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Secretos de un mago de la animación Carlos Grangel es uno de los diseñadores de personajes de películas de animación más reclamados por Hollywood, aunque sigue trabajando desde su estudio en Barcelona TEXTO
David Moreu
IMÁGENES
DreamWorks Animation / Warner Bros
El cine de animación ha vivido una revolución en las últimas décadas gracias a películas muy exitosas que van dirigidas tanto al público infantil como a los adultos que los acompañan. Este fenómeno ha cambiado por completo la manera de trabajar de los diseñadores de personajes, porque ahora deben pensar en una audiencia más amplia y adaptar sus creaciones para otras industrias, como la de los gadgets y los videojuegos. Uno de los profesionales más respetados de este sector es el barcelonés Carlos Grangel, que empezó su carrera a finales de los años 80 como dibujante de cómics y colaboró con diversas agencias de ilustradores, hasta que sintió la necesidad de reinventarse profesionalmente. “Llegó un momento en que queríamos crear cosas nuestras porque en España era imposible publicar un cómic de autor”, comenta con voz seria. “Entonces hice un curso de técnicas de animación y fui a Inglaterra a buscar trabajo”.
Carlos Grangel nació en Barcelona en 1963 y empezó su carrera profesional en el mundo del cómic. A finales de los años 80 dio el salto al cine de animación y, junto a su hermano, fundó Grangel Studios para adentrarse en el mercado internacional.
En un giro caprichoso del destino, aceptaron su solicitud para entrar en el estudio Amblimation que Steven Spielberg había montado en Londres, e incluso tuvo la oportunidad de conocer al famoso director durante la semana de prueba inicial. Entonces sus bocetos llamaron la atención de los responsables de producción y, en seguida, lo contrataron como diseñador de personajes secundarios para los proyectos que estaban desarrollando, entre los que destacaban Fievel va al Oeste y Balto. Aquella etapa supuso un salto cualitativo en su formación, puesto que recibía los guiones con las anotaciones de los realizadores y debía convertir sus ideas en imágenes sorprendentes. Un verdadero reto para un joven que soñaba con triunfar en el séptimo arte. Al cabo de cinco años regresó a su ciudad natal para centrarse en Grangel Studio, la empresa de diseño que había fundado junto a su hermano. Los primeros encargos vinieron del mundo de la publicidad, aunque no tardaron en recibir una llamada que lo cambiaría todo y representaría su pasaporte a Hollywood. Coincidió que en 1994 Spielberg cerró los estudios de Londres y se asoció con dos magnates de la industria del entretenimiento (Jeffrey Katzenberg y David Geffen) para montar DreamWorks. “Tenían que empezar a producir de inmediato y contactaron con la gente que ya conocían de la etapa inglesa”, explica desde su despacho. “Allí nos juntamos viejos amigos y muchos profesionales que ve-
nían de Disney”. Los productores americanos sabían que Carlos Grangel quería vivir en Barcelona, por este motivo le propusieron que viajara a California durante unos meses para preparar El príncipe de Egipto y después mantuvieron ese sistema de trabajo a distancia para crear títulos tan taquilleros como La ruta hacia El Dorado y Spirit. Incluso rechazaron el guion de Shrek y optaron por hacer Hormigaz, dos caras de la misma moneda que marcarían el inicio de la época dorada de la animación en 3D. Mientras estaban inmersos en la producción de Madagascar en el 2004, recibieron otra llamada que los llevaría hacia nuevos territorios creativos. El director Tim Burton había visto su trabajo para un corto nominado a los Óscar y les propuso participar en su siguiente aventura: La novia cadáver. Los directivos de DreamWorks no se opusieron a que los hermanos Grangel se aliaran con Warner Bros. porque se trataba de un filme en stop motion (una técnica de animación tradicional fotograma a fotograma) y esto no suponía una competencia para sus largometrajes. “Tim Burton tiene una calidad artística enorme y podría haber hecho la película él solo, pero quiso compartirla con nosotros”, afirma con una sonrisa. “Fue el proyecto en el que más nos involucramos porque empezamos de cero y llegamos hasta la supervisión del merchandising”. Su estilo inconfundible quedó reflejado tanto en los protagonistas como en los espectaculares decorados y todos los objetos de época que aparecen en la historia. Gracias a su experiencia, Carlos Grangel es consciente de que el valor de su trabajo reside en la originalidad y en la voluntad de superarse con cada película. Por este motivo no acepta segundas partes y ha logrado crear algunas de las imágenes más icónicas del cine de animación actual.
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Página anterior. Diseño de los personajes de la película Madagascar (2005). En esta página. Bocetos preliminares de los protagonistas de Kung Fu Panda (2008), La novia cadáver (2005) y Cómo entrenar a tu dragón (2010)