Ernest Zacharevic.
El artista que brilla detrás de las paredes Reinventarse o morir de éxito. Éste debería ser el gran desafío del arte urbano en los próximos años para no caer en la banalidad ni en el autobombo al que se ha visto encumbrado por la prensa y las casas de subastas. A pesar de que las mayores estrellas del aerosol pueden contarse con los dedos de una mano y que su valor comercial fluctúa igual que la bolsa de nuestro país, existe un grupo de artistas rebeldes que están sentando las bases de este cambio de mentalidad tan necesario y lo reflejan abiertamente en los muros de las ciudades. Una ola de color que se extiende desde las gigantes urbes occidentales hasta los pequeños pueblos del tercer mundo, porque esta libertad de expresión analógica no conoce fronteras y se disfruta únicamente a la intemperie. Uno de los nombres propios de esta revolución silenciosa es el de Ernest Zacharevic, un joven trotamundos que ha sorprendido con unos murales que rompen los límites de la tercera dimensión mediante toda clase de objetos cotidianos, como motos, bicis, coches e incluso sillas de madera que tu madre estaría encantada de restaurar. Un recurso estético que ha causado sensación y ha logrado consolidarlo en las redes sociales gracias a los cientos de fotos que hacen los transeúntes cuando se cruzan con sus obras callejeras. Hemos tenido la oportunidad de hablar con este visionario para conocer los entresijos de su carrera y descubrir la vertiente social de un trabajo que no deja indiferente a nadie.
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Por David Moreu Web del artista: www.zachas.com
Ernest Zacharevic.
El artista que brilla detrás de las paredes Reinventarse o morir de éxito. Éste debería ser el gran desafío del arte urbano en los próximos años para no caer en la banalidad ni en el autobombo al que se ha visto encumbrado por la prensa y las casas de subastas. A pesar de que las mayores estrellas del aerosol pueden contarse con los dedos de una mano y que su valor comercial fluctúa igual que la bolsa de nuestro país, existe un grupo de artistas rebeldes que están sentando las bases de este cambio de mentalidad tan necesario y lo reflejan abiertamente en los muros de las ciudades. Una ola de color que se extiende desde las gigantes urbes occidentales hasta los pequeños pueblos del tercer mundo, porque esta libertad de expresión analógica no conoce fronteras y se disfruta únicamente a la intemperie. Uno de los nombres propios de esta revolución silenciosa es el de Ernest Zacharevic, un joven trotamundos que ha sorprendido con unos murales que rompen los límites de la tercera dimensión mediante toda clase de objetos cotidianos, como motos, bicis, coches e incluso sillas de madera que tu madre estaría encantada de restaurar. Un recurso estético que ha causado sensación y ha logrado consolidarlo en las redes sociales gracias a los cientos de fotos que hacen los transeúntes cuando se cruzan con sus obras callejeras. Hemos tenido la oportunidad de hablar con este visionario para conocer los entresijos de su carrera y descubrir la vertiente social de un trabajo que no deja indiferente a nadie.
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Por David Moreu Web del artista: www.zachas.com
Antes de empezar a hablar sobre arte urbano, viajes exóticos y proyectos culturales, ¿podrías contarnos de dónde eres y cómo surgió tu pasión por la ilustración? Nací en una ciudad de Lituania que se llama Vilnius y desde que tengo uso de razón estoy vinculado al mundo del arte. Mi afición por el dibujo y la pintura era tan grande, que mis padres decidieron matricularme en la escuela de arte nacional de mi ciudad cuando solamente tenía 11 años. Recuerdo que era una especie de internado con una educación muy estricta y únicamente enfocada al arte clásico. Tampoco puedo quejarme porque allí aprendí los recursos y las técnicas básicas. Ten en cuenta que ser un artista en un país tan pequeño te hace estar hambriento de inspiración y es normal que mucha gente con mentalidad creativa haya decidido ampliar sus horizontes más allá de nuestras fronteras. Después te trasladaste a Londres para estudiar en su famosa escuela de arte y allí disfrutaste de una enseñanza que no se ajustaba a las estructuras tradicionales.
Tienes razón, entonces me animé a seguir estudiando en Inglaterra y me gradué con una licenciatura en Bellas Artes, aunque lo más importante fue tener la oportunidad de absorber todas las influencias creativas que se mezclan en East London. En aquellos días aún no estaba especialmente interesado en en el arte urbano ni en el pop art. Lo que me gustaba era una mezcla de los artistas clásicos y las técnicas más académicas, sobre todo por la naturaleza de mi educación. La pasión por el grafiti surgió más adelante, gracias al ambiente social que empecé a frecuentar. Si te soy si ncero, la combinación de estas dos mentalidades tan opuestas es lo que me inspiró a salir a pintar por las calles. Esas ansias incontrolables de hacer murales te llevaron a recorrer el mundo e incluso pasaste largas temporadas en Penang, una remota isla de Malasia. ¿Qué descubriste viviendo en Asia? Cinco años después de terminar mi licenciatura, decidí viajar por el sudeste asiático y así fue como descubrí Malasia. Nunca planeé quedarme tanto tiempo en
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Antes de empezar a hablar sobre arte urbano, viajes exóticos y proyectos culturales, ¿podrías contarnos de dónde eres y cómo surgió tu pasión por la ilustración? Nací en una ciudad de Lituania que se llama Vilnius y desde que tengo uso de razón estoy vinculado al mundo del arte. Mi afición por el dibujo y la pintura era tan grande, que mis padres decidieron matricularme en la escuela de arte nacional de mi ciudad cuando solamente tenía 11 años. Recuerdo que era una especie de internado con una educación muy estricta y únicamente enfocada al arte clásico. Tampoco puedo quejarme porque allí aprendí los recursos y las técnicas básicas. Ten en cuenta que ser un artista en un país tan pequeño te hace estar hambriento de inspiración y es normal que mucha gente con mentalidad creativa haya decidido ampliar sus horizontes más allá de nuestras fronteras. Después te trasladaste a Londres para estudiar en su famosa escuela de arte y allí disfrutaste de una enseñanza que no se ajustaba a las estructuras tradicionales.
Tienes razón, entonces me animé a seguir estudiando en Inglaterra y me gradué con una licenciatura en Bellas Artes, aunque lo más importante fue tener la oportunidad de absorber todas las influencias creativas que se mezclan en East London. En aquellos días aún no estaba especialmente interesado en en el arte urbano ni en el pop art. Lo que me gustaba era una mezcla de los artistas clásicos y las técnicas más académicas, sobre todo por la naturaleza de mi educación. La pasión por el grafiti surgió más adelante, gracias al ambiente social que empecé a frecuentar. Si te soy si ncero, la combinación de estas dos mentalidades tan opuestas es lo que me inspiró a salir a pintar por las calles. Esas ansias incontrolables de hacer murales te llevaron a recorrer el mundo e incluso pasaste largas temporadas en Penang, una remota isla de Malasia. ¿Qué descubriste viviendo en Asia? Cinco años después de terminar mi licenciatura, decidí viajar por el sudeste asiático y así fue como descubrí Malasia. Nunca planeé quedarme tanto tiempo en
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Se trata de una combinación de varias disciplinas y es algo que también implica diversas técnicas. Me gusta trabajar y aprender al mismo tiempo porque siento la necesidad de evolucionar a través de mi propio arte. Por este motivo, la estructura que implica hacer un mural debe ser lo más relajada y flexible posible. Ten en cuenta que viajo mucho y esto es algo que define el carácter de mis obras, sobre todo gracias a las cosas que veo y a la gente que conozco por el camino. Pero, al final de cada jor nada, todo lo que haces depende de lo que tienes guardado en tu cabeza. Vivo como un artista a jornada completa, así que el arte es mi estilo de vida y define mi manera de interactuar con el mundo que me rodea. Una de tus señas de identidad consiste en mezclar los murales con objetos cotidianos para que surja una interacción especial. ¿Cuánta planificación existe en este tipo de intervenciones? Todas mis obras están pensadas específicamente para el sitio donde irán y el tema debe reflejar aquel espacio concreto porque la gente lo verá cada día cuando pase por delante. Lo que más deseo es que
George Town, la capital de Penang, sino que llegué allí para visitar a un buen amigo y pasar una semana de vacaciones… Pero ya no regresé jamás. Es un buen sitio para vivir porque no está masificado y tampoco es demasiado grande, aunque no es un lugar pequeño ni mucho menos. Lo bueno es que a muy poca distancia encuentras montañas y playas, además de calles con mucha historia y una gastronomía típica asombrosa. Es una ciudad menos estresante que Kuala Lumpur y aún mantiene esa bonita atmósfera de comunidad. Una de las cosas que más me gustan de Penang es que todavía no ha sido contaminada por el mercado del arte urbano. En general, el mundo del grafiti en el sudeste asiático se limita a un pequeño grupo de rebeldes que no gozan de demasiada libertad de expresión. Encontré que era un ambiente novedoso, ajeno a los prejuicios habituales del arte callejero y la reacción de los peatones hacia los murales es mucho más espontánea que en occidente. Por curiosidad, ¿cómo afrontas la realización de tus obras en plena calle y qué proceso creativo sigues hasta que se convierten en una realidad tangible?
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Se trata de una combinación de varias disciplinas y es algo que también implica diversas técnicas. Me gusta trabajar y aprender al mismo tiempo porque siento la necesidad de evolucionar a través de mi propio arte. Por este motivo, la estructura que implica hacer un mural debe ser lo más relajada y flexible posible. Ten en cuenta que viajo mucho y esto es algo que define el carácter de mis obras, sobre todo gracias a las cosas que veo y a la gente que conozco por el camino. Pero, al final de cada jor nada, todo lo que haces depende de lo que tienes guardado en tu cabeza. Vivo como un artista a jornada completa, así que el arte es mi estilo de vida y define mi manera de interactuar con el mundo que me rodea. Una de tus señas de identidad consiste en mezclar los murales con objetos cotidianos para que surja una interacción especial. ¿Cuánta planificación existe en este tipo de intervenciones? Todas mis obras están pensadas específicamente para el sitio donde irán y el tema debe reflejar aquel espacio concreto porque la gente lo verá cada día cuando pase por delante. Lo que más deseo es que
George Town, la capital de Penang, sino que llegué allí para visitar a un buen amigo y pasar una semana de vacaciones… Pero ya no regresé jamás. Es un buen sitio para vivir porque no está masificado y tampoco es demasiado grande, aunque no es un lugar pequeño ni mucho menos. Lo bueno es que a muy poca distancia encuentras montañas y playas, además de calles con mucha historia y una gastronomía típica asombrosa. Es una ciudad menos estresante que Kuala Lumpur y aún mantiene esa bonita atmósfera de comunidad. Una de las cosas que más me gustan de Penang es que todavía no ha sido contaminada por el mercado del arte urbano. En general, el mundo del grafiti en el sudeste asiático se limita a un pequeño grupo de rebeldes que no gozan de demasiada libertad de expresión. Encontré que era un ambiente novedoso, ajeno a los prejuicios habituales del arte callejero y la reacción de los peatones hacia los murales es mucho más espontánea que en occidente. Por curiosidad, ¿cómo afrontas la realización de tus obras en plena calle y qué proceso creativo sigues hasta que se convierten en una realidad tangible?
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diversas visitas al lugar y pensar sobre cómo esa creación se relacionará con el entorno. Aunque debo reconocer que en el estudio intento preparar todo lo que puedo para avanzar trabajo y reducir el tiempo que estaré pintando en el exterior. Una vez la obra está completa en una pared o galería, me gusta dejar que viva su propia existencia y si al final tiene algún mensaje, eso sólo depende de las personas que la vean. Ahora que lo comentas, tus murales cobran pleno significado cuando la gente interactúa y se fotografía junto a ellos en posiciones divertidas para después compartir esas imágenes en sus redes sociales. ¿Crees que el poder de Internet ha marcado de algún modo tu visión artística? Es una afirmación medio cierta y medio errónea. No tengo la sensación de que Internet o las redes sociales hayan cambiado mi proceso artístico, aunque tienes razón en que es algo que hoy afecta plenamente a la distribución y al alcance de un tipo de obras de arte que normalmente no tienen una vida demasiado larga porque están en la intemperie. De algún modo, aportan una
mis trabajos se fusionen con el entorno y se conviertan en una parte orgánica del paisaje. Pero para que esto suceda se necesita que sea algo interactivo y muy accesible para el público. A veces me inspiro en la arquitectura o en la atmósfera que desprende el lugar y entonces paso muchas horas allí sentado, pensando en qué tipo de interacción funcionaría mejor. Normalmente trabajo a partir de retratos, por este motivo siempre me verás andar por la calle con mi cámara a cuestas, haciendo fotos de todo lo que veo. Después intento trasladar esas experiencias a mis obras y murales. Además de tu obra callejera, cada vez es más habitual que expongas tus piezas en galerías de prestigio internacional. ¿Te planteas alguna diferencia estilística entre la escena urbana y el mundo institucional? Los murales que hago en la calle siempre están mucho más planificados que las obras que realizo en la intimidad del estudio, porque éstas siempre resultan más naturales y espontáneas. Cuando trabajo en el exterior, debo invertir mucho tiempo analizando las paredes, además de planificar
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diversas visitas al lugar y pensar sobre cómo esa creación se relacionará con el entorno. Aunque debo reconocer que en el estudio intento preparar todo lo que puedo para avanzar trabajo y reducir el tiempo que estaré pintando en el exterior. Una vez la obra está completa en una pared o galería, me gusta dejar que viva su propia existencia y si al final tiene algún mensaje, eso sólo depende de las personas que la vean. Ahora que lo comentas, tus murales cobran pleno significado cuando la gente interactúa y se fotografía junto a ellos en posiciones divertidas para después compartir esas imágenes en sus redes sociales. ¿Crees que el poder de Internet ha marcado de algún modo tu visión artística? Es una afirmación medio cierta y medio errónea. No tengo la sensación de que Internet o las redes sociales hayan cambiado mi proceso artístico, aunque tienes razón en que es algo que hoy afecta plenamente a la distribución y al alcance de un tipo de obras de arte que normalmente no tienen una vida demasiado larga porque están en la intemperie. De algún modo, aportan una
mis trabajos se fusionen con el entorno y se conviertan en una parte orgánica del paisaje. Pero para que esto suceda se necesita que sea algo interactivo y muy accesible para el público. A veces me inspiro en la arquitectura o en la atmósfera que desprende el lugar y entonces paso muchas horas allí sentado, pensando en qué tipo de interacción funcionaría mejor. Normalmente trabajo a partir de retratos, por este motivo siempre me verás andar por la calle con mi cámara a cuestas, haciendo fotos de todo lo que veo. Después intento trasladar esas experiencias a mis obras y murales. Además de tu obra callejera, cada vez es más habitual que expongas tus piezas en galerías de prestigio internacional. ¿Te planteas alguna diferencia estilística entre la escena urbana y el mundo institucional? Los murales que hago en la calle siempre están mucho más planificados que las obras que realizo en la intimidad del estudio, porque éstas siempre resultan más naturales y espontáneas. Cuando trabajo en el exterior, debo invertir mucho tiempo analizando las paredes, además de planificar
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para que me acompañara en mis horas de trabajo, ahora mismo sería Saul Williams. No puedo dejar de escuchar su canción Twice the first time. ¿Qué puedes contarnos sobre el proyecto social que has realizado junto a varios internos en el Kaunas Young Offender’s Institution de Lituania? ¿Sería acertado afirmar que el arte todavía contribuye a mejorar el mundo que nos rodea? Fue un proyecto muy gratificante que tuvo lugar en un ambiente muy distinto del que estoy acostumbrado por mi trabajo. Pasamos mucho tiempo hablando con los internos y los responsables del centro nos animaron para que los involucráramos al máximo en nuestros procesos artísticos. Ten en cuenta que no estábamos colaborando con alumnos de una escuela de arte, sino con chicos con actitudes antisociales, chavales que son muy impresionables por la edad que tienen, y realmente fue genial formar parte de una iniciativa que busca cambiar las cosas. Actualmente seguimos en contacto con el centro y ya estamos planeando actividades para el futuro. Por lo que se refiere a mejorar
vida social a los trabajos, haciendo que viajen alrededor del mundo, que lleguen a mucha gente y despierten curiosidad a las personas que nunca habrían tenido la oportunidad de apreciarlos en directo. En el fondo se trata de lo que la gente saca de todo este proceso de compartirlo, sin embargo, nunca había pensado en esto como algo que me afecte personalmente. Cambiando de tema, ¿has pensado alguna vez en experimentar con otros formatos creativos como el cómic, la animación, los carteles o incluso las portadas de discos? Por supuesto, experimentar es algo que me interesa e intento hacerlo cuando surge la oportunidad. Como ya he comentado, me licencié en Bellas Artes y a lo largo de mi carrera he podido trabajar con diversos formatos. Me gusta mucho la fotografía y también me siento muy atraído por las performances, por este motivo intento que ambos campos se mezclen en mis obras y se complementen mutuamente. También he rodado vídeos para grupos porque la música es una de mis grandes pasiones. Si tuviera que elegir una banda sonora
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para que me acompañara en mis horas de trabajo, ahora mismo sería Saul Williams. No puedo dejar de escuchar su canción Twice the first time. ¿Qué puedes contarnos sobre el proyecto social que has realizado junto a varios internos en el Kaunas Young Offender’s Institution de Lituania? ¿Sería acertado afirmar que el arte todavía contribuye a mejorar el mundo que nos rodea? Fue un proyecto muy gratificante que tuvo lugar en un ambiente muy distinto del que estoy acostumbrado por mi trabajo. Pasamos mucho tiempo hablando con los internos y los responsables del centro nos animaron para que los involucráramos al máximo en nuestros procesos artísticos. Ten en cuenta que no estábamos colaborando con alumnos de una escuela de arte, sino con chicos con actitudes antisociales, chavales que son muy impresionables por la edad que tienen, y realmente fue genial formar parte de una iniciativa que busca cambiar las cosas. Actualmente seguimos en contacto con el centro y ya estamos planeando actividades para el futuro. Por lo que se refiere a mejorar
vida social a los trabajos, haciendo que viajen alrededor del mundo, que lleguen a mucha gente y despierten curiosidad a las personas que nunca habrían tenido la oportunidad de apreciarlos en directo. En el fondo se trata de lo que la gente saca de todo este proceso de compartirlo, sin embargo, nunca había pensado en esto como algo que me afecte personalmente. Cambiando de tema, ¿has pensado alguna vez en experimentar con otros formatos creativos como el cómic, la animación, los carteles o incluso las portadas de discos? Por supuesto, experimentar es algo que me interesa e intento hacerlo cuando surge la oportunidad. Como ya he comentado, me licencié en Bellas Artes y a lo largo de mi carrera he podido trabajar con diversos formatos. Me gusta mucho la fotografía y también me siento muy atraído por las performances, por este motivo intento que ambos campos se mezclen en mis obras y se complementen mutuamente. También he rodado vídeos para grupos porque la música es una de mis grandes pasiones. Si tuviera que elegir una banda sonora
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el mundo, como artista no creo que el “arte” deba tener ninguna función específica. Es algo irracional y eso es lo que lo define. Todo lo que sucede a una obra cuando un artista la da por terminada, se escapa de su control creativo. Nunca podemos saber cómo la recibirá la gente y mucho menos cómo reaccionará delante de ella. Para terminar la entrevista, ¿podrías avanzarnos qué proyectos realizarás en los próximos meses y a dónde viajarías si tuvieras una fabulosa máquina del tiempo? En estos momentos estoy haciendo de comisario en diversas exposiciones internacionales en Penang, en un espacio que se llama Hin Bus Depot. Se trata de un proyecto que hago simplemente por pasión. También estoy muy orgulloso de formar parte del equipo de Urban Nations en el Pow Pow de Hawái, un evento que siempre cuenta con una alineación asombrosa de artistas internacionales con mucho talento. Y si pudiera viajar en el tiempo… Creo que me quedaría aquí mismo porque ahora estoy muy cómodo con mi trabajo y las experiencias que vivo. ß
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