LA REVISTA DE LA NUEVA CULTURA NOVIEMBRE / 12 #73
HARDLY STRICTLY BLUEGRASS // NUEVO CINE INDEPENDIENTE EN EE UU // EL CARAJILLO, UN CLÁSICO RENOVADO
BLUES
S. XXI La leyenda del blues se perdió en el horizonte del tiempo y quedó como una música para mitómanos. Pero en los últimos años ha resurgido gracias a bandas que mezclan su tradición sureña con el espíritu del punk, la mentalidad alternativa y la distorsión del garaje. POR DAVID MOREU FOTO DANNY CLINCH
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Cerremos los ojos y emprendamos un viaje en el tiempo en busca de los orígenes del blues. Este género musical nació en medio de los campos de algodón del delta del Misisipi (Estados Unidos) en los albores del siglo xx y cambió para siempre la cultura popular norteamericana, gracias a sus canciones y a sus artistas legendarios. Con el paso de las décadas, aquel sonido pantanoso se electrificó, gozó de éxito internacional y fue reivindicado por los grandes grupos de rock de los años sesenta (sobre todo los Rolling Stones y Cream), aunque enseguida fue reemplazado por otras modas más comerciales. Ahora que la popularidad de la música de raíces negras se mide por la verborrea del hip hop y el glamour de las divas del soul, es importante recordar que nada de esto sería posible si no hubiera existido el blues. Esta música cruda y pasional se convirtió en la banda sonora de una sociedad rural, marcada por la segregación racial, y encumbró el mito de la taberna, de la guitarra y de ese cruce de caminos en el que uno podía vender su alma al diablo por un puñado de buenos acordes. A pesar de ser una historia anclada en el pasado, algunas bandas
actuales están recuperando este género maldito con mucho descaro y lo han vuelto a poner en boca de todo el mundo. La conexión punk Hablar de la resurrección del blues en pleno siglo xxi significa hacer referencia a The Jon Spencer Blues Explosion, uno de los primeros grupos que se lanzaron al abismo de la experimentación en los años noventa y rompieron todos los tabúes de este estilo musical con su mentalidad punk. Hoy se han convertido en un clásico que no tiene rival encima de los escenarios y acaban de presentar su nuevo álbum, titulado Meat and Bone. Un regreso al sonido desfasado del blues que los convirtió en estrellas de culto, aunque tampoco faltan sus fieles detractores. «La gente que nos ha criticado por sacrilegio o por oportunismo viene de otro mundo. Pero nuestros héroes, como pueden ser R. L. Burnside, Dr. John o Rufus Thomas, fueron muy amables
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con nosotros y nos dieron su aprobación —nos comenta Jon Spencer desde Nueva York—. No puedo afirmar que entienda el blues, puesto que sigue siendo un misterio para mí, pero tampoco le tengo miedo». Aroma a cerveza y barbacoa De vuelta a los parajes del sur de Estados Unidos encontramos dos bandas que rinden tributo a su lugar de procedencia, tocando una música salvaje con aroma a cerveza y barbacoa. En el pueblo de Hernando (Misisipi) tienen su local de ensayo North Mississippi Allstars, un combo que ha mantenido la esencia del delta gracias a sus riffs de alto octanaje y unas jam sessions que se alargan hasta el amanecer, aunque tampoco se sonrojan al incluir beats de hip hop o al hacer colaboraciones más rockeras. No en vano, su guitarrista es Luther Dickinson, el encargado de aportar la magia de las seis cuerdas en los famosos The Black Crowes. Si continuamos esta ruta sureña hasta Nashville (Tennessee), podemos cruzarnos con The Delta Saints, un grupo formado por cinco jóvenes que recuperan el espíritu festivo del blues de los juke joints (bares típicos de la zona) y no dudan en mezclarlo con ecos de funk o swamp rock. La prensa especializada ya los ha encumbrado como los últimos salvadores de este género gracias a su segundo EP, que responde al sugerente título de A Bird Called Angola. Estrellas de culto El resurgir del blues en el cénit de la era digital podría interpretarse como un anacronismo, puesto que es una música que siempre ha huido de la tecnología y del frenesí de la gran ciudad. Aunque en los últimos años han aparecido artistas que no han tenido miedo de desnudar su sonido y acercarlo al espíritu de los clásicos. Entre los más aclamados se encuentra Joe Bonamassa, un guitarrista de Nueva York que se ha convertido en un referente y ha compartido escenario con estrellas de la talla de B. B. King y Eric Clapton gracias a canciones que se mantienen fieles a los cánones del género, al mismo tiempo que miran de reojo el rock más moderno. Pero si hay un nombre que destaca por encima del resto y se ha consagrado como una estrella es Jack White. El anti-
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En la página anterior, los omnipresentes y glamurosos The Black Keys. En esta página y de arriba abajo, los recién llegados The Delta Saints, los inimitables North Mississippi Allstars y unos curtidos The Jon Spencer Blues Explosion.
huracán musical que hace honor al título de su segundo disco, Scandalous. Aunque no cabe duda de que los grandes triunfadores de esta nueva oleada de adictos al blues son The Black Keys. El dúo de Akron (Ohio, EE UU) ha colocado esta música en lo más alto de las listas de ventas y ha revolucionado la MTV gracias a su último álbum, titulado El camino. Dan Auerbach (voz y guitarra) y Patrick Carney (batería) llevan una década de peregrinaje por la industria musical, han grabado canciones en sótanos oscuros y su atrevimiento ha sido recompensado con varios premios Grammy. El próximo 28 de noviembre harán escala en el Palacio de los Deportes de Madrid (en su única fecha española) y demostrarán por qué son los nuevos héroes de este género legendario, tocando éxitos como Tighten Up y Lonely Boy. Se espera que sea una noche repleta de mojo y se cuelgue el cartel de no hay entradas.
Blas Picón & The Junk Express, uno de los grupos más destacados del blues nacional, no han dudado en experimentar con su sonido y ya están preparando su segundo álbum.
guo líder de The White Stripes siempre se ha considerado un fanático del blues más vanguardista y este año ha editado Blunderbuss, su primera aventura discográfica en solitario. «El sonido y el ritmo de Seven Nation Army [la canción que encumbró definitivamente a la fama a White Stripes] no era lo que alguien podría calificar como blues, y creo que esto también ocurre con muchas de las canciones de este álbum —afirmó Jack White en una entrevista—. Considero que todos los temas son blues y he intentado presentarlos de una manera que sacudan al oyente». La leyenda cuenta que la mayor parte de la grabación sucedió de manera improvisada en un estudio de Nashville, cuando se canceló una sesión con RZA de Wu-Tang Clan que White debía producir. Seguramente, las buenas vibraciones de esta ciudad sureña han contribuido al éxito del disco y a su triunfal gira de presentación, que pasó por España en septiembre. Perder el respeto a los clásicos Puede que los más elitistas discrepen sobre la trascendencia de estos artistas, pero hoy ya no vale ser retrógrado, puesto que la esencia del blues puede apreciarse tanto en las veintinueve canciones que grabó Robert Johnson entre 1936 y 1937 como en los desvaríos más actuales de Scott H. Biram. Por este motivo podemos afirmar que la creciente popularidad de este género también se debe a artistas que hacen añicos el espíritu de los clásicos y lo reconstruyen a base de guitarras con fuzz y una buena dosis de ritmos bailables. Uno de los casos más notables es el de Black Joe Lewis & The Honeybears, una banda de Austin (Texas) que ha puesto patas arriba los clubes de medio mundo con su actitud imprevisible y sus conciertos desmadrados. Un
Versión española A estas alturas del reportaje, puede que os preguntéis qué sucede con la escena blues de nuestro país. Como es lógico, esta moda también ha cruzado el charco y hoy podemos disfrutar con propuestas tan originales como las de Nasty Boogie, The Malex Kings e incluso Los Mambo Jambo, con su pasión por el swing de cabaré y las guitarras surferas. Otro grupo destacado es Blas Picón & The Junk Express, que se debate entre el respeto por los clásicos y las influencias punk, aunque su sonido lo determina el hecho de no llevar bajista y la voluntad expresa de disimularlo a base de entrega en el escenario. «Lo que más me fascina del blues es la honestidad. A nivel musical posee un elemento que algunos llaman feeling, otros esencia y sería comparable al duende del flamenco —afirma Blas Picón con voz seria—. Es algo que no puedes escribir en un pentagrama y a la vez lo primero que te atrae de esta música, puesto que la dota de fuerza y veracidad». Al terminar este recorrido frenético por el blues actual, puede que os hayan entrado ganas de bucear en sus orígenes o perderos una temporada en el delta del Misisipi, el único lugar donde esta leyenda es real y puede acariciarse con la punta de los dedos. El resto son canciones, lamentos y humo.
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