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La energía y un nuevo modelo de sociedad
Ing. Gerardo Rabinovich
Vicepresidente 2do. Instituto Argentino de la Energía “General Mosconi”.
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En los dos últimos años han cambiado muchos paradigmas y se visibilizaron fenomenales cambios en la sociedad que avanza hacia un nuevo modelo en las relaciones económicas y sociales, que reemplazará al que conocimos desde comienzos de la Revolución Industrial.
En primer lugar, la pandemia COVID 19 ha creado el sentimiento que algo muy malo puede pasarles a todos los habitantes del planeta, al mismo tiempo. La manifestación más contundente de la globalización ha sido el cese de toda actividad comercial, intercambios internacionales, actividades laborales, asistencia educativa, y finalmente la celeridad en la obtención de vacunas capaces de mitigar los males de miles de millones de personas en todo el planeta.
Este despertar de una conciencia adormecida por un sentimiento de abundancia y comodidad, por un lado, y por la presencia de profundos pozos de miseria por el otro permitió enfocar el otro grave problema que enfrentamos que es el cambio climático, producido por la actividad antropogénica, con responsabilidad primaria en los países industrializados pero que en este siglo ha sido rápidamente reemplazada por los países emergentes, particularmente China e India.
Solamente durante 2021 hemos vistos eventos meteorológicos de una violencia y frecuencia que alarma a la comunidad internacional y que la pone del lado de los que creen que es la actividad del hombre y su modo de producción y consumo responsable de estos desastres naturales, dejando a los negacionistas y escépticos en minoría y franca actitud defensiva.
El invierno en el Norte, trajo una situación inesperada en Texas que debió enfrentar una ola de frio polar para la que no estaba preparada, congelando los gasoductos que alimentan a las centrales eléctricas, interrumpiendo el servicio eléctrico y dejando a la población a merced de las inclemencias climáticas. Los incendios en California, Grecia, en la estepa siberiana, son cada vez más violentos y frecuentes, inundaciones en Europa Central y en China. Los ríos en el Oeste de los Estados Unidos están en una bajante nunca vista desde mediados del siglo pasado, como así también caudales mínimos en el rio Paraná, en el sur de Brasil y crisis hídrica en nuestro país en el Comahue y Cuyo.
La llegada del presidente Biden al gobierno de los Estados Unidos a principios de este año y su decisión de reintegrar a su país, primer emisor mundial de gases de efecto invernadero, en el marco de los Acuerdos de Paris, y su multimillonario plan de infraestructura impulsando las energías renovables ha relanzado la carrera mundial por el dominio de las tecnologías llamadas limpias y la nueva era de reemplazo de los combustibles fósiles.
En este contexto se han producido solamente en este año varios acontecimientos que consolidan el sentimiento de retroceso de las industrias de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural):
i) en Holanda, la Corte Suprema condenó a la empresa Shell a no emitir gases de efecto invernadero a partir de 2035 en todas sus actividades nacionales e internacionales; i
i) en las empresas Exxon y Chevron se han integrado al Directorio representantes de fondos de inversión que culpan a las empresas petroleras por negar su responsabilidad sobre las condiciones ambientales y son fuertes activistas climáticos;
iii) la Agencia Internacional de Energía publicó el informe “Emisiones Netas Cero en 2050”, donde no solamente indica que las empresas petroleras ya no deben invertir en exploración de nuevos campos, sino que estima que para alcanzar la carbono neutralidad el consumo de carbón en 2050 será 90% inferior al actual, es decir casi desaparecería, el de petróleo debería disminuir un 75% y el de gas natural un 55% con los impactos económicos y sociales que ello significa;
iv) el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático presentó en agosto de este año la primera entrega del Sexto Informe de Evaluación, donde estima que limitar el crecimiento de la temperatura global a 1,5º C o 2º C será un objetivo inalcanzable a menos que las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan inmediatamente y en gran escala.
La tecnología actual es capaz de hacer frente a estos desafíos y en muchos casos es económicamente competitiva: energía solar; eólica; bioenergía, generación distribuida, baterías, productores-consumidores (prosumer) para producción de electricidad; transformación del transporte masivo a través de vehículos eléctricos, producción de hidrogeno para nuevos mercados energéticos reemplazando líquidos en el transporte de cargas, y gas natural en consumos residenciales e industriales, electrificación de los usos domésticos; eficiencia energética en todos los sectores de la economía: vivienda, industria, transporte, comercio; y ello trae aparejado un cambio sustancial en el modelo de funcionamiento de la sociedad como la conocemos hasta ahora.
La incorporación de tecnología informática, e-learning, inteligencia artificial, machine learning, permitirá el control de nuestros consumos y la gestión de la demanda de energía, modificando los modelos de negocios de las empresas de servicios públicos, y en general de todas las empresas energéticas.
El Sector energético como % del S&P500
Fuente: Bloomberg, en Carbon Tracker, “Spiralling Disruption: the feedback loops of energy transition.
Una imagen vale más que mil palabras: el siguiente grafico muestra el retroceso de la industria petrolera en los mercados financieros entre 2010 y 2021.
¿Como se reflejan estas transformaciones en nuestro país? La Argentina es uno de los países que han firmado los acuerdos de Paris de 2015, y presentó en dos oportunidades sus compromisos de reducción de emisiones (NDC por sus siglas en ingles), la última en diciembre del año pasado, incrementando su ambición de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Se prepara actualmente para presentar su Estrategia de Largo Plazo (LTS por sus siglas en ingles) en la próxima reunión de la Conferencia de las Partes (COP26) que tendrá lugar en Glasgow en noviembre de este año. El Presidente Alberto Fernández anunció en la reunión de lideres mundiales convocada por el presidente Biden para tratar las estrategias de lucha contra el cambio climático, que la Argentina se compromete a alcanzar la neutralidad carbono en 2050, y piensa reafirmar este objetivo en Glasgow, ante la comunidad internacional. Sin embargo, se presentan importantes contradicciones entre los anuncios y las realizaciones en el plano interno:
a) El Congreso ha sancionado una nueva ley de biocombustibles que es un retroceso respecto de la ley de promoción 26.093, con obligaciones de corte inferiores y por lo tanto menores reducción de emisiones obligadas;
b) También ha sancionado una ley de subsidios al consumo de gas natural en “zonas frías” (no tan frías), incrementando la cantidad de beneficiarios de 400.000 a 4 millones de usuarios, incentivando el incremento del consumo de este hidrocarburo y el consecuente incremento de emisiones;
c) Destinó fondos de la ANSES (jubilados) por 1.000 millones de u$s para financiar proyectos en el up-stream, esencialmente de gas natural; d) El 25% de la recaudación del impuesto a la riqueza creado en 2020 tiene como destino la financiación de proyectos de YPF, a través de la empresa IEASA;
e) El gobierno se apresta a enviar al Congreso una ley de promoción de la industria de hidrocarburos, destinando importantes recursos fiscales a la promoción de todas las actividades de la cadena hidrocarburifera y alentar la exportación de excedentes.
La lista de contradicciones se podría ampliar con la falta de fondos destinados a energías renovables o a incentivos para eficiencia energética. Al mismo tiempo, el Gabinete de Cambio Climático trabaja por su parte en incentivos a la electromovilidad, producción e industrialización de litio para baterías, y producción de hidrogeno.
Estas contradicciones en un contexto de caída de la producción de petróleo y gas reafirman la necesidad de elaborar, discutir y aprobar el Plan Energético Nacional, con una visión de largo plazo estableciendo una política de estado, con consenso entre las fuerzas políticas y en la sociedad, que no solo nos permita enfrentar los grandes desafíos de la transición energética que se presentan en el cortísimo plazo, sino integrar a la Argentina en el club de países que encaran el progreso y la modernidad, incorporando la última tecnología disponible en sus procesos productivos, de consumo y laborales.
Las transformaciones se suceden a velocidades nunca vistas en el pasado, y es obligación de quienes elaboran políticas publicas tener en cuenta estas señales bajo el riesgo de quedar relegados y no poder brindar a nuestros compatriotas el beneficio del progreso y del bienestar.