ESPECIAL AMOR
las amigas
EQUIPO
| El sketch de la semana
Primera vez que puedo lucir mi depilación permanente en todo el cuerpo. Me siento tan libre.
Primera vez que me dejo crecer los pelos naturalmente y no me importa lo que piensen. Me siento tan libre.
Por Carola Josefa
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09 de febrero 2020
Revista Paula. Fundada en 1967. Editada por Copesa S.A., perteneciente a Grupo Copesa. La declaración de intereses se encuentra en www.grupocopesa.cl/declaracion. Domicilio: Apoquindo 4660, piso 8, Las Condes, Santiago, Chile. Fono: 22550 7000. Correo electrónico: hola@paula.cl. Derechos reservados ©Copyright Paula. Las opiniones vertidas por diferentes autores en esta revista, como asimismo el contenido y forma de los avisos publicitarios, son de exclusiva responsabilidad de quienes los emiten o pagan por su inclusión, no teniendo PAULA, por tanto, ninguna responsabilidad al respecto. Corresponde en forma exclusiva a PAULA la decisión de aceptar o rechazar avisaje publicitario. Prohibida toda reproducción, total o parcial, del material de esta revista. Impresión: A Impresores S.A.
BREVES
La semana Estos son los contenidos de Paula.cl que seleccionamos para pensar, conversar y reflexionar durante la semana.
Lo que tienes que escuchar PLAYLIST AMIGA, TE QUIERO
Entre las cosas que nos encanta hacer con nuestras amigas están, sin duda, bailar y cantar esas canciones que nos llevan a nuestra adolescencia y a momentos donde nada más importaba. Busca la playlist que preparamos entre todas para celebrar este mes del amor entre amigas, en nuestro perfil Paula.cl de Spotify.
Lo más comentado
¡Escriban! No queremos ser un monólogo sino que un diálogo Lo que les gusta Lo que no les gusta Lo que está de más Lo que está de menos Pregunten Sugieran Critiquen Cuenten Nos interesa y lo necesitamos
#PaulaReportaje Desaprender de la pornografía #PaulaHablemosDeAmor Pololear después del tercer encuentro
#PaulaEditorial Tirarse a la piscina
Fe de erratas En nuestra edición 1339, que circuló el 2 de febrero de 2020, publicamos como autora del cuento Tribu, de la página 32, a Magdalena Contreras. La autora es Elisa Villanueva.
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MODA
| Los elegidos
Por Dominga Sivori • Foto Alejandra González
Top, Tierra Amarilla, $ 22.000.
Pollera, Tricot, $19.990.
Sandalias, H&M, $12.990.
Constanza Mahuzier, 29 años, ingeniera comercial.
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Ilustraciรณn, Elena Ho, $30.000.
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TIEMPO LIBRE
Qué - Cómo - Cuándo
Para protegerse del sol Si bien no es una novedad que nos trajo este verano —salió al mercado a principios del 2018—, vale la pena recordar el fotoprotector con color de Isdin. Con protector solar factor 50 y una fórmula en base a agua, su textura es tan ligera que no demora en absorber, característica que evita esa desagradable sensación típica de muchos bloqueadores de que la cara pareciera derretirse con el calor. Además, la fórmula no hace arder los ojos si entra en contacto con ellos y aporta color a la piel emparejando el tono y disimulando imperfecciones. Fotoprotector Isdin SPF50 Fusion Water Color. Disponible en farmacias.
Para inspirarse en la cocina
Belleza orgánica Manual ilustrado de cosmética natural En este libro de la ilustradora, diseñadora y florista española Maru Godas se puede encontrar información práctica de plantas, aceites esenciales, frutas y verduras frescas aplicado a la cosmética. Tiene tips y recetas para que, quienes se animen, armen un completo cosmetiquero con ingredientes naturales. Además, sus lindas e inspiradoras ilustraciones, lo transforman en un elemento decorativo de diseño para dejar en la mesa de centro. En librerías Contrapunto.
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Hace dos años que la chef Camila Peñaloza (31) publica a través de su cuenta de Instagram @antojista ideas para cocinar con desperdicios de comida como los tallos u hojas de verduras. Además, con el objetivo de promover la cocina sustentable, entrega recomendaciones para comprar de manera consciente y conservar correctamente los alimentos para no perderlos. Dentro de sus más de 800 publicaciones, ue son seguidas por 31 mil 400 usuarios, destacan recetas en las que entrega un novedoso uso de ingredientes y preparaciones como la tarta dulce de zapallo, damasco y coco o la hamburguesa de garbanzos, perejil y menta.
Para probar Aunque las pita chips son una excelente opción para acompañar quesos, salsas e incluso como complemento de ensaladas, las de la marca BocanBoca tiene un intenso y distintivo sabor que las convierten en una atractiva elección incluso si se comen solas. Su dosis de sal de Cáhuil es perfecta, ya que se siente pero no alcanza a dejar esa típica sensación que queda después de comer comida procesada, y su textura crocante hacen que resistan diferentes acompañamientos y no se ablanden. Horneadas con aceite de oliva y elaboradas con ingredientes 100% naturales, además del sabor original, hay finas hierbas, tomate albahaca, integral, carbón activado y chlorella matcha y cacao pepper. Desde $3.990. www.bocanboca.cl.
Para ver Durante febrero la Cineteca Nacional de Chile del Centro Cultural La Moneda realizará un ciclo de cine dedicado al destacado director y guionista de animación japonés, Hayao Miyazaki. El castillo en el cielo (1989), Nausicaä del valle del viento (1984) y La princesa Mononoke (1997) -esta última ganadora del Premio a Mejor Película entregado por la Academia Japonesa-, son algunos de los títulos que se podrán ver a partir del 9 de febrero. Estas películas, producidas por el Estudio Ghibli -co fundado por el propio Miyazaki-, cuyas tramas abordan la aventura y la fantasía y cuyas ilustraciones coloridas y extremadamente detalladas buscan aparentar el animé norteamericano -razón por la que han tenido éxito mundial desde el principio-, se han vuelto clásicos del cine animé y son ideales para ver en familia. Más información en www.ccplm.cl.
El verano es una de las mejores fechas para ir al cine. Con los premios Oscar acercándose, la oferta cinematográfica se vuelve insuperable. La variedad es amplia: dramas sobre la guerra, matrimonios en crisis y empoderamiento femenino son algunas de las temáticas en cartelera, pero hay una película que se escapa a lo típico. Se trata de Jojo Rabbit del director Taika Waititi, que gira en torno a un niño alemán en el ocaso de la Segunda Guerra Mundial, cuyo amigo imaginario es Hitler y quien sueña con ser parte de las Juventudes Hitlerianas. Roman Griffin Davis se luce con el protagónico llenando de carisma a un personaje que podría resultar insoportable por sus ideologías, pero que no es más que un niño aprendiendo a vivir. Scarlett Johansson interpreta a su mamá, con una delicadeza que emociona, y Sam Rockwell es un capitán lleno de matices que no deja de sorprender. Pero es Rebel Wilson quien desequilibra con un personaje que podría parecer ridículo y grotesco, pero que demuestra de manera cruel y “en tu cara” algunos de los horrores de la guerra. La película tiene seis nominaciones para llevarse una estuatilla, entre ellas Mejor Película y Mejor Actriz de Reparto para Johansson. En cines.
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GUÍA
| Aprender para no depender
Maldita amiga Por Victoria Misito • Ilustración Violeta Cereceda
Una amistad dañina involucra a dos personas. La activa, que es quien decide hacer el daño, y la pasiva, quien opta por recibirlo. Ambas tienen un comportamiento alterado”, explica la directora del centro psicológico Lazos y Nexos, Caroll Bergenfreid. Generalmente, cuando una persona acepta este tipo de trato, se puede deber a dos razones: Durante su desarrollo existió una disfunción familiar, lo que terminó alterando la manera de vincularse con un otro y la tendencia a repetir un patrón. La experta
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advierte que esto no significa que todas las relaciones amorosas que elija esa persona sean tóxicas, ya que podría pasar, por ejemplo, que en su casa tuvo un vínculo dañino con su mamá o hermana, pero uno protector con el papá. En ese caso el lazo con su pareja podría ser afectivo y con sus pares femeninos, disfuncionales. Presenta problemas de inseguridad y en la construcción de su identidad. “Si alguien tiene claro quién es, tiene delimitadas las cosas que le afectan y cuáles son las que no va a tolerar. Pero si esto no es así, es difícil ponerle límites al resto”, dice Bergenfreid.
PILARES DE LA AMISTAD La estadounidense Shasta Nelson, experta en amistad y relaciones saludables y autora de los libros Friendships don't just happen! y Frientimacy, asegura en una de sus charlas Ted que para que una amistad sea sana debe cumplir con tres requerimientos:
1. positivismo: aquellos sentimientos que hacen sentir a una persona aceptada y respetada por su amigo.
2. consistencia: solo a través del tiempo se puede construir una historia y lograr conocer bien a un otro. “Al entender a tu amigo, no sentirás miedo tratando de predecir su respuesta ante cualquier problema”, dice Nelson.
3. vulnerabilidad: esto no solo implica mostrarse tal como uno es, sino que también compartir las cosas que te inquietan, los problemas, aspiraciones y alegrías.
Lo que está mal Caroll Bergenfreid advierte que todos los seres humanos tienen defectos y que al relacionarnos nos hacemos vulnerables a recibir daño. Por lo mismo, no hay que confundir algunas conductas negativas con una amistad tóxica. El problema surge cuando estas son reiterativas. Para la experta, hay que estar atenta a las siguientes señales: El victimario siempre logra un beneficio con la amistad y la víctima, en cambio, suele perder más que ganar. Comportamiento descalificador, desvalidación y autoexigencia. Aislamiento con el resto de las personas. Dependencia emocional de la víctima y manipulación constante del victimario.
Un vínculo díficil de cortar La psicóloga y directora de Fundación Relaciones Inteligentes, Constanza Merino, explica que este tipo de amistades oscilan entre extremos y que suelen ser muy positivas al principio, lo que genera la sensación de un vínculo profundo. Y cuando esto cambia, en vez de confrontar, la víctima se obsesiona con recuperarla. “Entendiendo que hay una dependencia, el problema es el sube y baja emocional, que las deja pegadas esperando que todo vuelva a ser como antes”, dice. Para Bergenfreid, en cambio, la dificultad de cortar la relación tiene que ver con el rol salvador y el empoderamiento que este le entrega a la víctima. “Si uno está siempre rescatando a su amiga de diferentes situaciones y se da cuenta de que ella la necesita, logra sopesar la propia herida que carga”, cuenta. Cómo lograrlo Desafortunadamente, terminar con una amistad tóxica no es algo que pueda hacerse de un momento a otro, ya que probablemente habrá amigos en común que tiendan a unirlas. El desafío no es desaparecer, sino que aprender a construir herramientas que permitan protegerse de estas actitudes dañinas. “Lo primero es entender lo que nos provoca esta persona y hacernos conscientes de que somos nosotros los que lo estamos permitiendo. Requiere de un reforzamiento del autoestima e identificar qué cosas nos hacen mal y cuáles no”, explica Caroll. Un buen consejo es comentarle a un tercero lo que está pasando, ya que esto ayuda a mirar las cosas desde otra perspectiva y a entender que no estamos solas.
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REPORTAJE
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Encuentra otras historias de amigas en Paula.cl
Mis viejas amigas Por Greta di Girolamo Fotos Constanza Miranda
Nena cumplió 84 años y decidió celebrarlo con una fiesta de disfraces junto a sus mejores amigas. Está vestida con una falda roja brillante, una humita y unas orejas de ratón; es Minnie Mouse. Juanita, una de sus amigas, lleva un enterito de tigre y bigotes pintados en la cara. Jeanette está envuelta en un pareo verde, coronada con una tiara de flores, a lo pascuense. Anmerys lleva un traje que, dependiendo de la generación que lo vea, es de Mefistófeles o de Maléfica, con cuernos en la cabeza, una capa negra y uñas largas. Se lo hizo su nieta especialmente para la ocasión. Leonor está disfrazada de Frida Kahlo, con un conjunto típico mexicano y un peluche de mono en su hombro. La más vistosa es la del traje de cuncuna amarilla, Gilda; tiene bolas rojas pegadas por toda la parte delantera de su cuerpo que hacen de patitas, pero sin dudas la que saca más risas es la Lucy, quien llegó vestida de hippie y la rebautizaron como Shakira por la enorme peluca chascona que andaba trayendo. “¿Quién diablos es?”, dijimos cuando llegó. “No la reconocimos”, cuenta Juanita. “La Lucy es la más compuesta, no se le corre ni un pelo, nos corrige a todas para que pronunciemos la “D” final en las palabras ¡y llegó vestida así! Yo la veía y me tentaba de la risa, no podía aguantarme”, dice Nena.
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Aunque tienen entre 71 y 87 años, parecen una pandilla de niñas de 7 años disfrazadas de sus personajes favoritos. Según dicen, la fiesta de principios de enero es uno de los mejores eventos que ha tenido el grupo. “Bailamos, chacoteamos, cantamos mucho. Nos juntamos a puro revolverla. Lo pasamos chancho, chancho”, afirma la cumpleañera. En total son nueve mujeres, hace 10 años son amigas. Se conocieron en el taller de gimnasia que dicta la Municipalidad de El Quisco para personas de la tercera edad. Pero de a poco el cuerpo de baile se fue afiatando. Se mandaron a hacer un uniforme deportivo que en el pecho dice “Siempre jóvenes”, nombre con el que bautizaron ellas mismas al equipo. La frase sirvió de arenga cuando compitieron en las olimpiadas de la tercera edad en Valparaíso en 2018. “¡Nos aplaudieron mucho! Y es que es un ejercicio que hay que coordinar muy bien”, cuenta Jeanette mientras se levanta del sillón para mostrar los pasos de baile. Al taller de gimnasia se sumó el de tejido, el de “estimulación cognitiva”, de “envejecimiento activo”, el de “yoga de la risa”. Y la lista suma y sigue. También a través de programas de la municipalidad o cajas de compensación, empezaron a viajar juntas. Han visitado lugares como Pucón, Iquique y Las Tacas. Y, para verse de forma más íntima, hace tres años el grupo decretó reuniones semanales inamovibles que son todos los días lunes en distintas casas. Este lunes le tocó a Juanita ser anfitriona, quien recibe una a una a sus invitadas en la puerta, las guía por el camino de suculentas y cardenales, pasa por el rincón de las fotos familiares y llega al living comedor, donde tiene todo preparado para deleitar a sus amigas. Guacamole, melón picado y galletas dulces para empezar la jornada. “Ha sido muy lindo formar este grupo, nos ayudamos bastante”, dice la anfitriona mientras reparte jugo natural de
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duraznos del árbol de su casa. “Para mí son mis hermanas… mayores”, agrega Lucy, despertando las risas de sus compañeras. Es una de las más jóvenes. “Para mí esta amistad, a esta edad, es un alimento para el alma”, explica Nena. Frente a ella está sentada Gilda, quien le pide que se acerque para arreglarle el chaleco porque lo lleva mal puesto. “¿Te vas a parar por mí? Esto sí que es cariño. ¡Ni pa los terremotos se para!”, dice Nena. Gilda tiene dificultades de movilidad en una de sus piernas, pero en este grupo los malestares siempre pueden ser material de risa. “La Jeanette es la persona que más nos ha enseñado a vivir, porque tuvo dos eventos muy fuertes”, dice Gilda. Hace un par de años se murió una hija de Jeanette y también su yerno. Ahora ocupa casi todo el tiempo cuidando a su marido, que sufre de Alzheimer. “Ellas me han dado la fuerza para seguir adelante y no desmayar. Me apoyan con mi marido. Lo tomamos para la risa, pero es terrible. Cuando lleva mucho rato en silencio voy a buscarlo y le digo “vengo a ver qué cagada te mandaste”, es como los niños chicos. Me arranca el hibisco, el durazno, se le olvidan las cosas, se confunde. Yo estoy dispuesta a no moverme de la casa o a salir siempre con él, pero el día lunes que no me lo toquen”. Cuando su hija murió, todas sus amigas la acompañaron a la playa a dejar sus cenizas y despedirla. También fueron en patota al lanzamiento de su poemario. Gilda se puso a escribir a los 70 años y a sus 79 ha publicado 5 libros. Cuando Gilda empezó a tener problemas de movilidad, su hija Denisse comenzó a acompañarla a las reuniones. Quedó tan fascinada que se sumó. Es la lola del grupo: tiene 55 años. “En esta etapa las personas empiezan a tener un sentido de valoración distinto. Lo que podría ser amargura, se transforma en risa. No hay tiempo que perder. Qué ganas de que la juventud mirara la vida así. Porque es muy rápida, pasa pronto”, dice Denisse.
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Aunque tienen entre 71 y 87 años, parecen una pandilla de niñas de 7 años disfrazadas de sus personajes favoritos. Según dicen, la fiesta de principios de enero es uno de los mejores eventos que ha tenido el grupo.
El grupo de amigas es variopinto. Las hay profesionales y sin estudios, de familias adineradas y de origen humilde. Una era cantante de ópera, otra es profesora bilingüe, la poeta, la dueña de casa, la que trabajaba en una compañía de teléfonos, la que pinta, la que vive la mitad del año en Australia. “Hay de todo; desde momias, momias, momias hasta comunistas activistas. Consideramos que nuestra amistad es mucho más importante que la política, entonces, cuando alguna se pone media pesadita, cambiamos el tema. Más que nada hablamos de nuestras penas, dolores, alegrías. Y, si alguna se pone a pinchar, armamos la mansa fiesta”, cuenta Nena. Su casa es una de las sedes favoritas del grupo en verano; tiene una piscina pelopincho, de siete metros de largo por cuatro de ancho, que se auto regaló para la Navidad del año antepasado. La última persona en hacerle la mantención fue su hermana mayor, Daniela, también parte del grupo. Luego de manejar cuatro horas desde Vichuquén hasta El Quisco, se puso traje de baño, agarró un paño y se metió a la piscina a limpiar rincón por rincón. Una heroína de 87 años. A las seis de la tarde las amigas pasan a la mesa del comedor, donde las espera un flan de chocolate, pastelitos chilenos, queque casero, mermeladas de durazno y ciruela hechas por la anfitriona, pancitos con queso y salame, té y café. La lengua no les para. Hablan de los incendios en Australia, de veganismo, de reciclaje, de Greta Thunberg. “Me encanta, yo la defiendo. Cuando me llegan cosas contra ella las devuelvo con una nota diciendo que no me manden nunca más cosas así. ¡Reunió a la juventud!”, dice Nena.
“Por ejemplo, Trump está en contra de ella. Dicen que debería estar estudiando en vez de estar hablando”, dice Lucy. “La minimizan, pero es increíble la fuerza que tiene. Hay algunas personas que dicen que viene del futuro. Una viajera del tiempo, que nos trae un mensaje para anticipar los desastres. De hecho, es una niña especial”, dice Denisse. “Puede ser, ah. Se han visto tantas cosas”, cierra Gilda. Y entonces comienzan a contar experiencias paranormales que han vivido. Un niño que en realidad fue un angelito, el espíritu de una mujer muerta que tocó la puerta, un desconocido que ofreció la cantidad de dinero exacta que una necesitaba para salir de una urgencia. De estos temas y otros también conversan a través de su grupo de WhatsApp, que Leonor tituló como “Cuenta conmigo”. Por esa vía se ofrecen patillas de plantas y organizan intercambios de ropa: lo que a una le queda grande o le regalaron y no le gustó, le sirve a otra. Ya se saben las tallas y gustos de memoria. Al final de la tarde, como ya es tradición en la reunión de los lunes cuando toca donde Juanita, llega su marido Álex a hacer un show de cierre. Él tiene 76 años y hace cinco empezó a cantar. Enciende la televisión, pone la versión karaoke de Strangers in the night y se presenta con confianza al micrófono frente a sus espectadoras. “Cada vez que canta siento que estoy con Frank Sinatra”, dice Nena.
“Ha hecho una buena campaña”, sigue Gilda. “Es una niña maravillosa. La critican porque a algunos no les conviene”, responde Nena.
Las amigas se mueven al ritmo de la música y corean la letra. Algunas cierran los ojos, otras bailan, otras se abrazan. Saborean juntas cada minuto de la vida.
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ENTREVISTA
Amiga, date cuenta Por Greta di Girolamo โ ข Ilustraciones Violeta Cereceda
es violencia si...
Te presiona a sostener relaciones o prรกcticas sexuales que no te agradan o sin que tengas ganas.
Revisa tu celular o tus redes sociales.
Restringe tu contacto con amigas, amigos y familia.
Controla la forma en que te vistes o maquillas.
Se burla de tu cuerpo, de tu forma de ser, de sentir o de pensar.
En la intimidad sexual se preocupa solo del placer propio y no del tuyo.
Restringe tus actividades favoritas y te aleja de lo que te gusta hacer.
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Te culpa a ti o a los demรกs de su actuar agresivo.
Te dan miedo sus reacciones, razón por la cual les has ocultado o has evitado juntarte con amigos.
Te insulta, humilla, ignora o te hace callar en privado o en público.
Te ha empujado, cacheteado, agarrado el brazo de forma violenta, tirado el pelo o golpeado. Frecuentemente desconfía de ti, hace escenas de celos o no te cree lo que le dices.
Se comporta amablemente en público, pero en privado te agrede física o psicológicamente.
Controla en qué gastas tu dinero. Te ha pedido dinero y no lo devuelve. Si es el proveedor del hogar, manipula la entrega de dinero dependiendo de tu actuar.
Te ha amenazado con abandonarte, contar algún secreto, hacerte daño a ti, a él o a otras personas.
Controla permanentemente dónde estás, qué estás haciendo y con quién.
Contenido recopilado en Ministerio de Salud, Fundación Antonia, Red Chilena Contra la Violencia Hacia las Mujeres, Fundación Honra y campañas internacionales contra la violencia de género.
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“sin las amigas se hace muy difícil salir de una relación violenta” Entrevista a Consuelo Hermosilla, Fundación Antonia ¿Cuáles son las dinámicas que más se repiten en una relación violenta? Primero hay que aclarar que no hay ninguna violencia, ya sea física, económica o sexual, que no tenga de base la violencia psicológica. El punto es que muchas veces las víctimas no la detectan porque tienen tan normalizado todo que cuando llegan a la fundación y les preguntas cuándo comenzó la violencia psicológica, dicen “No, si fue de un día para otro que me pegó”. Después, cuando les empiezas explicar, van viendo que la violencia se arrastraba hace mucho tiempo. En general las dinámicas más comunes tienen que ver con sentir que la otra persona es propiedad tuya, muchas veces con la justificación de que es por preocupación. Los celos están muy normalizados, son muy transversales y hay gente que hasta dice: “Pero si igual es rico que hayan un poco de celos, hace sentir la relación más viva”. ¿Cómo sobrellevar los celos? ¿Lo ideal sería erradicarlos completamente? Sí, esa es la idea. Pero va más allá de no sentir celos. Y es que la persona que está contigo te eligió. Si establecemos que tendremos una relación en la cual la base es el amor y la fidelidad, debiera respetar eso y confiar en eso. Si establezco una relación abierta en la que puedan entrar otras personas, también es válido. La clave es la comunicación, la confianza y el amor. Son las tres aristas base de una relación sana. La mayoría de las personas que sufren violencia tiene como denominador común el conocerse poco antes de entablar una relación. Y se repite un patrón: a los tres meses comienza la violencia psicológica y a los seis la física. Decías que las víctimas naturalizan la violencia. ¿Cómo puedo ayudar a una amiga a que sea consciente de lo que está viviendo? Lo primero que hay que hacer es acercarse a la amiga, no a conversar del tema, sino a compartir, para que el día de mañana si tiene un problema sepa que puede contarte a ti. No se deben hacer juicios sobre su pareja, porque en el momento en que lo hagas ella va a retroceder. Las perso-
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nas que sufren violencia tienen dos creencias: que la persona que las agrede no es mala y que va a cambiar su comportamiento agresivo. Por eso lo justifican y tienen la necesidad de que su círculo tenga una buena imagen de él. Si ella te cuenta un episodio de violencia, lo mejor es preguntarle cómo se siente con eso, preguntarle cómo la puedes ayudar y, por ejemplo, compartirle información: un documental o una entrevista sobre el tema. No abordarlo directamente, sino que darle las herramientas para que pueda ir saliendo de ahí. Hacerla pensar sin criticarla, para que ella misma saque sus conclusiones. Hay que alentarla, subirle la autoestima, porque aunque se muestren cancheras, en el fondo están enfermas y no pueden salir de ahí porque su autoestima está súper dañada. Hay que realzar sus virtudes, hacerla sentir capaz. Pero también hay que quitarse el velo de la cara: muchas veces no es que las víctimas no sepan, sino que están atrapadas. ¿Suele suceder que si tu amiga pasa por esto te oculte información? ¿Cómo actuar en ese caso? No hay ninguna persona que sufra violencia que no se haya transformado en mentirosa. Como no quieren que tengan una mala impresión de la pareja, van a disfrazar todo. Es común que las amigas se junten y ella cuente que la trató de maraca, la dejó tirada en el piso y su grupo entero la contenga, pero cuando termina la junta apaga el celular y se va a juntar con él. Ahí uno dice: “Pero amiga, estuvimos toda la tarde hablando de esto”, y te vas cansando, la vas dejando, porque te miente una y otra vez. El tema es que para que no lo haga tienes que dar la confianza para que te digan lo que no quieres escuchar. Siempre dejarle claro que tu apoyo es incondicional, que vas a estar ahí con ella hasta que esté preparada. Que sepa que no la vas a juzgar y no vas a comentar por lo que está pasando. ¿Cuál es el límite de esa confidencia? Si te das cuenta de que corre peligro, si no tiene vida, no tiene ganas de hacer nada, ya no se junta con nadie, hay que hablar con el entorno. Cuando las personas dicen “ella no quiere entender, lo sigue buscando”, en
realidad son ellas las que no entienden cómo funcionan las emociones que mandan a la persona que sufre violencia. Hay que dejar de darle responsabilidad a la víctima de salir de la relación violenta y dársela al agresor. Las campañas se dirigen a que no aguante, que salga de ahí. Pero hay víctimas completamente enfermas, que no tienen la capacidad de hacerlo. ¿Es buena idea como amiga poner una denuncia contra el agresor? Es que ella tendría que ratificarla. Y, aunque decida hacerlo, en realidad las denuncias se cierran al poquito tiempo. Si no hay lesiones graves, no hay daño visible, no es un caso para la justicia. Por lo tanto, la denuncia no es una salvación. Ponen medidas cautelares que no sirven para nada. Actualmente no hay ninguna protección para quienes sufren de violencia intrafamiliar. Por eso tener una buena red de apoyo es lo fundamental. Y buscar ayuda psicológica: no va a salir sin terapia. Hay que saber que la gran mayoría tiene recaídas con la misma persona, pero eso no significa que no van a salir adelante. Es importante decirles que de esto se sale. ¿Por qué es común que las mujeres se vean envueltas en estas dinámicas violentas? Por la cultura, por supuesto. Desde chiquititas nos visten de princesas, nos cuentan del príncipe azul, que lo más lindo y lo mejor que haremos será ser mamás y tener una familia. Ese es el rol de la mujer. Y el hombre todo lo contrario: es el proveedor, el valiente, no llora, no tiene miedo. Si desde chica estás esperando vivir esa realidad, soportas muchas cosas con ese norte claro: tener esa familia, el pasto verde, los niños jugando. Hay mucho miedo a estar sola. Por eso cuando ellos les dicen que nadie las va a querer, entre estar solas y estar con esa persona, que a ratos les da cariño, prefieren estar con él. Esta es la razón por la que las amigas son tan importantes. Dentro de todo el drama que se vive, es saber que tienen a alguien que las quiere a pesar de todo. Sin las amigas se hace tremendamente difícil salir de una relación violenta.
El 7 de febrero de 2017 Antonia Garros Hermosilla, de 23 años, cayó del piso 13 de un edificio durante una discusión con su pololo. Dos meses antes había puesto una denuncia contra él por violencia física en Carabineros. Tras la muerte de su hija, Consuelo Hermosilla creó la Fundación Antonia, organización que apoya de forma gratuita a cerca de 130 personas, en su gran mayoría mujeres, que son o han sido víctimas de violencia por parte de sus pololos, maridos y ex parejas. El acompañamiento está a cargo de un equipo de médicos, abogados, trabajadores sociales y psicólogos. Para aumentar su rango de acción, dictan charlas en colegios y crearon la aplicación Antonia, en la cual se registra una red de apoyo que es alertada de una emergencia si la persona presiona el botón de alarma en su celular. A la fecha ya van más de 140 mil descargas. Si tú o alguien cercano está pasando por una situación de violencia, puedes contactar a la Fundación Antonia en www.fundacionantonia.org
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REPORTAJE
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Por qué la amistad importa Por Emiliana Pariente • Fotos Alejandra González • Producción Belén Muñoz Figuras de Porcelana Royal Doulton, Bruce Antigüedades
En Okinawa, Japón, existe una tradición centenaria que consiste en agrupar a cuatro o cinco niños vecinos, hacerlos interactuar y, si se llevan bien, comprometerlos de por vida. Este grupo, forjado por un acuerdo tácito entre los integrantes y sus familias, se llama moai, y su propósito original era crear redes de apoyo económico en las aldeas; los recursos de uno pasaban a ser los del otro y servían para financiar proyectos colectivos que beneficiarían a todos. Con el tiempo, los moai fueron adquiriendo un nuevo significado y pasaron a ser una suerte de red de apoyo y segunda familia incondicional. Actualmente, cada uno de los habitantes de Okinawa forma parte de su respectivo moai y sabe que, de necesitarlo, puede recurrir a este grupo de amigos, –que se reúne sagradamente a
hablar y compartir consejos– para obtener apoyo social, financiero, de salud o espiritual. Okinawa es una de las denominadas “zonas azules” del mundo, áreas cuya expectativa de vida supera los 100 años. Y la tradición del moai –según las investigaciones de Dan Buettner, explorador miembro de National Geographic y escritor del New York Times que se ha dedicado a investigar estas regiones– es uno de los principales factores de la longevidad del pueblo. Estas “zonas azules”, según Buettner, comparten y se benefician de ciertas costumbres, hábitos y prácticas que están directamente relacionados al aumento de la longevidad, la salud y el bienestar general. Y, a su vez, a la disminución de enfermedades crónicas como el Alzhéimer, el
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La idea que establece que las amistades son vitales ha rondado el imaginario colectivo desde siempre. Pero ahora, además, está comprobado científicamente: tener buenos amigos –y buenos vínculos afectivos– es clave para nuestro bienestar físico y psicológico.
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cáncer y la depresión. Mantener relaciones amistosas es una de esas prácticas. La idea que establece que las amistades son vitales ha rondado el imaginario colectivo desde siempre. No es casualidad que haya protagonizado innumerables series, películas y canciones. Pero ahora, además, está comprobado científicamente: tener buenos amigos –y buenos vínculos afectivos– es clave para nuestro bienestar físico y psicológico. Y en esta época de individualismo exacerbado, en que la tendencia ha sido que los cercos de las casas se vuelvan cada vez más altos, estábamos perdiendo esa noción. ¿Qué pasó con la vida de barrio? ¿En qué minuto dejamos de interesarnos en el otro? ¿Y por qué creímos que solos íbamos a poder estar mejor –o ser más exitosos, si es que ese era el fin– que en comunidad? Los seres humanos somos gregarios. Eso ya es sabido. Y desde que nacemos dependemos del otro para sobrevivir y sentirnos seguros. El sistema de apego que vamos desarrollando funciona así: nuestro primer vínculo es con los padres. Son ellos quienes marcan las pautas. Luego, en la adolescencia, tomamos distancia del núcleo familiar y nuestros referentes pasan a ser los amigos. En esta etapa la integración con los grupos de pares es fundamental para desarrollar nuestra identidad y, por lo mismo, como explica la docente de la Escuela de Psicología de la Pontificia Universidad Católica e investigadora MIDAP, Diana Rivera, tiene una función instrumental y de estatus. A medida que crecemos vamos depositando nuestra afectividad en la pareja y luego, en edades avanzadas, cuando la familia cercana se reduce, volvemos a la amistad. “La amistad cumple funciones distintas en las diferentes etapas de nuestras vidas, pero es fundamental siempre. Porque, además de ser el único vínculo –junto con la pareja– que elegimos, implica un intercambio de afecto, infor-
mación, bienes y ayuda. Y eso es clave para bajar los niveles de alerta y temor, que generan un desgaste importante en el sistema nervioso”, dice.
personas que nos alientan y se preocupan de nuestro bienestar, estamos menos alerta y menos ansiosos. Así de simple.
En un estudio dirigido en 2017 por William J. Chopik, doctor en Psicología de la Universidad de Míchigan, en el que se entrevistó a 271.053 adultos, se reveló que valorar las amistades estaba directamente relacionado con un mejor funcionamiento físico y mental, especialmente en los adultos mayores, mientras que valorar las relaciones familiares ejercía una influencia estática en la salud a lo largo de la vida. En la segunda parte de ese mismo estudio, que incluyó un análisis longitudinal a 7.481 adultos mayores, se estableció un vínculo directo entre los que mantenían relaciones tensas con sus amistades y ciertas enfermedades crónicas. Aquellos que contaban con el apoyo de los cónyuges, hijos y amigos, en cambio, tenían mejores predicciones por un mayor bienestar subjetivo.
“Antiguamente el vecino era visible y reinaba la percepción de que se obtenían más beneficios estableciendo vínculos. Eso se fue perdiendo por un modelo social-económico de desarrollo que privilegia el trabajo individual. Un modelo en el que cada uno vela por sí mismo. Y entonces el otro se volvió anónimo. Ahora nos hemos dado cuenta de la falla de ese modelo y queremos volver a recuperar las relaciones interpersonales”, explica Diana Rivera. “Si nos fijamos en los países desarrollados, todo lo que tiene que ver con la recreación colectiva y los espacios públicos es clave, porque se ha entendido que el estado de bienestar siempre es compartido. No es casualidad, entonces, que en este tiempo de crisis social se busca volver a la vida en comunidad. Ejemplo de esto son los cabildos y juntas vecinales. Porque en definitiva, cuando tienes la seguridad y tranquilidad de pertenecer a un grupo que vela por tu bienestar, todo tu sistema hormonal nervioso se regula”, dice.
El psicólogo y académico de la Universidad Adolfo Ibáñez Cristóbal Hernández lo explica así: “Participar de grupos de amigos en los que podamos ser espontáneos y libres nos hace sentir seguros y eso, a su vez, se traduce en un bienestar emocional. Para entenderlo, planteemos lo contrario: establecer relaciones interpersonales de mala calidad, que nos mantengan en un estado de constante alerta, genera estrés. Y el estrés está asociado a respuestas inflamatorias en el cuerpo que producen enfermedades vasculares y ciertos tipos de cáncer. Si bien no hemos podido establecer el lazo directo entre morirse antes y estar solos o mal acompañados, sabemos que los vínculos negativos están asociados a la mortalidad tal como lo están la obesidad y el consumo de alcohol”. Y es que, en definitiva, cuando tus amistades te hunden, ese sentimiento genera una alta carga de estrés y una inviabilidad social. Si estamos rodeados de
Pareciera ser que recién volvimos a entender que pertenecer a un grupo de personas que nos sostengan y que nosotros sostengamos, de manera altruista, es una condición fundamental de la vida en sociedad. Y que las malas relaciones son, efectivamente, estresores crónicos. “Estamos volviendo a valorar las relaciones interpersonales porque nos dimos cuenta de que son parte del tejido social que nos soporta y que no estábamos cuidando”, dice Hernández. Diana Rivera concuerda con eso: “Nos habíamos olvidado que lo que les pasa a los demás también nos afecta. Todos los días tenemos la oportunidad de relacionarnos con un otro. Y si optamos por vincularnos, ese pequeño acto puede generarnos un mayor bienestar”.
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TESTIMONIO
Mi amiga lo eligió a él Por Andrea Morales • Collage Silvia Caracuel
Han pasado tres años desde la última vez que le dije, a quien era una de mis mejores amigas desde los 8 años, que su pololo no era bueno para ella. Se lo había mencionado un par de veces, sobre todo cuando estaban peleados, pero ese día se trató de una conversación formal. Nos juntamos después de nuestros trabajos. Y yo iba con un propósito fijo en mente: lograr que terminara.
amigas, me llegaba sin que yo la buscara. Gente que la había visto llorando en más de una fiesta, zamarreos a “escondidas” y supuestas infidelidades. Además, su familia también había acudido a mí para que intentara intervenir. Así que, por inexperta, pensé que no había nada que perder, que mi querida amiga se apoyaría en mí y saldríamos de esta.
Mi convencimiento y seguridad eran respaldados por una serie de argumentos que tenía a mi favor. Llevaba semanas acumulando información que, por ser mejores
Nos juntamos por más de cinco horas y sus emociones, aunque reconozco que las mías también, oscilaron entre extremos. Discutimos, peleamos, gritamos, lloramos y
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nos abrazamos. Al principio adoptó una actitud muy defensiva. Nunca me trató de mentirosa, pero sí quería traspasarme la idea de que mis palabras la dañaban, de que estaba equivocada en la forma de hablarle. Y puede ser que haya tenido razón, pero creo que no existe una manera perfecta de poder expresar algo así. Mi información, de todas formas, estaba lejos de ser un balde de agua fría para ella. Y creo que de alguna u otra manera se sintió aliviada al saber que había alguien más que lo sabía, que sus historias ya no la ahogarían. Una de las cosas que más me llamó la atención fue darme cuenta del poco respeto que se tiene a sí misma. No tuvo que decírmelo, pero bastó con las tantas veces en las que, angustiada, me preguntó: ¿Y si no es él, quién? Eso todavía no lo logro comprender. Me da una impotencia enorme que no pueda darse cuenta de la increíble mujer que es, de cómo ilumina un lugar cuando está relajada y muestra su verdadera personalidad. Le cuesta hacerlo, pero no conozco a persona que no quede alucinando con su humor una vez que la logra conocer. Me da rabia que no sea capaz de ver su potencial, que sienta que vale tan poco y que, por consecuencia, crea merecerse a alguien como él. Podría estar hasta mañana describiendo a su pololo y ni siquiera sería capaz de expresar cómo me hace sentir. Creo que su personalidad representa a la perfección la de todos los hombres manipuladores y agresivos que se muestran a través de documentales o películas. Y lo que más me enoja es la inteligencia con la que logra salir de cada situación. Por ejemplo, aunque él esté al tanto de nuestras conversaciones, le dice a mi amiga que yo soy una persona que vale la pena tener, porque no me he quedado callada. Pero también niega absolutamente todo. Reconozco que he querido creer sus versiones mil veces. Que los llantos son por otras cosas, que los zamarreos son exageraciones, que las infidelidades no existieron. Sin embargo, hay miles de otras actitudes que, aunque lo demás no fuese cierto, me hacen desconfiar de él. Solo basta con ver cómo ella se comporta a su lado, cómo se avergüenza con las cosas que dice, cómo su expresión se va apagando a medida que él se prepara otro trago.
Esa noche mi intervención acabó como quería. Nos despedimos con un fuerte abrazo y con la promesa de que al día siguiente ambos se juntarían y ella terminaría con él. Le dije que apenas eso pasara, yo iba a estar en su casa acompañándola y que lo haría durante todo el tiempo que fuese necesario. Sabía que quedaría destrozada, así que no me despegué del teléfono para estar atenta ante cualquier cosa. Sin embargo, esa misma noche recibí un mensaje de su parte en el que decía que lo había solucionado todo. Le quería dar una nueva oportunidad con la excusa de que se iba a arrepentir más de no intentarlo que de no pelear por su relación. Mi respuesta fue: ??? Así, en el mismo estado de duda, he vivido durante todo este tiempo. Ellos siguen juntos y nunca terminaron. Y nosotras jamás volvimos a tener la misma amistad de antes. Creo que hay un límite y que uno cumple con su rol hasta cierto punto. Para mí fue desgastante y frustrante. Y, aunque me muera por encerrarla en una pieza hasta hacerla recapacitar, sé que no puedo hacerlo. Lo que sí he hecho es mantenerme cerca para que sepa que, si pasa cualquier cosa, voy a estar a su lado. Pero ella me tiene prohibido ponerle el tema de su relación, así que nuestras conversaciones son superpauteadas y pierden espontaneidad. Ahora no sé qué postura tomar. Hace unos años, si alguien me comentaba que el pololo de su amiga había hecho algo inapropiado, yo saltaba diciendo que le tenía que contar. Pero ya no sé qué es lo mejor. Es cierto que mi conciencia está tranquila; sin embargo, muchas veces pienso si vale pena sentirse así. La veo a ella mucho más cercana al resto y recuerdo, casi todos los días, aquellos momentos en los que éramos unidas. Quiero volver a esa época, me hace falta tenerla cerca. Y, aunque algunas veces siento que la estoy recuperando, él siempre se va a ser su primera opción. Ella lo eligió y contra eso no hay nada más que pueda hacer. Andrea Morales (27) es periodista.
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TESTIMONIO
Carta a mi amiga que ya no estรก Por Andrea Hartung โ ข Collage Silvia Caracuel
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Querida Dani, Tengo 33 años, pero hace 12 que no estás conmigo. Nunca te he olvidado y nunca lo haré, aunque me cause angustia, nostalgia y ganas de regresar en el tiempo. A veces siento que necesito escucharte. Que necesito tener 21 años de nuevo y vivir la vida con inocencia y esa ilusión que solo sentí entonces. Estábamos en valle del Elqui cuando recibimos el llamado. Nos dijeron que habías tenido un accidente y que probablemente te iban a tener que operar las caderas. Te había atropellado una micro afuera de la Clínica de Reñaca, cruzando el paso de cebra. El conductor iba con su hijo en la falda y no te vio. Aunque nos preocupamos, pensamos que podríamos ir a verte a la clínica apenas volviéramos para ayudarte con tu recuperación. Hablamos de llevarte las calugas que tanto te gustaban.
me dijiste que te llamara cuando volviera de mi viaje. Fueron las últimas palabras que me dirigiste. Después de enterrarte no te vi más. Quienes te amamos tuvimos que aprender a convivir en el mundo con la mitad del corazón afuera. Dejé de ser amiga de mis amigas y las cosas que me gustaban perdieron interés. Con el tiempo el dolor se enmudeció hasta convertirse en costumbre. ¿Te imaginas quién serías con 33 años? ¿Dónde estarías? ¿Qué sueños habrías cumplido? Sé que seguiríamos siendo amigas y que hablaríamos del teatro, del amor y de la vida, como siempre lo hacíamos. Pienso que mi vida también sería muy distinta. Tu muerte me quebró, pero con el tiempo siento que he podido rearmarme. La amenaza de la muerte me hizo vivir intensamente, con más profundidad.
A las cinco de la mañana nos despertaron con la noticia de que habías muerto. No recuerdo mucho ese momento, más allá de que miramos la carpa por un largo rato y nos fuimos caminando solo con nuestra mochila y la billetera. La carpa, la ropa y todo el resto de las cosas quedaron abandonadas. A veces pienso en lo que dejamos en valle del Elqui. Creo que esas cosas representan nuestras ilusiones de niñas, nuestros sueños. Nuestra inocencia. Porque ese día dejé atrás también la vida maravillosa que viví contigo. De alguna forma siento que algo en mí se murió.
Aprendí de tus intensidades y tus impulsos. Eras apasionada, hacías lo que querías sin preguntarle a nadie. Un verdadero torbellino. Te jugabas el todo por el todo, sin desperdiciar ningún minuto de tu vida. Amabas con todo tu corazón y por eso muchas veces sufriste, pero creo que fue parte de vivir los 21 años a concho.
Cuando volvimos a Viña insistimos en que queríamos prepararte: vestirte, maquillarte y arreglarte. Nos advirtieron que te verías distinta, que no serías la Dani que conocíamos, pero cuando logramos entrar estabas igual, solo tenías un rasguño. Eras tú, la de siempre, durmiendo. Te di un beso en tu mejilla helada. Ese beso frío no lo voy a olvidar jamás. Ahí te dije: “Chao, amiga, hasta pronto”.
Aparecieron todos los expololos, los compañeros de curso, de la universidad. Y nos dimos cuenta de que tenías algo que te llevaba a vivir tan intensamente; nada era a medias contigo.
La última noche que pasamos juntas bailamos, nos reímos, saltamos y gritamos como unas locas. Nos queríamos devorar el mundo. Al día siguiente nos abrazamos y
Camila Rojas Colina (33) es actriz. Con Daniela se conocieron en marzo de 2000 en el colegio y se vieron por última vez el 26 de diciembre de 2007.
Recuerdo que una vez dijiste que a tu funeral no iría nadie. Pero cuando te moriste llegaron por lo menos 200 personas. Los del velatorio pensaban que se había muerto alguien famoso, porque no cabíamos.
Aún escucho tu voz y tu risa. El tiempo no te ha tocado.
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TESTIMONIO
Mi hermana, mi mejor amiga Por Violeta Cereceda en conversación con Emiliana Pariente • Collage Silvia Caracuel
Cuando tenía 12 años empecé a ir a campamento de scout durante el verano. En ese tiempo a la persona que más echaba de menos era a la Emi, mi hermana cuatro años menor. Aunque lo pasaba bien, quería volver a mi casa para contarle, con extremo detalle, todo lo que había vivido en esos meses lejos de ella. Se transformó, de hecho, en nuestro ritual: el día que volvía nos acostábamos en nuestras camas –dormíamos en la misma pieza– y conversábamos, a veces hasta las cuatro de la mañana, acerca de cómo había transcurrido cada día, sin dejar fuera ni una sola anécdota. Ella siempre me escuchaba fascinada.
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Esos momentos fueron determinantes en el desenlace de nuestra amistad. Hasta ese entonces seguíamos siendo hermanas muy cercanas, cómplices y compañeras. Pero no fue hasta que la Emi entró a la media que dimos paso a un vínculo mayor. Nos hicimos realmente amigas, de esas que se admiran, se aceptan tal como son, se pelean y se cuentan todo. Nuestra amistad se fue dando de manera natural. Mis amigos venían mucho a la casa y la Emi, que estaba ahí, se fue integrando al grupo. Primero siendo “la hermana
chica de la Viole”, pero con el tiempo se transformó en una compañera más. Salíamos a carretear juntas, nos íbamos a la playa e incluso ella se juntaba con mis amigas por su cuenta. Y fue así como, de un día para otro, pasó a ser parte de todas mis actividades grupales. Aun así, me costó dejar el rol de hermana mayor; habíamos dado paso a una dinámica nueva, pero yo seguía muy pendiente de ella y asumía una postura a ratos sobreprotectora. Eso sigue siendo así. Hace poco, de hecho, me confesó que le gusta sentirse protegida y amparada por mí. Es raro cómo a veces dos personas tan distintas pueden enganchar tanto. La Emi siempre ha sido intelectual, lectora, sensible y existencial. Muy racional en su manera de pensar y eficiente en el minuto de hacer las cosas. Es práctica y hacendosa. No le da lata cocinar y hacer lo que tienen que hacer. Se ha preocupado, desde chica, de mostrar sus emociones sin ningún reparo. Y tal vez por eso siempre hemos sentido –mis papás y yo– la necesidad de cuidarla más. La rigurosidad la sacó, sin duda, de nuestra mamá. Y la sensibilidad, de nuestro papá. Yo, en cambio, soy la artista despelotada, con poca paciencia para leer. La espontánea. Y, a diferencia de ella, en lo emocional me he refugiado en un caparazón protector. Me ha costado ser abierta con lo que siento y creo que, en definitiva, se debe a que era justamente lo que se esperaba de mí. Como ella fue más susceptible emocionalmente, desde chica tuve que arreglármelas un poco más sola. Mi mamá siempre dio por hecho que yo solucionaría todo por mi cuenta. Y yo fui asumiendo esa postura de mayor fortaleza como parte de mi personalidad, incluso cuando no era del todo cierto. Esas diferencias han hecho que juntas nos complementemos. Si yo tengo que escribir un mensaje de texto importante, la Emi es la que me lo redacta y la que me hace reflexionar un poco más antes de mandarlo. A su vez, cuando ella se entrampa emocionalmente, yo me preocupo de que ese estado no la inunde por completo.
Si a mí se me escapa un comentario pesado, ella me lo perdona. Quizás con otras amigas me reprimo un poco más esos impulsos. Y es que al final, la amistad que tenemos es la real amistad incondicional. Porque además de amigas somos hermanas. No se me ocurre, de hecho, otra persona con la que me sienta tan cómoda. U otra persona con la que pueda estar en silencio mientras dibujamos o escuchamos algún disco. Irme de vacaciones con la familia siempre fue un agrado, incluso cuando en la adolescencia no quería estar con mis papás. Y era solo porque sabía que íbamos a pasar horas hablando con la Emi. Eso sigue siendo así, incluso luego de haber vivido momentos de celos, muy propios de las relaciones cercanas. Porque eso también existe. En 2016, cuando me hice un grupo de amigas nuevas y la Emi, como siempre, terminó siendo parte, le dije que necesitaba espacio. Habíamos compartido prácticamente toda la vida juntas y se estaba haciendo difícil tener nuestra independencia. Eso se regularizó cuando me fui de la casa de mis papás, porque ahí el querer vernos se volvió algo voluntario. Con los años, nuestra amistad se ha convertido en muchas horas juntas conversando. Y nunca nos alcanza el tiempo. Ella sabe todo de mi vida y yo de la suya. En los momentos de angustia la elijo a ella, aun sabiendo que probablemente voy a tener que esperar un rato porque no va a ver su celular altiro –es de las pocas personas que conozco que no están todo el día pegadas al teléfono– y, al mismo tiempo, cuando la veo sufrir por alguien no dudo en decirle tajantemente que salga de ahí. Y así, las dos hemos ido aprendiendo la una de la otra. Ella me admira y yo la admiro a ella. Admiro por sobre todo las cualidades que no tengo. Admiro el hecho de que está mucho más abierta y receptiva a cuestionarse ciertos paradigmas. Que sea menos estereotipada. Y que hable de Foucault mientras yo hablo de Britney. Violeta (27) es diseñadora e ilustradora de Paula.
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MODA
1. juga: Polerรณn, H&M, $12.990. Aros, H&M, $6.990. caro: Polerรณn, H&M, $12.990. Aros, H&M, $6.990. 2. juga: Bata, Leidiro, $125.900. Pantis, Monarch, $4.690. caro: Bata, Leidiro, $110.900. Pantis, Monarch, $4.690.
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Amigas Texto Manuela Jobet Producción Belén Muñoz y Dominga Sivori Fotos Foch Asistente de fotografía Stan Dawidowicz Maquillaje y pelo Marcelo Bhanu Locación Casa Galleguillos
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CARO: Enterito, Reciclage I Love, $17.000. Cinturón, Neutro, $39.900. Aros, La María Dolores, $13.990. Pinche, H&M, $1.490. Zapatos, Casa Laporte, $79.900 JUGA: Enterito, Reciclage I Love, $18.000. Cinturón, Neutro, $39.900. Pinche, H&M, $1.990. Zapatos, Carmen Steffens, $134.000.
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Para mí la amistad es fundamental. Es amor, porque las amigas permanecen contigo atemporalmente, sempiterna e incondicionalmente. A la Caro la encuentro bacán, divertida, linda. Nos admiramos y estamos orgullosas de la otra. Ser amigas es tener un nivel de comunicación mucho más profundo que en el resto de las relaciones”, dice Juga. 37
1. JUGA: Vestido, Sabina Musáyev en Espacio Magma, $196.300. Sandalias, H&M, $24.990. CARO: Short, Leidiro, $69.900. Tapado, iO, $36.990. Cintillos, H&M, $3.990 c/u. 2. CARO: Blusa, Helga Ludovica, $75.000. Pantalón, Benetton, $42.990. Aros, H&M, $6.990. Zapatos, Pretty Ballerina, $184.000. Pulseras, @lamujerbarbudacl, $5.000. JUGA: Polera, H&M, $24.990. Vestido, Té Verde, $92.000. Sandalias, H&M, $24.990. Collar, Forever 21, $3.990.
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“
A las amigas uno elige quererlas. Me gusta eso del querer querer porque establece relaciones que se sustentan más en la libertad que en el deber. A las amigas uno les muestra todas sus facetas”, dice Caro.
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1. JUGA: Blusa, ASH, $29.990. Pantalón, Leidiro, $129.900. Calcetines, Calzedonia, $3.990. Mocasines, Pascucci en Espacio Magma, $97.300. CARO: Blazer, Leidiro, $119.900. Pantalón, Leidiro, $79.900. Calcetines, Calzedonia, $3.990. Mocasines, Pascucci en Espacio Magma, $97.300. 2. Pantis celestes, La Media Moda, $13.000. Mocasines, Pascucci en Espacio Magma, $97.300. Pantis estampadas, Monarch, $5.990, Mocasines, Pascucci en Espacio Magma, $97.300. 3. juga: Blusa, We Love Kokoro, $150.000. Pollera, Sebastián del Real Ossa, $110.000. Zapatos, Casa Laporte, $79.900. Aros, H&M, $6.990. caro: Blusa, Sebastián del Real Ossa, $140.000. Vestido, Sebastián del Real Ossa, $360.000. Cintillo, Forever 21, $3.990. Zapatos, Casa Laporte, $79.900.
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Tener una amiga de la infancia es crecer siendo testigo de todos los elementos que forman parte de su vida y que irán forjando su personalidad. Es conocer a su familia, su entorno, sus otros amigos, sus parejas. Es también ir armando códigos que se convierten en herramientas indispensables a las que se recurre en situaciones en las que solo una amiga puede estar. En esta dupla, por ejemplo, compuesta por Juga (35) y Caro (35), los unicornios han jugado un rol clave en su historia. Cuando eran chicas inventaron ‘La congregación de los unicornios’ –compuesta por ellas dos y los unicornios–, y ese juego sigue siendo parte de su dinámica hasta el día de hoy, 30 años después. “Creo que nuestra amistad tiene mucho que ver con la magia. En esa época en la que todas andaban con medallitas de cruces y corazones, nosotras nos colgamos un unicornio. Eso para mí representaba y sigue representando que tenemos una conexión de las almas”, dice Juga. Fueron compañeras de generación desde prekínder, pero no tienen recuerdos de haber estado en el mismo curso. Ni siquiera de haber sido parte del mismo grupo de amigas, porque en su colegio, tal como en las películas de adolescentes, la popularidad se relacionaba de manera directa con las destrezas deportivas. Mientras Caro era deportista, Juga vivía en un mundo ambientado por piezas de ajedrez, instrumentos musicales y micrófonos. Y era precisamente ahí donde se encontraban: en el baile, en el piano, en el canto. “Recorrimos nuestros lados más artísticos y los desarrollamos juntas. Nos gustaba mucho el soul, el funk. Y, si bien cada una tenía su grupo de amigos por su lado, las dos teníamos algo
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más personal”, dice Caro. “Desde chicas tuvimos mucho carácter y una personalidad muy marcada que hizo que no fuéramos tan vulnerables o susceptibles al entorno, a la forma en que suelen comportarse los adolescentes”, cuenta Juga. Al salir del colegio, el vínculo se fue disipando. Entrar a la universidad hizo que cada una se fuera por su camino; Caro por Diseño Industrial y Juga por Composición Musical. “Nos vinculamos hasta primer año y después cada una encontró su grupo. Estuvimos bien distanciadas en esa época, pero teníamos contacto cada cierto tiempo. Así uno se da cuenta de que cuando las relaciones son verdaderas, da lo mismo el tiempo que pase, porque al salir de la universidad nos reencontramos. Y es que la confianza nunca se cuestionó”, dice Caro. “La amistad tiene mucho que ver con eso; con entender que uno puede ser diferente, con entender los tiempos del otro y sus características. Gracias a que valoramos y conocemos nuestras diferencias hemos podido hablar siempre sinceramente, decirnos cosas que si bien a veces pueden molestar, si se hace desde el amor son constructivas”. Con el tiempo se han vuelto a separar porque Juga ha vivido en Rapa Nui, Buenos Aires y Europa haciendo su música y profesionalizándose en el ajedrez, pero nunca pasan más de dos semanas sin que se pongan en contacto a través de una videollamada o un eterno audio de WhatsApp. “Independiente de lo que pase, de donde estemos o lo que estemos viviendo, cuando nos juntamos seguimos teniendo la misma dinámica desde que teníamos 12 años. Nos hemos acompañado, hemos crecido y cambiado juntas”, dice Juga.
LECTORAS
| Hablemos de amor
Mi amiga nos juntó después de morir Por Marcela Abarzúa en conversación con Patricia Morales
uando estudiaba Antropología, una de mis mejores amigas era la Amalia. Una mujer increíble con la que nos hicimos muy cercanas. En tercer año de la carrera, un día aburridas en su casa, comenzamos a hablar de lo que nos gustaría encontrar en un hombre.
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Yo recién había terminado una relación, así que en esas típicas dinámicas entre amigas, ella me dijo que hiciera una lista con las cosas que quería de un hombre. Puse cuestiones bien específicas: que se dedicara a las ciencias exactas, que tocara guitarra, que fuera más alto que yo, y varias más. Eran puras cosas ridículas, porque era un juego. Cuando terminamos, ella me dijo que conocía al hombre perfecto, el Baque, su mejor amigo desde kínder. Lo conocía muy bien porque de verdad que eran muy buenos amigos y me insistió bastante con que estaba segura de que nos llevaríamos bien porque era exactamente lo que yo había puesto en esa lista. Le dije que me lo presentara pero no quiso. Dijo que aún no era el momento porque estábamos en etapas muy distintas. En los años que vinieron pasaron muchas cosas. Tuve a mi primera hija, salí de la universidad y me puse a trabajar, justamente con la Amalia y, aunque el papelito había sido un juego, su amigo me quedó dando vueltas.
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Un día terrible, a la Amalia la atropellaron. Iba en bicicleta. Nunca se supo bien cómo fue, pero murió inmediatamente. Yo estaba almorzando con una amigo en ese momento, me llamaron y me dijeron que teníamos que ir a Eliecer Parada con Echeñique, en Ñuñoa, porque nuestra amiga había tenido un accidente grave. Se demoraron mucho en llevarse el cuerpo y durante todo ese tiempo nos fuimos reuniendo todos sus cercanos. Fue una noticia tan inesperada y muy fuerte. Su muerte marcó nuestras vidas para siempre. La Amalia era una mujer tan desbordantemente destacada, en muchos aspectos, que generaba encuentros muy lindos, en vida y después de morir también. Por lo mismo, días después del accidente, entre sus conocidos nos organizamos y pusimos una bicicleta blanca en el lugar donde la atropellaron, como una especie de animita. También nos empezamos a juntar todos los fines de agosto para recordarla. Obviamente con pena, pero también se daban espacios de alegría porque los que estábamos ahí habíamos sido parte de su vida. En el tercer aniversario decidimos hacer una misa. Su mamá, con quien yo me había hecho muy cercana e incluso trabajábamos juntas, me dejó a cargo y me pidió que contactara a un compañero de curso para que me ayudara a conseguir los permiso en el colegio. Le dije que obvio, que feliz, que me mandara el contacto. Cuando me lo mandó, me
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dijo: este es su mail, le dicen Baque. Lo primero que pensé fue en ese papelito. Comenzamos a hablar por mail. Él fue muy cordial, me contó que iba a estar a cargo de la música, así que seguiríamos en contacto. Me acuerdo perfecto cuando entré a la misa y lo vi. Me puse nerviosa, y sí, me gustó inmediatamente. El plan era irnos todos a la casa de otra amiga, pero yo tenía un compromiso, así que fui muy poco rato. No hablamos mucho, pero al despedirnos me dio un abrazo y ese día me agregó a Facebook. Los días que vinieron hablamos mucho por chat. Me encantaba conversar con él, pero no podía estar ciento por ciento feliz porque en paralelo estaba pasando por una situación muy compleja con el papá de mi hija con el que no estábamos juntos hace años, pero manteníamos una relación complicada. Tanto, que uno de esos días sufrí una situación de violencia física con él. Fue muy dramático, quedé muy mal. Esto fue un martes y el viernes de esa semana con el Baque habíamos quedado de juntarnos a comer. Sería nuestra primera cita. Lo primero que pensé fue cancelarla, porque no estaba preparada para juntarme con un hombre. Pero la mamá de la Amalia, quien a esta altura además de mi jefa era como mi mamá, me dijo que fuera igual. Recuerdo perfecto sus palabras: “Se viene un proceso muy difícil, de juicios y demandas con el papá de tu hija, para qué te vas
a quedar encerrada con toda esa pena y rabia. Date la oportunidad de conocerlo, no es necesario que sean pareja, quizás pueden ser buenos amigos”. Finalmente acepté. Quedamos en que él pasaría a comprar la comida y yo lo esperaría en mi casa. Cuando entró sentí una conexión. Como si lo hubiese conocido de toda la vida. No sé por qué. Él tampoco, pero se nos dio una confianza muy fuerte y muy instantánea. No nos separamos nunca más. Él nos acompañó a mí y a mi hija en todo el proceso de sanación del trauma que vivimos con mi ex y fuimos construyendo una familia. Esa primera noche juntos le conté lo del papelito. Le dio mucha risa. Ambos pensamos que obviamente la Amalia, donde estuviera, nos estaba juntando. Y es divertido, porque ahora que lo pienso, efectivamente nos conocimos estando los dos en la misma, con ganas de formar una familia, que era lo que la Amalia estaba esperando para presentarnos. Fue como si mi amiga me hubiese tirado un salvavidas. Hoy tenemos tres hijas y jamás habría pensado que uno puede vivir igual de enamorada que el primer día, todos los días, pero así es nuestra vida. Eso es difícil de encontrar y por eso se lo agradezco a la Amalia siempre. Marcela tiene 32 años y es antropóloga.
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LECTORAS
| Hablemos de maternidad
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Ser mamá a los 17 Por Camila Andia en conversación con Manuela Jobet
los 17 años tenía un pololo poco serio del que quedé embarazada. Al enterarnos, ambos sentimos un desapego profundo y recíproco. Llevábamos poco menos de un año juntos y nuestra relación estaba marcada por la falta de compromiso de ambos. Nos creíamos demasiado buenos como para algo tan serio, así que ni siquiera nos presentamos a nuestras familias y solo un grupo de amigos conocía nuestra relación. Queríamos ser lo más libres posible. En ese entonces, yo era una adolescente desbordante que quería comerse el mundo.
A
Me di cuenta de que estaba con atraso cuando una amiga, a modo de secreto, me comentó que tenía la sospecha de estar embarazada. Entré en pánico inmediato y traté de autoconvencerme de que esa no sería mi realidad. Moría de miedo con solo pensar en que ella pudiese ser yo, sin embargo, mi periodo era regular y nunca antes se había atrasado. Estaba perdida y, aunque siempre me había rodeado de gente, no sabía a quién recurrir. Una semana más tarde, y después de mucho pensarlo, decidí contarle a uno de mis hermanos mayores. Él me contuvo y me apoyó sin cuestionamiento alguno. Ese fue el empujón que necesitaba para contárselo a mi círculo cercano. Todos tuvieron una reacción maravillosa; me llené de abrazos, regalos y felicitaciones. Ahora entiendo que lo manejaron de esa forma no porque estuvieran realmente felices, sino porque priorizaron mis emociones y las de mi hijo. Y eso siempre se los agradeceré.
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Ambas familias nos apoyaron incondicionalmente, pero siempre sentí que nadie confiaba en mis capacidades como madre. Ese año, yo estaba en el centro de alumnos de mi colegio, en plena revolución pingüina, y me oponía rotundamente a dejar de hacer mi vida por estar embarazada. Sabía que había situaciones más dramáticas, niñas que en mi condición eran maltratadas por sus padres o absolutamente abandonadas, pero no lograba consolarme. Sabía que tenía la contención, pero también ya había asumido que no volvería a mis libertades de antes, lo que me provocaba una pena profunda y desmedida. A esto se le sumó que pasé el embarazo sin el papá de mi guagua, ya que apenas supimos que estaba embarazada nos apartamos. Internamente, sentía que a mis 17 años salía del capullo familiar a pararme frente al mundo sin rumbo, mientras tenía un bebé creciendo. Ahora, 13 años después, entiendo que no solo mi hijo crecía, sino que yo también y a pasos agigantados. Cuando lo vi por primera vez, sentí un amor indescriptible, uno que sale por las entrañas, que se siente en el corazón y en el estómago. Y fue ese el minuto en que decidí que debía esforzarme cada día por ser una mejor persona para él. Volqué mi vida hacia su crianza sin limitarme y fue agotador, pero me sentía plena al hacerlo. Con mi ex seguíamos separados y nuestras familias llevaron de manera maravillosa nuestra relación como padres a distancia. Él había vuelto con su ex polola y yo tenía cero ganas de retomar la relación. Nos mantuvimos separados hasta que
nuestro hijo cumplió 11 meses. Y decidimos conocernos de nuevo. Ahora, además de ser más maduros, compartíamos el amor por un ser que solo nos daba felicidad.
mi modo. No dejé que nadie se metiera en mi crianza. Por supuesto que tomé consejos, pero las decisiones fueron propias.
Cuando tenía 21 años nos casamos y en los siguientes seis tuvimos tres niñitas más. Mis otros embarazos fueron distintos: felices, libres y llenos de amor entre nosotros. Sin cuestionamientos y vividos muy a concho.
Mi hijo mayor tiene 12 años y es un niño excepcional, valiente y con una empatía de la que aprendo a diario. Me hace sentir que todo el esfuerzo ha valido la pena. Lo sigo amando con la intensidad del primer día y cuando veo sus ojos siento como si viniera saliendo de mí. No tengo la certeza de estar haciéndolo tan bien como me gustaría, pero sí la convicción de que a los 17 años le entregué mi corazón entero y me dejé moldear por la magia que traía para mí. Él es quien me enseñó a amar.
Siempre digo que mi hijo me mostró que la madurez va de la mano con el amor propio. No basta sólo con amar a los hijos ni con que tu familia te ame; es indispensable creer en uno y saber de lo que somos capaces, aunque el mundo completo no lo crea. El día en que fui madre decidí amarme, prioricé mi vida y la reconstruí a
Camila tiene 30 años y es mamá de 4 hijos.
VITRINA
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ORÁCULO
Con altura Texto Ariel Richards • Ilustración Gertrudis Shaw
Con Venus uniéndose a Quirón en Aries, lo que nos convoca es la pasión. Por eso no es raro que el Oráculo apunte a una mujer que es puro corazón y fuego. A los 7 años, Rosalía empezó a componer y en menos de veinte se convirtió en una influyente figura de la música en el mundo.
Preséntate: Como una mujer fuerte. El primer paso es declararlo. Cuestiona: La tradición masculina y crea nuevos cruces. Usa la creatividad. Herramienta de belleza: Las uñas y todas sus posibilidades. Número de la suerte: 17, la edad en que Rosalía se “rompió” la voz y tuvo que empezar de nuevo. Nada la detuvo.
Hay dos cosas que la distinguen: su estilo musical, que mezcla flamenco, pop, reguetón y música latina, y sus letras, que se mueven entre la poesía y la verdad incómoda. Almodóvar dijo que era difícil definirla porque era un género en sí misma, y que debía estar orgullosa de eso. El piropo no fue gratuito. Ha sabido cultivarse y es muy trabajadora. Para reinterpretar el flamenco, lo primero que hizo fue estudiarlo. Aunque hay quienes intentan desacreditarla diciendo que es un producto comercial, Rosalía está a cargo de la creación de su música. Es un proyecto “capitaneado por una mujer” que les habla a mujeres. Su carta es de fuerza, desacato y creatividad. De mirarnos con altura y situarnos donde queramos. En sus canciones habla de lo complejas que pueden ser las relaciones afectivas en cuanto al poder. “A ningún hombre consiento que dicte mi sentencia”, dice. Y es que el suyo es un discurso romántico contemporáneo, que no es solo un canto al amor y el desamor, sino un potente relato contra el machismo.
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