Huellas... Por: Emmanuel A. Martínez O. I de Teología
San Felipe de Jesús ¡Hola queridos amigos del Seminario! Me llena de gusto y alegría poder saludarlos en esta ocasión y con el especial motivo de compartir con ustedes la vida de un santo, San Felipe de Jesús, quien es considerado el primer mártir mexicano. Imagínate que dicha ser una persona que se ha convertido en un santo tan especial para nuestra Iglesia de México por su entrega a Dios, pero especialmente por su relación con Jesús. ¡Así como tú y yo tenemos nuestra relación con Él, así San Felipe lo vivió a tal grado de entregar toda su vida! San Felipe nació en la ciudad de México por el año 1572, siendo sus papás de nacionalidad española. A lo mejor como tu o como yo en mi niñez, San Felipe fue un niño inquieto y travieso, se la pasaba poniendo en aprietos a sus papás, vecinos y conocidos. ¡Ya ves que siendo aun travieso te puedes ganar el cielo! Durante su juventud, así como le ha pasado a todo joven seminarista o sacerdote, sintió San Felipe inquietud por entregar su vida a Jesús, sirviéndole de una forma muy especial, por lo que ingresó a la comunidad religiosa de los franciscanos, pero debido a la forma y exigencia que se le presentaron en el convento, lo dejó y terminó regresándose con sus papás, donde se dedicó un tiempo a trabajar, pero como la situación económica estaba difícil, su papá lo mandó a las Islas Filipinas, un lugar lejano por Asia, donde en el arte y riquezas se encontró muy bien.
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