La Barceloneta

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Barceloneta

DESDE LA IZQUIERDA, EN EL SENTIDO DE LAS AGUJAS DEL RELOJ Una entrañable partida de dominó en un club deportivo cerca de la playa; la iglesia de Sant Miquel del Port (1755); la playa de Sant Sebastià, con el Hotel W de fondo; detalle de una buena paella servida junto al mar

Barceloneta

LA BARCELONETA UN BARRIO CON SABOR A MAR Un lugar a pie de playa que afronta el paso del tiempo, con sus calles estrechas, las tabernas con solera y el ambiente típico de un ‘surf town’ Texto David Moreu l fotografías Flaminia Pelazzi

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Lonely Planet Traveller Octubre 2013

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DESDE LA IZQUIERDA, EN EL SENTIDO DE LAS AGUJAS DEL RELOJ Una entrañable partida de dominó en un club deportivo cerca de la playa; la iglesia de Sant Miquel del Port (1755); la playa de Sant Sebastià, con el Hotel W de fondo; detalle de una buena paella servida junto al mar

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LA BARCELONETA UN BARRIO CON SABOR A MAR Un lugar a pie de playa que afronta el paso del tiempo, con sus calles estrechas, las tabernas con solera y el ambiente típico de un ‘surf town’ Texto David Moreu l fotografías Flaminia Pelazzi

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Barceloneta

Barceloneta

Este barrio destaca por sus calles estrechas y la ropa tendida en los balcones, aunque también es habitual la presencia de turistas enamorados de la playa

Una hermosa panorámica del barrio de la Barceloneta, con sus edificios añejos y las playas recibiendo la brisa del Mediterráneo

La moda ‘cool’ y el ‘skate’ van de la mano en este lugar de tradición marinera

A

unque el tiempo avanza de manera inexorable y las grandes ciudades se adaptan con mucha facilidad a las modas cosmopolitas que llegan sin previo aviso, todavía existen algunos barrios que mantienen intactas sus tradiciones más emblemáticas y luchan contra viento y marea para no perder las señas de identidad que los han hecho únicos durante siglos. En el caso de Barcelona, puede que la Vila de Gràcia tenga un gran encanto bohemio, que la parte del Gótico sea el mayor reclamo para los turistas o que el Born desprenda un aura cool insuperable, pero ¿qué sucede con la Barceloneta? Este barrio de tradición pescadora se ha convertido en una de las joyas de la ciudad con sus calles estrechas, la ropa de mil colores tendida en los balcones, las tabernas con solera y, sobre todo, con unas playas que le dan personalidad propia frente a la inmensidad del Mediterráneo. Hay quienes afirman que una imagen vale más que mil palabras y no les quitaremos la razón, aunque para descubrir la fascinante historia de este hermoso rincón marinero es mejor emprender un viaje en el tiempo en busca de sus orígenes.

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Lonely Planet Traveller Octubre 2013

la Barceloneta fue cuna de varios movimientos proletarios y vio nacer a varias empresas catalanas muy emblemáticas Paradójicamente, podemos afirmar que la ambición política de antaño marcó positivamente la evolución de algunas urbes y éste es uno de los casos más evidentes. La primera piedra de la Barceloneta se puso en 1753, siguiendo un plan de reordenación urbanístico que tenía como objetivo crear nuevas viviendas para los vecinos del barrio de la Ribera, que habían sido desalojados por orden de Felipe V cuando mandó construir la ciudadela. En aquellos días, Barcelona aún estaba amurallada y esta prolongación urbana se realizó en los terrenos ganados al mar tras la absorción de la isla de

Maians –un espacio mítico que el escritor Quim Monzó inmortalizó en el título de una de sus obras–. Gracias a la proximidad del puerto y la actividad de los primeros habitantes que allí se instalaron, este lugar en seguida se caracterizó por un ambiente marinero, repleto de pescadores y de gente curtida en las labores de la mar. Parecía un entorno idílico que vivía al son de las olas, pero aquella tranquilidad duró pocos años. No en vano, la Ciudad Condal estaba inmersa en una época de grandes cambios sociales y el hecho de que este barrio se encontrara fuera de las murallas favoreció que a mediados del siglo XIX se convirtiera en un importante núcleo industrial. Fue entonces cuando empezó a recibir una población eminentemente obrera que, debido a la falta de transporte público, tenía que vivir cerca de las fábricas y no quería renunciar a los servicios básicos que les ofrecía el centro urbano. Por este motivo, los historiadores consideran que la Barceloneta también fue cuna de varios movimientos proletarios y vio nacer a varias empresas catalanas muy emblemáticas, que actualmente siguen en activo. Paseando por sus calles, aún podemos encontrar vestigios de

Cuando llega el verano, este barrio de Barcelona se inunda de color, de gente aficionada al ‘paddle surf’ y de adornos artesanales relacionados con la pesca

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Este barrio destaca por sus calles estrechas y la ropa tendida en los balcones, aunque también es habitual la presencia de turistas enamorados de la playa

Una hermosa panorámica del barrio de la Barceloneta, con sus edificios añejos y las playas recibiendo la brisa del Mediterráneo

La moda ‘cool’ y el ‘skate’ van de la mano en este lugar de tradición marinera

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unque el tiempo avanza de manera inexorable y las grandes ciudades se adaptan con mucha facilidad a las modas cosmopolitas que llegan sin previo aviso, todavía existen algunos barrios que mantienen intactas sus tradiciones más emblemáticas y luchan contra viento y marea para no perder las señas de identidad que los han hecho únicos durante siglos. En el caso de Barcelona, puede que la Vila de Gràcia tenga un gran encanto bohemio, que la parte del Gótico sea el mayor reclamo para los turistas o que el Born desprenda un aura cool insuperable, pero ¿qué sucede con la Barceloneta? Este barrio de tradición pescadora se ha convertido en una de las joyas de la ciudad con sus calles estrechas, la ropa de mil colores tendida en los balcones, las tabernas con solera y, sobre todo, con unas playas que le dan personalidad propia frente a la inmensidad del Mediterráneo. Hay quienes afirman que una imagen vale más que mil palabras y no les quitaremos la razón, aunque para descubrir la fascinante historia de este hermoso rincón marinero es mejor emprender un viaje en el tiempo en busca de sus orígenes.

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la Barceloneta fue cuna de varios movimientos proletarios y vio nacer a varias empresas catalanas muy emblemáticas Paradójicamente, podemos afirmar que la ambición política de antaño marcó positivamente la evolución de algunas urbes y éste es uno de los casos más evidentes. La primera piedra de la Barceloneta se puso en 1753, siguiendo un plan de reordenación urbanístico que tenía como objetivo crear nuevas viviendas para los vecinos del barrio de la Ribera, que habían sido desalojados por orden de Felipe V cuando mandó construir la ciudadela. En aquellos días, Barcelona aún estaba amurallada y esta prolongación urbana se realizó en los terrenos ganados al mar tras la absorción de la isla de

Maians –un espacio mítico que el escritor Quim Monzó inmortalizó en el título de una de sus obras–. Gracias a la proximidad del puerto y la actividad de los primeros habitantes que allí se instalaron, este lugar en seguida se caracterizó por un ambiente marinero, repleto de pescadores y de gente curtida en las labores de la mar. Parecía un entorno idílico que vivía al son de las olas, pero aquella tranquilidad duró pocos años. No en vano, la Ciudad Condal estaba inmersa en una época de grandes cambios sociales y el hecho de que este barrio se encontrara fuera de las murallas favoreció que a mediados del siglo XIX se convirtiera en un importante núcleo industrial. Fue entonces cuando empezó a recibir una población eminentemente obrera que, debido a la falta de transporte público, tenía que vivir cerca de las fábricas y no quería renunciar a los servicios básicos que les ofrecía el centro urbano. Por este motivo, los historiadores consideran que la Barceloneta también fue cuna de varios movimientos proletarios y vio nacer a varias empresas catalanas muy emblemáticas, que actualmente siguen en activo. Paseando por sus calles, aún podemos encontrar vestigios de

Cuando llega el verano, este barrio de Barcelona se inunda de color, de gente aficionada al ‘paddle surf’ y de adornos artesanales relacionados con la pesca

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p ar í s

El mercado de La Barceloneta es uno de los lugares más emblemáticos, con sus paradas de pescado fresco. Un icono modernista que se ha adaptado a las energías renovables

La Torre del Reloj esconde un pasado ilustre como faro y todavía preside la entrada del muelle de pescadores, todo un referente de este barrio marinero

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Lonely Planet Traveller Junio 2013

aquella época, cuando este barrio era la primera estampa que veían los barcos que llegaban a Barcelona provenientes de todos los rincones del mundo. Precisamente, en el número 6 de la calle de Sant Carles se ha recuperado una casa tradicional de dos plantas construida en 1761 y que hoy es un centro cultural, donde además se exhibe una réplica de la primera piedra utilizada para levantar el vecindario con una inscripción muy reveladora sobre su historia. Este lugar es un punto de partida inmejorable para descubrir algunos de sus rincones más emblemáticos, que nos llevan desde el puerto y el pasado industrial, hasta el bullicio del turismo a pie de playa que tiene su cénit en la época estival. “Todo se ha vuelto muy moderno, si lo comparamos con antes, que era más familiar”, nos comenta la señora Pepita, que nació en el barrio hace 80 años y sigue sentándose cada día en la entrada de su casa. “Por aquí pasa todo el mundo y te saludan mientras tiendes la ropa. Hace años ibas al mercado y te quedabas hablando, pero ahora es un lugar de temporada–con mucha gente en verano y poca en invierno– y han cerrado muchas tiendas”. A pesar de los recuerdos imborrables, una de las imágenes más típicas de la Barceloneta la seguimos encontrando al atardecer, cuando las barcas de pesca desfilan de regreso al puerto después de una jornada de trabajo en alta mar. Sus colores alegres contrastan con el cemento del muelle de pescadores, donde sobreviven la lonja para la subasta del pescado y la popular Torre del Reloj. Esta construcción se levantó en 1772 para hacer la función de faro, pero en 1911 se le dio un nuevo uso al transformarla en un reloj de cuatro esferas y hoy es uno de los mayores símbolos del barrio marinero. Curiosamente, éste fue el sitio donde el científico francés Pierre-François A. Méchain realizó las últimas mediciones que dieron lugar al nacimiento del sistema métrico decimal. Anécdotas aparte, desde este punto privilegiado resulta imposible pasar por alto la majestuosa Torre de Sant Sebastià, una atalaya de hierro que se proyectó para la Exposición Internacional de

Al atardecer, las barcas de pesca regresan después de una dura jornada en alta mar. Un ritual lleno de color y con mucha historia

1929 –aunque se inauguró dos años más tarde– y que enlaza el puerto con la montaña de Montjuïc gracias a un transbordador aéreo de color rojo que surca los cielos suspendido de un hilo. Subir hasta el restaurante de su cúpula es una aventura no apta para gente con vértigo, pero los más valientes disfrutarán de unas vistas espectaculares sobre la playa y el skyline de la ciudad. Una vez volvemos a pisar tierra firme y antes de perdernos por las calles de la Barceloneta, tenemos una parada obligatoria en el Museo de Historia de Cataluña, que se encuentra en el hermoso Palau de Mar. Se trata del último edificio que se conserva de los antiguos almacenes generales de comercio, que tenían un diseño inspirado en las construcciones portuarias inglesas y servían para guardar las mercancías que llegaban de ultramar. Actualmente acoge una exposición permanente sobre la historia de Cataluña y es una manera original de descubrir la relación que ha existido entre las costumbres centenarias de esta tierra y el mar que nos susurra a pocos metros de distancia. Aunque pueda parecer casual, era tan grande la fas-

“Todo se ha vuelto muy moderno, si lo comparamos con antes, que era más familiar” cinación que ejercía el Mediterráneo en los primeros habitantes del barrio, que no dudaron en bautizar su iglesia como Sant Miquel del Port (San Miguel del Puerto) en 1755. Este templo barroco se encuentra en la céntrica plaza que da nombre al vecindario y ha sido testigo de excepción de la vida cotidiana en la Barceloneta y de los incendios que la dañaron durante la Guerra Civil, a pesar de que hoy luce con todo su esplendor después de varias tareas de rehabilitación. Lo mismo sucede con el mercado, que sigue siendo un lugar de encuentro y nos permite pasear entre sus animados puestos, comprar pescado fresco recién llegado de la lonja o charlar con la gente antes de volver a casa. El nuevo edificio del mercado se ha convertido en un referente de la Octubre 2013 Lonely Planet Traveller

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El mercado de La Barceloneta es uno de los lugares más emblemáticos, con sus paradas de pescado fresco. Un icono modernista que se ha adaptado a las energías renovables

La Torre del Reloj esconde un pasado ilustre como faro y todavía preside la entrada del muelle de pescadores, todo un referente de este barrio marinero

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aquella época, cuando este barrio era la primera estampa que veían los barcos que llegaban a Barcelona provenientes de todos los rincones del mundo. Precisamente, en el número 6 de la calle de Sant Carles se ha recuperado una casa tradicional de dos plantas construida en 1761 y que hoy es un centro cultural, donde además se exhibe una réplica de la primera piedra utilizada para levantar el vecindario con una inscripción muy reveladora sobre su historia. Este lugar es un punto de partida inmejorable para descubrir algunos de sus rincones más emblemáticos, que nos llevan desde el puerto y el pasado industrial, hasta el bullicio del turismo a pie de playa que tiene su cénit en la época estival. “Todo se ha vuelto muy moderno, si lo comparamos con antes, que era más familiar”, nos comenta la señora Pepita, que nació en el barrio hace 80 años y sigue sentándose cada día en la entrada de su casa. “Por aquí pasa todo el mundo y te saludan mientras tiendes la ropa. Hace años ibas al mercado y te quedabas hablando, pero ahora es un lugar de temporada–con mucha gente en verano y poca en invierno– y han cerrado muchas tiendas”. A pesar de los recuerdos imborrables, una de las imágenes más típicas de la Barceloneta la seguimos encontrando al atardecer, cuando las barcas de pesca desfilan de regreso al puerto después de una jornada de trabajo en alta mar. Sus colores alegres contrastan con el cemento del muelle de pescadores, donde sobreviven la lonja para la subasta del pescado y la popular Torre del Reloj. Esta construcción se levantó en 1772 para hacer la función de faro, pero en 1911 se le dio un nuevo uso al transformarla en un reloj de cuatro esferas y hoy es uno de los mayores símbolos del barrio marinero. Curiosamente, éste fue el sitio donde el científico francés Pierre-François A. Méchain realizó las últimas mediciones que dieron lugar al nacimiento del sistema métrico decimal. Anécdotas aparte, desde este punto privilegiado resulta imposible pasar por alto la majestuosa Torre de Sant Sebastià, una atalaya de hierro que se proyectó para la Exposición Internacional de

Al atardecer, las barcas de pesca regresan después de una dura jornada en alta mar. Un ritual lleno de color y con mucha historia

1929 –aunque se inauguró dos años más tarde– y que enlaza el puerto con la montaña de Montjuïc gracias a un transbordador aéreo de color rojo que surca los cielos suspendido de un hilo. Subir hasta el restaurante de su cúpula es una aventura no apta para gente con vértigo, pero los más valientes disfrutarán de unas vistas espectaculares sobre la playa y el skyline de la ciudad. Una vez volvemos a pisar tierra firme y antes de perdernos por las calles de la Barceloneta, tenemos una parada obligatoria en el Museo de Historia de Cataluña, que se encuentra en el hermoso Palau de Mar. Se trata del último edificio que se conserva de los antiguos almacenes generales de comercio, que tenían un diseño inspirado en las construcciones portuarias inglesas y servían para guardar las mercancías que llegaban de ultramar. Actualmente acoge una exposición permanente sobre la historia de Cataluña y es una manera original de descubrir la relación que ha existido entre las costumbres centenarias de esta tierra y el mar que nos susurra a pocos metros de distancia. Aunque pueda parecer casual, era tan grande la fas-

“Todo se ha vuelto muy moderno, si lo comparamos con antes, que era más familiar” cinación que ejercía el Mediterráneo en los primeros habitantes del barrio, que no dudaron en bautizar su iglesia como Sant Miquel del Port (San Miguel del Puerto) en 1755. Este templo barroco se encuentra en la céntrica plaza que da nombre al vecindario y ha sido testigo de excepción de la vida cotidiana en la Barceloneta y de los incendios que la dañaron durante la Guerra Civil, a pesar de que hoy luce con todo su esplendor después de varias tareas de rehabilitación. Lo mismo sucede con el mercado, que sigue siendo un lugar de encuentro y nos permite pasear entre sus animados puestos, comprar pescado fresco recién llegado de la lonja o charlar con la gente antes de volver a casa. El nuevo edificio del mercado se ha convertido en un referente de la Octubre 2013 Lonely Planet Traveller

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Barceloneta Las animadas terrazas de los bares se han convertido en el lugar de encuentro predilecto de la gente que visita el barrio

La Barceloneta presume de un pasado ilustre, conserva varios edificios modernistas y es famosa por la gran variedad de tapas que ofrecen sus pequeños bares

Barceloneta

Con la llegada del buen tiempo, la gente sale a la calle, las terrazas se llenan y el barrio se transforma en uno de los lugares más animados de la ciudad

ciudad, puesto que mantiene la estructura de hierro forjado que diseñó el arquitecto Antoni Rovira i Trias en 1884 y ha sabido adaptarse a las energías alternativas gracias al uso de placas solares fotovoltaicas, que le dan un aire moderno en medio de un ambiente tradicional. El esplendor de la era industrial aún está muy presente en el barrio gracias a las numerosas construcciones de aquella época que permanecen intactas. Puede que las más ilustres sean La Fàbrica del Sol, convertida en un equipamiento municipal para la educación medioambiental, y el edificio de La Fraternitat, que se construyó en 1918 como sede de diversas cooperativas de obreros y que actualmente es la biblioteca pública. Aunque también destaca la imponente marquesina de la fábrica metalúrgica La Maquinista, donde se construyeron las primeras máquinas de vapor españolas y que hoy es la entrada de un bloque de viviendas, pero que aún nos recuerda cómo era la dura vida de los trabajadores de antaño. Si nos alejamos del centro urbano siguiendo el Paseo Marítimo y nos adentramos en el Parque de la Barceloneta, podremos admirar otra de las grandes joyas de la época industrial. Se trata de la Torre de les Aigües (‘torre de las aguas’), un icono 56

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La pasión por la música se ha mantenido intacta en este barrio a lo largo de las décadas modernista alzado por la empresa del gas en 1905 y que cuenta con una ornamentación de cerámica y de ladrillos que le da una imagen romántica, muy acorde con los poetas e intelectuales que se instalaron en el vecindario en aquellos días. Pero si hay dos elementos que distinguen la Barceloneta de los demás barrios de la ciudad, éstos son el carácter abierto de su gente y las tradiciones arraigadas desde hace siglos, que todavía se celebran con la misma pasión. La tranquilidad que se respira en las calles estrechas y el vaivén sosegado de la ropa tendida en los balcones contrasta con la euforia que se vive durante la Fiesta Mayor en septiembre o con los famosos encuentros de gigantes y cabezudos, que desfilan por varios lugares emblemáticos.

Aunque el evento más esperado es la celebración de Los Coros en la Segunda Pascua, una costumbre que se remonta a 1845 y que cuenta con la participación de varias entidades corales del barrio, que se disfrazan para la ocasión con motivos surrealistas. Se trata de un acto participativo que rompe con la rutina habitual, puesto que los vecinos y los turistas de todas las edades salen a la calle y bailan con las orquestas a ritmo de samba, de pasodoble y de rumba con letras insólitas. Como es evidente, la pasión por la música se ha mantenido intacta en este barrio a lo largo de las décadas. Además de los coros, también son muy típicas las habaneras que cantaban los pescadores al regresar a casa o el flamenco desgarrador que inundó la zona de chabolas del Somorrostro hasta bien entrada la década de los 60, cuando esas barracas fueron derribadas para empezar a cambiar el aspecto del litoral barcelonés. Precisamente fue allí, en aquel lugar insalubre a pie de playa, donde nació la bailaora Carmen Amaya, que triunfó en todo el mundo y se convirtió en una estrella. Actualmente, en una esquina del Paseo Marítimo, podemos admirar la fuente que los vecinos encargaron construir en su honor en 1959, cuando ella ya estaba Octubre 2013 Lonely Planet Traveller

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Barceloneta Las animadas terrazas de los bares se han convertido en el lugar de encuentro predilecto de la gente que visita el barrio

La Barceloneta presume de un pasado ilustre, conserva varios edificios modernistas y es famosa por la gran variedad de tapas que ofrecen sus pequeños bares

Barceloneta

Con la llegada del buen tiempo, la gente sale a la calle, las terrazas se llenan y el barrio se transforma en uno de los lugares más animados de la ciudad

ciudad, puesto que mantiene la estructura de hierro forjado que diseñó el arquitecto Antoni Rovira i Trias en 1884 y ha sabido adaptarse a las energías alternativas gracias al uso de placas solares fotovoltaicas, que le dan un aire moderno en medio de un ambiente tradicional. El esplendor de la era industrial aún está muy presente en el barrio gracias a las numerosas construcciones de aquella época que permanecen intactas. Puede que las más ilustres sean La Fàbrica del Sol, convertida en un equipamiento municipal para la educación medioambiental, y el edificio de La Fraternitat, que se construyó en 1918 como sede de diversas cooperativas de obreros y que actualmente es la biblioteca pública. Aunque también destaca la imponente marquesina de la fábrica metalúrgica La Maquinista, donde se construyeron las primeras máquinas de vapor españolas y que hoy es la entrada de un bloque de viviendas, pero que aún nos recuerda cómo era la dura vida de los trabajadores de antaño. Si nos alejamos del centro urbano siguiendo el Paseo Marítimo y nos adentramos en el Parque de la Barceloneta, podremos admirar otra de las grandes joyas de la época industrial. Se trata de la Torre de les Aigües (‘torre de las aguas’), un icono 56

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La pasión por la música se ha mantenido intacta en este barrio a lo largo de las décadas modernista alzado por la empresa del gas en 1905 y que cuenta con una ornamentación de cerámica y de ladrillos que le da una imagen romántica, muy acorde con los poetas e intelectuales que se instalaron en el vecindario en aquellos días. Pero si hay dos elementos que distinguen la Barceloneta de los demás barrios de la ciudad, éstos son el carácter abierto de su gente y las tradiciones arraigadas desde hace siglos, que todavía se celebran con la misma pasión. La tranquilidad que se respira en las calles estrechas y el vaivén sosegado de la ropa tendida en los balcones contrasta con la euforia que se vive durante la Fiesta Mayor en septiembre o con los famosos encuentros de gigantes y cabezudos, que desfilan por varios lugares emblemáticos.

Aunque el evento más esperado es la celebración de Los Coros en la Segunda Pascua, una costumbre que se remonta a 1845 y que cuenta con la participación de varias entidades corales del barrio, que se disfrazan para la ocasión con motivos surrealistas. Se trata de un acto participativo que rompe con la rutina habitual, puesto que los vecinos y los turistas de todas las edades salen a la calle y bailan con las orquestas a ritmo de samba, de pasodoble y de rumba con letras insólitas. Como es evidente, la pasión por la música se ha mantenido intacta en este barrio a lo largo de las décadas. Además de los coros, también son muy típicas las habaneras que cantaban los pescadores al regresar a casa o el flamenco desgarrador que inundó la zona de chabolas del Somorrostro hasta bien entrada la década de los 60, cuando esas barracas fueron derribadas para empezar a cambiar el aspecto del litoral barcelonés. Precisamente fue allí, en aquel lugar insalubre a pie de playa, donde nació la bailaora Carmen Amaya, que triunfó en todo el mundo y se convirtió en una estrella. Actualmente, en una esquina del Paseo Marítimo, podemos admirar la fuente que los vecinos encargaron construir en su honor en 1959, cuando ella ya estaba Octubre 2013 Lonely Planet Traveller

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Barceloneta

B arceloneta arceloneta

Los bañistas deseosos de sol y los intrépidos nadadores se cruzan con los surfistas que persiguen con sus tablas las escasas olas que les brinda el Mediterráneo

La bicicleta se ha convertido en el medio de transporte más popular en las calles de la Barceloneta, donde también destaca la imponente silueta del W Hotel

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B arceloneta arceloneta

Los bañistas deseosos de sol y los intrépidos nadadores se cruzan con los surfistas que persiguen con sus tablas las escasas olas que les brinda el Mediterráneo

La bicicleta se ha convertido en el medio de transporte más popular en las calles de la Barceloneta, donde también destaca la imponente silueta del W Hotel

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Barceloneta La gente más veterana del barrio vive ajena a las modas y sigue disfrutando con las populares partidas de petanca a pie de playa

Las tapas, los chiringuitos y el famoso Bar Leo (DERECHA) son los reclamos de este lugar anclado en el tiempo y con una banda sonora propia

Barceloneta

Una hermosa estatua nos recuerda la importancia de la natación en el barrio

muy enferma, y de vez en cuando se organizan festivales que acercan el cante, el toque y el baile a todos los aficionados locales. Sin mirar la hora ni el día de la semana, la Barceloneta es un barrio que vive a su propio ritmo en plena calle, ya sea con las personas mayores sentadas en una silla en la puerta de sus casas o con los vecinos charlando en la entrada de los bares, convertidos desde hace años en lugares de reunión improvisados para todos aquellos con ganas de escuchar historias. Porque aquí hay muchas tabernas con solera donde tomar algo y degustar las tapas tradicionales, como los boquerones, las gambas saladas o las célebres bombas. Pero puede que el rincón más emblemático sea el Bar Leo, que abrió sus puertas en la década de los 60 y aún hoy sigue fiel al espíritu canalla de la rumba de aquella época. “Nací en Granada, pero llegué cuando era muy joven y me crié aquí, en el barrio”, comenta Leo con una sonrisa desde detrás de la barra. “Entonces este lugar era más antiguo y más bonito, con los baños orientales que ya han desaparecido. Aunque ahora vienen muchos turistas y varios artistas, como Manu Chao”. En caso de querer disfrutar de un momento de calma y degustar 60

Lonely Planet Traveller Octubre 2013

El ayuntamiento recuperó las playas históricas de este vecindario y las convirtió en un lugar de peregrinaje para vecinos y turistas una carta gastronómica más elaborada, en la Barceloneta también encontraremos algunos de los mejores restaurantes de pescado y de paellas de la ciudad, como Can Ramonet, que está situado frente al mercado, o el famoso Can Soler, de tradición centenaria frente a los fogones. Aunque, recientemente, han aparecido nuevas propuestas que ofrecen un menú de calidad más allá de los tópicos, como es el caso de El Ben Plantat. “Estuvimos dos años buscando local y al final encontramos este sitio pequeño. Y, realmente, el ambiente del barrio está muy bien”, nos cuenta Jordi Jiménez mientras

prepara las mesas del local con esmero. “No hacemos bombas ni croquetas de bacalao, porque consideramos que ya hay otros lugares muy establecidos que lo preparan”. No obstante, este pequeño bar se ha convertido en un referente para todos aquellos que quieren probar tapas originales, descubrir platos vegetarianos y tomar zumos naturales, algo muy acorde con los gustos de la nueva ola de extranjeros que se instalan en el barrio para escapar del bullicio del centro y estar cerca de la playa todo el año. Porque la playa de la Barceloneta es el equivalente al ágora de los griegos. Ese territorio mágico y abierto al mundo, donde se respira un sentimiento de libertad tanto de día como de noche. Gracias a la apertura definitiva de la ciudad al mar para los Juegos Olímpicos de 1992, el Ayuntamiento recuperó las playas históricas de este vecindario y las convirtió en un lugar de peregrinaje para vecinos y turistas, que empezaron a llegar en masa atraídos por ese gran evento deportivo. La playa que da nombre al barrio se encuentra junto a la de Sant Sebastià y a la de Sant Miquel, aunque recientemente se les ha unido la del Somorrostro, como emblema de una época perdida en la memoria de los más veteranos. Desde

Los talleres de bicicletas, las tiendas de alquiler de tablas de surf y los modernos bares de tapas son la imagen más cosmopolita de un barrio de leyenda

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Barceloneta La gente más veterana del barrio vive ajena a las modas y sigue disfrutando con las populares partidas de petanca a pie de playa

Las tapas, los chiringuitos y el famoso Bar Leo (DERECHA) son los reclamos de este lugar anclado en el tiempo y con una banda sonora propia

Barceloneta

Una hermosa estatua nos recuerda la importancia de la natación en el barrio

muy enferma, y de vez en cuando se organizan festivales que acercan el cante, el toque y el baile a todos los aficionados locales. Sin mirar la hora ni el día de la semana, la Barceloneta es un barrio que vive a su propio ritmo en plena calle, ya sea con las personas mayores sentadas en una silla en la puerta de sus casas o con los vecinos charlando en la entrada de los bares, convertidos desde hace años en lugares de reunión improvisados para todos aquellos con ganas de escuchar historias. Porque aquí hay muchas tabernas con solera donde tomar algo y degustar las tapas tradicionales, como los boquerones, las gambas saladas o las célebres bombas. Pero puede que el rincón más emblemático sea el Bar Leo, que abrió sus puertas en la década de los 60 y aún hoy sigue fiel al espíritu canalla de la rumba de aquella época. “Nací en Granada, pero llegué cuando era muy joven y me crié aquí, en el barrio”, comenta Leo con una sonrisa desde detrás de la barra. “Entonces este lugar era más antiguo y más bonito, con los baños orientales que ya han desaparecido. Aunque ahora vienen muchos turistas y varios artistas, como Manu Chao”. En caso de querer disfrutar de un momento de calma y degustar 60

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El ayuntamiento recuperó las playas históricas de este vecindario y las convirtió en un lugar de peregrinaje para vecinos y turistas una carta gastronómica más elaborada, en la Barceloneta también encontraremos algunos de los mejores restaurantes de pescado y de paellas de la ciudad, como Can Ramonet, que está situado frente al mercado, o el famoso Can Soler, de tradición centenaria frente a los fogones. Aunque, recientemente, han aparecido nuevas propuestas que ofrecen un menú de calidad más allá de los tópicos, como es el caso de El Ben Plantat. “Estuvimos dos años buscando local y al final encontramos este sitio pequeño. Y, realmente, el ambiente del barrio está muy bien”, nos cuenta Jordi Jiménez mientras

prepara las mesas del local con esmero. “No hacemos bombas ni croquetas de bacalao, porque consideramos que ya hay otros lugares muy establecidos que lo preparan”. No obstante, este pequeño bar se ha convertido en un referente para todos aquellos que quieren probar tapas originales, descubrir platos vegetarianos y tomar zumos naturales, algo muy acorde con los gustos de la nueva ola de extranjeros que se instalan en el barrio para escapar del bullicio del centro y estar cerca de la playa todo el año. Porque la playa de la Barceloneta es el equivalente al ágora de los griegos. Ese territorio mágico y abierto al mundo, donde se respira un sentimiento de libertad tanto de día como de noche. Gracias a la apertura definitiva de la ciudad al mar para los Juegos Olímpicos de 1992, el Ayuntamiento recuperó las playas históricas de este vecindario y las convirtió en un lugar de peregrinaje para vecinos y turistas, que empezaron a llegar en masa atraídos por ese gran evento deportivo. La playa que da nombre al barrio se encuentra junto a la de Sant Sebastià y a la de Sant Miquel, aunque recientemente se les ha unido la del Somorrostro, como emblema de una época perdida en la memoria de los más veteranos. Desde

Los talleres de bicicletas, las tiendas de alquiler de tablas de surf y los modernos bares de tapas son la imagen más cosmopolita de un barrio de leyenda

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Al amanecer es habitual cruzarse con aficionados al ‘paddle surf’ que surcan el Mediterráneo con sus tablas

El deporte acuático convive con las terrazas frente al mar

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hazlo realidad el Paseo Marítimo y dominando las alturas con vistas a los chiringuitos encontramos el Hospital del Mar, el edificio vanguardista del Parque de Investigación Biomédica de Barcelona y La estrella herida, una popular estatua creada por la artista alemana Rebecca Horn, que representa los cambios urbanísticos que han afectado a esta zona en las últimas dos décadas. A pesar de todo, la playa se ha adaptado a los nuevos tiempos y ha logrado mezclar la tradición y la modernidad que conviven diariamente en Barcelona, con el W Hotel como último símbolo que inunda las redes sociales gracias a su sugerente forma de vela. Sentados en cualquier banco, es habitual ver como los bañistas deseosos de sol y los intrépidos nadadores se cruzan con los surfistas que persiguen con sus tablas las escasas olas que les brinda el Mediterráneo, mientras los socios de los dos famosos clubes deportivos del barrio juegan a petanca o pasan las horas con una entrañable partida de dominó. Se trata de las dos caras de una misma moneda, puesto que para los jóvenes que se desplazan en bicicleta o en skate, la Barceloneta siempre será un lugar de moda en constante evolución, y para los vecinos de toda la vida que habían viajado en el tranvía 64, significará la añoranza por un pasado ilustre que nunca volverá. “Antes la playa era nuestra y ahora es de la gente que viene de fuera”, comenta con nostalgia la señora Pepita. “Recuerdo cuando las barcas paraban en la arena y vendían el pescado pequeño directamente a la gente, sobre todo las sardinas. En aquel tiempo éramos críos y jugábamos en la calle”. Al anochecer, la playa queda prácticamente desierta, los vecinos recogen la ropa de los balcones y el murmullo incesante de las olas se hace más persistente que nunca. Es entonces cuando cerramos los ojos y nos damos cuenta de que existen muchas imágenes emblemáticas de Barcelona, pero que ninguna mantiene el encanto de este barrio marinero, marcado por la tradición, la brisa del mar y las ganas de bailar hasta el amanecer. Simplemente viviendo el presente a flor de piel. LP

La Barceloneta BARCELONETA

BARCELONETA

DESDE LA IZQUIERDA, EN EL SENTIDO DE LAS AGUJAS DEL RELOJ Una entrañable partida de dominó en un club deportivo cerca de la playa; la iglesia de Sant Miquel del Port (1755); la playa de Sant Sebastià, con el Hotel W de fondo; detalle de una buena paella servida junto al mar

LA BARCELONETA UN BARRIO CON SABOR A MAR Un lugar a pie de playa que afronta el paso del tiempo, con sus calles estrechas, las tabernas con solera y el ambiente típico de un ‘surf town’ TEXTO DAVID MOREU l FOTOGRAFÍAS FLAMINIA PELAZZI

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Octubre 2013 Lonely Planet Traveller

Lonely Planet Traveller Octubre 2013

DE UTILIDAD Cómo llegar El tren de alta velocidad (AVE) tiene varios trayectos diarios que unen Madrid, Valladolid, Sevilla y Málaga con Barcelona, y ofrece paradas en Segovia, Córdoba, Ciudad Real, Toledo, Zaragoza, Lleida y Tarragona (T. 902 320 320; renfe.com). Vueling, por su parte, ofrece vuelos diarios a Barcelona desde A Coruña, Madrid, Granada, Gran Canaria, Mallorca y San Sebastián, entre otras ciudades (T. 807 200 100; vueling.com). Cómo moverse El centro de Barcelona y sus barrios históricos pueden recorrerse fácilmente a pie, aunque también está de moda el alquiler de bicicletas. Lo más recomendable para llegar a la Barceloneta es coger el metro, L4 (línea amarilla), y bajar en la parada del mismo nombre. También podemos desplazarnos en tren hasta la Estación de Francia (Renfe), coger el autobús urbano (varias líneas) o ir en bici. Para saber más Consulta la web barcelonetapladebarris.cat Climatología Barcelona disfruta de inviernos cortos, frescos y secos y veranos largos y cálidos, aunque las temperaturas en julio y agosto no acostumbran a superar los 30 oC.

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Este barrio con aroma a mar y aires de leyenda se ha convertido en uno de los lugares más emblemáticos de Barcelona. Con esta guía descubrirás la magia de la Barceloneta y su tradición anclada en el tiempo

El transbordador aéreo de color rojo es un gran icono que surca los cielos hasta la montaña

9 MANERAS DE VISITAR EL BARRIO

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Desde que se inauguró en el año 2009, el W Barcelona se ha convertido en una de las imágenes más representativas y fotografiadas de la ciudad. Se trata de un hotel de lujo, con magníficas vistas a la playa y con un famoso club situado en la planta 26, donde acostumbran a actuar los DJ de moda. Suelen tener ofertas en su página web (w-barcelona.com).

4

Las playas de la Barceloneta se han convertido en un punto de encuentro para todos los surfistas locales que quieren coger olas sin salir de la ciudad. El Mediterráneo es imprevisible, pero siempre podrás alquilar tablas y apuntarte a cursos en la tienda BOX, que se encuentra a pocos metros del mar (Pontevedra, 51/53; T. 932 214 702; boxbarcelona.com).

Como homenaje a una de las hijas más ilustres del desaparecido barrio de barracas del Somorrostro, en 1959 se construyó la fuente de Carmen Amaya. Una bonita manera de recordar a esta bailaora de éxito internacional y el espíritu del flamenco que se vivió a pie de playa hasta la década de los 60, cuando quedó inmortalizado en la película Los Tarantos.

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De pescado y tapas… La Barceloneta es un barrio con una gastronomía muy marinera, donde las bodegas con solera y los restaurantes de pescado se entremezclan con los pequeños bares de tapas que sirven boquerones, gambas a la sal y la típica bomba, una bola de patata rellena de carne y acompañada de salsa picante. Lo mejor es pasear por las calles y dejarse sorprender.

Si quieres recorrer la ciudad evitando los atascos de coches y descubrir la magia de este barrio marinero, la mejor opción es desplazarse en bicicleta. Recientemente han abierto muchas tiendas de alquiler, pero la más original es Barceloneta Bikes, que ofrece bicis de paseo, fixies y eléctricas a los mejores precios. (Atlántida, 49; T. 931 771 119).

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El mercado es un lugar privilegiado que ha contemplado la vida cotidiana del barrio durante décadas y ha resistido el paso del tiempo. Inaugurado en 1884, el edificio aún conserva el espíritu marinero gracias a las paradas de pescado y exhibe con orgullo la estructura de hierro forjado que proyectó el arquitecto Antoni Rovira i Trias (pl. Font, 1).

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El Museo de Historia de Cataluña se encuentra en el edificio del Palau de Mar y su exposición permanente nos transporta desde la revolución industrial, hasta la época democrática, pasando por la dictadura y la importancia del mar en la región. La terraza de su restaurante es un excelente mirador sobre el barrio y el puerto (pl. de Pau Vila, 3; es.mhcat.cat).

8

Los Coros de la Barceloneta es una fiesta tradicional que empezó en 1845 y que siempre se celebra por la segunda pascua. Las entidades corales del barrio salen a la calle con sus bailes y sus canciones populares en medio de un ambiente alegre que atrae a vecinos y turistas por igual. Este acto fue premiado con la Medalla de Honor de Barcelona en el 2001.

9

Las cuatro playas de la Barceloneta desprenden magia y dan una personalidad única al barrio. Cuando empieza el buen tiempo, se transforman en los espacios más cosmopolitas de la ciudad, con sus famosos chiringuitos instalados en la arena, la gente pintoresca y la escultura La estrella herida, de la artista Rebecca Horn, dominando las alturas.

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Barceloneta

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Al amanecer es habitual cruzarse con aficionados al ‘paddle surf’ que surcan el Mediterráneo con sus tablas

El deporte acuático convive con las terrazas frente al mar

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hazlo realidad el Paseo Marítimo y dominando las alturas con vistas a los chiringuitos encontramos el Hospital del Mar, el edificio vanguardista del Parque de Investigación Biomédica de Barcelona y La estrella herida, una popular estatua creada por la artista alemana Rebecca Horn, que representa los cambios urbanísticos que han afectado a esta zona en las últimas dos décadas. A pesar de todo, la playa se ha adaptado a los nuevos tiempos y ha logrado mezclar la tradición y la modernidad que conviven diariamente en Barcelona, con el W Hotel como último símbolo que inunda las redes sociales gracias a su sugerente forma de vela. Sentados en cualquier banco, es habitual ver como los bañistas deseosos de sol y los intrépidos nadadores se cruzan con los surfistas que persiguen con sus tablas las escasas olas que les brinda el Mediterráneo, mientras los socios de los dos famosos clubes deportivos del barrio juegan a petanca o pasan las horas con una entrañable partida de dominó. Se trata de las dos caras de una misma moneda, puesto que para los jóvenes que se desplazan en bicicleta o en skate, la Barceloneta siempre será un lugar de moda en constante evolución, y para los vecinos de toda la vida que habían viajado en el tranvía 64, significará la añoranza por un pasado ilustre que nunca volverá. “Antes la playa era nuestra y ahora es de la gente que viene de fuera”, comenta con nostalgia la señora Pepita. “Recuerdo cuando las barcas paraban en la arena y vendían el pescado pequeño directamente a la gente, sobre todo las sardinas. En aquel tiempo éramos críos y jugábamos en la calle”. Al anochecer, la playa queda prácticamente desierta, los vecinos recogen la ropa de los balcones y el murmullo incesante de las olas se hace más persistente que nunca. Es entonces cuando cerramos los ojos y nos damos cuenta de que existen muchas imágenes emblemáticas de Barcelona, pero que ninguna mantiene el encanto de este barrio marinero, marcado por la tradición, la brisa del mar y las ganas de bailar hasta el amanecer. Simplemente viviendo el presente a flor de piel. LP

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DESDE LA IZQUIERDA, EN EL SENTIDO DE LAS AGUJAS DEL RELOJ Una entrañable partida de dominó en un club deportivo cerca de la playa; la iglesia de Sant Miquel del Port (1755); la playa de Sant Sebastià, con el Hotel W de fondo; detalle de una buena paella servida junto al mar

LA BARCELONETA UN BARRIO CON SABOR A MAR Un lugar a pie de playa que afronta el paso del tiempo, con sus calles estrechas, las tabernas con solera y el ambiente típico de un ‘surf town’ TEXTO DAVID MOREU l FOTOGRAFÍAS FLAMINIA PELAZZI

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DE UTILIDAD Cómo llegar El tren de alta velocidad (AVE) tiene varios trayectos diarios que unen Madrid, Valladolid, Sevilla y Málaga con Barcelona, y ofrece paradas en Segovia, Córdoba, Ciudad Real, Toledo, Zaragoza, Lleida y Tarragona (T. 902 320 320; renfe.com). Vueling, por su parte, ofrece vuelos diarios a Barcelona desde A Coruña, Madrid, Granada, Gran Canaria, Mallorca y San Sebastián, entre otras ciudades (T. 807 200 100; vueling.com). Cómo moverse El centro de Barcelona y sus barrios históricos pueden recorrerse fácilmente a pie, aunque también está de moda el alquiler de bicicletas. Lo más recomendable para llegar a la Barceloneta es coger el metro, L4 (línea amarilla), y bajar en la parada del mismo nombre. También podemos desplazarnos en tren hasta la Estación de Francia (Renfe), coger el autobús urbano (varias líneas) o ir en bici. Para saber más Consulta la web barcelonetapladebarris.cat Climatología Barcelona disfruta de inviernos cortos, frescos y secos y veranos largos y cálidos, aunque las temperaturas en julio y agosto no acostumbran a superar los 30 oC.

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Este barrio con aroma a mar y aires de leyenda se ha convertido en uno de los lugares más emblemáticos de Barcelona. Con esta guía descubrirás la magia de la Barceloneta y su tradición anclada en el tiempo

El transbordador aéreo de color rojo es un gran icono que surca los cielos hasta la montaña

9 MANERAS DE VISITAR EL BARRIO

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Desde que se inauguró en el año 2009, el W Barcelona se ha convertido en una de las imágenes más representativas y fotografiadas de la ciudad. Se trata de un hotel de lujo, con magníficas vistas a la playa y con un famoso club situado en la planta 26, donde acostumbran a actuar los DJ de moda. Suelen tener ofertas en su página web (w-barcelona.com).

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Las playas de la Barceloneta se han convertido en un punto de encuentro para todos los surfistas locales que quieren coger olas sin salir de la ciudad. El Mediterráneo es imprevisible, pero siempre podrás alquilar tablas y apuntarte a cursos en la tienda BOX, que se encuentra a pocos metros del mar (Pontevedra, 51/53; T. 932 214 702; boxbarcelona.com).

Como homenaje a una de las hijas más ilustres del desaparecido barrio de barracas del Somorrostro, en 1959 se construyó la fuente de Carmen Amaya. Una bonita manera de recordar a esta bailaora de éxito internacional y el espíritu del flamenco que se vivió a pie de playa hasta la década de los 60, cuando quedó inmortalizado en la película Los Tarantos.

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De pescado y tapas… La Barceloneta es un barrio con una gastronomía muy marinera, donde las bodegas con solera y los restaurantes de pescado se entremezclan con los pequeños bares de tapas que sirven boquerones, gambas a la sal y la típica bomba, una bola de patata rellena de carne y acompañada de salsa picante. Lo mejor es pasear por las calles y dejarse sorprender.

Si quieres recorrer la ciudad evitando los atascos de coches y descubrir la magia de este barrio marinero, la mejor opción es desplazarse en bicicleta. Recientemente han abierto muchas tiendas de alquiler, pero la más original es Barceloneta Bikes, que ofrece bicis de paseo, fixies y eléctricas a los mejores precios. (Atlántida, 49; T. 931 771 119).

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El mercado es un lugar privilegiado que ha contemplado la vida cotidiana del barrio durante décadas y ha resistido el paso del tiempo. Inaugurado en 1884, el edificio aún conserva el espíritu marinero gracias a las paradas de pescado y exhibe con orgullo la estructura de hierro forjado que proyectó el arquitecto Antoni Rovira i Trias (pl. Font, 1).

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El Museo de Historia de Cataluña se encuentra en el edificio del Palau de Mar y su exposición permanente nos transporta desde la revolución industrial, hasta la época democrática, pasando por la dictadura y la importancia del mar en la región. La terraza de su restaurante es un excelente mirador sobre el barrio y el puerto (pl. de Pau Vila, 3; es.mhcat.cat).

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Los Coros de la Barceloneta es una fiesta tradicional que empezó en 1845 y que siempre se celebra por la segunda pascua. Las entidades corales del barrio salen a la calle con sus bailes y sus canciones populares en medio de un ambiente alegre que atrae a vecinos y turistas por igual. Este acto fue premiado con la Medalla de Honor de Barcelona en el 2001.

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Las cuatro playas de la Barceloneta desprenden magia y dan una personalidad única al barrio. Cuando empieza el buen tiempo, se transforman en los espacios más cosmopolitas de la ciudad, con sus famosos chiringuitos instalados en la arena, la gente pintoresca y la escultura La estrella herida, de la artista Rebecca Horn, dominando las alturas.

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