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Estructura de los informes (Norma 31
• Organización y estructuración de la información • Redacción del primer borrador • Corrección y reescritura • Conclusión del manuscrito
Cuando se redacta un informe las repeticiones son inevitables. Las incoherencias leves o substanciales que hayan pasado inicialmente desapercibidas se harán patentes y deberán corregirse. Tendrán que encontrarse y subsanarse. La organización estructurada del proceso de redacción del informe evitará el conflicto entre sus numerosos colaboradores.
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Estructura de los informes
Norma 31. Los informes incluirán:
a. una descripción de los objetivos; b. una descripción de las técnicas y los métodos utilizados; c. una descripción de los resultados obtenidos; d. documentación gráfica y fotográfica esencial, sobre todas las fases de la actividad; e. recomendaciones relativas a la conservación y preservación del sitio y del patrimonio f. cultural subacuático que se haya extraído; y g. recomendaciones para actividades futuras.
La estructura de un informe de investigación debe reflejar el curso de la investigación, ilustrar sus efectos positivos y negativos, y terminar con recomendaciones para la conservación del yacimiento y su investigación futura.
Un buen informe comienza por definir las metas de la investigación, las hipótesis en que se basa, y las técnicas y métodos empleados. A continuación debe describir los resultados obtenidos. Esta es la base sobre la que se planificará cualquier actividad futura o estudio complementario. Un elemento importantísimo de esta parte del informe es la descripción de los errores y omisiones. Todo el mundo comete errores. Por eso es preciso especificarlos, para que en el futuro sea posible subsanarlos
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o tenerlos en cuenta. De este modo se perfecciona continuamente el proceso de investigación.
El informe final de un proyecto arqueológico debería tener la estructura indicada en el recuadro. Siguiendo estas pautas se podrá incluir toda la información necesaria. Los elementos de esta lista tienen sus funciones específicas y merecen un breve comentario particularizado.
Portada (y dorso)
En la portada del informe debe constar el título (que debe ser indicativo de la materia que se tratará), los autores, el yacimiento arqueológico y la fecha de elaboración. El dorso de la portada se reserva a la información sobre los derechos de reproducción. Aunque el informe esté destinado a un público reducido y especializado, es preciso incluir todos los detalles que permitan su localización bibliográfica, como el lugar y la fecha de publicación. Hay que plantearse la posibilidad de registrarlo con un Número Internacional Normalizado del Libro o ISBN, por sus siglas en inglés, que facilita su localización. Cada país tiene una agencia nacional de ISBN que asigna estos números a petición del editor. Hoy día incluso los informes publicados únicamente en formato digital pueden tener su ISBN. Si el informe forma parte de una serie, como suele ser el caso, se le puede asignar un Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas o ISSN. Las publicaciones periódicas tienen un ISSN, mientras que los libros que en ellas se incluyen tienen además un ISBN. El dorso de la portada, dedicado a los derechos, incluye al final estos números y una lista de palabras clave.
Un informe arqueológico debe incluir:
• Portada (y dorso) • Agradecimientos • Índice • Resumen • Introducción • Relación de actividades, responsabilidades y personal • Resultados y hallazgos: • datos • interpretación • Conclusiones y recomendaciones • Información sobre los archivos del proyecto • Referencias • Apéndices
Agradecimientos
Es obligado agradecer el respaldo científico o material de los socios y colaboradores del proyecto, el de los patrocinadores y otras entidades asociadas y el de todas las personas e instituciones que hayan prestado su ayuda en el trabajo de campo, el análisis, la redacción de informes y otras fases del proyecto. Mucha gente ha trabajado duro para llevar a término el proyecto y a veces estos agradecimientos públicos son la única recompensa que recibirán.
© UNESCO. Augustus Henry Lane Fox Pitt-Rivers, en un retrato posterior a 1880. El formato de los informes actuales de excavación tiene su origen en el modelo Cranborne Chase de PittRivers, del siglo XIX. Generalmente consta de un resumen o abstracto, una introducción o preámbulo, descripciones de las características, las estructuras y la estratigrafía del yacimiento, una interpretación, catálogos, informes especializados y apéndices. Los tomos del informe de la excavación de Cranborne Chase contienen además unas tablas de reliquias muy útiles en las que se resumen detalles sobre el contexto como sus características, su estratigrafía y los objetos que contienen. Hoy en día, en el siglo XXI, los informes de excavación contienen más información y más estudios especializados, pero mantienen el mismo formato, salvo por las tablas de reliquias. Índice
El sistema de numeración y organización que se ha ido perfilando en el esquema del informe debe traducirse en un índice. Habida cuenta de las ventajas de difusión que presenta la publicación del informe en colecciones digitales o en Internet, no estará de más sopesar si es práctica la inclusión de vínculos digitales entre los títulos de los capítulos y el texto, que pueden establecerse desde el principio de su redacción. Estos vínculos también suponen una ventaja cuando varias personas trabajan simultáneamente en un informe, algo que hoy en día no es la excepción sino la regla.
Resumen
Si el informe tiene más de 10 páginas debe redactarse al principio un párrafo breve que resuma su contenido. Este resumen debe incluir una exposición sucinta de las metas del proyecto, los métodos empleados, los resultados obtenidos, las conclusiones alcanzadas y las recomendaciones finales. Debe ser conciso, informativo e independiente del informe. Es aconsejable redactarlo después de terminar el informe.
Introducción
La introducción debe presentar el contexto y el ámbito de investigación del informe, así como los términos de referencia del proyecto del que trata. La introducción debe constar de:
• Una descripción del yacimiento, donde figure: − su localización y entorno, − su contexto, − sus antecedentes históricos, y − su delimitación formal y las indicaciones pertinentes sobre el espacio circundante que aparezca en el análisis. • Una descripción de los objetivos del proyecto, que incluya: − los objetivos de la investigación, y − el programa de investigación. • Una descripción de la organización del proyecto y su adscripción institucional. − Una lista de los participantes, donde se especifique el investigador en jefe, y − las personas a cargo de los diferentes aspectos del proyecto. • Una introducción a la estructura del informe.
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Si el informe trata de un proyecto muy amplio, puede ser preciso dividir la introducción en varios capítulos que conformarán una sección introductoria, pero su función y contenido serán más o menos los mismos.
Relación de las actividades
La explicación de las actividades realizadas durante el proyecto es un apartado esencial del informe. En ella se deben comentar las circunstancias, la organización del trabajo de despacho y el de campo, y las fechas en que se llevó a cabo cada actividad. Se debe especificar asimismo la identidad de los responsables de cada tarea y su afiliación institucional. Este apartado debe describir la metodología empleada e ilustrar el modo en que las actividades y estudios se llevaron a cabo y se obtuvieron los datos. Aunque las narraciones largas tienen su mérito, aquí la información debe presentarse de forma lógica y concisa. También deben indicarse con claridad las omisiones y los posibles problemas de obtención de datos, así como cualquier modificación del plan de investigación y el motivo correspondiente.
Resultados y hallazgos
En este apartado se describen e ilustran los resultados del proyecto, que a menudo adoptan formas distintas. Los resultados prácticos y los científicos están siempre relacionados, pero en este punto es esencial separar los datos de los análisis e incluir las conclusiones finales.
El texto debe reflejar e ilustrar los datos y, si es preciso, agregar un anexo con los dibujos o la información gráfica o fotográfica pertinente. La información factual debe incluir todas las fases de actividad y observación,
© J. Pinedo & D. Alonso. Excavación del pecio romano hallado en Escombreras, Cartagena, España.
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y en todo momento debe distinguirse del análisis y la interpretación. La sección de resultados y hallazgos se compondrá generalmente de varios capítulos, donde se presentarán los datos y los análisis sobre un tema concreto. En general, incluirá:
• una descripción del lugar donde se encuentra el yacimiento, con mapa y planos topográficos; • una descripción y un dibujo del objeto de estudio con un esbozo de las fosas de excavación; • un informe completo de los objetos que contiene, con dibujos y fotografías de objetos y materiales; • una descripción completa de las observaciones de campo; • informes científicos ambientales y especializados; • informes sobre el trabajo de conservación del yacimiento y sus objetos, donde figuren todos los cambios debidos a la excavación, el relleno y recubrimiento de las fosas o el desensamblaje y reensamblaje de objetos, según sea el caso; • el análisis y la interpretación de los resultados.
Los hallazgos deben describirse de un modo sencillo. Los mapas deben incluir la sobreimpresión del sistema de coordenadas empleado durante la investigación, además de los puntos cardinales y las coordenadas geográficas. Las mediciones y datos estadísticos deben ilustrarse con tablas, gráficos, diagramas y fotografías, según convenga. Los gráficos, las fotografías y las ilustraciones deben tener un título y ser fáciles de interpretar. Debe existir una relación clara entre la ilustración y el texto. Las leyendas deben ser precisas y completar, con títulos apropiados y referencias, a los números de referencia de los hallazgos correspondientes y a las entradas del diario. Deben indicarse las escalas y los ejes de los gráficos deben estar bien explicados. Deben constar asimismo los derechos de reproducción y especificar si el uso del material está restringido o no.
El análisis y la interpretación de los resultados deben dar cuenta de la importancia del yacimiento, los objetos que contiene y las conclusiones que pueden extraerse. En este punto tienen que identificarse los temas importantes y proponer explicaciones para los hallazgos. Se debe resumir asimismo cualquier dificultad que haya surgido y tratar de aportar opiniones ponderadas. A continuación debe evaluarse la investigación con respecto a los objetivos. Esta evaluación debe incluir un comentario sobre el grado de cumplimiento de las exi-
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gencias establecidas en el proceso de planificación. El análisis debe ilustrar también el valor de los hallazgos para la arqueología y para el público en general. El final del análisis debe aunar los temas principales de la investigación. La información factual nueva ya debe haberse presentado anteriormente. Pueden comentarse también, brevemente, las posibilidades de investigación en el futuro.
Conclusiones y recomendaciones
Los capítulos analíticos sobre la interpretación que ya se han comentado bajo el epígrafe de Resultados y hallazgos incluirán las conclusiones parciales o trascendentales del proyecto. De todos modos, al final del informe estas conclusiones deben repetirse y relacionarse. Es útil combinar las conclusiones con recomendaciones, entre las que pueden figurar las lecciones aprendidas sobre el acierto o desacierto de las metodologías y la adecuación o inadecuación de los equipos. Esta sección puede ocuparse de cuestiones científicas que precisan resolverse urgentemente y debe incluir recomendaciones prácticas sobre la gestión del yacimiento en curso, los archivos del proyecto y el conjunto de objetos y muestras que se hayan recuperado.
Al llevar a cabo una investigación arqueológica, los investigadores asumen la responsabilidad de conservar, administrar y condicionar el yacimiento y los objetos que hayan recuperado. No hay que olvidar que las labores de conservación y salvaguardia del yacimiento deben planificarse a largo plazo, para que se desarrolle la investigación, la comprensión y el disfrute del yacimiento no durante unos pocos años sino durante muchas décadas. Las recomendaciones deben dar cuenta de los riesgos que amenazan el yacimiento y las oportunidades que ofrece. Los riesgos pueden derivar del entorno natural pero también de la intervención del hombre. Por todo ello es esencial compartir la información relativa a los riesgos que corre el patrimonio cultural subacuático con representantes de otros sectores dedicados a la gestión del medio ambiente.
En consonancia con esta responsabilidad, las recomendaciones pueden hacer referencia al depósito y a la exhibición de objetos extraídos del yacimiento y a sus requisitos específicos, que pueden abarcar la humedad relativa, la temperatura y el grado de exposición lumínica que deben conseguirse o instrucciones concretas
sobre su transporte. Las recomendaciones también pueden referirse al futuro plan de gestión del terreno donde está ubicada la excavación, a la actividad futura en el yacimiento o a la necesidad de revisar y corregir la información.
Información sobre los archivos del proyecto
El informe debe incluir asimismo un resumen claro del contenido de los archivos del proyecto, su ubicación y sus condiciones de acceso. Los archivos pueden componerse de diversos elementos, entre los que se incluye la documentación y los hallazgos, como se explica en la sección dedicada a las Normas 33 y 34.
Referencias
Las últimas páginas del informe deben detallar todos los trabajos de otros autores a los que se ha hecho referencia. En las referencias debe constar el nombre del autor, con sus iniciales, la fecha de publicación, el título, la editorial, el lugar de publicación y el número de páginas. También deben darse los detalles de las referencias a páginas Web, con la dirección URL del yacimiento, la fecha de acceso, el autor y el título. Las referencias deben listarse siguiendo el orden alfabético de los nombres de los autores y en uno de los múltiples formatos normalizados que existen y que varían según el país y la editorial. Para los informes internos el grupo de investigación deberá elegir el formato más apropiado y ajustado a las convenciones locales. Un software de referencia puede ser una herramienta disponible muy útil para la conversión rápida y sencilla entre distintos formatos y sistemas.
Apéndices
La información adicional que deriva del proyecto y cuya extensión descompensaría la estructura del informe debe adjuntarse en apéndices. Los apéndices pueden ser listas, catálogos, tablas, estadísticas, dibujos o fotografías. También se pueden incluir informes especializados que respalden las tesis del proyecto, como por ejemplo los análisis dendrocronológicos de las muestras de madera, en caso de haberse efectuado, o cualquier otra clase de investigación que responda a la misma lógica acumulativa. Reproducir dichos informes por completo como apéndice no entorpecerá la continuidad del razonamiento en el informe, pero ofrecerá la posibilidad de evaluar y comparar los resultados de los especialis-
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tas. Estos análisis pueden ser cruciales para el proyecto, pero también constituyen en sí mismos una fuente de conocimiento. En el caso de la dendrocronología, estos conocimientos conciernen al clima y al cambio climático, además de la ingeniería forestal y el uso y comercio de la madera.
Otros elementos que pueden adjuntarse a modo de apéndice son el índice y el glosario de términos. Cuando se tratan materias científicas es difícil evitar los tecnicismos. Puede que haya lectores que no tengan formación especializada, pero tienen derecho a entender lo que significa exactamente un término concreto. Si el término se usa una sola vez no supone ningún problema, pues puede definirse en el texto, pero si se usa repetidas veces en un informe que se va a consultar con frecuencia en lugar de leerse de principio a fin, como una novela, la mejor solución es adjuntar un glosario. A veces es preciso incluso glosarios en varios idiomas, sobre todo si se trabaja en un ámbito intercultural o plurilingüe. Los índices temáticos, que refieren la página exacta donde se habla de algún tema en particular, solían ser un apéndice muy práctico en publicaciones e informes complejos. Su preparación era siempre laboriosa, pero eso ha cambiado con la sustitución de las máquinas de escribir por ordenadores, que pueden elaborar índices temáticos de forma mucho más sencilla. Por otro lado, la utilidad del índice temático también es menor. Si se dispone de la versión digital de un informe, es más rápido buscar palabras, con lo que suele bastar con un índice de contenido.
Información confidencial
No es aconsejable la divulgación de cierta información, como, por ejemplo, las coordenadas GPS de un yacimiento. Esta clase de información es especialmente confidencial en ausencia de un plan de gestión que pueda evitar el vandalismo. Así pues, a veces conviene preparar un informe distinto para su distribución pública. Sin embargo, esto puede plantear un dilema muy complejo. La arqueología se basa en la distribución espacial de los restos y es una disciplina de interés público, con lo que en muchos sentidos el público tiene derecho a conocer esta clase de información. Denegar el acceso a cierta información u ocultarla puede ser más perjudicial a largo plazo que trabajar por proteger los yacimientos en la medida de lo posible mediante la divulgación de toda la información. Sin embargo, conviene considerar