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La contaminación del aire es una de las mayores amenazas medioambientales para la salud humana

Dra. Deborah R. Tasat

Doctora en Ciencias Biológicas. Directora del Laboratorio de Bio-Toxicología Ambiental de la Escuela de Ciencia y Tecnología, UNSAM. Profesora asociada de la UBA y de la UNSAM.

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La contaminación atmosférica (tanto exterior como interior) es la presencia de agentes químicos, físicos o biológicos que alteran las características naturales de la atmósfera.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que el 99 % de la población mundial respira aire contaminado (concentración de contaminantes que supera los límites recomendados por la Organización) siendo dañino para la salud. Esta Organización estimó que la contaminación atmosférica, mezcla de gases (CO, NOx, SOx, O3) y partículas en suspensión (PM), provoca a nivel mundial, alrededor de 7 millones de defunciones prematuras por año. En 2013, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) de la OMS, clasificó a la contaminación del aire exterior y las partículas en suspensión como carcinógenas. Según algunas previsiones, si no se aplican medidas eficaces para 2050, la contaminación del aire podría convertirse en la principal causa de muerte por factores medioambientales, duplicando o triplicando las cifras actuales de mortalidad.

Los contaminantes atmosféricos pueden provenir de fuentes naturales (erupción volcánica, tormenta de arena, incendio forestal., etc.), pero son mayormente emitidos por las actividades humanas, como el transporte, la industria y la agricultura. Es importante señalar que los fenómenos naturales que contribuyen a la contaminación del aire suelen ser fenómenos extremos y repentinos mientras que, los contaminantes resultantes de la actividad antropogénica, se liberan de forma continua y persistente a la atmósfera.

La contaminación del aire es una de las principales causas de enfermedad desde asma hasta enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón y, probablemente, demencia y, actualmente está considerada como el quinto factor de riesgo de mortalidad en el mundo. Además, estos datos indican que la exposición es más elevada en los países de ingresos medianos y bajos. La OMS, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y otros organismos han adoptado ampliamente las recomendaciones mundiales sobre la forma en que los países deben evaluar y gestionar su calidad del aire exterior. Estas normas se aplican mediante reglamentos y leyes nacionales que establecen normas mínimas de calidad del aire para proteger al público. Como consecuencia, para la contaminación del aire exterior, las normas y regulaciones mejoradas han reducido notablemente las emisiones partículas en suspensión (PM), óxidos de nitrógeno (NOx) y dióxidos de azufre (SOx) en muchas partes del mundo.

Sin embargo, la contaminación del aire interior a pesar de que podría causar casi la misma cantidad de muertes en todo el mundo -3,2 millones en 2020, según la OMS, en comparación con alrededor de 3,5 millones relacionados con el aire exterior contaminado; no ha recibido la misma atención. En los países industrializados, la mayoría de la población pasa entre el 80 y el 90% de su tiempo en ambientes cerrados, tanto en casas particulares como en espacios públicos como escuelas, lugares de trabajo, hospitales, supermercados, etc., donde los niveles de contaminantes suelen ser superiores a aquellos presentes en el medioambiente. Por lo general, estos espacios no están sujetos a normas de calidad del aire ambiente que puedan aplicarse legalmente. Además, los contaminantes externos e internos difieren en cuanto a tipo y comportamiento. Si bien algunos contaminantes son comunes a ambos ambientes, el aire interior contiene una gama más diversa de contaminantes que el aire exterior. Los contaminantes

Según algunas previsiones, si no se aplican medidas eficaces para 2050, la contaminación del aire podría convertirse en la principal causa de muerte por factores medioambientales, duplicando o triplicando las cifras actuales de mortalidad.

como el monóxido de carbono, que se diluyen al aire exterior, pueden acumularse dentro de una habitación. En oficinas y aulas, con gran cantidad de personas, los niveles de dióxido de carbono pueden llegar a ser lo suficientemente altos como para causar deterioro cognitivo. Además, la respiración humana puede liberar gotas pequeñas o aerosoles que transportan patógenos respiratorios (virus y bacterias), que pueden acumularse y propagarse entre los individuos más fácilmente en el interiorcomo han demostrado la pandemia COVID-19 y los últimos brotes de gripe. Entre los gases contaminantes, los compuestos orgánicos volátiles también pueden ser exhalados y luego ser absorbidos por la piel. El MP (partículas en suspensión) interior es el resultante de la combinación de factores físicos, químicos y biológicos. Entre las fuentes de MP interior podemos incluir a los sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado, equipamiento de edificios, muebles, combustión de velas o leña, cocción de alimentos, humo de cigarrillo, actividades humanas y MP de fuentes externas que puedan ser transportados al interior de una habitación por ventilación o infiltración.

En este sentido, la ventilación en los espacios interiores juega un papel crucial. El MP interior también incluye “bioaerosoles” como bacterias, hongos, endotoxina y otros componentes con potencial alergénico, capaces de provocar reacciones adversas en el organismo. Los hongos prosperan en edificios húmedos y mal ventilados. La inhalación de esporas fúngicas puede tener efectos adversos para la salud como, por ejemplo, la exacerbación del asma en aquellos individuos que padecen de esta enfermedad, rinitis, enfermedades alérgicas y eczemas. En noviembre de 2022, un forense del Reino Unido dictaminó que la muerte de un niño de dos años había sido causada por la exposición prolongada (crónica) al moho negro que se encontraba en el departamento que había alquilado la familia.

El aire limpio debería ser un derecho humano fundamental y una condición necesaria para que las sociedades estén sanas y sean productivas.

Sin embargo, la contaminación aérea no afecta a toda la población por igual siendo los niños, ancianos e individuos con enfermedades respiratorias previas, subpoblaciones vulnerables. Entre ellos, debido a su mayor tasa metabólica en reposo en proporción al peso corporal, su aparato respiratorio y su sistema inmune inmaduros, el calibre de las vías aéreas menor y la frecuencia respiratoria mayor que en el adulto, los niños son una población de alto riesgo a los efectos adversos de la exposición a la contaminación aérea interior. Dado que los niños pasan un tiempo considerable en las escuelas, puede inferirse que las condiciones de estos establecimientos podrían suponer una reducción del crecimiento y la función pulmonares, aumento de la incidencia de infecciones respiratorias y agravamiento del asma.

El gobierno debe garantizar que la calidad del aire interior sea buena para quienes viven en alojamientos compartidos, sociales o alquilados, y para los espacios interiores públicos. En Francia, por ejemplo, es obligatorio controlar una serie de contaminantes en las escuelas. Por ello, más allá de la intervención estatal, los empleadores deben garantizar lugares de trabajo seguros y saludables, incluyendo aire de buena calidad.

Actualmente, en el laboratorio de Bio-Toxicología Ambiental de la Escuela de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de San Martín, hemos comenzado a monitorear la calidad del aire y el efecto adverso de sus contaminantes sobre la salud de los niños, en distintas escuelas de Buenos Aires localizadas en zonas residenciales con distintos perfiles medioambientales. Estamos convencidos que investigar y difundir los resultados es sumamente importante ya que visibiliza problemáticas que son cruciales para la comunidad en la agenda de salud pública y medioambiente.

El aire limpio debería ser un derecho humano fundamental y una condición necesaria para que las sociedades estén sanas y sean productivas.

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