EL TINTERO DE ORO MAGAZINE Nº 2

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MAGAZINE DE FICCIÓN

OCTUBRE 2019

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LA PRIMERA ANTOLOGÍA DE


Créditos El Tintero de oro Magazine nº 2 Octubre 2019

Microrrelatos: Isabel Caballero Mirna Gennaro Beba Pihen Francisco Moroz Estrella Amaranto Emerencia Alabarce Irene F. Garza Mª Carmen Píriz Yessy Kan Mirella S. Bruno Aguilar Carmen Ferro Alma Gatuna Pepe de la Torre Puri Otero Marta Navarro

I. Harolina Payano Rosa Berros Araceli Rodríguez David Rubio L. Javier Rodríguez-Morán David Serrano Mila Gómez Jimmy Díaz

Atribución de autoría: Todos los relatos incluidos son propiedad de sus respectivos autores Diseño y maquetación: David Rubio Contacto: eltinterodeoro@hotmail.com


índice 7

Dichoso quien lo posea

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Un cuento corto algo mágico Isabel Caballero

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El traje de luces Emerencia Joseme

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Píldoras de genio azul Bruno Aguilar

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¡Tachaaan! Francisco Moroz

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La anjana mágica Mª Carmen Píriz

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Un gato sin cascabel Beba Pihen

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La costura irrompible Mirna Gennaro

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La voz del violín Mirella S.

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Dos toques mágicos Francisco Moroz

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El peluche mágico Yessy Kan


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Legado maldito Irene F. Garza

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Valor heredado Carmen Ferro

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Abracadabra Marta Navarro

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Lecciones de vida I. Harolina Payano

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Una vida mágica Rosa Berros

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La búsqueda Javier Rodríguez-Morán

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Abandonando Mila Gómez

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Dígame David Rubio

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Las gafas mágicas Estrella Amaranto

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Aún creo en la magia Alma Gatuna

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El séptimo objeto Pepe de la Torre

77

Las gafas de la abuela Puri Otero

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La abuela antisocial Araceli Rodríguez

93 101

Cuidado con lo que deseas David Serrano El casco de los últimos recuerdos Morgan Vicconius Zariah

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¿CONOCES Un espacio para compartir tu pasión por los blogs de relatos. Puedes usarlo como quieras: leyendo, comentando o participando en las distintas secciones:

tos a l e r rso de u c n o C al mensu mbre e i c i d e d A partir r en el a p i c i t r a podrás p os que t a l e r e od concurs on 16 c a t n e u ya c s. edicione latos

e Re d r e ómo c Tall e c n onve c e t tus e d ¿No o lgun a ó en d a p i que c i Part ? s o t que a r rela a p ión c c e os s m a d esta o os p d o t e entr arlo. r o j e m

¿Qué te cuentas ? ¿Quieres hablarn os de tu libro? ¿de tu b log? ¿una res eña? ¿un artículo de Narra tiva? Esta es t u secció n.

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DICHOSO QUIEN LO POSEA

¿Y SI…? Esa es la semilla de cualquier buena historia. Podemos leer manuales de narrativa, seguir los consejos de los escritores, motivarnos en cualquier grupo literario o hasta prepararnos el perfecto santuario de escritura. Siendo recomendable todo ello, en el fondo no deja de ser algo secundario. Para crear una historia, solo necesitamos que nuestra imaginación transforme en letras los puntos de suspensivos, ¿y si…? Una manera perfecta de hacerlo es creando un objeto mágico. Con ello no solo soltamos las riendas de la fantasía para ofrecer al lector ese mundo atrapante que anhela en la lectura, también podemos servirnos de ellos para construir metáforas sobre la vida. El ser humano es una criatura que evoluciona gracias

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a sus grandes limitaciones. No podemos volar como los pájaros, ni nadar como los delfines, necesitamos de unas condiciones muy extrictas para vivir y, sobre todo, tenemos más curiosidad e imaginación de lo que se nos ofrece al alcance de la mano. Soñar con esos objetos es reflexionar sobre nuestra condición, ¿qué pasaría si tuviéramos una lámpara como Aladino?, ¿qué haríamos si tuviéramos una capa de la invisibilidad?, ¿cambiaría algo si dispusiéramos de una máquina del tiempo? Magia e imaginar, a pesar de compartir casi todas las letras, son palabras con un origen semántico distinto. La primera proviene del mago griego y significa el que tiene poder; imaginar, del latín, significa formar figuras mentales. Escribir puede ser la fusión de ambas. Es el poder mágico de imaginar historias. En las siguientes páginas os ofrecemos una verdadera «objetomagicoteca» que seguro os hará pasar un rato entretenido. ¿Y si tuvieras unos cordones que te infundieran valor? ¿O una vasija de los deseos? Tal vez un traje de luces que curara tus emociones o unas gafas mágicas, una muñeca, violín, una campana que... Mejor lo descubrís por vosotros mismos, ¿verdad? David Rubio

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DESCUBRE QUÉ SE ESCONDE EN ESTA CHISTERA Microrrelatos participantes en el reto EL OBJETO MÁGICO


EL OBJETO MÁGICO Doraemon, el gato cósmico, es un personaje que nació en los manga japoneses. Venido del futuro, destacan en su apariencia la falta de orejas, su pelaje azul y su gran cabeza. Pero lo más interesante se esconde en el bolsillo de su panza. De él saca un montón de objetos mágicos con aplicaciones prácticas muy interesantes que todos, en algún momento, querríamos usar para cumplir con nuestras obligaciones, para satisfacer nuestra curiosidad o para conseguir nuestros objetivos. La Literatura está repleta de objetos mágicos, aunque en las historias que cuentan con uno, raramente el protagonista consigue lo que desea mediante ese objeto y solo su esfuerzo será el que lo lleve a su objetivo. En otras ocasiones, son una metáfora para contar una historia de fondo… El reto consistía en crear un objeto mágico en un microrrelato de 450 palabras como máximo. Os invito a disfrutar del resultado.


beba pihen

BLOG AHORA YO DIGO

UN GATO SIN CASCABEL ¡AHORA MISMO sacás las manos del bolsillo y te ponés a replantarlos! Ya te conozco bastante, para creerme esta nueva patraña. ¿Que el gato ha volcado mi maceta de tulipanes (tan luego esos, con lo caros que son)? ¿Que a vos te encantan los tulipanes como todo lo que me gusta a mí? Y, a ver: ¿Cómo haría el gatito, con sus cuatro kilos de pelos, para mover siquiera el macetón? ¿O será que adoptamos un gato preembrujado? ¿Tal vez lo enganchara con uno de los precintos que usa para jugar? No; no me pongas esa cara de Mago de Oz. ¡Como que te veo haciendo pie en la maceta pa-

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ra saltar a la vereda, como un gato barato! Me pregunto si será el gato o el cascabel que le sacaste del cogote. Él parece castrado, tan sereno, pulcro y mimoso. Miralo como pasa calladito detrás de mí ¡Y vos, alborotado como un pibe! ¡A los sesenta! ¡Yo que pedía un milagro para que te «desalmidonaras» de tanta formalidad! ¡Me aburría un montón! Y no es que me faltaran ganas de saltar la maceta, pero no hubiera sido honesto. ¡Y ahora me exaspera que se ensucie el piso, que se rompan las plantas, que salgás solo! Te hago un trato. te perdono los tulipanes si me prestás el cascabel. ¿Cómo que «ni loco»? ¡Te denuncio! ¡La ley me ampara! ¿Y esa cara endemoniada? ¿Y esos gestos de tigre en celo? No pienso volverme hasta que no hayas vuelto las plantas a su lugar. ¡Basta de pases mágicos en los bolsillos! ¡Basta de tintineos! ¡Me asustás! ¡Esta sombra que tengo atrás parece un gatazo! ¡Esta pata peluda, en el hombro…! ¡Y estas garras…! ¡Ayyyy! ¡Fede! ¡Socorro! ¡Devolvele el cascabel al gatito!

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Relatos con voz propia

ahora yo digo Beba Pihen

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SUS RELATOS TE ENLOQUECERÁN

ISABEL CABALLERO

ALZAPALABRA.BLOGSPOT.COM


ISABEL CABALLERO BLOG TARA

UN CUENTO CORTO ALGO MÁGICO

AQUEL DÍA empezó mal. Me caí de la bici y, para que mi madre no me regañara por romperme el vestido, fui cojeando apoyada en el hombro de mi amiga hasta su casa. Valentina pensó que, al ser su padre veterinario, entendería de piernas, aun-que fuera la de una niña humana. —Cariño, hay que coserte un par de puntos. —¿Eso duele? —pregunté asustada. —Apenas los sentirás. ¿Sabes?, te voy a regalar un talismán. Una rosa del desierto. —¿Qué es un talismán? —Un amuleto, tiene poderes. Si lo sujetas con las dos manos mientras te curo no te dolerá nada o casi nada.

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—¡Ay... pincha! —Y tanto que pincha, puede cortar hasta las ruedas de los neumáticos de los todoterreno cuando viajan por el desierto y, a la misma vez, es blanda. —¿Cómo puede ser una cosa dura y blanda al mismo tiempo? —Ya ves, ahí radica la magia de las cosas mágicas. —¿De qué está hecha? —De yeso, agua y arena..., y de años. No entendí muy bien lo que intentaba explicarme el padre de Valentina. Para disimular que no lo sabía asentí con la cabeza varias veces mientras miraba una estantería llena de piedras de colores. Todas tenían un pequeño letrero con su nombre. La de color verde se llamaba cuarzo; había otro cuarzo rosa; la pirita era muy brillante con chispas plateadas; la turmalina, negra; la amatista, violeta... —Si prefieres alguna otra puedes elegir la que quieras. De todas ellas, la que más me gustaba es la que tenía entre las manos. No brillaba en la oscuridad, ni se encendía por dentro cuando le daba la luz. Había que sostenerla con cuidado por si cortaba, pero, sin duda, la rosa del desierto era la más bonita de todas.

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—Por ser tan valiente te pondré unos polvos mágicos en la herida, ¿vale? Aunque intenté concentrarme en mi rosa, por el rabillo del ojo vi como el padre de Valentina preparaba el yodo, unas gasas, e hilvanaba con un hilo negro una aguja algo curvada más grande que las de coser. Después me echó un espray en la brecha de la rodilla. —¿Y ese fuchi fuchi para qué es?, ¿eh? —Tiene un nombre muy bonito. Se llama Cloretilo de Vitulia, si lo deletreas tres veces seguidas mientras miras la rosa, seguro, ¡segurísimo!, que no te dolerá ni una pizca. —Clo-re... ¡ay!, se me olvidó lo demás. —... tilo de Vitulia. —Clo-re-ti-lo-de-vi- tu-lia-clo-re-ti-lio-de-vitu-lia-clo-re... —Eso es. Bueno, pues ya está. —¿En serio?, pues no me ha dolido nada. —Ya te lo dije, niña desconfiada, ¿ves cómo existe la magia. —¡Hum...!

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ISLA DE

LOS VIENTOS DE MIRNA GENNARO

Desearás Perderte En ella ISLADELOSVIENTOS.WORDPRESS.COM


mirna gennaro BLOG LA ISLA DE LOS VIENTOS

LA COSTURA IRROMPIBLE LIDIA TENÍA una máquina de coser. Se la había regalado su abuela, diciéndole: ─Todo lo que unas con esa máquina, se volverá irrompible. Imaginen la cantidad de ideas que tuvo Lidia. Desde chica comenzó a coser las más variadas cosas: vestidos, muñecos, medias, bolsos, bufandas. Todos se volvían irrompibles. Un día, su hermano Felipe le pidió que le cosiera una pelota de trapo para su amigo Matías, que no tenía plata para comprar una de cuero. Lidia lo hizo con tal arte que la pelota quedó preciosa. Pero, ese día, Lidia cometió un error: cosió a la pelota un pedacito de su delantal. Y como se

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imaginarán, la costura fue imposible de descoser. Lo peor fueron las consecuencias que tuvo ese error: Lidia comenzó a sentir un amor inmenso por Matías. Sin embargo, él nunca se enteró, porque se fue a vivir a otra ciudad con su familia. Pasaron algunos años. Entristecida por ese amor perdido, Lidia quiso deshacerse de la máquina y la arrinconó en el desván. Al notarlo, la abuela dijo: ─Toma esta tijera. Es la única que puede descoser una costura de la máquina. Ahora que sabes lo que hace, puedes decidir no usarlas más o usarlas con sabiduría. Lidia tenía dieciocho años para ese entonces. Miró la tijera y pensó en ese sentimiento que aún conservaba. Y se dijo que lo pensaría muy bien, antes de hacer algo. Unos días después, su hermano Felipe llegó a la casa con Matías, a quien había encontrado en un partido de fútbol. Matías se había convertido en futbolista porque esa pelota de trapo le había despertado una pasión inmensa que lo hizo jugar como nunca en su vida.

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Al ver a Lidia, Matías sintió que esa mujer era muy especial y se lo dijo. Lidia tomó, entonces, una decisión. Le pidió a Matías que le trajera la pelota de trapo con la excusa de que quería arreglarla ya que, después de tanto tiempo, dijo, necesitaría algunos puntos y parches. Matías volvió a la semana siguiente con la pelota. Ella la llevó a su cuarto y le descosió el pedacito de delantal que aún permanecía adherido. Inmediatamente, Lidia sintió un cambio en su interior. Se sintió liberada, tranquila, sin preocupaciones. Le entregó a Matías la pelota arreglada y él se fue contento, ya que sentía un profundo cariño por ese objeto. Dicen en el barrio que, pasados unos meses, Matías volvió a ver a Lidia y se enamoraron. La abuela le dijo a Lidia: ─Has comprendido algo muy importante. No podemos atar mágicamente a alguien a nosotros. Ya es hora de que le regale la máquina a tu prima.

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S O T O F Y E J A E VI M E S O J A I C N E R EME

VIAJES RELATOS FOTOGRAFÍA

¿PUEDES PEDIR MÁS? VIAJEYFOTOS.BLOGSPOT.COM


EMERENCIA JOSEME BLOG VIAJE Y FOTOS

EL TRAJE DE LUCES RAS, RAS. Se acabó el traje. ¡Mira cómo me veo, hinchada hasta el estribo! Sensores intuitivos, ¡¡al carajo!! Y encima los fantasmas se niegan a abandonar totalmente mis vísceras. Mil euros a la mierda. No sé cómo me dejé convencer en aquel dichoso simposio. «Conseguirás volar, planear como una grulla, es un traje mágico, lo cura todo», pero ¡si yo solo pretendía echarlos! Fuera de mis intestinos, hígado, estómago, páncreas, pulmones… ¡Ah!, y por no hablar de mi corazón, este sí que se queja últimamente. Estos fantasmas recorren mi cuerpo como un edificio de oficinas vacías. No hay forma de pillarlos.

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Me dijeron que con este traje de luces ya no tendrían escapatoria. Todos estos okupas de mi cuerpo se irían, saldrían como globos sondas por el ano, en una ventosidad, y si no por la boca, disfrazados de eructo. El caso es que al principio sí respondía bien el invento. Me vestía el traje, cremallera cerrada, y listo; esperaba unos segundos y se iban encendiendo las lucecillas en los lugares vulnerables donde los fantasmas, mis emociones, se habían ido instalando e intentaban derrotar a mis órganos. En ese momento debía de relajarme y la computadora descifraría lo que me había sucedido; vamos, descifraba cuáles eran, causas y razones para recibir semejante ataque. Después venía la orden. Por lo general, debía de ir yo apagando las luces, primero bajarle intensidad y luego terminar por oscurecerlas. De todo esto se encargaba mi mente, ella sí que controlaba bien la situación, el resto de mi cuerpo, ni flautas, estaba entretenido con mis tics nerviosos. Así comencé con el control de la soledad; después, con la tristeza; luego vino la depresión; y ahora estaba controlando la rabia, pero ¡dos meses sin ver lo que le pasaba a mi piel! No me extraña, claro, con semejante artilugio tapándola... Tal vez haya abusado un poco. Ya me imaginaba que acostarse con él no era buena idea.

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Acabo de reclamar a la empresa fabricadora del traje y me dicen que es mi culpa, ¡mí-cul-pa! Pero ¡cómo no me di cuenta antes de que el traje estuviera hecho de bubelle! Esta poliamida me produce urticaria, yo soy muy sensible a determinados tejidos… eh, eh, espera. ¿Y si fueran los fantasmas los que se han trasladado ahora aquí, a mi piel? Un viaje a la periferia, hartos de las profundidades… Si es así, ¿dónde está el martillo?

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MIRELLA S

VOLARĂ S CON SUS LETRAS palabrascomopajaros.blogspot.com


MIRELLA S.

BLOG PALABRAS COMO PÁJAROS

LA VOZ DEL VIOLÍN ESTÁ INQUIETA, duerme de un modo entrecortado y cuando abre los ojos cree ingresar en una realidad de sueños. La figura alta, con la delgadez de un álamo, aparece en medio de brumas. Ámbar no discierne si es un recuerdo o una alucinación. Dejó de verlo cuando era niña, hace ya demasiado tiempo. Él, su padre, un día tomó el violín y caminó en busca de la música, su único amor. Esa fue la historia que le contó la madre: las frases caían de sus labios filosos cargadas de rencor. Comenzaron a odiarlo juntas. La mujer amarga, que enroscada en su resentimiento se ocupó de criarla con desgano, ya

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ha muerto. Ámbar vive sola en la casa seca y vacía, como lo fueron sus moradoras. No le encuentra sentido pensar en él después de tantos años, tampoco comprende la tenacidad del desasosiego. De pronto escucha una vibración abrupta, como si proviniera del cielorraso. Es recurrente, se asemeja a un llamado. Persigue la ruta del sonido que la conduce al ático. Abre la puerta, el olor a moho y a encierro la golpea como una cachetada. El sonido se ha hecho música exquisita, llena de variaciones. Es el de un violín. Camina hasta un estuche polvoriento. Allí está, el arco se mueve sobre las cuerdas. La música le habla, el violín le cuenta una historia, otra historia: la de su padre. Intuye que ha muerto recientemente, cuando empezó el insomnio, la perturbación. El violín es la voz del padre. Cada nota ejecutada por el instrumento es una palabra que se enlaza con otra y le dice que él nunca la olvidó. Había partido no por amor a la música, sino por amor a una mujer. El violín quedó en el altillo, custodiado por el rencor de su esposa, que no le permitió llevárselo ni ver más a Ámbar. El arco frota las cuerdas y exhala un trémolo, como el de un sollozo. Luego se eleva, pausado,

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en agudos que tienden una línea certera en el aire, un puente para unirla al hombre alto. Un puente compasivo que pide y da perdón, una absolución final donde cada uno ocupa el lugar que le corresponde. La música se enreda en los desperdicios que yacen en el cuarto, bajo capas de cenizas de años mal vividos. Ámbar cruza las manos sobre el pecho, el corazón palpita, suave, dócil. Percibe que el odio se desvanece. El violín no se detiene, hay algo más que quiere decirle, es sobre su madre. Las notas construyen otro puente, otro perdón, para que Ámbar sea, por fin, libre.

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B R U N O

A G U I L A R

VIAJA A LAS

ESTRELLAS mensajedearecibo-relatos.blogspot.com


BRUNO AGUILAR

BLOG MENSAJE DE ARECIBO

PILDORAS DE GENIO AZUL ¡POM, POM, POM! –¡Nahna, Bruja del Páramo. ¡Abra en el nombre del rey! –Ya va. Ya vaaa… ¡Qué prisas! »¡Hola, Grillo! ¿Cómo tú por aquí? –Shhhh… No me llames Grillo delante de mis hombres. Vengo como representante de Su Majestad, no como hijo de tu hijo. –Perdone usted, Regio, Cazador de linces. –Tampoco te pases. –Perdonaaa… Dime qué te trae a mi humilde páramo. –¿Esta receta es tuya? –Un momento que me ponga los lentes...

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–¿Qué nueva magia es esa? –No es magia, tontorrón, es optometría. Veamos… «Una cola de genio azul, secada a la luz de la luna llena en la época de celo de la esfinge. Tomar la píldora resultante antes del acto procreador.» –¿Genio azul? –Un pitufo. –Ahhh… ¡Bueno! ¿Es suya? –Así es. –Entonces tienes un problema. –¿Por? –El remedio, en vez de solventar ciertos problemillas del Cabeza del reino en su noche de bodas con Felipa, Bella sobre el arcoíris, digamos que ha dejado su virilidad a la altura de la grasa para lustrar botas. –¡Imposible! Llévame inmediatamente ante Sam, Iveme por esto otro, mayordomo personal del rey. –A estas horas estará en la taberna de Eldelbar. –Pues vayamos al Grifo de cerveza.

–Dime Sam. ¿Encargaste la píldora de genio azul donde Solrak, Hijo de Carnicero, como te dije? –No, señora.

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–¿Y eso? –Su Majestad pensó que era un carero, así que me envió ante Gúguel, El que todo lo sabe y si no se lo inventa. –¿¡Gúguel!? ¿Me estás diciendo que ese charlatán ha hecho negocios a costa de mi trabajo? –Pues... ¿Sí? Me vendió el mismo remedio a un precio más barato. Viene de Oriente. »Guardé una muestra por si… –Ya me imagino para qué. Déjame examinarla… ¡Esto es una verruga de trol coloreada con pasta de arándano! Gúguel no solo ha estafado a Su Majestad, El del puño cerrado, sino que ha agravado su dolencia. Mucho me temo que durante un buen tiempo no podrá cumplir con sus deberes maritales. –¿Puede ayudarle? –Habrá que cosechar la mandrágora que nazca a los pies de un ahorcado, y solo yo sé cuándo es el momento oportuno para ello. »Estos serían mis honorarios. –¡Qué escándalo! Su Majestad no pagará tal cantidad. –Entonces, querido Sam, como el rey no encierre a su flamante esposa en la torre más alta del castillo ya puede ir acuñando en las monedas de su primogénito el sobrenombre de El bastardo.

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»Porque La bella sobre el arcoíris tendrá un primogénito antes de final de año. No lo dudes. A diferencia de otros, ella paga de buen grado los remedios de Nahna. –… –¡Salud, Regio! Vente a comer este sábado. Prepararé el jabalí al Erimanto que tanto te gusta.

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francisco moroz

BLOG ABRAZO DEL LIBRO

DOS TOQUES MÁGICO MIRA TÚ por dónde la encontré metida en una caja, bien embalada con plástico de burbujas, con ese tono de verde que indica a simple vista que de bronce es su alma. Una campana al uso, de tamaño mediano, con un enganche en el badajo donde ponerle una cadena una vez que la cuelgas en la pared para hacerla sonar. Hacía tiempo que la buscaba por el trastero, entre otros objetos que habitaban la casa de mis padres. Me la entregaron como parte de un legado adelantado cuando contraje matrimonio. Y aunque estéticamente me gustaba mucho, no encontraba el lugar idóneo para colocarla ni una utilidad concreta.

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Ahora que la tengo entre mis manos mientras la abrillanto, recuerdo las palabras de mi padre cuando la adquirió: «Esta campana no es una cualquiera, tiene cierta magia sonora que convocará a la familia alrededor de la mesa cada vez que suene.» Y era cierto, cada vez que la tañíamos alguno de nosotros; instantes antes de comer o cenar. Todos dejábamos lo que en ese momento estuviéramos haciendo para sentarnos alrededor de la mesa. Era su punteado metálico, más efectivo que las voces que con anterioridad daba mi madre cuando nos decía: ¡Todos a la mesa! Aquellos tiempos en familia pasaron. A mis padres los visito de vez en vez, cada cierto tiempo, y con mi hermano —que marchó a trabajar al extranjero— apenas tengo contacto. Una llamada telefónica al mes, poco más. Y vernos, ¡Puff! Hace años que no lo hacemos. Mientras instalo la campana, pienso de nuevo en la ingenua magia que ejercía sobre nosotros y a la vez se lo explico a mi mujer y a mi pequeña de cinco años, y esta, me escucha con la inocencia de todos los niños a los que se les cuenta una historia maravillosa; con la boca abierta. Cuando termino de colocarla, me dice muy seria: —Papá, ¿me dejas hacer la magia?

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Menudo compromiso; me digo a mí mismo. Pues todavía quedan unas horas para la hora de la comida. A ver cómo salgo de esta sin decepcionar a mi niña. —Bueno, tócala a ver qué pasa. Aunque te advierto que hacer magia es muy difícil y hay que entrenarse mucho. Por lo tanto, no te pongas triste si no ocurre nada. —Vale —me contesta muy seria mientras cierra los ojos con fuerza y agarra la cadena. Suenan dos toques límpidos: ¡Talán, talán! Cuando cesa la reverberación broncínea, suena el tono del móvil de mi esposa, que mientras habla con el interlocutor pone cara de sorpresa. Se despide, cuelga y nos dice con una lágrima emocionada resbalando por su mejilla. —Tus padres nos invitan a comer en su casa. ¡Y estará tu hermano!

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ABRAZO DEL LIBRO

FRANCISCO MOROZ

¡S

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"Escribir es la manera más profunda de leer la vida."

Francisco Umbral

abrazodelibro.blogspot.com


francisco moroz BLOG ABRAZO DEL LIBRO

¡TACHAAAN! NO ACABABA de tumbarme en la cama cuando esta, poniéndose de patas como potro enloquecido, me trasladó a una cabaña desvencijada en un inhóspito bosque como de cuento de Disney. Me levanté del lecho con cierta reticencia y empujé la puerta desvencijada que se encontraba medio abierta. —Pasa, pasa, no te cortes, Pedro —me saludó alguien con voz cascada. —¿Quién es usted, y por qué me llama Pedro? —respondí. —Me conocen como Merlín, y te llamo así, porque has entrado en mi hogar como Pedro por su casa, sin llamar.

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—Perdone usted, caballero. —Perdonado quedas, pero no soy caballero, el rey Arturo nunca me nombró como tal. Solo soy un viejo encantador. —Encantado yo también de conocerle —le contesté—. ¿Es usted mago como el Tamariz? —¡Lo soy, lo soy! y como muestra de ello te voy a enseñar mi varita. —¡No, perdone! no se confunda, yo no soy de esos, puede guardarse su varita donde le quepa que yo no entiendo, ni me gustan los polvos mágicos y menos con viejos verdes y desdentados. —¡Oye, chavalín! creo que te estás equivocando de parte a parte conmigo, a la vez que faltándome el respeto. Lo único que pretendo es mostrarte un objeto extraordinario capaz de realizar grandes portentos. —¿Objeto mágico? ¿De esos capaces de transformar en ranas a los príncipes y en oro el plomo? —¡Sí! Así como de hacer mucho más, como el caldero de Taron o la espada Excalibur, la capa de invisibilidad, el giratiempos, las escobas y alfombras voladoras, las habichuelas de Jack, las botas de siete leguas o las zapatillas mágicas. Sin olvidar la lámpara de Aladino o las diversas pociones y sustancias que te hacen más alto, más guapo, más deseable, más…

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—… ¡Quite, quite! Esas, las he probado alguna vez, pero tienen efectos secundarios nada deseables. Una euforia muy limitada que no satisface. —También tengo ataúdes trasparentes que conservan cuerpos muertos en estado latente, agujas de rueca que te hacen dormir eternamente hasta que te besan en los labios, anillos y brazaletes Nibelungos, cuernos de la abundancia, santos griales y lanzas de Longinos… —¡Vale, vale! que me saturo con tanta propuesta. Y dígame, solo por curiosidad, ¿por un casual no tendrá algún objeto que consiga convocar a los gobernantes más justos y honestos? —¡Hombre! Tengo unas urnas de cristal a mitad de precio a causa de los remanentes de anteriores eventos electorales. Pero ya te advierto que no son infalibles si falta voluntad popular. —Entonces olvídelo. Lo que sí me voy a llevar si tiene, es algunos objetos que consigan hacerme sabio. —¡Hecho chavalínl! ¡Que los disfrutes! He despertado sobresaltado. Me quedé transpuesto mientras estudiaba. ¡Y cómo no!, rodeado de libros. ¡Pura magia!

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EXISTE UN LUGAR DONDE TODO ES POSIBLE

YESSY KAN

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yessy kan

BLOG MANIFEST KAN

EL PELUCHE MÁGICO IRIS ESTABA en su cama, abrazando a su perro de peluche. Leía Madame Bovary, libro que le prohibieron leer. La pequeña se quedó dormida en las primeras dos páginas, en un sueño traslúcido, atrapada entre círculos y espirales que la llevaron con su felpa al reino del castigo y la reflexión. Allí, se encontró en un lugar inhóspito, de bosques frondosos, donde apareció frente a ella, un retorcido y viejo árbol, con hojas encrespadas. Una escalera iridiscente se abrió invitándole a entrar por la base de su tronco. Asustada, pulsó el botón del collar de su felpa mágica. —Tranquila —le instó el peluche, al cobrar vida repentinamente. Subieron las escaleras hasta a

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una estancia de cristal, rodeada por miles de Pixies púrpuras. De presto, se escuchó la Hada Oscura, encargada de dar una lección a todo chico que no respetara las reglas de conducta. —¡Otra insurrecta! aquí te quedarás por desobedecer órdenes —vociferó. A Iris se le erizó la piel, al ver con horror la extensa y enredada cabellera, cargada de niños llorosos y en aflicción. —¡Sujétala! —ordenó a un negro pájaro que salió de repente con un graznido brusco. El can mostró sus colmillos demoledores. Pero el volátil ni se inmutó y la agarró por el brazo. Él rugió, levantó las patas y saltó veloz sobre el pajarraco, clavando su garras y dientes, hiriendo en segundos al infeliz emplumado. —¡Perro insolente! —le gritó el Hada con furia. La raya de su boca se convirtió en una enorme circunferencia de donde salieron miles de mechones que lo amarraron de las patas; embravecido luchó por zafarse, pero se quedó atrapado en las redes foliculares. —!Pulgoso asqueroso, serás mi esclavo! Y tú, hasta qué reflexiones te quedaras aquí —espetó. —¡Suéltala! —advirtió, mientras una diáfana fosforescencia en su nariz lo recargó de fuerzas. El perro hizo trizas los gruesos mechones y se lanzó de lleno a la cara del Hada oscura, sus

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mandíbulas se cerraron con su cuello. Rodaron sobre las losas una y otra vez, mientras ella, arrojaba un líquido negro y purpurino. Deidad y bestia se mordieron mutuamente. —!Aughh ...! —alcanzó a balbucear, ya que no pudo hacer uso de su laringe y articular palabra. El perro la soltó, y dejó escapar un poderoso rugido, sus ojos celestinos retuvieron su hechicería. De la espantosa melena alborotada, salió corriendo un sinnúmero de chiquillos asustados y llorando al sentirse libres. —¡A correr! —apremió el can. Un espantoso trueno retumbó en el aire y pareció que el cielo mismo se desplomaba. Niños y perro corrieron como saetas hasta encontrar la entrada del alma crepuscular de sus cuerpos. A la mañana siguiente, apesadumbrada, Iris le entregó el libro a la madre y le prometió jamás agarrar algo de donde estuviese prohibido tocar.

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M ª CARMEN PÍRIZ

LOSMUN DOSDE CARMEN mariacarmenpiriz.blogspot.com


mª carmen píriz

BLOG ALGUIEN CON QUIEN HABLAR

LA ANJANA MÁGICA Anjana de los luceros Dame un coralín rojuco Que me cure mis desvelos ¿Dónde está la buena Anjana? La de los tiempos dorados Que danzaba la mañana Con las flores de los prados. Estoy sumida en los sueños De la eterna poesía… En los corazones buenos Resucitará algún día. AQUELLA NOCHE llegamos a Puente Viesgo un poco tarde y hacía frío. En la entrada del pueblo le preguntamos a un hombre que encon-

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encontramos en el camino: —¡Buenas noches! ¿Nos podría indicar dónde está la posada la Anjana? aquel buen hombre nos indicó el camino por donde la podíamos encontrarla. —Bajen por esa carretera y siga el cauce del río, a la izquierda veréis un caserón, aquel edificio es la posada —nos dijo. Seguimos adelante y cierto, allí estaba la posada. Era un caserón grande, con aspecto misterioso y nos gustó en cuanto la vimos. Mientras que José fue a hacer validar la reserva, yo me quedé en la entrada sentada en un banquito de madera al lado de una maceta adornada con luces de Navidad. Vi en la maceta, entre los adornos y luces, un ser extraño muy pequeño, que se movía, me indicaba con su pequeña manita que me acercara. Pude comprobar que tenía la tez muy blanca y una melena rubia con rizos. Me indicaba que la cogiera. Acerqué mi mano al tiesto y se encaramó en la palma de mi mano. Me la acerqué a mi pecho y con una diminuta voz me decía: —Llévame contigo dentro, escóndeme en el bolsillo que no me vea la dueña. —¡Pero…! ¿Cómo quieres que te lleve sin su permiso?

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—¡Por favor...!, es que si me quedo aquí podría morir de frío. Además, haré que esta noche tengas una noche mágica de descanso y amor placentero. Pensando en el frío que hacía y que podía morir esa criatura, no dudé en esconderla en el mi bolsillo del abrigo. No sé lo que nos pasó cuando cruzamos el umbral de la puerta de la habitación, pero algo maravilloso sucedió. Descansamos de maravilla y en la habitación un halo mágico hizo nos amáramos y disfrutáramos de una noche especial.

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. F E N E A R I ARZ G IMAGIN A LEE SUEÑA

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irene f. garza

BLOG LA QUIMERA

LEGADO MALDITO NACÍ EN el seno de una familia excéntrica y compleja, así que cuando pude, me largué. No penséis que soy egoísta o que sienta vergüenza de mi procedencia, pero cuando uno crece rodeado de amuletos, rezos y rituales, por más que se intente, la mente racional impide sobrellevarlo, la única posibilidad era irme. Y así lo hice. Desaparecí, me alejé de todas ellas; ah, es verdad, que no lo sabéis, vivía rodeado de tías y hermanas, pero la que movía los hilos era la abuela María. Esa mujer no era muy dada a la palabra, aunque claro, tampoco lo necesitaba, en las pocas ocasiones que abría la boca sus órdenes se cumplían a rajatabla y esos ojos, ¡qué

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mirada; os juro que te ponía los pelos de punta. Era como si supiera todo lo que anidaba en tu alma. Tus secretos más oscuros se descubrían ante ella, y bueno, la mente es cosa privada. A parte había algo en su trato que denotaba la cero estima que me tenía, era como si supiera algo que el resto de los mortales desconocía y al mismo tiempo le desagradara saberlo. Otro apunte insólito es que en la familia no hay hombres. Ninguno, solo yo. Extraño, ya que todas han tenido descendencia. En una ocasión se lo pregunté a mi madre, todavía sigue presente el pisotón que me dio, un misterio que hacía que mi poca hombría temblara de miedo. A partir de mi huida, perdón, quise decir marcha; proyecté cada paso minuciosamente, cambié mi nombre y busqué un lugar en el que pudiera mantener un perfil bajo, no es que pensara que vendrían a buscarme, pero así me sentía más seguro. De ahí el ataque de pánico que tuve hace nueve días.

Juan, la abuela ha muerto. Tu herencia. Con amor, Mamá. Una muñeca, una horripilante muñeca con los mismos ojos que esa maldita mujer. La tiré a la basura, lo que no esperaba era que al despertar-

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me la encontraría al otro lado del colchón. Quizás poseo un sonambulismo tardío o me he vuelto loco, pero tengo aprensión al pensar que pueda dirigirse hacia mí a pasitos chiquitos. Para no arriesgarme me he dado por vencido, la llevo conmigo a todos sitios y le hablo. Fijaos que hasta le estoy cogiendo aprecio. Eso sí, últimamente he notado algunos cambios. Por ejemplo, le expliqué a Mery; disculpad, no os lo he dicho, la llamo así en honor a la abuela, pues eso, que hace dos días le comenté que hay un compañero que está haciéndome la puñeta y desde entonces nadie sabe nada de él. Por lo demás, todo bien, hasta estoy empezando a creer que podría reconciliarme con la familia.

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ESTRELLA AMARANTO

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LAS GAFAS MÁGICAS EN CIERTA ocasión, estando don Evaristo Midas sentado en su escritorio, haciendo figuras de papiroflexia para combatir su aburrimiento, le interrumpió su hábil y coqueta secretaria, con la comedida intención de recordarle, que había un desconocido cliente esperándole, a lo que él le aconsejó, que le hiciera pasar a su despacho. —Me llamo Armando Guerra, encantado de conocerle, don Evaristo —le saludó dándole un cordial apretón de manos y mostrándole en todo momento su mejor sonrisa, añadiendo a continuación —estoy aquí para entregarle este paquete, que a su vez, alguien de su entorno me lo ha dado, con el fin de que se lo haga llegar a usted.

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—¿Puedo preguntarle la identidad de esa persona que le ha dado el paquete? —No estoy autorizado para decírselo. Únicamente me ha pedido que no lo abra hasta que yo me haya ido. —¿Y si le entrego una importante suma de dinero, me lo dirá? —No, no admito sobornos de ningún tipo. ¡Hasta la vista, un placer haberle conocido! — dando un resoplido, Armando se incorporó y desapareció por la puerta. Entonces, don Evaristo le indicó telefónicamente a su secretaria, que de momento, no estaba disponible para nuevas visitas, hasta que se lo indicara. Luego cogió el cortaplumas, rasgando la parte de la cinta adhesiva que lo recubría, y lo abrió, mirando con curiosidad en su interior. Allí había unas gafas y un sobre cerrado. Se trataba de un dibujo garabateado por su hijo y que su profesora lo había introducido en aquel sobre. En el reverso pudo leer una frase: «Con estas gafas podrá ver como perdió el tiempo, la salud y el amor de los suyos por el dinero. Ahora puede recuperar esos dones aunque tenga que perder todo su dinero». De forma espontánea, comenzó a visualizar una vertiginosa sucesión de imágenes, comparables a flashes atrapados en su memoria, que

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poco a poco se liberaban para mostrarle instantes de su pasado: la boda con Zaira, el nacimiento de sus tres hijos, su nombramiento como asesor comercial, el trágico accidente, el funeral de todos sus seres queridos, su ascenso a director general de la empresa... No tuvo que pensárselo dos veces, tomó las gafas y con ellas puestas desapareció su despacho, su escritorio, su secretaria... En cambio, ahora estaba en una humilde chabola junto a sus tres hijos y su mujer, haciendo canastillos de mimbre, con la sonrisa dibujada en los labios y al más pequeño subido a sus hombros. —¿Papá, por qué nos miras así? —¿Cómo, hijo mío? —¡Cómo si no existiéramos!

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NO DEJES PASAR EL TREN

CUENTOS EN EL ANDÉN

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carmen ferro

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VALOR HEREDADO ERA EL CUENTO de los domingos por la tarde. Mi padre nos lo contó cientos de veces; sigue siendo mi preferido. Esta es la historia que guardo en mi memoria… En un pueblo de las montañas de Galicia, vivía un niño pastor que cuidaba del rebaño de sus abuelos ayudando a su tío que, además de tuerto, era un vago de cuidado. El tío presumía de ser héroe de guerra, por perder el ojo en la batalla, pero el trabajo más duro se lo encomendaba al pequeño Antoñito, que apenas tenía diez años. Un huérfano más de esa guerra que se llevó la vida de su padre y dejó a su madre sin sustento para mantener los hijos.

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Aun así, tuvo suerte, porque sus abuelos lo llevaron a vivir con ellos a ese apartado lugar, donde no había ni escuela. No le faltaba cariño ni comida. Él a cambio les ayudaba a cuidar los animales que pastaban por los montes en la sierra. Para Toñito lo peor no era la tarea del rebaño, ni los perros. Lo peor era el terror que tenía al lobo. Cuando escuchaba sus aullidos, se le se clavaban los pies al suelo del camino, como rocas con raíces. No podía dar ni un paso. Un terror que su tío le sacudía a varazos en las piernas. Una noche la abuela se fijó en sus heridas, y le preguntó qué le había pasado. Pero él no quería contarlo, así que se escapó corriendo al granero para que no lo viesen llorar. La abuela lo siguió y lo acunó en su regazo para calmarlo. Entonces le habló del miedo al lobo, y de los palos del tío. —Pobre niño mío— le dijo la abuela—. Te voy a hacer un regalo que guardo para ti desde hace unos años. Ven conmigo. Le tomó de la mano y subieron al desván. La abuela sacó de un baúl viejo un par de botas destartaladas. —Mira, mi amor. Estas botas viejas eran de tu padre, que era muy valiente. Aún son un poco

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grandes para ti, pero sus cordones son mágicos. Se los vamos a poner a tus botas, ya verás cómo se te va el miedo. Desde aquel día Antoñito nunca más se quedó clavado al suelo. Su valor era tan fuerte que, cuando su tío levantó la vara para pegarle, se la partió en pedazos y amenazó con sacarle el ojo bueno si volvía a tocarle. Jamás dejó de usar esos cordones. Cuando creció y dejó el pastoreo por un trabajo en un país extranjero, se hizo con ellos una pulsera de cuero gastado que lo acompañó toda su vida. Nunca más tuvo miedo a nada. Ni a nadie.

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ALMA GATUNA

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AÚN CREO EN LA MAGIA EL DÍA DE San Patricio se dio bien. Llegué a casa tan borracho que me quedé dormido en el sofá con aquel enorme y horrible sombrero puesto y mi pajarita verde estrangulando mi cuello. —Buenos días, señor. ¿Desea que le sirva café en el desayuno o prefiere un zumo de naranja con ibuprofeno? El susto palió los efectos de la resaca. Al intentar incorporarme caí de bruces contra el suelo. Estaba prácticamente desnudo y atado de pies y manos. Le grité mientras que una arritmia de infarto golpeaba mis costillas. —¿Qué quiere? ¡Lléveselo todo, pero no me haga daño!

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—Como desee —dijo llevándose la bandeja con fruta y tostadas, camino de la cocina. —Oiga, no tengo dinero. Tengo un trabajo precario. ¡Se lo juro! Por favor, llévese la televisión, el ordenador... La mujer salió de la cocina con el cuchillo de trinchar y se dirigía hacia mí con el gesto impertérrito. —¡No, por favor! ¡Se lo ruego! ¡Coja mi teléfono! ¡¡Mi... mi coche, las llaves están ahí!! Y en mi cartera seguro que hay algo de dinero... ¡La tarjeta! ¡Llévese la tarjeta! ¡¡La clave es 9013!! ¡Por favor! ¡No, no lo haga, nooooo! Desperté solo, tumbado en mi cama. En la mesilla descansaba el sombrero y mi pajarita. Oí unos pasos acercarse y, aunque ya no estaba atado, tuve miedo. La puerta se entreabrió y tras ella asomó el rostro de Brenda. —Hola —susurró—, ¿te encuentras mejor? —¿Sigue aquí?, ¿te ha hecho daño? —Vamos... ¿En serio has creído que...? Es la última vez... La cosa ha ido demasiado lejos. —¿De qué estás hablando? Tragó saliva y aspiró hondo. —Tu pajarita verde no es mágica. Me enternecía que siguieras creyéndolo, pero, por el amor de Dios, Víctor, ¿cómo puedes ser tan

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ingenuo? ¡Tienes cuarenta años! Tenía que haberla hecho desaparecer, como cuando deseaste un descapotable. Confundido, cogí la pajarita y me la puse. —Pero... —¡Pero nada! Esta vez, al ponértela volviste a susurrarme al oído el deseo que acababas de pedir. Una noche de sexo desenfrenado y el desayuno servido a la mañana siguiente. ¿Lo recuerdas? Tu borrachera fue de aúpa y yo tenía que irme a trabajar, así que le pedí el favor a una compañera del gimnasio. —¡Pero si quiso acuchillarme! —¿Acuchillarte? Solo cortó las cuerdas. Te até antes de irme para aparentar una noche de lujuria. No hay magia. Siempre he sido yo, ¿entiendes? —No me digas que... entonces... Me entristecí... Se entristeció... Nada nos excitaba más... Dos horas después, extasiado y exhausto, fui hasta la cocina y allí seguía la bandeja con el desayuno. Sonreía mientras me desabrochaba la pajarita.

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MARTA NAVARRO

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R B A

A R B A D A AC

PODRÍA DECIROS que soy una caja mágica; que mi interior guarda un enigma, una rara fuerza que a nadie jamás revelé; que alguna vez encubrí un inconfesable secreto o que, en un tiempo lejano y feliz, con fervor amparé mil sueños de amor imposible: quimeras y anhelos que al fin la vida, como suele, traicionó. Podría, sí. Y tentada he estado de hacerlo, no creáis. Habría sido tan pero tan fácil... La historia era perfecta: magia, misterio, romanticismo... todo atrapado entre mis cuatro paredes de cartón, circunstancia esta que, no podéis negarlo, me otorgaba el papel estelar de la historia, el protagonismo absoluto del cuento, vaya. ¡Y cómo habría disfrutado mi ego maltre-

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cho de ese pequeño momento de gloria!, debo reconocer. ¿Qué me ha frenado, entonces?, os estaréis preguntando a estas alturas de mi extraña confesión. Os lo diré: un único, insignificante, ridículo y chiquitísimo detalle. La historia sería perfecta pero... no sería cierta. Y puede que yo un pelín fantasiosa sí sea ¡pero mentirosa no! Así que, como seguro ya habréis adivinado, sí, tan solo soy lo que aparento: un embalaje antiguo y olvidado, una humilde caja de cartón con delirios de grandeza y cierta tendencia a la autocompasión, no lo niego, que de tanto en tanto sueña otras vidas para olvidar su desdicha, su mísera y callejera existencia (os lo advertí: autocompasiva de libro, esa soy yo). Pese a todo aún no pierdo la esperanza y con paciencia aguardo mi destino: el feliz encantamiento que al fin mude mi esqueleto y por milagro lo transforme en cofre del tesoro, ¡en el abarrotado arcón de un malvado pirata con suerte! Sueño imposible, tal vez diréis. ¿Qué importa?, dejadme un instante soñar, extraviar con ingenuidad mi camino en caprichosos senderos de magia y premoniciones de cristal. Fantasía e ilusión son mis poderes. Mimad el regalo que con ellos os entrego, invocadlos siempre con entusiasmo y convicción, pues ¡qué grande sería el desconsuelo de una vida sin imposibles que burlar!


pepe de la torre

EL SÉPTIMO OBJETO UN ANCIANO y nieto viajan en un carromato. —Estoy cansado —dice el niño. —Ya queda poco, el banco de recursos está cerca. —¡Qué difícil es todo...! —exclama de nuevo. —¿Cómo? —Desplazarnos continuamente por comida. No tiene sentido... El anciano sonríe. —¿Sabes? Hace mucho tiempo la humanidad estaba compuesta por seis clanes. Cada uno poseía un objeto mágico: un ánfora de agua perpetua, un arcón repleto de comida que nunca se vaciaba, un ovillo infinito de lana, un chubesqui con carbón ilimitado, un leño productor de ta-

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tablones que no menguaba y un candil de aceite sin fin. »Cada mes los jefes realizaban un ritual e intercambiaban recursos. La vida era apacible, sin pretensiones. Pero un día, durante un ritual, apareció una lujosa caravana venida de detrás del horizonte. De ella salió un hombre y, presentándose como Fortunato, pidió entrar en los trueques; poseía un objeto que proporcionaba algo nuevo: poder. »Todos accedieron y recibieron una bolsa llena de unas partículas brillantes, nada especial, pero al advertir que al jefe del agua le había tocado una cantidad mucho menor empezaron a experimentar la sensación de poder. »El líder damnificado pensó canjear más agua, pero por lo visto era el recurso menos valioso, además, los otros podrían obrar igual. Entonces, pidió a Fortunato intercambiar objetos. Al oír aquello, los otros, alarmados, pues no querían ver el nuevo recurso en manos ajenas, reaccionaron igualmente. Sin embargo, Fortunato dijo que eso era imposible; su objeto no era algo concreto con lo que poder comerciar. Aun así, propuso darles a cambio tal cantidad de su recurso que les otorgaría un poder superior a la infinidad de los suyos. »Cinco se negaron. Uno, el del agua, cegado por

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su condición, aceptó desencadenando la aceptación del resto. »Ese día organizaron una gran fiesta para festejar la nueva fortuna que poseían. Pero al día siguiente, una vez desaparecida la euforia, advirtieron la necesidad de los otros objetos. Fueron a la caravana para recuperarlos y solo obtuvieron una oferta de intercambio que no aceptaron, lo cual enfureció a Fortunato y partió. »Regresó a la semana. Encontró unos fríos clanes, sumergidos en oscuridad y hambre, y sin otra opción que la de intercambiar un limitado recurso que pronto acabó. Después, empeñaron sus pertenencias. Finalmente vendieron su vida para trabajar como esclavos. »Los clanes se unificaron. La libertad de la humanidad quedó sometida a cambio de cualquiera de los siete recursos... —¡Un momento! —interrumpe el nieto—, ¿por qué seguir queriendo el séptimo? —¡Es el más valioso! —contesta el anciano arrojándole una bolsita tintineante—. Fácil de transportar e intercambiar. ¿No crees? El niño calla y, pensativo, mira el dinero. —Sí..., qué difícil es todo —responde lastimosamente—, pero qué fácil pudo haber sido...

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IDALIA HAROLINA PAYANO

ACÉRCATE COMPARTE FLUYE

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I. HAROLINA PAYANO

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LECCIONES DE VIDA LUIS Y JULIÁN, inseparables amigos de infancia, inquietos como cualquiera de su edad, siguieron distintos caminos, la vida los obligó a separarse. Cuando apenas empezaba la verdadera diversión, Julián se mudó a una ciudad lejana, apenas si tenían noticias del otro, pero a pesar de la distancia, encontraban la manera de hacerse sentir, de establecer algún tipo de vínculo. Si caminaban por la vereda de un río, trataban de detenerse a contemplar sus aguas y escuchar el sonido que hacen en su recorrido, algo que era costumbre hacer de niños y acordaron hacerlo para no olvidarse. Eran los años sesenta y las cartas no les hacían mucha ilusión, tardaban demasiado.

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Algo que también hacían ambos era deleitarse en sus orillas, tratando de encontrar algún vestigio de vida, o más que eso, de algo trascendental y fantástico, que cambiara sus vidas para siempre, y antes de separarse acordaron que si eso ocurría pedirían un único deseo, volver a ser niños y juntarse de nuevo. Pasaron varios años, eran ya unos jóvenes enamoradizos y apuestos... Un día, Luis recibió una carta de Julián en la que contaba que a orillas de un río encontró algo muy extraño, parecía una vasija imperial con bordes de oro y sellada en su interior, la divisó aguas abajo en un río poco caudaloso y enseguida se tiró a buscarla, tenía una breve inscripción: «Pide un deseo y se te concederá». En la carta le pedía autorización a Luis para pedir el deseo que habían acordado, no se atrevía a hacerlo sin su permiso, pues si le había ido bien la vida, de seguro no querría regresar a la niñez. Le contaba que a él la dicha no le sonreía para nada... Para su sorpresa la carta llegó rápido y la respuesta de Luis no se hizo esperar, explicándole que había sido muy infeliz todos esos años, pues la chica que amaba ni lo miraba y se casaría muy pronto con otro. Así que le daba permiso de pedir el deseo, y añadirle que no se separarían jamás.


Mediante cartas fijaron día y hora... Desde luego ambos desaparecerían de sus respectivas familias, algo con lo que no contaban, y vivirían por siempre en su lugar natal, entre la maleza del rio, sus aguas y su alegre cantar. El artefacto desapareció al cumplirse el deseo. Pasaron tres años y se cansaron de ser niños, ya no les gustaban las cosas de antes, y no tenían forma de revertirlo. Un día el objeto volvió a aparecer a orillas del río, esta vez la inscripción era diferente, decía: «Acepta los cambios, no te castigues». Sonrieron, se abrazaron y retornaron a sus vidas con la lección aprendida...

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Dulcinea del Atlรกntico P U R I

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puri otero

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LAS GAFAS DE LA ABUELA ELLA ERA así: coqueta y parlanchina. El paso del tiempo le había dejado en la cara, de forma inexorable, bien marcada su huella que trataba de ocultar con una capa de polvos color arena. Él era serio y poco hablador, lo que le hacía a los ojos de ella adorable. Era una pareja poco convencional, llevaban juntos muchos años y a pesar de todos los sinsabores que sufrieron, su amor nunca se resquebrajó. Una mañana al levantarse ella buscó sus gafas encima de la mesita de noche y no las encontró, acto seguido pregunta: —¿Amor, viste mis gafas? —Creo que están en la mesa de la cocina. —¿Y cómo fueron a parar ahí?

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—Tú sabrás, son tus gafas, las mías las tengo puestas. —Me las puedes acercar, que sabes que sin ellas no veo nada. Se escucha tirar de la cisterna y al rato unos pasos lentos se acercan. —Aquí las tienes, amor. —Estás no son mías. —Pues mías tampoco, y en esta casa no hay nadie más. —Vale, me las pondré. ¿Me quedan bien? —Sí, perfectas, te favorecen. —Y, joven, ¿tú quién eres? Te veo muy bien, pero no te conozco. —No hagas preguntas tontas, soy yo, tu marido —responde el hombre preocupado—, esas gafas algo raro tienen, trae dámelas, tendré que probarlas, yo también quiero verte joven. Acto seguido el hombre se las pone y al instante pregunta: —¿Y tú quién eres? que joven tan guapa. —Dámelas que son mías —le increpa la mujer —, tú ponte las tuyas. Entre el forcejeo, uno de ellos sufre una caída y tienen que llevarlo a urgencias. Cuando cuentan el motivo de la caída el médico sonriendo les pide las gafas y acto seguido se las pone comprobando que los dos ancianos que habían

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entrado en la sala eran ahora dos jĂłvenes adolescentes. Al dĂ­a siguiente sale la noticia en la prensa diciendo que la policĂ­a pide la colaboraciĂłn ciudadana para encontrar al verdadero propietario, mientras un grupo de expertos las analiza.

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ROSA BERROS

Cuéntame UNA HISTORIA

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rosa berros

BLOG CUÉNTAME UNA HISTORIA

UNA VIDA MÁGICA MI PADRE siempre vivió rodeado de magia. Sus amaneceres eran dorados y suaves como el soplo fresco de la primavera. Cuando llegaba de trabajar la casa se abría ante él con la magia de un palacio encantado y cualquier cosa podía suceder. Cualquier cosa buena, claro, las desgracias y contratiempos no tenían cabida en aquel mundo. Mi padre nos contaba la vida como si de un cuento de hadas se tratara. Decía que nada malo nos podía suceder porque desde muy joven un hada le había tocado con su varita mágica trocando su vida, bastante buena hasta entonces, en un jardín lleno de árboles encantados, fuentes rumorosas y duendes benéficos.

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En el desayuno la casa se llenaba del olor de las tostadas y el café; las comidas estaban llenas de risas y las meriendas de sorpresas inesperadas; las cenas anticipaban, con la leche caliente y las galletas, el descanso presentido que nos hacía bostezar y dejar caer los ojos mientras apurábamos las últimas gotas blanquecinas. Los fines de semana en verano, tenían el olor del campo y el color de las flores; el sonido del agua del río y de los saltos y gritos del baño en la poza helada; el sabor de la tortilla de patata, los filetes empanados y los flanes de huevo en flaneras individuales cuidadosamente situadas en la cesta. En invierno, los domingos se convertían en bufandas y guantes camino del cine, en el calor del chocolate y la tersura de los churros al regreso. Papá fue envejeciendo sin que nada perturbara su paz y su felicidad. Ni la nuestra. La suerte no nos agasajó con bienes materiales. El dinero no sobraba, aunque tampoco faltaba. No se nos libró de la maldición bíblica del trabajo, pero tampoco se nos castigó con la maldición aún peor de su falta. Siempre tuvimos trabajo todos, padres y hermanos, trabajos agradables que desempeñamos con grata satisfacción. La magia no libró a mi padre de la muerte. Con más de noventa años, habiendo apurado al

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al máximo las oportunidades que nos da la vida para ser felices, sin traumas ni desgracias notables, con el cuerpo agotado y caduco, pero el alma tan positiva y clara como a los veinte años, se fue apagando un amanecer de primavera tan luminoso como casi todos. Poco antes del final, me miró fijamente y me pidió que acercara mi oreja a su boca. Con voz casi inaudible, me preguntó: «¿Sabes por qué nuestra vida ha sido mágica?» y sin darme tiempo a responder, mirando con picardía y cariño a mi madre que estaba sentada al otro lado de la cama, me dijo en un susurro: «Porque tu madre es un hada».

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LA ESCRIBIDORA ARACELI RODRÍGUEZ

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araceli rodríguez

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LA ABUELA ANTISOCIAL NADA MOLESTA más que un invitado que se demora en partir. O uno que se zampa todos los bombones y luego ríe con la boca llena. Eso debe pensar la abuela justo antes de hacerlos desaparecer. Visto y no visto. ¿Qué me dicen de los que llegan por sorpresa? Si son simpá-ticos quizás puedan conquistar el asiento. Pero, ¿y los que hablan de política? Esos se esfuman de su mesa más rápido que lo que tarda en enfriarse el café. Ni rastro. Salvo por el polvillo que dejan una vez desaparecidos y que la abuela se apresura en barrer hacia una esquina. Lo mejor, dice, es reencontrarse por casualidad con la vecina o el primo esfumados el día antes. Todo son miradas bajas. Medias voces. La vergüenza

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los embarga al no poder recordar como hicieron el camino de vuelta a sus casas. Los pobres incrédulos nada sospechan acerca de los superpoderes de la cafetera. Se creen más bien teletransportados por los beneficios del chinchón que la abuela, muy astuta, solía colocar encima de la mesa, a modo de chivo expiatorio. Digo «solía» porque peores resultaron los efectos sobre los malogrados que osaban echarle unas gotas de la botella al café. Como la abuela no es una desalmada, ha optado por esconderla a las visitas. Ya que es bien sabido que, en esos casos, el GPS de la cafetera fallaba y raramente se esfumaban a sus casas. De esa imprecisión en la latitud da buena cuenta la tía Rita que, por echarle un buen chorro al café, apareció en Tenerife. Claro que el daño no siempre es proporcional al grado de inclinación de la botella de chinchón sobre el café. Si no que se lo digan a la tía Asunción que, con una ligera desviación de la botella, y en consecuencia de latitud, fue a parar a la casa del vecino. La mala suerte quiso que éste acabase de salir de la ducha y que en ese momento entrase su mujer por la puerta encontrándose al marido ataviado con una toalla en compañía de la vecina…

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Luis Javier Rodríguez-Morán

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LA BÚSQUEDA —¿QUIÉN ES el jefe? —Yo. —Y eso, ¿por qué? —Porque tengo el talismán. CON EL paso del tiempo la historia tuvo muchas variantes, pero el diálogo se mantuvo en esos términos escuetos. En los días siguientes al golpe de 1936 en España, algunos alemanes, militares nazis, recorrieron la Terra de Soneira en el noroeste de la península ibérica. Trataban de localizar zonas ricas en minerales, en especial wolframio y toparon sin querer, con el pueblo de Melgares. Allí sucedió la escena del conocido como «diálogo del talismán».

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Tiempo después, finales del año 1975, Ubaldo Quiñones, natural de La Coruña y reportero medio cegato, paladín de causas perdidas, compró el cupón de la ONCE según su costumbre. Además del recibo, la vendedora, enana e inteligente de nacimiento, le entregó por encargo de una vieja desconocida, un sobre arrugado y sucio. En su interior, solo un documento con las instrucciones para rastrear al último amuleto perdido del mítico lugar de Melgares y su población fantasma. Así fue como Ubaldo, recorriendo España en labor indagatoria, llegó a hospedarse en la única pensión de un villorrio semiperdido, próximo a Canfranc. En el pueblo había dos mudos. Estaban siempre juntos. Uno de ellos, esbelto y pálido casi albino, era el propietario de la mayor hacienda del lugar. El otro, pequeño de piernas fuertes y andares de mandril, era su contable además de hombre para todo. Cuando Ubaldo bajó a cenar, los dos personajes se estaban levantando de la mesa situada en una esquina del comedor. Se sentó y murmuró un «buenas noches». No hubo respuesta. Cuando salían, el más bajo aprovechó para dejar una tarjeta de visita encima de la mesa, señalando enérgico con el índice.

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Mientras limpiaba la mesa y desplegaba el mantel, la dueña de la pensión habló sin reparos ni frenos. —El alto está casado con una mujer morena, elegante y altiva. Para mí, y no soy la única que lo dice, es bruja. —Bajó la voz—. Hace encantamientos hipnotizando a la gente con una piedra negra que cuelga de su cuello —Fue a buscar la sopera y a la vuelta siguió la perorata. —En noches de tormenta, recibe en su cama al ayudante de su marido. Por eso no se hablan entre ellos —dijo entre risas. Así fue como Ubaldo conoció la historia de los mudos y su vinculación con el talismán. Luego reparó en la tarjeta sobre la mesa. Su búsqueda llegaba al final: «Bibiana Melgares (Psicóloga – Vidente diplomada)». Le espero.

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BAJO MI

EMBARCADERO D A V I D

S E R R A N O

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david serrano

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CUIDADO CON LO QUE DESEAS EVA SIEMPRE le había parecido una mujer especial. Era la mejor amiga de su madre y no sabía si era por el halo de misterio que le rodeaba o por su pelo rojo, pero Marta siempre había creído en secreto que se trataba de una bruja. Vivía sola, en un viejo caserón del interior de Galicia que solían visitar en verano. Ese año, apareció en la puerta de casa de Marta el día de su décimo quinto cumpleaños. Pasaron el día en el jardín hasta que el Sol comenzó a ocultarse tras las montañas cercanas. —Toma —le dijo—. Este bolígrafo llegó a mí a través de un kares egipcio. Son los últimos descendientes de una estirpe de brujos, los más poderosos de los que se han tenido noticias. No

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desperdicies la tinta que le queda, porque si deseas algo con toda tu alma y lo escribes, se convertirá en realidad siempre que no lo taches antes de que las letras se sequen. Le dio las gracias de forma educada y exageró lo emocionada que estaba con aquel bodrio de bolígrafo. «Quiero una entrada para el concierto de Bruno Mars», escribió entre risas al entrar en su habitación, consciente de que ni quedaban entradas ni su madre le dejaría ir. La tarde siguiente la pasó haciendo el tonto y cotilleando con sus amigas. Les enseñó el regalo de «la bruja pirada» y todas le dijeron que lo utilizase para conseguir una cita con Juan. —¡Pide un unicornio! —dijo Ana entre risas—. Total, por pedir… Escribió las dos cosas, pero al quedarse sola, tachó el nombre de Juan y lo cambió por Pedro. Pedro era el capitán del equipo de fútbol, hermano de Ana y alguien completamente fuera de su alcance. Escribió y tachó otros deseos de forma compulsiva antes de dormir. Le sorprendió que Pedro le pidiera que le acompañase al cine. Cuando apareció en su puerta con un unicornio de peluche, vio la mano de su hermana detrás, aunque él lo negó.

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Al regresar a casa, una amiga le lamó nerviosa. Su prima estaba enferma, así que le sobraba una entrada para el concierto de Bruno. Corrió emocionada a decírselo a su madre, pero su cara se transformó en hielo para explicarle por enésima vez por qué no le dejaría ir a ese concierto. Entró en su habitación con un sonoro portazo y los ojos anegados. OJALÁ TE MUERAS Escribió en letras mayúsculas y apretando el bolígrafo contra el papel hasta casi perforarlo. Todavía no había terminado la «S» cuando, consciente de lo que podía estar haciendo, comenzaba a arrepentirse. Su arrepentimiento se transformó en pánico al intentar tachar la frase y comprobar que el bolígrafo había dejado de funcionar.

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E a l i N M C z e m U รณ G E N T R JUNTANDO O LETRAS Y S VIDA milaencuentros.blogspot.com


MILA GÓMEZ BLOG ENCUENTROS

ABANDONANDO AL DESCUBIERTO por una alcahueta, se murmura gritando la noticia del adulterio; dentro y allende del caserón. Leyendo tres palabras, con el miedo arañando su estómago, Isabel reconoce ser de números; anotarlos, administrar el bien metal. Las letras se atragantan formando ovillos en su lengua cuando tiene que rotular. Consumió tiempo de tres años, intentando redactar razonable carta de despedida. Decirle, le daba pavor. Ahora, él, a punto de enterarse. Vulnerada, la encontró en el despacho quien de antemano sabía, aunque no tolerase la traición.

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Cuidaba desde el nacimiento queriéndola mejor que la señora madre. Su tata. —¡Niña! Traigo un objeto mágico. Envuelto en paño de lana, portaba un cofre de madera labrada con símbolos, que, destapado, le entregó. —¿Qué hay dentro, tata? Perteneció al acaudalado del poblado, famoso creador de poesías, el más leído del territorio. Había sido pobre, sentido fracasado por no saber comunicarse. Decía; Que las gentes necesitaban escuchar la sensibilidad del alma, con palabras que llegasen a los ojos del corazón. Él podía brindárselas al mundo, pero cuando recitaba, una tartamudez se comía letras, escribiendo, nada sólido conseguía. Una mendiga le ofreció el cofre a cambio de medio real, compró al no poder negarse. Dentro, una nota en desconocido idioma. Supo leer la magia en esa lectura y ella, se convirtió pluma. Seguidamente su alma comienza a manifestarse tal y como deseaba. Con cada verso escrito fue haciéndose más rico y mejor poeta, las gentes gozaban. De anciano, terminado el primero, poema de amor, la pluma volvió al origen. El cofre dio al primero que vio, uno de sus sirvientes; mi bisabuelo.


—Tú sí, niña, la mágica notapluma te servirá. Cogió la nota, descifrando su paradoja. —¡La pluma! Depositó en el almohadón que pretendía robarle razón. Rubricada, y lacrada la carta: Quédate los dineros, pues nunca brillaron por estar depositados dentro de mentalidades, en bolsillos almidonados o bajo diez losas. Aquello que el tiempo corrompe convirtiendo en cenizas. Abandono lo que ingenuamente retuve dando valor, sacrificando el amor que conocí. Marcho lejos de tus maltratos y mutuos engaños. Concebimos matrimonio honrando las tradiciones, fecundé dos muchachos gracias al fuego de tu frialdad y al hielo de mi deseo. Son tu vivo retrato, cada día más tuyos, ejercen con el látigo de la indiferencia. Confío que algún día comprenderán. Aquí dejo mi franqueza. El hombre por el que respiro, y te abandono, carece de títulos y propiedades, pero posee suficiente amor, incluso para nuestro perdón. ¡Hasta ahora! Querido esposo.

Vestida de limosnera, el cofre bajo viejas faldas, la pluma escanciando tinta, Isabel sale acaudalada por la puerta grande. Sonríe al sentir: —¡Narradora de historias! ¿Por qué no?

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N A G R MO S U I N O C C I V H A I R A Z

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EL CASCO DE LOS ÚLTIMOS RECUERDOS BLOG

TRAS EL ÚLTIMO asesinato, que como un trofeo adornó un viejo edificio de la ciudad con un lacerado cadáver, Conrad recibió un misterioso paquete. —¡Esto es suyo detective! —decía la nota que acompañó a la entrega—. He estado trabajando en él por muchos años, y tras los últimos crímenes de la ciudad he decido entregárselo. Estas fueron las únicas palabras, que no identificaban al remitente. Conrad supuso que era alguna clase de inventor. Dentro de la caja, envuelto en papel, había un curioso artefacto. Eran dos cascos ajustables con electrodos, conectados uno al otro por un cable elástico plateado. Conrad tuvo una oscura corazonada. Sin saber

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a ciencia cierta que aquello significaba, su mente de detective le reveló su macabro uso. Aquella noche no durmió barajando la idea de usarlo con aquel cadáver que ahora estaría en la morgue y sus conjeturas apuntaban a un asesino en serie. La ciudad estaba sumida en el horror. Las víctimas habían sobrepasado las catorce en menos de dos meses y las marcas en sus cuerpos señalaban una clase de ritual que el asesino trataba de consumar. Según los estudios de Conrad, solo faltaban dos víctimas. Esa noche la curiosidad lo venció. La oscuridad, entremezclada con las luces de los edificios, creaba una atmósfera vaporosa. La ciudad parecía extenderse en su mente como en un sueño. Llegó a la morgue. Ante una hilera de camas yacía el cuerpo. El forense que realizaba su oficio le dejo sólo. Este conectó el casco a su cabeza y el otro extremo a la cabeza del pálido cuerpo femenino que yacía ante sus ojos con los signos ocultos marcados en su piel por el cuchillo. Pronto las visiones del momento final de la difunta aparecieron claras en la mente del detective, como si de un recuerdo propio se tratara. Conrad se estremeció con la visión. Un

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hombre alto y delgado poseedor de una gran fuerza se abalanzaba sobre la chica infligiéndole un dolor de muerte. El detective logró identificar al asesino, quien posteriormente fue juzgado por los crímenes de la ciudad. Después de aquél último episodio, otro crimen con las mismas características sucedió. El detective conectó esta vez el casco a la víctima en el lugar de los hechos, después que dispuso estar solo. Los ojos vidriosos del cadáver revelaban un horror sin comparación. Pronto el recuerdo final de la víctima afloró a la mente del detective. Este vio una sombra cernirse sobre el salón, una sombra que tomaba forma humana. Infligía un dolor físico como si traspasara la barrera de lo etéreo, en ese momento, Conrad supo que era la última víctima y que el ritual se había consumado.

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Y si los verdaderos demonios habitan en el cielo DAVID RUBIO


david rubio BLOG RELATOS EN SU TINTA

DÍGAME BLOG

CON LOS OJOS todavía legañosos observé el paquete envuelto en papel de regalo sobre la mesa junto a una nota. Reconocí la caligrafía de mi asistenta de hogar:

«Le agradezco haberme contratado estos meses, pero he de partir a mi país. Me he permitido dejarle este detalle. Ábralo solo si espera encontrar algo que realmente desee.» Por supuesto, lo abrí de inmediato. Era un antiguo teléfono rojo de rueda, pero sin la rueda de números. En su lugar había una inscripción: «Al descolgar escucharás lo que más deseas». .

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Descolgué. —Servicio Técnico de televisores, ¿en qué podemos ayudarle? —¿Qué? —Por favor, indíquenos la avería. —Mi televisión funciona perfectamente. —Entonces, ¿para qué nos llama? —Yo no… Colgué desconcertado. Encendí el televisor. La pantalla mostró las imágenes con su habitual resolución HD. Entonces sonó el timbre y recordé que había quedado con mis amigos. —¡Todavía en pijama! —me dijo Juan. —Eres ya todo un cincuentón —siguió Pedro. —¿Y Óscar? —pregunté. —No viene, lleva unos días muy raro... ¡Eh! ¿Qué es eso? —dijo Juan señalando el teléfono rojo. —Un curioso regalo de despedida de mi asistenta. Antes he… —¡Eh! ¡Qué misteriosamente cool! Descuélgalo para escuchar lo que más deseas. ¿Puedo? Asentí. Tras un «sí, soy yo» después de descolgar,

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Juan emitió varios «ajá» hasta que se despidió con un: «allí estaré». Colgó y levantó los brazos. Eufórico. —¡Me han contratado! ¡Tengo trabajo, chicos! Me quedé ojiplático. —¿Puedo probarlo? —me pidió Pedro. —Cla… claro. En esta ocasión, a Pedro apenas se le entendían sus balbuceos. Cuando colgó dijo llorando: —Era mi madre. Dice que está bien, que siempre cuidará de mí. Me quedé petrificado. Su madre había muerto un mes atrás. Cuando se marcharon, volví a descolgar ese sorprendente teléfono. —Servicio técnico de televisores, ¿en qué podemos…? Colgué contrariado. Un par de horas después, Óscar se presentó en casa. Con aspecto demacrado, me pidió que le dejara usar el teléfono del que le habían hablado. Descolgó nervioso. Pero poco después, su cara se iluminó. —¡Es benigno! ¡El tumor era benigno!

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Aquella noche no pude dormir. Me levanté y fui directo al televisor. Lo tiré al suelo. Después comprobé que no se encendiera y descolgué el teléfono. —Servicio técnico de televisores, ¿en qué…? —Mi televisor no se enciende. Al día siguiente, a las 9:00 h llamaron a la puerta. Era una mujer enfundada en un mono gris que llevaba una caja de herramientas azul: —Hola, vengo por el aviso de avería. —Ho… hola. —¿Me deja pasar? —Claro, perdone. Permanecí de pie mientras ella revisaba la televisión. Embobado. —Puff, tiene mala pinta. ¿Sabe? Yo ni tengo televisor. Prefiero leer o escribir. —Yo, en su día, escribía bastante… —¿Sí? ¿Y por qué lo dejó? —¿Le apetece un café?

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ESTE MES EN

TALLER DE RELATOS Comenzamos nuestro taller de relatos, revisando este relato de detectives enviado por un compañero de letras. Los aportes y sugerencias seguro que nos han servido a todos! ¿QUIERES PARTICIPAR EN NUESTRA REVISTA? Infórmate en esta entrada sobre cómo puedes participar en esta revista, participando en la 3ª Edición del Concurso de relatos para blogs. MICRORRETO 3: HABLANDO SE CUENTA LA HISTORIA ¿Te apasionan los diálogos? ¿Quieres practicarlos? En el próximo Microrreto se propone nada menos que un Micro escrito en forma de diálogo. ¿Te animas? J. Mª PANADÉS: UN HIJO DE PAPEL Josep María Panadés, autor del libro de relatos Irreal como la vida misma, nos visita para hacernos participes de unas reflexiones con las que seguro te vas a sentir identificado.

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¡PARTICIPA EN EL CONCURSO DE RELATOS! A p

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2019

XVII EDICIÓN

EXTRAÑOS EN UN TREN DE PATRI CI A HI GHSMI TH

UN RELATO DE 900 PALABRAS PUBLÍCALO EN TU BLOG ENTRE EL 1 /12/19 HASTA EL 31/12/19

Como requisito temático basta que cumpla con uno de estos tres: Un relato de género negro Que en el mismo se mencione con sentido la novela Extraños en un tren o la autora, Patricia Highsmith.

Que la historia transcurra en un tren.

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S I E S C R I B E S T U B L O G . . .

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S D L H A N C I T H L Illustrated by Serene Wright

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