Quiúbole con... La maternidad Por: Pbro. Isidoro Rodríguez Arroyo
Al hablar de maternidad quiero felicitar a cada una de aquellas mujeres que viven su maternidad con alegría, aún en medio de las dificultades de la vida. Ellas nos muestran lo que es verdaderamente el amor.
importante para nosotros queremos conocer a su mamá para agradecerle y compartirle nuestro gozo por esa persona que es su hijo. La maternidad no pasa de largo en la historia. Es un regalo para cada mujer. Así lo quiso Dios. De hecho, Él mismo tomaba ejemplos y se comparaba como una madre que guiaba a sus hijos, al pueblo de Israel: “¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque alguna se olvidase, yo jamás te olvidaría” (Isaías 49, 15). “Como uno a quien su madre consuela, así yo los consolaré” (Isaías 66,13).
Sin duda alguna, Dios enriqueció a la mujer con el don de la maternidad. Ya en los comienzos vemos cómo Adán nombra a su compañera “Eva” que significa “madre de todos los vivientes”. Y así sucesivamente, los pasajes bíblicos están llenos de mujeres que dieron vida a personas importantes y claves en la historia de la salvación: Sara, Rebeca, Ana, Betsabé, etc. De ellas, surgieron hombres importantes que realizaron la voluntad de Dios en favor de su pueblo. Es por eso que se recuerdan con mucho cariño y respeto.
El modo de actuar de Dios con su pueblo se describe también con rasgos maternales: Dios lo enseña a caminar, lo lleva en brazos, “era para ellos como quien alza a un niño contara Y es que es común que cuando su mejilla, me inclinaba hacia admiramos a alguien muy él para darle de comer” (Oseas
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