encuentros
T E X T O :
D A V I D
M O R E U
Preservation Hall Jazz Band
Con el paso de las décadas, algunos enclaves relacionados con la música se han convertido en auténticas mecas que mantienen viva la tradición sin prestar atención a las modas ni a las listas de éxitos.
UNA TRADICIÓN EN (ETERNO) MOVIMIENTO U
no de los casos más fascinantes de esa conservación contra viento y marea es el Preservation Hall de Nueva Orleans, que gracias a su banda ha conseguido despertar la pasión por el jazz a las nuevas generaciones y enamorar a los mismísimos Foo Fighters. Hemos hablado con el director artístico Ben Jaffe para conocer la historia de este proyecto único. Te propongo remontarnos a los inicios de esta saga familiar para conocer tu vinculación con el Preservation Hall. ¿Cuándo llegaron tus padres a Nueva Orleans y qué encontraron en la ciudad? Ambos eran de Pensilvania y se conocieron mientras mi padre estudiaba en la universidad de Filadelfia en los años cincuenta. Eran grandes aficionados a la música y él apreciaba especialmente el jazz original de Nueva Orleans. Entonces vivieron una temporada en Ciudad de México y, al regresar en coche a Filadelfia, pasaron por Nueva Orleans. En el French Quarter descubrieron una galería donde organizaban jam sessions “underground” porque en aquella época el sur estaba segregado. Los artistas actuaban allí para sus amigos porque era ilegal que blancos y negros socializaran en público. Para mis padres ese encuentro fue muy importante porque pudieron escuchar a unos músicos que solo conocían por sus discos. Entonces había muchas bandas de jazz actuando en aquella pequeña galería. ¿En qué momento empezaron tus padres a gestionar ese entramado musical tan fascinante? El propietario de la galería debió de ver algo especial en mis padres y les preguntó si estarían interesados en hacerse cargo de ese espacio porque él estaba a punto de abrir otro negocio. Entonces tuvieron la idea de crear el Preservation Hall. Había docenas de bandas, pero necesitaban a alguien como mis padres que les ayudara a organizar sus sesiones y a gestionar la logística. Precisamente eso es lo que hicieron, administrar la galería y permitir que el fenómeno cultural floreciera. Ten en cuenta que, en aquella época, la tradición musical de Nueva Orleans estuvo a punto de desaparecer porque no se reivindicaba. Tú naciste en 1971 en el corazón del French Quarter, a tan solo dos manzanas del Preservation Hall. ¿Qué recuerdos tienes de tu infancia en un barrio tan marcado por la leyenda? El French Quarter era como un vecindario
porque había una tienda de comestibles y mi colegio estaba justo al lado. No teníamos coche, así que toda nuestra vida sucedía en aquella parte de la ciudad. El Preservation Hall se encontraba a dos esquinas de nuestra casa, así que pasé mucho tiempo en ese local y en las calles cercanas. Cada vez que mi padre tenía una actuación, un desfile o un funeral, yo me pegaba a él. Y la mayoría de músicos con los que crecí también vivían cerca de ese barrio, en Tremé, y podía ir andando a sus casas. Fue una infancia muy bonita y aquel estilo de vida me aportó un sentimiento de comunidad. Supongo que era una época de grandes cambios sociales en los Estados Unidos y que el tema racial había dado un giro más beligerante después del asesinato de Martin Luther King… Nueva Orleans siempre ha tenido una relación muy particular con el tema racial. Al pensar en mi ciudad, la veo como el punto geográfico más al norte del Caribe y también aprecio la conexión
}
Ben Jaffe, en primer plano, y los componentes de la actual Jazz Band (foto: Danny Clinch)
estuvieron musicalmente antes que nosotros. Esto es muy importante en nuestra cultura porque valoramos nuestra propia historia. Entendemos que seguimos el camino de alguien que anduvo por estas calles y que tocó estas notas antes que nosotros. Y tenemos la responsabili-
En Nueva Orleans entendemos que seguimos el camino de alguien que anduvo por estas calles y que tocó estas notas antes que nosotros. Y tenemos la responsabilidad de honrarlos
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que existe con Haití y Cuba. Tenemos más cosas en común con la historia de esas islas que con la historia de Norteamérica. Aquí existe una cultura afroamericana, pero, al mismo tiempo, hay una gran influencia criolla francesa, criolla española y africana. Y no solo de una zona de ese continente, sino que diversas regiones de África están representadas en Nueva Orleans. Todo esto se ha unido de una manera única en nuestra expresión musical, como sucede con la música cubana y haitiana. En 1993, poco después de la muerte de tu padre, asumiste el cargo de director artístico del Preservation Hall y fuiste de gira por todo el mundo con su banda. ¿Cómo afrontaste ese reto? Me uní a la banda con 22 años y lo que mis padres me habían inculcado era la responsabilidad de apoyar y cuidar a los músicos mayores que frecuentaban el Preservation Hall. Cuando empecé a actuar con ellos, la mayoría habían coincidido con mi padre casi desde el principio. Representaban más que mis profesores… eran guías espirituales en la vida. En Nueva Orleans existe la idea de que siempre estamos resiguiendo los pasos de las generaciones anteriores que
dad de honrarlos. A lo largo de los años, la Preservation Hall Jazz Band ha colaborado con artistas muy emblemáticos de la escena de Nueva Orleans. ¿Qué puedes contarnos sobre Allen Toussaint? Mi relación con Allen se remonta a cuando yo era pequeño porque él tenía un estudio en Nueva Orleans que se llamaba Sea-Saint Studios y allí fue donde la Preservation Hall Jazz Band grabó sus primeros álbumes en los años setenta. Recuerdo estar en ese estudio con mi padre y ver al señor Toussaint entrando y saliendo. Ten en cuenta que él no acostumbraba a actuar en público porque era productor, músico de sesión y arreglista. Una de las pocas veces que lo vi en un escenario en aquella época fue en el Jazz Fest. Después del huracán Katrina se alzó como un personaje ilustre y un portavoz de la ciudad. Entonces nos cruzamos de nuevo y empezó a respetarme como músico, productor y líder de una banda. Actuamos con Allen unas setenta y cinco veces y, realmente, fue la primera vez que él visitó otras partes de América. Fue bonito formar parte
de eso. El huracán Katrina puso a la ciudad en jaque, pero también movilizó a la gente para sobreponerse a los problemas sociales. ¿Cómo valoras los cambios que se vivieron tras la catástrofe? Fue un punto de inflexión y una de las experiencias más dolorosas que hemos vivido. Ahora estoy sentado en mi casa, en el mismo vecindario en el que me encontraba cuando llegó el Katrina, y entonces decidí quedarme durante la tormenta. Este lugar se inundó hace trece años, pero hoy es un barrio vibrante y con mucha vida. Puedes apreciar el trabajo duro que hemos realizado para asegurarnos de que Nueva Orleans tenga un futuro. Creo que estamos lo suficientemente lejos del Katrina para empezar a pensar dónde ponemos nuestra energía y en qué debemos centrarnos a partir de ahora. El sueño de promover el jazz fuera de su círculo habitual te ha llevado a colaborar con bandas como Foo Fighters y Arcade Fire. ¿Sientes alguna responsabilidad para mantener la “esencia”? Como artista y músico quieres que tu voz se
encuentros + INFO
Entre 2011 y 2012 el Preservation Hall celebró sus cincuenta años de existencia con un concierto en el neoyorquino Carnegie Hall, donde actuaron Allen Toussaint y Steve Earle, entre otros, y su participación en el anual Jazz & Heritage Festival, con Toussaint y Earle más Bonnie Raitt, Jim James y la Rebirth Blues Band. Se publicaron dos discos conmemorativos: la antología Preservation Hall Jazz Band 50th Anniversary (Sony Legacy), y la grabación del evento del Carnegie Hall, St. Peter & 57th St. (Rounder).
escuche, deseas que tu trabajo tenga significado y quieres llegar a la gente. Me gusta observar el estado de la música actual y muchas veces me digo: “¿No sería el mundo un lugar mejor si lo que nosotros hacemos se viviera del mismo modo que la música de esos artistas que actúan en grandes escenarios frente a un público masivo?”. Esta reflexión nos animó a buscar una nueva manera de acercar nuestra música a otros públicos. El Preservation Hall es un lugar muy pequeño, tan solo caben sesenta personas, y en el concierto que ofrecimos en el Coachella había toda la gente que puede acudir al Hall en un año o incluso más. Puede que fichar por Sub-Pop fuera una movimiento deliberado hacia este objetivo porque es un sello consagrado al rock, al grunge y al punk. ¿Cómo surgió esta vinculación tan atípica? Nunca hago distinciones entre géneros musicales. Creo que es importante saber de dónde vienes, cuál es tu historia y qué quieres transmitir. Esto es algo que resulta cada vez más difícil de encontrar en la escena musical. Y Sub-Pop es una de las pocas discográficas alternativas que apoya a la música independiente, que honra a los artistas, que reconoce los movimientos culturales y que no encasilla, sino que aprecia todas las facetas. Nunca había imaginado que un día estaríamos con el mismo sello que descubrió a Nirvana. Pero siempre digo a la gente que, si reflexionamos sobre este tema, nos daremos cuenta de que el jazz de Nueva Orleans fue el rock’n’roll original. El auténtico pionero del “underground”. El álbum That’s It! (2013) fue el primero en ofrecer material original compuesto por la Preservation Hall Jazz Band. ¿Qué retos afrontasteis en aquellas sesiones de grabación? Es curioso porque no me canso de explicar que siempre hemos tocado música original, aunque no eran composiciones propias. Este disco fue la primera vez que nos propusimos grabar temas nuestros con la voluntad de dejar una huella en la música de Nueva Orleans. Y parte de esta decisión era impedir que la música de nuestra ciudad desapareciera porque, si no evoluciona, dejará de existir. Es algo complicado de reconocer y de aceptar porque todos somos un poco nostálgicos. Pero también hay una voluntad y una necesidad de dejar la nostalgia de lado para ser relevantes y llegar al público actual. Vuestro último trabajo discográfico se titula So It Is y está muy influido por el viaje a Cuba que hicisteis en 2015. ¿Cómo recuerdas aquella experiencia con músicos caribeños? El pianista Jelly Roll Morton siempre decía que podías apreciar ecos españoles en la música de Nueva Orleans. Esta influencia llegó a nuestra ciudad a través de Cuba y, para nosotros, viajar a esa isla fue una oportunidad de interactuar con unos músicos cuyos antepasados, igual que los nuestros, contribuyeron a crear el jazz. Cuando llegas allí, te das cuenta de las conexiones rítmicas que tenemos. Los que somos de Nueva Orleans debemos viajar hacia el sur para encontrar nuestro ADN musical y, al llegar a Cuba, vimos que para ellos la música también es una celebración. Además, está muy relacionada con lo espiritual, con la santería y con la percusión africana. A pesar de que hablamos un idioma distinto, nos entendimos bien porque podíamos comunicarnos a través de lo que tocábamos. *
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Preservation Hall Jazz Band
Con el paso de las décadas, algunos enclaves relacionados con la música se han convertido en auténticas mecas que mantienen viva la tradición sin prestar atención a las modas ni a las listas de éxitos.
UNA TRADICIÓN EN (ETERNO) MOVIMIENTO U
no de los casos más fascinantes de esa conservación contra viento y marea es el Preservation Hall de Nueva Orleans, que gracias a su banda ha conseguido despertar la pasión por el jazz a las nuevas generaciones y enamorar a los mismísimos Foo Fighters. Hemos hablado con el director artístico Ben Jaffe para conocer la historia de este proyecto único. Te propongo remontarnos a los inicios de esta saga familiar para conocer tu vinculación con el Preservation Hall. ¿Cuándo llegaron tus padres a Nueva Orleans y qué encontraron en la ciudad? Ambos eran de Pensilvania y se conocieron mientras mi padre estudiaba en la universidad de Filadelfia en los años cincuenta. Eran grandes aficionados a la música y él apreciaba especialmente el jazz original de Nueva Orleans. Entonces vivieron una temporada en Ciudad de México y, al regresar en coche a Filadelfia, pasaron por Nueva Orleans. En el French Quarter descubrieron una galería donde organizaban jam sessions “underground” porque en aquella época el sur estaba segregado. Los artistas actuaban allí para sus amigos porque era ilegal que blancos y negros socializaran en público. Para mis padres ese encuentro fue muy importante porque pudieron escuchar a unos músicos que solo conocían por sus discos. Entonces había muchas bandas de jazz actuando en aquella pequeña galería. ¿En qué momento empezaron tus padres a gestionar ese entramado musical tan fascinante? El propietario de la galería debió de ver algo especial en mis padres y les preguntó si estarían interesados en hacerse cargo de ese espacio porque él estaba a punto de abrir otro negocio. Entonces tuvieron la idea de crear el Preservation Hall. Había docenas de bandas, pero necesitaban a alguien como mis padres que les ayudara a organizar sus sesiones y a gestionar la logística. Precisamente eso es lo que hicieron, administrar la galería y permitir que el fenómeno cultural floreciera. Ten en cuenta que, en aquella época, la tradición musical de Nueva Orleans estuvo a punto de desaparecer porque no se reivindicaba. Tú naciste en 1971 en el corazón del French Quarter, a tan solo dos manzanas del Preservation Hall. ¿Qué recuerdos tienes de tu infancia en un barrio tan marcado por la leyenda? El French Quarter era como un vecindario
porque había una tienda de comestibles y mi colegio estaba justo al lado. No teníamos coche, así que toda nuestra vida sucedía en aquella parte de la ciudad. El Preservation Hall se encontraba a dos esquinas de nuestra casa, así que pasé mucho tiempo en ese local y en las calles cercanas. Cada vez que mi padre tenía una actuación, un desfile o un funeral, yo me pegaba a él. Y la mayoría de músicos con los que crecí también vivían cerca de ese barrio, en Tremé, y podía ir andando a sus casas. Fue una infancia muy bonita y aquel estilo de vida me aportó un sentimiento de comunidad. Supongo que era una época de grandes cambios sociales en los Estados Unidos y que el tema racial había dado un giro más beligerante después del asesinato de Martin Luther King… Nueva Orleans siempre ha tenido una relación muy particular con el tema racial. Al pensar en mi ciudad, la veo como el punto geográfico más al norte del Caribe y también aprecio la conexión
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Ben Jaffe, en primer plano, y los componentes de la actual Jazz Band (foto: Danny Clinch)
estuvieron musicalmente antes que nosotros. Esto es muy importante en nuestra cultura porque valoramos nuestra propia historia. Entendemos que seguimos el camino de alguien que anduvo por estas calles y que tocó estas notas antes que nosotros. Y tenemos la responsabili-
En Nueva Orleans entendemos que seguimos el camino de alguien que anduvo por estas calles y que tocó estas notas antes que nosotros. Y tenemos la responsabilidad de honrarlos
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que existe con Haití y Cuba. Tenemos más cosas en común con la historia de esas islas que con la historia de Norteamérica. Aquí existe una cultura afroamericana, pero, al mismo tiempo, hay una gran influencia criolla francesa, criolla española y africana. Y no solo de una zona de ese continente, sino que diversas regiones de África están representadas en Nueva Orleans. Todo esto se ha unido de una manera única en nuestra expresión musical, como sucede con la música cubana y haitiana. En 1993, poco después de la muerte de tu padre, asumiste el cargo de director artístico del Preservation Hall y fuiste de gira por todo el mundo con su banda. ¿Cómo afrontaste ese reto? Me uní a la banda con 22 años y lo que mis padres me habían inculcado era la responsabilidad de apoyar y cuidar a los músicos mayores que frecuentaban el Preservation Hall. Cuando empecé a actuar con ellos, la mayoría habían coincidido con mi padre casi desde el principio. Representaban más que mis profesores… eran guías espirituales en la vida. En Nueva Orleans existe la idea de que siempre estamos resiguiendo los pasos de las generaciones anteriores que
dad de honrarlos. A lo largo de los años, la Preservation Hall Jazz Band ha colaborado con artistas muy emblemáticos de la escena de Nueva Orleans. ¿Qué puedes contarnos sobre Allen Toussaint? Mi relación con Allen se remonta a cuando yo era pequeño porque él tenía un estudio en Nueva Orleans que se llamaba Sea-Saint Studios y allí fue donde la Preservation Hall Jazz Band grabó sus primeros álbumes en los años setenta. Recuerdo estar en ese estudio con mi padre y ver al señor Toussaint entrando y saliendo. Ten en cuenta que él no acostumbraba a actuar en público porque era productor, músico de sesión y arreglista. Una de las pocas veces que lo vi en un escenario en aquella época fue en el Jazz Fest. Después del huracán Katrina se alzó como un personaje ilustre y un portavoz de la ciudad. Entonces nos cruzamos de nuevo y empezó a respetarme como músico, productor y líder de una banda. Actuamos con Allen unas setenta y cinco veces y, realmente, fue la primera vez que él visitó otras partes de América. Fue bonito formar parte
de eso. El huracán Katrina puso a la ciudad en jaque, pero también movilizó a la gente para sobreponerse a los problemas sociales. ¿Cómo valoras los cambios que se vivieron tras la catástrofe? Fue un punto de inflexión y una de las experiencias más dolorosas que hemos vivido. Ahora estoy sentado en mi casa, en el mismo vecindario en el que me encontraba cuando llegó el Katrina, y entonces decidí quedarme durante la tormenta. Este lugar se inundó hace trece años, pero hoy es un barrio vibrante y con mucha vida. Puedes apreciar el trabajo duro que hemos realizado para asegurarnos de que Nueva Orleans tenga un futuro. Creo que estamos lo suficientemente lejos del Katrina para empezar a pensar dónde ponemos nuestra energía y en qué debemos centrarnos a partir de ahora. El sueño de promover el jazz fuera de su círculo habitual te ha llevado a colaborar con bandas como Foo Fighters y Arcade Fire. ¿Sientes alguna responsabilidad para mantener la “esencia”? Como artista y músico quieres que tu voz se
encuentros + INFO
Entre 2011 y 2012 el Preservation Hall celebró sus cincuenta años de existencia con un concierto en el neoyorquino Carnegie Hall, donde actuaron Allen Toussaint y Steve Earle, entre otros, y su participación en el anual Jazz & Heritage Festival, con Toussaint y Earle más Bonnie Raitt, Jim James y la Rebirth Blues Band. Se publicaron dos discos conmemorativos: la antología Preservation Hall Jazz Band 50th Anniversary (Sony Legacy), y la grabación del evento del Carnegie Hall, St. Peter & 57th St. (Rounder).
escuche, deseas que tu trabajo tenga significado y quieres llegar a la gente. Me gusta observar el estado de la música actual y muchas veces me digo: “¿No sería el mundo un lugar mejor si lo que nosotros hacemos se viviera del mismo modo que la música de esos artistas que actúan en grandes escenarios frente a un público masivo?”. Esta reflexión nos animó a buscar una nueva manera de acercar nuestra música a otros públicos. El Preservation Hall es un lugar muy pequeño, tan solo caben sesenta personas, y en el concierto que ofrecimos en el Coachella había toda la gente que puede acudir al Hall en un año o incluso más. Puede que fichar por Sub-Pop fuera una movimiento deliberado hacia este objetivo porque es un sello consagrado al rock, al grunge y al punk. ¿Cómo surgió esta vinculación tan atípica? Nunca hago distinciones entre géneros musicales. Creo que es importante saber de dónde vienes, cuál es tu historia y qué quieres transmitir. Esto es algo que resulta cada vez más difícil de encontrar en la escena musical. Y Sub-Pop es una de las pocas discográficas alternativas que apoya a la música independiente, que honra a los artistas, que reconoce los movimientos culturales y que no encasilla, sino que aprecia todas las facetas. Nunca había imaginado que un día estaríamos con el mismo sello que descubrió a Nirvana. Pero siempre digo a la gente que, si reflexionamos sobre este tema, nos daremos cuenta de que el jazz de Nueva Orleans fue el rock’n’roll original. El auténtico pionero del “underground”. El álbum That’s It! (2013) fue el primero en ofrecer material original compuesto por la Preservation Hall Jazz Band. ¿Qué retos afrontasteis en aquellas sesiones de grabación? Es curioso porque no me canso de explicar que siempre hemos tocado música original, aunque no eran composiciones propias. Este disco fue la primera vez que nos propusimos grabar temas nuestros con la voluntad de dejar una huella en la música de Nueva Orleans. Y parte de esta decisión era impedir que la música de nuestra ciudad desapareciera porque, si no evoluciona, dejará de existir. Es algo complicado de reconocer y de aceptar porque todos somos un poco nostálgicos. Pero también hay una voluntad y una necesidad de dejar la nostalgia de lado para ser relevantes y llegar al público actual. Vuestro último trabajo discográfico se titula So It Is y está muy influido por el viaje a Cuba que hicisteis en 2015. ¿Cómo recuerdas aquella experiencia con músicos caribeños? El pianista Jelly Roll Morton siempre decía que podías apreciar ecos españoles en la música de Nueva Orleans. Esta influencia llegó a nuestra ciudad a través de Cuba y, para nosotros, viajar a esa isla fue una oportunidad de interactuar con unos músicos cuyos antepasados, igual que los nuestros, contribuyeron a crear el jazz. Cuando llegas allí, te das cuenta de las conexiones rítmicas que tenemos. Los que somos de Nueva Orleans debemos viajar hacia el sur para encontrar nuestro ADN musical y, al llegar a Cuba, vimos que para ellos la música también es una celebración. Además, está muy relacionada con lo espiritual, con la santería y con la percusión africana. A pesar de que hablamos un idioma distinto, nos entendimos bien porque podíamos comunicarnos a través de lo que tocábamos. *
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