que no había quedado embarazada. Después de un tiempo, fuimos al doctor y descubrieron que era muy irregular con mis ciclos. Nada grave, pero tuve que hacerme seguimiento y ordenarme hasta que supe que venía Juan, que ahora tiene tres años. Mi embarazo fue maravilloso. Me sentí siempre bien, hice yoga hasta dos días antes de tenerlo y el parto fue lo mejor que me ha pasado, aunque haya nacido de 35 semanas. Lo tuve sin anestesia (el primer intento de la epidural no hizo efecto), yo misma lo saqué y lo tuve una hora en brazos haciendo apego. Después de unos días de vuelta en la casa, a Juan le vino ictericia y estuvo en la UCI durante una semana. Los doctores me hablaron de riesgos neurológicos e incluso de muerte. Por suerte se mejoró y sin grandes secuelas. Ese susto que pasamos me cambió. Nunca me despegaba de él y sólo a Javier, que es un tremendo papá, lo dejaba tomarlo en brazos. Incluso, lo tuve en un fular hasta los siete meses. Dormía con él y lo tenía siempre conmigo.
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Le di pechuga hasta el año dos meses, cuando decidí cortármela para tener al segundo hijo. Siempre quisimos tener dos. Al quinto mes que no nos resultaba, volví al doctor y empezamos de nuevo con el seguimiento. Con Javier estábamos en Pichilemu solos un fin de semana y me hice un test. Estaba embarazada de nuevo. Llegamos al doctor muy felices e ilusionados. Hasta que en esa primera ecografía mi ginecólogo me dice que no era uno, sino dos. Me aterré. Y durante días lloré y lloré, muerta de miedo. Se me vino el mundo abajo. Me costó harto asumirlo, pero una amiga que tenía mellizos me tranquilizó. De a poco fui relajándome. Partimos de nuevo a una ecografía con un experto en embarazos múltiples, ya con más de 12 semanas de embarazo. Me acuerdo que mientras esperaba mi turno comía dulces para que los niños se movieran y poderlos ver bien. Entramos y escuché los latidos. Pero mientras los veíamos en el monitor, me pareció ver algo más. Me quedé en silencio hasta que el ecógrafo nos dijo: “supongo que saben que no son dos, son tres”. Me agarré la cabeza y le dije al doctor que no quería tres, que me los sacara. “Negra, todo va a estar bien”, me dijo Javier. “Tranquilos, y recen para que crezcan sanos”, dijo el doctor. Pero yo solo pensaba que no los quería. Por un tiempo no le conté a nadie. En las noches me encerraba en el baño a llorar, me tocaba la guata con fuerza, y justo en ese momento, entraba Javier y me repetía “Negra todo va a estar bien”. Cómo voy a hacer esto, porqué a mí me tiene que pasar algo así, me repetía. Estaba en verdad enojada y le decía a Javier que esto era culpa suya. El doctor me dijo que hay más posibilidades de ganarse el Kino de que te pase esto. ¡Y yo que jugaba el Kino todas las semanas
y nunca me había ganado ni quinientos pesos! Le pregunté al doctor si tenía que ver con lo del seguimiento y me dijo que podría ser, así como también podía ser que si llenabas el Estadio Nacional dos veces, esto solo le pasaba a una persona, y esa fui yo. Más rabia me dio. Me explicó que en otras partes del mundo te ofrecerían pinchar a uno o dos de los huevitos. Le abrí los ojos. Pero Javier me paró en seco. No sé si lo hubiese hecho. Creo en la familia y amo a los hijos, pero también creo que la mujer debe poder decidir estas cosas. Ahora los miro y claro, sería imposible, si me quitan a alguno me muero. Todavía tengo mucho miedo. Y también culpa. Siento que no les puedo dar todo el amor que quisiera, porque me gustaría dormir con uno, pero no soy capaz de dejar
a los otros dos solos. El apego me ha pesado mucho. Trato de tomarlos en brazos a los tres, lo más que puedo. Me gustaría ser como una perrita con sus cachorros, tenerlos encima todo el tiempo, pegaditos como lo pude hacer con Juan. Pero es imposible, y eso hace que me duela la guata. Quiero que mis hijos vayan a un buen jardín infantil, a un buen colegio. No quiero la casa más grande ni el mejor auto, pero sí que tengan las mejores oportunidades. Va a ser difícil pero estoy convencida de que a la gente que tiene buen corazón le pasan cosas buenas. Es estresante, agotador, me preocupa el futuro, pero estoy segura de que la vida nos tiene algo bueno preparado. Francisca tiene 37 años y es diseñadora gráfica.
MERCADO
Vuelta a los 90
Medicina estética
No más tragedias
VLTG es la nueva colección de streetwear de Converse inspirada en la clásica línea Voltage que se lanzó en 1995 con gran influencia en las canchas universitarias de basketball y en la NBA.
En la Clínica Dra. Teresa Vásquez son especialistas en estética funcional orofacial y reestructuración de tercios faciales. Además, cuentan con cosmetología y tratamientos no invasivos.
Kia anunció un sistema de alerta de ocupante trasero que utiliza sensores ultrasónicos para detectar pasajeros en la segunda y tercera fila. La meta es que esté disponible en la mayoría de los vehículos para el 2025.
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ORÁCULO
Destellos de autenticidad Texto Ariel Richards • Ilustración Gertrudis Shaw
Esta semana el equinoccio trajo la primavera, lo que a nivel planetario generó un equilibrio y el Oráculo nos recuerda que se abre una oportunidad para balancearnos. Por eso, el sol en Libra ha iluminado a una carta delirante: la de Paquita Salas, en la que el humor y el amor son los dos valores preponderantes. Haz: El ridículo. Paquita Salas no tiene miedo de ocupar el delirio para mostrarse tal cual es. Que no te importe la opinión del resto. Escucha: Tu voz interior. Paquita se mueve con seguridad por el mundo porque sabe perfectamente lo que quiere. Lee: Las acciones más allá de su inmediatez. Todos los actos son simbólicos y encierran un sentido detrás su forma. Afina tu mirada. Cambia: De nombre, de color de pelo, de ropa. Pero no cambies tu forma de ser. Observa: A tu némesis y aprende de ella.
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Esta mujer intensa, determinada y desbordante representa el amor sin condiciones, y su carta nos recuerda que los momentos difíciles de la vida son la verdadera prueba para comprobar quiénes son nuestras amigas, quiénes son nuestras conocidas y quiénes son sólo personas que nos rodean. Tener clara esta jerarquía es una forma de auto cuidado. Y Paquita lo tiene clarísimo. Ella defiende con garras a su círculo de hierro donde sólo entran sus representadas, sus amigas y su familia. ¿Lo bonito? Todas ellas están ahí de vuelta cuando la vida se vuelve cuesta arriba para la propia Paquita. Esta es una carta potente y recursiva, ya que su protagonista tiene una capacidad infinita para reinventarse y para esto se vale de ser auténtica. Cuidemos nuestros círculos afectivos y determinemos con cariño a quienes dejamos acercarse y a quienes no. El amor es un escudo y hay que construirlo porque cuando menos lo pensamos tiene que estar ahí, listo para defendernos.