Nina Palomba. Sueños animados en Technicolor La pasión por el arte puede aparecer en cualquier momento y cambiar la vida de todos aquellos que se dejan sorprender por su magia. Cuando Nina Palomba era pequeña, sus padres le regalaron un cuaderno para colorear con personajes de dibujos animados de los años 40, y tanto ella como su hermana cayeron rendidas ante los encantos kitsch de Betty Boop y Andy Panda. Esto marcó el inicio de una afición que la ha llevado a buscar la creatividad en los rincones más insospechados y a desarrollar un estilo de ilustración muy personal. No en vano, sus experiencias diarias aparecen reflejadas en cada una de sus obras. Después de estudiar en Chicago y de vivir una temporada en Nueva York, se trasladó a Los Ángeles con el objetivo de seguir evolucionando como artista y, gracias a un encuentro fortuito en una tienda de comestibles, entró a trabajar como productora en la industria del cine de animación. Desde entonces compagina los murales de gran formato, el dibujo y el lettering con la fabricación de decorados y miniaturas para la gran pantalla. Bienvenidos a esta aventura que demuestra que los sueños también pueden ser en Technicolor. Texto: David Moreu / Web de la artista: http://nina-palomba.squarespace.com
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Te propongo remontarnos a los inicios de esta apasionante historia marcada por la pintura y el cine de animación. ¿Podrías contarnos de dónde eres y cuándo descubriste tu pasión por el arte? ¡Soy del salvaje oeste! Nací y crecí en Jackson Hole, en el estado norteamericano de Wyoming. Mi introducción al mundo del arte fue cuando era pequeña y mi familia siempre me ha apoyado para que emprendiera este viaje creativo. Creo que mis padres vieron muy temprano que me interesaba el dibujo y, desde ese momento, me ayudaron a alimentar el deseo y la
pasión que sentía para hacer las cosas de ese modo. Mi hermana y yo estábamos obsesionadas por el personaje de Betty Boop y creo que eso fue lo que realmente me ayudó a dar el paso para estudiar bellas artes en la universidad. Mucha gente afirma que el arte no puede enseñarse en una clase porque es algo innato. ¿Cómo fue tu experiencia en la School of the Art Institute of Chicago y qué cosas te han servido a lo largo de tu carrera? El arte no puede enseñarse de manera concreta porque todo lo que representa es
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subjetivo para quien lo está haciendo y sólo responde a su propia visión de las cosas. Se trata de algo intransferible y la voz creativa de cada persona es distinta ¡Y esto puede que sea la mejor parte! Mi experiencia como estudiante fue muy interesante. Al principio me matriculé en una escuela para aprender tantas técnicas como fuera posible. Cuando pedí el traslado a la School of the Art Institute of Chicago, no sabía que su plan educativo se basaba en la idea de “hacer arte” y no necesariamente en el “cómo hacerlo”. Eso supuso un giro muy interesante en mi trabajo y en el