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en la tierra... Hacia una acuicultura INTELIGENTE

El muy acelerado crecimiento de la acuicultura no solo se debe a que es la forma más sustentable de producción de proteína animal del planeta, sino a que se han tenido avances tecnológicos muy significativos que lo han permitido… pero ¿Qué es lo que sigue? ¿Hacia dónde vamos? ¿Hasta dónde podemos confiar en la tecnología?

Hace 60 años la acuicultura contribuía con aproximadamente el 4% de los pescados y mariscos utilizados para consumo humano, durante el año pasado (2022) se estima que contribuyó con el 56%. Este muy acelerado crecimiento de la actividad no solo se debe a que es la forma más sustentable de producción de proteína animal del planeta, sino a que se han tenido avances tecnológicos muy significativos que han permitido este desarrollo. Desde la aireación y el alimento for- mulado, pasando por los programas de mejoramiento genético, los sistemas de monitoreo de parámetros de calidad del agua y las vacunas, hasta llegar a la automatización y el uso de inteligencia artificial, la tecnología ha cambiado a la acuicultura y le ha dado rumbo.

Anteriormente la acuicultura era una gran caja negra, en donde sembrábamos organismos, alimentábamos, le pedíamos a los midiclorianos que crecieran rápido y no tuviéramos enfermedades, y cosechábamos realmente sin saber qué era lo que pasaba en realidad. Poco a poco hemos empezado a transparentar esa caja, hoy teniendo una caja translucida a través de herramientas tecnológicas que nos permiten ver qué está pasando dentro de nuestros sistemas de cultivo, analizando cuánto y cuándo se están alimentando nuestros organismos, interrelacionando esta información a la línea genética que utilizamos y una importante cantidad de parámetros fisicoquímicos del agua, lo que nos permite emplear mucho mejor los recurso y ser cada día más eficientes. Hoy, la acuícultura de precisión es el presente, pero ¿Qué es lo que sigue? ¿Hacia dónde vamos? ¿Hasta dónde podemos confiar en la tecnología? No cabe duda de que los avances tecnológicos son fundamentales para el desarrollo de la acuicultura, pero igual de importante son las personas que entienden los principios detrás de ellos. La combinación de tecnología y profesionalización del sector le evitarán a los inversionistas grandes dolores de cabeza y pérdidas millonarias.

Sé que tocaré temas muy sensibles, pero la acuicultura no se puede hacer simplemente a cualquier costo, incluso si existen los mercados. La huella de carbono es un concepto que debemos entender y del cual tenemos que ser completamente responsables… bueno, solo si queremos que nuestro planeta exista para nuestros nietos. Las ideas “innovadoras” de producir organismos completamente fuera de su entorno, en lugares en donde el gasto energético es elevadísimo, es muy poco sustentable y solo puede hacerse en lugares en donde los mercados están dispuestos a pagar un importante sobreprecio por un producto que bien podrían conseguir a mucho menor costo y daño al medio ambiente. Muchas personas se han dedicado a vender proyectos acuícolas y no a hacer acuicultura, vendiendo tecnologías que parecen idílicas, pero en realidad son una receta para el desastre. Tal vez, alguna de estas tecnologías serán parte de las herramientas del futuro y pueden llegar a ser interesantes para un fondo de riesgo, pero en el caso de que se trate con un fondo de inversión o con el patrimonio de pequeños o medianos inversionistas, es un verdadero crimen y, este hecho, ha dañado la reputación de la acuicultura, sobre todo porque se ha pretendido masificar algo que aún está en proceso de prueba y no está listo para personas que no tienen bolsillos muy profundos.

El futuro de la acuicultura es la “acuicultura cero”, sin huella de carbono o huella negativa, y dándole un uso eficiente a todos los desperdicios y subproductos. La acuicultura tiene que estar diseñada para resolver los temas del mañana y correlacionada no solo con las energías renovables, el reciclaje e ideas innovadoras, sino también con la generación de tierra arable y ligada a otras activida- des económicas como el turismo. Recordemos, el objetivo no es la tecnología, es producir alimento de la manera más eficiente en todos los aspectos, utilizando la mayor cantidad de herramientas tecnológicas para lograrlo, pero sin dejarnos engañar por falsas promesas. Es cierto, tenemos que buscar volar muy alto, pero sin dejar de tener los pies en la tierra.

Antonio Garza cuenta con Maestría y Doctorado en Acuicultura por la Universidad de Auburn, EE.UU. Actualmente, es Presidente, Aquaculture without Frontiers (AwF).

Rector, Universidad Tecnológica del Mar de Tamaulipas Bicentenario (UTMarT) Fué Presidente-Electo, Sociedad Mundial de Acuacultura (WAS)

Experto acuícola, consultor de la FAO, así como especialista en planeación estratégica. Ex-director de Extensión y Entrenamiento Internacional de la Universidad de Auburn y creador de la Certificación para Profesionales en Acuicultura. Fundador de la Iniciativa Global para la Vida y el Liderazgo a través de los Productos Pesqueros. Recientemente fungió como Director General de Planeación, Programación y Evaluación de la CONAPESCA, en México. Su trabajo lo ha llevado a participar en el desarrollo de proyectos alrededor del mundo.

Por: Alejandro Godoy*

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